NOVEDADES EN EL ESTUDIO DE LOS ARABISMOS EN IBERORROMANCE Federico Corriente Universidad de Zaragoza El estudio de los arabismos del iberorromance es, en términos lingüisti-cos estrictos, una cuestión pancrónica de interferencia de lenguas en con-tacto que debe investigarse sobre el corpus total de datos existentes con la metodológia apropiada, fundamentalmente la desarrollada por la etimolo-gia, el estudio de los cambios de código y la lingüistica estadística, para obtener unos resultados correctos, tanto etimológica como sociolinguística y estadísticamente. Sin embargo, al intentar abordar dicha cuestión con esta científica frial-dad siempre deseable, nos encontramos inmediatamente con un cúmulo de circunstancias, relativas tanto al establecimiento del corpus, como a las metodologías aplicadas anteriormente y a la calidad de los resultados ob-tenidos, puntos todos ellos que no puede ignorar el investigador subsiguien-te: tales circunstancias deben, pues, ser detalladamente descritas, por cuan-to que pueden seguir condicionando ŕuturos estudios y afectando su validez. Nos estamos refiriendo naturalmente al marco histórico-social de dicho contacto de lenguas y al ideológico en el que han tenido lugar éste y su estudio, porque pensamos que tanto los hechos históricos que produjeron el contacto entre árabe y romance en la Peninsula Ibérica, como su valora-ción por su población más o menos culta, e incluso por otros occidentales, han tenido consecuencias importantes en el surgimiento y evolución del estudio de esta cuestión. Revista Espaňola de Lingüistica, 26, 1, 1996, págs. 1-13. 2 FEDERICO CORRIENTE Es bien sabido que a principios del s. vin Hispánia es ocupada por ejércitos musulmanes y gradualmente integrada en la orbita del mundo islámico arabófono, tras un periodo de homogeneización religiosa y linguís-tica, que no queda totalmente consumada hasta el s. xm, justamente cuando los avances de la Reconquista han mermado ya considerablemente a partir del Norte la extension de la resultante de aquel proceso, una entidad políti-ca a la que debemos llamar Alandalús, según pronunciación habitual de sus habitantes, y en ningún caso, anacrónica y distorsionadamente, «Espafia musulmana». Pero, aunque la Reconquista consigue sus Ultimos objetivos a fines del s. xv, el impacto psicológico de la derrota ante una invasion no europea ni cristiana sera ya indeleble en las mentes occidentals, por lo que habrá que contar, al utilizar los estudios sobre cualquier aspecto de la civilization arábigo-islámica con una distorsión peyorativa de la realidad, o bien, puesto que esta tendencia no pasa inadvertida y produce la consecuen-te reaction ultracorrectora, con una vision optimizadora de aquélla: en am-bos casos, tanto las opiniones del primer tipo, bien representadas en Espafia por F. J. Simonet, como las del segundo, del que prácticamente no hemos tenido nosotros representantes cientificos, por lo que citaremos como su modelo al holandés R. Dozy, deforman la estricta realidad de los hechos, que es imprescindible conocer para plantear este problema, aunque sea sólo en su vertiente lingüistica, ya que, como veremos inmediatamente, no es casualidad que a estos dos historiadores debamos las dos primeras y más importantes obras sobre la interferencia de árabe y romance en nuestra Peninsula. Como no podia menos esperarse, la vision peyorativa de lo islámico ha tendido a minimizar el impacto árabe sobre el romance, insistiendo en la escasa proporción de los arabismos sobre el total del léxico romance, su circunscripción a determinados campos semánticos, y su rápido abandono, y olvidando el cómputo sobre texto, la importancia de aquellos campos, en general técnicos, lo que indica una corriente civilizadora, y el hecho de que las bastantes decenas, si no centenas, de arabismos vivos dan al iberorro-mance, sobre todo al castellano y portugués, una fisonomía inconŕundible dentro de las lenguas románicas. De hecho, Simonet, que nos ha dejado un todavía interesante y valioso Glosario de voces ibéricas y latinas usadas entre los mozárabes, que es entre otras cosas un alegato a favor del escaso arraigo de lo árabe e islámico en Hispánia, ni siquiera abordó el terna de los arabismos del romance, del que si se ocupó su colega y amigo L. Eguílaz, en un repertorio también notable para su época, el Glosario etimológico de NOVEDADES EN EL ESTUDIO DE LOS ARABISMOS 3 las palabras espaňolas de origen oriental, aunque ambos libros deban ma-nejarse con mayor prudencia de lo que se suele, en especial el segundo, que desbarra con más frecuencia de lo inevitable en aquellas fechas. A Dozy, admirador casi romántico de las glorias de Alandalús, le debemos, en cambio, la revision a fondo de la obra de su compatriota W. H. Engelmann, el Glossaire des mots espagnols etportugais derives de ľ arabe, libro escri-to imparcial y sobriamente, al que no cabe en este caso hacer objeciones ideológicas, salvo tal vez la infŕavaloración del hibridismo áraborromance, y que, desde 1869, ha sido la única obra importante y exhaustiva sobre el conjunto de los arabismos del iberorromance. Como bibliografia básica, y a pesar de la existencia de multitud de artículos y algunos libros, incluso va-liosos, como la Contribución a la fonética del hispanoärabe y de los arabismos del iberorrománico y el siciliano de A. Steiger o el reciente Kleines vergleichendes Wörterbuch der Arabismen im Iberorromanischen und Italienischen de R. Kiesler, apenas hay que afiadir los dos monumentales dic-cionarios etimológicos de castellano y Catalan de J. Coromines, a quien hasta no hace muchos afios pertenecia la ultima palabra y mejor dicha en este campo, dentro del casi nulo interes que provocaba el estudio cientifico global de los arabismos entre los arabistas espanoles. Por razones cronológicas o metodológicas ninguna de dichas obras fundamentales se plantea la exacta definición de arabismo en iberorromance, ni la discutible posibilidad de deslindar arabismos y los llamados mozara-bismos, ni hacen particular hincapié en establecer los remotos étimos de los arabismos, ni una muy necesaria crítica de los sistemas de transcripción o transliteration usados hasta la fecha. Lo que es más, se observa en todas ellas im desconocimiento casi total de dialectología árabe y, con la salve-dad de Dozy, un conocimiento superficial incluso del árabe clásico, que ha impedido a sus autores detectar nuevos arabismos, corroborar sus supuestos étimos, y rechazar como tales algunos que no pueden serlo, mejorando asi el reconocimiento del corpus de datos. En consecuencia, aunque es mucho lo que debemos a los esŕuerzos de dichos estudiosos, cuya labor en ningún caso minusvaloramos, se impone volver a estudiar la interferencia linguísti-ca árabe-romance, lo que nos permitirá no sólo un conocimiento más exacto de los arabismos del iberorromance, etimológica y estadísticamente, sino mejorar algunas de las ediciones de nuestra literatura castellana, cata-lana y portuguesa. Por contra, conocido mejor el ambiente en que tuvo lu-gar aquel contacto, se evitarán más fácilmente las fantasias que han rodea-do temas íntimamente conexos, como, vgr., la polémica del origen y 4 FEDERICO CORRIENTE naturaleza de los estribillos más o menos romances de las muwaššahät an-dalusíes, las mal llamadas «jarchas», terna en el que naturalmente no po-demos entrar ahora y, en general, se tendrá una vision más objetiva del bi-lingüismo y los bilingiies en Alandalús, poniéndose fin a la quimera de «la convivencia de las tres culturas», que tanto juego ha dado al pseudo-progresismo cultural, como en otros tiempos lo diera la «tradicional her-mandad hispano-árabe» a otras tendencias oficiales de su momento. A ešte respecto, y por lo que pueda valer un posicionamiento moral e imparcial, o sea, como garanti a de la seriedad del intento de objetividad que debe rodear toda labor científica, ya hemos seňalado en alguna ocasión anterior que tanto la conquista de Hispánia por los musulmanes como la re-conquista de Alandalús por los cristianos del Norte sólo pueden merecer la consideración de hechos de violencia injustificable, defmibles como proce-sos de genocidio y deglución étnico-cultural, encaminados a la destrucción militar del adversario y a la eliminación posterior de su identidad como grupo social. Ambos, con algunas diferencias de calendario y métodos, tu-vieron éxito y fueron simultánea y posteriormente canonizados, como toda limpieza étnica lograda, de tal manera que aún los estudios de dichos pro-cesos hechos siglos más tarden suelen reflejar falta de imparcialidad y pro-pósito de recuperar toda la verdad, ya que los partidarios del genocidio minimizan el valor de lo suprimido, mientras que los partidarios de la tolerancia la suponen donde no la hubo a la larga y hablan de una convivencia de tres culturas que sólo está en sus loables deseos. En la Peninsula Ibérica, y cifiéndonos ahora a los aspectos lingüistieos, la verdad es que la ocupación islámica supuso en Alandalús la aparición de una sociedad pronto aunque gradualmente bilingüe con una tendencia a la pérdida del romance, e islamizada con una tendencia aún más rápida a la desaparición de cristianismo y judaísmo. El prestigio de la cultura arábigo-islámica tiende a hacerla exclusiva, por lo que cristianos y judíos le aportan tan sólo algunos elementos sustráticos que la matizan y diferencian ocasio-nalmente de variantes orientales o norteafricanas, pero en todo lo básico es siempre eso, una cultura arábigo-islámica, vgr., en las artes y la estética, la indumentaria, cocina, vivienda y aspectos de la vida cuotidiana, juegos y diversiones, administración, comercio, economía, etc. En la esfera privada de lo religioso se mantienen las diferencias, pero ello afecta muy poco tiempo de la vida de las personas, y es en muchos casos además tiempo muerto, porque la inmensa mayoría de cristianos y judíos no entienden el latín ni el hebreo de los ritos, y si, en cambio, al menos y pronto muchos de NOVEDADES EN EL ESTUDIO DE LOS ARABISMOS 5 ellos, el árabe en el que suena la Uamada a la oración islámica en los cerca-nos minaretes, que se les enseňa en sus propias escuelas, cuando van a ellas, y que necesitan ya en su existencia diaria con cada vez más frecuen-cia, puesto que existen actividades, si no grupos sociales, ya monolingües en árabe. ^Donde quedan, pues, las tres culturas? Si no confundimos ata-vismos esporadicos con supervivencia Integra de sistemas, en los siglos ix y x, particularmente importantes en la gestación del romance, en Alandalus sólo hay esa única cultura arábigo-islámica, además tan prestigiosa que los mismos incipientes estados cristianos del Norte consciente o inconsciente-mente la imitan en casi todos sus aspectos seculares, gracias a la mediación de los inmigrantes mozárabes que, precisamente por conocerla a fondo, tu-vieron garantizado el éxito social que reflejan, vgr., los estudios de Gómez Moreno. Son, por consiguiente, los mozárabes ya emigrados al Norte los que, poseedores, como inevitable corolario de la derrota y la forzada conviven-cia, de la cultura arábigo-islámica y sus conceptos inexistentes e innomina-dos en romance, introducen en él los arabismos que los denominan. Lo que quiere decir: 1°) Que los préstamos se hacen desde el árabe andalusí, y no general-mente, clásico, al romance septentrional; 2°) Que introducen también voces de su propio dialecto romance meridional, distorsionadamente llamado mozárabe aunque, en realidad, vernácu-lo aún de todos los habitantes de Alandalús, junto al árabe andalusí, el cual a menudo había también adoptado tales voces, por lo que son al mismo tiempo andalusismos, y 3°) Que, como bilingües, y como consecuencia patológica de muchos cambios de código, introducen también términos hĺbridos, sobre todo, voces árabes con sufijación romance; con menos frecuencia, voces romances con el articulo árabe, y/o sufrjos de género, numero, gentilicio, etc. El iberorromance, pues, desde el Sur culturalmente arábigo-islámico, a pesar de un biligüismo en el que el romance ocupa la posicion de lengua dominada para los registros bajos, ha recibido: a) Algunos pocos arabismos cultos (a través de ciertas traducciones de obras científicas, aunque no es infrecuente que hayan sido adaptados a un registro medio ya andalusí, asi como en tiempos casi siempre más moder- 6 FEDERICO CORRIENTE nos, por conducto directo o indirecto, nos han llegado otras voces del árabe estándar o de distintos dialectos, sobre todo, norteafřicanos), b) Muchos andalusismos, c) Bastantes romancismos meridionales (los mal llamados mozarabis-mos) y, d) Voces híbridas arábigo-romances, matices todos ellos que deben te-nerse en cuenta al estudiar esta cuestión. En muchos casos, además, el árabe es sólo el vehículo transmisor de una voz viajera, cuyo origen es interesante conocer. Todos sabemos, vgr., que azul, voz privativa de castellano y portugués dentro del romance, nos viene del árabe, y muchos conocen su relación genética con lapislázuli, pero es menos sabido que el nombre árabe de esta piedra, läzaward, a través del persa, precede del sánscrito räjävarta 'rizo del rey', lo que sugiere un enriquecedor mundo de metáforas en un alej ado ámbito cultural en que los reyes tienen curiosos reflejos en su cabello azabache y el sistema cromático de las lenguas allí usadas, en su percepción de longitud de ondá, intensidad y saturación, es muy distinto del nuestro. La problemática del estudio de los arabismos del iberorromance no esta, pues, cerrada, puesto que no lo está el corpus documental sobre el que se ha de operar, ni se ha utilizado en los estudios precedentes las ultimas po-sibilidades metodológicas, derivadas del mejor conocimiento que hemos adquirido del entorno linguístico en el que surgieron. Completar el corpus requiere, por supuesto, una lenta labor de revision de nuestra literatura, sobre todo medieval, donde muchas obras, vgr., las de tipo popular, satírico y festivo, como los cancioneros de burlas, parecen contener más arabismos de los detectados hasta ahora, algunos de tipo jer-gal, pero con íuerza suficiente para pervivir hasta nuestros dias, como po-niamos de relieve recientemente en un articulo («Expresiones bajo tabu social en árabe andalusí y sus relaciones con el romance», en Vox Romani-ca 52 [1993], págs. 282-91). Ahí hay un campo excelente para la realiza-ción de monografías y tesis doctorales, pero poco podrá hacerse sin aplicar una nueva metodológia, que empieza, para poder detectar las voces presta-das o calcadas, por una formación adecuada y simultánea en árabe clásico y andalusí y en romance meridional lo que, incidentalmente, no hace ninguna universidad de nuestro pais ni, que sepamos, de otro, ni en departamentos de árabe ni de filológia románica. La operación resulta a veces complicada, como cuando tenemos que descubrir que el gallego xilmendreiro 'avellano' NOVEDADES EN EL ESTUDIO DE LOS ARABISMOS 7 es una semitraducción del árabe andalusí jillawz que, en definitiva, viene del pahlaví o que, en aquel romance también, a pesar de no ser rico en ara-bismos, una palabra tan común y expresiva como lacazán 'holgazán', es una metátesis del ár. andalusí kaslän, no dejando de ser llamativo que también en castellano sus tan comunes y vivos sinónimos haragán y holgazán sean total o parcialmente arabismos mal o nunca detectados. Dentro también de los avances metodológicos está el uso de nuevos sistemas de transcripción. El utilizado hasta la fecha para el árabe andalusí, más o menos idéntico con el llamado «de la escuela de arabistas espafio-les», resulta inadecuado, entre otras cosas, no solo por la inconsistencia que supone su caprichosamente parcial internacionalismo (que acoge /z/ y /t/ para la sibilante sonora y la interdental sorda, pero mantiene /j/ con su abe-rrante valor ortográfico castellano y fabrica un temperamental /ý/ para la africada palatal sonora), sino además porque no tiene en cuenta la real base fonológica de dicho dialecto, donde no existe la cantidad vocálica, pero si la tonicidad, y donde el repertorio consonántico del árabe clásico ha sufrido determinadas modificaciones, como la confusion de lál y /z/ y la adición de /p/, I či y I gl, signos a los que puede haber que afiadir en el romance meridional /ň/ y III, cuando no los necesarios para expresar una posible diferencia entre la serie sibilante apical y la predorsal. Dentro de la necesaria adecuación metodológica está también la necesi-dad de hacer una crítica objetiva de los estudios precedentes, labor siempre desagradable por la suspicacia que levanta de que se ataque a maestros con-sagrados con afán protagonista de ocupar sus merecidos puestos, segura-mente con méritos muy inferiores. Aunque pocas cosas son tan repugnantes como el extendido vicio de roer zancajos con propósito de medrar, no es necesario decir que los maestros también se han equivocado y se seguirán equivocando los que lleguen a serlo y que, para el progreso de la ciencia, es tan mala la diatriba injustificada como el respeto servil. En el campo del que hablamos la necesidad de corregir a los maestros es tanto mayor por cuanto tuvieron muy pocas herramientas metodológicas de calidad en sus manos, de manera que se puede y debe decir sin alarde, pero sin timidez, que maestros como Simonet, Asin Palacios, Garcia Gómez y Coromines, junto a sus aciertos brillantes y a menudo decisivos, han cometido centena-res de errores que aún circulan como buena moneda en obras prestigiosas entre discipulos alicortos o investigadores de buena fe que no han podido comprobar por si propios la calidad de la información que recibian de las autoridades del momento, cuya metodológia a menudo no pasaba de bucear 8 FEDERICO CORRIENTE en los diccionarios orientales en busca de algún parecido fonético. En el estudio de los arabismos y del mal llamado mozárabe, o sea, romance anda-lusí o meridional, las revisiones han de ser drásticas, no sólo porque la nue-va metodológia es mucho más capaz, sino porque algunos textos en que se han basado dichos estudios tienen ediciones pre-científicas. De ello puede ser buena muestra el Glosario de voces registradas por un botánico anóni-mo hispano-musulmán, obra interesantísima editada por Asín, que háce po-co tiempo se reeditaba con nuestra recomendación, motivada por la rareza de sus ejemplares y su indudable interes, y de la que, desde hace algunos afios, tenemos una edición completa de M. Alxattäbl, tampoco adecuada para un estudio científico, pero sufíciente para advertir que aquel libro en que se han basado con fe ciega muchos «mozarabistas» merece escasa cre-dibilidad y que, cuando sea bien editado, habrá que cambiar no pocos con-ceptos fundamentales en la descripción del romance andalusi, empezando por la misma noción de que su autor fuera bilingiie. Pero quizás estemos aludiendo ya demasiadas veces a las ventajas de la nueva metodológia, sin dar ejemplos más abundantes y concretes de sus posibilidades. Nada mejor para ello, tal vez, que citar algunos casos en que detecta y corrige algunos de los resultados erróneos de la situación anterior. Vamos a hacerlo a continuation dentro de diversas categorias: 1°) Falsos arabismos que, figurando como tales, no lo son cierta o muy probablemente o, aun siéndolo, tienen étimo muy distinto del seňalado. Es el caso de alboroque, para el que se recurre a un buruk que documenta Dozy en una época y lugar donde más bien parece tratarse de un castellanismo de los moriscos expulsados al Norte de Africa, mientras el verdadero étimo es una vieja voz semítica, ya documentada por el acadio urbänum, reflejo del semitico noroccidental * 'arräbön, que ha entrado al gr. arrhabôn y al lt. arrhae 'arras', pero que ha viajado también por el ár., y ha recibido en rom. and. el sufijo despectivo, dando *arbonók, de donde con disimilacio-nes y metanálisis de artículo un *(al)burúk, utilizado por los mozárabes y exportado al castellano que, por cierto ha acabado introduciéndolo en el inglés broker. Otro tanto se puede decir defideos, voz que a los etimologis-tas se les ha ocurrido conectar con el ár. (yi)fid 'derramarse, porque tal ocu-rre cuando hierven en la olla (!)', tratándose en realidad de una voz latina, reflejada por el it. fettucci y con un inconŕundible aire romance en todas sus apariciones en contexto islámico. Más claro es, finalmente, el caso de mo-raga o mauraca, que los etimólogos se empeňan en derivar del ár. NOVEDADES EN EL ESTUDIO DE LOS ARABISMOS 9 muhraqa 'quemada', olvidándose del étimo prerromano de morcilla y mor-côn, a pesar de la documentation andalusí del uso de mawraq con idéntico significado. Otras veces, dentro de este epigrafe, las fuentes indican el ca-rácter árabe de una voz sin titubeo y dando una falsa impresión de seguri-dad, vgr., abab 'remero libre turco', a la que nadie define un étimo ni es posible, por ahora, dárselo. 2°) Arabismos no detectados, vgr., abarrisco y riesgo (que derivan del ár. rizq 'lo que la Providencia depara'), aběs (= 'apenas', del ár. and. Qámma la bás 'no hay mal en ello', íntegramente representado en pt. tama-lavez), ademán (del ár. and. addimán 'gesticulación que acompaňába los juramentos ante tribunal'), afán y afanar (de un verbo hibrido *ad+ fana/e+ar, 'llevar a la extinción', voz del léxico de los místicos y de la Urica, que no sorprende parezca irradiar de Provenza), embelecar (hibrido de de *em+bala/e+ikar, de balá 'perdición amorosa', también voz caracterís-tica de la lírica andalusí), alirón (prob, a través del pt. leiläo 'almoneda', del ár. and. ali'län 'pregón'), anda allá (en son de amenaza, del ár. and. 'and alläh talqá Ihisäb 'con Dios encontrarás la cuenta'), herre que herre (alusivo a la costumbre de los arrieros moriscos de acompaňar sus juramentos repetidamente con el grosero hirr, nombre de la vulva que indudable-mente es el antecedente de la correspondiente y mal sonante interjección castellana), loco (retroformado del fem., del ár. and. láwqa 'necia'), melena (del ár. and. mulayyina 'amortiguador para la frente del buey', asegurado por el pt. dialectal muleia), zahón (aumentativo rom. del ár. säq 'pierna'), etc. 3°) Romancismos meridionales, tanto en la total extension de un lexema (vgr., gazpacho, del It. gazophylacium, de origen griego, asi ííamado por recordar el contenido heterogéneo y poco valioso de los cepillos de iglesia, o madrono, del lt. arbutus, a través del bajo lt. *arbutrus, con sufijo aumentativo, intercambio de labiales, contaminación por maděra o madre y metanálisis del articulo árabe, o sea *arbutrón, *armu/atrón, faljmatrón), como en segmentos hĺbridos, tales como los sufijos (caso típico el de la raiz ár. and. {htr}, responsable de decenas de arabismos en todo el rom., como hadrolla, aladroque, andorra, andrajo, baldragas, droga, faltriquera, mo-drego, fadrí, etc., v. nuestro artículo «Reflejos iberorromances del andalusí {htr}», en Al-Andalus Magreb 1 [1993], 77-87, recientemente reimpreso en el Homenaje a Félix Monge, para el que en principio se escribió. Casos similares son tarábílla (diminutivo romance del and. taráb 'música'), atomar (del and. atamm 'acabar'), azemar (del and. azámma 'bridas') y aňas- 10 FEDERICO CORRIENTE car, (del and. annasäq 'concatenación'), y como meras contaminaciones morfológicas, las responsables de albóndiga, alhóndiga y alfóstigo, donde el sufíjo romance ha alterado el vocalismo primitivo del and. búnduq, fún-daq yfústaq. 4°) Arabismos más o menos reconocidos, pero con étimo erróneo. Son decenas y a ellos dedicamos buena parte de nuestras «Apostillas de lexico-grafía hispanoárabe» en las Actas de las II Jornadas de cultura árabe e is-lamica, Madrid 1985, págs. 119-162, las cuales naturalmente han sido ya muy superadas por estudios posteriores que corrigen nuestras propias co-rrecciones, afiaden otras nuevas e incluso, en algún caso, devuelven la ra-zón a Coromines, cuyo diccionario era la base de dicho estudio, asi como lo šerá el de la DRAE en una próxima publicación nuestra, encargada por esta institución. Citaremos como ejs. algunos tan llamativos como abacero, (no de xabbáz 'panadero', sino de sahb azzäd, como demuestra el asturiano za-barced/ra), acebuche (no del bereber, sino un hipocoristico del ár. za 'baj, nombre de su ŕruto), adehala y alifara (no de una postulada e inexistente voz de la raiz {dxl}, sino de alihäla 'transferencia o regalo'), alambor I y II (I, de harabul 'reborde', y II, de zanbú' , a través del ct. els *z/ambo(r)s con artículo y division incorrecta, cf. azamboa), alazán (no de az'ar, sino de alasháb), albacea (no exactamente de alwasiyyah, sino simplificación de sáhb alwasíyya 'responsable del legado', como es lógico), alcorque (donde el and. qúrq no tiene por étimo remoto el It. africano cortex, sino el gr. KÓp8a£ 'danza bufona' que requería cierto calzado, cuyo nombre se ha transmitido a través del arameo), alhema (no de alhimä 'cosa prohibida', sino de alxídma 'servicio', como lo demuestra la var. alhetma), alfaques (no defakk 'mandibula', sino de alhágiz 'barra de no', de {hjz} con pro-nunciación oclusiva de la penultima consonante, bien documentada como rasgo de los yemenies en Oriente y Occidente), alféizar (no de *fasha, sino de *alhäyyiz(a) con Ixl parásita andaluza), alfombra (no del oriental xumrah, sino del and. alhánbal(a), como lo demuestra al alternancia en pt. con alfämbara), alhorre I y II (no de un inexistente *hurr 'enfermedad cutanea', sino I de alxurr 'excremento' y II, de šakát alhúrr 'achaque de blanco'), alicatar (no derivado de alicates y su étimo, sino probablemente de alqattá' 'tallador (de piedras)'), alifafe (no de {nfx}, sino de al'ifás 'bolsa'), aljemifao (que, a juzgar por el cuasi-sinónimo aljimifrado, se en-tiende mejor como aljamí'fi ráhtu 'todo de cada clase', pregón de quinca-llero), almoceda (no del rebuscado y semánticamente imposible almusdä, sino de almuqsíta 'la [porción] justa'), almodrote (no cruce de latín y ár., ni NOVEDADES EN EL ESTUDIO DE LOS ARABISMOS 11 'provocador de ventosidades', sino almatrúq, como confirman el Catalan y siciliano para salsas parecidas), aloquin (no del rebuscado alwaqi, que no puede tener este sentido, sino sencilla var. intrarromance de adoquín), de / a anequín (de 'an nnaqiyyin 'por los limpios', o sea, esquilados, confirma-do por el pt. anequim 'esquileo'), aňagaza (de annaqqäzah 'pajaro salta-rin', porque se usaban cimbeles), ardurän (que sólo puede derivar del ár. norteaŕricano addra 'panizo', y no de un supuesto bereber ayardän, corruption o mala lectura de irden 'trigo', gramínea muy distinta), atracar (no de un inexistente nombre de action *atraqqá, variante de arqä, como quería Asín y aplaude Coromines, sino del verbo de la misma forma con el sentido de 'subir [a tierra]'), charrän (que nadá tiene que ver con la raíz ár. {šrr} 'ser malo', sino que es una evolución semántica del andalusí *šarrán 'vendedor de jureles', dada la mala fáma de los pescaderos en Alandalús), fárfara (no de un *halhalah inexistente en ár. and. y cl., sino de una transcription latina libresca *falghalala del ár. and. /algalála 'en fárfara'), ha-lagar (no de la raíz ar. {xlq}, sino derivado verbal del. and. xaláq 'palomo ladrón'), haragán y holgazán (el primero no precedente de ningún adjetivo ár., más o menos indocumentado, sino de la expresión vulgar, descriptiva de la vileza y no ajena al romance, xará kán 'mierda ŕue', mientras que el segundo, aunque contaminado por holgar, es un reflejo del ár. and. kašlán, como se observa en el metatético gallego lacazán), lelilí y lilaila (donde los lexicólogos, cuando no los mismos hablantes romances, han confundido dos exclamaciones árabes de muy diferente uso, el solemne la iláh ilia alláh 'no hay más dios que Dios', propio para entrar en batalla, con el fes-\i\oya láyli 'oh, noche mia') matarife (contaminado por matar y mejor re-flejado en el port, magarefe, fácilmente reducible al dialectal muqrif 'asqueroso' por ser tenidos por tales), tanda (que obviamente no puede derivar del ár. tanzlm, sino del and. dámda 'vendaje', porque jocosamente se llamaba asi a la tanda de azotes o coscorrones, que curaban los vicios), tra-gacete (en realidad un diminutivo bereber tagzalt, de agzal, nombre del chuzo atestiguado en varias fuentes) y zaí/ino (en realidad, dos voces ár. and. distintas, sáhim 'oscuro', como color de caballo, y zahím 'antipático desabrido'). Esta crítica metódica de los estudios de los arabismos no queda comple-ta sin sefialar que se han podido detectar también: 1) Acentuaciones erróneas: vgr., no debería aceptarse aljafana, sino aljáfana, del ár. and. aljábna, ni aljerife, sino aljérife del and. *aljárifa, ni 12 FEDERICO CORRIENTE Altaír, sino Altair, del and. attáyir, ni usarse el pedantemente innovado be-réber, para el que no hay justification, no pudiendo derivar como se pre-tende del pi. ár. baräbir y siendo sólo un lusismo popular con Id epentéti-ca, que debe pronunciarse, como siempre se hizo, bereber. 2) Formas de los cultistas mal conseguidas, vgr., almea, mal calco del fr. almée, del ár. 'älima 'conocedora (del canto y danza)', alminar, rearabi-zado con el artículo a partir del fr. minaret, que no refeja el ár. manärah, sino el turco minore; almuecín, otro galicismo de origen turco, disimulado por parecido procedimiento; amir, variante pedante de emir), y hasta alguna inexistente voz (zatara, mala lectura ya medieval de *gatara, del ár. xattära 'pontón', algazafán, mala lectura medieval de algafacán, alcamiz, mala lectura medieval de *altamiz; almofalla I, mala lectura de almogalla, y cabecequia, mala lectura de gabecequia, del ár. and. sáhb assáqya 'encargado de la acequia'). En otros casos, fmalmente, como prueba de la ocasional complejidad de esta cuestión, la forma de los préstamos mutuos de romance y andalusí, no puede explicarse sin la consideration de otros ingredientes, vgr., sociolin-giiísticos, cual la deformation de los étimos por escarnio, como parece ocu-rrir en los interesantes casos del romance mezquita, y el and. širkayr 'chiquero o pocilga'. Son conocidas las dificultades que hay para conectar mezquita con su étimo árabe masjid, que llevaron a Coromines a presumir la mediation del armenio durante las Cruzadas, cosa remotísima en una voz como ésta que debió ser prestada muy pronto al romance y en la Peninsula Ibérica. Sabíamos a través del bereber tamezgida que algunos árabes de origen yemení, muy activos en la primera fase de la ocupación, debieron tener el alomorfo *masgidah, con pronunciation oclusiva de la tercera con-sonante y morféma femenino, pero no era normal la conversion de las dos oclusivas de esta voz en sordas, contra la tendencia contraria del iberorro-mance en general: la pista la dan las otras lenguas europeas occidentales con vocalization tot de la primera consonante (vgr., fr. mosqueé, it. mos-chea, ing. mosque, al. Moschee, etc.), que ha sido explicada como contamination con el nombre fr. del almizcle, muse, lo que no deja de ser rebusca-do y hasta fonéticamente problemático, por la diversidad de timbres. Más bien creemos que los mozárabes, haciendo burla de la religion de sus odia-dos dominadores, distorsionaban *masgidah en mu/asqita 'la que hace caer en error', con una alternancia vocálica conocida en los participios en andalusí, siendo mera casualidad que la vocalization /u/ sólo quedara ates- NOVEDADES EN EL ESTUDIO DE LOS ARABISMOS 13 tiguada en lenguas ultrapirenaicas, o quizás tue preferida como más correc-ta por los europeos que venían a estudiar en Alandalús y estaban más inte-resados en el árabe clásico que el dialectal, como suele ocurrir incluso hoy entre los orientalistas. Al parecer, sin embargo, esta pelota dialéctica fue devuelta a los mosá-rabes por los musulmanes artdaíusíes, que aJteraron eJ resnitado norma) del bajo latín *circarius del que con dificultad fonética deriva 'chiquero', si no advertimos que éstos lo pronunciaban širkáyr, con el fin de que sonase como 'lugar de los politeístas, o sea, cristianos'. En fin, como vemos, algo menos que fraternal convivencia, y es natural que asi fuera, y algo menos de tres culturas: más bien una sola, la arabigo-isíámica, única que merece dicha designación dentro de un estado islámico medieval, como fue Alandalús. Lo que nos devuelve a nuestro punto de partida y nos recuerda que aún queda bastante por hacer en el estudio de los arabismos de] íberorromance, con la condición de mejorar la obsoleta metodológia del mero parecido fo-nético o, incluso de las correspondencias reguläres que, por supuesto, debe exigirse, pero sabiendo con qué étimos reales.