LA GRAFÍA Introduction Normalmentc, en los manuales de história de la lengua espa-ňola no se dediča un apartado específko a la grafía, sino que se hacen las observaciones que sc consideran pertincntes al hilo de las cuestioncs fonélicas1. Desde luego, no se puede afirmar que la grafía sea un nivel propiaraente linguístico, equiparable a los niveles fonético-fono-lógico, morfológico, sintáctico o léxico. pero para el estudio dia-cronico de una lengua sc háce imprescindible trazar de forma paralela una história de la escritura, pues sólo a través del cono-cimiento de los usos gráficos podemos reconstruir la lengua del pasado. Dado el carácter cultural de la escritura, su evolución no su-cede de manera gradual e inconsciente, sino por la decision de unas pocas personam que proponen u ordenan unas determínadas reglas graficas para la representation de los sonidos y las palabras. Esta estrecha relación con el nivel tonético y, por otro lado, la na-ruraleza convencional de la grafía, que obliga a su descripción en periodos de tiempo acotados, háce que este capítulo sirva de bisa-gra cntre la evolución interna y la história externa del espaňol. La breve história de la ortografia que aquí ofrecemos permite conocer las principales caracterísúcas de la escritura del espaňol a lo largo de los tiempos -facilitando asi la lectura de los textos originales- y, lo que es igualmente importante, pennite explicar cómo se ha llegado a la configuraeión actual de la ortografia espa-ňola; comprender por qué unas palabras se escriben con by otras ' Si lo hacen Fuľheniqiir y Martinez (2003) i!:l EVOLUCIÓN E IHSTORIA DE LA LENGUA ESPAŇOl A con v, unas con g y otras con j, unas con h y otras sin clla. puede ayudarnos a tener un mayor dominio de la ortografia. 8.1. Lengua hablada y LENGUA ESCRITA' La relacion entrc oralidad y escritura es de trascendental iin-poriancia en los estudios de história de la lengua, pues el inves-tigador no tiene más testimonio de la lengua antigua que los do-cumentos escritos. La cor recta interpretación de las soluciones gráficas en su contexto geográfico y temporal es, por tanto, una premisa para poder conocer cómo era la lengua en el pasado. Esta atención a la grafemática (valoración fonética de las grafías) no ha sido siempre, sin embargo, una prioridad en los estudios de história de la lengua espaňola, si bien la situation ha cambiado en los Ultimos aüos. Las escrituras de tipo alfabético, como la del espaňol, denen como prineipio rector la correspondencia letra-fbnema, esto es, que cada fonema se represente con una única grafía y que a cada graiia le corresponda una única realizáciou fónica. A pesar de que el fundamento de las escrituras alfabéticas sea el establecimicnto de la relación no en el nivel fonético, sino en el fonológico3, procesos como la fonologización, desfonologización y transfonologización hacen que no siempre sea posible establecer el sistema fonológi-co de una lengua en un momento determinado, y que se prefiera hablar del valor fonético de las soluciones gráficas. Asi, en muchas ocasiones no podemos saber con certeza sijjes grafías representan dos fonemas diferentes, dos alófonos del mismo fonema o un único valor (por ejemplo, la pareja b/v en la Edad Media). Es obvio que los cambios lingúísticos, constitutivos de toda lengua, provocan continuas reestructuraciones del sistema fonológico que la escritura refleja tardíamente o que no Uega a reflejar, lo que se uaduce en una constante modificación de los sonidos asignables a las grafías. Este conservadurismo gráfico se ve favorecido por el prestigio que emraňa el propio acto de la escritura, por lo que los 1 V. Torrens (2002: 4»*0). 1 Una cscriiura de este lípo de be esiar consiiluida por un invenlario cerrado de elcmcn-ios que relleje la conciencia linguíslica del habtaiiir y que se mantenga esiablť resperto a lodos los faclores que conlliiycn en las multiples rcalizadoiics fónicas de cada acio coii-erew de babia. t LA CRAFÍA I ľ,;, buenos eseribientes pueden mantener repartos gráŕicos antiguos que en su presente carecen de respaldo ľónico4. Por otro lado, aparte de la lentitud de las reformas ortográficas, cstas no siempre tien-den a una mayor correspondencia entre lengua oral y eserita. Asi, nuestra ortografia actual es, en muchos aspectos, el resultado de la restauración de grafías etimológicas llevada a cabo por la Real Academia Espaňola en contra de una tradición de siglos de escritura más fonética {v. 8.3.4). No tener suficientemente en cuenta el carácter conventional y cultural de la escritura como sistema de representación de la lengua puede llevarnos a contemplarla, como se ha hecho a veces, como una transeripción de la oralidad, y a interpretar el polimor-fismo gráfico característico de los primeros aňos de escritura romance como índice de los titubeos propios de una lengua en formáciou, olvidando que una lengua es madura en todo momento para sus hablantes. En el exiremo opuesto, podemos vernos tenta-dos a interpretar toda alternancia como simple vacilación gráfica debida a la impericia de los copistas, y a pasar por alto casos reales de variación linguística. 8.2. LOS ORÍGENES DE LA ESCRITURA ROMANCE En los orígcncs de la escritura en romance, los eseribas tu-vieron que adoptar un sistema preexistente, el latino, para la representación de una lengua distínta. Esto les obligó a realizar diferentes intentos más o menos afortunados para establecer unos nuevos usos gráŕicos. En cualquier caso, no podemos olvidar que no sólo se ha producido una cvolución histórica de las soluciones gráficas, sino -lo que es más importante- de la propia concepción de la escritura y de los criterios que la rigen (Torrens 2002 y 2003). Por ejemplo, la modalidad paleográfica empleada o la posición de la letra en la palabra eran factores de gran importancia para la selec-ción gráfica durante la primera mitad del siglo xm. En cuanto a la fecha de aparición de la escritura vernácula en la Peninsula Ibérica, las primeras muestras de documentos escritos en una mezcla de latín y romance son de mediados del siglo x, * Hoy toda persona eorreeiamentc altabeti/adasabe cmplear byu>gyjo Ay0ape&"* de que esias oposiciones gráficas no se correspondan con oposiciones fonológicas vigeiitcs. 166 I V( N I.C1ÓN E HISTÓRIA ]>E LA LKNGU A ESPAŇQLA pero antes del siglo xiit no hav un uso generalizado del romance eserito en detrimento del latín. Ami asi, no hay que olvidar que el manejo de la técnica eserituraria estaba al alcance de unos pocos, los notarios, eseribanos y copistas, que tenían tai tarca por oficio, lo que explica el cseaso numero de manuseritos autógrafos, de los que no hay testimonios en latin hasta el siglo xi o en francés hasta mediados del siglo xiv. Esros primeros documentos eseritos en una modalidad linguís-lica romance no pueden identificarse, conio hemos apuntado, con el nacimiento de dicha lengua, que con seguridad se hablaba desde mucho uempo atrás. Pero, <;por qué no hay testimonios mls tempra-nos, si generaciones de hablantes ya utilizaban el romance? Para rcspondcr a esta pregunta recurriremos a la teória de R. Wright (1988)^, según la cual los documentos eseritos en latín de los siglos ix-xi se leían a la maiiera romance; o, Iô que es lo mis-mo, sólo cxistía una lengua, cl romance, que se escríbía a la maiiera antigua (el latín). La lengua hablada había seguido su eurso y se había transformado en romance, mientras que la eseritura no había evolucionado y se había convertido en una eseritura hasta cierto punto logográfica: en lugar de leerse letra a letra", se lcía por palabras eompletas. Con las reformas carolingias del aňo 800 realizadas por Alcuino se reinventó la lectura del latín, haciendo que se volviera a asignar un sonido a cada letra (es cl Uamado latin medieval), por lo que lue necesario un nuevo sistema de eseritura para representar la lengtta hablada. En cl caso de la Peninsula, la reforma del latin medieval llegaria un par de siglos mas tarde, de modo que hasta esa fecha la eseritura "latina" seguiría represen-tando cl habla vemácula. La teoría sobre la eseritura logográfica del romance primitive ha sido llevada al extremo por otros investigadorcs más que por el propio Wright, y se han propuesto equivalcncias eiitre lengua escrita y oral nuiy dificiles de sostener (por ejemplo, que domusse leyera cfísa). Pero en su version moderada, ha supuesto un revul-sivo para la iitterpretación grafemática de los documentos de los origenes y aim posteriores, pues hoy se entiende que la alternan-cia de grafias romances y latinizantcs no implicaba necesariamen-te una variación fonética real. ' Si* airihuyc est» leoría a Wrighi por wr quioii mcjor In ha drsarrolltfdo y aplicado, pc-ro cl punlo rt<- pjinida comaba con utitn'edemei- *~ \A GRAFÍA 167 8.3. Breve história de la ortografía espaňola La manera como una sociedad entiende la relación entre la lengua que habla y la eseritura que utiliza para su representación varia a lo largo de la história, de ahi que tan ímportante como co-nocer las convenciones gráficas por las que se rige la eseritura de una lengua en un determinado momento y lugar, sea compren-der las ideas o criterios que las sustentan. Intentaremos esbozar un breve recorrido de las tendencias ortográficas que dominaron en los principales periooos de la história de la eseritura. 8.3.1. Desde los origenes hasta mediados del siglo xm Acabamos de ver que en los inicios de la eseritura del romance, los escribas tuvieron que hacer uso de un mismo alfabeto, el latino, para escribir lenguas distintas: el latín y las diferentcs varie-dades románicas. Esto les llevó a ensayar diversas soluciones gráficas para representar los nuevos sonidos de los que el latin carecia, soluciones que coexistieron con el respeto a la grafía etimológica, por lo que fue habitual que palabras en apariencia latinas salpica-ran textos dc morfosintaxis claramente vernácula. Al carecer la manuseritura medieval del carácter normativo que asigna una determinada forma escrita a cada palabra, coexisu'an di-ferentes normas o tradiciones de eseritura (las scriptae), asociadas, por lo general, al saiptorium en el que se había ľormado el eopista. Kl escriba medieval debia elegir entre las distintas soluciones que estaban a su disposición, todas ellas posibles, y optaba, bien por una eseritura adaptada a la fonética de su tieinpo, bien por los hábitos gráficos heredados, y todo ello dentro, incluso, del mismo docu-mento, lo que conťería a la eseritura de esta época una apariencia caótica. Estos sistemas de eseritura romance no so basaban exclu-sivamente en la correspondencia letra-fonema, y asi, por ejemplo, el tipo paleográfico determinaba en buena medida el sistema grá-fico, de manera que la eseritura gótica empleada en los códices de la priniera mitad del siglo xm muestra usos más arcaicos que la eseritura documental coetánea. En otros casos, la eleeción de algunas grafias dependía del contexto gráfico en el que aparccían y no de su valor fonético, como es el caso del reparto entre y e i, 168 EVOLUCION E HISTÓRIA DE LA LENCLA ESPANOLA que com en tare mos más adelante junto a otros aspectos concretos de estas escrituras arcaicas (v. 10-8). 8.3.2. La "norma alfonsi" A partir dc aproximadamente 1250 -aunque con claros antecedences en los aňos veinte y treinia del mismo siglo (Sánchez-Prieto 1996)-, la conocida como "norma alfonsi" constituyó im primer y firme intento de normalization grafica; al comienzo se empleaba sólo en la cancilleria real castellana, pero poco a poco se extendió a otros centres de production de doeumentos, aunque no de forma sistemática. Su principio rector era la corres-pondencia biunívoca letra-fonema, lo que acabó con gran parte del polimorfismo caracieristico de la escritura anterior, y siguió sieiido modelo para propuestas reformistas posteriores. En esta escritura se procura que las oposiciones fonológicas vigentes, la mayoria limiladas al contexto intervocálico, tengan un reflejo cla-ro, como es el caso de las bilabiales, representadas b (oclusiva) / v (fricatíva). y el complejo sistema de sibilantes sordas y sonoras, expresadas mediante s (sonora) / ss (sorda) para el orden de las alveolares, z (sonora) / c(e, i) - c{a,o,u) (sorda) para las dentoal-veolares, y g, i {j) (sonora) / x (sorda) para las prepalatales. Otras consonances palatales también hallan una representación gráfica cstable, como nn o n con lineta abreviativa, ch, U o y. Estos esfuerzos de regularización gráfica no tuvieron en nin-gún caso carácter normativo, ni siquiera dentro de la producción alfonsi. como lo demuestran los propios textos emanados del scriptorium regio: las variedades regionales de traductores y escribas, el mantenimienlo por parte de estos Ultimos de determinados usos gráficos aprendidos e, incluso, el gusto por la varialio haccn que ni siquiera estas obras sean perfectamente coherentes en su sistema de escritura. No obstante, a pesar de ias muchas imperfec-ciones con las que se Ilevó a la practica, este canon ejertió gran influencia entlas scriptae coetáneas y posteriores, eontribuyendo con gran fuerza a la normalización y progresiva estandarización del castellano. LA CRAFÍA 159 8.3.3. Gramáticos y ortógrafos del Rtnaämiento Desde finales del siglo xv y muy especialmente a lo largo de los siglos xvi y xvii, muchos gramáticos teorizaron por vex pri-mera sobre la ortografia como sistema de representation de los sonidos y fonemas de la lengua hablada, y propusieron reformas ortográficas en aras de una mayor adecuación entre ambas ma-nifestacioncs dc la lengua, a la vcz que censuraron determinadas pronunciaciones por considerarlas incorrectas6. Esta necesidad de njación grafica no se entenderia sin la difusión social de la escritura, posibilitada, a su vez, por el u so de la imprenta. Los libros se abarataron, las copias se multiplicaron y la lectura comenzó a ser algo que estaba al alcance de muchas más personas. El Renacimiento fue, asimismo, la época en la que las lenguas vernáculas alcan/.aron una alta consideración, si bien la lengua de cultura era más que nunca el latin. Esto explica que las primeras gramáticas de lenguas romances fueran, en realidad, manuales para la enseiianza dc la lengua a cxtranjeros o herramientas para facilitar el posterior aprendizaje del latin, que tentan la lengua clásica como modelo de comparación y deseripción. La ortografia era una de las partes de estas gramáticas, sin duda, la más propensa a ser objeto de diseusión y de propuestas reformistas, lo que condujo a varios intelectualcs del momento a cscribir su's propios tratados de ortografia. La nómina de obras de los siglos xv al xvii es muy extensa7 y, quizä por esta razón, ningu-na de las reformas Uegó a contarcon un respaldo significativo; dc hecho, ni los propios autores aplieaban con rigor las convencio-nes por ellos defendidas. El resultado fue que la escritura de este periodo resultó más anárquíca que la de los siglos anteriores. No obstante, el fonetismo que ya había propugnado la cancilleria castellana en el siglo xin volvió a convertirse en principio rector de muchas de las propuestas de normalización ortográfica, si bien coneretado de muy distinta manera según cada una. Los n Ccnsuras que hay que observar con cautela, dada la tendencia natural al conservadu-rismo íonécko de estos estndiosos. ! E) Arle de tttwar (1433) de Enrique de Villcna es el ensayo más antiguo. pero fueron las obras de Antonio de Nebrija (ta Gramátua de la lengua cattetiana, de 1492. y las Ftyias de ort/tographía en la lengua caslellana. dc 1517) losprimcrosgrandcs traiadm sobre cstacucs-lión y cl punto de partida de irabajos posteriore*. Pedro de Venegas. Cristobal de Villalôn, Juan Lopez de Velasco. Matco Ale-man. Con/alo de Corrcas o Juan de Robles son algunos de los atnorcs más destacados. ITU EVOLUCIÓNI HISTÓRIA DE LA LBNCUAESPAŇOU h u man i s tas pusieron su mirada cn |a Antigňedad dásica y, en concreto, <'ii Quintiliaito, cuyo principio ortogiáfico fiic cnundado siglos después poi N'ebrija de la siguienie forma: "assí tenemos de escribir como pronunciamos: i prominciar como escrivimos: por que -netismu Ilcvó a Nebrija, por ejemplo, a proponer para el fonema /k/ el empleo exclusivo de 1* anie cualquier vocal, suprimiendo del alíabcto la ky la q, regia que, sin embargo, jamás puso en practica cn suš escrílos. Sin dudá. el defensor más radical -aunque no por ello total-men te consecuente-de la tendencia al fonetismo fue Gonzalo de Convas, quien en su Ortografia kastóUana nueva i perfecta (Salamanca, I 630) lerlujo el alfabeto a veinticineo let ras al suprinnr la ť" v la q. cuyos valores se nSpartian (; para la interdental sorda y k para la velar oclusiva ante cualquier vocal); lay, pues .vsr bastaba para ľepresentar l;i fricativa velar; o la v, incluso en su empleo conso-nántíco. Vn breve texto de su obra bastará para comprender la revolúciou que siipom'a sa reforma ortográfica: Kii.iiiii» mas i.i/il sera ■■' niflo i al maior, saber solas u-ínu- i /into It-1 raš. kr le daremos, para leči i cskrivh en Kastellano perfctamente, ke tanto cmba- Oiros, por el contrario, postularon la vuelia a las grafias latinas etimológicas, como <'s el raso deJuan de Robles, másimo oponente de (»on/alo de ( an leas. 8.3.4. I.a Heal Academia Espaňola y el dimeter oficial de la esrritura La Real Academia Kspaiiola se futida en el ano 1713 y comien-za entonces una serie de refoniias ortográlicas que persiguen la mm pleta regularización de la escritura y su constitución como única norma oficial. Esto no sucederá hasta 1844, íecha en la que la reina Isabel II dec lata obligatoria la enseňan/a y el apirndi/aje de la ortografia académica en las escuelas del reino, orden dada de nuevo por Alfonso XII en 1875 (Mariine/ de Sousa 1991:43). La primera obra monumental de la Real Academia lue el Dir donatio de ta lengua raste/lana, conoeido com« Dicciottario de Aulo ridades (1726-17.19), en cuyo prólogo se establece^los crilerios de la ortografia académica, imprescindibles para la redaction de LACRAFÍA 171 un diccionaiio. Más tarde se rceogei ran v desai Tollarían en la primera Orlhographía (1741) y en la priniera edieión cle la Gramática casteUana (1780). Desde eslas fechas son třes los princ ipios que se enunrian cx-plícitamente como fundamento para la ortografia espaňola; el l<>-nétieo, es decir, la coi respondentia con la pronunciation; el eti-mológico, que restituye lasgrafías latinas; vel del uso, que respeta aquellas convencioncs luei lemeiite asentadas (»ji la iraclieión de los grandes eseritores. l)e entre ellos. va a predominar el princi-pio etimológico, con algunas qmcesiones al uso. La consetucn-cia inmediata va a ser la restitution de muchas grafías v grupOS CUltOS contrarius a la realizáciou lonéiica. pero clentro de unos márgenes que liacen de nuestra ortografia actual una cle las más seiicillas v toheícntcs. ľor (;jemplo. enire las primeras medidas adoptaclas en el Úglo win estuvieron la limitation de iy u a los usos vocálícos, la elimináciou de la < y la supresión de consonantes geminadas. Al mismo liempo. se acudió a l.i etimología para maniencr o restaurar deter-minadas gralías, coino el reparto de Ay v {amava —* antabä), la h initial (aver-* halm) o dígrafos etimológicos (cathatko, orthographia), y se man t u vo v con valor vocál ico en helenismos (ydolo). Ya en el siglo \t\ se supihuio la mayoría de losdígrafoscon A, se simplificaron los grupos rultos de mix has palabras v se eliminó la .v como grafia de la fricativa velar x . cuya representation inediante /o ^intentant seguir crilerios etimológicos. I-a ultima eclición de la Ortografia de la lengua espaňola, revisada por todas las Acadeinias de la Lengua Espaňola. es de 1999. Kn ella se aprecia. conio en otros proyectos academicos retienies o en mar- cha, la búscpieda de una norma panhispánica que- respete la diversi-dad de variedades dialec tales sin comprometer la unidad básira del espanol. cle ahí que en algunos casos admita dos variantes gráŕicas distíntas según la pronunciación del hablantey su propia cone iencia linguistic a. A lo largo de los Ultimos siglos ban sido nmclias las propuestasde reforma alternativas a las normas atadémicas. generalmente orieti tadas a un mavor ľonetismo y a la simplilicacicm de la ortografia. Numerosas voces se han al/aclo en contra cle mantener Itis repartos e/q/k, g/giio h/&,0 ladistinción en ire //v i; gyj, y y //, o incluso entre t, ' \ v, por estai generalizácia en gran parte del mundo bispánico la 172 EVOLIXION E HISTÓRIA DE U LENGUA ESPAŇOLA realización /s/8. A veccs se proponen también signos alternativos a los dígrafos. En cualquier caso, počas de estas propuestas han tenido una repercusión más allá de los ámbiios académicos, y nadá hace pensar que vaya a producirse en un futuro proximo una reforma ortográfica de cierta envergadura. S. 1. N'OIAS SOBRE I.A HISTÓRIA Dl \LG1 WAS LETRAS Y DÍGRAFOS b: es un problema ortográfico el uso de la b (be) y la v (uve), pues ambas letras representan el mismo fonema bilabial sonoro / b/, que se realiza oclusivo en posición iniciál absoluta o tras nasal y fricativo en los demás contextos. En general, la distribución actual de by u es etimológica, esto es, respeta el empleo que de ellas se hada en latín, lengua en la que representaban fonemas distintos; de hecho, en latín tardío v (en realidad eserita u) se consonantiza, pero con anterioridad co-rrespondía a la semiconsonante [w]. Ya en castellano, by use opu-sieron durante siglos en posición intervocálica (la coalescencia en posición iniciál se produjo pronto, en el siglo xm), de manera que se usaba v (eserita mayoritariamente u) para el fonema fricativo en las palabras que en latín tenían -v-, -b-: habere > aver'ha-ber\ debékľ > dever *deber', incluso también a veccs en los grupos con líquida (labokare > lavrar - fobrar), si bien en ešte contexto ya en la Edad Media se preŕirió la b (salvo cuando la secuencia vr se debe a la síneopa vocálíca romance, como en los futuros sin-téticos avrá 'habrá', vivrá 'vivirá'). Una vez perdida la oposición fonológica, las muestras de coníWón gráfica fueron en aumento y la eseritura de estas dos leiras llegó a ser caótica. No obstante, los gramáticos del Renacimiento, con su mirada puesta en el mundo clásico, se esforzaron en defender la existencia de una distinción fonética entre by v (ésta labiodental), distinción que, según ellos, se conservaba de manera ininterrumpida desde el latín, aunque muchos reconocían que las confusiones eran lo habitual. Esta de-fensa de la conveniencia de diferenciar los sonidos fue asumida por la Real Academia, según recoge en sus ortogralías y gramáticas anteriores a 1920, a la vez que desdc la publicación del Dicáonario 8 También hay zonas disiinguidoras de la palaia) ccniral /j/ y la lateral A/, si bicn pocos mucstran reparosen climinar c\ digrato !L t — LAGRAFÍA ,7:í \ de Auloridades restituyc el reparto etimológico latino de estas dos letras (con algunas excepciones. como boda < vota), intentando asi acabar con el caos ortográfico dominante. Desde el siglo xix bastantes orlógrafos han propuesto la eliminación de v para evitar los errores gráficos. £• el uso actual de la polyvalente c puede resultar algo comple-jo, pues entra en distribución con z y con qu (y excepcionalmente k) para representar los fonemas /k/ y /0/, según la vocal a la que se anteponga. No obstante, el uso de estas letras no tiene por qué dar lugar a errores, salvo en contados casos en los que, por razo-nes etimológicas, se utiliza una grafía no esperada (v.i. z). En latín clásico cposeía siempre el valor de /k/, pero en el latín tardío palatalizó ante las vocales e, i, y ya en romance se trans-formó en una sibilante dentoalveolar sorda. Para representar cste mismo sonido ante las vocales no palatales a, o, u, hacia la segunda mitad del siglo xm comienza a emplearse un nuevo signo, inexistente en latín: £ g: la c con cedilla, letra de história muy complieada, existió en el abecedario espaňol hasia 1726, fecha de la reforma académica en la que se acordó su supresión. Su origen es una z de la eseritura visigótica que presentaba un rasgo en forma de copete en su parte superior, copete que se fue desarrollando hasta que la letra ädquirió la forma de una ccon una pequeňa tsuserita. Pero, como se ha indieado antes, hasta la segunda mitad del siglo xm esta letra apenas se emplea y es con la norma alfonsí cuando ť y ese reservan para representar la sibilante dentoalveolar sorda, la primera ante n, o, u y la segunda ante e, i, distribución que pronto dejará de respetarse, al extenderse el signo fante cualquier vocal. Cuando la sibilante sonora correspondiente, eserita z, pierda su sonoridad, c-f y z comenzaián a coniundirse y a utilizarse indis-tintamente, hasta que la Academia decida la eliminación de f y el reparto actual entre c y z para el sonido interdental. ch: ešte dígrafo para la consonante palatal afrieada, sonido inexistente en el latín clásico, fue adoptado con éxito por el cas-tellano pasadas las primeras décadas del siglo xm y tras primitivos ensayos con otras grafías simples o complejas (i, gg, ci...). A veces también se empleó para /k/ en los textos arcaicos (cVir'que', chosa 171 KVOU.'C.ION F HISTÓRIA DE 1j\ I.ENGUA ESPANOl A 'cosa') v durante largo tiempo en algunas voces que lo presen-taban ya en latín, como cherubín. El hecho de que la secuencia c + h represente un único fonema hizo que se sintiera como una unidad ya desde antiguo, lo que solía marcarse con una Hněta horizontal que cru/aba el astil de la // v que cubria la c. También recibió nombre propio, ehe, y el Diccionario de la Real Academia Espaňola en su edición de 1803 decidió separar las palabras con ch- de la.s resiantes con í-, posponiéndolas a lodas estas y dándo-le, asi, entidad de letra diferenciada. Este cambio de ordenación rompía los criterios lexicográficos de los diccionarios de las demás lengtias de alfabeto latino, por lo que en 1993 se acordó subsanar la anomália (Salvador y Lodares 1996: 48). g: esta letra representa dos sonidos distintos, /x/ ante e, i, en competencia conj, y /g/ en las combinaciones go, gue, gui, go, gu, único valor que poseía en latín clásico, de manera que oe, gi se leian como ahora en espaňol gue, gui. Ya en la escritura alfonsí se uůlizó la -m- para indicar dicha pronunciación con las vocales pa-latalcs, grafía que servía para represeniar la secuencia /gue/ en voces como aguero 'agüero'. El aňadido de la diéresis para indicar la realization de la -u- es costumbre que no aparece hasia el siglo xvii, época en la que, al mismo tiempo, era muy normal trocar la h- en g en palabras como giievo 'huevo' o giierto ' huerto', relle-jando asi la pronunciación real (volveremos sobre esta cuesuón al tratar de la h). En cuanio al valor /x/ dc la letra g, hay que seňaiar que en el paso del latín al romance, la t; seguida de vocal palatal sufrió di-ferentes evoluciones según su posición en la palabra: en iniciál se perdió (Germani > hermano, gingiva > encia) yen interiordio/j/ (fägea >faya > hay a), de manera que los únicos casos en que la g ante e, i del latín se conserva en espaňol, primero como prepalatal sonora /3/ y después como fricativa velar /x/, son cultismos o semicultismos (general, genio, imagen, tôgico). También se mantuvo la grafía getimológica en verbos como coger< COLUGERE,ßngir< fingere o proteger< protegkrk. F.n la Edad Media su empleo fue mucho más amplio, pues la prepalatal (ahora fricativa velar) pro-cedente de la palatalización de L + yod también se escrloía con g, como en muger< muliere o ageno< auenu, ahora can j. Aun asi, la vacilación entre ge i-/'ante vocal palatal fue frecuente en toda época, dada la identidad de su valor a lo largo de la história, y el i a grafía 17", criterio que finalmente i m puso la Academia fue la reserva de g para los casos etimológicos. h: la hache se hizo muda en latín, de manera que ya enionces se vacilaba en su empleo. En castellano medieval es necesario di-ferenciar varios tipos de h, pues unas cran mudas y otras -las que co r respond í an a F- iniciál en su étimo— sí se pronunciaron como sonido aspirado durante más o menos tiempo depeudiendo del area geográfica v la clase social del hablante. La valoración de la hr< F-en la documentation anugua-es siempre diľícil, pues en un mismo texto podian alternar/on«), hornoy omo, si bien fue mayori-tario el empleo de/-> tradición que se mantuvo hasta bien entrado el siglo xv sin correspondencia con la fonética del momento ißjo, fablary faxer, etc.). También tuvo valor ľonéúco de asptración la h con la que se transeribieron numerosos arabismos, enmudecida posteriormente v con posiblidad de eliminarse de la escritura en algunos casos: alhaja, hasla, alheli, albahaca y albaca, alacena y aliia- cena. Más interes para la ortografia tiene la história de la h que jamas se aspiró. Como se ha apuntado, el caráctor mudo que esta letra tiene en el latín del siglo i hace que se climine de algunas palabras y que, por el contrario, se aňada a otras, como humidi's y humor, que pasaron asi al romance (Salvador y Lodares 1990: 90). No obstante, lo general es que en las voces patrimoniales la k-inicial se pierda, con lo que a lo largo de toda la Edad Media y los Siglos de Oro lo normal es escribir aver 'haber', omne 'hombre*. estoria 'história'. No es asi en palabras con her-, como heredady de-rivados, lo que se expHca por la costumbre de escribir abreviada la sílaba y la consiguiente necesidad de poncr la h como soporie de la lineta que suple er. Esu tradición se extendió a la forma hermano < germanii ya en el siglo xiii (recordemos que f> ante vocal palatal se pierde en espariol) y a otras palabras eseritas con he- contra la etimología y en las que no había abreviatura, como hedad'eú'dď, hedificio 'edificio' o hermita 'ermita'. Bien-por el gusto Huini/ante, bien por la conveniencia de marcar el comien/o de hi palabra en las escriiurascui sivas, la h- se empieza a, usar con mayor profusióri a finales del siglo xiv y en el xv. Mención especial merece el empleo de h- amietimológica ante el diptongo /ue/ iniciál procedente de o tónica (huérfano, huerto, hueso, huevo) y que explica el contraste entre huérfano y orfandad, huertoy ortelů- 176 EVOLUCIÓN E HISTÓRIA DE l.A I.ENGUA ESPAŇOLA no, hueso y óseo o huevo y ovalado, por ejemplo. Esta tradición se impuso en el siglo xin y en su momenta respondió a la intención de evitar la confusion con la sílaba ve- (recuérdese que la wrepre-sentaba tamo a la vocal como a la consonante) y quizá también al deseo de preser var la realization /ue/ frente a la menos cuidada /gue/, pronunciación que hubo de hacerse general y que llevó a ortógrafos y gramáticos del siglo xvn a proponcr la grafía gü& (güerto, giievo), hasta que en 1726 la Academia restauró la A-. Por ultimo, cabe seňalar que hasta 1803 fueron habituales los dígrafos con h, como en rheuma, theatro, Christo u ortographía, aňo en el que se decidió su simpliíicación y, en el caso de ph, su sustitución por /(Salvador y Lodares 1996: 95). i: el signo de menor entidad gráfica del alfabeto, hoy limitado a su uso vocálico, ha sido, sin duda, el de mayor polifuncionali-dad fónica. Fue la letra elegida para, sola o en combinación con otras, representar una amplia gama de sonidos palatales inexistentes antes en latín. Asi, por ejemplo, en la primera mitad del «iglo xin podía emplearse para la sibilante prepalatal sonora /3/ (conceio 'concejo'), para la mediopalatal /]/ {caio 'cayó') o, en los documentos más arcaicos, para la africada /tf/ («ar'echar'}. Durante bastante tiempo mantuvo los dos primeros valores, pero poco a poco se fue Hmitando al primero, siendo sustituida por y para el segundo, letra que también la reeinplazó con valor vocálico en determinados contextos (v. i. }')- j: la jota hoy es únicamcnte grafía de la consonante velar fri-cativa sorda /x/, pero hasta hace un par de siglos se empleaba también con valor vocálico. Es más, la j no fue verdadera letra hasta f echa tardía, pues durante siglos fue sólo una variante de i, empleada primero tras otra i (por ejemplo, en fijo 'hijó'), y poco a poco tras otras letras de palos (nj, uj, mj). Algunos manuscritos tardomedievales emplearon una j larga y alta a un mismo tiempo para representar la prepalatal, pero lo cierto es que el reparto entre las distintas formas de i solía responder a criterios palco-gráficos y no fonéticos. Hoy en día se escriben con j, además de numerosas palabras que tenían ger\ la Edad Media (v. s.), todas las que se escribieron con x, grafia de la prepalatal sorda, con algunas excepciones que traiaremos al ocuparnos de esta otra letra. Dada la histórica confusion de i-jy gante vocal palatal, muchos estudio- LA GRAFÍA !77 sos del pasado y del presente han propuesto escribir sicmpre^'y rescrvar g para /g/. U: la sueréé de ešte dígrafo ha corrido pareja a la de ck eleva-do a la categoría de letra (la eile) en el diccionario académico de 1803, fue vuelto a su primitiva consideración de letra doblada en 1993. Hasta mediados del siglo xni fue habitual representar me-diante la grafía simple / tanto el fonema lateral alveolar /l/ como el palatal A/, procedente de los grupos latinos -ll-, pi-, OL-, de manera que para ešte segundo fonema alternaban ailley cale, gallo y galo. Desde comienzos del siglo xiv se documentará esporádi-camente el uso contrario, es decir, ll también para /!/, empleo que šerá f'recuente en latinismos introducidos en el siglo xv (por ejemplo, illustre) y que seírá perdiendo a partir del siglo xvn. ň: letra emblemática del abecedario espaňol, su morfológia deriva de la costumbre de abreviar nn escribiendo una sola n con lineta abreviativa superpuesta, lineta que igual se empleaba en sefíor 'seňor' o ono'ano' que en côde 'conde* o cälauä 'cantaban'. Al igual que en el caso de otros sonidos palatales, fueron varios los ensayos primitivos que se hicieron para representar /v>/, como los etimológicos ni, ng, gn, además de nn, asi como la n simple (de forma paralela a lo que ocurrió con fy r), pero el castellano pronto sc decidió por la cV>ble n, explícita o con una nabreviada. Es difícil precisar en qué fecha puede hablarse de ň como tal letra, pues todavía en el siglo xvi su tilde no difiere de la que abrevia otras nasales en otros contextos o, incluso, otras letras distintas. q: la cu es para algunos una letra y para otros un dígrafo, pues siempre ha de ir scguida de u (que no suena) para sus dos úni-cos empleos: que, qui, correspondientes a las secuencias lónicas /ke/, /ki/. Su uso en lo antiguo fue mucho más extenso que en la actualidad, pues durante siglos se continuó la tradición latina de voces con qua (y menos con quo), con pronunciación de la u, como quando, quanto, qwd, qualro, quota'cuoVá', etc.. contagiándo-se a veces a otras palabras que carecían de el en su étimo (pasqua 'pascua' o quenta 'cuenta'). Menos duradera que las formas con qua /kua/ fue la tradición de escribir con qu etimológica palabras que en romance pcrdieron la articulación de la vocal velar, como nunqua 'nunca', quomo 'como' o quotidiano 'coiídiano*. 178 EVOLUaÓN E HISTÓRIA DK LA LENGUA KSPAŇOLA r: la ere o errc representa una vibrantě simple, torno en pero o cam, o a una vibrantě multiple en posición iniciál absoluta (razón) o iniciál de sílaba tras consonante (honra), fonema cuya representation entre vocales adopta la forma del dígrafo rr(perro, carro). A este sencillo reparto de ry rrpara la multiple, seguido en la norma alfonsí del siglo xm, defendido por Nebrija y dehnitivamente establecido por la Real Academia en el siglo xvrii, siempre se le opuso Otra tendencia: la cle empleai rr para dich» fonema con independencia del contexto en el que apareciera (pěno, rruzón, honrra). También se ensayaron otras soluciones durante la Edad Media, como escríbir fíalta o mayúscula para la vibrantě multiple iniciál y no pocas veces, íncluso, en interior de palabra (Razón, honRa). Pero con anterioridad a todos estos eriterios para diferen-ciar gráficamente los dos fonemas, en la primera rtu tad del siglo xni fue habitual utílizar la letra simple para representar /ř/ en posición intervocalic», al igual que sucedió con /y n, de mancra que podían alicrnar en el mismo document© perroy pero 'perro'. s: la ese represents en el estándar castellano el fonema alveolar fricaiivo sordo, que carece de correlate- sonoro. En la Edad Media si existia una oposición de soiioridad en posición intervocálica, representada mediante s para la consonante sonora (casa, mesa) y el dígrafo ss para la sorda (passar, prissa), mientras que en posición iniciál y final la realization era siempre sorda, escrita s simple durante el siglo xm (sábado, mies- miesses en plural) y ya en el siglo xiv con ss, especialmente a comienzo de palabra, manifes-tando asi el deseo de una mayor correspondencia letra-fonema (lo mismo que oeurrio con rr). No obstante, las confusiones cle \ y ss intervocálicas fueron tempranas, y euando se produjo la definitiva coalescencia de los dos fonemas a favor de la sorda, la gratia que se eligió fue la s sťncilla. En las zonas geográficas en las que se produjo la indistinción de alveolar y dental (seseo y ceceo), los errores ortográficos entre sy c-z empiezan a ser frecuentes desde finales del siglo x*. v.-esta letra represcnta hoy en dia el mismo fonema consonán-tico que b, como ya nemos explicado a propósito de esta ultima letra. Sin embargo, hasta el siglo xvni v no tenia necesariamente valor consonántico, pucs alternaba con m para representar tan to la voca! /u/ como la consonante /b/. He hecho, en latin Vera LA GRAFÍA I 79 la forma mayúscula de u, lo que explica que a lo largo de toda la Edad Media siga usándose mayoritariamente u. Con independencia de su realización fonética, la forma angular v comenzó a em-plearse en posición iniciál de palabra, especialmente si le seguian letras de palos, es decir, de morfológia similar (vno 'uno\ wuir*vi-vir'), lo que ayudaba a evitar posibles confusiones. A medida que la escritura fue haciéndose más cursiva, la v fue ganando terrcno, y no sera hasta la publication del Dicdonario de Auloridades euando se decida utilizar u para la vocal y v para la consonante. x: la equis es la única letra que represents la secuencia de dos fonemas distintos, /ks/, reali/ados [ks] o, más frecuentemente, [gs] en posición intervocálica (taxi), y habitualmente relajados en [s] en posición implosiva (exlrano). Este valor /ks/ fue el uni-co que poseyó en latín, pero en el espaňol actual todas las pala-bras que lo contienen entre vocales son cultismos introducidos tardiamente, pues en las palabras patrimoniales la /k/ vocalize en /i/ y palatalizó la /s/, dando lugar en el castellano medieval al fonema sibilante prepalatal sordo ///. Ya en el siglo xvi este fonema se velarizó y acabó convirtiéndose en el actual /x/, eserito j: taxu > /táisu/ > /téj*o/ (eserito texo) > /téxo/(escrito tejof. A este respecto es importante llamar la atención sobre la tradition man tenula de eseribir los topónimos Texas, Oaxaca o Mexico*0 y, en menor medida, algunos apellidos, como Ximénez, Xuárex o Mexía, voces todas que, a pesar de su grafía, se pronuntian hoy con /x/; de esta mancra, las variantes con x o con j (incluso también con g en el caso de Giménez) se pronuntian igual. Es distinto el caso de verdaderos dobletes léxicos, como anexoy anejo o proximo y prô-jimo. y: la i griega es la única letra que en el espaňol actual sirve para representar tanto a una vocal, /i/, como a una consonante, /j/. Este doble valor se manliene desde los comienzos de su empleo en romance, írente a las entonces también polifuncionales i y u, que hoy en día representan exelusivamente sonidos vocálicos. Esta grafía de origen griego sc ut.ilizaba en latín en alternancia con i sólo en helenismos, como ydolu 'ídolo' o symbolu 'símbo- * Como vemos, <-i alfabeio fanéiko adopló el signo x para la rcprescniación del fonema velar fricaiivo SQrdo. lU La adapiación al espaňol del siglo xvi del sonido nahua que posoían esios lopontmos de origen imligena se hi/o mediante [S\, por ser el sonido más cercano- 130 EVOI.UCIÓN K HISTÓRIA DE IA I.ENGUA ESPAŇOLA lo'. En castellano medieval esta tradición se mantuvo de ľorma irregular y la y empezó a emplearse, además, con valor de /i/ para la conjunción copulativa _y o el adverbio ý 'allľ. Casi al mismo tiempo, reemplazó a la letra latina cuando le prcccdía otra vocal, tanto en interior de palabra (reyna, traya 'traía'), como, sobre todo, en posición final (rey, buey, ley, muy), y se extendió también a la posición iniciál de palabra (ymagen, yglesia). Como consonante, y compitió durante cierto tiempo con i, pero logró imponerse a ésta como grafía de la mediopalatal, limitando asi la excesiva po-livalencia de i. No obstante, hasta 1726 la Academia no postuló la re&tricción del empleo de i a su valor vocálico, lo que conllevó la sustitución de muchas y vocálicas por í, en concreto, las inidales e interiores. En el caso de las finales, la consolidada tradición do eseribir ley, rey o buey frenó la reforma y hoy se mantiene la con-vención (que no afecta a las formas del indefinido./wi, kí, caí, hut, ret..., la mayoría con hiato), y a los extranjerismos con diptongo final se les aplica esta regia en su acomodación ortográfica al es-paňol (convoy, samuray, etc.}- Esta, en apariencia, sencilla norma gráfica ha tenido siempre + el inconveniente de sembrar la duda en los hablantes sobre la manera correcta de formar el plural. Asi, durante siglos se vaciló cnire leyesy leys /\éi&/, reyesy reys /féis/ y, modernamente, entre convoyes y convóis, guirigayes y guirigáis, ayes y ais, paipayes y paipáiŕ', según se siga el modelo de leyes y reyes o de jersey -* jerséis, plurales todos plenamente asentados. La solución nos la dan las gramáti- * cas y diccionarios de dudas, según los cuales las formas correctas de las palabras anteriores son, hoy en día, convoyes, gtärigáis [guirigayes no es incorrecta, pero resulta anticuada), ayesy paipáis. Un ultimo aspecto ortográfico destacable respecto al empleo de y es el de su contienda con hie- iniciál. Como es sabido, la evo-lución fonética regular de la yod procedente de la diptongación de e tónica iniciál latina es la consonantización en /j/: equa > yegua, erekío > yermo. Idéntico fue el resultado fonético cuando la palabra latina se iniciaba con H- (muda, como en hľrba > yerba), f- (primero aspirada y después convertida en 0 fonético, como en Ferra > yerra 'acción de marcar el ganado con hierro') o C1-(también perdida en su paso al romance, como en gemma > yema) \ " Como se vc, en la ortografia vigente la Icira r sc truťca ťil ŕ cuando en el paso de su posición línal a In inwrrior manúeiie su carácrcr vocálico. LA GRAFÍA 181 pero en cste caso varias palabras presentan la secuencia hie- iniciál, a veces como única forma permitida (hielo< gelu, hierro< fkrru) o en coexistencia con y- (hierba y yerba < hkrba, hiedra y yedra < heiíera). Resulta eurioso que las grafías yedra y yerba no fueran aceptadas por la Real Academia hasta 187Ü y que, posterior men te, el peso de la forma eserita hava modiŕicado la realización fonética que de estas y demás palabras con hie- hacen muchas personas, que se esfucrzan en pronunciar el diptongo /ie/. z: la zeta se emplea ante a, o, uy, de manera cxcepcional, ante e, i por razones etimológicas, como ocurre principalmente en he-lenismos (enzima, zeína, zebte, zeugma, zigoto -también ägoto- o el propio nombre de la letra, zeta) y arabismos (azeri, nazario zéjel). El caso de zigzag con variantes muy similares en muchas lenguas, sc explica clararnente por la propia forma dc la z, que rcmite al concepto de movimiento de vaivén. Cximo hemos apuntado, en la Edad Media la zsirvió para representar la sibilante dentoalveolar sonora frente a la sorda, escriia c-c. Con anterioridad a este repar-to, cuando la c afin no se habia formado como letra, z se emplcaba indistintarnente para las sibilantes sorda y sonora. Ejercicios 1. {Cuál es el principio rector de las cscrituras alfabéticas? 2. čDe cuando son los primeros documentos escritos que dan mues-tra dc rasgos romances? ;A partir de cuando sc generalita el uso de la eseritura romance? :i. A qué llamamos "latín medieval*. 4. En la "norma alfonsí", ^mediante qué grafías se representaban las siguientes oposiciones fonológicas? bilabial ocliisiva: bilabial fricativa: sibilantc alveolar sonora: sibilanie alveolar sorda: sibilante dcmal sonora: sibilantc denial sorda: sibilants^prepalatal sonora: sibilante prepalatal sorda: 5. ;Qučn cs d gramático más imporiantc dol Renacimiento espa-ňol? J 182 EVOLUCIÓN E HISTÓRIA DE U LENCUA ESPAS'OIA 6.