CULTURA
TRADUCIR:
Un nuevo triunfo de Janacek para el TEATRO REAL
EL caso Makropulos
La acción tiene lugar en la Praga coetánea a la escritura de la obra, pero existe un elemento fantástico en una trama por lo demás naturalista: su protagonista (Emilia Marty), una soprano, confiesa al final de la obra que lleva trescientos años cambiando de nombre (aunque manteniendo las iniciales E. M.) y de nacionalidad, conservando su lozanía y la belleza de su voz gracias a una poción para conseguir la inmortalidad que, a instancias del Emperador Rodolfo, fue ensayada en ella misma (en el siglo XVI, llamándose entonces Elina Makropulos) por su padre, Hieronymos Makropulos, el médico autor del descubrimiento. La trama completa se ocupa de la estrategia que Emilia Marty adopta, seduciendo para ello a cuantos hombres quedan hechizados por su belleza, hasta conseguir un documento: la receta del elixir que en principio desea para hacer uso nuevamente de ella y poder volver a conservar su juventud trescientos años más, pero que finalmente rechaza emplear al reparar en el tedio de su vida interminable y su consecuente indiferencia ante cuanto le rodea.
Durante la obertura, una pantalla cinematográfica proyecta fragmentos de Sunset Boulevard (Billy Wilder, 1950), de King Kong (en la versión original de Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, 1933) y reportajes sobre Marilyn Monroe. De este modo, el director identifica a Marilyn (imagen, entonces, de la Marty: insatisfecha e icono) como víctima y verdugo. Víctima como la actriz rubia que subtituye a Bella y que matará King Kong en su presentación en Nueva York; verdugo, como el papel de la estrella de cine crepuscular Norma Desmond (quien mata a su enamorado al comprobar que su amor no es recíproco), que interpreta Gloria Swanson en la película de Wilder. En efecto, si la Marty es una mujer extraordinaria fría (no se lamenta porque uno de sus pretendientes se haya suicidado por no poder consumar su amor por ella) que se sirve de sus encantos para lograr sus objetivos, no es menos cierto que es víctima de una vida que no le conduce a ningún otro placer que el reconocimiento público de su arte vocal.