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C, para fijar un periodo lingüistico iniciál o pro-torrománico, usamos un criterio externo de periodización. Cuando, por el contrario, nos fi-jamos en un proceso del propio objeto, la lengua en nuestro caso, como la desfonologización de la oposición sorda/sonora en el sistema de sibilantes y palatales del castellano del s. XV, transition entre la lengua medieval y lä moder- en eí «Diccionario de Autoridadesi>, LEA 7 (1985), 103-139. Saralegui, Carmen, Respuestas navarras a la pregunta «nombre del habla local». Comentarios sobre el mapa 5° del ALEANR, AFA 34 (1986), 537-551. Seco, Manuel, Arniches y el habla de Madrid, Madrid, Alfaguara, 1970. Urquijo, Julio de, Concordancias Vizcainos, in: Ho-menaje a Menéndez Pidal. Miscelanea de estudios lingüisticos, literarios e históricos, 3 vol., Madrid, Hernando, 1926. Valdés, Juan de, Diälogo de la Lengua, ed. de Juan M. Lope Blanch, Valencia, Castalia, 1969. 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Si, en cambio, nos fíjamos en criterios de planifi-cación linguística (Marcos Marín 1979) habla-remos de etapas de reforma y modernization de la lengua, o de reformas oficiales y espontäneas, entre otras posibilidades. 1.1. Criterios externos de la periodización Al hablar de la lengua espaňola castellana, dej acuerdo con lo expuesto en el apartado ante-1 rior, los criterios externos son los no lingüisti-j cos. Podemos dividirlos en tres grupos: histó-j ricos, histórico-literarios, e histórico-sociales. i El criterio histórico busca la coincidencia de \ las etapas de la lengua con las grandes etapas establecidas en la periodización de la história de i Espaňa: se habla asi de castellano medieval, has-ta 1492, fecba de la conquista de Granada y el 403. Spanisch: Periodisierung 603 descubrimiento de America, espaňol de los si-glos de oro, desde 1492 hasta 1700, inicio de la guerra de sucesión y fin de la casa de Habsbur-go (los Austrias), espaňol moderno, desde 1700 hasta 1898, pérdida de las ultimas colonias, Cuba y Puerto Rico en America, Filipinas en Asia, y espaňol contemporäneo, desde 1898 hasta hoy. El criterio histórico literario establece las transiciones entre unas y otras épocas según las grandes etapas de la creation artística y los mo-vimientos literarios. De acuerdo con él ten-dríamos una época medieval, hasta La Celestína (1499), renacentista (siglo XVI), barroca (siglo XVII), neoclásica (siglo XVIII), y desde el siglo XIX hasta hoy una romäntica (siglo XIX) y otra realista-naturalista. El criterio histórico-social .^depende de los acontecimientos históricos culturales, y no de los guerreros o dinásticos como el histórico al que nos referíamos antes. El espaňol medieval llegaría hasta el descubrimiento de America (1492); luego vendría el espaňol clásico, es decir, el momenta en el que se plasma un ideal de lengua histórico artístico, en los siglos XVI y XVII. Desde el triunfo de la dinastia borbónica , (1713), con el influjo francés y la fundación de '. las Reales Academias, se habla del espaňol neo- \ clásico o de la Ilustración, tras el cual entramos ; en el espaňol moderno, del que puede desgajar- i se, como ultima etapa, el espaňol contemporá- { neo, identificado más o menos con la primera > mitad del siglo XX. 1.2. Criterios internos de la periodización Podemos considerar los Orígenes del Espaňol de Menéndez Pidal como el primer intento tientí-ftco de dividir la história de la lengua en perío-dos según un criterio interno. Ya que en el apartado 3 volveremos a él, al-tratar de la história de las propuestas de periodización, se-ňalaremos ahora qué tipos de criterios internos se pueden seguir, empezando por el suyo, el documental, al que pueden aňadirse el fonemätico y el de planificación linguística. El criterio documental se basa en los datos que nos ofrecen los textos o documentos escri-tos, al analizarlos lingüisticamente. Se trata, por tanto, de un criterio gräflco. Gracias a él podemos hablar de una etapa de documentation en latin, con más o menos elementos ro-mánicos, desde el siglo IX hasta el siglo XIII, dividida en época de orígenes, hasta el s. XI, época de relatinización, en el XI-XII, y época de castellanismo creciente, en los ss. XII-XIII. A partir de h. 1250 tenemos la documentation real escrita en castellano, dentro de un sistema gráfico que llamamos atfonsi, mantenido en sus 1 rasgos esenciales de numera espontánea hasta {fines del siglo XV y, por presión escolar, de ;modo artificial hasta 1726. Desde 1726 hasta .'1817 tenemos textos con un sistema gráfico aca-'; démico, y desde 1815-1817 hasta hoy el sistema i gráfico actual, que ha sufrido muy escasas va-! riaciones. Este criterio permite, en consecuen-cia, fechar los textos de acuerdo con su sistema I gráfico: (f-) iniciál mantenida hasta 1520, lue-] go (h-) como forma general; {c) hasta 1726; / (-ss-) hasta 1763; (x) con valor de «jota» (fri-j cativa velar sorda) hasta 1815-1817 (con restos i en (Mexico, mexicano, Texas, texano) que de-! ben leerse [méjico, tejas]), entre otros ejemplos. | El criterio fonemätico, tal como aparece en Marcos Marín (1977) y Ariza et al. (1981), a partir de las enseňanzas de Rafael Lapesa en la ' Universidad Complutense, combina aspectos del documental (la dependencia de las grafías, como indices) con criterios funcionales: tesis de A. Martinet y enfoque metodológico de la Fo-nologia Espaňola de E. Alarcos. Este criterio permite establecer cinco períodos: 1) prealfonsí, hasta 1250; 2) alfonsí, con la codification del escritorio real, por relativa que ésta sea; 3) clásico, desde 1499 hasta 1726; 4) de fyación aca-démica, de 1726 a 1815-1817, y 5) contemporäneo, desde esta ultima fecha. Esta division refleja la progresiva adecuación de la grafía a los tres sistemas fonológicos: prealfonsí, alfonsí y clásico, que llega hasta hoy con muy leves variantes. El criterio de planificación linguística co-rresponde a la vision de la história de la lengua como resultado de una serie de reformas y mo-dernizaciones (Marcos Marín 1979). Tai vez no sea un criterio puramente interno, puesto que, según él, las reformas linguísticas se presentan siempre movidas por una voluntad política de acción sobre la lengua; en todo caso, no es tam-poco propiamente externo, pues no depende, en su fin, de un objeto que no sea la propia lengua, aunque las fuerzas que actúen no sean linguísticas. Con este criterio se divide la história de la lengua espaňola en épocas separadas por cuatro reformas: la alfonsi (h. 1250), la huma-nistica (segunda mitad del s. XV), la académica (1714) y la contemporánea, que se desarrolla sobre todo a partir de 1965. 2. Periodización histórico-literaria e histórico-lingiiística Una de las notas que llaman la atención en el apartado anterior es la correspondencia entre períodos de história linguística y etapas o períodos de la literaria. La Celestína (ediciones de 1499 y 1501) sirve de final y principio del espaňol medieval y clásico, respectivamente. La 604 VI. Sprachen und Sprachgebiete: Spanisch época clásica coincide con los siglos de oro li-terarios y abundan luego las etapas sinónimas: neoclásica, romántica, realista. Puede que ello signifique que, hasta fechas muy recientes, el criterio básico de periodización ha sido externo. Asi es y no es del todo, pues libros como el citado Orígenes del Espaňol se basan en el criterio documental, que es interno. El fonemáti-co, por su parte, impregna numerosas páginas de la obra citada de R. Lapesa. La division de la história de la literatura en diversas épocas es algo que resulta tan natural para los tratadistas que no necesita discusíón. Asi, en 1784 (fecha de la version espaflola del original italiano), el P. Andres dediča varias páginas a la division de las ciencias; pero se con-tenta con afirmar, acerca del primer tomo (p. XIV): «he juzgado necesario dar en él una idea general del estado de toda la literatura, di-vidida en varias épocas, desde su origen hasta el presente siglo». Sólo una nota para los criterios de periodización, aunque curiosa: «Se pretende que la época de la restauración de los buenos estudios en nuestras Provincias, deba contarse desde la toma de Constantinopla, y que los vencidos Griegos hayan traido á Italia en el siglo XV el gusto de las letras, como lo habian introducido en los pasados en el... La-cio. Nosotros al contrario hacemos ver que la ruina del Imperio griego acarreó muy počas ventajas á la literatura latina, y que la Italia antes de aquel tiempo era mas culta, y tenia mejor gusto en los estudios que la misma Gre-cia». El párrafo precedente nos muestra, de modo implícito, cómo los criterios externos de la história general se han impuesto tradicionalmente en la história literaria, aunque no resistan al análisis: la caída del imperio romano, la caída de Constantinopla, la revolución francesa, o la revolución rusa. Juan Luis Alborg (1972, vol. 1, 26-30) dis-cute tres puntos esenciales en la division cro-nológica de la literatura espaňola: el primero se refiere a la literatura en latín, que excluye, fren-te a autores como Menéndez y Pelayo, el se-gundo a la division por siglos, criticada por Menéndez Pidal, que acepta parcialmente, y el tercero a la propuesta de periodización, que queda asi: 1) Edad Media; 2) Renacimiento y Epoca Barroca que constituyen la Edad de Oro; 3) Siglo XVIII, un siglo «corto», que justifica la division por centurias; 4) siglo XIX, divisible en Romanticismo, hasta 1850, y «tendencias rea-listas y modernistas» hasta 1898; 5) Desde 1898, época contemporánea. Ni Jaime Oliver Asín ni Rafael Lapesa dis-cuten en sus historias de la lengua los criterios de periodización, los cuales, sin embargo, co- rresponden en lo esencial a la história literaria y, como ésta, reflejan los de los historiadores generates. Volveremos luego (cf. 3.) sobre los detalles, especialmente del primero. La lectura de ambas obras, sin embargo, muestra clara-mente la imposibilidad de establecer períodos de história linguística sólo con criterios litera-rios. Lapesa agrupa los siglos XII y XIII, di-ferenciados de los anteriores y posteriores, y ca-racterizados por su polimorfísmo, dentro de una tendencia a la normalización, que llegaría con Alfonso X. Las dificultades que encuentran los historiadores de la lengua para hacer coincidir sus períodos con los de la literatura nos muestran pa-tentemente que ambas divisiones no han de ser por fuerza convergentes. Veámoslo en un rápi-do resumen crítico: El concepto de Edad Media, tal vez también insuficiente para la história literaria, lo es sin duda para la linguística, que debe distinguir con claridad una época pre- o protorrománica, hasta el siglo XII, y agrupar el XII y el XIII hasta Alfonso X, y tal vez no hasta 1250, ap., sino hasta 1270, ap., cuändo los proyectos his-tóricos y linguísticos del rey toman una forma definitiva. El ultimo tercio del siglo XV se une naturalmente con la primera mitad del XVI, mientras que la segunda mítad de ešte siglo y el XVII, al menos hasta la muerte de Calderón (1681) van unidos. Viene luego una época de transición, muy poco conocida, hasta la instau-ración borbónica de 1713, cuyo resultado más notable, para la história linguística, es la funda-ción de la Real Academia Espaňola, con su ac-tivo papel de reformadora del lenguaje. Hay que esperar al siglo XX para que la situación de la Academia y su entorno cambien, con una nueva vision del papel conjunto de todos los países hispanoamericanos, no sólo Espaňa, y sus instituciones. 3. História de los proyectos de periodización Ya que nos hemos referido a ello en el apartado anterior, prescindiremos en éste de las referen-cias a la historiografia literaria, aunque sefla-lamos que criterios amplios, como el de la inclusion de las literaturas hispanolatina, hispa-noárabe e hispanohebrea en la espaňola han sido defendidos por grandes autores, como Menéndez y Pelayo. Menéndez Pidal, en Orígenes del Espaňol, inicia el Camino de una história de la lengua con períodos distintos de la literaria. Los capítulos conservados de su inacabada História de la Lengua Espaňola refuerzan esta afir-mación. Parece razonable suponer, por ello, que el maestro esbozaba esta clasificación cro-nológica: 1) Lengua de orígenes o prealfonsí, 403. Spanisch: Periodisierung 605 del 950 al 1250, dividida en tres períodos, iniciál, muy polimórfico, con resultados marginales, hasta el 1050; desde entonces hasta 1150 un periodo de latinización, y desde 1150 hasta 1250 un tercer periodo, romanceado, con resultados centrales, es decir, imposición de los rasgos castellanos, dentro del polimorfísmo. 2) Lengua alfonsí, continuada como modelo en el siglo XIV. 3) Prehumanismo y humanismo, hasta los Reyes Católicos. 4) Para el siglo XVI establece una clara distinción entre el modelo imperial y el paso al barroco en la época de Felipe II. El el siglo XVIII se interrumpe la obra, lo que nos priva de conocer su criterio de clasificación posterior. Oliver Asín (1938) distribuye su obra con criterios de sumo interes para comprender la sociológia de la filológia espaňola en la «zona nacionál» durante la guerra civil. Hay una «época de los mártires hispano-cristianos» (cap. Ill); un epígrafe del cap. IV se titula «los godos y la nueva monarquia hispanogermánica», y otro del V «la lengua árabe lengua espaňola». La contraposición del Norte y el Sur, en el VI, es «la lengua en la Espaňa de Santa Maria del Naranco y en la de la mezquita de Córdoba», el VII se dediča a la «supremacía de Castilla e irradiación de su dialecto desde los tiempos del Cid», remachado en el XI, «el habla de Castilla, lengua universal», que comienza con un apartado titulado «el Imperio (sic) espaňol». El ultimo capítulo de la primera parte, que trata desde el siglo XVIII hasta el tiempo presente del autor, incluye un epígrafe sobre «cómo nació la Filológia románica al calor del Romanticismo ale-mán» y concluye con la «nueva política de la Lengua», la «política imperial». La História de la Lengua Espaňola de R. Lapesa surgió, por azares de la vida, en el Madrid republicano: «en medio de la contienda fratri-cida se me brindaba la ocasión de hacer algo por la Espana de todos». Ya Menéndez Pidal, en su prólogo de (1942, 1) seňalaba que no ha-bía «asomo de conflicto» entre ella y otras «obras muy valiosas» y que «la história de un idioma se puede concebir y se ha concebido bajo planes más diversos que cualquier otra história, debido a la vaguedad con que se ofrece la cronología de la evolución linguística». El hilo conductor, como advierte también don Ramón, es la «história externa», con el am-plio concepto que Ueva a hablar de las lenguas prerromanas y de distintas etapas del latín en Hispánia. Capítulos como el VIII, «el espaňol arcaico. Juglaría y clerecía. Comienzos de la prosa», o el XII, «el espaňol del Siglo de Oro. La literatura barroca», son muestra bastante de la vision conjunta lingúístico literaria de esta obra, cuya importancia es esencial, pues puede afirmarse que no hay un solo hispanista que no la haya leído o consultado. Una vision más profunda nos permite advertir los criterios crono-lógicos: 1) pre-alfonsí; 2) alfonsí y siglo XIV; 3) transición del espaňol medieval al clásico; 4) el espaňol del Siglo de Oro, hasta Felipe II; 5) el espaňol del Siglo de Oro en la época barroca; 6) el espaňol modemo. El panorama se completa al ampliar el círculo a la evolución de otras variedades lingiiísticas, en el interior y el exterior de Espaňa. Junto al criterio literario es esencial él del cambio lingúístico, a veces levemente contradic-torio, por ejemplo a propósito del espaňol «clásico» y «barroco». Para el espaňol moderno destaca la atención a la norma y el concepto de norma hispänica. El Diccionario Histórico de la Real Academia Espaňola tuvo que plantearse, asimismo, la ne-cesidad de la periodización, para distribuir los textos citados, en tres épocas: 1) de los orígenes a fines del siglo XV; 2) siglos XVI y XVII; 3) del XVIII al XX. Se trata, evidentemente, de un mínimo para responder a una exígencia con-creta, pero es indicativo. Un ultimo intento de periodización se halla en relación con el estudio de la lengua espaňola como resultado de un proceso de reformas y modernizaciones (Marcos Marín 1979). El criterio básico es que a lo largo de la história de la lengua actúan también fuerzas conscientes, pla-nificadoras, que reforman. Esta acción de reforma se ha dado: l)en el reinado de Alfonso X (h. 1250); 2) en la segunda mitad del siglo XV (h. 1492, fecha también de la Gramá-tica de Nebrija); 3) en el siglo XVIII (h. 1726, primer volumen del Diccionario de Áutoridades y 4) en nuestra época (1965 es la fecha de constitution de la Comisión Permanente de la Aso-ciación de Academias de la Lengua Espaňola). A las reformas siguen períodos de modernization, caracterizados, en general, por nuevos de-sarrollos literarios. Este criterio atiende a las fuerzas sociales y politicas que desencadenan las reformas; pero se basa esencíalmente en obras, disposiciones o fenómenos de tipo lingúístico, es un criterio predominantemente interno, aunque no pueda serlo de forma exclu-siva. 4. Posibilidades y límites Lo anterior nos permite afirmar que puede bus-carse un criterio (predominantemente) interno y que hay, de hecho, un consenso entre los tratadistas. El criterio interno debe atender, por su parte, a dos factores: la evolución de la lengua, o sea, los fenómenos estudiados por la gramática his- 606 VI. Sprachen und Sprachgebiete: Spanisch tórica, y los datos e informaciones que po-seemos acerca de cómo los gramáticos y lingüis-tas han actuado o pretendido actuar sobre su objeto, es decir, las gramáticas, ortografias, mé-todos de aprendizaje de la lectura, la escritura o la propia lengua, los diccionarios y el conjunto de la actividad normativa. Con ello podremos fijar exactamente las posibles correspondencias entre las intenciones reformadoras y las evolu-ciones históricas de una lengua dada. Notese que, en ei caso del espaňol, este Camino no está suficientemente explorado. El consenso alcanzado gira en torno a varios ejes: 1) finales del XV, para separar el castella-no medieval del espaňol clásico, y 2) principios del XVIII, para separar éste del moderno. Es un mínimo universalmente aceptado, pero in-suficiente. Podemos completarlo con el primer eje, h. 1250, que separe la época de orígenes del castellano alfonsí, y con un ultimo, h. 1898, que separe el espaňol moderno del contemporáneo. Este criterio deja todavía abiertas algunas in-terrogantes, que reduciremos a dos: la separation, en el siglo XIV, entre un periodo de mayores rasgos comunes con el XIII y otro con el XV, períodos que pueden estar en relación con graves sucesos externos (Messner 1983), y la diferenciación entre la lengua del siglo XVIII y la del XIX, es decir, qué incidencia lingüistica tienen en Espaňa la revolución francesa y sus consecuencias, que, en nuestro caso, son nadá menos que las guerras napoleónicas, la restau-ración de Fernando VII y la época de conflictos civiles que sigue. Los limites son igualmente dos; el primero, superable, depende de la investigation realiza-da, que arroja poca luz sobre épocas esenciales, como la primera mitad del siglo XII, o el ultimo cuarto del XVII, primeros afios del XVIII, bien por falta de documentos, o de estudios. El se-gundo es interno del concepto: toda division en períodos tiene un componente artifical con el que la realidad no coincide necesariamente en todos sus aspectos. 5. Finalidad de las periodizaciones El panorama histórico y teórico que hemos ido bosquejando nos permite, ahora, sintetizar esta respuesta en unos minimos puntos. En un principio, las periodizaciones se plan-tean dentro de una metodológia histórica, como un criterio para ver los acontecimientos lingüisticos en su paralelo histórico, ampliado también a lo literario. No faltan ejemplos di-dácticos de ello, como el que ofrece la colección zaragozana de clásicos «Ebro», en la que los textos van precedidos de Unas amplias tablas cronológicas. La estrecha relación de los estudios lingüisticos y los literarios ha favorecido criterios de compartimentación coincidentes o convergen-tes, apreciables con claridad en obras ya clási-cas, como la de R. Lapesa. Por otro lado, el desarrollo de los estudios filológicos permite la afirmación de criterios internus, que se apoyan en los textos, caso de las propuestas menendezpidalianas, o en los datos evolutivos, como en algunos capítulos de la misma obra lapesiana. Junto a ello las periodizaciones han podido tener también una finalidad sociológica ajena a la lingüistica. Este es el caso del planteamiento de J. Oliver, quien pone su clasificación de los períodos evolutivos de la lengua en relación con una ideológia concreta, y centra en el ideal de imperio los ejes de distribution cronológica. Finalmente, en relación con planteamientos cercanos a la Pragmática, y en el terreno de la planificación lingüistica tenemos la distribución en períodos de reforma y de modernización, via de acceso que puede permitir nuevas precisio-nes en diversos campos, como la acción de los propios autores (Marcos Marin 1985) o la relación con el desarrollo de la lexicografia (Ace-ro 1985). Destacan, de modo claro, dos rasgos esenciales: la casi total ausencia de criterios pre-determinados de ideológia externa y la aproxi-mación de la história literaria y la lingüistica, como una constante de la filológia hispánica. 6. Bibliografia Acero Durántez, Isabel, El diccionario latino-espaňol y el vocabulario espaňol-latino de Elio Antonio de Nebrija: análisis comparativo, ALH 1 (1985), 11-21. Alarcos, Emilio, Fonología espaňola, Madrid, Gredos, "1974. Alborg, Juan Luis, História de la Literatura Espaňola, Madrid, Gredos, 21972. Andres, Juan, Origen, progresos v estado actual de toda la literatura, vol. 1, Madrid, Sancha, 1784. Ariza Viguera, Manuel, et al., Comentario linguístico y literario de textos espaňoles, Madrid, Alhambra, 1981. Bossong, Georg, Probleme der Übersetzung wissenschaftlicher Werke aus dem Arabischen in das Altspanische zur Zeit Alfons des Weisen, Tübingen, Niemeyer, 1979. Castro, Américo, La realidad histórica de Espaňa, Mexico, Porrúa, 31966. 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El problema Existe un programa muy conocido de Roman Jakobson (1975, 351), según el cual lo que de-bia hacer en un momenta de su desarrollo el estructuralismo lingüistico era «una revision de la hipótesis monolítica del lenguaje», e inte-resarse consiguientemente «por la interde-pendencia de varias estructuras en el interior de una lengua dada». Aunque cada comunidad idiomática se cons-tituya como tal - afiadía el maestro ruso - gra-cias a su unidad de lenguaje, el código vigente supone «un sistema de subcódigos intercone-xos», o de «varios sistemas concurrentes». En realidad no compete sólo a la lingüistica estructural hacerse cargo de la diferenciación 404. Spanisch: Varietätenlinguistik des Spanischen 607 Menéndez Pidal, Ramón, Orígenes del espaňol. Estado lingüistico de la Peninsula Ibérica hasta el siglo XI, Madrid, Espasa-Calpe, "1956. Menéndez Pidal, Ramón, La lengua de Cristobal Colon, Madrid, Espasa-Calpe, 1958. 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Un trato empírico suficiente con la realidad histórica y geográfico-social de cualquier idioma lleva al convencimiento de su configuration compleja, de cómo está constituido por una convergencia de técnicas de hablar a veces di-ferenciadas. La escuela espaňola de Menéndez Pidal y sus discípulos, merced a su vision his-toricista y dialectal de la lengua, ha estado siempre atenta a esta naturaleza de diasístema del idioma, y no ha dejado de proclamarlo en una u otra version. Es lo que vamos a ver ahora con más detaile. 2. La lengua como complejidad de dialectos Del mismo aňo 1926 datan la obra lingüistica maestra de don Ramón Menéndez Pidal, Orígenes del espaňol (cf. Menéndez Pidal 1964), y el discurso de ingreso en la Real Academia de la Lengua de Garcia de Diego, Problemas etimo-lógicos (cf. Garcia de Diego 1926); en ambos