284 GRAMÁTICA HISTÓRICA DEL ESPAŇOL Pasado No posado (improbable) Si pudiese/pudiera, lo haria Si pudiese/pudiera, lo haría Si pudiese (pero no creo Si pudiese (pero no creo que que pudiera), lo haría pueda/podrá), lo haría (imposible) Si hubiese podido/hubiera podido, Si pudiese/pudiera, lo haría lo hubiera hecho/lo habria hecho Si hubiese podido (pero Si hubiese podido (pero no definitivamente no puede/ půdo), lo hubiera hecho no podrá), lo haría La aparición ocasional en la lengua moderna de formas compuestas con -se (p. ej„ hubiese hecho) en la apódosis de condicionales imposibles de pasado se ex-plica por hipercorrección; en realidad lo que ha ocurrido es que en muchas varieda-des del espaňol hablado la forma en -se está retrocediendo a pasos agigantados, mientras que la paralela en -ra está convirtiéndose en la forma «espontánea» del imperfecto de subjuntivo. En estas circunstancias, la forma en -se se considera una variante más prestigiosa o más literaria que -ra y puede, por tanto, sustituirla en estilos pretenciosos, incluso en el caso de cláusulas (la apódosis de las condicionales imposibles de pasado) de las que se habia visto tradicionalmente excluida en espaňol. Para más información acerca de las oraciones condicionales en castellano, véase Harris (1978: 234-246, 1986), Mendeloff (1960), Porcar Miralles (1993), Pountain (1983), Rojo y Montero (1983) y Wright (1932). Capítulo 4 LÉXICO En contraste con los sistemas fonológico, morfológico o sintáctico de un idioma, el sistema léxico es intrínsecamente abierto. Por ello, no pretendemos abordar aquí un estudio exhaustivo del léxico espaňol (sería imposible, por defi-nición) ni dar cuenta con detaile de las condiciones culturales responsables de los diversos préstamos de diferentes orígenes. Un estudio parcial de estos temas puede encontrarse en las distintas secciones de la introducción (1.1 -5). A lo largo de este capítulo intentaremos examinar, en términos generales, las principales fuentes del vocabulario espaňol, recurriendo para ello a un mínimo de ejemplifi-cación. 4.1. Vocabulario heredado del latín El vocabulario fundamental del espaňol desciende del latín hablado e incluye no sólo muchos cientos de las paiabras más frecuentes, sino otras menos usuales pero igualmente numerosas; ha sido transmitido oralmente de generación en gene-ración a lo largo de una ininterrumpida cadena de hablantes, por lo cual se ha visto abocado a sufrir los diferentes cambios fonológicos que detallamos en el capítulo 2. Estas voces han sido ya definidas como paiabras populäres (véase 2.2.1). Sin embargo, y pese a la gran controversia existente, debe tenerse en cuenta que aqui consideramos que los términos semicultos (véase 2.2.3) también han sido heredados oralmente. En realidad, apenas difieren de las paiabras populäres en que los semicultismos han sufrido una o más modificaciones formales no es-perimentadas por las paiabras populäres; estas modificaciones se producen bajo la influencia ejercida en diferentes períodos de la história del espaňol por la pro-nunciación con que se leian en alto algunas voces latinas relacionadas con ellos, en situaciones particulares como los oficios religiosos o las actividades juridi-co-administrativas. 286 GRAMÁTICA HISTÓRICA DEL ESPAŇOL 4.2. Palabras de origen prerromano El latin se fue extendiendo por la Peninsula durante los siglos que siguieron a la primera incursion romána en Hispánia (218 a.C.) y terminó usándose en una situation de bilingüismo, junto con otras lenguas preexiStentes. Ahora bien, como el mapa lingüistico de la Espaňa prerromana era muy complejo, la naturaleza exacta de esta situation bilingüe diferia de area en area; en cualquier caso, resulta evidente que se dieron las condiciones propicias para que el latín de Hispánia tomase prestadas voces de una variada gama de lenguas. Estos préstamos no parecen haber sido muy numerosos, ya que las lenguas cuyo uso se alternaba con el del latin disfrutaban, en su mayoria, de escaso prestigio y poseian, sin duda, un vocabulario restringido, propio de las culturas menos desa-rrolladas de los pueblos que las utilizaban. Sin embargo, en algunos casos no exis-tian palabras latinas para expresar algun concepto (generalmente relacionado con la flora o fauna de la zona, con estilos de vida o técnicas de trabajo locales) y el reme-dio más hacedero consistió en tomar prestado el término que se utilizaba en el lugar. En otras ocasiones, a pesar de la existencia de palabras latinas para designar determi-nados conceptos, se recurrió a voces locales para sustituirlas, pues de ešte modo se resolvían problemas que se daban en la lengua de Roma. En concreto, el problema podia deberse a que el término latino hubiese adquirido un valor negativo en algunos contextos (p. ej., sinister «siniestro»): la adoption de una voz no latina (en ešte caso, la palabra vasca que da lugar a izquierdó) para reemplazar a la latina en su sen-tido básico («izquierdó») solucionó un potenciál conílicto de ambigiiedad. El celta, que se hablaba extensamente en las zonas centrales y occidentales de la Peninsula en tiempos prerromanos y todavía durante el dominio romano, dotó al latín hispánico de numerosos préstamos. Pueden incluirse entre ellos, con diferen-tes grados de seguridad, los siguientes: älamo, berro, bota, brezo, brio, engorar, gancho, greňa, lama, légamo, losa, serna. Sin embargo, bastantes palabras más de origen celta se tomaron prestadas fuera de la Peninsula (particularmente del habla de los galos en Francia) y se convirtieron en parte del repertorio léxico del latín popular dondequiera que se usaba, incluida Hispánia. Los términos espaňoles here-dados de esta variedad céltica conocen voces emparentadas con ellos en otras lenguas romances; se incluyen en ešte grupo abedul, alondra, arpende, braga, cabana, Camino, camisa, carpintero, carro, cerveza, legua, saya, vasallo. También el vasco ha proporcionado al espafiol algunas voces; muchas de ellas se introdujeron, sin duda, en el latín hispánico durante el periodo que siguió inmediatamente a la conquista romána del norte de la Peninsula. Sin embargo, dado que ésta es la única lengua prerromana peninsular que ha continuado hablán-dose hasta la actualidad, ha seguido sirviendo de fuente potenciál de préstamos. Son especialmente frecuentes los nombres de persona (p. ej., García, Iňigo, Javier, Gimeno, Sancho, aunque ešte ultimo puede proceder del lat. SANCTULUS; véase La-pesa, 1988), pero también son de origen vasco otras muchas palabras (especial- LÉXICO 287 mente sustantivos) entre las que podemos incluir: aquelarre, boina, (caer) de bru-ces, cachorro, cencerro, chaparro, izquierdó, layo, legaňa, narria, pizarra, soca-rrar, urraca, zurdo. Sin embargo, hay que seňalar que R. L. Trask (1997a: 415-421) rechaza ešte origen para todas estas (y otras) palabras, salvo izquierdó. Dejando a un lado los ejemplos reseňados, el espaflol posee diversas palabras que con toda probabilidad fueron tomadas prestadas de alguna fuente prerromana no identificada (en algunos casos quizá el vasco). Lo cierto es que, aunque a veces se encuentran términos afines en portugués y/o gascón, no parecen guardar relación con ninguna voz conocida latina o celta. Podemos incluir en ešte apartado (con dife-rentes grados de certidumbre) los siguientes términos: abarca, aliso, alud, arroyo, ascua, balsa, barro, becerro, bruja, cama, chamorro, charco, gdrrapata, gazapo, gusano, madroňo, manteca, nava, páramo, pestaňa, sapo, sarna, sarro, vega, zarza. (Con respecto a las voces prerromanas, véase Corominas y Pascual, 1980-1991; Hubschmid, 1960, y Tovar, 1961.) 4.3. Latinismos Durante toda su história, el espaňol ha recurrido a préstamos del vocabulario latino; se trata de los denominados cultismos (véase 2.2.2), que han llegado a la lengua esencialmente a través de la escritura, tras sufrir apenas unas mínimas mo-dificaciones (generalmente limitadas a la sílaba final, para ajustarlos a los modelos morfológicos del castellano). Y es que, a menudo, la necesidad de nuevo vocabulario que continuamente ha sentido el espaňol (principalmente, pero no de modo ex-clusivo, el léxico que se relaciona con los aspectos no materiales de la vida) podía satisfacerse mediante préstamos latinos, bien del latín eclesiástico, del jurídico-ad-ministrativo, o del propio latín clásico. De hecho, debido al prestigio de la lengua de Roma, durante todos estos siglos —y todavía hoy en día—, el léxico latino acostumbra ser la primera fuente a que acuden los hablantes y escritores espaňoles para dotar de denominaciones a los nuevos conceptos. Asi pues, los latinismos se han introducido en espaflol de forma ininterrumpi-da: aunque muchos de ellos han sido abandonados, se calcula que abarcan entre el 20 y el 30 por ciento del vocabulario moderno (Alvar y Mariner, 1967: 21-22), aunque si se hace el cálculo a base de la frecuencia de las palabras en castellano, la proporción de cultismos es bastante menor. Ahora bien, antes de que la escritura en lengua vernácula se encontrara razo-nablemente coherente (hacia el siglo xii), es imposible distinguir los latinismos de las palabras populäres o semicultas escritas con ortografia tradicional. De ešte modo, una voz escrita en esa época desiderio (Glosa silense, 132; véase Menéndez Pidal, 1964a: 16) puede interpretarse como la representación gráfica de un présta-mo culto */desidério/ (que no llegó a establecerse o que más tarde cayó en desuso) o (más probablemente) como un intento de reflejar gráficamente el popular /de- 288 GRAMÁTICA HISTÓRICA DEL ESPAŇOL seo/, derivado del verbo desear < DÉSIDIÄRE, por DěsIderAre. Sin embargo, a par-tir del siglo xii, a consecuencia de la adopción de normas ortográfícas basadas en principios fonológicos (Wright, 1982), ya se puede diferenciar con claridad entre los latinismos y el vocabulario patrimonial; asi, por ejemplo, interpretaremos con seguridad que vision (Dišputa del alma y el cuerpo, 4) es un préstamo culto pro-nunciado [ßizjon] (< vlsiö, vIsiönis), más tarde [bisjón]. Por consiguiente, desde este momento, podemos identificar los latinismos en cada siglo; su numero res-ponde al clima cultural del momento: son más abundantes en aquellos períodos en que se practica la traducción de obras latinas o la adhesion a modelos literarios de esta procedencia (asi, a finales del siglo xm, durante el siglo xv, gran parte del Siglo de Oro y el siglo xviii). Los latinismos han satisfecho también buena parte de las necesidades derivadas de toda la nueva terminológia científica y comer-cial, especialmente en las dos ultimas centurias; con todo, es probable que una gran proporción de estos préstamos no se incorporase directamente desde el latin, sino por mediación de otras lenguas europeas modernas. He aqui una pequeňa seleccíón de latinismos adaptados por el espafiol en di-ferentes períodos de su história: Antes del siglo xm: actoritat (más tarde auctoridat, autoridad), alfabeto, aha (más tarde alba), ángel, argumento, ascension, bendición, caridat (más tarde -dad), castidat (más tarde -dad), claridat (más tarde -dad), cocodrilo/crocodilo (más tarde, sólo cocodriló), comendagión, condicián, confortar, contrición, criatura, cruci-ficado, diluvio, ébano, fastidio, monumento, perturbar, término, título. Antes del siglo xiv: adversario, alteraciôn, ánima, apellido, ceremónia, cole-gio, comparai; conceder, constante, continuo, cotidiano, defender, despacio, e(n)mendar, fragoso, girar, herencia, imaginär, injuriar, intenciôn, manifestar, patrimonii), precepto. Antes de) siglo xv: afeitar, afeite, cicatrix, comprimir, cóncavo, ebúrneo, epi-tafio,férreo,fulgente, globo, húmido (más tarde húmedo), inclito, ingente, inteligente, intentar, jerarquía, máquina, mente, naufragio, necesitar, perplejo, poema (tornado del griego por el latin), principiar, rito, sórdido, subito, terror, trémulo, veloz, vestigio, vital (además de muchos abandonados con posterioridad: nequicia, nubife-ro, vaniloco, etc.) Antes del siglo xvi: ambición, cómodo, contagioso, decidir, decoro, dócil, ecep-ción (más tarde excepción), foca, foro, frecuente, fuga, fugaz, hispánico, horror, inerte, objeto, pretender, pálido, precision, presidir, purpúreo, superstición, temeridad, te-naz, tétrico (de nuevo junto con algunos latinismos que más tarde serán abandonados, salvo en registros literarios muy concretos, comoflamigero, horrisono, etc.) Antes del siglo xvn: aplausos, cándido, capacidad, cerúleo, cólera, concepto, crepúsculo, ejecución, emulai; erigir, esplendor, evidencia, exhaláciou, fábrica, fugaz, funesto, inmóvil, instante, mísero, nocturno, oficina, ostentar, prodigio, rústico, tedio, trémulo. Hacia el siglo xvill: amputación, caries, conmiseración, excavación, excre-ción, proyección, undulación. LÉXICO 289 En el caso de latinismos de los siglos xix y xx, sucede a menudo, como he-mos indicado antes, que estas voces penetraban en espaňol por mediación de algu-na otra lengua moderna; en un principio el intermediario era generalmente el fřan-cés, hoy lo es el inglés. Tales palabras deben, por tanto, considerarse estrictamente como galicismos o anglicismos. De cualquier manera, estamos tratando aqui con elementos léxicos que sería absurdo enumerar, ya que tienen formas afines (generalmente con idéntico significado) en muchas otras lenguas. Para el problema de la adaptación fonológica de algunos latinismos y su resolu-ción en el Siglo de Oro, véase 2.6.5. Para la definición y estudio general de los latinismos en espafiol, véase Clavería Nadal (1991), y la introducción a Castro (1936). Para los latinismos adoptados hasta el siglo xvi, véase Herrero Ingelmo (1994-1995). 4.4. Helenismos La lengua hablada en los asentamientos griegos de la costa oriental de la Peninsula en tiempos prerromanos (y posiblemente romanos), no ha dejado más le-gado en espafiol que un pufiado de topónimos. En realidad, todos los helenismos que apreciamos dentro del vocabulario castellano llegaron a esta lengua por haber sido incorporados previamente al latin de Roma o por haber sido tornados como préstamos directamente del griego literario. En estos helenismos se pueden distin-guir ires clases diferentes. En primer lugar, es preciso considerar que el latin popular rue incorporando un numero considerable de voces helenas, debido al contacto entre hablantes de griego y de latín, durante un periodo de varios siglos, en todos los niveles de la so-ciedad romána. Tales préstamos se convirtieron en parte del acervo léxico latino y en muchos casos fueron heredados oralmente por el espafiol (esto es, una vez intro-ducidos en el latin, se comportaron de modo idéntico a las palabras patrimoniales de este origen; quiere esto decir que en el proceso de su transmisión sufren todos los cambios que afectan al léxico popular, si bien un cierto numero de ellos ha esta-do sujeto a una remodelación semiculta, del mismo modo que muchas voces here-dadas del latin). Los helenismos de este primer estrato se refieren normalmente a aspectos de la vida diaria, e incluyen nombres de herramientas y artículos domésti-cos (ampolla, ancla, baňo, cesta, cuévano, cuchara, cuerda, espada, espuerta, es-topa, lámpara, linterna, sábana, saco), voces que se refieren a la vivienda, a la construction (bodega, cal, cámara, mármol, piedra, plaza, torre, y eso), términos que hacen referencia a la tierra (greda, yermo), nombres botánicos (ajenjo, caňa, cáňamo, cereza, cima, cizaňa, codeso, espárrago, esparto, olivo, rábano, regaliz, tallo), nombres de animales (concha, esponja, mořena, ostrá, perdiz, pulpo, purpura), palabras relacionadas con el hombre (golpe, huérfano, lágrima, pena, ta-lento, tío, -a), asi como un pequefio numero de representantes de otra clase de palabras (cada [véase 3.5.5], esp. med. maguer [véase 3.8.2]). 290 GRAMÁTICA HISTÓRICA DEL ESPAŇOL En segundo lugar, conviene recordar que el griego rue al principio la lengua de la Iglesia, incluso en el Imperio Romano de Occidente; consecuentemente, el latin eclesiástico estaba Ueno de helenismos, muchos de los cuales han pasado al espaňol. Sin embargo, debido a que el latin eclesiástico (con su componente léxico heleno) continue» utilizándose en la iglesia hasta el siglo xx, las palabras vernácu-las espafiolas de origen griego relacionadas con el cristianismo y la Iglesia (al igual que las voces latinas transmitidas por esta via) eran especialmente sensibles a las influencias latinizantes; de este modo, buena parte de ese vocabulario revela una transmisión semiculta, aunque, por otro lado, algunos helenismos eclesiásticos son completamente cultos. Las palabras de este grupo incluyen: abismo, bautismo, bautizar, biblia, blasfemar (y, a través de la forma modificada latinovulgar de este mismo helenismo, lastimar), canónigo, cátedra («silla (episcopal)», más tarde también «cátedra universitaria») (contrástese el temprano préstamo cadera, del mismo étimo; véase 5.2.2.), catedral, católico, celo, cementerio, cisma, clěrigo, coro, diablo, diácono, ermita, himno, iglesia, lego, limosna, märtir, misterio, mo-naguillo, monasterio, palabra (orig. «parabola», después «palabra»), Papa, parai-so, parroquia, Pascua, patriarca, prof eta, salmo. En tercer lugar, el griego ha servido, a lo largo de la história del espafiol, como fuente de vocabulario técnico y científico. La mayor parte de estas palabras pasa-ron primero al latín, según este idioma enriquecia sus propias fuentes léxicas; de-berian, por tanto, considerarse como un subtipo dentro de los cultismos estudiados en 4.3. No obstante, algunas voces (especialmente términos medicos) se introduje-ron en el habla cotidiana en una época lo suficientemente temprana como para su-frir los cambios fonológicos normales en la lengua vernácula y han de admitirse, pues, como palabras populäres. Otros helenismos de este estrato que pasaron al castellano se encontraron sujetos a una remodelación parcial (particularmente des-de el Humanismo hasta nuestros dias) y constituyen, por consiguiente, ejemplos de transmisión semiculta. Como en el caso de los latinismos, ofrecemos a continuación una pequefia relation de préstamos técnicos y cientificos del griego, organizada de acuerdo con el periodo aproximado de adoption. Hacia el siglo XIII: anatómia, apoplejía, catarro, cólera, estómago.flema, lepra; alabastro, diamante, esmeralda, jaspe, tesoro, topacio (véase 3.2.2.2 [1]); carta; erónica, escuela, fllosofia, gramática, história (al principio también esto-ria), lógica, pergamino, poeta, teatro, teológia; caramillo, música, órgano, zam-poňa; aire, aritmética, astrólogo, astrónomo, astronómia, clima, átomo, esfera (al principio también espera), geometria, hora, planeta, ballena, bufalo, cocodrilo, dragon, elefante, gigante, grifo (al principio el mitológico «grifo», más tarde «gár-gola», hoy «grifo»). Hacia el siglo xv: arteria, cardíaco, calico, diarrea, epilepsia, gangrena, pro-nóstico, tisico; academia, alfabeto, armonia, biblioteca, coma, comedia, dipton-go, etimología, melódia, metro, ortografia, prólogo, ritmo, sintaxis, tragédia; ár- LÉXICO 291 tico, caos, cilindro, cono, čubo, eclipse, matemáticas, océano, periodo, polo, tró-pico, zona; acacia, celidonia, narciso, peonía; arpía, bisonte, delfín (al principio sólo dolfiri), hiena, lince, satiro, siréna, tigre. Hacia el siglo xvu: antídoto, ántrax, eráneo, disentería, dosis, embrián, epidémia, erisipela, esqueleto, laringe, náusea, síntoma, terapéutica, tráquea; catá-logo, eritico, dialecto, drama, enciclopedia, epigrama, epíteto, escena, filológia, frase, hipótesis, idea, idioma, metafora, museo, paradoja, paréntesis, problema, símbolo, sinónimo, teória, tesis, torno; ábaco, catástrofe, cometa, diámetro, elipse, éter, fósforo, geografia, horizonte, máquina, meteoro, paralelo, topografia; achi-coria, erisantemo, menta, mirto, opio; anfibio, fénix, foca, hipopótamo, rinoceron-te; anarquia, aristoeracia, demoeracia, despota, economía, monarca; esfinge, quimera; ateo, místico. Hacia el siglo xvui: asfixia, autopsia, hemorragia, miope; antológia, bibliografia, eriterio, heterodoxo, homónimo, lema, paródia, sinfonía, sistema, táctica; base, ciclo, farmácia, fase, hélice, magnetko, periféria, prisma, simetría; autonómia, crisis, dinastía. Las palabras tomadas del griego durante los dos Ultimos siglos son casi todas internationales (y en muchos casos han debido llegar al espaňol desde otras len-guas modernas europeas, y no directamente desde el griego o latín); se incluyen entre ellas voces que combinan lexemas griegos de una manera que no conoció la lengua helena. Sólo ofreceremos una pequeňa selección de los muchos helenismos recientes: anemia, anestesia, clinico, neumonía, psiquiatría, quirófano, quiste, ra-quitismo; autógrafo, biografia, fonética, taquígrafo; asteroide, cosmos, crater, sismo; arcaico, arqueologia, laico (junto a lego, véase más arriba), programa. Acerca de las palabras griegas que pasaron al espafiol a través del árabe, véase 4.6; para un estudio más detallado del helenismo en general, véase Fernandez Galiano (1967) y Eseverri Hualde (1945). 4.5. Germanismos Los términos de origen germánico (de los que exeluimos los anglicismos recientes, que se estudian en 4.10) constituyen una proporción relativamente pequeňa del vocabulario espaňol, aunque algunos de ellos ofrecen una frecuencia de uso bastante alta. Al igual que algunos otros grupos de préstamos, los germanismos han Uegado al espaňol por diferentes caminos. En primer lugar, hay algunas voces germánicas que penetraron en el latín hablado, como resultado del contacto multisecular entre hablantes de uno y otro idioma a lo largo de la frontera comun. Algunos de tales préstamos se convirtieron en parte del vocabulario normal del latín hablado y se utilizaron en todos los territorios donde el habla de Roma se había convertido en lengua vernácula; generalmente, he-mos de exceptuar la Dacia, por cuanto se mantuvo aislada de la expansion de los 292 GRAMÁTICA HISTÓRICA DEL ESPAŇOL neologismos occidentales tras haber sido abandonada por Roma en el 271 d.C. Los préstamos de este grupo se incorporaron antes de la fragmentation política del Imperio, probablemente en los siglos iv y v; por ello, las palabras espaflolas que des-cienden de ellos presentan voces afines en otras lenguas romances occidentales, aunque habitualmente no en rumano. Entre los ejemplos descendientes de este primer estrato de germanismos podemos incluir en espaňol: banco, brasa, espuela, fresco, guadaňar, guarda, guardar, guarir (más tarde, guarecer), guarnir (más tar-de, guarnecer), guerra, guiar, guisa.jabón, rico, robar, tápa, tejón, tregua, yelmo. En segundo lugar, puede comprobarse que algunos germanismos sólo se co-nocen en la Peninsula y el sur de Francia, o únicamente en la Peninsula. Estos préstamos se tomaron de la lengua gótica de aquella tribu, la de los visigodos, que las autoridades romanas permitieron asentarse en el suroeste de la Galia a principios del siglo v; allí establecieron un reino semiautónomo con capital en Tolosa (véase mapa 1.2., p. 30). Durante esa centuria (siglo v), los visigodos extendieron su terri-torio y ocuparon una parte considerable de la Peninsula Ibérica. Asi pues, los más tempranos préstamos del gótico se encuentran no sólo en occitano, sino también en Catalan, espaňol y portugués. En este periodo iniciál, entre las palabras espaňolas de este origen figuran: arenga, banda, bramar, brote, escullirse, espia, espiar, es-taca, guadaňa, hato.parra, rapar, ropa, rueca, sacar, sera y quizásitio. Afines del siglo v esté pueblo ŕue expulsado del sur de Francia por los francos; en consecuen-cia, los Ultimos préstamos visigodos a las lenguas románicas sobreviven tan sólo en los idiomas peninsulares, ej. espaňol ataviar, casta (?), cundir (?), espeto, es-canciar, esquilar, frasco, gana, ganar, ganso, gavilán, esp. med. taxugo/texugo («tejón»), triscar. En tercer lugar, el vocabulario espaňol procedente del francés y el occitano (especialmente en los siglos xn y xm, pero igualmente en períodos posteriores; véase 4.8), y también del catalán (véase 4.11), contenia un considerable numero de palabras que estos idiomas habían tornado con anterioridad de diversas variedades germánicas (sobre todo del fráncico). Entre ellas se incluyen: adobar, afanar, al-bergue, ardido, arenque, arpa, bála, banda, bando, barón y varón, blanco, blan-dir, botar (orig. «tirar, arrojar»), bruňir, buque, caňivete, dardo, desmayar, escar-nir (más tarde escarnecer), esgrimir, esmalte, esquila, esquina, estandarte, estri-bo, falda, fieltro, flecha, flete, fruncir, gerifalte, guante, guinda, hucha, jardin, marta, orgullo, sala, toldo. Los procesos de adaptation fonológica de los germanismos difieren de acuerdo con el periodo de introducción del préstamo. Los del tercer grupo han sufrido la mayor parte de los cambios fonológicos típicos del francés y/o occitano antes de pasar al espaňol; en estos casos, la modificación requerida es relati-vamente ligera, ya que los sistemas fonológicos de las variedades galorrománi-cas medievales se asemejaban bastante más al del espaňol de la época que los de sus descendientes modernos. Asi, por ejemplo, el fráncico *HERIALD > fr. med. hirautlhéraut, en el que se mantiene la aspirada iniciál; la segunda de estas for- LEXICO 293 mas (/herauf/) se incorporó al espaňol medieval conservando la aspirada y aňa-diendo /e/ después de la IM final, que resultaba inaceptable:/ara«ře «embajador, interprete». Debe tenerse en cuenta que la letra iniciál defaraute era simplemen-te la grafía espafiola normal para /h/ en la Edad Media (asi pues,faraute = /haráu-te/); en cambio, ese otro faraute que podemos registrar en el Siglo de Oro (momenta en que la grafía/- en posición iniciál representa /f/) nos indica que la pala-bra pudo haber penetrado de nuevo en espaňol por medio de un segundo canal, probablemente el occitano o catalán, modalidades en que la /h/ aspirada propia del francés medieval se reemplazaba por lil. Al parecer, los germanismos que entraron en los períodos latinovulgar y visi-godo de nuestra história se adaptaron con rapidez al sistema fonológico de la lengua receptora; esto se produjo en una etapa lo suficientemente temprana como para que se encontrasen sujetos a todos los cambios reguläres propios del latín hablado, el protorromance hispánico y el espaňol. Sólo se requerían procesos de adaptación más radicales en el caso de unos pocos fonemas germánicos para los que no existía en latín un equivalente cercano: presentaron ciertos problemas la /h/, /w/, y IQI germánicas, asi como las oclusivas intervocálicas /p/, IM, DeJ. Dado que la aspirada /h/ había sido eliminada de la lengua de Roma hacia el siglo i a.C. (véase 2.5.2), la /W germanica planteaba un conflicto a los hablantes de latín; por ello, fue suprimida en las palabras que la contenían: harpa > arpa, helm >yelmo, *hrapôn > rapar, *SPAIHA > espía. De modo semejante, como el latín hablado no poseía [w] en comienzo de sílaba (la antigua [w], escrita v, se ha-bía convertido en [ß] o [v]; véase 2.5.3.1), la [w] germanica fue reemplazada por [gw] (combinación familiar en palabras patrimoniales como lingua, pronuncia-da [léngwa] en esta época). Esta pronunciation ha sobrevivido en espaňol cuan-do la vocal siguiente era /a/, mientras que [gw] se redujo a /g/ cuando seguía una vocal palatal, a pesar de que la misma grafia (gu-) se emplea con ambos valores: WAITH- (+ sufijo) > guadaňa, wardon > guardar; werra > guerra, wlSA > esp. med. guisa. En cuanto al fonema IB/, no era conocido ni del latin ni de sus descendientes (la /9/ del espaňol surge sólo a partir del siglo xvii; véase 2.6.2); en los germanismos que contenían dicho fonema fue sustituido por IM: thriskan > triscar, *thahsus > lat. tard. taxö, -önis > tejón. Por lo que se refiere a las oclusivas sor-das intervocálicas germánicas (lpi, lil, /k/), probablemente diferían de sus equiva-lentes latinas más próximas, quizá en que aquellas eran aspiradas (como las initiales inglesas lpi, IM, l\d: [ph], [th], [kh]); por ello, a veces, se consideraron equivalen-tes a la latina /pp/, /tť, /kk/ más que a lpi, IM, /k/. De esta manera (véase 2.5.3.2), las oclusivas sordas intervocálicas del gernánico aparecen con frecuencia en espaňol como /p/, IM, Ikl, en vez de /b/, Idl, /g/: *raupa > ropa, spitú > espeto, reiks (de donde *RlCUS) > rico. Véase también Gamillscheg, 1967, Piel, 1960a y 1960Ŕ, Reinhardt, 1946. 294 GRAMÁTICA HISTÓRICA DEL ESPAŇOL 4.6. Arabismos Desde el siglo vin al XV, el árabe fue la lengua oficial de una considerable parte de la Peninsula (que se rue reduciendo progresivamente con el paso del tiempo); de hecho, todos los habitantes de esta area (es decir, de Al-Andalus) estaban fami-liarizados con este idioma, bien porque se tratase de su idioma matemo, bien por-que lo utilizasen como segunda lengua. Sin embargo, la naturaleza multilingüe de Al-Andalus no puede explicar por si misma toda esa multitud de arabismos que se incorporaron al léxico espaflol, ya que las hablas mozárabes que convivian con el árabe en la Espaňa islámica no eran, por supuesto, dialectos del castellano, sino va-riedades románicas independientes que se extinguieron a finales de la Edad Media. El dialecto castellano, del que desciende el espaňol estándar, se originó ŕuera de Al-Andalus; los arabismos (la mayor parte de los cuales se incorporaron al castellano antes del siglo X y, por consiguiente, antes de la importante expansion de Castilla y de su lengua en territorio árabe) son más bien préstamos tornados a un idioma vecino que a una lengua que comparte un mismo territorio. Las razones para explicar la enorme aportación de palabras árabes al castellano deben buscar-se, por tanto, en causas distintas a un amplio bilingüismo y probablemente pueden reducirse a dos: en primer lugar, la necesidad de designar los muchos conceptos nuevos (materiales y no materiales) que llegaron a Castilla desde Al-Andalus y que resultaba más conveniente denominar por medio de las voces tomadas a la lengua dominante en aquella area; en segundo lugar, a principios de la Edad Media el árabe gozaba de un gran prestigio, debido a que era el vehiculo de una cultura mu-cho más adelantada que la de la Espaňa cristiana, y en definitiva, que la del resto de Europa. El primero de estos factores es responsable de numerosas adiciones del vocabulario espaňol a partir de fuentes árabes; el segundo fue la causa de la menos frecuente sustitución de palabras castellanas por sinónimos árabes. Sin embargo, junto a los dos que acabamos de mencionar, debemos tener en cuenta otros moti-vos. Asi, por un lado, incluso en el periodo anterior al siglo x, hubo hacia Castilla (como sucedió en otros territorios cristianos) un cierto flujo de cristianos del sur (mozárabes) ya familiarizados con el árabe y quizá hablantes de esta lengua; por otro lado, a partir del siglo x, como resultado de la expansion hacia el sur y de la migración de población castellanohablante al territorio reden conquistado, habria comenzado a existir por vez primera un cierto numero de hablantes bilingües, a los que habria que atribuir el préstamo de, por lo menos, algunos arabismos. Un porcentaje muy elevado de los arabismos del espaňol son sustantivos, en una proporción aún mayor que la que podemos observar en cualquier otro caso de intensos préstamos entre lenguas, situation en la que esta clase de palabras suele predominar. Estos préstamos empiezan muy frecuentemente por la silaba a(l)-, debido a que el artículo definido árabe al, etc. (que era invariable en género y numero) rue interpretado por los hablantes de romance (cuyo artículo definido presenta-ba variación formal) como parte integrante de la palabra y, por tanto, tornado junto LEXICO 295 con el sustantivo al que acompanaba. El vocabulario espaňol contiene varios cien-tos de arabismos —algunos de los cuales figuran entre las palabras usadas con mayor frecuencia— que se inscriben en casi todos los campos semánticos; en nuestro examen hemos seleccionado sólo aquellos dominios en que los arabismos eran particularmente frecuentes, debido al gran numero de nuevos conceptos presenta-dos a los hispanohablantes. Durante la Reconquista, a medida que los castellanos adoptaban las armas y tácticas árabes, frecuentemente adoptaban también la terminológia árabe asociada con ellas: adarga, alfanje, alfěrez, alforjas, alarde, almirante, jinete, rehěn, tam-bor, zaga. En estrecha relation con estos términos están otros que aluden a la forti-ficación; alcaide, alcazar, almenas, atalaya. La vida civil también se vio afectada por nuevas disposiciones, que se impor-taban de la Espaňa árabe junto con el vocabulario preciso: alcalde, aldea, alguacil, almacén, arrabal, barrio. Igualmente, el desarrollo del comercio e industria que tuvo lugar en la Espaňa medieval por influencia árabe se refleja en los préstamos al castellano: aduana, ahorrar, almoneda, alquiler, maravedi, tarifa. Para los diferentes nombres de pesos y medidas se utilizaron arabismos hasta la introducción del sistema métrico (y todavia hoy se sigue haciendo en areas rurales de Espaňa e Hispanoamérica): esp. med. adarme, arroba «11,5 quilos», azumbre «2.016 litros», cahiz «666 litros, 690 quilos», fanega, maquila, quilate, quintal «46 quilos». Asimismo, se tomaron prestados del árabe los nombres de ciertos oficios: esp. med. alarife «arquitecto», albaňil, albardero, albéitar «veterinario», alfarero, y también determinadas deno-minaciones de herramientas e instrumentos: alfiler, alicates, almadía, almohaza. Resultado de la imitación de estilos y técnicas de construcción es la adopción en castellano de un importante numero de arabismos referidos a la edification y decoración de viviendas: adobe, albaňal, alcantarilla, alcoba, aldaba, andamio, azotea, azulejo, rincón, zaguán. Por razones similares, los utiles de la casa se de-signan a menudo con nombres procedentes del árabe: ajuar, alacena, alfombra, al-mirez, almohada, jarra, jofaina, taza. En cuanto a la introducción por parte de los árabes de nuevas técnicas y, a ve-ces, nuevas especies de plantas, ocasionó una verdadera revolución en la agriculture peninsular; frecuentemente, los nuevos productos (y algunos ya conocidos) lle-gados al norte de Castilla trajeron consigo sus denominaciones árabes: aceite, aceituna, acelga, albaricoque, albérchigo, alcachofa, alfalfa, alfónsigo, algarro-ba, algodón, alubia, arroz, azafrán, azúcar, berenjena, chirivía, limón, naranja, zanahoria. Además, como el castellano terminó hablándose en territorios que antes cultivaban los árabes, nuestro idioma adoptó algunas palabras relacionadas con las técnicas agrícolas (almazara, almocafre) y la mayor parte del vocabulario rela-cionado con el riego (p. ej., acequia, alberca, aljibe, azuda, noria), aunque algunos de estos términos son especialmente usuales en la mitad sur de la Peninsula. Otra área más de conocimiento en la que los árabes tenían mucho que ofrecer 296 GRAMÁTICA HISTÓR1CA DEL ESPAŇOL fue la jardinería (que incluye la herboristería). Los castellanos se familiarizaron con los jardines árabes y adoptaron muchos nombres de plantas y nociones con ellas asociadas: albahaca, alerce, alhelí, alheňa, alhucema, almáciga, almez, al-moraduj, altramuz, arrayán, azahar, azucena. En cuanto a las palabras referidas al mundo natural que el castellano tomó del árabe, ciertamente no son abundantes; no obstante, se ha conservado un reducido numero de voces muy usuales de esta clase: alacrán, alcaraván, alcatraz, bellota, garra, jabali. También algunos alimentos nuevos que se incorporaron a la dieta espaňola traen consigo sus nombres árabes: albóndiga, alfeňique, almíbar, fideos, jarabé, mazapán. Durante gran parte de la Edad Media la ciencia árabe se encontraba conside-rablemente más avanzada que la de la Espafia cristiana (y de hecho que la europea en general); por ello, los hispanohablantes tomaron casi todo su vocabulario cien-tífico del árabe. Un buen numero de estos términos científícos persiste todavía: alambique, alcanfor, alcohol, algebra, almanaque, alquimia, azogue, cenit, cero (a través del italiano; véase 4.1.3.), cifra (originariamente «cero»), nadir. Ya se ha indicado que los arabismos han penetrado en casi todos los campos del léxico espanol. Además de los considerados más arriba, los siguientes pueden servir para ilustrar la penetración del árabe en el vocabulario espaftol y su persis-tencia: ajedrez (y alfu, con él asociado), albornoz, alcurnia, alhaja, alquitrán, aňil, asesino, ataúd, azafata, azul, dado (?),fonda (l),fulano. gandul, hasta, haza-ňa, joroba, marfil, melena, mezquino, mengano, mezquita (junto con alminar, al-muédano), nuca, ola, ojalá, recamar, tabaco (?), tarea, zagal. A fines de la Edad Media y durante los Siglos de Oro, cuando el esplendor de la cultura árabe estaba en declive, se perdieron diversos arabismos del castellano. En cierto numero de casos, ŕueron reemplazados por préstamos de una ŕuente sen-tida en la época como más prestigiosa, o por términos creados en la propia lengua mediante los mecanismos de la derivación. Asi, albéitar dio paso a veterinario (tornado del latín), alfageme fue sustituido por barbero (derivado del preexistente barbá), alfayate se reemplazó por sastre (tornado del occitano) y alarife dejó su lu-gar a arquitecto (del griego, a través del latín). Ahora bien, no todos los arabismos introducidos en espanol pertenecen al re-pertorio de voces originalmente árabes. Apartir del siglo vil, ešte idioma se había convertido en la lengua de un amplio territorio que se extendía desde la India hasta el Atlántico, y estaba en contacto con otras muchas modalidades linguísticas, algu-nas de las cuales gozaban de gran prestigio; como consecuencia, el árabe tomó también prestadas de estos idiomas numerosas palabras. Estas voces pasaron en muchos casos al espanol (y a otras lenguas europeas). Son ejemplos de tan comple-ja transmisión: ajedrez, alcanfor (del sánscrito), alfalfa, alfeňique, almíbar, aňil, azul, jazmĺn, naranja (del persa), y acelga, adarme, alambique, alquimia, arroz (del griego). Además, antes de su expansion fuera de Arabia, el árabe había entra- LÉXICO 297 do en contacto con el latin, a veces directamente y otras a través del griego; de esa fuente procedían algunas palabras que más tarde transmitió al espanol. Cabe citar albaricoque (lat. praecoquu), albérchigo (lat. persicu, de donde precede también el espanol patrimonial prised), alcázar (lat. CASTRU; del diminutivo CASTELLU desciende por transmisión directa el espanol castillo), almud (lat. MODIU). La incorporación de arabismos al vocabulario espanol supuso importantes problemas de adaptación fonológica (a diferencia de lo ocurrido con los préstamos germánicos; véase 4.5). Y es que en la época de mayor intensidad de este tipo de préstamos (siglos vin-x), y todavía más tarde, el árabe poseía un importante numero de fonemas sin equivalente proximo en romance. Estos fonemas eran en su mayor parte consonantes velares y laringales, si bien las fricativas dentales y la /w/ árabes resultaban igualmente problemáticas para los hablantes de castellano. Además, había que salvar también problemas de distribución (fonemas semejantes a los románicos que se utilizaban en posiciones no habituales dentro de la palabra). En ocasiones, las velares y laringales árabes se sustituían por la /h/ castellana (esetitaf), como en hinna > esp. med. alfeňa (más tarde alheňa), «alheňa», hanbal > esp. med. alfamar (más tarde alhamar «alfombra»). Sin embargo, también se emplearon como sustitutos de los fonemas árabes «difíciles» las velares espafiolas /k/ y /g/: 'arabíya > algarabia, manáh > almanaque, šaix > esp. med. xeque, esp. mod. jeque, huršúfa > alcachofa, harrúba > algarroba. Otra solución era omitir el fonema árabe: 'aqrab > alacrán, 'aríf> alarife, ard > alarde, 'az'är > alazán, háula > ola, taríha > tarea. Cuando la /f/ del espanol moderno se corresponde con una velar o laringal árabe (p. ej., xorg > alforja), es probable que nos encontremos ante un arabismo tornado en préstamo por una variedad románica no castellana (donde no era posible la /h/ como sustituto del elemento difícil de articular) e intro-ducido en castellano en una fecha relativamente tardia (véase Penny 1990b). Las fricativas dentales árabes /s/ y /z/ (velarizadas o no) tampoco se corres-pondían exactamente con /s/ y /z/ romances, que eran apicoalveolares; por ello, se reemplazaban por los fonemas dentales romances más cercanos, las afrieadas It I y lďl, que se escribían respectivamente c ~ c y z en espanol medieval y que evolucio-nan hasta /6/ en la lengua moderna (véase 2.6.2): sékka > ceca, sifr > cifra, safuna-riya > esp. med. cahanoria > esp. mod. zanahoria, säqa > zaga. Un problema especial surgió en el caso del grupo árabe /sť, donde la sibilante era sustituida al principio, como hemos visto, por la It I romance; el grupo resultante Ittí se simpli-ficó en Itl (/8/ desde el siglo xvii): 'ustuwán > esp. med. acaguán > esp. mod. za-guán, musta 'rib > esp. med. mocarabe > esp. mod. mozárabe. Durante el proceso de transferencia de los préstamos, la [w] en comienzo de sílaba se interpreta de varias maneras. A veces es sustituida por /g/ + [w] (exactamente como sucedía con las palabras germánicas con [w]): 'usfuwán > zaguán, wazir > alguacil, saräwil > zaragiielles, wadi > Guad(-iana, -alquivir, -arrama, etc.) «rio». Pero [w] podía también interpretarse como [ß] romance (esp. med. v): 298 GRAMÁT1CA HISTÓRICA DEL ESPAŇOL karawán > alcaraván, mugäwir > almogávar, wasiya > alvacea > albacea; otro tratamiento es su conservación cuando, al perderse la vocal precedente, pasa a ocu-par la segunda posición dentro de la sílaba: šuwär > ajuar, diwán > aduana. También los préstamos que terminaban en una consonante simple labial o velar o en /t/, /J/ o /dV ofrecían una estructura que el espaňol no podía admitir (por lo menos el espaňol anterior al siglo XII y posterior al xm; véase 2.4.3.2). El conflicto se resolvía aňadiendo una Id final, reemplazando la consonante no permitida por una dental o alveolar, u omitiéndola; pueden servir como ejemplos de estos tres procesos de adaptación: a rab > árabe, arif> alarife, anbiq > alambique, laqqát > alicate(s), zabág > azabache; aqrab > alacrán, muhtasáb > almotacén, rabäb > rabel, muqaddam > almocadén; rabäb > rabi. En cuanto a las palabras árabes terminadas en un grupo consonántico, se adaptaron mediante una Id paragógica o por anaptixis (adición de una vocal entre consonantes): ard > alarde, tumn > azumbre; qasr > alcázar, qutn > algodón, rahn > rehén, batn > badén. Asimismo, el espaňol medieval posela pocos nombres y adjetivos que terminaban en vocal tónica, de suerte que, en ocasiones, las palabras árabes que se ajus-taban a ešte modelo (o aquéllas que habían perdido la consonante final que origina-riamente seguía a la vocal tónica) se modificaban cuando eran tomadas en présta-mo; ello se realizaba habirualmente mediante la adición de alguna de las consonantes que el castellano aceptaba en final de palabra: waqi > aloquín, kirä' > alquiler, qabä' > gabán, bannä' > albaňil. Sin embargo, en otros casos se mantuvo la tónica final; de ešte modo se ampliaron las posibilidades fonológicas del espaňol: hairí> alhelí, qarmazí> carmesí, gabali> jabali. Por lo que respecta a otros fenómenos, generalmente los arabismos penetra-ron en el romance hispánico lo suficientemente pronto como para sufrir los mis-mos cambios fonológicos que percibimos en las palabras de origen latino. Asi, los fonemas sordos intervocálicos del árabe están sujetos a la lenición (véase 2.5.3.2): qutn > hispanoárabe qufún > algodón, sáqa > zaga. Igualmente, los árabes /1Ľ y /nn/ sufrieron un proceso de palatización: gulla > argolla, hinna > alheňa, bannä' > albaňil (véase 2.5.2.5). De la misma manera, /ai/ y /au/ se redujeron a Id y /o/ (dáia > aldea, máis > almez, háula > ola, sáut > azote; véase 2.4.2.3-4), si bien el diptongo original sobrevive como /ai/ o lúl en un pequefio numero de arabismos: gufáina >jofaina, qä 'id > alcaide, záit > aceite, báitar > albéitar. Podemos sospe-char que estas ultimas formas habían sido tomadas al árabe por el mozárabe, que las habría transmitido al castellano sólo después de que hubiesen finalizado en esta lengua las evoluciones /au/ > /o/ y /ai/ > Id. Es evidente que la palatización de las velares en posición explosiva había ce-sado antes de la incorporación de arabismos al espaňol, ya que este tipo de consonantes árabes permanece inalterado ante vocales palatales: miskin > mezquino. LÉXICO 299 4.7. Mozarabismos El castellano cuenta también con algunos préstamos del mozárabe, el habla vernácula de los cristianos (pero también de muchos musulmanes y judios) en Al-Andalus, esto es, en los territorios bajo dominio islámico en la Espaňa medieval. Desde una perspectiva histórica, el término mozárabe designa una serie de variedades descendientes del latín, habladas en los dos tercios meridionales de la Peninsula cuando menos hasta el siglo xm (y quizá hasta el siglo xv en Andalucía). Dichas variedades hispanorromances ŕueron finalmente sustituidas por catalán, castellano y gallego-portugués, que se expandieron hacia el sur a raíz de la recon-quista cristiana de la Espaňa islámica. En Castilla la Nueva, Murcia y Andalucía, el espaňol ŕue hablado junto con el mozárabe, sin duda por los mismos individuos, durante un considerable periodo de tiempo después de la conquista de cada ciudad. Se tiene noticia, por ejemplo, de que el mozárabe disfrutaba todavía de algún uso a principios del siglo xm en Toledo, reconquistado en 1085 (véase Gonzalez Palen-cia, 1926-1930, Galmés, 1983); ello obedece en parte a que sus hablantes solían poseer un nivel cultural más alto que los castellano-hablantes recién llegados, de-bido a la participación de sus antepasados en la cultura de Al-Andalus, que hasta el siglo xi estaba mucho más desarrollada que la del norte cristiano. En realidad, hasta la creación del castellano literario (que empezó muy a fines del siglo xii) y hasta que se utilízó como lengua nacionál de la Administración (a fines del siglo xm), el mozárabe disfrutaría de mucho prestigio social en las areas reconquistadas; se encontraba, portanto, en posición de ejercer influencia sobre el espaňol. Como hemos visto (4.6), este influjo dio a menudo como resultado la transmisión de arabismos que el mozárabe había adoptado con anterioridad, pero también explica que el espaňol adoptase como propias ciertas palabras mozárabes de origen latino (en algunos casos quizá reemplazando a formas castellanas tradi-cionales). Entre tales préstamos eran frecuentes las palabras referentes a la agricul-tura y el mundo viviente, como podemos observar en la siguiente selección de probables mozarabismos: cagarruta, campiňa, cangilón, capacho, capuz, corcho, chícharo («guisante» en Andalucía, Galícia, Cuba, Mexico, etc.), chinche, chiri-via, fideos, gazpacho, guisante, habichuela, jibia, judia, macho, marisma, mas-tranzo, muchacho, muleto, nutria, pleita, rodaballo, semilla, testuz. Para un más detallado examen de los mozarabismos, véase Corominas y Pas-cual (1980-1991), Galmés (1967: 316-323, 1983). 4.8. Galicismos y occitanismos Aunque cabe pensar que algunos galicismos pasaron al espaňol en los albores de la Edad Media, casi todos han penetrado en la lengua a partir del siglo xi. Las ra-zones de ese muy frecuente préstamo medieval de francés y occitano radican, na- 300 GRAMÁTICA HISTÓRICA DEL ESPAŇOL turalmente, en la importancia cultural de la Francia septentrional y meridional durante la Baja Edad Media. Cuatro van a ser las esferas de la vida que se verán más afectadas: la política, la religiosa, la literaria y la comercial. La participación de franceses en las campaňas militares de la Peninsula y su asentamiento en los territorios reconquistados es bien conocida; también lo es el papel que desempenaron (particularmente los monjes de Cluny y Cister) en la reforma monástica y religiosa y en la peregrinación a Santiago (la mayor parte de los peregrinos eran franceses y muchos se establecieron de modo permanente a lo largo del camino jacobeo). Igualmente, se ha mostrado en repetidas ocasiones la deu-da de la literatura espafiola medieval con la francesa y occitana, asi como la cre-ciente importancia comercial de Francia desde la Edad Media. Muchas de estas causas generales del préstamo continúan siendo válidas hasta nuestros dias (aun-que la influencia religiosa ha sido quizá más leve en los tiempos recientes). En algunos casos, resulta difícil establecer si un préstamo se ha tornado del francos o del occitano, y no lo vamos a intentar aqui. No obstante, debe tenerse en cuenta que los occitanismos se limitan casi completamente a la Edad Media, ya que a fines de ese periodo la cultura occitana entra en una profunda decadencia, dominada por la del norte de Francia. Para los germanismos que han pasado al es-pafiol a través del francés, véase 4.5. A continuación, citaremos tan sólo algunas palabras que han sobrevivido hasta la actualidad (a veces con cambio de significado), sin aludir a los numerosos préstamos que han quedado anticuados, algunos de gran uso en su momento. Apartir del siglo xi, los contactos con las tierras situadas al norte de los Pirineos se hicieron cada vez más importantes, y ello fue debido a la mayor estabilidad política de los reinos cristianos de Espaňa; esto atrajo a inmigrantes franceses y occitanos que venian por un tiempo, como los peregrinos, o de forma más permanente, como los reformadores monásticos y los repobladores de los territorios recién conquista-dos. En ešte primer periodo de frecuentes préstamos galorrománicos (siglos xi-xiii), observamos el más destacable de todos, espaňol, que sustituye al nativo espaňón. Los términos militares adoptados reflejan la participación francesa en la Reconquis-ta; entre ellos se incluyen: aliar, blandir, corcel, dardo, esgrimir, estandarte, flecha, galopar, maestre, malla, trotar, junto con el más general emplear. También está bien representada la terminológia religiosa: capellán, capitel, deán.fraile, hereje, hostal (orig. establecimiento religioso),graste (arc). Asimismo, los términos relacionados con el sistema feudal y con el ocio son relativamente numerosos: bachiller (orig. «joven caballero»), doncel, doncella, duque, homenaje, linaje, bailar, danzar, rima, trobador, vihuela, deleite, vergel, joya, granáte, estuche, cascabel, polaina, pala-frén. Algunas palabras se refieren a la comida y a la casa: arenque, jamón, jengibre, manjar, vianda, antorcha, chimeneajaula, mecha. Al mundo de la naturaleza perte-necen, en cambio, escasas voces: baya, laurel, papagayo, ruiseňor. Otros términos, incluidos los abstractos, cubren un amplio espectro: desdén, desmayar, enojar, es-quila, gris, jornada, jornal, ligero, mensaje, tacha. LÉXICO 301 En los siglos xrv y xv, los préstamos galorromances habian conocido ya su apogeo, pero eran todavia bastante frecuentes. Asi, a lo largo de esta etapa encon-tramos todavia términos referentes al mundo militar y naval: baluarte, botín, he-raldo, pabellón, amarrar, cable, quilla. También la vida cortesana continua tradu-ciéndose en préstamos como dáma, paje, gala, galán, j ardin, patio, balada, chiri-mía, flauta, refrán. Los mundos material y natural se reflejan en cordel, correo, despachar, forjar, maleta, perfil, pinzas, trinchar, avestruz, faisán, sahaje. Otros galicismos del periodo son: ardite, bürdet, desastre, embajada, jerigonza, lisonja, parlar. En el Siglo de Oro, el enfrentamiento entre Francia y Espaňa llevó a la adqui-sición de muchos préstamos en las esferas militar y naval; entre ellos podemos in-cluir arcabuz, asamblea, barricada, batallón, batéria, bayoneta, brechá, calibre, carabina, cartucho, coronel, jefe, marchar, piquete, rancho (antiguamente «aloja-miento»), trinchera, tropa, babor, estribor, borde (orig. «lado [de barco]»), convoy, izar, pilotaje, (echar) a pique. Al tiempo, siguen adaptándose palabras france-sas relacionadas con la vida elegante: banquete, billete, carmín, conserje, damise-la, etiqueta, galón, móda, ocre, parque, peluca, servilleta, sumiller. Las voces del mundo doméstico (incluidas las de la alimentación) se encuentran también amplia-mente representadas: barrica, baül, claraboya, dintel, hucha, marmita, paquete, taburete, bacalao, clarete, crema,fresa. Otros galicismos de esta etapa son: farán-dula, frenesi, peaje, placa y tacha (más tarde tachuela). Suele considerarse el siglo xvm como el periodo más intenso de este tipo de préstamos, pero muchos de los introducidos en este siglo no consiguieron estable-cerse en la lengua de forma permanente; en parte, ello se debió a la reacción purista que se produjo entre ciertos autores espafioles de prestigio. Con todo, durante este tiempo el castellano recibe un numero particularmente alto de voces francesas; una proporción significativa de ellas continúa perteneciendo al ámbito militar y naval: brigáda, brigadier, cadete, comandar, desertar, fusil, obús, retreta, corbeta, equi-par. Especialmente frecuentes son los préstamos del mundo de la móda y el vesti-do: bisuteria, boga, bude, corsé, jade, modista, pantalôn, satén, tisu. Asimismo, existe una buena representación de palabras relacionadas con el hogar, las activi-dades domésticas y la alimentación: chalé, hotel, botella, buró, cacerola, sofá, croqueta, frambuesa, galleta, grosella, merengue. Por vez primera, se introducen palabras referentes al mundo práctico, el trabajo, etc.: bisturí, control, engranaje, hulla, lingote, resorte, utiles. Avalancha, chacal, pingäino son voces del mundo de la naturaleza. Otros préstamos del periodo son: abonar, biliar, coqueta, detaile, es-ternón, favorito, galante, galimatias, interesante, intriga, rango, silueta. Durante los siglos xix y xx, la aportación francesa prosiguió con intensidad; su frecuencia sólo ha disminuido en las ultimas décadas, ante la violenta invasion de anglicismos (véase 4.10). A lo largo de estos siglos se aceptaron numerosas palabras del mundo de las finanzas y del comercio: bolsa, cotizar, cupón, endosar, explotar, ficha, financiero, finanzas, garantia, letra de cambio, lote, postal. Tarn- 302 GRAMÁTICA HISTORICA DEL ESPAŇOL bién a menudo se tomó el vocabulario técnico del francés: aterrizaje, aviación, avion, bicicleta, biela, bloque, bobina, bujía, camión, cremallera, descapotable, garaje, rodaje. Igualmente, encontramos galicismos que pertenecen al léxico de la política y temas afines: burocracia, comité, complot, debate, parlamento, patriota, personal, reportaje, rutina, tomar acta. Como en épocas anteriores, son fre-cuentes las palabras relacionadas con la ropa y el aspecto personal: babucha, beige, blusa, canesú, chaqueta.frac, levita, maquillaje, maquillarse, marrón. El francés sigue todavía enriqueciéndonos con términos referentes a la vida doméstica y a los alimentos: bidé, damajuana, ducha, parqué, quinqué, somier, vitrína, besa-mel(a), consomé, conac, cruasán, champán, champiňón, escalope, flan, páté, res-taurant(e), suflé. En la esfera del entretenimiento se incluyen: acordeón, clisé, debut, debutar, doblaje, film, filmař, ruleta. Voces como boutique, bulevar, quiosco reflejan la vida urbana. Begonia, buganvilla, chimpancé o morsa se refieren a la naturaleza. Encontramos, además, galicismos que pertenecen a una amplia varie-dad de esferas: bebé, braza, camuflaje, carné, entrenar, esqui, gripe, peloton, tu-rismo, turista. Para más detalles sobre galicismos y occitanismos, véase Colon (1967a), La-pesa (1980), Pottier (1967). 4.9. Voces amerindias La primera aproximación europea al Nuevo Mundo tuvo lugar en las Antillas (como resultado de los viajes de descubrimiento de Colon); asi ŕue como las prin-cipales islas de este archipiélago se convirtieron en escala para la conquista posterior del continente americano. Por tanto, el primer contacto del espaňol con las len-guas amerindias se dio con las variedades del Caribe (caribe y arahuaco; este ultimo incluye al taíno, hablado en la mayor parte de las islas caribeňas); a continua-ción entró en contacto con el idioma principal de Mexico (náhuatl) y el del imperio Inca (quechua). La mayoria de los préstamos amerindios del espaňol provienen de las modali-dades lingüisticas citadas; no obstante, algunos conocen otras procedencias: maya (al sur de Mexico y norte del istmo), chibcha (Ecuador, Colombia y sur del istmo), tupiguarani (en las cuencas de los ríos más importantes del continente sur, incluido Paraguay), araucano o mapuche (Chile central y la Pampa Argentína). Con todo, lo cierto es que son muy počas las palabras tomadas de otras lenguas distintas de las seňaladas (caribe, arahuaco, náhuatl y quechua) que se hayan convertido en universales en castellano o que cuando menos se hayan generalizado en el ámbito del espafiol americano. Seguidamente ofrecemos un elenco de voces que el espaňol ha tornado pres-tado de diversas fuentes amerindias; hemos seleccionado ejemplos que muestran una extension geográfica significativa: se han convertido en universales en el LÉXICO 303 mundo de habla hispana, o se usan en toda o buena parte de la America espaňola. Es objeto de discusión la precisa lengua americana que ha servido de ruente a los términos seňalados con interrogación (?); se debate incluso si se trata realmente de préstamos amerindios. Entre los americanismos procedentes del arahuaco (incluido el taíno) figuran ojí, batata, bejuco, bohío, cacique, canoa, caoba, cayo, comején, enaguas, guaca-mayo, hamaca, huracán, iguana, maguey, maíz, maní, sabana, tuna, yuca. Del caribe provienen batea (?), butaca, caníbal, curare, low, mico, piragua. Unas cuantas voces tomadas de la zona caribefla pueden tener su origen en arahuaco o bien en caribe: aje, guasa, guateque, guayaba. Entre los muchos préstamos del náhuatl mencionaremos aguacate, cacahue-te, cacao, coyote, chicle, chile, chocolate, galpón, guajolote, hule, jícara, nopal, ocelote, petaca, petate, sinsonte, tiza, tocayo (?), tomate, zopilote. El espaflol incorporó del quechua alpaca, cancha, coca, condor, guanaco, guano, llama, mate, palta, pampa, papa, puma, puna, soroche, vicuna. Ananá(s), cobaya-o (?), jaguar, mandioca, ňandú, petunia, tapioca, tapir, ti-burón, tucán y zarigüeya son préstamos del tupiguarani. Además, hay algunos términos de uso frecuente, como caucho, de seguro origen amerindio, pero cuya exacta procedencia lingüistica está todavía por de-terminar. Cuando los espafloles viajaron o se asentaron en el Nuevo Mundo, a menudo interpretaron sus nuevas experiencias por medio de palabras tomadas de las lenguas amerindias, tal como acabamos de ver; las más tempranas (canoa, cacique y el discutido niames) figuran ya en el diario de a bordo de Colon de 1492-1493. Ahora bien, no debemos olvidar que el préstamo no es la única forma de etiquetar los nuevos conceptos: una palabra preexistente puede extender su significado para abarcar también la nueva experiencia. Asi, el jaguar, el puma, y el ananás ŕueron designados al principio por medio de los términos del Viejo Mundo tigre, león y piňa, palabras que finalmente pugnarán a lo largo de los siglos con sus competido-res de origen amerindio (jaguar, puma, ananáfsj). En los casos citados, jaguar y puma se convirtieron en parte del espaflol del Viejo Mundo, mientras tigre o león continúan usándose (por lo menos en el habla popular) en gran parte del área don-de estos animales tienen su hábitat; por otro lado, el préstamo ananá(s) no se usa en el espaňol peninsular ni en amplias zonas del continente americano (donde sólo se conoce piňá). En otras ocasiones, un concepto del Nuevo Mundo puede etiquetarse median-te varias voces amerindias que, de este modo, entran en competencia. Un ejemplo muy conocido es el del aguacate; el término aguacate (de origen náhuatl, como se seňaló más arriba) se usa en Espafla, en America del Norte y Central y en la región noroeste del continente sur (Colombia y Venezuela), en tanto que los territorios si-tuados más al mediodía (Ecuador, Perú, Bolivia) han optado por el préstamo quechua palta. 304 GRAMÁTICA HISTÓRICA DEL ESPAŇOL Para un estudio más detallado de los préstamos amerindios, incluso de aque-llos cuya distribución se limita a parte del continente americano, véase Buesa (1967). 4.10. Anglicismos Hasta mediados del siglo xx, casi todos los anglicismos introducidos en espaňol procedían del inglés británico y solían transmitirse mediante la escritura, a me-nudo por mediación del francés. Desde la década de 1950 en adelante, la ŕuente principal de ešte tipo de préstamos ha sido, en cambio, el inglés americano; toda-vía continúan divulgándose a través de los medios de comunicación escritos (espe-cialmente periódicos, traducción de obras cientificas, etc.), pero llegan a nosotros cada vez en mayor numero gracias a los medios de comunicación orales (doblaje de películas estadounidenses, programas de television, etc.). El concepto «anglicismo», como otros referidos a préstamos entre lenguas, no carece de ambigüedad. Hemos adoptado la defínición de Pratt 1980 (del que to-mamos muchos ejemplos): los anglicismos son préstamos cuyo origen inmediato es una palabra o expresión inglesa, con independencia del étimo remoto de ésta (que con frecuencia resulta ser una palabra o expresión de una tercera lengua). De acuerdo con este criterio, parece oportuno incluir en ešte apartado términos como los siguientes (cuya etimologia ultima se indica entre paréntesis): anorak, kayak (esquimal), kindergarten (alemán), kimono ~ quimonojudo, karate (japonés), gěi-ser (islandés), gong(o) (malayo), caqui, pijama (persa). Del mismo modo, debe-mos excluir de la lista de anglicismos ciertas voces de origen inglés que han llega-do al espaňol por medio de otra lengua (generalmente el francés): auto-stop, camping, dancing, footing, parking, recordman, (espejo) retrovisor, smoking, en direc-to; estas palabras deben considerarse galicismos, pues se han documentado antes en francés que en espaňol y suelen revelar procesos de adaptación semántica pro-pios de aquel idioma. La manifestación más frecuente (pero de ninguna forma única) de la influen-cia del inglés en el espaňol es el préstamo léxico. En general, los anglicismos de este tipo responden a la necesidad de denominar nuevos conceptos (aunque algunos se introducen por razones no linguisticas, como el esnobismo) y afectan a un amplio abanico de campos semánticos. Ciertamente, se registran anglicismos en el vocabulario de casi todas las face-tas de la sofisticada vida urbana, pero ha sido el léxico de los medios de comunicación, la móda, los negocios, la ciencia y el deporte el que se ha visto particularmen-te afectado. En el vocabulario de los medios de comunicación, que naturalmente coincide con la terminológia del mundo tecnológico, encontramos: bestseller, camera, cameraman, cassette ~ casete, cinemascope, clip, comic, copyright, disc-jockey, fading, film(e), flas(h), hit, interviewar ~ interviuvar, interviú, LP ~ LEXICO 305 elepé, mass-media, monitor, offset, off (p. ej., una voz en off), pick-up, playback, pop, poster, rol, scriptgirl, show, sketch, speaker ~ espiquer, spot, suspense, trailer, transistor, video, videocassette. En el campo de la móda, los cosméticos y la ropa los préstamos léxicos del inglés incluyen palabras como: anorak, bikini, coldcream, cosmético, champú, cheviot, eslip~slip,jersey,jumper, kilt, kimono~quimono, loción, minifalda, nylon-nation, overol, panty, pijama, pullover, raglán, rímel, Shetland, shorts, suéter ~ sweater, tweed. La lengua del comercio y las finanzas ofrece también ejemplos: actuario, boom, boutique, broker, cartel, charter, deflation, devaluation, dumping, factoring, holding, inflation, leasing, manager, marketing, self (-service), stock, tender, turismo. Asimismo, observamos muchos anglicismos en el universo científico y tecnológico (incluida la medicína): acrílico, aeropuerto, aerosol, ameba, analgesia, baquelita, cibernética, ciclamato, colesterol, coma, container, cracking, detergen-te, ecologia, esquizofrenia, fobia, fuel-oil, gasoil, polución, quantum, quark, radar, robot, sindrome, spray, stress ~ estrés, trolebús. La lengua del deporte ha mostrado durante largo tiempo una particular recep-tividad a los anglicismos, que se pueden ejemplificar con: bantam, béisbol, bob, bobsleigh, boxeo, bunker, caddie, corner, crawl~crol, croquet, crosscountry, chu-tar, doping, dribbling, futbol, gol, golf, groggy ~ grogui, handicap, hockey ~jó-quey, jockey, judo, junior, karate, karting, kayak, knock-out ~ nocaut, lob, match, offside, par, penalty, ping-pong, pony, record, ring, round, rugby, set, slam, smash, sparring, sprint, tandem, tenis, volleyball ~ volibol, welter. También puede comprobarse que el inglés ha afectado a la morfológia y a la sintaxis del espaňol (véase Pratt 1980). Ha sido también considerable su influencia semántica, que ha extendido el sentido de palabras espaňolas preexistentes; exa-minaremos y ejemplificaremos este ultimo fenómeno en 5.1.5. 4.11. Catalanismos Un buen numero de palabras ha pasado del catalán al espaňol, especialmente en aquellos campos en los que los castellanohablantes consideraban que sobresa-lían los habitantes de Catalufla, Valencia y las Islas Baleares. En algunos casos, el Catalan las había tornado anteriormente de otras fuentes, entre las que figuran el occitano, el francés medieval, el italiano y el árabe. Tales préstamos son frecuentes en el campo semántico de los alimentos. Asi, encontramos nombres de peces como anguila, calamar, jurel, mújol, rape, junto con muchos otros términos culinarios que incluyen anis, butifarra, entremés, es-calfar, escarola, horchata (?), paella, sémola, vinagre, vinagreta. Tampoco faltan palabras procedentes del Catalan en el ámbito doméstico: ba- 306 GRAMÁTICA HISTÓRICA DEL ESPAŇOL rraca, delantal, fogón, patio, picaporte, reloj, retrete, convite. Asimismo, buena parte del vocabulario de los juegos de cartas, incluido naipe y sota, conoce tam-bién este mismo origen. Hasta finales de la Edad Media se da un claro predominio de los catalanes entre los navegantes peninsulares; esto se refleja linguísticamente en los muchos catalanismos pertenecientes a este campo semántico que se incorporan al espa-fiol: aferrar, betún, buque, calafatear (?), esquife, galéra, gobernalle, golfo, muelle, nao, socaire, surgir, timonel. Con ellos están íntimamente relacionados otros préstamos relativos al comercio, que incluyen a granel, mercader, oferta, tarifa (del ár.). Muchos catalanismos reflejan las destrezas prácticas de este pueblo: avanzar, avería, caja, cafíivete, cartel, cordel, cotejar, crisol, doblegar (?), escayola, esmal-te,faena,farol,forcejar, gafa(s), grúa, maestre, metal, molde, nivel, paleta, panta-lla, sastre, traste, trasto, viaje. Idéntico origen posee buena parte de la terminológia de la imprenta y escritura: imprenta, papel, prensa, tilde. También algunas palabras relacionadas con el mundo natural son catalanismos: becada, bosque, caracol, clavel, dätil, follaje, palmera. Pero hay, además, términos que probablemente pasaron al castellano a través del Catalan, aunque su procedencia ultima es más distante; entre éstos se incluyen algunos referidos al mundo de la milicia, como capitán, coronel (?), cuartel. En la misma situación se encuentran palabras asociadas al vestido, etc.: falda (del germ-co.), guante (del germco.), palafrén (del fr. med.). Valgan aňorar, congoja, retar, trajinar y ultraje para ejemplificar los verbos y nombres abstractos de origen catalán. Por ultimo, ofrecemos una breve lista miscelánea de catalanismos que puede reflejar el relativamente amplio repertorio de campos semánticos afectados: bo-rracho (?), cohete, esqueje, follón, pila, plantel, pólvora, quijote, ristre, sardana, seo, sor, retablo, verdete. La mejor fuente de información sobre los préstamos catalanes al castellano continúa siendo Corominas y Pascual, 1980-1991, junto con los indices de la pri-mera edición (Corominas, 1954-1957).También puede consultarse Colon 19676. 4.12. Lusismos Con este término designamos las palabras tomadas en préstamo del portugués o del gallego, pues generalmente resulta imposible discernir, atendiendo a su forma, entre la aportación de una y otra lengua. Desde la Edad Media los lusismos han pasado al espaňol con bastante facili-dad; y es que el uso del gallego-portugués en la Castilla medieval, como lengua de la lírica amorosa, es responsable de algunos de los más tempranos, como coita, coitado o ledo, si bien los dos primeros ŕueron sustituidos por cuita, cuitado, en LÉXICO 307 tanto que el ultimo dejó de usarse más tarde. Posteriormente, aunque también durante el periodo medieval, se introducen afeitar (antes también «maquillarse», afeite (hoy antícuado), asi como otras voces referidas al mundo de las emociones: enfadarse, desenfadar, desenfado, enfadoso. Pero es en el mundo del mar y la navegación donde se registra el grupo más numeroso de lusismos; esto no puede sorprendemos, ya que la pericia portuguesa en estos dominios era mayor y más antigua que la de Espafla. Podemos citar angra, balde, buzo, callao (restringido al lenguaje de los marineros, excepto en Canarias), cantil y acantilado, carabela, chubasco, estela, garúa (usado principalmente en el espaflol americano), laja (restringido a Andalucía y America), marejada (a no ser que sea catalanismo), monzón, pleamar, tanque, vigia, virar. En estrecha relación con los anteriores están los nombres de peces y otras criaturas marinas: almeja, ca-chalote, chopa, mejillón, ostrá, perca, sollo. El portugués transmitió también voces de muchas lenguas orientales, y ello fue debido al establecimiento del imperio marítimo de Portugal. Parte de este vocabulario, originalmente exótico, accedió entonces al castellano: bambú, biombo, cacatúa, carambola, catre, cha (desbancado, a partir del xvii, por té, que probablemente entró a través del inglés), charol, (Juegos) malabares, pagoda. Otras palabras probablemente tomadas en préstamo del portugués o del gallego son: barullo, basquiňa, bicho, brincar, caramelo, corpiňo, despejar, laya, macho, mequetrefe, mermelada, sarao, traje, vaívén. Para un estudio más detallado de los préstamos gallego-portugueses, véase Salvador (1967) y Corominas y Pascual (1980-1991). 4.13. Italianismos Los más tempranos italianismos del espaňol se documentan a fines de la Edad Media; no obstante, es en los siglos xvi y xvu cuando alcanzan su apogeo, sobre todo a causa del prestigio de la Italia renacentista y de la intervención mili-tar de Espafla en aquellas tierras. Los préstamos han continuado hasta el presen-te, particularmente en el campo de la música, pero su frecuencia disminuyó a partir del xviii. Debe tenerse en cuenta que no todos los italianismos se originan en la Toscana; algunos de ellos (en especial los términos marítimos) provienen del genovés, veneciano, milanés, etc., de las variedades del italiano meridional o del siciliano. La adaptación de los italianismos al espaňol es, como era de esperar, generalmente sencilla. Sin embargo, hay un reducido numero de palabras que en el si-glo xv y en el Siglo de Oro aparecen en espaňol con Id final detrás de una conso-nante dental o alveolar no agrupada (al contrario de lo que sucede habitualmente en espaňol; véase 2.4.3.2), y que normalmente se describen como latinismos, aunque en realidad, hay más razones para llamarlas italianismos :felice, infelice, 308 GRAMÁTICA HISTÓRICA DEL ESPAŇOL interese. Esta /e/ se perdió con posterioridad y todas estas palabras se acogieron al patron regular evolutivo espaňol: yě&, infeliz, interés, etc. Las palabras relacionadas con las artes constituyen uno de los grupos más nu-merosos de italianismos. Asi, forman parte del vocabulario de la literatura y filoso-fia: esdrújulo, novela, soneto, terceto, folleto, humanista, parangón. En el léxico del teatro figuran bufón, comediante, payaso, saltimbanqui, y en el del arte, acua-rela, arabesco, caricatura, carton, claroscuro, destacar, diseňo, encarnado, esbel-to, esfumar, fresco, grotesco, grupo, miniatura, modelo, pintoresco, temple, ultra-marino. También se toman del italiano los siguientes términos arquitectónicos: apoyar, balaustre, balcón, casino (al principio «casa pequeňa», más tarde «casino»), cupula, escayola, fachada, fontána, pedestal (a través del fr.),portico (?), te-rraza, zócalo, mientras en la escultura encontramos busto, medaila, relieve, terra-cota. Y, al igual que en el caso de las restantes lenguas europeas, es extremadamen-te frecuente la entrada de términos musicales; entre ellos se incluyen alto, bajo, baritono, contralto, soprano, tenor, mandolína, piano, viola, violin, violončelo, chelo, violón, aire, aria, batuta, cantata, cavatina, compositor, concierto, dúo, fantasia, fuga, fusa, libreto, madrigal, opera, serenata, sólista, solo, sonata, sordino, tempo, tocata. Los nombres de bailes incluyen pavana y tarantela. Durante los siglos xvi y xvii penetraron muchos términos militares italianos, aunque algunos de los que vamos a enumerar se documentan en espaňol antes o después de los Siglos de Oro: alerta, asalto, atacar, batallón, bombarda, bombar-dear, canjear, caňón, centinela, colina, coronel, destacar, duelo, embestir, embos-cada, emboscar, escolta, escopeta, escuadrön, generalisimo, granada, guardia, infante, marchar (?), mosquete, mosquetero, penacho, saquear, zapar. Igualmente, las palabras que aluden a la defensa están bien representadas: bastion, ciudadela, cuneta, escarpa, muralla, parapeto, reducto. Junto con el portugués, catalán y diferentes lenguas germánicas, el italiano es también uno de los idiomas que más han contribuido al vocabulario marítimo espaňol. En ešte campo semántico se registran, entre otros: bogavante (a no ser que sea catalanismo), brújula, corsario, chusma, dársena, escollo, fragata, gondola, mesana, piloto, zarpar. Asimismo, hay un gran numero de italianismos que forman parte del vocabulario del comercio y la industria, lo que no hace sino reflejar el dominio italiano en estos asuntos en los inicios de la época moderna. Entre otros pueden citarse: avan-zar, balance, bancarrota, banco, en bruto, cero, contrabando, crédito, débito (?), depósito, factura, letra de cambio, mercancía, mercante, milión, monte depiedad, montepío, negociante (?), neto, póliza, saldar, saldo. Las mercancías cuyos nombres son de origen italiano incluyen: brocado, cartulina, granito, indigo, porcela-na, tafetán (o del catalán). También es posible encontrar algunos italianismos en numerosas esferas de la vida social; ello responde, hasta cierto punto, a la imitación de las costumbres ita-lianas, principalmente durante los Siglos de Oro. Son palabras relacionadas con las LEXICO 309 características y actividades humanas generales: aguantar, aspaviento, bizarr o, bravata, brusco (?), campeón, canalla, capricho, cortejar, cortejo, cortesano, chanza, charlar, charlatan, chulo, desfachatado, estafar, estrafalario, farsante, fogoso, garbo, mafia, rufián, superchería. En el campo de los juegos y actividades similares, registramos cucaná, empatar, regata, trucos, tute. Los dominios de la educación y el transporte muestran: gaceta, pedante, carroza, esguazar, ferrovia-rio, pista, valija. En el campo de la religion podemos mencionar camposanto, car-naval, plebe (?), sotana. En cuanto a la vida privada, contamos con ejemplos relacionados con la casa, como cantina, celosía, chaveta, pérgola, toalla (?). Otros se refieren al vestido y adomo: capucho, corbata, filigrána, perla (?), recamar (tornado por el it. del ár.), turbante. Son también italianismos, dentro del léxico de la gastronómia, cafe, caviar, macarrones, menestra, salchicha. Algunas voces de esta procedencia aluden al cuerpo y a las enfermedades; tal es el caso de belleza, caricia, chichón (?), malaria, pelagra. Aparentemente, el mundo físico está menos representado que otros. Con todo, encontramos algunos nombres referentes al ámbito natural, como anchoa (probablemente a través del catalán), carroňa, pichón, tarantula, pistacho, remo-lacha, y algunos términos topográficos, como cascada, golfo (pero, más probablemente, se trata de un catalanismo; véase 4.11), gruta, pantano. Además, precede del italiano un pequeňo numero de palabras pertenecientes a diferentes esferas: bagatela, estropear, fiasco, flamante, fracasar, manejar, pillar, premura. Terlingen (1943 y 1967) y Corominas y Pascual (1980-1991) son las prin-cipales fuentes para una más detallada información sobre los italianismos del espaňol. 4.14. Formación de palabras Se puede afirmar que el vocabulario del espaňol está formado por tres compo-nentes: además de las palabras heredadas del latín (populäres y semicultas, véase 4.1), y de los préstamos de otras lenguas (4.2-13), el léxico espaňol incluye voces creadas mediante procedimientos internos de la lengua, esto es, a través de la formación de palabras; con ešte ultimo término hacemos referencia tanto a la prefija-ción (4.14.1), como a la derivación (4.14.2) y la composición (4.14.3). 4.14.1. Prefijación En latín los prefijos estaban estrechamente relacionados con las preposicio-nes (véase su estudio en 3.8.1), pues muchas de éstas funcionaban también como 310 GRAMÁTICA HISTÓRICA DEL ESPAŇOL prefijos, generalmente con un sentido semejante; sin embargo, no todas las parti-culas que han sobrevivido como preposiciones han podido hacerlo también en ca-lidad de prefijos. Lo que ocurrió fue que, muy pronto, numerosas palabras latinas que poseían un prefijo dejaron de ser entendidas por los hablantes como elementos integrados por {prefijo + morféma radical}; a partir de ese momento ŕueron tratadas en su evolución de idéntica manera que las palabras simples. Este hecho puede ejempli-ficarse mediante profectu >provecho, en donde el fonema latino lil haconocido el proceso que normalmente sufre en posición intervocálica (esto es /-f-/ > esp. med. /ß/, esp. mod. /b/; véase 3.5.3.2 [2]); lo mismo sucede en decolläRE > dego-llar. la /k/ evoluciona como si estuviese en posición intervocálica (> /g/). En cam-bio, cuando los hablantes percibían el carácter complejo de una voz, la consonante o grupo consonántico que seguía al prefijo (y que por tanto se encontraba al co-mienzo del morféma radical) era tratada de la misma forma que si estuviera en posición iniciál de palabra; esto debió de suceder durante algunos siglos en defensa, ya que evoluciona hasta dehesa al recibir la /f/ latina la solución propia de la F iniciál de palabra (convirtiéndose en /h/ y perdiéndose más tarde, como en fOmu > humo, etc.; véase 2.5.6,2.6.4). En un pequefio pero importante numero de casos la estructura compleja de la palabra latina prefijada ha sido percibida a lo largo de toda su história; tal ocurre en apprehendere «coger» (en relación con prehen-DERE «id») > aprender (que todavía mantiene su relación con prender). Ejemplos como apprehendere > aprender proporcionaban (en latín hablado o en cualquier estadio posterior de la lengua, incluido el presente) el modelo para generar nuevas palabras aňadiendo un prefijo a un verbo, sustantivo, adjetivo o ad-verbio preexistente (en 3.4 pueden encontrarse algunas muestras de adverbios creados por prefijación). Estudiaremos seguidamente aquellos prefijos que poseen una história conti-nuada desde el latín al espafiol (y que han servido y sirven todavía para crear nuevas palabras). No diferenciamos, dentro de los ejemplos, entre la simple prefijación y la parasíntesis, fenómeno que consiste en la adición simultánea de un prefijo y un sufijo a la raíz (como en des- + aim- + -ado —> desalmado); en realidad, la na-turaleza parasintética de estas estructuras se reconoce por la ausencia dentro del idioma de palabras que consten del mismo prefijo y la misma raíz, o de la misma raíz y el mismo sufijo (en este caso, por la inexistencia de voces como **desalma o **almado). También debemos tener en cuenta que, a diferencia del latín clásico, el latín hablado y sus descendientes (incluido el espaňol) permiten secuencias de dos o más preposiciones. Ad- El prefijo ha perdido casi completamente el sentido latino («a, ha- da», etc.); su descendiente a- suele estar desprovisto de carga se-mántica. Se utiliza sobre todo para crear verbos a partir de sustanti-vos o adjetivos (p. ej., agrupar, amontonar, apaciguar, atormentar, LEXICO 311 agravar, amortecer), pero puede aparecer en otras formaciones (p. ej.,adiós). La forma ad- figura en algunos latinismos: adaptar, adherir, admirar, etc. La noción de «separación», inherente al prefijo latino, se amplió más tarde para incluir la de «lejos de» (absorbiendo a de-) y «fuera de»; de este modo comenzó la rivalidad con ex-, y en particular con el prefijo compuesto de + ex- que ofrecía la misma evolución que dis-: des- (al menos ante aquellos radicales que empiezan por consonante). La competencia con ex- llevó a que el espaňol acabase poseyendo dos prefijos de significado idéntico y estructura semejante, des- y es-; esto explica la frecuente alternaricia entre ambos en espaňol medieval y en el habla no estándar moderna (p. ej., des-tender ~ estender «extender»). No obstante, la variedad estándar ha resuelto esta alternancia, inclinándose generalmente por las for-mas etimológicas (de modo que prefiere estender, ahora ortogra-fiado erróneamente extender, sobre la base de extendere). Entre los ejemplos de des- podemos incluir: desconfiar, descoser, desdecir, desechar, deshacer, deshonrar, desmentir, desviar. Las formas en dis-, di-, o de- delatan un origen culto: discernir, disforme, divertir, denegar. Este elemento conserva el sentido latino «en, sobre». En espaňol medieval su forma ha sido normalmente en, incluso ante /p/ y /b/ (reflejando de este modo la neutralización de /m/, /n/ [y /p/] en posición implosiva); la escritura moderna ha optado por distinguir gráficamente en- de em-, imitando asi la diferenciación latina entre in- e im-. Se usa en- ~ em- para crear verbos a partir de nombres o adjetivos: embarrar, emborrachar, empapelar, empeňar, encabe-zar, enganchar, engordar, enloquecer, enrasar; ocasionalmente se emplea también para construir verbos nuevos sobre la base de otros existentes: embeber, encoger, etc. En algunos casos, in- se combinaba con ex- y producía las secuencias ens- (ante consonante) o el medieval enx-, moderno enj-(ante vocal): ensalzar (< *in ex altiäre), ensanchar (< *in ex amplare), enjalbegar (< *in ex albicäre), enjuagar (< *in ex aquäre), enjugar (< *in ex sucäre). El heredero culto de in-, el espafiol in-, presenta dos valores; el primero de ellos no se distingue del popular en-: inmiscuir, innato, inspirar. El segundo valor, negativo, es ampliamente conocido, no sólo como in- ~ im-, sino también bajo otras formas que reflejan la asimilación latina de n ante l y r: insensato, impiedad, impopular, ilegítimo, ilimitado, irreal, irrespetuoso. El descendiente patrimonial de ex- es el medieval es- (hoy a ve-ces reescrito ex-, mas sin cambio fonológico). Se ha visto (véase dis-, mas arriba) que es- ha competido con des- desde tiempos latinos, con el sentido de «fuera de». Entre las palabras que pre- GRAMÁTICA HISTÓRICA DEL ESPAŇOL sentan este elemento podemos mencionar escapar, escardar, es-coger, extender. El uso culto de este prefijo, como ex-, se extiende desde las formas que ya lo incorporaban en latin (entre las que también en-contramos ejemplos de e-: emanar, exhíbir, extirpar), hasta otras en las que se ha afladído a raíces que no lo admitian en la lengua de Roma (excéntrico, excarcelar). Presenciamos también su uso semiindependiente ante ciertos nombres (ex-primer ministro, ex-presidente). Inter- Entre-, descendiente popular de inter-, que figura en formas relati-vamente poco frecuentes, muestra una considerable evolución de su sentido desde el latin «entre» (como en entrecomillar) hasta «parcialmente» (entreabrir, entresacar), «reciprocamente» (en-treayudarse, entrecruzar) o «intermedio» (entrecano, entrefino). Las palabras que exhiben la variante culta de este prefijo, inter-, suelen ser préstamos o calcos de otras lenguas, habitualmente del francés o del inglés (p. ej., interferir, intermuscular), aunque algunas han sido tomadas por via directa del latin (p. ej., interrumpir). Trans- El sentido latino «a través» apenas se conserva en la solución popular del prefijo, tras- (p. ej., trasvolar). En lugar de ello, nos encon-tramos con otros significados como «detrás» (traslapar, trastien-da), «durante» (trasnochar) o «excesivamente» (trastornar). Sin duda debido a la frecuente reducción a /s/ de /ns/ en position implosiva (por lo menos en estilo conversacional) (véase Navarro 1961: 112), la forma culta, trans-, puede intercambiarse en muchos casos con la popular, de suerte que ambas se combinan con la misma raiz (p. ej., trasmitir ~ transmitir). Sub- Aunque el reflejo popular de la preposición sub casi ha desapareci-do ya, la del prefijo sub-, so-, se encuentra bastante bien represen-tada en espafiol. Con frecuencia mantiene su sentido latino «deba-jo»: sobarba, socavar, solapar, solomillo, someter, soterrar; no obstante, en ocasiones se usa para atenuar la action indicada por la raiz: soasar, sofreir. Sub-, forma culta del mismo prefijo, puede indicar lugar, como en subsuelo, submarino, subrayado, si bien más a menudo ofrece el valor metafórico de «menos que» con respecto a la noción que expresa la raiz: subdesarrollado, subvalorar. Super- Su heredero patrimonial, el usual sobre-, presenta los sentidos de «arriba» (p. ej., sobrecama, sobrenadar), «después» (p. ej., sobre-mesa, sobrevivir) y «en exceso» (p. ej., sobrecargar, sobremanera, sobresueldo). Super-, la forma culta, ha disfrutado de una enorme productivi-dad en las ultimas décadas, seguramente por influencia del inglés. Muestra los mismos significados que la variante patrimonial, pero el de «exceso» es, con mucho, el más frecuente: superestructura, supervivencia, supercompresión, superpoblación. LEXICO 313 Re- En este caso, resulta imposible distinguir los derivados populäres de los cultos atendiendo a la forma, pues ambos tipos de transmi-sión producen re-. Ahora bien, sirviéndonos del significado, podemos establecer algunas distinciones. Asi, parece probable que el sentido repetitivo que ahora asociamos a re- sea un desarrollo re-ciente, producto de la influencia del latín o de aquellas lenguas mo-dernas en las que este prefijo muestra comúnmente tal significado (p. ej., francés o inglés); entre los ejemplos de este tipo podemos incluir reanudar, reaparecer, rehacer. Tradicionalmente, en cam-bio, este elemento hace referencia a lugar (p. ej., recámara, recoci-na, rebotica) y, a veces, a tiempo (p. ej., redolor), si bien suele limi-tarse a enfatizar la noción expresada por la raiz: rebién, rebuscar, recalentar, remoter, repudrir, retemblar. Otros prefijos derivados del latin son cultos casi con exclusividad; cabe, no obstante, hacer alguna salvedad. Asi, per- y pro-, cuyos correlates preposiciona-les se runden en por (véase 3.8.1), sólo se comportan de forma paralela en el desarrollo de PERFIDIA >porfia. En el resto de los casos hay una clara diferencia: per- se localiza en la lengua de los personajes rústicos del teatro renacentista (que posible-mente refleja el habla rural de la zona de Salamanca; véase Penny 1990a) con un valor intensificador semejante al que apreciamos en el habla rural asturiana de hoy en día, y está ausente del castellano estándar, excepto en formaciones cultas como perdurar,perjuror;pro-, en cambio, es siempre culto (p. ej.,promedio,prometer). A continuación ofrecemos una breve relación de prefijos, ŕundamentalmente de origen latino, que han entrado en espaňol a través de la escritura; su frecuencia se ha incrementado en nuestros dias, debido a los muchos anglicismos de los que forman parte:pos(t)- (< POST-), ante- (< ante-), pre- (< PRAE-), com ~ con- ~ co- (< COM-, correlate de la preposición CUM), retro- (< RETRÖ-), contra- (< CONTRA-), extra- (< EXTRA-), intra- (< intra-), infra- (< INFRÄ-), supra (< SUPRÄ-), circun- ~ circum- (< CIRCUM-), ultra (< ULTRA); p. ej., posguerra, anteponer, preindustrial, condueňo, contraproducente, retroceder, extraterrestre, intranuclear, infraestruc-tura, supranacional, circunlocución, ultramarinos. También dentro de los prefijos cultos existe una subserie que resulta particularmente productiva: comprende las expresiones cuantificadoras que podemos ejemplificar mediante bisabuelo, bipo-laridad, maxifalda, minifundio, multicolor, pluriempleo, semifinal, sesquióxido, vicetiple. Finalmente, conviene tener en cuenta que el catálogo de prefijos espafioles se ha enriquecido con la Uegada de algunas formas cuyo origen es, en ultimo término, griego, pero cuya actual presencia se debe probablemente a la influencia del inglés; este tipo de elementos es muy numeroso en la prosa científíca y periodística anglosajona (véase Pratt, 1980: 185-191). Podemos ejemplificarlos con las si-guientes voces: antioxidante, autopromoción, hipertensión, macroeconómico, mi-croorganismo, pericráneo, polivalencia, protohistoria (véase también 4.14.3). 314 GRAMÁTICA HISTÓRICA DEL ESPAŇOL 4.14.2. Derivación La adición de sufíjos a las raíces preexistentes sirve en espafiol para dos fun-ciones opuestas. En primer lugar, crea palabras que aluden a un concepto diferente (aunque relacionado) al que designaba la voz original. En segundo lugar, permite la adición de un matiz que muestra la actitud del hablante ante esa idea; en este caso, no nos encontramos estrictamente ante un nuevo concepto, pues la palabra originál y la derivada se refíeren al mismo. Para ejemplificar estos dos procesos podemos considerar la relación entre vaca I vacada y gordo I gordito: resulta evidente que el derivado vacada se aplica a una idea distinta a la indicada por la palabra primitiva (aunque relacionada con ella); sin embargo, si comparamos la voz gordo con el derivado gordito, está claro que el concepto al que ambas voces rennten es esencialmente el mismo, si bien en la ultima forma se pone de manifiesto por parte del hablante una actitud de aprobación y cariflo. Ahora bien, estos dos procesos derivativos no siempre se distinguen tan cla-ramente como acabamos de sugerir Por un lado, un «mismo» sufijo puede servir para ambos propósitos derivativos: la terminación -ito, que transmitía la nota de afectividad en gordito, no expresa tal matiz en carrito, donde el concepto al que nos referimos es diferente del que indica carro; igualmente, el sufijo -azo que apa-rece en vinazo «vino malo» (o, a veces, «vino magnífico») presenta un manifiesto valor emotivo, pero no modifica la referencia básica («vino»), mientras que este «mismo» elemento da lugar en cabezazo a un concepto diferente del que expresa la palabra base cabeza. Por otro lado, ese matiz emotivo, producto de la adición de un sufijo al radical, puede estar íntimamente relacionado con un hecho de carácter ob-jetivo; asi, suele existir una correlación entre la respuesta afectuosa del hablante y la relativa pequefiez del referente (p. ej., gatito), o entre la repugnancia expresada y la relativa amplitud o tosquedad de aquél (p. ej., novelón). A pesar de las dificultades que plantean estas coincidencias entre los dos procesos derivativos, resulta útil mantenerlos separados en nuestro examen. Es más, hemos considerado que cuando los matices emotivos se asocian con un determina-do sufijo, predominan sobre cualquier hecho de carácter objetivo que pueda estar también presente. Tai decision concuerda con la que expresa un estudio fundamental acerca de estos sufijos (Alonso, 1935) e igualmente puede justificarse consul-tando a Gooch, 1970. Seguidamente distinguiremos los dos tipos de derivación aplicando la etique-ta léxica al que produce nuevos nombres para designar conceptos nuevos, y afecti-va al que pone de manifiesto la actitud del hablante hacia el concepto evocado. 4.14.2.1. Derivación léxica Los sufijos pueden usarse para crear nuevos sustantivos, adjetivos y verbos. Consideraremos, por orden, cada una de estas categorias. LEXICO 315 Un sustantivo derivado puede tener como raiz otro sustantivo, un adjetivo o un verbo. En la tabla 4.1. ofrecemos una lista de los principales sufijos (es decir, de aquellos que siguen siendo productivos o que lo han sido en alguna etapa del espa-ňol) que pueden aplicarse a cada tipo de raiz, junto con su étimo y ejemplos representatives de cada combinación. Se puede comprobar que, en ciertos casos, no se ha llegado a la actual forma del sufijo a través de los cambios fonológicos reguläres. Y es que algunos han llegado al espaňol como resultado del préstamo de latinismos que los contenían, tras lo cual el sufijo quedaba disponible para ser aplicado a radicales patrimoniales; se encuentran en estas circunstancias los sufijos cultos -ia, -ismo, -ista, -ante, -(i)ente, -ancia, -(i)encia, -orio, -mento, -ción. En algunas ocasiones, las formas cultas asi introducidas compiten con las evoluciones patrimoniales del mismo elemento latino; esto puede apreciarse con claridad en -anza / -ancia, -ero / -orio, -mento / -miento, -zón / -ción. Y puede ocurrir que la forma culta (p. ej., -ancia, -ción) sea hoy más productiva que la popular; o bien lo contrario (-ero, -miento). Algo parecido sucede con -aje, el cual procede del préstamo de voces galorromá-nicas iniciado en la Edad Media: coexistió con el sufijo patrimonial -adgo, más tar-de -azgo, que hoy en dia resulta totalmente improductivo. Algunos de los morfemas derivativos que se utilizan para formar sustantivos a partir de verbos, especialmente -ero, -or y -ura, provienen de sufijos que en latin se aplicaban a participios. Este hecho estructural continúa caracterizando al espaňol, de modo que en estos casos encontramos los elementos participiales -ad-, -ed-o -id- entre la raiz y el sufijo. Por lo que se refiere a la derivación de sustantivos en -o de otros que acababan en -a, y viceversa, se trata de un procedimiento no muy rentable, pero que nos permite explicar desde una perspectiva histórica la existencia en espafiol de parejas como manzano / manzana, cesto / cesta, etc. Por otro lado, los sustantivos deverbales en -e, -o, -a son bastante frecuentes y este método de formación de palabras continúa siendo productivo. Los adjetivos pueden construirse por derivación, sobre sustantivos, verbos, u otros adjetivos, como se muestra en la tabla 4.2. Puede comprobarse que la mayor parte de los adjetivos derivados de otros aluden a colores relacionados con los indicados por la raiz. Por su parte, los adjetivos en -ista fiincionan también como sustantivos. Como en el caso de los sustantivos derivados, encontramos ejemplos de com-petencia entre descendientes patrimoniales y cultos de un mismo sufijo latino; asi el popular -és coexiste con el culto -ense. También paralelamente a lo que sucede en los sustantivos, algunos adjetivos procedentes de verbos presentan un participio como base; tal es el caso de -ero, -izo y -or. Al igual que sucede en las dos clases de palabras ya estudiadas, pueden construirse verbos derivados sobre sustantivos, adjetivos u otros verbos. Los principales tipos productivos de derivación aparecen en la tabla 4.3. 316 GRAMATICA HISTORICA DEL ESPAŇOL Tabla 4.1. Sustantivos derivados Sufijo Base esp. mod. (esp. med.) Étimo Ejemplo Sustantivo -ada -ATA puňalada -ado -ÄTU bocado -aje fř. -age (< -ÄTicu) aprendizaje -al — -ar -ALE trigal olivar -azgo (-adgo) -ÄTICU noviazgo -azo -ÄCEU, -ÄTIO vistazo -ero -ÄRIU joyero -ia -Ia (< gr. m) abadia -ismo -ÍSMU (< gr. -\a\ió<;) espejismo -ista -Ista (< gr. iavŕ\c;) modista -o, -a -U,-A manzano Adjetivo -dad -täte tenacidad -dumbre -TÜMINE reciedumbre -era -ÁRIA cojera -ez -ITIE vejez -eza -ITIA rareza -ismo -Ismu (< gr. -tanÓ5) humanismo -ista -Ista (< gr. -iaxŕ]<;) izquierdista -or -ORE grosor /erbo -ada, -ida -ÄTA, -ITA huida -ado, -ido -ÄTU, -ÍTU alumbrado -aje fr. -age (< -ÄTicu) tatuaje -ando -ANDU graduando -ante, -(i)ente -ANTE, -(i)ENTE amante -anza - -ancia -ANTIA, -(l)ENTIA alabanza -(i)encia ganancia creencia -e, -o, -a derrumbe derribo marcha -ero (-uero) ~ atracadero -orio -ÖRIU lavatorio -mento ~ -miento -MENTU pulimento llamamiento -ón, -ona -ONE tumbona -or -ÖRE pensador -ura -URA armadura -zón, -ción -TIÖNE hinchazón turbación LEXICO 317 Tabla 4.2. Adjetivos derivados Base Sufijo Étimo Ejemplo Adjetivo -ado -ÄTU azulado -enco ? azulenco -iento -ENTU avariento -ino -Inu blanquecino -ista -Ista (< gr. -urrí|<;) socialista -izo -ICIU rojizo -oide gr. -oeiSiíi; negroide -oso -osu verdoso -usco -ÜSCU pardusco -uzco -Oscu blancuzco Sustantivo -al~- ir -ALE- -ARE invemal seglar -ano -ÄNU mediáno -ense -ÉNSE ateniense -eňo -INEU panameňo -ero -ÄRIU playero -és -ENSE montés -esco -ISCU gigantesco -ico -ICU borbónico -i ár. -ř irani -il -ILE estudiantil -ino -Inu cristalino -ón -ONE narizón -oso -OSU miedoso -udo -OTU orejudo Verbo -able, -ible -ÄBILE, -IBILE inoxidable movible -ado, - ido -ÄTU, - ITU apagado aburrido -ante, -(i)ente -ANTE, -(i)ente titubeante -ero -ÄRIU decidero -ivo -lvu impulsivo -izo -ICIU olvidadizo -ón -ONE mirón -or -ORE embriagador GRAMÁTICA HISTÓRICA DEL ESPAŇOL Tabla 4.3. Verbos derivados Étimo______________ Ejemplo •1D1ÄRE (< gr. -í^evo) toquetear ■ESCERE embebecer ÁRE salar IDIÄRE (< gr. -íjQěxo) cabecear ESCERE anochecer 1FICÄRE glorificar idiAre (gr. < -íCeiu) tapizar ARE igualar IDIÄRE (< gr. -í^eiv) blandear ěscere blanquecer ificäre amplificar 1FICÄRE santiguar izäre (< gr. -íC,a\>) fecundizar Obsérvese que tanto -ear como -izar descienden originariamente de un mis-mo sufíjo causativo griego -í^eiu. Este elemento se introdujo tempranamente en el latin hablado, por transmisión oral, y řue adaptado como -IDIÄRE; el resultado final en espaňol ŕue el regular -ear (véase 2.5.2.2 [4]). Ese sufijo se aplica directamente a sustantivos y adjetivos, mientras que se suele unir a los verbos por medio de un interfijo que generalmente tiene valor «repetitivo» (p. ej., toqu + et + ear.freg + ot + ear, gim + ot + ear). El latin (literario tardio), en una etapa posterior, tomó nuevamente en présta-mo el griego -i^eiu bajo la forma -izäre, que más tarde pasó al espafiol medieval como -izar a través de la escritura. Quizá por influencia de otras lenguas moder-nas, en las que el sufijo correspondiente (-ise, -ize) resulta muy productivo, -izar se ha convertido en uno de los recursos más usuales para crear nuevos verbos. También el latín -ificäre ofrece un doble desarrollo. Su evolution popular muestra los esperados cambios reguläres: I > Id, sonorización de -F- y -c- intervo-cálicas en [ß] y [y] respectivamente, y pérdida de la pretónica i *[eßyar]; a partir de esta fase, /ß/ se transformó en una semivocal (como en el esp. med. /ßd/; 2.5.5 final), que después metatizó con la consonante siguiente: *[eßyar] > *[euyár] > [-eywár]. Más tarde, la Id pretónica se cerró en lil, por asimilación a la semiconso-nante siguiente (cf. aequäle > esp. med. egual > esp. mod. iguaf): -iguar. Frente a estos cambios, cuando se transmite por via escrita, -ificäre apenas presenta una minima modificación en -ificar. Debe tenerse en cuenta que todos los sufijos verbales productivos dan lugar a verbos de la primera conjugación, con la excepción de -ecer, que generalmente aparece en derivados parasintéticos. En la Edad Media, ešte ultimo tipo competía a menudo con verbos primitivos en -ir, a los que finalmente desterró en todos los ca- Base Sufijo Verbo -ear -ecer Sustantivo -ar -ear -ecer -ificar -izar Adjetivo -ar -ear -ecer -ificar -guar -izar LÉXICO 319 sos (escarnir ~ escarnecer, gradir ~ agradecer, guarnir ~ guamecer, resplandir ~ resplandecer, etc.). 4.14.2.2. Derivation afectiva En 4.14.2 definíamos la derivación afectiva como el proceso mediante el cual se afiaden a un radical sufijos que revelan la actitud del hablante hacia el concepto indicado por aquél. También expresábamos la idea de que el contenido afectivo de estos sufijos predominaba sobre cualquier otro significado objetivo que pudiesen apuntar (tal como «pequeňez», «gran tamaňo», «tosquedad», etc.). Vamos a exa-minar aquí los principales sufijos afectivos del espaňol, comentando su contenido emotivo y objetivo, si se prestaň a la lexicalización (la indicación de un concepto diferente del de la raiz, con pérdida de su valor afectivo) y su origen. Estos sufijos pueden aplicarse a sustantivos, adjetivos y participios, o a adverbios. -ito Indica aprobación/afecto y tiene valor diminutivo: osito, librito, crecidito, bajito. Sus orígenes latinos son conŕusos; puede haber sido extraído de ciertos nombres de persona (jOlitta, bonitta, salvittus), pero debe haber alcanzado un uso frecuente en latín hablado, ya que se encuentra bien representado en romance (fr. -et, -ette, it. -etto, -etta, cat. -et, -eta, etc.). Su forma en latin parece haber alternado entre *-Ittu, de donde precede el espaňol -ito, e *-ittu, del que arrancan los restantes descendientes románicos (entre los que se incluyen el fr., occ, cat. et, que el castellano toma pres-tado como -ete; véase más abajo). Este morféma -ito apenas aparece en textos de los siglos xni y xiv (hay sólo un ejemplo en Berceo, quien prefiere otros sufijos afectivos, y otro en don Juan Manuel), pero cobra una mayor frecuencia en aquellos autores del siglo xv que reflejan más fielmente la lengua hablada (el arcipreste de Tala-vera, Fernando de Rojas, etc.); su uso aumenta aún más entre ese mismo tipo de escritores del Siglo de Oro (sobre todo en santa Teresa), y desde entonces ha ido desplazando gradualmente a sus com-petidores (en especial a -Hlo e -ico) hasta obtener su actual hegemónia. Tan sólo en Andalucia -Mo mantiene el estatus de sufijo afectivo predominante. -ico Es también afectivo y posee, asimismo, valor diminutivo: besico, malico, un tantico. De orígenes desconocidos, presenta pocas formas afines en los idiomas románicos. En cuanto a su história, es paralela a la de -ito hasta el Siglo de Oro; a partir de esa época se ha ido retirando del castellano (se usa hoy en día sólo en un numero li-mitado de palabras) y tan sólo continúa siendo usual en Navarra, Aragón, Murcia, Andalucia oriental y zonas de Hispanoamérica, donde a menudo es la forma afectiva preferida. -in Desempeňa un papel similar al de -ito e -ico (es afectivo y diminuti- GRAMÁTICA HISTÓRICA DEL ESPAŇOL vo): pajarin, pequeňín. Sin embargo, se presta a numerosas lexicali-zaciones: comodin, futbolin, etc. Puede representar una evolución del sufijo latino -Inus, empleado para designar a las crías de algunos animales (p. ej., palumbInus [pullus], «pichón»); a lo largo de su história se ha convertido en el sufijo más usado en la mitad occidental de la Peninsula (port, -inho, gall, -iňo, ast. -in, leon. y extrem. -inó). Y si bien ha mantenido siempre una cierta presencia en caste-llano, no puede aplicarse libremente a cualquier radical. Aunque afectivo (y diminutivo) durante casi toda su história, ofrece en la actualidad un carácter ligeramente peyorativo: asuntillo, em-pleillo, novelilla, envidiosillo. Ha dado origen también a bastantes lexicalizaciones: Camilla, casillo, molinillo,pitillo. Es el primero de los sufijos que estamos examinando cuyo antecedente latino cono-cemos con seguridad; se trata de -ELLUS, que era claramente diminutivo y probablemente afectivo. Su descendiente -iello era el diminutivo afectivo más frecuente en el espafiol de la Edad Media, pero poco a poco se vio reemplazado por -Hlo, variante que se extendió desde la zona de Burgos (véase 2.4.2.5). En el Siglo de Oro, todavía es -illo el sufijo dominante (y mantiene su valor afectivo); a partir de esa etapa ha sido sustituido por -/to, que pasa asi a ser la forma «normal» de diminutivo castellano, y ha adquirido (excepto en Andalu-cia) ese matiz ligeramente peyorativo que percibimos en la actualidad. El latín -ELLUS se aplicaba directamente a los sustantivos y adje-tivos acabados en -us y -a; ahora bien, si la base poseía otras termi-naciones era nečesaná la inserción del interfijo -(i)c-. En estas con-diciones, y debido a que la /k/ que lo integraba era normalmente in-tervocálica, evoluciona al espafiol medieval Iďl (esp. mod. /8/): *paupercellu (en vez de pauperculu) > esp. med. pobreziello > esp. mod. pobrecillo. Nos ocuparemos de la ampliación del uso de ešte interfijo al final de ešte apartado. Suele tener valor peyorativo, aunque, aplicado a sustantivos, pre-senta un matiz diminutivo: animalejo, calleja, lugarejo, medianejo. Ha dado lugar a algunas lexicalizaciones: candilejas. Su antecedente latino, -ULUS, se únia directamente a los sustantivos acabados en -us y -a (p. ej., FLAMMA -> flammula), en tanto que lo hacía a los restantes por medio del interfijo -(i)c- (pauper -» pauperculus). -ulus actuaba como -ellus (véase -illo, más arriba) y ambos eran probablemente semejantes también en lo que respecta a su valor afectivo/diminutivo. Sin embargo, -ULUS era átono (véase 2.3.1) y, en el caso de los sustantivos en -US y -A, existía en latín hablado una ŕuerte tendencia a reemplazarlo por el sufijo tónico -ELLUS: ROTA -> ROTULA > Rotella (> rodillá). Cuando el latino -ULUS era aún pro-ductivo (esto es, combinado con el interfijo -IC-: -ICULUS), se presta-ba frecuentemente a la lexicalización; debemos incluir aquí los ca-S05 en que la forma sufíjada desplaza a la primitíva y pierde, de ešte LEXICO 321 modo, todo valor afectivo/diminutivo: ovicula (en lugar de ovis), auricula (por auris), apicula (por APIS) (de donde oveja, oreja, abeja). Por lo que se refiere al cambio de valor del sufijo, de afectivo a despectivo, ya se documenta en el espafiol medieval, donde -ejo presenta un carácter similar al que tiene en la lengua moderna. -uelo Hoy en día resulta con frecuencia peyorativo, pero puede tener también matiz diminutivo: autorzuelo, ojuelos, gentezuela, gordezuelo. Llega a lexicalizarse con facilidad: habichuela, hoyuelo. Su étimo latino, -olus, era alprincipio átono (véase 2.3.1) y se aplicaba a for-mas que mostraban hiato entre las dos sílabas finales: filius -> FiLiOLUS, FLUVius -> FLUViOLUS. Bajo tales condiciones fonológi-cas, el latín hablado transfírió el acento de la antepenúltima sílaba a la penúltima (véase el final de 2.3.1); de ešte modo, transformó en tónico al sufijo y aseguró que su identidad fónica se mantuviese (filiolu > hijueló). El sufijo -uelo era muy usual en la Edad Media y aparentemente retuvo el valor afectivo que poseía en latín; durante el Siglo de Oro continue utilizándose con profusion, pero después de esa época su incidencia disminuye y, además, adquiere un matiz predominantemente peyorativo que es el normal en el momento actual. Ya se ha sefialado que -uelo se une a menudo a su base por medio del interfijo -(e)z-, tornado a partir de estructuras como el espafiol medieval simpleziello: ladronzuelo. -ete Posee sobre todo un sentido jocoso (que lo convierte en especial-mente propicio para un uso irónico) y en general un valor diminutivo: comedieta, curete, pillete, tacaňete. Se registra sobre todo en formas lexicalizadas: boquete, camioneta, chincheta, salmonete. Este sufijo conoce la misma (oscura) procedencia que -ho, pero ha Uegado al espafiol como resultado del préstamo de voces france-sas/occitanas/catalanas en -et. Puede aglutinarse con el interfijo que se originaba en -icellus (trenecete), si bien no se aplica con libertad absoluta a cualquier palabra. -uco Cuando aparece en la lengua estándar (aunque ello sucede en pocas ocasiones) ofrece carácter peyorativo y diminutivo: casuca, frailu-co. Es la fuente de formas lexicalizadas poco usuales: hayucos. Este sufijo todavía hoy es el morféma afectivo más común en la región cántabra. Su étimo es incierto, pero puede tratarse de una variante de -ico, creado analógicamente sobre el modelo de otros sufijos que comparten un mismo pilar consonántico combinado con vocales di-ferentes (p. ej., -azo, -izo, -uzo). -ucho Implica (como -uco) un matiz peyorativo y, a menudo, sentido diminutivo: aldeúcha, animalucho, feúcho, medicucho, tabernucha. Se lexicaliza muy ocasionalmente: aguilucho. Su origen no es claro, como tampoco lo es su história en nuestro idioma. -ón Cuando incide sobre radicales que apuntan o hacen referencia a per-sonas, este sufijo suele ser peyorativo, aunque también aumentativo en el sentido de que implica un «aumento» o «exceso» de alguna GRAMÁT1CA HISTÓRICA DEL ESPAŇOL. cualidad:/eón, maricón, mujerona, sargentona, valentón, zampón. Si se aplica a conceptos no personales, implica también «exceso» y encierra un matiz peyorativo, excepto cuando ese «exceso» puede interpretarse como deseable: caserón, gotón, novelón. Hay muchos casos de lexicalización de palabras que contienen este sufijo: abe-jón, pimentón, velón; sin embargo, algunas de estas ocurrencias muestran que -ón puede presentar también valor diminutivo: cordo-nes, ratón, íapón, terrón. En el origen latino de -ón, -ONE (p. ej., NÄSÖ, NÄSÔNIS, «de gran nariz»), estaba ya la idea de «exceso» y, probablemente, también esa nota peyorativa que se infiere de ello. No obstante, ya hemos visto (4.14.2.1) que -ón extendió su papel a derivados léxicos de va-rios tipos. Como sufijo afectivo, -an puede ahora afiadirse con considerable libertad (pero no total) a un gran numero de voces. -azo Resulta similar a -ón en su carácter despectivo y su valor «aumenta-tivo»: acentazo, broncazo, olaza. De nuevo como en el caso anterior, su matiz peyorativo puede ser reemplazado por otro de aproba-ción cuando el «exceso» se entiende como algo positivo: bodaza, to-razo. Encontramos un significativo numero de lexicalizaciones: barcaza, espinazo. Según ha expuesto Malkiel (1959i), este sufijo se origina en el latín -ÄCEU y, desde una perspectiva diacrónica, debe considerar-se diferente de su homófono -azo, que proviene de -ätio (véase 4.14.2.1). Como acabamos de mostrar en los ejemplos, el despecti-vo/aumentativo -azo posee un equivalente femenino en -aza, cosa que no sucede en el caso de los sustantivos formados con -azo «gol-pe». Sin embargo, uno y otro sufijo han sido frecuentes a lo largo de la história del espaňol y continúan siendo bastante productivos. -ote Tiene casi siempre carácter peyorativo y «aumenta» el concepto ex-presado por la base a la que está unido .frescote, machote, palabro-ta, seriate. Muchas veces da lugar a lexicalizaciones: barrote, ca-marote, capota. Parece haber entrado en espafiol como un préstamo galorromance (o bien se tomó de préstamos individuales france-ses/occitanos terminados en -ot). Si aceptamos ese origen ultrapire-naico, debemos tener en cuenta su cambio de sentido, pues de «diminutivo» en galorromance pasó a «peyorativo/aumentativo» en espafiol. -aco Es peyorativo y parece no poseer connotaciones de tamaňo: libraco, pajarraco. Se trata de un elemento relativamente improductivo cuya oscura proveniencia radica tal vez, como ocurre con -uco, en una variación vocálica sobre -ico. -acho Es igualmente peyorativo y sólo a veces indica «aumento» del concepto expresado por la base: covacha, poblacho, populacho, rica-cho. Puede que tenga el mismo étimo que el peyorativo -azo, pero ha penetrado en espaňol a través del mozárabe (donde -ätiö > /átfo/). En todo caso, hoy es bastante inusual y carece de rentabilidad. LÉXICO 323 -ajo Es fuertemente peyorativo: cintajo, latinajos, pequeňajo, trapajo. Suele dar lugar a lexicalizaciones: cascajos, estropajo, rodaja. Es probable que descienda de -aculus: la -A- pertenecia originaria-mente a la base, en tanto que la -c- era el interfijo que se precisaba para unir a ciertas bases los sufijos diminutivos (véase -ejo e -Wo más arriba). Puede también representar una variante de -ejo y/o -ujo. -ujo Es siempre peyorativo y, en ocasiones, diminutivo: blandujo, ramu-jo, ramuja, tapujos. Ofrece una productividad limitada y su origen es semejante al de -ajo. El espaňol presenta muchos otros sufijos peyorativos, pero resultan escasa-mente rentables; en algunos casos aparecen construidos sobre no más de un radical. Entre ellos podemos incluir: -ängano (curángano), -ango (querindango), -astre (pillastre), -astro (camastro), -engue (blandengue), -ingo (seňoritingo), -orio (papelorios), -orrio (villorrio), -orro (chistorro), -ute (franchute), -uza (gentuza). Debemos tener en cuenta que dos o más sufijos afectivos (y, en menor medi-da, los responsables de la derivación léxica [4.14.2.1]) pueden acumularse y estar unidos a una sola base. Tales secuencias de sufijos consisten generalmente en la combinación de elementos con la misma o semejante cualidad afectiva: chiquiti-llo, chiquitin, riachuelo, valentonazo. Cuando existe un aparente conflicto de va-lores afectivos, lo acostumbrado es que el primer sufijo se combine con el radical y dé lugar a una forma lexicalizada, de suerte que sólo el segundo mantiene su valor afectivo: saloncito, caperucita. Ya se ha seňalado la presencia (y origen) del interfijo -(e)c/z- (véase -Mo, -ejo, más arriba). Aunque proviene de la combinación entre -ellus y una base que no terminaba en -us o -A, y continúa en tales formas (p. ey,florecilla), en el curso del tiempo ha ido extendiendo su uso de dos modos. En primer lugar, hay ocasiones en los que el interfijo ha terminado por utilizarse ante otros sufijos apreciativos (ladronzuelo.florecita); en segundo lugar, hay muchos casos en que el infijo ha acabado usándose incluso con bases terminadas en lol o /a/: manecita, huertecillo, pueblecito, viejecito, etc. Esto ultimo suele producirse cuando el radical muestra un diptongo al final o en la penúltima sílaba, pero está lejos de ser aceptado de forma universal en el mundo hispanohablante; asi, en general, el espaňol americano y el canario prefieren las formas sin interfijo (manita, huertito, pueblito, viejito). Un examen más detallado de la história de los «diminutivos» desde la Edad Media, se encuentra en Gonzalez Ollé (1962) y Náfiez (1973). Para más detalles sobre el valor actual de los sufijos aquí estudiados, véase Alemany (1920) Alonso (1935), Alvar y Pottier (1983: 363-380), Gooch (1970) (de este ultimo se han tornado muchas observaciones). 324 GRAMÁTICA HISTÓRICA DEL ESPAŇOL 4.14.3. COMPOSICIÓN La creación de nuevo vocabulario a partir de dos o más lexemas es hoy un proceso relativamente frecuente en espaňol. La composición puede revelar dife-rentes grados de fusion entre los elementos que participan en ella: desde la simple yuxtaposición (el segundo elemento modifica al primero, p. ej., třen correo, ciu-daddormitorió), pasando por launion sin modificación (p. ej., sordomudo, abrela-tas, tocadiscos) y por la union con modificación en /i/ de la vocal final del primer elemento (p. ej., machihembra, rojiblanco), hasta llegar a la composición parasin-tética, en la que dos lexemas entran en composición al tiempo que se aňade un sufi-jo (p. ej., estadounidense, sietemesino). La clasificación que hemos adoptado se basa en la ŕunción gramatical de las palabras combinadas; traeremos ahora a cola-ción ejemplos de los diferentes tipos de composición que acabamos de indicar, precisando, además, la clase de palabras a las que pertenecen los elementos inte-grantes. Sustantivo + sustantivo. Es normal que el segundo sustantivo modifique al primero: perro guardian, hombre rana, buque-hospital, aguamiel, telaraňa, zarzamora. En formas como aguanieve, machihembra, puercoespin, parece considerate que los dos elementos están coordinados más bien que uno (el segundo) muestre subordinación al otro. Es posible apreciar la composición parasintética en salpimentar. Sustantivo + adjetivo. Este tipo produce, por una parte, expresiones nominales coordinadas (p. ej., aguardiente, bancarrota, camposanto, guardia civil, No-chebuena) y, por otra, un gran numero de expresiones adjetivales cuyo segundo elemento se encuentra subordinado sintácticamente al primero (p. ej., barbirrojo, cariancho, cejijunto, corniabierto, cuellilargo, maniabierto, ojinegro, patizambo, peliagudo, puntiagudo, rabicorto; cabizbajo representa sin duda una modificación de un anterior *cabezibajo, que seguia este modelo). Adjetivo + sustantivo. En este caso, nos enfrentamos a expresiones coordinadas que funcionan como sustantivos: bajamar, cortocircuito, cortometraje, extremaunción, mediodía. Adjetivo + adjetivo. El resultado de la composición entre dos adjetivos (inevitablemente de tipo coordinante) puede dar paso a un adjetivo nuevo (agri-dulce, rojiblanco, sordomudo, verdinegro), o a un sustantivo (altibajos, claros-curo). Verbo + sustantivo. Este tipo, en el que el verbo es imperativo o presente de indicativo y el sustantivo funciona como su complemento directo, ha sido usual en el espafiol de todas las epocas: abrelatas, aguafiestas, cortaplumas, cortafuego, espantapájaros, guardacostas, guardarropa, hincapié, pasatiempo, picamaderos, portaaviones, portavoz, rompecabezas, rompehielos, sacacorchos, saltamontes, tragaperras. Con menor frecuencia, el sustantivo no funciona como complemento LÉXICO 325 directo del verbo, sino que desempeňa otros papeles: cortafrio, girasol, trotacon-ventos. Pronombre + verbo. Es poco habitual, pero aparece en una expresión tan comun como quehacer. Verbo + verbo. Tales combinaciones coordinadas, con o sin la copula /U, dotan a la lengua de nuevos sustantivos: duermevela, pasapasa, de quitaipôn, vaivén. Compuestos sintagmáticos. Estos compuestos, todos con ŕunción nominal, provienen de diversas secuencias de palabras que se runden en el habla: ciem-piés, correveidile ~ correvedile, hazmerreir, metomentodo, padrenuestro, tente-mozo, tentempié. Además de los tipos de composición hasta ahora estudiados, encontramos otro, de origen reciente y relativamente frecuente en la actualidad, que representa una posición intermedia entre la composición y la prefijación. Un «prefijoide» (un elemento que suele terminar en /o/, pero también en /i/ o /e/, y que generalmente ha sido tornado a través de la escritura de un sustantivo o adjetivo griego o latino) se combina con un segundo elemento, que puede ser una palabra patrimonial o un préstamo. Se ha sugerido que la profusion de tales formaciones en nuestros dias es una manifestación de la influencia del inglés sobre la lengua espaflola (Pratt 1980: 186-189). Entre estos «prefijoides» podemos incluir aero-: (aerofotografia), am-bi-: (ambigenérico), archi-: (archiconocido), auto-: (autorretrato), bio- (biome-cánica), electro-: (electrodomésticos), euro-: (eurocomunista), ferro-: (ferroní-quel),filo-: (filosoviético), hidro-: (hidroelectricidad), macro-: (macroempresa), micro-: (microfilm), mono-: (monocarril), moto-: (motosegadora), multi-: (multi-grado), núcleo-: (núcleo-electricidad), poli-: (polideportivo), proto-: (prototipo), radio-: (radiofaro), semi-: (semidesnudo), tele-: (teledirigido, telediario), termo-: (termonuclear), tri-: (tricolor), zoo-: (zoogeografia).