G A R C I L A S O DE LA V E G A O B R A P O E T I C A E D I C I Ó N DE B I E N V E N I D O M O R R O S E S T U D I O P R E L I M I N A R D E R A F A E L L AI'ESA Contiene el estudio preliminar, el texto, las notas al pie y la tabla de la edición publicada en 1995 por Edi¬ torial Crítica y en la cual figuran el prólogo, el aparato crítico, las notas comple¬ mentarias y otros materiales O R I G I N A L I D A D DE GARCILASO D E LA E D A D M E D I A AL R E N A C I M I E N T O . La lírica de cancionero entraba en el siglo XVI con una elaboración muy refinada, con notable maestría de oficio y con un instrumento expresivo, el octosílabo, que brotaba con fluidez y se adaptaba con facilidad tanto a las exigencias de los distintos niveles de lenguaje como a las conveniencias de los diversos géneros. Estaba a punto de eliminar los últimos restos de la hinchazón latinizante contraída en los tiempos del rey don fuan; pero lo que parecía conservar con mayor vitalidad y capacidad productiva, los géneros líricos menores, estaban minados por la improvisación, la superficialidad y el agotamiento causado por la repetición de tópicos. La poesía castellana necesitaba renovarse a fondo, profundizar más en el pensamiento y sentir humanos, contemplar el mundo exterior y captar directamente su belleza, encontrar moldes expresivos menos gastados y, sobre todo, elevar el concepto mismo de la creación poética. A pesar de que a primera vista la poesía cancioneresca nos parezca hoy uniforme y monótona, venía renovándose gracias a la creciente penetración del humanismo, con mejor conocimiento de la antigüedad clásica y de la Italia renacentista; por eso no se había reducido a frivolidades cortesanas y conceptismo vacío. A lo largo del siglo XV el influjo de Petrarca había ido infiltrándose en ella, declaradamente en Santillana y Mena, de modo menos ostensible, pero quizá no menos hondo, en otros. Rasgos petrarquistas se encuentran, sin desbordar los cauces formales de la poética castellana, en la concepción del amor por destino, en la introspección menos estereotipada y en el sentimiento de la naturaleza. Carlos de Guevara y Garci Sánchez de Badajoz, en nivel cortesano, se alian al bucolismo de Encina, que sin despegarse del terruño ni distanciarse de la rusticidad es capaz de expresar el goce entusiasta e inmediato del campo o encarnar en honda poesía, sin pelo de la dehesa, la pasión destructora que hace morir a Fileno y a Plácida en sus obras teatrales. Una nueva sensibilidad y una nueva actitud vital se abrían, camino. Los romances y cantares tradicionales venían a compensar el seco intelectualismo de las alegorías, antítesis y paradojas de la poesía cortés, descubriendo —o mejor, haciendo entrever— imprecisas vías al ensueño y al sentimiento de lo misterioso e inefable. La «ínfima poesía» que —según Santillana— alegraba en su tiempo a «las gentes de baja e servil condición» se había convertido medio siglo después en objeto de fruición estética para gentiles damas y nobles caballeros, y en objeto de intertextua- IX X R A F A E L LAP E SA lidad —permítaseme la pedantería del término hoy en boga— para exquisitos músicos y poetas. Pero como ¡as gentes del pueblo habían descubierto que también tenían su corazoncito, necesitaban una forma de divulgación literaria que fuese accesible a sus posibilidades económicas y a su capacidad de comprensión, y que satisficiera sus gustos y apetencias. La imprenta se la proporcionó mediante pliegos sueltos y cancionerillos que tuvieron éxito extraordinario: gracias a su poco precio difundieron el tesoro poético acumulado por la tradición anónima secular, permitiendo su continuidad y enriquecimiento; en ellos se conservó el Romancero viejo, y las grandes colecciones de él en los años centrales del siglo se formaron, en gran parte, reuniendo pliegos sueltos. Estos fueron también archivo y vehículo de las canciones tradicionales y de las canciones nuevas más atractivas. Popularizaron creaciones valiosas nacidas en los palacios y, si divulgaron muchas ramplonerías, acogieron estimables manifestaciones de poesía lúdica, burlesca o crítica que habían de ser levadura para las hornadas de la literatura barroca. De todos modos se sentía la necesidad de renovar y ampliar los géneros de la poesía cancioneril. Veamos cómo lo intentaron dos poetas: Torres Naharro, residente en Italia, antes que Boscán y Garcilaso introdujeran en la lírica española los géneros y metros de la ítalo-clásica; otro, Cristóbal de Castillejo, contemporáneo de la gran innovación y refractario a ella. Torres Naharro expone en el «Prohemio» a su Propalladia (1517) las teorías que le han guiado en la composición de sus obras teatrales; pero no hace lo mismo con los poemas líricos que sirven de «antepasto» y «pospasto» a ¡as comedias. Y es lástima, porque si unos responden a géneros ya representados en cancioneros previos, otros llevan títulos no usuales en obras castellanas: una sátyra, once capítulos, siete epístolas, un retracto y tres sonetos. La «sátyra», sermón moral sobre la ceguedad y yerros de los hombres, consiste formalmente en una serie de versos de arte mayor que se suceden según el esquema de un perqué. Los capítulos son, como los capitoli italianos, poemas de cierta extensión y vario asunto: polémica interior expresada en continuas antítesis, semejantes a las del soneto de Petrarca «Pace non trovo e non ho da far guerra»; crítica acerba de la corrupción dominante en Roma y su curia; desahogos de despecho contra la infidelidad o impudor femeniles; burlas con mezcla de castellano, latín y toscano; preguntas y respuestas a modo de perqué, etc... No intentan seguir el modelo métrico de los endecasílabos dispuestos en tercetos encadenados, propio de los capitoli; los sustituyen, uno, por octavas de arte mayor encadenadas; los demás, ESTUDIO PRELIMINAR XI así como las epístolas, por combinaciones de octosílabos y pies quebrados en estrofas casi siempre encadenadas. El Retracto, calco del italiano ricatto, es un hermoso elogio fúnebre del Gran Capitán, en el mismo tipo de estrofas encadenadas que los capítulos. Por último los tres sonetos están- en italiano y usan el endecasílabo de manera bastante aceptable para ser de un español principiante (es muy posible que el juicio de los compatriotas de Petrarca sea menos indulgente que el mío). Torres Naharro, según vemos, estuvo apunto de introducir géneros italianos en la lírica española; pero no llegó a hacerlo porque unas veces le falté decisión para acompañar con las formas métricas correspondientes los nombres y contenidos de los géneros que pretendía aclimatar; y cuando los acompañó con su forma italiana —caso de los sonetos— le faltó el requisito esencial de escribirlos en castellano. Castillejo sólo empleó metros italianos en las muestras que intercala entre las coplas octosilábicas donde critica su introducción. Se sentía a sus anchas escribiendo con prodigalidad coplas castellanas. Como Torres Naharro gustó de combinar octosílabos y pies quebrados encadenando las estrofas; las libertades y soltura con que las maneja les dan fluencia y naturalidad semejantes a las del coloquio llano. Sus «obras de conversión y passatiempo» incluyen algunas inanes, pero otras reflejan con alcance y hondura la ideología y preocupaciones del humanismo español. Si satirizó a los petrarquistas, no ocultó su despego por las vacuas ponderaciones con que los galanes de cancionero pintaban sus cuitas, ni la oquedad de sus sutilezas, no entendidas por las mujeres a quienes iban dirigidas. El amor era para él algo más que eso: era la fuerza de atracción fecunda que impera sobre todo los seres vivos. Le exalta sin rebozo en el Sermón de amores, e impulsado por ella, deja a un lado los requilorios del secreto cortés y dice, a la mujer deseada, llamándola por su nombre: Vuestros lindos ojos, Ana, ¡quién me dejase gozallos y tantas veces besallos como me pide la gana con que vivo de mirallos! Darles hía cien mil besos cada día; y aunque fuesen un millón, mi penado corazón nunca harto se vería... XII RAFAEL LAPESA No es extraño que parafrasee donosamente en castellano el «Da mi basia mille» de Catulo. Tiene muy despiertos los sentidos para gozar el color, olor, sabor y tacto de las cosas. Por su alegría vital y su exaltación de los impulsos naturales es el más renacentista —el más rabelesiano— entre los poetas españoles de su siglo; pero también personaliza la expresión del desengaño cuando le llegan las dolencias de la vejez. No adopta nomenclatura literaria clásica: versifica «consolatorias», no «elegías», y «cartas», no «epístolas»; pero utiliza dobles quintillas octosilábicas para dar en castellano las fábulas ovidianas de Píramo y Tisbe y de Acteón, «moralizada» esta ultima (la «moralización», de sabor medieval, consiste en interpretar la fábula como lección para que los aficionados a la caza no se entreguen desaforadamente a ella), y coplas de pie quebrado para recrear un fragmento de otra, el Canto de Polifemo. La temprana data de 1528, en que Castillejo envía a su amada Ana de Schaumburg la Historia de Píramo y Tisbe, lo proclama introductor del género en nuestras letras, pues la paráfrasis octosilábica que hizo don Diego Hurtado de Mendoza de la metamorfosis de Anajárete parece posterior a la oda de Garcilaso sobre el mismo tema, escrita en Ñapóles entre 1532 y 1536; y la Fábula de Adonis, Hipomenes y Atalanta, compuesta por don Diego en octavas reales, no se publicó hasta 1553, con posterioridad de tres años a la muerte de Castillejo. Este había probado —sobre todo en la bellísima versión del Polifemo— la capacidad de los metros castellanos para género tan clásico y pagano como la fábula mitológica. Su ejemplo fue seguido por Sebastián de Horozco, Jorge de Montemayor, Gregorio Silvestre, Barahona de Soto y Quevedo, entre otros. La fábula ovidiana fue así cultivada en las dos artes a lo largo de más de un siglo: si Góngora prefirió el endecasílabo italiano para su Polifemo, dio en romance octosilábico su Píramo y Tisbe. No sabemos si Boscán, una vez satisfecho de haber introducido los metros itálicos, empleó alguna vez los castellanos. Nos consta que Garcilaso lo hizo, pues en 1532, entre el soneto IV y la canción del Danubio, dedicó a Boscán una copla octosilábica jocosa porque el barcelonés, «estando en Alemana, danzó en unas bodas» e hizo algo que causó las risas de los circunstantes; pero las demás poesías octosilábicas de Garcilaso parecen ser todas anteriores. Don Diego Hurtado de Mendoza, que no tuvo facilidad para acostumbrarse a la versificación italiana y no llegó a dominarla, debió de ser persistente cultivador de la castellana; célebres fueron sus redondillas, admiradas por Lope de Vega: en ellas parafraseó a Ovidio y tradujo epigramas de Marcial; renovó la endecha, y sus villancicos de pie quebrado o hexasílabos poseen especial gracia. Gutierre ESTUDIO PRELIMINAR XIII de Cetina compuso algunos romances, letrillas, villancicos y un delicioso «chiste» paralelo del madrigal «Ojos claros», pero en forma de canción trovadoresca y con diferencias muy representativas de lo que convenia a cada una de las dos poéticas. Escasean después los poetas totalmente refractarios a los géneros y metros italianos (Sebastián de Horozco y Antonio de Villegas, por ejemplo) y son raros también quienes los cultivaron exclusivamente. Los más —Acuña, Montemayor, Silvestre, Timoneda, Gálvez de Montalvo, Camoes, Barahona de Soto, etc.— usaron de ambas artes de proporción, distribución y tiempos diversos. Francisco de la Torre dio el nombre de «versos adónicos» a los hexasüabos de sus endechas, donde lo tradicional se depura y se alia con el clasicismo grecolatino más aquilatado. Imposible continuar aquí hasta Góngora, Lope de Vega, Quevedo, y menos entrar por los vericuetos del Romancero y la lírica tradicional, vivísimos en torno al 1600. A nuestro propósito de ahora, contentémonos con comprobar que en la época barroca las dos artes conviven sin contienda. Géneros y metros castellanos cobran nueva estimación y pujanza. Los grandes poetas se sirven de ellos o de los italianos —ya españoles también— según la conveniencia de cada persona. La poesía española del Siglo de Oro no desdeñó ni dilapidó la herencia de los cancioneros cuatrocentistas, sino que la depuró, enriqueció y ennobleció con nuevos valores. D E L PETRARQUISMO AL CLASICISMO, El acervo de motivos literarios y actitudes vitales reunido por Boscán y Garcilaso de consuno se caracterizaba por el intimismo, la contención, la exposición de afectos hecha con patética vehemencia, la parquedad imaginativa; personificaciones, visión hosca del paisaje en las alegorías, conceptismo. Al principio los dos poetas caminaron juntos, y la inferior valía de las obras de Boscán tenia la contrapartida de su prioridad. Después fue Garcilaso quien se adelantó con pasos trascendentales; la evolución, iniciada ya ahora, no alcanza su plenitud hasta la estancia del poeta en Ñapóles. Rompiendo los límites de la lírica encerrada en el buceo del propio yo, Garcilaso abrió sus ojos a la entusiasta contemplación de la naturaleza. A la influencia conjunta de Petrarca, March y los cancioneros añadió la del Renacimiento italiano y la antigüedad grecolatina. Boscán trató de seguirle en la nueva jornada, y surgieron entonces la traducción del Cortesano, el Leandro y Hero, la Octava rima. Pero faltaban a Boscán la íntima ternura, la plasticidad de imaginación, el total sentido de la belleza clásica, y nunca llegó a una completa identificación con el espíritu del arte nuevo. X I V RAFAEL LAPESA En Garcilaso, la acomodación, imperfecta aún durante el confinamiento en el Danubio, se consuma en el período napolitano (1532-1536). Hasta entonces Garcilaso había vivido en la corte imperial, donde él y Boscán eran probablemente los mejores conocedores de Petrarca. Tropezaba con alguna oposición —las coplas de Castillejo, al fin y al cabo tan indulgentes— a causa del italianismo de metros y géneros; pero más difícil era, sin duda, encontrar censores que le condujesen a una mejor comprensión artística del maestro. Además llevaba dentro de sí una inquietud tormentosa que acentuaba la natural impulsividad hispánica. Pero en Ñapóles se encontró rodeado por humanistas y poetas que al principio debieron de aconsejarle y muy pronto le admiraron. El amador dolido, el cortesano en destierro, halla afectuosa acogida en aquel ambiente de refinamiento y, cicatrizadas las heridas, disfruta, por vez primera desde varios años, la tranquilidad de ánimo, el ocio clásico. La vida literaria del Renacimiento italiano se le muestra en toda su rica intensidad y le invita a que remoce y amplíe las lecturas de griegos y latinos y los incorpore a la propia obra. La poesía de Garcilaso, que hasta entonces, aunque cendrada y anhelosa de superación formal, había sido ante todo liberadora expresión de sentimientos, va a convertirse en puro fruto del culto a la belleza. Casi nunca incurrirá en el diletantismo del virtuoso, gracias a que no le faltará el calor del arranque emocional. La lírica de confesión y análisis no será la única cultivada, ni Petrarca mantendrá incompartido el puesto de guía supremo; pero su huella se dejará ver en los acentos más hondamente conmovidos que el dolor arranque a nuestro poeta. De la actualidad italiana, el autor que más influyó sobre Garcilaso fue Sannazaro. La Arcadia le reveló el mundo, elemental y exquisito a la vez, del bucolismo, y acabó de habituarle a la contemplación estética de la naturaleza. No hay en la pastoral del napolitano caracteres ni acción: sus personajes, psicológicamente indiferenciados, no hacen otra cosa que cantar y amar. Pero esos seres de simplicidad anímica tan grande están en íntimo contacto con las fuerzas naturales, y parecen tan hijos de ellas como los silvanos o las ninfas que vuelven a poblar los campos. El ambiente se empapa de enervadora sensibilidad. El santuario supremo es el del dios Pan, y el paraíso perdido, aquella edad de oro que no conoció el esfuerzo ni opuso a las apetencias amorosas el ceño del pudor. Aparte de esta paganía, las mentes renacentistas, imbuidas de naturismo platónico, encontraban en la Arcadia la presentación artística de la belleza natural en sus arquetipos. Sannazaro no deja entrar en su mundo poético sino a entes dotados de aquellas cualidades que ESTUDIO PRELIMINAR XV suponen su respectiva perfección; pero la selección no tiene ya el sentido aristocrático que sólo incluía en el vergel medieval la rosa, el lirio, el ruiseñor, la alondra y el papagayo: hay, como en Virgilio, tomillo, menta, lentiscos y otras plantas campesinas; mirlos, tordos y estorninos pían entre las ramas, y al crepúsculo chirrían grillos y cigarras. Poseía Sannazaro el don de hablar a los sentidos: sus descripciones brindan fina matización de colores y recogen todas las variedades del sonido. Véase esta pintura de las nubes en el ocaso: Era già per lo tramontare del sole tutto l'occidente sparso di mille varietà di nuvoli quali violati, quali cerulei, alcuni sanguigni; altri tra giallo e nero, e tali si rilucenti per la ripercussione de'raggi, che di forbito e finissimo otro parevano (prosa v). O esta enumeración de los rumores del bosque: Molti olmi, molte quercìe e molti allori sibilando con le tremule frondi ne si moveano per sopra il capo, ai quali aggiungendosi ancora il mormorare delle roche onde, le quali fuggendo velocissime per le verdi erbe andavano a cercare il piano, rendevano insieme piacevolissimo suono ad udire, e per gli ombrosi rami le argute cicale cantando si affaticavano sotto al gran caldo. La mesta Filomena da longe tra solti spineti si lamentava, cantavano le merole, le upope e le calandre, piangeva la solitaria tortora per le altre ripe, le sollecite api con soave susurro volavano intorno ai fonti (prosa X). Las sensaciones olfativas que se registran no están ya limitadas al aroma de las flores: «ogni cosa redoliva della fertile estate; redolivano i pomi per terra sparsi» (ibid.). Finalmente esta opulencia sensorial estaba unida a una técnica sabia que engastaba continuamente pasajes de Virgilio, Teocrito y demás cultivadores de la bucólica grecolatina. Garcilaso hizo suyo el mundo pastoril de Sannazaro. Aunque infundió a sus propias églogas una fuerza vivificadora ausente del libro italiano, la huella de éste fue profundísima. Uno de los rasgos en que la Arcadia, juntamente con sus modelos clásicos, hubo de influir más, fue la adjetivación. En Sannazaro, la abundancia de epítetos y superlativos, que los españoles del siglo XVI encontraban excesiva para la prosa, tenía una honda razón de ser: el drittissimo abete, la robusta quercia, el noderoso castagno, el fronzuto bosso, el ombrosso faggio, el fragile tamarisco ostentan destacadamente la nota característica gracias a la XVI RAFAEL LAPESA cual han sido admitidos en el cuadro de la naturaleza idealizada. La poesía de Garcilaso, antes parca en epítetos, comienza ahora a prodigarlos, convirtiendó la adjetivación en un «placer de los sentidos», como ha dicho Margot Arce. Compárese la escasez dominante en los poemas anteriores a 1533 con la profusión con que se dan —casi siempre antepuestos— en la canción V y que ha sido interpretada tan agudamente por Dámaso Alonso; o con la abundancia visible en la paráfrasis del Beatus ille (égloga II, 38-75): dulce soledad, llena plaza, soberbia puerta, grandes señores, alto pino, robusta y verde encina, manada pobre, verde selva, plata cendrada y fina, oro luciente y puro, grave peso, dulce sueño, manso ruido, canto no aprendido, etc., etc. Claramente se dibuja un profundo cambio estilístico: en un principio Garcilaso es poco amigo del remansamiento que lleva en sí el adjetivo, y casi no lo emplea sino como refuerzo de las notas sombrías. Cuando por efecto de influencias literarias empieza a describir el mundo exterior, la adjetivación se hace imprescindible y aparecen las calificaciones representativas de una visión hostil o amable de la naturaleza. Pero el empleo constante del epíteto sólo comienza en Ñapóles, al tiempo que el poeta exterioriza su fe en ¡a perfección natural («¡Oh natura, cuan pocas obras cojas / en el mundo son hechas por tu mano!», égloga II, 80-81), cultiva la poesía bucólica, experimenta la influencia de Sannazaro e intensifica la imitación de los clásicos. Al mismo tiempo la expresión adquiere plasticidad. Apresa ya líneas, color y movimiento, mientras a la inimitable música de los versos se asocia la mención de toda clase de melodías y rumores. Pero la sobria elegancia natural en el gentilhombre toledano le impide reducirse a la visualidad alejandrina y a la musicalidad verbal: bien está el gusto por las sensaciones, siempre que no revele particular esfuerzo. Aun ¡as descripciones inspiradas en Sannazaro suelen mostrar superior contención; compárense los dos fragmentos de la Arcadia antes citados con ios pasajes garciiasianos siguientes: ... si mirando las nubes coloradas, al tramontar del sol orladas d'oro, no vieran que era ya pasado el día (égloga I, 411-413) ... Nuestro ganado pace, el viento espira, Filomena sospira en dulce canto y en amoroso llanto s'amancilla; ESTUDIO PRELIMINAR XVII gime la tortolilla sobre'l olmo... ... la fuente clara y pura, murmurando, nos está convidando a dulce trato. (égloga II, 1146-1153) De las variedades de color observadas en las nubes al atardecer, Garcilaso retiene sólo, combinándolas, dos: encarnado y oro. De las armonías del bosque, el canto del ruiseñor, el arrullo de la tórtola y el murmurar de la fuente. Y no es que desdeñe las demás sensaciones; las auditivas aparecen reunidas en otro lugar de la égloga II (vv. 64-76). Convida a un dulce sueño aquel manso ruido del agua que la clara fuente envía, y las aves sin dueño, con canto no aprendido, hinchen el aire de dulce armonía; háceles compañía, a la sombra volando y entre varios olores gustando tiernas flores, la solícita abeja susurrando; los árboles, el viento al sueño ayudan con su movimiento. Pero también aquí ha habido simplificación: se habla genéricamente de «las aves sin dueño» y de «los árboles y el viento», resumiendo las enumeraciones del italiano. Se evita la acumulación de pormenores como rasgo contrario a la sencillez natural. Otra lectura predilecta de Garcilaso fue la. de Ariosto. La influencia del Orlando, sin que se pueda comparar con la de la Arcadia, se deja notar en multitud de pasajes aislados y en algún episodio de mayor amplitud. En aquel delicioso tejido de aventuras Garcilaso debió de admirar la fantasía viva y sorprendente, la gozosa lozanía; pero sobre todo la facilidad, la gracia suprema que, como una elegancia más, oculta el trabajo que ha costado alcanzarla. En este aspecto la lección que ofrecían las luminosas octavas del Orlando hubo de ser decisivamente eficaz. El ejemplo de sus contemporáneos italianos hizo que Garcilaso volviera los ojos hacia la antigüedad. Sus conocimientos clásicos debían de ser extensos: Keniston supone que durante su primera juventud habría recibido las enseñanzas de Pedro Mártir de Anglería; y las obras escritas en XVIII RAFAEL LAPESA Ñapóles revelan, en efecto, un saber humanístico no improvisado. Pero en Italia, disponiendo de mayor holgura y situado en un ambiente lleno de admiración por las letras grecolatinas, hubo de renovar con entusiasmo su estudio. Hasta entonces la inspiración clásica no había dejado muchas huellas en sus producciones: frente a la intensa influencia de Petrarca y de Ansias March, las poesías anteriores a í£$j sólo registran sendas reminiscencias de Horacio, Propercio, Virgilio y Tibulo, y varias de Ovidio.. Ahora aprende la técnica imitatoria, autorizada por el precedente de ¡a literatura ¡atina, que tanto se había aprovechado de ¡a heUnica, y practicada y recomendada en el Renacimiento como prueba.de cultura respetuosa con la tradición erudita. En adelante Garcilaso salpica sus obras con imitaciones constantes y variadas, mostrando en ellas tanta maestría como Sannazaro y mucha mayor personalidad. Unas veces se contenta con acudir a las más próximas fuentes italianas; otras se eleva a las griegas o latinas, y libando en unas y otras, como ha dicho Cirot, elabora la miel de su poesía. Hasta entonces la mitología sólo había sido objeto de alusiones imprecisas en la obra de Garcilaso; en lo sucesivo será elemento artístico de primordial importancia. En Garcilaso el recuerdo de la Arcadia está fundido constantemente con el de Virgilio, cuyas obras, especialmente las Bucólicas, ejercen un fructífero magisterio sobre el poeta casteüano. El «mantuano Títiro» le prestó lo mejor de su alma soñadora: de una parte la delicadeza melancólica, ¡a compasión universal, la hondura sensitiva; de otra, la representación lírica de la naturaleza, que no sólo escucha las manifestaciones del sentimiento humano, sino que exterioriza su reacción emotiva ante ellas: «Non canimus surdis: respoñdent omnia silvae». ha influencia de Horacio, aunque menor que la de Virgilio, fue muy intensa también. Por testimonios de Seripando sabemos que Garcilaso era studiosissimus Horatii, y sus odas ¡atinas a Telesio y Sepúlveda responden al patrón de las del venusino; cuya serenidad se refleja en las más equilibradas poesías españolas de la nueva etapa. La perfección de la lírica horaciana debió de despertar el deseo de emulada mediante un riguroso cuidado de la forma. Por otra parte Ovidio acentuó la habilidad descriptiva de Garcilaso con ¡os alardes técnicos de las Metamorfosis, admirablemente reproducidos en la canción V y en el soneto XIII. La conjunción de petrarquismo y clasicismo sitúa a ¡a poesía garcilasiana dentro de las más dignas corrientes literarias aparecidas en Italia en el primer tercio del siglo xvi. Como reacción contra ¡a turbamuUa de sonetistas y madrigalistas adocenados, Pietro Bembo trataba de ennoblecer la lírica amorosa, preconizando la vuelta a Petrarca, ¡a inspiración ESTUDIO PRELIMINAR XIX grecolatina y la ejecución reflexiva, lentamente madurada. «Os exhorto -^escribía a un amigo— a seguir componiendo; pero sin embargo, antes meditadamente y poco que mucho no bien pensado, rumiado y triturado de antemano.» Al mismo tiempo había surgido el afán de implantar en la poesía vulgar metros y géneros usados en la clásica: Trissino intentaba remedar la canción pindárica; Bernardo Tasso, las estrofas de las odas horacianas mediante combinaciones de endecasílabos y heptasílabos; los dos escritores ensayaban el verso suelto, que, deshaciéndose de la rima, pretendía acercarse más a los usos de la antigüedad. Ariosto, Bernardo Tasso y Luigi Alamanni componían elegías en tercetos, unidades estróficas cuya brevedad se asemejaba a la del dístico latino. Participando en esta corriente general, Garcilaso amplía los cauces de su poética: junto al soneto y la canción, máximos logros del petrarquismo, cultivará la égloga, la elegía, la epístola y la oda. Y a veces, como sus contemporáneos, convertirá el soneto en sustituto moderno del epigrama clásico (sonetos Xin, xvi y XXIX, por ejemplo). C O D A : CULTURA Y SENSIBILIDAD. Al acabar el primer cuarto del XVI la poesía de los cancioneros castellanos era un producto artístico muy elaborado y muy vario: graciosa y ligera, llana y realista, abstracta y densa según los casos, contaba con un metro dúctil, el octosílabo, capaz de plegarse al tono requerido. Pero cuando el movimiento renacentista llegó a España a su plena madurez, Boscán y Garcilaso trajeron de Italia la fórmula reclamada por las nuevas apetencias estéticas. Boscán, sin asimilarla por completo, con prosaísmos y caídas de poeta mediocre; Garcilaso, con la atracción irresistible de sus versos, henchidos de inspiración. Los metros que introducían eran lentos, reposados, menos pendientes que el octosílabo de la rima acuciadora; a veces estaban desprovistos de ella, al modo grecolatino. El moroso discurrir de endecasílabos y heptasílabos repudiaba la expresión directa y el realismo pintoresco frecuentes en los cancioneros; en cambio, era el ritmo adecuado para la exploración del propio yo en detenidos análisis, y para expresar el arrobo contemplativo ante la naturaleza. Estos eran los dos grandes temas de la nueva escuela. Petrarca había dado la pauta para el escrutinio de los estados de alma. Los poetas, al explorar el propio espíritu, cobraban conciencia de sí mismos y contribuían así al descubrimiento del individuo, el hecho capital,del Renacimiento. De otra parte, con Marsilio Ficino, León Hebreo y Castiglione una fuerte corriente de platonismo había prestado base filosófica a la idealización del amor, habitual desde los trovadores. A las mentes imbui- X X RAFAEL LAPESA das de este platonismo era grato remansarse en la'imaginación de un mundo donde las cosas se aproximaban a las ideas supremas o se identificaban con ellas. Estaba en el ambiente la idea de la perfección natural; Garcilaso (lo leíamos antes) exclamaba: «¡Oh natura, cuan pocas obras cojas / en el mundo son hechas por tu mano!». El alma goza admirando la transparencia de las aguas donde los árboles se espejan, o el espesor de las frondas que no dejan paso al sol del estío; ama «la esquividad y apartamiento del solitario monte», donde puede entregarse al disfrute incompartido de recuerdos e ilusiones. La sensibilidad, afinada, sabe captar el color de lirios y rosas, o el de «las nubes coloradas / al tramontar del sol bordadas de oro». Apresa también el aroma, el «manso ruido» de las aguas y elfollaje, el susurro de las abejas. En este mundo embellecido revive el alma virgiliana, con los sueños del bucolismo y de la edad dorada. Resurgen los mitos animistas: rocas, árboles y animales se conduelen ante el sufrimiento de los hombres; las ovejas se olvidan de pacer escuchando el lamento de unos pastores; hermosas ninfas salen de los ríos para peinar sus rubias cabelleras, o bordan en ricas telas dolorosas historias de amor. Ya no se trata, como en los escritores del siglo XV, de erudición libresca vertida en fatigosas alusiones a la historia y mitología grecorromanas: es la resurrección del alma clásica. Ahora bien: los cancioneros, March, Petrarca, Sannazaro y Virgilio; en segundo término Horacio, Ovidio, Ariosto, Tansillo, Bernardo Tasso...; todos son circunstancias más o menos actuantes, pero circunstancias al fin, en el gradual enriquecimiento del mundo poético de Garcilaso. Sirvieron de guía en unos casos, de estímulo en otros, o se limitaron a proporcionar materiales para la nueva labor creadora. En general fueron revelando al poeta lo que llevaba dentro de sí y no había puesto en juego. Si el saber humanístico que muestran las obras escritas en Italia no pudo ser improvisado, menos aún la fina sensibilidad. En sus primeras manifestaciones la poesía garcilasiana aparece casi desnuda de atavíos, pero con la fuerza de la emoción contenida y con el acento de apasionada sinceridad que admiraba Herrera en los versos déla canción II: ¡Quién pudiese hartarse de no esperar remedio y de quejarse! Estas cualidades subsisten a lo largo de la producción ulterior y constituyen la característica más profunda tal vez de toda la obra del poeta. Después, en época de crisis, surge la impetuosidad atormentada; más tarde, aguda y exquisita, la sensibilidad ante la naturaleza; finalmente, un mayor aprovechamiento de lecturas y un marcado gusto por la plasti- E S T U D I O P R E L I M I N A R X X I cidad. Se ha ampliado el número de registros; pero no para rasgar el aire con raudales de sonoridad, sino para modular, como «la dulce garganta» del ruiseñor, una queja íntima y honda. Las evasiones del tema elegiaco son excepcionales y en ningún caso completas. Una vez habla Santa Teresa de «una pena delgada y penetrativa»: delgada y penetrativa es también la voz de Garcilaso cuando canta la identificación de su vida con «el dolorido sentir». Ternura, contemplación soñadora, ilusión de un mundo perfecto: todo ello sentido con tensión emotiva nunca enfriada; dicho todo con el don de apresar en la música del verso la esencia misteriosa de la poesía. Í R A F A E L L A P E S A OBRA POÉTICA Las citas bibliográficas aparecidas en las notas de esta edición r e m i t e n a la lista bibliográfica de las páginas 347-348. C O P L A I Villancico del mismo Boscán y de Garcilaso de la Vega a Don Luis de la Cueva * porque bailó en palacio con una dama que llamaban La Pájara ¿ Q u é testimonios son éstos que le queréis levantar? ¡Que no fue sino bailar! Garcilaso ¿Ésta tienen por gran culpa? 5 N o lo fue, a mi parecer, porque tiene por desculpa que lo hizo la mujer. Ésta le hizo caer mucho más que no el saltar 10 que hizo con el bailar. Podría ser anterior a 1531, por cuanto apareció j u n t o a las glosas de otros autores al m i s m o villancico, entre las cuales figura la del D u q u e de Alba, a quien se ha identificado c o n Fadrique Álvarez de T o l e d o , m u e r t o en esa fecha. Garcilaso hace responsable a la Pájara de los tropiezos y malos pasos de d o n Luis, quizá j u g a n d o con el doble sentido del verbo caer. «Esta le hizo caer / m u c h o m á s que n o el saltar». El a p o d o Pájara podría tener connotaciones despectivas, sugeridas por los sentidos traslaticios de la palabra: 'astuta, sagaz' o 'entendida, e x p e r t a ' . D o n Luis de la C u e v a era el hijo ser capitán de la Guardia en 1535. m e n o r del d u q u e de A l b u r q u e r q u e 1 testimonio: 'falsa atribución de u n a Francisco de la C u e v a , que llegó a culpa'. 9 C O P L A II Canción, habiéndose casado su dama Culpa debe ser quereros, según lo que en mí hacéis; mas allá lo pagaréis do no sabrán conoceros, 5 por mal que me conocéis. Por quereros, ser perdido pensaba, que no culpado; mas que todo lo haya sido, así me lo habéis mostrado, 10 que lo tengo bien sabido. ¡Quién pudiese no quereros tanto como vos sabéis, por holgarme que paguéis lo que no han de conoceros 15 por mal que me conocéis! Su composición se ha situado en los últimos meses de 1528 o los primeros de 1529, c u a n d o debió de tener lugar la boda de Isabel Freyre, a la que alude explícitamente el encabezamiento que trae en Mg («A doña Isabel Freyre, p o r q u e se casó con u n h o m b r e fuera de su condición»), pero de la que n o hay n i n g u n a referencia en el t e x t o . El poeta desea para su dama el m i s m o trato de desdén e indiferencia q u e él ha recibido de ella. 2 Entiéndase 'según el trato que recibo de v o s ' . 4 - 5 'donde n o sabrán reconocer vuestro valor o apreciaros (conoceros), por lo m i s m o que vos n o sabéis apreciarme (por mal que me conocéis)'; el sujeto de sabrán, como el de han de conocer (v. 14), parece abarcar a todas aquellas personas de las cuales la d a m a espera a m o r o correspondencia; podría tratarse concretamente del marido de la dama, cuya referencia explícita se evitaría poniend o el verbo en u n indefinido plural. 6 perdido: 'loco, enajenado'. 8 'mas que y o lo haya sido t o d o , t a n t o perdido c o m o culpado'. 1 1 - 1 5 ' ¡ Q u i é n pudiera n o quereros t a n t o c o m o vos sabéis n o querer, para alegrarme (por holgarme) que paguéis n o ser amada por lo mal que m e habéis a m a d o (por mal que, me conocéis); una maldición similar se halla en D i e g o del Castillo: «ruego a D i o s que siempre seas desamada, / e j a m á s que n u n ca veas / la gloria que más deseas / acabada» (461). 1 0 C O P L A III Otra Y o dejaré desde aquí de ofenderos más hablando, porque mi morir callando os ha de hablar por mí. 5 Gran ofensa os tengo hecha hasta aquí en haber hablado, pues en cosa os he enojado que tan poco me aprovecha. Derramaré desde aquí 10 mis lágrimas no hablando, porque quien muere callando tiene quien hable por sí. Por razones exclusivamente estilísticas y estéticas, se ha atribuido a época temprana. A partir del bien conocido tópico del silencio del a m a n t e , el poeta plantea la paradoja de la m u e r t e silenciosa o sufrimiento callado c o m o la forma más elocuente del a m o r («porque quien m u e r e callando / tiene quien hable por sí»). Se han aducido coincidencias de c o n t e n i d o con Boscán, canción i x , 31-36: «Si os quiero hablar, faltando va m i habla I ... I X m á s que nada os habla el n o hablaros». 1 - 2 ' Y o , a partir de este m o m e n t o , dejaré de ofenderos más p o r hablar'. 7 - 1 2 El poeta se i m p o n e el silencio, al darse cuenta q u e con sus quejas y lamentaciones n o obtiene n i n g ú n beneficio (que tan poco me aprovecha), porq u e con ellas causa el enojo de la amada (pues en cosa os he enojado). I I C O P L A I V A una partida Acaso supo, a mi ver, y por acierto quereros quien tal yerro fue a hacer: c o m o partirse de veros 5 donde os dejase de ver. Imposible es que este tal, pensando que os conocía, supiese lo que hacía cuando su bien y su mal 10 j u n t o os entregó en un día. Escrita antes de 1533, pertenece, c o m o subraya el epígrafe que la encabeza, a u n género m e n o r d e n t r o de la poesía amorosa del siglo XV: las coplas a u n a partida. Se trata de composiciones en las que se pondera el sufrimiento p o r la separación y en las que se j u e g a insistentemente sobre el verbo partir (véase égloga II, 2 5 - 3 0 ) . Garcilaso se sirve de todos esos elementos para ofrecer u n a retorcida paradoja: la de quien con acierto y e r r ó n e a m e n t e ama a u n a dama de cuya presencia y contemplación puede prescindir para siempre. El error y acierto consiste en dejarla de ver: error p o r q u e se priva de la gloria de su contemplación (véase copla VIII); acierto p o r q u e es capaz de alejarse de ella, sin desear volver a verla, bien directam e n t e , bien en la imaginación; pero se trata de u n acierto casual, p o r q u e , si hubiera p r o c u r a d o conocerla mejor de lo que pensaba conocerla, n o habría podid o marcharse tan fácilmente. Podrían señalarse algunas concordancias c o n u n a canción del C o m e n d a d o r Escrivá, Cancionero general, fol. CXXIX: «Parte el cuerpo d'os mirar, / queda el alma sin os ver, / q u ' e l que os p u d o conoscer / ni parte de desear, / ni se parte de querer». 1 - 5 ' p o r accidente (acaso), según m i versos 4 - 5 , dado su sentido redundanm o d o de ver, y acertadamente (por te: 'cesar (físicamente) de veros cuanacierto) supo quereros quien cometió tal do todavía podía dejar (espiritualmenerror (quien tal yerro fue a hacer) c o m o te) de veros' (Rivers). apartarse de veros dirigiéndose allí don- 9 su bien y su mal: el bien de ver a de os dejase de ver para siempre'. Se la dama y el m a l de alejarse de ella para ha ofrecido otra interpretación de los siempre. 1 2 C O P L A IV 13 Acertó acaso a hacer lo que, si por conoceros hiciera, no podía ser: partirse y, con solo veros, 15 dejaros siempre de ver. 1 1 - 1 5 ' A c e r t ó p o r casualidad (acaso) a hacer lo q u e si p o r querer conoceros mejor n o pudiera haber h e c h o : m a r charse y, tras veros sólo u n a vez (con solo veros), dejaros de ver definitivam e n t e ' . C O P L A V Traduciendo cuatro versos de Ovidio Pues este nombre perdí, «Dido, mujer de Sicheo», en mi muerte esto deseo que se escriba sobre mí: 5 «El peor de los troyanos dio la causa y el espada; D i d o , a tal punto llegada, no puso más de las manos». Esta copla, t a m b i é n atribuida a D i e g o H u r t a d o de M e n d o z a , 0 parece de fecha t e m p r a n a . Es u n a versión bastante fidedigna del final de la epístola de D i d o a Eneas ( O v i d i o , Heroidas, v i l , 1 9 3 - 1 9 6 ) : «Nec c o n s u m p t a rogis inscribar 'Elissa Sychaei': / hoc t a m e n in t u m u l i m a r m o r e carmen erit: / 'Praebuit Aeneas et causam mortis et ensem; / ipsa sua D i d o concidit usa m a n u ' » ; D i e g o H u r t a d o de M e n d o z a la tradujo en tercetos encadenados con un m a y o r respeto al original latino: «Y en el gran m á r m o l de m i sepultura / n o seré Elisa de Siqueo n o m b r a d a , / m a s habrá solamente esta escritura: / 'La causa de esta m u e r t e dio y la espada / el c r u d o capitán de los troyanos; / la triste D i d o , de vivir cansada, / buscó descanso con sus propias m a n o s ' » . 2 D i d o , tras entregarse a Eneas, ya n o puede llamarse esposa de su primer marido (mujer de Sicheo); Garcilaso conserva la grafía latina del m o d e lo: Sicheo, en lugar de la castellana Siq u e o . s ' 6 Esto es, Eneas, quien la abandon ó (por eso lo llama el peor de ¡os troyanos), dándole m o t i v o para el suicidio (dio la causa) y dejándole por descuido la espada. 8 más de: 'más q u e ' ; D i d o , con sus m a n o s , cogió la espada y con ella se dio la m u e r t e . 1 4 C O P L A V I Del mismo a doña Mencia de la Cerda, que le dio una red y díjole que aquello había hilado aquel día D e la red y del hilado hemos de tomar, señora, que echáis de vos en un hora todo el trabajo pasado; 5 y si el vuestro se ha de dar a los que se pasearen, lo que por vos trabajaren ¿dónde lo pensáis echar? La copla, s e g u r a m e n t e de la primera época, plantea u n a situación habitual en los p o e m a s del Cancionero general: el regalo de u n hilo por parte de la dama al poeta, quien lo interpreta c o m o símbolo de su cautiverio o sufrimiento amoroso; aquí, la d a m a le arroja u n a red y u n hilado en cuya labor había trabajado t o d o el día y q u e aún n o había t e r m i n a d o ; el poeta interpreta el gesto c o m o poco esperanzador: si la d a m a ha e n t r e g a d o su propio trabajo (símbolo del sufrim i e n t o ) a u n desconocido (o desconocidos), ¿a d ó n d e arrojará el sufrimiento a j e n o ? 0 El título aclara la ocasión del ' r e g a l o ' y reproduce el n o m b r e de la d a m a (Mencia de la Cerda), con el que se j u e g a irónicamente, al establecer una clara relación entre su apellido (Cerda) y actividad más i m p o r t a n t e . 1 - 4 ' h e m o s de t o m a r , señora, la red s ~ 'si vuestra red e hilado se ha de y el hilado, p o r q u e en u n m o m e n t o dar a los paseantes, la red e hilado que os deshacéis de t o d o el trabajo an- han trabajado por vos, ¿a dónde lo penterior'. sais e c h a r ? ' . ' 5 C O P L A V I I Del mismo Garcilaso a Boscán, porque, estando en Alemana, danzó en unas bodas La gente s'espanta toda, que hablar a todos distes, que un milagro que hecistes hubo de ser en la boda; 5 pienso que habéis de venir, si vais por ese camino, a tornar el agua en vino, c o m o el danzar en reír. Garcilaso debió de escribirla, tal c o m o se dice en el título, durante alguna de sus estancias en Alemania (bien la del verano de 1530, bien la de febrero-julio de 1532), coincidiendo con Boscán, a cuya intrépida decisión de danzar en «unas bodas» se atribuye el valor de m i l a g r o , comparable al realizado por Jesús en las bodas de C a n a , c u a n d o convirtió el agua en v i n o . 1 s'espanta: 'se maravilla'. 7 Se alude a las bodas de Cana (véa- 3 - 4 El milagro q u e se atribuye a Boscán es haberse decidido a bailar; y n o debió de hacerlo m u y bien, a j u z gar por las risas que p r o v o c ó . ' c o m o convirtió el danzar en reír', porque verlo bailar resultaba m u y divertido. 16 C O P L A V i l i Villancico de Garcilaso Nadi puede ser dichoso, señora, ni desdichado, sino que os haya mirado. Porque la gloria de veros 5 en ese punto se quita que se piensa mereceros; así que, sin conoceros, nadi puede ser dichoso, señora, ni desdichado, 10 sino que os haya mirado. Esta copla, de fecha temprana, revela un conceptismo bastante afín al de la copla IV: la c o n t e m p l a c i ó n de la amada es fuente de dicha y desdicha, lo p r i m e r o por la gloria q u e p r o p o r c i o n a , lo s e g u n d o p o r q u e n o hace concebir esperanzas de u n galardón o correspondencia. Se ha c o m p a r a d o con el villancico que empieza « N o puede el q u e os ha m i r a d o » . 1 nadi: ' n a d i e ' . ros m i r a d o (en ese punto) desaparece la 3 sino que: 'a n o ser q u e ' ; n o parece gloria de veros cuando u n o imagina meprobable entender que c o m o p r o n o m - receros'; la gloria que proporciona la bre, en consonancia con la fuente adu- mera contemplación de la d a m a desacida ('el q u e os ha m i r a d o ' ) . parece c u a n d o el poeta piensa en al- 4 ' p o r q u e en el instante de habe- g ú n tipo de correspondencia. 1 7 S O N E T O I C u a n d o me paro a contemplar mi 'stado y a ver los pasos por do m ' h a n traído, hallo, según por do anduve perdido, que a mayor mal pudiera haber llegado; 5 mas cuando del camino 'stó olvidado, a tanto mal no sé por do he venido; sé que me acabo, y más he yo sentido ver acabar comigo mi cuidado. Y o acabaré, que me entregué sin arte 10 a quien sabrá perderme y acabarme si quisiere, y aún sabrá querello; que pues mi voluntad puede matarme, la suya, que no es tanto de mi parte, pudiendo, ¿qué hará sino hacello? La fecha de composición de este soneto parece bastante difícil de precisar; pero, por su vinculación con las técnicas de la poesía de cancionero (así el segundo cuarteto y los tercetos emplean u n parvo léxico para j u g a r con él gracias a diversas figuras retóricas), hay una tendencia a situarlo entre los años 1526 y 1532. La reflexión estoica de los seis primeros versos utiliza la imagen del caminante q u e c o n t e m p l a la senda recorrida, mientras la reiteración conceptista de los ocho últimos aborda el tema de la m u e r t e c o m o el único m o d o de aplacar el sufrim i e n t o a m o r o s o . D e l cuarteto inicial se han señalado n u m e r o s o s análogos, desde Plutarco a D a n t e ; pero Garcilaso, esencialmente, combina la musicalidad de Petrarca y el c o n t e n i d o de O v i d i o . El verso p r i m e r o g o z ó de extraordinaria fortuna en la poesía del Siglo de O r o . 1 - 2 ' C u a n d o m e d e t e n g o a c o m p r o bar mi situación ('stado) y a ver por donde (do) m e han traído mis pasos'; el suj e t o de han traído es, lógicamente, pasos, a u n q u e la gran m a y o r í a de testimonios lo concierta con estado, seguramente a partir de u n error paleogràfico p r o d u cido p o r la abreviatura de han (5). 5 stó: ' e s t o y ' . A ú n n o se había generalizado la fusión de la forma etimológica sto y la partícula y ( < ¡bi ' a h í ' ) . 8 cuidado: 'preocupación a m o r o s a ' ; es palabra frecuente entre las composiciones amatorias de los poetas de cancionero, y propia de su léxico abstracto y conceptual. 9 sin arte: 'sin engaño, leal y honest a m e n t e ' . "querello: 'quererlo'. La asimilación de la -r del infinitivo a la /- del enclítico todavía era corriente en el siglo XVI. 1 3 Entiéndase 'que n o está de mi p a r t e ' . 1 8 S O N E T O II En fin a vuestras manos he venido, do sé que he de morir tan apretado, que aun aliviar con quejas mi cuidado c o m o remedio m'es ya defendido; 5 mi vida no sé en qué s'ha sostenido, si no es en haber sido y o guardado para que sólo en mí fuese probado cuánto corta un'espada en un rendido. Mis lágrimas han sido derramadas 10 donde la sequedad y el aspereza dieron mal fruto dellas, y mi suerte. ¡Basten las que por vos tengo lloradas! ¡ N o os venguéis más de m í con mi flaqueza; allá os vengad, señora, con mi muerte! Carece de referencias externas y de rasgos específicos para fecharlo con alguna certeza. La situación que plantea es la bien conocida ya del poeta sometido a la v o l u n t a d de la amada c o m o si se tratara de u n prisionero de guerra en m a n o s de su e n e m i g o . 1 La peculiaridad de c o m e n z a r u n p o e m a con u n a conjunción o adverbio de finalidad (en fin 'finalmente') se halla ya en T i b u l o , Elegiae, III, XIII, I: «Tándem venit a m o r . . . » ; y, después de Garcilaso, en Aldana, Primera parte..., fol. 2$r: «En fin, en fin, tras t a n t o andar m u r i e n d o » . 2 apretado: ' a n g u s t i a d o ' . 4 defendido: ' p r o h i b i d o ' . 8 rendido: 'vencido, sometido'. Parece haber una referencia a la c o s t u m b r e de acuchillar los cadáveres de los enem i g o s , bien para probar el filo de las espadas, bien c o m o venganza de la m u e r t e de u n a m i g o o familiar. 1 0 aspereza es palabra femenina, pero a m e n u d o aparecía acompañada por el artículo el, en vez de la, p o r q u e durante la Edad Media la solía apocoparse c u a n d o el sustantivo que le seguía c o m e n z a b a por vocal. 1 9 S O N E T O III La mar en medio y tierras he dejado de cuanto bien, cuitado, y o tenía; y, yéndome alejando cada día, gentes, costumbres, lenguas he pasado. 5 Y a de volver estoy desconfiado; pienso remedios en mi fantasía, y el que más cierto espero es aquel día que acabará la vida y el cuidado. D e cualquier mal pudiera socorrerme 10 con veros y o , señora, o esperallo, si esperallo pudiera sin perdello; mas de no veros ya para valerme, si no es morir, ningún remedio hallo; y, si éste lo es, tampoco podré habello. Los datos q u e ofrece se han puesto en relación con alguno de los diversos viajes que hizo Garcilaso d u r a n t e su vida, desde el primero a Italia (1529-1530) hasta la participación en la empresa de T ú n e z (1535). El poeta aborda el manidísimo tema del sufrimiento por ausencia de la amada, utilizando una serie de términos médicos (remedio, valerme) d e n t r o de la tradición del amor c o m o enfermedad. Para los versos iniciales se ha sugerido la influencia de Petrarca y Sannazaro. Los tercetos se complacen en los j u e g o s de ingenio, producidos especialmente por las antítesis. 1 - 2 ' H e dejado la m a r y las tierras en m e d i o de c u a n t o . . . ' ; u n alejamiento de la amada (cuanto bien ...yo tenía) descrito c o n t é r m i n o s semejantes aparece en Sannazaro, Arcadia, VII, 2 2 : «per tanta longinquità di terra, per tanti seni di m a r e dal m i o desio dilungat o , in c o n t i n u o dolore e lacrime mi c o n s u m o » ; y en Petrarca, Canzoniere, XXXVII, 4 1 - 4 3 : «Quante m o n t a g n e ed acque, / q u a n t o m a r , quanti fiumi / m ' a s c o n d o n q u e ' d u o l u m i . . . » . 5 estoy desconfiado: ' h e perdido la esperanza'; el m i s m o sentimiento se halla en Sannazaro, Arcadia, VII, 17: «trovandomi per tanta distanza di paese absenté da lei, e forse senza speranza di rivederla g i a m m a i . . . » . 6 fantasía: ' i m a g i n a c i ó n ' , la segunda de las potencias del alma sensitiva (a veces, se la identifica con el sensus comunis —la potencia que se limita a recibir las imágenes sensibles— para diferenciarla de la imaginado —la potencia que las retiene). 9 - 1 1 ' D e cualquier m a l . . . c o n esperar veros, si pudiera esperarlo sin perder la esperanza de veros'. 1 2 - 1 4 'mas n o hallo más remedio que la m u e r t e para c u r a r m e de n o veros; y, si la m u e r t e es el remedio, t a m p o co c o n este remedio podré curarm e , p o r q u e , u n a vez m u e r t o , n o os veré'. 20 S O N E T O I V U n rato se levanta m i esperanza, mas, cansada d'haberse levantado, torna a caer, que deja, a mal mi grado, libre el lugar a la desconfianza. 5 ¿ Q u i é n sufrirá tan áspera mudanza del bien al mal? ¡ O h corazón cansado, esfuerza en la miseria de tu estado, que tras fortuna suele haber bonanza! Y o m e s m o emprenderé a fuerza de brazos 10 romper un monte que otro no rompiera, de mil inconvenientes m u y espeso; muerte, prisión no pueden, ni embarazos, quitarme de ir a veros c o m o quiera, desnudo 'spirtu o hombre en carne y hueso. D e b i ó de ser c o m p u e s t o a raíz de su encarcelamiento en Tolosa (febrero de 1532) o de su destierro a la isla del D a n u b i o (marzo-julio del m i s m o año), según parece inferirse de los «mil inconvenientes» q u e ha de afrontar el poeta, entre los cuales se m e n c i o n a la «prisión» (v. 12). El soneto plantea d o s actitudes contrapuestas: la rendición ante la desgracia (cuartetos) y su superación a través del a m o r (tercetos). Garcilaso asimila varios lugares de u n a canción de Petrarca (XXXVll), infundiéndoles u n n u e v o espíritu, incompatible c o n la «dulce melancolía» de su m o delo (Lapesa); m á s secundariamente, evoca a Ausias M a r c h . 3 a mal mi grado: 'a pesar m í o ' ; los editores a n t i g u o s , al considerarla anómala, suprimieron la preposición a, que quizá quepa explicar p o r influencia del italiano «a m a l m i o g r a d o » . 4 La i m a g e n de la esperanza en m o v i m i e n t o de ascenso y descenso está inspirada p o r Petrarca, Canzoniere, x x x v n , 107-110: «però c h ' a d ora ad ora / s'erge la speme e p o i n o n sa star ferma; / m a ricadendo afferma / di m a i n o n veder lei c h e '1 ciel onora». 5 - 6 La interrogación y la inmediata exhortación se han querido ver en coincidencia con Ausias M a r c h ( X I , I, 2 - 4 ) : « C o r malastruch, enfastijat de viure... C o m soferràs los mais q u i ' t son devant?». 1 esfuerza: ' a n í m a t e ' . S r / • jortuna: t o r m e n t a m a r í t i m a , tempestad'. La idea de la calma después de la tempestad está documentada como proverbial en todas las lenguas r o mánicas desde el latín; Garcilaso la halla sugerida en Petrarca, Canzoniere, x x x v n , n - 1 3 : «mantienti, anima trista: / che sai s'a miglior t e m p o anco ritorni?». 9 - 1 1 ' Y o m i s m o acometeré la empresa, c o n la fuerza de los brazos, de abrirm e c a m i n o p o r entre u n m o n t e (romper un monte)... m u y espeso'; romper 21 2 2 S O N E T O IV un monte conserva, secundariamente, el sentido traslaticio de 'superar u n obst á c u l o ' . Véase soneto x x v i , II. 1 2 embarazos: 'obstáculos, impedim e n t o s , dificultades'; las exigencias de la rima obligaron a Garcilaso a invertir los t é r m i n o s de la comparación de m á s a m e n o s . 13 como quiera: ' d e u n a u otra m a n e r a ' . 1 4 La forma 'spirtu, adoptada casi siempre p o r Garcilaso, parece u n a influencia del italiano, favorecida aquí por la reminiscencia literal del último verso de la canción de Petrarca: «o spirto i g n u d o o d u o m di carne e d'ossa»; en el toscano, el verso «no pasa de ser una promesa», mientras en el toledano constituye «un s u p r e m o grito de independencia» ( R . Lapesa). S O N E T O V Escrito 'stá en m i alma vuestro gesto y cuanto y o escribir de vos deseo: vos sola lo escribistes; y o lo leo, tan solo, que aun de vos m e guardo en esto. 5 E n esto 'stoy y estaré siempre puesto, que aunque no cabe en m í cuanto en vos veo, de tanto bien lo que no entiendo creo, tomando ya la fe por presupuesto. Y o no nascí sino para quereros; 10 m i alma os ha cortado a su medida; por hábito del alma misma os quiero; cuanto tengo confieso y o deberos; por vos nací, por vos tengo la vida, por vos he de morir y por vos muero. N o parece fácil d e t e r m i n a r la fecha de redacción, dada la carencia de datos específicos y técnicas singulares; la crítica, sin e m b a r g o , se ha inclinado mayoritariam e n t e p o r u n a fecha t e m p r a n a (entre 1526 y 1532). El m o t i v o de la i m a g e n o rostro de la amada impreso en el alma del amante (primer cuarteto) se trata en convergencia con otros dos: el de la naturaleza divina de la d a m a (segundo cuarteto) y el de la absoluta fidelidad del a m a n t e , cuyo a m o r se sugiere predestinado (tercetos). T o d o s estos elementos h a n sido analizados bajo u n a dimensión espiritual, en la convicción de que describen los aspectos de la vida monacal: el scriptoriutn, la meditación, el hábito talar, etc. T a m b i é n se fia r e c o n o c i d o e n él los elementos característicos del soneto p r o e m i o de los cancioneros petrarquistas y, en algunas ediciones modernas, aparece c o m o p r i m e r p o e m a . Garcilaso n o se ciñe a u n m o d e l o concreto, si bien podría haberse dejado influir por algún verso de Ausias M a r c h , a quien la crítica reconoce c o m o fuente más segura de t o d o el soneto; los motivos relacionados con el principal, sin e m b a r g o , tienen u n aire a los presentados p o r Lentini, Rime, 1 9 - 2 7 : «Avendo gran disio, / dipinsi u n a figura, / bella, a voi simigliante, / e q u a n d o voi n o n vio / g u a r d o in quella pintura, / e par c h ' e o v'agia avante: / si c o m ' o m che si crede / salvare p e r sua fede / ancor n o n via davante...». 1 - 3 El sentido y la p u n t u a c i ó n de estos versos plantean algunas dudas. El arranque del s o n e t o se ha querid o v e r e n la confluencia entre Petrarca, Canzoniere, V, 2 («e '1 n o m e c h e nel c o r m i scrisse Amore»), y Ausias M a r c h , LXII, vii, 49 («M'oppinió es e n m o n cor escrita...»); pero, en conjunto, se halla más p r ó x i m o a B e m b o , Rime, VIII, 7 ( « O volto, che mi stai ne l'alma impresso...»); gesto: 'rostro'. 4 El v e r b o leo p u e d e entenderse en su acepción literal (véase arriba v. 3) c o m o t a m b i é n en la genérica de ' v e o , 23 2 4 S O N E T O V c o n t e m p l o ' : ' y o lo leo [poesía e imagen grabadas en el alma] estando tan solo, q u e incluso, al leerlo, m e guard o de v o s ' ; la amada n o puede estar presente c u a n d o el poeta contempla su rostro i m p r e s o en el alma, p o r q u e , seg ú n la teoría clásica de las sensaciones, n o podía representarse en la imaginación u n objeto sensible al par q u e contemplarlo d i r e c t a m e n t e a través de los sentidos. Podría precisarse aún más esta interpretación: ' y o lo c o n t e m p l o tan solo, q u e incluso contemplándoos a solas debo p r o t e g e r m e de v o s ' , p o r q u e , a u n q u e n o la vea al natural, el poeta arde y se estremece c o m o si la tuviera delante (véase, arriba, los versos de Lentini). El verso, sin e m b a r g o , ha dado lugar a otras explicaciones, q u e lo relacionan con el motivo del secreto amoroso: el poeta adopta la precaución de leer y contemplar su palabra poética en soledad, para n o dejarla trascender. La metáfora de la lectura evoca la antigua metáfora sobre las sensaciones escritas en el alma y, en semejante cont e x t o , había sido empleada p o r B e m b o , Rime, VIH, 13-14: «Quel ch'io t ' h o già di lei scritto nel core, / e quel che leggerai n e ' suoi begli occhi». 5 ' E n esto... siempre dedicado (puesto)'; «la repetición d e en esto al principio de este verso y al final del anterior se llama anadiplosis» (Herrera). 6 - 8 ' . . . a u n q u e n o alcanzo a c o m prender c u a n t o v e o en v o s , considero de t a n t o bien lo q u e n o e n t i e n d o , q u e ya p r e s u p o n g o la f e . . . ' . El encarecim i e n t o de la belleza de la amada en términos próximos a la teología (el poeta parece a d o p t a r c o m o d o g m a de fe u n a belleza inasible e incomprensible para su intelecto) se ha creído modelado sobre u n a secuencia de Santo T o más para el Corpus Christi: «Quod n o n capis, / quod n o n vides, / animosa firm a t fides, / praeter r e r u m ordinem»; pero ha de interpretarse c o m o u n ejemplo m á s de la hipérbole sagrada, bastante c o m ú n en textos afines (véase v. 3), desde G i a c o m o Lentini a Boscán. 9 La m i s m a aseveración se halla en Ausias M a r c h , LVIII, IV, 3 0 : «Per vos amar fon lo m e u naixement»; y en u n villancico del p o r t u g u é s J u a n de M e neses: «Vuestro soy, para vos nací...» ( R . Lapesa). 1 0 - 1 1 El pasaje admite dos lecturas. Si hábito se t o m a en el sentido de 'vestid o ' , puede leerse: ' m i alma ha confeccionado — c o m o si se tratara de u n vestido para ella— u n a i m a g e n de vos a su medida; c o m o imagen, esto es, vestido del alma os q u i e r o ' ; si hábito se interpreta c o n el significado de 'cost u m b r e , disposición', cabe parafrasear: ' m i alma se ha habituado a vos c o m o si os hubiera cortado a su m e d i d a ' . 1 2 Se ha querido ver en este verso u n a referencia a Elena de Z ú ñ i g a , con quien Garcilaso tuvo tres hijos y quien aportó u n a i m p o r t a n t e dote al matrim o n i o , pero la deuda q u e aquí el poeta reconoce para c o n la amada n o parece de índole material. 1 3 - 1 4 La cuádruple repetición contiene otras tantas anáforas (por vos..., por vos...) c o n la antítesis vida-muerte ( H e rrera); la última de estas anáforas coincide con Gilabert de Próxita, Poesies, XII, 3 9 «car per vos m u y r » . S O N E T O V I Por ásperos caminos he llegado a parte que de miedo no me m u e v o , y si a mudarme a dar un paso pruebo, allí por los cabellos soy tornado; 5 mas tal estoy, que con la muerte al lado busco de mi vivir consejo nuevo, y conozco el mejor y el peor apruebo, o por costumbre mala o por mi hado. Por otra parte, el breve tiempo mío 10 y el errado proceso de mis años, en su primer principio y en su medio, mi inclinación, con quien ya no porfío, la cierta muerte, fin de tantos daños, me hacen descuidar de mi remedio. Por su temática, cabe considerarlo c o n t e m p o r á n e o al soneto I y a la canción IV. El poeta se nos presenta atenazado p o r el m i e d o , en medio de un áspero camino (primer cuarteto); ha i n t e n t a d o enmendarse, pero siempre ha persistido en el error (segundo cuarteto): el a m o r (mi inclinación) y la cercana m u e r t e lo llevan a aceptar sus males (tercetos). La i m a g e n del c a m i n o , j u n t o a otras determinadas expresiones, está claramente influida p o r Ausias M a r c h , en tanto las referencias a la m u e r t e y al propósito de enmienda siguen literalmente a Petrarca. 2 parte: 'lugar, sitio'. 3 Entiéndase: 'y si p r u e b o a dar u n paso para m o v e r m e ' . 4 tornado: ' d e v u e l t o , regresado (de d o n d e estaba)'; el verso parece evocar la expresión proverbial 'traer p o r los cabellos', a la q u e Garcilaso da u n u s o particular: «se refiere ... a la violencia moral de ser u n a persona arrastrada involuntariamente a una determinada acción» ( T . N a v a r r o T o m á s ) . Garcilaso mezcla el recuerdo de varios pasajes de Ausias M a r c h , C X V I , V, 4 5 - 5 0 , y XVIII, 3 7 : « Q u a n t he pensat d ' A m o r del t o t estorcre, / contra mi veig camí que n o p u c h tonjre, / p o r t a n t - m e ' n part... / n o puch dar pas plaent a m o n coratge...»; y «Per los cabells a m i sembla q u ' n porten»; el arranque es el mism o que el de otro soneto de Boscán, XXXIII, 1: «Yo p o r ásperos caminos rodeo...». 5 - 6 La vecindad de la m u e r t e traduce literalmente a Petrarca, Canzoniere, CCLXIV, 136-138: «che co la m o r t e a lato / cerco del viver m i o n o v o consiglio; / e veggio '1 meglio, ed al peggior m ' a p p i g l i o » . 6 consejo: ' r u m b o , orientación, cam i n o ' . 7 el mejor y el peor: en lugar de lo mejor y ¡o peor, según traen algunos editores antiguos; podría explicarse por la concordancia con consejo ('el mejor 25 2 6 S O N E T O VI y el peor consejo') y la influencia del italiano, apoyada en este caso por la reminiscencia de Petrarca. 8 La atribución de los propios errores a la costumbre (véase soneto V) recoge parte de una idea de Petrarca, Canzoniere, CCLXIV, 1 0 2 - 1 0 7 : «il mal cos t u m e oltre la spinge...»; y Epístolas métricas, I, XIV, 51: «violentior usus». S O N E T O V I I N o pierda más quien ha tanto perdido; bástate, amor, lo que ha por m í pasado; válgame ora jamás haber probado a defenderme de lo que has querido. 5 T u templo y sus paredes he vestido de mis mojadas ropas y adornado, c o m o acontece a quien ha ya escapado libre de la tormenta en que se vido. Y o habia jurado nunca más meterme, 10 a poder mió y a mi consentimiento, en otro tal peligro como vano; mas del que viene no podré valerme, y en esto no v o y contra el juramento, que ni es c o m o los otros ni en mi mano. Parece c o m p u e s t o a raíz de sus amores con u n a d a m a de Ñapóles, a la que n o se ha p o d i d o identificar. El poeta, curado de su pasión, cuelga las ropas en el t e m p l o del a m o r , c o m o si se tratara de u n náufrago salvado y agradecido; ha j u r a d o n o exponerse a otros peligros; p e r o , en contra de su voluntad, ha caído en ellos por culpa de u n n u e v o a m o r , del q u e afirma ya n o podrá curarse. La i m a g e n del a m a n t e náufrago se inspira directamente en H o r a c i o , mientras el m o t i v o de la recaída amorosa podía proceder de a l g u n o de los m u c h o s poetas italianos q u e lo habían t r a t a d o . 5 - 8 Al igual q u e el náufrago q u e , tras haber escapado de u n a t o r m e n t a , cuelga su ropa y restos de la embarcación en el t e m p l o de N e p t u n o (o de V e n u s ) , el poeta, u n a vez libre de la pasión amorosa, adorna con sus ropas mojadas las paredes del t e m p l o del amor (Tu templo y sus paredes he vestido...). La i m a g e n del a m o r c o m o u n a torm e n t a en que el a m a n t e naufraga tiene n u m e r o s o s antecedentes literarios, entre los cuales Garcilaso parece ceñirse a H o r a c i o , Odas, I, v, 13-16: «Me tabula sacer / votiva paries indicat uvida / suspendisse potenti / vestimenta maris deo». 9 - 1 1 ' Y o había j u r a d o v a n a m e n t e (como vano) nunca más m e t e r m e en otro peligro igual, si estaba en m i poder y yo consentía en ello'; este arranque recuerda a B e m b o , Rime, II, 1-2 («lo, che già vago e sciolto avea pensato ), que c o n t ó con m u c h o s imitadores, desde Bernardo Tasso a Benedetto Varchi. 1 4 'que ni es c o m o los otros peligros ni está en m i m a n o poder evitarlo'. 2 7 S O N E T O V i l i D e aquella vista pura y excelente salen espirtus vivos y encendidos, y siendo por mis ojos recebidos, me pasan hasta donde el mal se siente; 5 éntranse en el camino fácilmente por do los mios, de tal calor movidos, salen fuera de mí c o m o perdidos, llamados d'aquel bien que 'stá presente. Ausente, en la memoria la imagino; 10 mis espirtus, pensando que la vían, se mueven y se encienden sin medida; mas no hallando fácil el camino que los suyos entrando derretían revientan por salir do no hay salida. La deuda con Boscán y su perfecta construcción obligan a considerarlo de fecha tardía, con absoluta seguridad posterior a la primavera de 1533, cuando Garcilaso revisó la versión que aquél estaba u l t i m a n d o de El cortesano; se ha sugerido, sin e m b a r g o , u n a fecha t e m p r a n a , la del primer viaje de nuestro poeta a Italia, entre 1529 y 1530. El poeta describe la alteración que p r o d u c e en él la presencia de la amada y el dolor que le causa su ausencia; para ello se sirve de conceptos de la medicina y filosofía antiguas, aplicados al e n a m o r a m i e n t o ya por los representantes del ¿olee stil nuovo. Las teorías fisiológicas antiguas concebían la visión c o m o la emisión de espíritus a través de los ojos procedentes del cerebro. El espíritu es u n vapor sutil que se engendra por la c o m b u s t i ó n de los alimentos en la sangre, a u n q u e el n e o p l a t o n i s m o le atribuye u n origen astral, de d o n d e desciende a través de las órbitas planetarias envolviendo y a c o m p a ñ a n d o al alma hacia su destin o terrestre. Garcilaso condensa en el breve espacio del soneto u n pasaje de El cortesano (IV, 6 y 7) de Castiglione, s e g u r a m e n t e a través de la versión castellana de su a m i g o Boscán, a quien le había corregido el original; el m o d e l o de Castiglione se halla en Platón, Fedro, 2 5 1 . El p o e m a se divide en dos partes bien separadas a través de u n a anadiplosis por antítesis («...'stá presente. / A u s e n t e . . . » ) : los dos cuartetos y los dos tercetos. Existe e n t r e ellas u n a serie de oposiciones: vista-memoria; calor-ausencia de calor; entrar/salir-no e n t r a r / n o salir; salir c o m o perdidos-reventar. 2 Los espirtus ('espíritus') vivos ('ardientes') recuerdan literalmente a Castiglione, El cortesano, IV («...por aquellos vivos espíritus que salen por los ojos...»), quizá en confluencia con Petrarca, Canzoniere, CCLVIII, I («Vive 28 S O N E T O V i l i 2 0 faville uscian d e ' d ú o bei lumi»); y se c o r r e s p o n d e n con la naturaleza caliente e ígnea q u e le a t r i b u y e r o n respectiv a m e n t e la medicina y la filosofía clá­ sicas. 4 donde el mal se siente: perífrasis del ' c o r a z ó n ' y de 'los sentidos interiores' (Herrera); la lectura me pasan, adoptada p o r la primera edición, parece m á s acorde c o n D a n t e , Vita nuova, 54 («e passan si che '1 cor ciascun ritrova»), mientras no paran, e n m e n d a d a p o r el Brócense, coincide con Castiglione, El cortesano, IV («naturalmente se van derechos al corazón y hasta allí n o paran»). 7 perdidos: 'locos' (véase canción I, 12). La descripción d e los espíritus del a m a n t e espoleados p o r los de la amada podría inspirarse en Castiglione, El cortesano, IV: «las cuales [las fuerzas del alma del a m a n t e ] , criadas y m a n t e n i d a s p o r el calor q u e del a m o r les viene, se estienden ... y andan b u llendo al derredor del c o r a z ó n , y envían fuera p o r los ojos aquellos espí­ ritus...». 8 d'aquel bien que 'stá presente: claro está, la dama de cuyos ojos han salido los espíritus; se alude a ella en los mismos términos que en Castiglione, El cortesano, IV: «aquel penetrar o influir q u e hace la h e r m o s u r a , siendo presente». 13 derretían: en coincidencia con Boscán, que traduce p o r «derrite», en tanto el original italiano trae «liquefá». 1 4 revientan: ' r o m p i e n d o en lágrimas o en suspiros' (Herrera); los suspiros, según A l b e r t o M a g n o , son el p r o d u c to de u n a contrición del corazón lleno de sangre y de espirtus. Los efectos q u e produce la ausencia de aquella vista pura y su representación en la m e m o r i a están t o m a d o s dir e c t a m e n t e de Castiglione, El cortesano, IV: «estando la hermosura ausente ... no calienta el corazón ... y así aquellas vías ... quedan entonces agotadas y secas, aunque todavía la memoria que queda de la h e r m o s u r a m u e v e algo los sentimientos y fuerzas del alma ... mas ellos [los espíritus], hallando los pasos cerrados, hállanse sin salida y porfían c u a n t o m á s pueden p o r salir, y así encerrados n o hacen sino dar mil espoladas al a l m a . . . » . S O N E T O I X Señora mia, si y o de vos ausente en esta vida turo y no me muero, paréceme que ofendo a lo que os quiero y al bien de que gozaba en ser presente; 5 tras éste luego siento otro acídente, qu'es ver que si de vida desespero, y o pierdo cuanto bien de vos espero y ansí ando en lo que siento diferente. En esta diferencia mis sentidos 10 están, en vuestra ausencia, y en porfía; no sé ya qué hacerme en mal tamaño; nunca entre sí los v e o sino reñidos: de tal arte pelean n o c h e y día, que sólo se conciertan en mi daño. Es difícil poder asignarle u n a fecha precisa: el tema de la ausencia q u e lo inspira n o asegura una referencia al destierro en el D a n u b i o , c o m o ha sugerido algún comentarista. El poeta se debate en una lucha interior: alejado de su señora, considera la m u e r t e c o m o el mejor remedio, a la altura del a m o r que le profesa; pero también entiende q u e al morir perderá toda esperanza de volverla a ver. Se trata de u n planteamiento de estirpe trovadoresca, acentuada por la interpelación a la d a m a en los t é r m i n o s de señora, y por la influencia de Ausias M a r c h (véase vv. 9 - 1 0 ) . 1 señora: «particularmente declaran los poetas que escriben cosas de amor, a la que sirven por este n o m b r e ... c o m o tirano y poseedora de su libertad» (Herrera); el c o m i e n z o con u n vocablo similar se halla en A r i o s t o , Rime, XIX, 1-2: «Madonna, io m i pensai che '1 star absenté / da v o i . . . » . 4 en ser presente: 'estando ante vuestra presencia, j u n t o a v o s ' . 5 - 7 'después de este mal (acídente) siento o t r o : q u e si reniego de la vida pierdo la esperanza de poderos volver a tener p r e s e n t e ' ; el planteamiento adapta u n m o t i v o m u y frecuente en toda la lírica trovadoresca. 8 'y así, en cuanto a mis sentidos, • estoy dividido'. 9 - 1 0 diferencia: 'controversia'; véase A. M a r c h , C X V , vil, 6 5 - 7 0 : « C o son desigs contraris q u i - m t u r m e n t e n . . . / a m o n voler los apetits dissenten... / qu-ells entre sí a plaure n o s'abasten». "tamaño: 'tan g r a n d e ' ; se trata de u n a palabra que Herrera siente c o m o arcaica y desecha por su mala formación y peor sonido. 1 3 noche y día: expresión proverbial equivalente a 'por t o d o t i e m p o ' (He- rrera). 3 0 S O N E T O X ¡ O h dulces prendas por mi mal halladas, dulces y alegres cuando Dios quería, juntas estáis en la memoria mía y con ella en mi muerte conjuradas! 5 ¿Quién m e dijera, cuando las pasadas horas que'n tanto bien por vos me vía, que me habiades de ser en algún día con tan grave dolor representadas? Pues en una hora j u n t o me Devastes 10 todo el bien que por términos me distes, llévame j u n t o el mal que me dejastes; si no, sospecharé que me pusistes en tantos bienes porque deseastes verme morir entre memorias tristes. La crítica u n á n i m e m e n t e lo ha creído inspirado p o r la m u e r t e de Isabel Freyre, ocurrida en 1533 o en 1534; pero n o h a y en el p o e m a n i n g u n a referencia explícita a esa circunstancia. El e n c u e n t r o , seguramente casual, de u n objeto o prenda de la amada aviva en el poeta el recuerdo de u n a felicidad perdida, que contrasta con el dolor presente. El m o t i v o de la lamentación ante las prendas de la amada parece influencia de Virgilio, Eneida, IV, especialmente clara en los primeros versos, que c o n t a r o n con numerosas recreaciones posteriores. Se ha señalado para algunos aspectos menores la sugestión de Petrarca. 'prendas: 'objetos, regalos' de la amada, q u e tradicionalmente se h a identificado c o n u n m e c h ó n de sus cabellos (véase égloga I, 3 5 2 - 3 6 5 ) ; por mi mal: 'para m i m a l , para m i desgracia'. La e x h o r t a c i ó n calca otra de Virgilio, Eneida, IV, 651: «Dulces exuviae, d u m fata deusque sinebat». 4 ' y c o n la m e m o r i a estáis conjuradas para d a r m e m u e r t e ' ; se ha q u e r i d o ver u n a sugerencia de Petrarca, Canzoniere, CCCXXIX, 2 : «o stelle congiurate a ' m p o v e r i r m e ' ! » . 5 - 6 cuando... vía: ' c u a n d o en las pasadas horas en t a n t o bien m e veía gracias a v o s ' . 8 representadas: 'manifestadas', pero también 'vueltas a presentar' o 'recordadas'; podría haber u n a reminiscencia de D i e g o de San Pedro, Tractado de amores de Amalle y Lucenda, 9 3 : «vi que todas las cosas della grave dolor representaban» (A. Blecua). 9 - 1 1 'Pues en u n m o m e n t o m e quitasteis t o d o el bien q u e poco a poco (por términos) m e disteis, q u i t a d m e de u n a vez el mal q u e m e dejas- teis'. 31 S O N E T O X I Hermosas ninfas, que en el rio metidas, contentas habitáis en las moradas de relucientes piedras fabricadas y en columnas de vidrio sostenidas, 5 agora estéis labrando embebescidas o tejiendo las telas delicadas, agora unas con otras apartadas contándoos los amores y las vidas: dejad un rato la labor, alzando 10 vuestras rubias cabezas a mirarme, y no os detendréis m u c h o según ando, que o no podréis de lástima escucharme, o convertido en agua aquí llorando, podréis allá despacio consolarme. La influencia de Sannazaro y las afinidades con la égloga II permiten asignarle u n a fecha tardía (1533-1536). El poeta recrea el m u n d o mítico de las ninfas, a quienes cuenta sus desdichas y con quienes acaba reuniéndose, tras convertirse en agua p o r efecto de sus p r o pias lágrimas. La m o r a d a de las ninfas, c o n palacios de reluciente piedra y col u m n a s de vidrio, es reconstrucción a partir de Virgilio, Geórgicas, IV, 333-385, y de Sannazaro, Arcadia, VIII, y XII, 15-16. 1 - 4 La descripción de las moradas de las ninfas coincide bastante estrecham e n t e con Sannazaro, Arcadia, XII, 15: «in la g r o t t a o n d e quella acqua t u t t a usciva, e da quella poi in un'altra ... eran t u t t e fatte di scabrose pomici ... e colonne di traslucido vetro che sustinevano il n o n alto tetto». 5 La labor de tejer n o presenta coincidencias m u y significativas ni c o n Virgilio, Geórgicas, IV, 334-335, ni con Sannazaro, Arcadia, XII, 16: «Altre filando il riducevano in mollissimo s t a m e . . . » . 7 - 8 El quehacer de las ninfas contándose sus «amores» y sus «vidas» se halla en Virgilio, Geórgicas, IV, 3 4 5 - 3 4 7 : «ínter quas c u r a m C l y m e n e narrabat i n a n e m / Volcani, M a r t i s q u e dolos et dulcia furta / . . . C h a o densos d i v u m n u m e r a b a t amores». 11 según ando: sugiere la idea de u n a m u e r t e p r ó x i m a , al igual que Sannazaro, cuya interpelación a las ninfas Garcilaso imita m u y directamente: «o ñapee ... alzate alquanto le bionde teste da le chiare o n d e , e prendete le ultime strida anzi che io muoia» (Arcadia, Vili, 47)- 1 4 allá: ' d e n t r o del a g u a ' , en la que parece haberse convertido el poeta, deshecho en llanto, según u n a m e t a m o r fosis q u e se r e m o n t a a O v i d i o , Metamorfosis, IX, 6 3 5 - 6 6 5 ; las lágrimas derramadas j u n t o al río son eco de Virgilio, Geórgicas, IV, 355-356: «tristis Aristaeus Penei genitoris ad u n d a m / stat lacrimans...». 3 2 S O N E T O X I I Si para refrenar este deseo loco, imposible, vano, temeroso, y guarecer de un mal tan peligroso, que es darme a entender y o lo que no creo, 5 no me aprovecha verme cual me veo, o m u y aventurado o m u y medroso, en tanta confusión que nunca oso fiar el mal de mí que lo poseo, ¿qué me ha de aprovechar ver la pintura 10 d'aquel que con las alas derretidas, cayendo, fama y nombre al mar ha dado, y la del que su fuego y su locura llora entre aquellas plantas conocidas, apenas en el agua resfriado? La crítica lo vincula m a y o r i t a r i a m e n t e con el episodio napolitano (1533-1535). El poeta parece arrastrado por u n mal tan peligroso (el deseo loco...), que incluso n o se atreve a reconocer que lo padece; se siente incapaz de refrenarlo, a pesar de estar viendo los cuadros (las pinturas) de Icaro y Faetonte, a quienes el loco deseo les deparó u n final trágico. C o m p a r a c i o n e s semejantes con el m i t o de Icaro aparecen en Sannazaro y Tansillo; con el de Faetonte pueden hallarse en Bernardo Tasso, Gli amori, fol. $2v («Qui, dove meste il loro caro Fetonte»), a quien t a m b i é n i m i t ó G ó n g o r a . 3 guarecer: 'curar, sanar'. 4 ' q u e es convencerme (darme a entender) de algo en que yo n o creo' (véase égloga II, 2 9 ) . 6 ' o m u y arriesgado o m u y asustado (medroso)'. 'creerme (fiar... de mí) que poseo el mal, que lo t e n g o ' . 1 0 aquel es Icaro, quien voló con unas alas adheridas a sus h o m b r o s con cera; al acercarse al sol, contraviniend o los consejos paternos, la cera de sus alas se derritió y el i m p r u d e n t e m u chacho se precipitó al m a r , que desde entonces lleva su n o m b r e (cayendo, fama y nombre al mar ha dado...), c o m o recuerdan n u m e r o s o s textos, entre los cuales, en coincidencia con Garcilaso, figuran O v i d i o , Tristia, I, I, 9 0 («Icarus, aequoreis n o m i n a fecit aquis»), Sannazaro, Rime, LXIII, 11-12 («Per t r o p p o ardir fu esaminato e spento, / ed or del n o m e suo t u t t o r i t o m b a / u n m a r sì spatioso»), y Tansillo, Poemetti, II («che s'altri, cui disio simil c o m p u n s e , / die' n o m e eterno al m a r col suo m o r i r e , / ove l'ardite p e n n e il sol disgiunse...»). 1 2 - 1 3 la del que... llora: 'la [pintura] de quien l a m e n t a . . . ' ; se trata de Faetòn, quien condujo t o r p e m e n t e el carro del sol hastar caer en el río Erídano, de cuyas aguas lo recogieron sus hermanas las helíades, convertidas en negros álam o s mientras lloraban su m u e r t e . 14 resfriado: 'refrescado'. 33 S O N E T O X I I I A Dafne ya los brazos le crecían y en luengos ramos vueltos se mostraban; en verdes hojas vi que se tornaban los cabellos qu'el oro escurecían: 5 de áspera corteza se cubrían los tiernos miembros que aun bullendo 'staban; los blancos pies en tierra se hincaban y en torcidas raíces se volvían. A q u e l que fue la causa de tal daño, 10 a fuerza de llorar, crecer hacía este árbol, que con lágrimas regaba. ¡ O h miserable estado, oh mal tamaño, que con llorarla crezca cada día la causa y la razón por que lloraba! S e g u r a m e n t e pertenece al período napolitano, a pesar de n o haberse aducido más a r g u m e n t o s q u e el tema mitológico y su estrechísima relación con u n pasaje de la égloga II. Dafne, herida con la flecha del desdén y acosada p o r A p o l o , se convirtió en laurel c u a n d o el dios estaba a p u n t o de alcanzarla. Los cuartetos se limitan a describir la metamorfosis de la ninfa en laurel, mientras los tercetos reproducen la escena de A p o l o llorando sobre el árbol, a la q u e n o sólo se ha atribuido el valor emblemático del sufrimiento amoroso, sino también el de la propia poesía. El soneto se ciñe bastante a la letra, especialmente en los cuartetos, a O v i d i o , Metamorfosis, XIV, si bien emplea un lenguaje petrarquesco. 2 'y se m o s t r a b a n convertidos en largos r a m o s ' . 3 vi: n o parece u n mero sustento del verso (Herrera), sino podría brindar el p u n t o de vista del poeta, que quizá estaba c o n t e m p l a n d o alguna pintura sobre el t e m a . 4 Entiéndase: 'los cabellos que con su brillo escurecían al m i s m o o r o ' , seg ú n u n a ponderación típicamente petrarquista. La transformación de brazos y cabellos amplifica a O v i d i o , Metamorfosis, I, 5 5 0 : «in frondem crines, in r a m o s bracchia crescunt», véase también Petrarca, Canzoniere, XIII, 4 9 («e 'n d ú o rami mutarsi a m b e le braccia!»). 5 - 8 O v i d i o , Metamorfosis, I, 5 4 9 y 551: «mollia c i n g u n t u r tenui praecordia libro, I ... I pes m o d o t a m uelox pigris radicibus haeret» ; pero los últimos signos de vida (v. 6) parecen concordar mejor con I, 554-555: «sentit adhuc trepidare n o u o sub cortice pectus 6 Los miembros se identifican en m e dicina con los distintos órganos y partes del cuerpo h u m a n o (corazón, cereb r o , h í g a d o , e t c . ) ; los de Dafne, al transformarse en u n árbol, quedan, ló- 3 4 S O N E T O X I I I 35 g i c a m e n t e , cubiertos p o r u n a corteza, que sí puede relacionarse con el 'pellej o ' o la 'piel'. 9 aquel: A p o l o , quien, e n a m o r a d o de ella, la estaba persiguiendo antes de la transformación. 1 3 - 1 4 ' q u e , al llorarla, crezca el árbol, el m o t i v o y la razón de llorarla'; «El ú l t i m o terceto quizá signifique n o sólo el "círculo vicioso del dolor amoroso" (Rivers), sino también que al llorar y escribir sobre la amada Dafne (el laurel) crece también su propia poesía q u e merece también el laurel, o sea, la gloria. E n Petrarca, Laura y el laurel se identifican a veces c o n su propia escritura y quizá en Garcilaso funcione un m e c a n i s m o semejante» ( J . Alcina). S O N E T O X I V C o m o la tierna madre que'l doliente hijo con lágrimas le está pidiendo alguna cosa de la cual comiendo sabe que ha de doblarse el mal que siente, 5 y aquel piadoso amor no le consiente que considere el daño que haciendo lo que le pide hace, va corriendo y aplaca el llanto y dobla el acidente, así a mi enfermo y loco pensamiento, 10 que en su daño os me pide, y o querría quitalle este mortal mantenimiento; mas pídemele y llora cada día tanto, que cuanto quiere le consiento, olvidando su muerte y aun la mía. Es difícil asignarle u n a fecha, p o r m á s q u e se tiende a situarlo entre los de la primera época. El poeta c o m p a r a el d a ñ o q u e u n a m a d r e irresponsable llega a producir a su hijo dándole de c o m e r lo q u e le pide c o n el que él m i s m o causa a su enfermo p e n s a m i e n t o , p r o p o r c i o n á n d o l e la i m a g e n de la amada. Se establece, así, u n a perfecta correspondencia entre los cuartetos (hijo-alguna cosa-madre) y los tercetos (pensamiento-vos-poeta). Según la medicina, la continua representación de la amada en la m e n t e del enfermo de, amor podía llevarle a la locura y a la m u e r t e . Garcilaso parece parafrasear a Ausias M a r c h , I, III, 1 9 - 2 4 : «Malament viu qui té son p e n s a m e n t / per enemich, fent-li d ' e n u g s report / e, c o m lo vol d ' a l g ú n plaer servir, / l i ' n p r e n axí c o m d o n ' ab son infant, / q u e , si veri li demana plorant, / ha tan p o c h seny q u e n o ' l sab contradir»; se ha considerado u n a fuente intermedia en Boscán, a quien t a m b i é n imita D i e g o H u r t a d o de M e n d o z a . 8 que'l 'a q u i e n el'; el arranque p o - repós...»), y L V , I, 8 («e creix desig dría inspirarse e n Petrarca, Canzoniere, e d o b l a ' m passió»). CCLXXXV, 1: ' N é m a i pietosa m a d r e al 9 - 1 1 'así a m i enfermo y loco pensacaro figlio...». m i e n t o , q u e para su daño m e pide a 5 - 7 ' y aquel a m o r de m a d r e n o vos, y o querría privarle de este alimento le p e r m i t e considerar el d a ñ o q u e , q u e puede ser m o r t a l ' ; el mantenimienaccediendo a la solicitud del hijo, to es la representación de la i m a g e n de h a c e . . . ' . la amada en el pensamiento. 7 - 8 '...sin falta le da lo q u e le pide 1 2 - 1 4 ' m a s (el pensamiento) m e pide y consuela al hijo y a u m e n t a el dolor el alimento letal y llora..., olvidando (acidente)'; véase Ausias M a r c h , I, IV, y o que (el alimento) le puede causar 3 0 («doble's l'affany aprés d ' u n poch la m u e r t e y a u n la m í a ' . 3 6 S O N E T O X V Si quejas y lamentos pueden tanto, que enfrenaron el curso de los ríos, y en los diversos montes y sombríos los árboles movieron con su canto; 5 si convertieron a escuchar su llanto los fieros tigres y peñascos fríos; si, en fin, con menos casos que los míos bajaron a los reinos del espanto, ¿por qué no ablandará mi trabajosa io vida, en miseria y lágrimas pasada, un corazón c o n m i g o endurecido? C o n más piedad debria ser escuchada la v o z del que se llora por perdido que la del que perdió y llora otra cosa. El tema mitológico y la abundancia de epítetos h a n llevado a considerarlo del período napolitano. El poeta p o n d e r a su desgracia t o m a n d o c o m o p u n t o de referencia el m i t o de O r f e o : si éste c o n su música p u d o c o n m o v e r a los habitantes del infierno, aquél, c o n el relato de sus desgracias, habrá de ablandar el corazón de su amiga. Acaba suplicando más piedad para sí que para O r f e o : u n o llora su propia muerte, mientras el o t r o la de Eurídice. El soneto presenta ciertas concomitancias con Propercio, Elegías, II, XIII, 1-8: « [ A m o r ] iussit ... sic habitare n e m u s , / n o n u t Pieriae quercus m e a verba sequantur, / aut possim Ismaria ducere valleferas, / sed magis u t n o s t r o stupéfiât C y n t h i a versu: t u n e e g o sim Inachio n o tior arte Lino». Las referencias a los prodigios de Orfeo podrían estar sugeridas p o r diversas fuentes, desde Virgilio a H o r a c i o . 1 pueden: la correlación temporal con los otros verbos parece exigir el pretérito pudieron, según trae la primera edición; pero la métrica recomienda el uso del presente, de acuerdo con la enmienda introducida por los comentaristas antiguos, q u e le atribuyen el valor de u n presente histórico. Los prodigios de quejas y lamentos son referencia directa a la música de O r feo, quien incluso llevando su lira descendió a los infiernos en busca de Eurídice. La detención de la corriente de los ríos, p o r más que atribuida a Orfeo en n u m e r o s o s textos, se ha q u e r i d o ver en coincidencia con Virgilio, Bucólicas, VIII, 4: «Et mutata suos requierunt ilum i n a cursus». 2 enfrenaron: 'frenaron, d e t u v i e r o n ' . 3 'y en los sombríos y alejados (diversos) m o n t e s ' . 5 ~6 'si (quejas y lamentos) c o n m o vieron a los fieros tigres y a los peñascos fríos a escuchar su llanto...'. El m o v i m i e n t o de los árboles (v. 4) y la 3 7 38 S O N E T O X V c o m m o c i ó n de los tigres parecen tener presente a Virgilio, Geórgicas, IV, 510: « m u l c e n t e m tigris et a g e n t e m c a r m i n e quercus». 7 casos: 'caídas, desgracias'. 8 bajaron: el sujeto es quejas y lamentos; reinos del espanto: perífrasis del ' i n fierno', s e g u r a m e n t e p r o d u c t o de la c o m b i n a c i ó n de varios pasajes de Virgilio, Geórgicas, IV, 468 («caligantem ... formidine»). 1 1 4 ' c o n más compasión... la voz del q u e lamenta su propia m u e r t e q u e la de q u i e n sufrió la pérdida de alguien {perdió) y, p o r tanto, llora p o r otra causa distinta a la m í a ' , en referencia a O r f e o , q u e l a m e n t ó la m u e r t e d e E u - rídice. S O N E T O X V I Para la sepultura de Don Hernando de Guzmán N o las francesas armas odiosas, en contra puestas del airado pecho, ni en los guardados muros con pertrecho los tiros y saetas ponzoñosas; 5 no las escaramuzas peligrosas, ni aquel fiero ruido contrahecho d'aquel que para Júpiter fue hecho por manos de Vulcano artificiosas, pudieron, aunque más y o me ofrecía 10 a los peligros de la dura guerra, quitar una hora sola de mi hado; mas infición de aire en solo un día me quitó al m u n d o y m ' h a en ti sepultado, Parténope, tan lejos de mi tierra. D o n F e r n a n d o de G u z m á n , h e r m a n o m e n o r de Garcilaso, m u r i ó en Ñapóles en 1528 a causa de la peste contraída c u a n d o los franceses cercaban la ciudad. La maestría y corte clásico del p o e m a parecen incompatibles con u n a fecha tan t e m p r a n a c o m o 1528 e inducen a colocarlo en u n a época de m a d u r e z del poeta, c u a n d o , residiendo en Ñ a p ó l e s , p u d o visitar el sepulcro de su h e r m a n o . El soneto es u n epitafio puesto en boca del difunto, quien explica haber suc u m b i d o n o l u c h a n d o en el c a m p o de batalla (contra franceses, etc.) sino por culpa de u n a enfermedad, la peste. Salvo u n a i m a g e n procedente de Ariosto (Orlando furioso) y u n a posible reminiscencia de M a r u l l o (Epigramas, I, x x v ) , carece de fuentes precisas. 1 - 4 ' N o las odiosas armas francesas, 1 1 Entiéndase: ' p r i v a r m e u n a sola puestas en contra del airado p e c h o , ni hora de las previstas por el h a d o ' . los tiros y saetas ponzoñosas en los m u r o s defendidos c o n m u n i c i ó n ' ; véase M a r u l l o , Epigramas, I, x x v , 1-2: «non e g o tela, n o n ego enses, / n o n incendia pestilentiasve...». 6 - 8 ' n i aquel fiero r u i d o (de la pólvora) q u e parece imitado (contrahecho) de aquel (el del rayo) q u e fue hecho o forjado para Júpiter por las artificiosas m a n o s de V u l c a n o ' . 9 ' a u n q u e y o más m e e x p o n í a ' . 1 2 infición ('infección, c o n t a m i n a ción') de aire: la ' p e s t e ' , a la q u e llama Virgilio, Eneida, III, 138: «corrupto caeli tractu» (Herrera). 1 4 Parténope: n o m b r e mítico de la ciudad de Ñapóles, que corresponde al de la sirena bajo cuya advocación se c o n s t r u y ó la ciudad; la precisión de la m u e r t e tan lejos de mi tierra forma parte de u n m o t i v o m u y recurrente en los epitafios. 39 S O N E T O X V I I Pensando que'l camino iba derecho, vine a parar en tanta desventura, que imaginar no puedo, aun con locura, algo de que 'sté un rato satisfecho; 5 el ancho campo me parece estrecho, la noche clara para m í es escura, la dulce compañía amarga y dura, y duro campo de batalla el lecho. D e l sueño, si hay alguno, aquella parte 10 sola qu'es imagen de la muerte se aviene con el alma fatigada. En fin, que, c o m o quiera, 'stoy de arte, que j u z g o ya por hora menos fuerte, aunque en ella me vi, la que es pasada. El soneto es de fecha incierta, si bien contiene elementos de la primera época. El poeta vive en u n a profunda tristeza q u e n o puede arrancar ni con la locura: sólo halla descanso en el sueño en t a n t o le sugiere la m u e r t e y considera el m o m e n t o i n m e d i a t a m e n t e anterior m e n o s angustioso q u e el presente. El estado anímico, de h o n d a insatisfacción, parece sugerido p o r Petrarca, especialmente en los versos 7 - 1 1 . 4 algo: c o m o c o m p l e m e n t o directo de imaginar, q u e antecede al verbo negativo no puedo, «es quizá m á s lógico q u e n o se sustituya p o r la forma negativa [nada]» ( E . L . Rivers). 9 - 1 1 'sola aquella parte del sueño, si hay alguno, que es imagen de la muerte se corresponde (se aviene) con el alma fatigada'; el sueño, c u a n d o el poeta puede conciliario, resulta el mejor aliad o (véase égloga II, 34-37). La lucha interior está expresada de manera m u y p a r e c i d a a P e t r a r c a , Canzoniere, c c x x v i , 7-11: «e '1 ciel seren m ' é fosco, / e d u r o c a m p o di battaglia il lett o . / Il sonno è v e r a m e n t e , qual u o m dice, / parente de la m o r t e , e '1 cor sott r a g g e . . . » , y también a Garci Sánchez de Badajoz, Lecciones de Job, 3 7 2 - 3 7 6 : «Los cuales y n o d o r m i r / tornar o n la noche día / y el día cuando n o ' s vía... / noche oscura se volvía»; la conocidísima idea del sueño c o m o imagen de la m u e r t e se presenta afín a O v i d i o , Amores, II, IX, 4 1 : «Stulte, quid est s o m n u s , gelidae nisi mortis i m a g o » . 1 2 - 1 4 'stoy de arte... pasada: 'estoy de tal manera, que incluso m e parece hora m e n o s grave o dolorosa ... la q u e ya ha p a s a d o ' . 40 S O N E T O X V I I I Si a vuestra voluntad y o soy de cera y por sol tengo solo vuestra vista, la cual a quien no inflama o no conquista con su mirar es de sentido fuera, 5 ¿de dó viene una cosa que, si fuera, menos veces de mí probada y vista, según parece que a razón resista, a m i sentido mismo no creyera? Y es que y o soy de lejos inflamado 10 de vuestra ardiente vista y encendido tanto, que en vida me sostengo apenas; mas si de cerca soy acometido de vuestros ojos, luego siento helado cuajárseme la sangre por las venas. Podría atribuirse a cualquiera de las dos épocas en que se considera dividida la poesía de Garcilaso. Los ojos de la amada encienden de lejos el alma del poeta, fenómeno carente de u n a explicación racional al q u e éste sólo da crédito p o r q u e se repite cada vez que la mira; de cerca, en c a m b i o , esos m i s m o s ojos le hielan la sangre. El alma inflamada p o r la mirada de u n a mujer es u n o de los motivos favoritos de la lírica amorosa desde los poetas griegos; Garcilaso se atiene fundamentalm e n t e a Petrarca. 1 de cera: ' b l a n d o , fácil de derretir'; Petrarca, Canzoniere, CCVII, 3 2 : «ed io, c h e son di cera, al foco t o r n o » . 4 de sentido fuera: 'fuera de sentido, sin sentido, l o c o ' . 5 - 8 ' ¿ D e d ó n d e procede u n a cosa que, si fuera m e n o s veces probada y vista p o r m í , según parece que se opone a r a z ó n (que a razón resista), y o n o creyera a m i m i s m o s e n t i d o ? ' ; sentido podría aludir al sensus comunis, la prim e r a de las potencias del alma sensitiva, identificada a veces c o n la phantasia (véase soneto III, 6 ) , y «medio entre los otros sentidos y el e n t e n d i m i e n t o » (Herrera); las dudas están inspiradas en Petrarca, Canzoniere, CXXXIII, 7-8: «da voi sola p r o c e d e . . . / il sole e '1 foco e '1 vento o n d ' i o son tale». 9 - 1 4 El m o t i v o se halla en Petrarca, Canzoniere, CXCIV, 14: «che da l u n g e m i s t r u g g o e da presso ardo»; en Ariosto, Rime: «Che certo io so, che quel che perde il core, / lontan' arder solea per questi rai; / et io che gli son presso, agghiaccio et tremo»; y en B o s cán, I, XIV, 2 9 - 3 0 («presento de vos m e yelo / y ausente m e q u e m o lue- go»). 1 1 ' t a n t o que apenas m e m a n t e n g o con vida'. 13 luego: ' i n m e d i a t a m e n t e ' . 4 1 S O N E T O X I X Julio, después que me partí llorando de quien jamás mi pensamiento parte y dejé de mi alma aquella parte que al cuerpo vida y fuerza 'staba dando, 5 de mi bien a mí mesmo v o y tomando estrecha cuenta, y siento de tal arte faltarme todo'l bien, que temo en parte que ha de faltarme el aire sospirando. Y con este temor mi lengua prueba 10 a razonar con vos, oh dulce amigo, del amarga memoria d'aquel día en que y o comencé c o m o testigo a poder dar, del alma vuestra, nueva y a sabella de vos del alma mía. D a d a la identidad del destinatario, es fácil situarlo en el período napolitano, a pesar de haber querido leerse el n o m b r e de Isabel en el ú l t i m o verso. Garcilaso recuerda a Giulio Cesare Caracciolo, famoso poeta napolitano, el día en q u e a m b o s se separaron de sus respectivas amadas y e m p e z a r o n a intercambiarse noticias sobre cada u n a de ellas (porque la del u n o estaba d o n d e el o t r o y viceversa). El poeta se basa en expresiones y conceptos habituales en las piezas tituladas A una partida (véase copla IV y égloga n , 25-30): el poliptoton c o n el v e r b o partir y la idea clásica de q u e el alma del a m a n t e vive n o d o n d e anima sino d o n d e ama. Carece de u n m o d e l o específico, si bien presenta reminiscencias tanto de Petrarca c o m o de los poetas de cancionero; el p o l i p t o t o n c o n el verbo partir, especialmente en rima, podría estar inspirado en Sannazaro, Rime, LXII: «Mentre a mirar vostri occhi i n t e n t o i sono, / M a d o n n a , ogni dolor da m i se parte I e sento a m o r ne l'alma a parte a parte... Il M a poi che '1 caro e gratioso d o n o / togliendo a m e volgete ad altra parte I per viver m i bisogna usar nuova arte...-» T a m b i é n Petrarca dirige u n a petición similar a su amigo Senuccio, cuya m u e r t e lamenta: «a la mia d o n n a p u o i b e n dire in quante / lagrime io vivo» (Canzoniere, CCLXXXVII). 3 - 4 El poeta deja a su amada, a la perífrasis del 'corazón' (Herrera), sede que considera la mejor parte de su de los espíritus vitales, responsables de alma, la q u e daba vida a su cuerpo, la respiración y la c o m b u s t i ó n (véaen correspondencia literal con Petrar- se égloga II, 559), quizá aludidos más ca, Canzoniere, XXXVII, 51-52: «...il abajo (que ha de faltarme el aire sospig i o r n o c h ' i o / lassai di m e la miglior rando): según ello, el poeta habría departe a dietro»; otros h a n entendido j a d o su corazón d o n d e a m a , recordanaquella parte de mi alma que... c o m o una do u n a idea clásica difundida en el 42 S O N E T O X I X 43 R e n a c i m i e n t o a través de u n adagio de E r a s m o . El j u e g o de palabras inicial entre partí y parte se halla de forma más atenuada en Petrarca, Canzoniere, CCIX, 1-2: «I dolci colli ov'io lasciai m e stesso, / part e n d o o n d e partir già m a i n o n posso»; y t a m b i é n en Garci Sánchez de Badaj o z , Coplas, 3 1 , 4-9: «Y a u n q u e m e p a r t o n o parte / lo que y o so propiam e n t e . . . » . 5 - 6 de mi bien... cuenta: voy examin a n d o r i g u r o s a m e n t e m i bien para m í m i s m o ; se ha subrayado en el v.5 la aliteración de bilabiales (m, b y v), cit a n d o varios antecedentes literarios. 6 de tal arte: de tal manera, hasta tal p u n t o . 1 1 - 1 4 ' . . . d e aquel día en que yo comencé ... a poder dar noticias de vuestra dama y a recibirlas de vos de la mía' (en y a sabella se ha querido ver u n posible j u e g o de palabras con Isabella); «Garcilaso llegó d o n d e estaba el alma (que es la dama) de Julio y Julio qued ó d o n d e estaba la de Garcilaso» (Brócense). El intercambio de noticias respectivas se ha querido ver formulado en coincidencia con Cicerón, Somnium Scipionis, I: «Ego illum de suo r e g n o , ille m e de nostra república percunctatus est». S O N E T O X X G o n tal fuerza y v i g o r son concertados para mi perdición los duros vientos, que cortaron mis tiernos pensamientos l u e g o que sobre m í fueron mostrados. 5 E l mal es que m e quedan los cuidados en salvo destos acontecimientos, que son duros y tienen fundamientos en todos mis sentidos bien echados. A u n q u e por otra parte n o m e duelo, 10 ya q u ' e l bien m e dejó c o n su partida, del grave mal que en m í está de c o n t i n o ; antes con él m e abrazo y m e consuelo, porque en proceso de tan dura vida ataje la largueza del c a m i n o . Carece d e datos específicos c o m o para poder fecharlo c o n alguna seguridad. El poeta describe el dolor actual equiparando sus pensamientos a u n edificio, del cual los duros vientos se h a n llevado los tiernos, dejando las penas (cuidados) arraigadas en todos sus sentidos; pero considera q u e , c o n su partida, la amada le dejó u n bien: las continuas penas le traerán la m u e r t e , q u e acabará c o n u n a vida llena de sufrimientos; véase Ausias M a r c h , X X V I I , IV, 2 7 y 3 0 : «e p e r contrast d e d o s vents n o discor ... e son discorts en llur a c o r d a m e n t » . 1 son concertados: 'se h a n puesto d e acuerdo'. E n la poesía petrarquista es habitual la imagen de los contrari venti, q u e Garcilaso adopta dándole u n sentido diferente, en consonancia con una idea que aparece e n el Tractado de Amalle y Lucenda de D i e g o de San Pedro: «todos los males e n m i triste ánima asiento hicier o n , y en tal manera cercado m e tienen, q u e a u n q u e el bien a m i mal combatiese, n i p o r miras m i r a n d o , n i p o r escalas, a él llegar se podría...». 4 luego que: ' e n el m o m e n t o e n q u e ' . 5 - 8 ' E l m a l consiste en q u e las p e nas (cuidados) q u e d a r o n a salvo d e los duros vientos (destos acontecimientos), al ser aquéllas duras y haber hecho t a n p r o fundos cimientos (fundamientos... bien echados) en todos m i s sentidos'. 7 que: el antecedente n o es acontecimientos, sino cuidados. 9 - 1 4 ' A u n q u e p o r otra parte n o m e duelo, ya q u e m i amada c o n su partida m e dejó el bien del grave mal q u e está c o n t i n u a m e n t e (de contino) en m í ; a él m e abrazo y c o n él m e consuelo, para que en el proceso de vida tan dura, la m u e r t e corte o abrevie su largo cam i n o (ataje la largueza del camino)'; n ó tense ciertas coincidencias c o n II C a n teo, Rime, c x x , 5-14: «Parte di m e n o n è senza dolore, / et la penna c o n l'alma è t a n t o u n i t a . . . / N o n allungare il fin del fine m i o , / che, fuggendo il m o r i r , fuggi il riposo». 44 S O N E T O X X I Clarísimo marqués, en quien derrama el cielo cuanto bien conoce el m u n d o , si al gran valor en qu'el sujeto fundo y al claro resplandor de vuestra llama 5 arribare mi pluma y do la llama la v o z de vuestro nombre alto y profundo, seréis vos solo eterno y sin segundo, y por vos inmortal quien tanto os ama. C u a n t o del largo cielo se desea, 10 cuanto sobre la tierra se procura, todo se halla en vos de parte a parte; y, en fin, de solo vos formó natura una estraña y no vista al m u n d o idea y hizo igual al pensamiento el arte. C o n independencia de la identidad del destinatario, debe de corresponder a los años q u e Garcilaso estuvo en Italia. El personaje a quien va dirigido el poema podría identificarse con Pedro de T o l e d o , marqués de Villafranca y virrey de Ñapóles, o c o n Alfonso Dávalos, m a r q u e s del Vasto, casado con A n a , hija de F e r n a n d o I de A r a g ó n . D a d a la importancia q u e t u v o en la vida del poeta, la crítica se ha decantado p o r d o n P e d r o , si bien en la ponderación del n o m b r e podría leerse el de Alfonso: «alto y profundo» (v. 6) equivale en catalán a ' A l t i fons' ('Alfons'), según u n tipo de a n a g r a m a bastante frecuente a partir del n o m b r e de Laura en Petrarca, Canzoniere, v, 1-3 y 9 ( « Q u a n d o io m o v o i sospiri a chiamar voi, / LAudando s'incomincia udir di fore... / Così LAudare e REverire insegna»). Se trata de u n soneto panegírico, q u e sigue el esquema de «los sonetos en elogio de u n a dama c o m o obra maestra de D i o s o de la naturaleza» ( J . Alcina). La alabanza del marqués coincide en algunos aspectos con la de Alonso Dávalos en A r i o s t o , Orlando furioso, x v y x x x v n . 1 clarísimo: ' i l u s t r í s i m o , excelen- n e far con la sua penna», t i s i m o ' . 4 llama: se ha interpretado c o m o 3 en qu'el sujeto fundo: en q u e baso u n a metáfora del ' a l m a ' , la materia [de m i p o e m a ] (quizá pueda 5 - 8 'si al gran valor... y al claro respensarse en otra referencia al n o m b r e p l a n d o r . . . llegara m i p l u m a , y (llegadel m a r q u é s : fundo); del marqués del ra) a d o n d e la llama la voz de vuestro Vasto se dice en Ariosto, Orlando fu- n o m b r e , vos seréis eterno y sin igual rioso, X X X V I I , xiil, 5 - 8 : « C ' è il m i o (sin segundo), y y o , q u e tanto os a m o , signor del Vasto, a cui n o n solo / di seré i n m o r t a l gracias a v o s ' ; rasgos sedare a mille A t e n e . . . / di sé materia mejantes se destacan del marqués del basta, c h ' a n c o accenna / volervi eter- Vasto en A r i o s t o , Orlando furioso, 4 5 4 6 S O N E T O X X I XXXIII, x x v i i , 7 - 8 , y XV, x x i x , 1-2: «un cavalliero, a cui sarà secondo / ogn'altro che sin qui sia stato al mondo» y «Veggio t a n t o il valor, veggio la fede / tanta d'Alfonso (che '1 suo n o m e è questo)...»; Garcilaso vuelve a usar la expresión sin segundo para referirse al cargo que ocupó don Pedro de Toledo en Ñapóles (ègloga I, 9), y para ponderar la personalidad del padre de d o n Fernando (égloga II, 1217). 9 largo: ' g e n e r o s o ' . 1 2 - 1 4 ' y . . . naturaleza concibió de vos una idea o ejemplar único y la puso en práctica en v o s ' ; idea se define, en u n sentido neoplatónico, c o m o «forma, figura y representación primera de las cosas» (Herrera). S O N E T O X X I I C o n ansia estrema de mirar qué tiene vuestro pecho escondido allá en su centro y ver si a lo de fuera lo de dentro en aparencia y ser igual conviene, 5 en él puse la vista, mas detiene de vuestra hermosura el duro encuentro mis ojos; y no pasan tan adentro, que miren lo qu'el alma en sí contiene. Y así se quedan tristes en la puerta, 10 hecha, por mi dolor, con esa mano, que aun a su mismo pecho no perdona: donde vi claro mi esperanza muerta y el golpe, que en vos hizo amor en vano, «o« esservi passato oítra la gona. Es de fecha incierta, p o r más que el broche del ú l t i m o verso se ha creído más verosímil en alguna de las estancias del poeta en Italia, bien la de 1529-1530, bien la de 1532-1536. El soneto presenta u n a situación ambigua, suscitada p o r el doble sentido de la palabra pecho: 'seno f e m e n i n o ' o ' c o r a z ó n ' . El poeta fija los ojos en el pecho de la amada, a quien posiblemente ha sorprendido desvestida, i n t e n t a n d o escudriñar las interioridades de su alma; pero n o lo consigue, al interponerse la belleza física de la d a m a y la m a n o c o n q u e ésta tapa su p e c h o . El poeta acaba lamentándose q u e c o n su mirada n o haya podido herir el corazón de la amada. Los comentaristas i n t e n t a r o n reconstruir la escena q u e p u d o inspirar el sonet o : «Parece q u e la t o p ó algún día descompuesta y descubierto el pecho, y ella, pesándole dello, acudió c o n la m a n o a cubrillo y hirióse con algún alfiler de la beatilla en él, de lo cual el poeta se duele» (Brócense); «Parece q u e , y e n d o a ver a su señora, q u e tenía descubierto los pechos, puso los ojos en ellos... hasta q u e ella advertida puso la m a n o . O fue que ella descubrió los lazos de la g o r g u e r a , q u e es lo q u e llama puerta... O p o r ventura alaba a la m a n o , que era tal, q u e se e n a m o r ó de ella, y p o r eso perdió él la esperanza, si ya n o entiende p o r el desdén con q u e la cubrió» (Herrera). Los elementos del p o e m a están desarrollados a partir de varios lugares de Petrarca, especialmente, Canzoniere, LXX, 41-50 2 centro: podría estar refiriéndose al 'pezón' del pecho como al interior del corazón (véase égloga II, 1 6 4 1 - 1 6 4 2 : «y siendo dentro / en el íntimo centro allá del pecho»). 3 - 4 'y c o m p r o b a r si lo de fuera se corresponde en apariencia... con lo de d e n t r o ' . 5 - 7 mas detiene... mis ojos: 'pero el d u r o e n c u e n t r o de vuestra hermosura 4 7 4r esecutá: 'ejecutad'. 59 S O N E T O X X X Sospechas que, en mi triste fantasía puestas, hacéis la guerra a mi sentido, volviendo y revolviendo el afligido pecho con dura mano noche y día: 5 ya se acabó la resistencia mía y la fuerza del alma; ya rendido vencer de vos me dejo, arrepentido de haberos contrastado en tal porfía. Llevadme a aquel lugar tan espantable, 10 que, por no ver mi muerte allí esculpida, cerrados hasta aquí tuve los ojos. Las armas p o n g o ya, que concedida no es tan larga defensa al miserable; colgad en vuestro carro mis despojos. C o n escasos a r g u m e n t o s , se ha considerado escrito en ocasión de los amores napolitanos. El poeta, asediado y t o r t u r a d o p o r los celos, pide ser llevado al lugar d o n d e su amada le ha sido infiel para rendirse definitivamente a ellos. 1 - 4 Los celos h a n ocupado la imaginación (fantasia) del poeta y allí, saq u e a n d o día y n o c h e su afligido coraz ó n , le h a n declarado la guerra a su e n t e n d i m i e n t o o r a z ó n (hacéis la guerra a mi sentido); sentido: s e g u r a m e n t e vale aquí p o r ' r a z ó n ' o 'entendimient o ' , según recogen los lexicógrafos antiguos; pero n o c a t e descartar u n a referencia al sensus communis, cuya sede se situaba en la primera cavidad del cerebro, q u e recibía los espíritus vitales dir e c t a m e n t e del corazón (el afligido pecho). 8 contrastado: ' p u e s t o resistencia'; con igual sentido lo emplea Petrarca, Canzoniere, LXXIII, 2 5 - 2 6 : «e la ragione é m o r t a , / che tenea '1 freno, e contrastar nol pote». 9 - 1 1 El poeta solicita ir al lugar donde la amada comete la infidelidad (aquel lugar tan espantable) p o r q u e hasta ahora se había negado a admitir el engaño (que... cerrados hasta aquí tuve los ojos). 12 pongo: ' d e p o n g o ' . 13 miserable: 'abatido, sin valor ni fuerza'. 1 4 E n los desfiles militares, los rom a n o s celebraban las victorias colgando en sus carros los despojos de los vencidos (véase canción V, 16-20); el poeta se rinde ante los celos (las sospechas), en cuyo carro triunfante (vuestro carro) cuelga sus despojos. 60 S O N E T O X X X I D e n t r o en mi alma fue de m í engendrado un dulce amor, y de mi sentimiento tan aprobado fue su nacimiento como de un solo hijo deseado; 5 mas luego del nació quien ha estragado del todo el amoroso pensamiento; en áspero rigor y en gran tormento los primeros deleites ha tornado. ¡ O h crudo nieto, que das vida al padre 10 y matas al agüelo!, ¿por qué creces tan desconforme a aquél de que has nacido? ¡ O h celoso temor!, ¿a quién pareces?, que aun la invidia, tu propia y fiera madre, se espanta en ver el monstruo que ha parido. Por su temática, la m i s m a q u e la del anterior, se ha adscrito a la época napolitana, incompatible c o n el empleo de la alegoría, m á s propia de la primera etapa. Garcilaso «describe en este soneto ... el celo, dándole por padre al a m o r y por m a d r e a la envidia ... N a c i e n d o el celo, crece el a m o r con daño de quien lo tiene, y así da vida al a m o r y mata a G.L.» (Herrera). Basado en u n soneto de Sannazaro (véase soneto XXXIX), dejó huella en dos de Tansillo; las alegorías podían haberse inspirado en Garci Sánchez de Badajoz, Lecciones de Job, 3 8 8 - 3 9 3 : «Al deseo diré padre / de m i cruel mal de amores, / de mis pensamientos vanos; / a la muerte llamé madre, / y a sus penas y dolores / dije: 'vos sois mis h e r m a n o s ' » . La contraposición amor-celos tiene u n paralelo en A r i o s t o . 4 - 8 El poeta ha e n g e n d r a d o en su alma el a m o r , c o m o si se tratara de u n hijo único m u y deseado (como de un solo hijo deseado); del a m o r y de la envidia nacen los celos. La procedencia de los celos parece sugerida p o r Sannazaro, Rime, x x n i , 5 - 6 : « O serpente nascosto in dolce seno / di lieti fior...». 9 - 1 0 El cruel (crudo) nieto son los celos, que d a n vida al padre (al amor) y m a t a n al abuelo (al poeta). 11 tan desconforme: 'tan disconforme, con u n a naturaleza tan contraria'; los celos crecen a d o p t a n d o u n a naturaleza m u y contraria a la de su padre, el amor. 1 4 monstruo: del m i s m o m o d o se califica a los celos en Sannazaro, Rime, XXIII, 10: «o crudel mostro»; se ha sugerido la imitación de Virgilio, Eneida, VII, 3 2 7 - 3 2 8 : «...odit et ipse pater P l u t o n , odere sórores / Tartareae m o n s t r u m » (Herrera). ól S O N E T O X X X I I M i lengua va por do el dolor la guía; ya y o c o n mi dolor sin guia camino; entrambos hemos de ir c o n puro tino; cada uno va a parar do no quería: 5 y o porque v o y sin otra compañía sino la que me hace el desatino; ella porque la lleve aquel que vino a hacella decir más que querría. Y es para m í la ley tan desigual, 10 que aunque inocencia siempre en m í conoce, siempre y o pago el yerro ajeno y m í o . ¿ Q u é culpa tengo y o del desvarío de mi lengua, si estoy en tanto mal, que el sufrimiento ya me desconoce? Lps j u e g o s de palabras (entre dolor y guía), las cacofonías («do el dolor», «ya yo») y las rimas agudas de los tercetos inclinan a ubicarlo en u n a época temprana. La lengua del poeta, e m b a r g a d a p o r el dolor, ha acabado diciendo m á s de lo p e r m i t i d o , en contra de su v o l u n t a d , que n o ha p o d i d o refrenarla por haber superado todos los límites del sufrimiento. 3 ' a m b o s (mi lengua y yo) h e m o s de ir a tientas (con puro tino)'. 5 - 8 ' y o p o r q u e voy sin más compañía q u e la q u e m e proporciona la locura (sino la que me hace el desatino); m i lengua (ella) p o r q u e la conduce el dolor, aquel q u e la ha hecho hablar más de lo q u e quería (aquel que vino a hacella decir más que querría)'; parece claro el eco de Petrarca, Canzoniere, LXXI, 4 6 - 4 7 : «Dolor, perché m i meni / fuor di camin a dir quel c h ' i ' non voglio?»'. 9 desigual: 'injusta, excesiva'. 1 0 ' q u e , a u n q u e siempre sabe de m i inocencia...'. 11 yerro ajeno: el de la lengua, que habla demasiado. 13-14 si... desconoce?: 'si yo estoy tan enajenado, tan extraviado, que el sufrimiento, al que estoy tan habituado, es ya incapaz de r e c o n o c e r m e ? ' . 6 2 S O N E T O X X X I I I A Boscán desde la goleta Boscán, las armas y el furor de Marte, que, con su propia fuerza el africano suelo regando, hacen que el romano imperio reverdezca en esta parte, 5 han reducido a la memoria el arte y el antiguo valor italiano, por cuya fuerza y valerosa mano África se aterró de parte a parte. A q u í donde el romano encendimiento, 10 donde el fuego y la llama licenciosa solo el nombre dejaron a Cartago, vuelve y revuelve amor mi pensamiento, hiere y enciende el alma temerosa, y en llanto y en ceniza me deshago. D i r i g i d o a su a m i g o Boscán, en ocasión de la conquista de La Goleta el 14 de j u n i o de 1535 por las tropas de Carlos V . La presencia del E m p e r a d o r en T ú n e z evoca la de Escipión contra C a r t a g o , cuyas llamas y cenizas adopta el poeta c o m o i m a g e n de su sufrimiento a m o r o s o . La asociación de unas ruinas con el a m o r de quien las contempla fue u n tópico m u y difundido a partir de u n soneto de Castiglione («Superbi colli, e voi, sacre ruine»), que Garcilaso p u d o tener en cuenta j u n t o a otros del m i s m o tema, c o m o el de B e r n a r d o Tasso («Sacra ruina che '1 g r a n cerchio giri»), y, más claram e n t e , el de B e m b o , Rime, x x i v , dirigido a su a m i g o T o m a s o ( « T o m a s o , i' venni, ove l ' u n duce m a n s o / fece del sangue suo vermiglio il piano...»). 1 Podría haber u n eco del comien- XXIV, 1-3: «licenziosa fiamma arde e zo apócrifo de la Eneida: «at n u n c h o rrenda Martis / A r m a u i r u m q u e cano»; Marte es el dios de la guerra (Alcina). 2 - 4 'las cuales (las armas) hacen que, r e g a n d o el suelo de África, vuelva a florecer allí el i m p e r i o r o m a n o ' . 5 reducido: con el sentido etimológico de 'traído de n u e v o ' . 9 romano encendimiento: 'ardor o a r r o j o de R o m a ' ; aterró: 'asoló'. 1 0 licenciosa: 'impetuosa'; su uso fue m u y p o n d e r a d o p o r Herrera, q u i e n a d u c e a A r i o s t o , Orlando, X X V I I , camina». 11 Cartago: aparte el recuerdo del incendio y destrucción de la ciudad por Escipión (véase v. 5), el poeta, secundariamente, podría tener presente la llama en que D i d o se consumió por Eneas («et ... flamma medullas», según describe Virgilio, Eneida, IV, 66). 1 2 ' a m o r daña (vuelve) y perturba (revuelve) m i p e n s a m i e n t o ' . 13 temerosa: quizá en alusión a los 'celos' o al 'deseo', al que se califica así en el soneto XII. 6 3 S O N E T O X X X I V Gracias al cielo doy que ya del cuello del todo el grave y u g o he desasido, y que del viento el mar embravecido veré desde lo alto sin temello; 5 veré colgada de un sutil cabello la vida del amante embebecido en error, en engaño adormecido, sordo a las voces que le avisan dello. Alegraráme el mal de los mortales, 10 y y o en aquesto no tan inhumano seré contra mi ser cuanto parece; alegraréme c o m o hace el sano, no de ver a los otros en los males, sino de ver que dellos él carece. La situación de absoluta libertad desde la que escribe el poeta n o parece exclusiva del final de su vida, sino q u e puede relacionarse con otros m o m e n t o s de ella, quizá anteriores al episodio n a p o l i t a n o . La situación actual del poeta, liberado del y u g o del a m o r , le permite c o n t e m plar sin n i n g ú n t e m o r los sufrimientos de los amantes, para alegrarse n o de los males ajenos sino del bien p r o p i o . Los versos iniciales y finales siguen de cerca el principio del libro II del De rerum natura de Lucrecio. 1 - 2 ya... desasido: 'ya c o m p l e t a m e n t e he soltado del pescuezo el pesado y u g o ' ; el yugo c o m o metáfora o símb o l o de la 'esclavitud del a m o r ' se halla, por ejemplo, en Horacio, Odas, III, IX, 17-18: «quid si prisca redit Venus / d i d u c t o s q u e i u g o cogit aeneo». 3 - 4 La i m a g e n parece sugerida p o r Lucrecio, De rerum natura, II, 1-2: «Suaue, m a r i m a g n o t u r b a n t i b u s aequora uentis, / e térra m a g n u m alterius spectare l a b o r e m . . . » . 5 - 0 ' c o n t e m p l a r é colgada p o r u n delgado cabello la vida del amante embelesado en el e r r o r . . . ' ; se ha querido ver una referencia a la «historia de D a mocles», sobre cuya cabeza pendía una aguda espada suspendida de u n a cerda (Herrera); pero podría haber una may o r afinidad con Ausias M a r c h , L V I , II, 9-10: « A m o r no-1 cal gemechs ne sospirs fenyer, / veent penjar son estat p r i m en l ' a y r e » . 0 7 El error y e n g a ñ o en que vive el a m a n t e se ha interpretado c o m o u n a alusión a «la fábula de las sirenas» (He- rrera). 1 0 - 1 1 'y en esto n o seré tan i n h u m a n o , en contra de m i naturaleza o manera de ser, c o m o podría dar la i m p r e s i ó n ' . 1 3 - 1 4 ' n o de ver a los otros padecer enfermedades, sino de ver que el sano (él) carece de ellas'; la reflexión se inspira directamente en Lucrecio, De rerum natura, II, 3-4. 64 S O N E T O X X X V A Mario, estando, según algunos dicen,* herido en la lengua y en el brazo Mario, el ingrato amor, como testigo de mi fe pura y de mi gran firmeza, usando en m í su vil naturaleza, qu'es hacer más ofensa al más amigo, 5 teniendo miedo que, si escribo y digo su condición, abato su grandeza, no bastando su esfuerzo a su crueza, ha esforzado la mano a mi enemigo; y ansí, en la parte que la diestra mano 10 gobierna y en aquella que declara los concetos del alma, fui herido. Mas y o haré que aquesta ofensa cara le cueste al ofensor, ya que estoy sano, libre, desesperado y ofendido. C o m p u e s t o en el verano de 1535, d u r a n t e la campaña de T ú n e z , poco antes de la conquista de La Goleta (véase soneto XXXIII). Garcilaso, según refiere E n r í q u e z de G u z m á n en u n a carta a su padre el conde de Alba (fechada el 2 2 de j u l i o ) , recibió dos heridas de lanza: una de poca importancia en la boca y otra más seria — p e r o n o excesivamente g r a v e — en el b r a z o . Poco después (véase v. 13-14) escribe a su a m i g o M a r i o Galeota (véase canción v ) , atribuyendo la responsabilidad de las heridas al ingrato amor, que se ha aliado con los sarracenos para impedirle hablar y escribir sobre él (teniendo miedo que, si escribo y digo su condición...). Emplea dicen, quizá en alusión al testimonio de E n r í q u e z de G u z m á n y al relato de los distintos historiadores de la época. 7 - 8 ' n o siendo suficiente su esfuerzo para su crueldad (crueza), ha ayudado a m i e n e m i g o ' ; el enemigo es Barbarroja, con quien se ha aliado el ingrato amor. 9 - 1 1 'y así fui herido en el brazo derecho y en la lengua (aquella que declara los concetos del alma)'. 13-14 ya... ofendido: el poeta, recuperado de sus heridas (sano, libre), podrá vengarse hablando y escribiendo librem e n t e sobre su ofensor, a quien, pres u m i b l e m e n t e , n o dejará m u y bien, dado su estado de desesperación y ofensa (desesperado y ofendido). El ofensor es el ingrato amor, que ha ofendido al poeta, aliándose con su e n e m i g o militar (haré que aquesta ofensa...). 65 S O N E T O X X X V I Siento el dolor menguarme poco a poco, no porque ser le sienta más sencillo, mas fallece el sentir para sentillo, después que de sentillo estoy tan loco; 5 ni en sello pienso que en locura toco, antes v o y tan ufano con oíllo, que no dejaré el sello y el sufrillo, que si dejo de sello el seso apoco. T o d o me empece: el seso y la locura; 10 prívame éste de sí por ser tan mío; mátame estotra por ser y o tan suyo. Parecerá a la gente desvarío preciarme deste mal do me destruyo: y o lo tengo por única ventura. El p o l i p t o t o n inicial con el verbo sentir y el enrevesado conceptismo (propio de algunas composiciones del Cancionero general de 1511) sugieren u n a fecha t e m prana; se ha d u d a d o de su autenticidad, a pesar de algunas coincidencias estilísticas con el soneto III. El p o e t a , insensible al dolor después de haberlo sentido tan intensamente, está d o m i n a d o p o r la locura, a cuyos desatinos se ha e n t r e g a d o con complacencia, a b a n d o n a n d o la cordura, en t é r m i n o s similares a Garci Sánchez de Badajoz. 1 menguarme: i r m e c o n s u m i e n d o . 2 - 4 ' n o p o r q u e sienta el dolor m e nos intenso (más sencillo), sino p o r q u e falta el sentido o la sensibilidad para sentirlo, después de h a b e r m e vuelto loco de t a n t o sentirlo'; véase Boscán, I, x v i , 4 6 - 5 0 ( « Q u e ' l a m o r , / cuando hiere, es m u y mejor / q u e sea su mal crecido, / p o r q u e se pierda el sentido / con la fuerza del dolor»). 5 - 8 'ni considero q u e p o r h a b e r m e vuelto loco a causa del dolor (en sello) haya alcanzado la locura; antes estoy tan orgulloso de oírlo (que estoy loco), que no dejaré de estarlo ni de padecerlo, q u e si dejo de estarlo la r a z ó n debilito (el seso apoco)'. 9 empece: 'daña, perjudica'. 1 0 - 1 1 El poeta, absolutamente enajen a d o y entregado a la locura (por ser yo tan suyo), ha perdido el seso o la cordura; el seso ha privado al poeta de su facultad, p o r q u e éste ya n o es dueñ o de sí m i s m o , sino que pertenece a la locura. 1 4 ventura: 'dicha, felicidad'; la complacencia en el dolor y en la pérdida del juicio (el mal q u e destruye al poeta) es u n m o t i v o m u y característico de la poesía amorosa del siglo XV. 6 6 S O N E T O X X X V I I A la entrada de un valle, en un desierto do nadie atravesaba ni se vía, vi que con estrañeza un can hacía estremos de dolor con desconcierto; 5 ahora suelta el llanto al cielo abierto, ora va rastreando por la vía; camina, vuelve, para, y todavía quedaba desmayado como muerto. Y fue que se apartó de su presencia 10 su amo, y no le hallaba, y esto siente: mirad hasta do llega el mal de ausencia. M o v i ó m e a compasión ver su accidente; díjele, lastimado: «Ten paciencia, que y o alcanzo razón y estoy ausente». T o d o s los editores, salvo H e r r e r a , lo atribuyen a Garcilaso, que debió de escribirlo en época t e m p r a n a , a j u z g a r por el paisaje alegórico en que se basa. El d o l o r y g e m i d o s de u n p e r r o a causa de haber perdido a su a m o sirve al poeta para compadecerse con él del mal de ausencia. La fidelidad de los perros para con sus amos ha sido señalada p o r n u m e r o s o s autores; pero la figura del p e r r o a b a n d o n a d o c o m o i m a g e n del sufrimiento h u m a n o carece de antecedentes, si bien reaparece en la poesía de A n t o n i o M a c h a d o y D á m a s o A l o n s o . El u s o , sin e m b a r g o , de la c o n d u c t a y fisiología animal c o m o t é r m i n o de referencia o comparación de u n a situación personal n o fue e x t r a ñ o en la poesía del XV. 3 - 4 hacía... desconcierto: 'daba exagerados signos de dolor de forma desord e n a d a ' . 6 vía: ' c a m i n o , s e n d a ' . 7 todavía: 'siempre, incluso'. 1 2 accidente: 'mal, enfermedad'; p e r o también, según u n lenhuaje más específicamente m é d i c o , 'dolor, d a ñ o ' . 1 3 lastimado: ' c o m p a d e c i d o , dolido, afligido'. 1 4 La a m b i g ü e d a d del verso se p r o duce por el doble sentido de estoy ausente ('padezco la ausencia de u n ser quer i d o ' o 'en m í está ausente la razón, estoy e n l o q u e c i d o ' ) : 'que yo soy un ser racional, y sufro t a m b i é n p o r la ausencia de u n ser q u e r i d o ' o 'que yo soy un ser racional, y sin embargo también he perdido la razón p o r la ausencia...'. 67 S O N E T O X X X V I I I Estoy contino en lágrimas bañado, rompiendo siempre el aire con sospiros, y más m e duele el no osar deciros que he llegado por vos a tal estado; 5 que viéndome do estoy y en lo que he andado por el camino estrecho de seguiros, si me quiero tornar para huiros, desmayo, viendo atrás lo que he dejado; y si quiero subir a la alta cumbre, 10 a cada paso espántanme en la vía ejemplos tristes de los que han caído; sobre todo, me falta ya la lumbre de la esperanza, con que andar solía por la oscura región de vuestro olvido. T o d o s , sin excepción, reconocen su autenticidad; el tema, el m i s m o que en los sonetos I y IV, sugiere u n a fecha temprana, p o r más que el t r a t a m i e n t o es distint o , «con u n arte m á s suave, a r m ó n i c o y d u e ñ o de sí» (Lapesa). El poeta parece indeciso sobre u n a m o r q u e tan siquiera se atreve a confesar: si intenta escapar de él, desandando el c a m i n o , desfallece al contemplar lo que ha dejado atrás; si desea seguir hacia adelante, aparte de temer la caída, necesita el estímulo de la esperanza q u e parece haberle a b a n d o n a d o . La i m a g e n del camin a n t e en m e d i o de u n camino que n o quiere desandar, pero t a m p o c o seguir, recuerda el soneto VI y se inspira claramente en Ausias M a r c h , C X X I , VI, 41-47. 1 contino : ' c o n t i n u a m e n t e '. 4 La m i s m a justificación se lee en Petrarca, Canzoniere, CXXXIV, 14: «in questo stato s o n , D o n n a , per voi». El m i e d o a descubrir el a m o r a la amada corresponde a u n rasgo convencional de la lírica. 7 - 8 'si quiero regresar para escapar de vos (para huiros), desfallezco, al ver lo que he dejado atrás (un camino estrecho y difícil)'; según Herrera, el camino estrecho es el de la virtud. 9 - 1 1 'si quiero proseguir el camino siguiéndoos hasta la alta cumbre, a cada paso m e espanta contemplar en la senda (espántanme en la vía) los ejemplos tristes de los amantes q u e h a n c a í d o ' . 12-14 A] faltarle la esperanza, el poeta parece desistir en su amor. 68 S O N E T O X X X I X ¡ O h celos, de amor terrible freno, qu'en un p u n t o me vuelve y tiene fuerte; hermanos de crueldad amarga muerte que, con tu vista, torbas el cielo sereno! 5 ¡ O h serpiente nacida en dulce seno de hermosas flores, que mi esperanza es muerte: tras próspero comienzo, adversa suerte, tras suave manjar, recio veneno! ¿ D e cuál furia infernal acá saliste, 10 oh cruel monstruo, oh peste de mortales, que tan tristes, crudos mis dias heciste? Torna ya sin aumentar mis males; desdichado miedo, ¿a qué veniste?, que bien bastaba amor con sus pesares. Su autenticidad es dudosa (especialmente por los versos hipermétricos, las rimas agudas e incluso la sintaxis, bastante primitiva), a pesar de las garantías que ofrece la fuente que lo ha conservado, bastante fiable en las atribuciones. T o d o el soneto (una diatriba contra los celos) es u n a traducción literal de o t r o de Sannazaro, Rime, x x i u , i m i t a d o p o r Tansillo y traducido p o r otros m u c h o s poetas españoles, desde J u a n C o l o m a hasta G ó n g o r a . 1 - 2 Los celos son para el a m o r lo que el freno para u n caballo a t o d o galope: lo encabrita y a la vez lo i n m o v i liza (en un punto me vuelve y tiene fuerte). 8 recio: ' d u r o , á s p e r o ' , de acuerdo con el m o d e l o («aspro veleno»). 9 " 1 2 El poeta identifica a los celos con alguna de las E u m é n i d e s (¿De cuál furia infernal acá saliste...), a quienes serepresentaba con los cabellos encrespados de culebras (¡Oh serpiente nacida...) y q u e habitaban en el m u n d o de los m u e r t o s (tórnate al infierno); véase égloga II, 9 4 2 - 9 4 5 - 1 4 ' q u e con los pesares que acarrea el a m o r ya era suficiente (para que vengas t ú con los t u y o s ) ' . 69 V S O N E T O X L El mal en mí ha hecho su cimiento y sobr'él de tal arte ha labrado, que amuestra bien estar determinado de querer para siempre este aposiento; 5 trátame ansí que a mil habría muerto, mas y o para más mal estoy guardado;' esto ya tal, que todos me han dejado sino el dolor qu'en sí me tiene vuelto. Y a todo mi ser se ha vuelto en dolor 10 y ansí para siempre ha de turar, pues la muerte no viene a quien no es vivo; en tanto mal, turar es el mayor, y el mayor bien que tengo es el llorar: ¡cuál será el mal do el bien es el que digo! Presenta los m i s m o s problemas de autenticidad que el anterior (rimas dudosas y el c a m b i o de consonantes en el segundo c u a r t e t o , q u e podrían interpretarse c o m o asonantes con respecto al p r i m e r o : -iento... -iento I -erto... -elto). D e ser de Garcilaso, pertenecería, desde luego, a la primera época. El m a l se ha arraigado en el poeta c o m o en u n edificio en u n o s b u e n o s cimientos; t r a n s f o r m a d o en dolor a fuerza de sentirlo, éste n o concibe más bien o m e n o r mal que el llanto y la m u e r t e . 1 - 4 El mal, cual edificio, ha puesto los cimientos en el poeta y sobre él ha edificado con tal artificio (de tal arte ha labrado), q u e da a e n t e n d e r o m u e s tra (amuestra) estar resuelto a n o dejar n u n c a ese aposento (aposiento). 6 guardado: ' r e s e r v a d o ' . 8 'sino el dolor q u e m e ha transform a d o (me tiene vuelto) en sí m i s m o ' ; véase Ausias M a r c h , C X V I I , x x i x , 2 2 9 : «reconegut, en dol m e conver- teixen». 1 0 ' y así, con el dolor, ha de durar o p e r d u r a r (turar)'. 11 no es vivo: ' n o está vivo o con vida', quizá en alusión al mal de ausencia y a la idea de que el a m a n t e 'vive d o n d e a m a ' . 1 2 'en t a n t o mal, el m a y o r [mal] es d u r a r y n o m o r i r ' . 70 C A N C I Ó N I Si a la región desierta, inhabitable, por el hervor del sol demasiado y sequedad d'aquella arena ardiente, o a la que por el hielo congelado 5 y rigurosa nieve es intractable, del todo inhabitada de la gente, por algún accidente o caso de fortuna desastrada, me fuésedes llevada, io y supiese que allá vuestra dureza estaba en su crueza, allá os iria a buscar, c o m o perdido, hasta morir a vuestros pies tendido. Por su t o n o cancioneril y el e m p l e o del verso a g u d o , parece anterior al período napolitano. E n la primera estrofa el poeta manifiesta su absoluta sumisión a la amada, «engastando en u n p e n s a m i e n t o distinto» el tópico horaciano «Pone m e . . . » , que utiliza, bien directamente, bien a través de otros autores q u e lo difundieron en el R e n a c i m i e n t o (Petrarca, Sannazaro); en las estrofas restantes, lamenta su condición esquiva, apropiándose de ideas y expresiones de los poetas castellanos del siglo XV (Garci Sánchez de Badajoz, T o r r e s N a h a r r o ) , sin lograr acomodarlas «a la tersa lentitud del endecasílabo» (Lapesa). 1 El uso de la forma condicional p o dría estar sugerida p o r Sannazaro, Rime, LXXXIII, 14-16: «S'al freddo Tanai, alle cocenti arene / di Libia io...». La región desierta está descrita en térm i n o s m á s afines a H o r a c i o ( « . . . P o n e sub c u r r u n i m i u m p r o p i n q u i / solis in terra d o m i n i b u s negata...»), c o n u n a posible reminiscencia de Sannazaro, 14 («...alle cocenti arene...»), mientras las tierras polares sólo se mencionan en Petrarca, CXLV, 2 («o dove vince lui '1 ghiaccio e la neve...»); véase t a m b i é n Virgilio, Bucólicas, X, 6 5 - 6 9 («nec si frigoribus mediis H e b r u m q u e bibamus / Sinthonias q u e niues hiemis subeam u s aquosae / nec si, c u m moriens alta liber aret in u l m o , / A e t h i o p u m versemus ovis sub sidere cancri...»). 4 E n este verso «la / suena muchas veces» (Herrera). 7 - 8 Entiéndase: ' p o r algún hecho imprevisto y casual (accidente) o suceso (caso) de mala fortuna, de fortuna desgraciada (desastrada)'. La referencia a la fortuna parece inspirada por Petrarca: « P o m m i in u m i l fortuna od in superba»; véanse los versos 12-19. 9 Esto es: '(Si a la región...) vos, que soy mía, fueseis conducida ( y o allá os iría a buscar)', según u n a construcción de dativo ético o de posesión. 1 1 en su crueza: ' e n la crueldad de la r e g i ó n ' . 1 2 - 1 3 La decisión de seguir a la amada esquiva hasta las regiones más inhabitables asimila a H o r a c i o , Odas, I, XX, c o m b i n a d o c o n Petrarca, Canzo- 7 1 7 2 C A N C I Ó N I Vuestra soberbia y condición esquiva 15 acabe ya, pues es tan acabada la fuerza de en quien ha d'esecutarse; mira bien qu'el amor se desagrada deso, pues quiere qu'el amante viva y se convierta adó piense salvarse. 2 0 El tiempo ha de pasarse, y de mis males arrepentimiento, confusión y tormento sé que os ha de quedar, y esto recelo, que aun desto y o me duelo: 2 5 c o m o en m í vuestros males son d'otra arte, duélenme en más sensible y terna parte. A s í paso la vida acrecentando materia de dolor a mis sentidos, c o m o si la que tengo no bastase, 3 0 los cuales para todo están perdidos sino para mostrarme a m í cuál ando. títere, CXLV, y Sannazaro, Rime, LXXXIII, 1 4 - 1 6 . 1 9 ' y se dirija o encamine hacia donde él crea pueda salvarse', bien en alusión a Dios (se trataría de la caritas cristiana), según podría interpretarse p o r el pasaje d e Ezequiel (vv. 14-19), bien refiriéndose a la amada, cuyo favor p o dría evitar la m u e r t e del a m a n t e . La interpelación a la amada obligándole a reflexionar sobre su c o n d u c t a esquiva presenta grandes analogías con T o r r e s N a h a r r o , Epístola, VI, 6 7 - 7 1 («Sabéis que nuestro Señor, / n o quiere la gente altiva, / n i q u e m u e r a el pecador, / mas q u e se convierta y viva. / N o m e seáis tan esquiva...»), quizá c o n reminiscencias de Garci Sánchez de Badaj o z («es q u e n o quiere el a m o r / la m u e r t e del a m a d o r , / m a s q u e viva y desespere»), a partir d e la adaptación de unas conocidísimas palabras de Ezequiel 33, II («Qui n o n vult m o r t e m peccatoris, sed u t c o n v e r t a t u r et vivat»), empleadas en la oración pro paganis del Viernes Santo. 2 3 - 2 6 'sé q u e con el t i e m p o os h a n de doler mis males, y t e m o q u e esto vaya a ocurrir, p o r q u e incluso y o m e duelo de esto: como en m í vuestros males [los q u e os pueda causar p o r q u e os duelan los míos] son de otra naturaleza, m e llegan m á s p r o f u n d a m e n t e al corazón (en más sensible y terna parte) que lo q u e os puedan llegar los míos en el vuestro (más d u r o y m e n o s sensible)'; la misma paradoja — a u n q u e menos sutil— se halla en Ausias March, X X X V I , v, 3 9 - 4 0 («E, donchs, e n u g de m i no-us n e atanga: / m a fort d o lor será m e n y s sens la vostra»), y en poetas del Cancionero general, c o m o D i e g o L ó p e z de H a r o . 2 7 - 2 9 H a y u n a posible coincidencia con T e r e n c i o , Eunuco, I, i, 7 6 - 7 8 : «Si sapis, / ñ e q u e praeterquam quas ipse a m o r molestias / habet addas et illas quas habet recte feras». V E R S O S 1 4 - 5 5 73 Pluguiese a D i o s que aquesto aprovechase para que y o pensase un rato en mi remedio, pues os veo 35 siempre ir con un deseo de perseguir al triste y al caído; yo estoy aquí tendido, mostrándoos de m i muerte las señales, y vos viviendo sólo de mis males. 40 Si aquella amarillez y los sospiros, salidos sin licencia de su dueño, si aquel hondo silencio no han podido un sentimiento grande ni pequeño mover en vos que baste a convertiros 45 a siquiera saber que soy nacido, baste ya haber sufrido tanto tiempo, a pesar de lo que basto, que a m í m i s m o contrasto, dándome a entender que m i flaqueza 50 m e tiene en la tristeza en que estoy puesto, y no lo que y o entiendo: así que con flaqueza me defiendo. Canción, no has de tener c o n m i g o que ver más en malo o en bueno; 55 trátame c o m o ajeno, 36 perseguir, 'hacer sufrir'; el verbo podría tener connotaciones bíblicas (véase v . 19), recordando las bienaventuranzas («Beati qui persecutionem pat i u n t u r . . . » M a t e o 5, 10). 4 1 sin licencia: 'sin p e r m i s o ' (véase la égloga II, 2 8 9 ) . 4 0 - 3 2 El pasaje, bastante difícil de descifrar (especialmente los vv. 4 9 - 5 2 ) , podría interpretarse: 'Si aquella amarillez y los sospiros... n o h a n p o d i d o p r o d u c i r en vos n i n g ú n tipo de sentim i e n t o q u e baste a atraeros la atención para (a convertiros a) saber al menos q u e existo..., sea suficiente (baste) haber sufrido t a n t o t i e m p o , a pesar d e lo q u e y o soy capaz de sufrir (basto), q u e conm i g o m i s m o lucho (que a mí mismo contrasto), d á n d o m e a e n t e n d e r q u e mi debilidad (flaqueza) ha provocado la tristeza en q u e estoy s u m i d o (en que estoy puesto), y n o lo q u e y o sé es la verdad (lo que yo entiendo); así q u e m e e n g a ñ o con u n a r g u m e n t o nada convincente (así que con flaqueza me defiendo)'; la amarillez y los suspiros son síntomas inequívocos del e n f e r m o de a m o r . Sobre el sentido latino de convertir 'hacer volver, atraer la a t e n c i ó n ' , véase soneto XV, 5-6. 5 5 ' t r á t a m e c o m o a u n e x t r a ñ o ' , en referencia al t r a t o q u e ha recibido de 74 C A N C I Ó N I que no te faltará de quien lo aprendas. Si has miedo que m'ofendas, no quieras hacer más por mi derecho de lo que hice y o , qu'el mal me he hecho. ella (vv. 4 4 - 4 5 ) y en coincidencia con 5 8 p o r mi derecho: 'a m i favor'. Garci Sánchez de Badajoz, Lecciones de 5 0 O v i d i o , Heroidas, II, 4 8 : « H e u , Job, 2 5 1 - 2 5 3 : « m e di / a quien más patior telis vulnera facta meis», citado c o m o a g e n o / m e tracta...». p o r H e r r e r a . C A N C I Ó N II La soledad siguiendo, rendido a mi fortuna, m e v o y por los caminos que se ofrecen, por ellos esparciendo 5 mis quejas d'una en una al viento, que las lleva do perecen. Puesto que no merecen ser de vos escuchadas, ni sola un hora oídas, 10 he lástima de ver que van perdidas por donde suelen ir las remediadas; a m í se han de tornar, adonde para siempre habrán d'estar. Mas ¿qué haré, señora, 15 en tanta desventura? ¿ A dónde iré si a vos no v o y con ella? ¿ D e quién podré y o ahora A pesar de los ecos de la poesía de cancionero, que la vinculan c o n temas y técnicas de la primera etapa, esta canción recrea con gran sensibilidad alguno de los motivos más conocidos de la poesía de Petrarca, si bien n o presenta ning u n a imitación directa de ella: «busca de la soledad, d o n d e los árboles y las peñas son testigo de los sufrimientos que el poeta encubre; reflexiones sobre 'el proceso l u e n g o de mis d a ñ o s ' ; a b a n d o n o en m a n o s de la suerte...» (Lapesa). 6 El viento lleva las quejas del p o e - del subjuntivo ( E . L . R i v e r s ) . ta a la amada, q u e n o parece prestarles 1 2 - 1 3 Las vanas quejas q u e vuelven atención (véanse los versos siguientes); sin ser oídas tienen u n análogo en Hersegún los antiguos, los vientos eran los n á n Mejía: «Mas adonde, triste, van / mensajeros de los dioses, a quienes ha- estos sospiros que [dó]; / tan poco recían llegar las súplicas de los seres h u - medio dan / que n o los acogerán / por m a n o s : si éstas n o se cumplían, se pen- n o ver cuál q u e d o y o ; / q u e quien los saba que los vientos, en lugar de hace salir / nunca se querrá vengar / comunicarlas a los dioses, las habían a u n con hacellos venir, / sino c o n vedisipado, llevándolas a regiones apar- líos tornar» (Cancionero general, fol. tadas (Herrera). LXXIIV); la rima aguda en estos ver- 9 - 1 0 Es clara la relación c o n u n o s sos fue censurada por H e r r e r a , para versos del Boscán, I, I, 5 9 - 6 0 : « O y ó quien «no se deben usar ni en soneto llamar de lejos mis gemidos, / y la las- ni en canción». tima de ver que v a n perdidos»; van 1 7 ahora es aquí trisílabo, c o m o en era en la época la forma corriente el soneto XXXVII, 5, y égloga II, 138. 75 7 6 C A N C I Ó N II valerme en mi tristura, si en vos no halla abrigo mi querella? 20 V o s sola sois aquélla con quien mi voluntad recibe tal engaño, que, viéndoos holgar siempre con mi daño, me quejo a vos como si en la verdad 25 vuestra condición fuerte tuviese alguna cuenta con mi muerte. Los árboles presento, entre las duras peñas, por testigo de cuanto os he encubierto; 30 de lo que entre ellas cuento podrán dar buenas señas, si señas pueden dar del desconcierto. Mas ¿quién tendrá concierto en contar el dolor, 35 qu'es de orden enemigo? N o me den pena por lo que ora digo, que ya no me refrenará el temor. ¡Quién pudiese hartarse de no esperar remedio y de quejarse! 40 Mas esto me es vedado con unas obras tales, con que nunca fue a nadie defendido, que si otros han dejado de publicar sus males, 2 3 holgar: 'alegrar'. 2 4 - 2 6 ' m e quejo a vos c o m o si verdaderamente (en la verdad) vuestra condición dura (condición fuerte) dependiera de (tuviese cuenta con) m i m u e r t e ' . 2 7 - 2 9 La naturaleza c o m o testimonio de las quejas del a m a n t e se ha sugerid o en deuda c o n Propercio, Elegías, I, x v i l l , 1-4 («Haec certe loca et taciturna quarenti i et vacum Zephyri possidet aura n e m u s . / H i c licet occultos proferre i m p u n e dolores, / si m o d o sola quant saxa tenere fidem... / vos eritis testes, si quos habet arbor amores, / fagas, et Arcadio pinus amicadeo. / Ah quotiens teñeras resonant mea verba sub u m b r a s . . . » ) , a través de Petrarca, Canzoniere, LXXI, 37-39 ( « O p o g g i , o valli, o fiumi, o selve, o campi, / o testimoni de la mia grave vita, / quante volte m ' u d i s t e chiamar m o r t e ! . . . » ) . 38-39 gì dolor insaciable parece sugerido por Ausias March, XCV, v, 41: « N o ' m dolrré tant q u ' e n dolor sia fart». V E R S O S 1 8 - 6 8 77 45 llorando el mal estado a que han venido, señora, no habrá sido sino con mejoría y alivio en su tormento; mas ha venido en m í a ser lo que siento 50 de tal arte, que ya en mi fantasía no cabe, y así quedo sufriendo aquello que decir no puedo. Si por ventura estiendo alguna vez m i ojos 55 por el proceso luengo de mis daños, con lo que me defiendo de tan grandes enojos solamente es, allí, con mis engaños; mas vuestros desengaños 60 vencen mi desvarío y apocan mis defensas, sin y o poder dar otras recompensas, sino que, siendo vuestro más que m í o , quise perderme así 65 por vengarme de vos, señora, en mí. Canción, y o he dicho más que me mandaron y menos que pensé; no me pregunten más, que lo diré. 4 5 - 5 2 El poeta recuerda la necesidad entre los enfermos de a m o r de desahogarse c o n t a n d o sus penas (véase égloga 11); p e r o , al ser las suyas tan inimaginables, n o las puede hacer públicas, agravando a ú n m á s el sufrimiento: «porque alguna vez hablé / hálleme de- 11o t a n m a l , / q u e , sin duda, m á s valiera / callar; m a s también callé, / y pené tan desigual, muriera» (Jorge M a n r i q u e , XX, 7-12). 6 0 mi desvarío: en referencia a mis en- gaños. 6 2 - 6 5 'sin y o p o d e r ofrecer m á s compensaciones (otras recompensas a vuestros desengaños) q u e . . . desear alterarme así (es decir, ser m á s t u y o que m í o : quise perderme así) para (por) vengarm e de v o s . . . a través de m i persona (en mí)', ya que, al considerarla más de ella que suya (alperderme así), también, lógicamente, lo debe ser su su- frimiento. 66-68 g [ £ j n a [ p r e s e n t a notables concordancias con otro de Antonio Castriola: «Canzon, detto hai via più ch'io non vorrei; / bastiti d u n q u e q u e s t o , / poiché nulla rilieva a dir il resto»; en cuanto al c o n t e n i d o , tiene afinidades con Boscán, XXVI: «Pues del dolor que consient o , / m á s de lo q u e entiendo, digo, / y m e n o s de lo q u e siento». C A N C I Ó N III C o n un manso ruido d'agua corriente y clara, cerca del D a n u b i o una isla que pudiera ser lugar escogido 5 para que descansara quien, c o m o esto y o agora, no estuviera; do siempre primavera parece en la verdura sembrada de las flores; 10 hacen los ruiseñores Escrita d u r a n t e su destierro en alguna isla del D a n u b i o , cerca de R a t i s b o n a , entre los meses de m a r z o y j u l i o de 1532, Garcilaso evoca el amor perdido, que n o puede dejar de sentir, a pesar de las decisiones del E m p e r a d o r y del lugar a d o n d e ha sido confinado; bajo el disfraz de lamentación amorosa, podría estar disimulando u n ataque contra el emperador Carlos V , al igual que hace Macías en su Cantiga contra el amor: h a y indicios de ello a lo largo de t o d o el p o e m a , pero especialmente en la última estrofa y en el envío, c u a n d o el poeta parece i m p o n e r s e el silencio, esperando la m u e r t e para desvelar la verdad (bien de su situación política, bien de su a m o r ) . La i m a g e n del poeta desterrado que lamenta su situación a orillas de u n río parece referencia a los Salmos, 136 («Super ilumina Babylonis illic sedimus et flevimus ... Q u a m o d o cantabimus canticum D o m i n i in térra aliena?»), cuyos versículos recuerda más a la letra D i e g o H u r t a d o de M e n d o z a («Siénteme a las riberas de estos ríos, / d o n d e estoy desterrado y lloro t a n t o . . . / ¿ C ó m o p u e d e cantar en tierra ajena / n i n g ú n cantar que sea de alegría...?»). 1 ruido: ' s o n i d o ' (véase égloga II, 65). La descripción de la isla c o n elem e n t o s del paisaje ideal parece tener inspiración en Petrarca, Canzoniere, CCLXXIX, 1-4 («Se lamentar augelli, o verdi fronde / m o v e r soavemente a l'aura estiva, / o r o c o m o r m o r a r di lucide o n d e / s'ode d ' u n a fiorita e fresca riva»), si bien n o es ajena a la tradición clásica; cerca: 'rodea'. 5 - 6 U n a situación anàloga plantea Albanio en la ègloga II, 13-18: «El dulce m u r m u r a r deste r u i d o . . . / podrían tornar d ' e n f e r m o y d e s c o n t e n t o . . . » . s " ° ' d o n d e la primavera siempre se deja ver, se manifiesta (parece) p o r el v e r d o r . . . ' (quizá entendiendo, c o m o sugiere E . L . R i v e r s , primavera c o m o u n a personificación). La llegada de la primavera se describe siguiendo los elem e n t o s tradicionales del locus amoenus (véase égloga III, 321); así lo hace desde su exilio en T o m i s O v i d i o , Tristia, III, XII, 1-16: «Frigora iam Zephyri m i n u u n t , a n n o q u e peracto / longior antiquis visa Maeotis hiems... / iam violam puerique legunt hilaresque puellae... / prataque pubescunt variorum flore c o l o r u m , / indocilique loquax gutture vernat avis...; / herbaque, quae latuit Cerealibus o b r u t a sulcis, / exit et expandit molle cacumen h u m o . . . » . 78 V E R S O S I - 3 I 79 renovar el placer o la tristura con sus blandas querellas, que nunca, dia ni noche, cesan dellas. A q u í estuve y o puesto, 15 o, por mejor decillo, preso y forzado y solo en tierra ajena; bien pueden hacer esto en quien puede sufrillo y en quien él a sí m i s m o se condena. 2 0 T e n g o sola una pena, si muero desterrado y en tanta desventura: que piensen por ventura que juntos tantos males me han llevado, 2 5 y sé y o bien que muero por sólo aquello que morir espero. El cuerpo está en poder y en mano de quien puede hacer a su placer lo que quisiere; 3 0 mas no podrá hacer que mal librado quede 1 2 blandas querellas: 'suaves lamentaciones'; cesan: 'se apartan'. 1 3 La m e n c i ó n del ruiseñor c o m o i n gredientes del paisaje a m e n o es específica de la literatura pastoril (véase égloga II, 1147-1148); su actitud en lamentación continua está particularmente en deuda con Virgilio, Geórgicas, IV, 515-516. 1 4 - 1 6 La fuerza del a m o r a pesar de las circunstancias adversas d e la situación y el lugar (especialmente i n c o m o didades físicas) parece reminiscencia de H o r a c i o , Odas, I, XXII (véase canción I), bastante avalada p o r el verso 14 (Aquí estuve yo puesto). 17-19 j q o está claro q u e Garcilaso confiese su culpabilidad ('bien pueden castigar a quien, c o m o y o , puede sufrirlo y a quien, c o m o y o , se condena a sí m i s m o ' ) , pues estos versos podrían contener u n a negación implícita: 'bien p u e d e n castigar a quien puede sufrirlo y a quien se condena a sí m i s m o , pero n o a m í , q u e ni lo sufro ni m e c o n d e n o ' . 2 6 que: ' p o r lo q u e ' . La causa real por la q u e el poeta puede llegar a m o rir podría ser de tipo a m o r o s o , a u n q u e n o cabe descartar u n a alusión al deseng a ñ o p o r la pérdida del favor d e Carlos V (véanse v v . 4 3 - 5 2 ) . 2 7 - 2 0 Es alusión al e m p e r a d o r Carlos V, d u e ñ o de sus subditos. La mism a idea se halla en Jenofonte d e Efeso, Habriocones y Antia, II, IV, 4 : «tienes poder sobre m i c u e r p o , pero t e n g o m i alma libre». 3 1 mal librado: ' m a l p a r a d o ' . So C A N C I Ó N I I I mientras de m í otra prenda no tuviere; cuando ya el mal viniere y la postrera suerte, 35 aquí me ha de hallar, en el m i s m o lugar, que otra cosa más dura que la muerte me halla y me ha hallado, y esto sabe m u y bien quien lo ha probado. 40 N o es necesario agora hablar más sin provecho, que es mi necesidad m u y apretada, pues ha sido en un hora todo aquello deshecho 45 en que toda m i vida fue gastada. Y al fin de tal jornada ¿presumen d'espantarme? Sepan que ya no puedo morir sino sin miedo, 50 que aun nunca qué temer quiso dejarme la desventura mía, qu'el bien y el miedo me quitó en un día. 32 prenda: ' d o n ' , refiriéndose al alma y en contraposición al cuerpo mencion a d o en el verso 2 7 . 3 4 postrera suerte: «perífrasis de la muerte» (Herrera). 3 7 - 3 8 Garcilaso sigue s e m b r a n d o la a m b i g ü e d a d : otra cosa más dura puede identificarse c o n el destierro (o sus causas), o bien c o n el a m o r (véase v . 3 9 ) . 3 9 Desde los trovadores, es m a n e r a tradicional d e encarecer el sufrimiento amoroso, consagrada p o r Lope de Vega en u n conocidísimo soneto («Esto es a m o r , quien lo p r o b ó lo sabe»); quizá podría haber u n eco de Sannazaro, Arcadia, v i l , 2 5 - 2 6 : «che simile vita sos t e g n o , noiosa a riguardare, colui solam e n t e sel p u ó pensare che lo ha p r u o v a t o o pruova». 4 3 - 4 5 La pérdida en u n m o m e n t o de cuanto ha costado m u c h o conseguir (en referencia a la pérdida del favor del E m perador y de su posición social en la corte) está expresada en t é r m i n o s afines a Petrarca, Canzoniere, CCLXIX, 13-14: « c o m ' perde a g e v o l m e n t e in u n marin o / quel c h e ' n molti anni a gran pena s'acquista». 5 1 La insensibilidad hacia el miedo c o m o consecuencia de los infortunios podría inspirarse en Estacio, Thebaida, x , 5 6 2 - 5 6 3 («... saevas m e n t e accepere catenas, / consumsit ventura t i m o r . . . » ) , o bien en Niccolò A m a n i o : «...anzi io ardisco dir che più n o n a m o , / e c h ' i o n o n spero p i ù , che n o n t e m o , / eomai da t e m e r più n o n m ' è rimaso». 5 2 El bien de q u e lo ha despojado la fortuna debe identificarse con el favor del E m p e r a d o r (vv. 4 3 - 4 5 ) ; pero también se ha interpretado c o m o una alusión a u n amor perdido c o n anterioridad V E R S O S 3 2 - 7 3 8 1 D a n u b i o , rio divino, que por fieras naciones 55 vas con tus claras ondas discurriendo, pues no hay otro camino por donde mis razones vayan fuera d'aquí, sino corriendo por tus aguas y siendo 60 en ellas anegadas, si en tierra tan ajena, en la desierta arena, d'alguno fueren a la fin halladas, entiérrelas siquiera 65 porque su error s'acabe en tu ribera. A u n q u e en el agua mueras, canción, no has de quejarte, que y o he mirado bien lo que te toca; menos vida tuvieras 70 si hubiera de igualarte con otras que se m ' h a n muerto en la boca. Q u i é n tiene culpa en esto, allá lo entenderás de m í m u y presto. al destierro, c o n c r e t a m e n t e el de Isabel Freyre, q u e se casó en 1 5 2 8 - 1 5 2 9 . 5 3 - 5 5 La descripción del río D a n u b i o atravesando tierras bárbaras (fieras naciones) constituye u n m o t i v o tradicional desde la historiografía latina; claras ondas: las aguas del D a n u b i o , según V i c o M e r c a t o (Meteoros, II), son «de color de suero en la parte q u e divide a Suevia y Baviera y Alemania» ( H e rrera) . 6 5 error: 'vagar, errar', quizá record a n d o t a m b i é n el sentido de ' y e r r o ' , en alusión a la injusticia cometida con el poeta y descrita en las razones ('palabras') de su canción; se trata, en definitiva, del m i s m o tópico de la égloga III, 2 4 6 - 2 4 8 , en confluencia, q u i zá, con el del secreto a m o r o s o . 7 1 ' c o n otras canciones q u e n o acabé de c o m p o n e r ' (¿sobre el m i s m o a s u n t o ? ) . 7 2 esto: se refiere a que la canción compuesta por el poeta no llegue a tras- cender. 7 3 allá: en referencia al reino d e la M u e r t e , d o n d e el poeta piensa reunirse m u y p r o n t o (presto) c o n su c a n ción enterrada e n alguna de las riberas del D a n u b i o y descubrirle al culpable (o la culpable) d e q u e haya t e n i d o q u e anegarla e n sus aguas. C A N C I Ó N I V El aspereza de mis males quiero que se muestre también en mis razones, c o m o ya en los efetos s'ha mostrado; lloraré de mi mal las ocasiones; 5 sabrá el mundo la causa por que muero, y moriré a lo menos confesado, pues soy por los cabellos arrastrado de un tan desatinado pensamiento, que por agudas peñas peligrosas, 10 por matas espinosas, N o es fácil situarla en u n período preciso: el u s o de la alegoría sugiere u n a fecha t e m p r a n a , mientras la ausencia de rimas agudas y un d o m i n i o de la forma parecen revelar u n a cierta m a d u r e z y consagración. Podría tratarse, pues, de u n p o e m a de transición. La canción plantea u n a serie de situaciones subordinadas a u n a trama alegórica que las u n e n o siempre con perfecta coherencia: la victoria del apetito sobre la r a z ó n , q u e , enredada en u n a red de cabellos de o r o , ha sido sorprendida en 'público adulterio' c o n aquél, c o m o Venus, y M a r t e en la red tendida por Vulcan o . La trama general c o m p r e n d e m o t i v o s menores: la transformación del amante a causa de los espíritus visivos de la amada, la atribución al destino de la entrega amorosa, la descripción de la esperanza c o m o un bien p r ó x i m o pero inalcanzable, semejante al del agua para el sediento T á n t a l o , etc. La batalla alegórica entre apetito y razón podría inspirarse en alguna de las m u c h a s obras de la literatura del siglo XV sobre el a s u n t o . Las personificaciones (el «desatinado pensamiento», la esperanza...) y las expresiones m á s vehementes y abstractas están sugeridas p o r Ausias M a r c h , mientras las imágenes sensoriales, que aportan una cierta serenidad a la zozobra espiritual, arrancan de los textos de Petrarca. 4 - 1 5 La divulgación de los males tiene u n paralelo en Boscán, I, XVII, 151-155: «Conozco que m e desmando / con el dolor q u e m e hiere, / m a s el triste q u e se m u e r e , / en público confesando, / puede decir lo q u e quiere»; la voz confesado, con connotaciones religiosas, había sido censurada por H e - rrera. 8 La personificación del desatinado ('loco') pensamiento en u n enfermo de amor puede explicarse p o r las definiciones médicas de la enfermedad: «veh e m e n s et inmoderata cogitatio», seg ú n trae Arnaldo de Vilanova, Tractatus de amore heroico, I, 9. 1 0 La descripción del tipo de c o m p o r t a m i e n t o al que induce el a m o r se ciñe bastante a la letra a Ausias March, X V I I I , I-IV, 3 - 4 y 3 7 - 3 8 : «Quasi guiat per les falses ensenyes / so avengut a perillosa riba... / Per los cabells a mi sembla q u e ' m porten / a fer los fets que A m o r m e c o m a n a » . 82 V E R S O S I - 3 6 83 corre con ligereza más que el viento, bañando de mi sangre la carrera. Y , para más despacio atormentarme, llévame alguna vez por entre flores, 15 adó de mis tormentos y dolores descanso y dellos v e n g o a n o acordarme; mas él a más descanso n o m e espera; antes, c o m o m e ve desta manera, c o n u n n u e v o furor y desatino 2 0 torna a seguir el áspero camino. N o vine por mis pies a tantos daños: fuerzas de mi destino me trujeron y a la que m'atormenta m'entregaron. M i razón y juicio bien creyeron 25 guardarme c o m o en los pasados años d'otros graves peligros me guardaron; mas cuando los pasados compararon con los que venir vieron, no sabían lo que hacer de sí ni dó meterse, 30 que luego empezó a verse la fuerza y el rigor con que venían. Mas de pura vergüenza costreñida, con tardo paso y corazón medroso al fin ya mi razón salió al camino; 35 cuanto era el enemigo más vecino, tanto más el recelo temeroso 1 1 La figura del amante que emprende la carrera b u s c a n d o alivio a sus m a les parece evocar a la reina D i d o (véase égloga II, 7 2 0 - 7 2 8 ) ; el paisaje áspero, d o n d e se manifiesta el loco pensamiento del poeta, era el elegido p o r los enfermos de a m o r (véase égloga II, 13-17)- 1 2 El daño que causa la marcha apresurada a través de agudas peñas y matas espinosas podría recordar al ciervo cuya herida baña de sangre los caminos q u e recorre, c o m o se aclara en u n a oda de Francisco de la T o r r e : «¿viste, Filis, herida / cierva de la saeta q u e . . . / vertiendo la roja sangre que dilata huyendo?» (I, IV); menos probablemente evoca la huida de Dafne descalza p o r cam i n o s pedregosos (véase égloga III, 153-155)- 1 3 - 1 6 El pensamiento que se alivia entre/lores parece recordar los paseos p o r jardines llenos de frutos recomendados desde la medicina árabe a los enfermos de a m o r . 2 1 - 2 3 Las alusiones al destino recuerdan las puestas en boca de Albanio (égloga II, 1 6 9 ) , si bien aquí podrían estar inspiradas p o r varios lugares de Ausias M a r c h . 8 4 C A N C I Ó N IV le mostraba el peligro de su vida; pensar en el dolor de ser vencida la sangre alguna vez le callentaba, 4 0 mas el m i s m o temor se la enfriaba. Estaba y o a mirar; y, peleando en m i defensa, mi razón estaba cansada y en mil partes ya herida; y, sin ver y o quien dentro me incitaba 4 5 ni saber c ó m o , estaba deseando que allí quedase mi razón vencida: nunca en todo el proceso de mi vida cosa se me cumplió que desease tan presto c o m o aquesta, que a la hora 5 0 se rindió la señora y al siervo consintió que gobernase y usase de la ley del vencimiento. Entonces yo sentíme salteado d'una vergüenza libre y generosa; 55 corríme gravemente que una cosa tan sin razón hubiese así pasado; luego siguió el dolor al corrimiento de ver mi reino en mano de quien cuento, que me da vida y muerte cada día, 6 0 y es la más moderada tiranía. 38-40 Virgilio, Eneida, X, 4 5 2 («frigidus Arcadibus coit in praecordia sanguis»), y B e m b o , Rime, LXXIX, 12-13 («ma'l sangue accolto in sé da la paura / si ritien dentro»). 41-42 ' E s t a D a y 0 m i r a n d o (a mirar); y vi q u e , peleando en m i defensa, m i razón estaba...'; el poeta contempla en su interior la lucha desesperada de la razón contra u n a fuerza que en principio n o logra identificar (vv. 4 4 - 4 5 ) . 4 4 - 5 2 La victoria deseada del apetito (quien dentro me incitaba) sobre la razón parece influida p o r varios pasajes de Ausias March, IV, 111, 2 9 - 3 0 , L X X X , I, 5 - 6 , y X X I I , IV, 2 8 : «James vencó son plaer del vencut / sino q u e m i , q u e ' m plau q u ' A m o r m e venca... / H e fet senyor del Seny a m o n Voler, / vehent A m o r de m o n Seny mal servit... / H e fet d ' A m o r cativa m a R a h ó » . 53-54 salteado d'una: 'asaltado p o r u n a ' . 5 5 corríme: ' m e avergoncé'; véase más abajo, verso 5 7 , el sustantivo corrimiento, ' v e r g ü e n z a ' . 6 0 Es u n a tiranía, porque el siervo (el apetito) d o m i n a y gobierna en grado absoluto a su señora (la razón); moderada, p o r q u e el siervo ejerce su poder n o p o r la fuerza, sino gracias al consentim i e n t o del poeta (vv. 4 5 - 4 6 ) . V E R S O S 3 7 - 8 o 85 Los ojos, cuya lumbre bien pudiera tornar clara la noche tenebrosa y escurecer el sol a mediodía, me convertieron luego en otra cosa, 65 en volviéndose a mí la vez primera con la calor del rayo que salía de su vista, qu'en mí se difundía; y de mis ojos la abundante vena de lágrimas, al sol que me inflamaba, 70 no menos ayudaba a hacer mi natura en todo ajena de lo que era primero. Corromperse sentí el sosiego y libertad pasada, y el mal de que muriendo esto engendrarse, 75 y en tierra sus raíces ahondarse, tanto cuanto su cima levantada sobre cualquier altura hace verse; el fruto que d'aquí suele cogerse mil es amargo, alguna v e z sabroso, 80 mas mortífero siempre y p o n z o ñ o s o . 6 1 - 6 4 La ponderación d e la claridad de los ojos de la amada tiene origen en Petrarca, Canzoniere, c c x v , 12-13 («e n o n so c h e nelli occhi, che ' n u n p u n to / p ó far chiara la n o t t e , oscuro il g i o r n o » ) , al q u e imita B e m b o , Rime, V, 3 - 4 («Occhi soavi e più chiari che '1 Sole / da far g i o r n o seren la n o t t e oscura»); la transformación del a m a n t e en otra cosa, de libre en siervo (vv. 7 1 - 8 0 ) , podría estar sugerido p o r Petrarca, Canzoniere, XXIII, 38 («ei d u o m i trasformaro in quel c h ' i ' sono»); y t a m b i é n p o r Villalobos, Sumario de medicina, XXXIX, 1-4 («Esta [la imaginativa] es la q u e m u e v e los otros sentido, / para q u e n o tiren sino en este puest o : / m e m o r i a y deseos y oídos / a t o dos los tiene ya t a n convertidos...»). 6 5 en volviéndose: 'dirigiéndose'. 6 6 - 6 7 ' c o n el calor d e los espíritus que salían de sus ojos y, e n t r a n d o a través de los m í o s , se difundían p o r todo m i c u e r p o ' , c o m o en el soneto VIII. 7 4 El mal en q u e se ha convertido el poeta y q u e está descrito c o m o si se tratara de u n árbol con sus frutos podría recordar el laurel (por Laura) en que se transforma Petrarca, Canzoniere, XXIII, 3 9 («facendomi d ' u o m vivo u n lauro verde»); pero véanse los versos 7 8 - 8 0 . 75-77 JJ¡ encarecimiento de la profundidad y altura se hace en términos afines a Virgilio, Geórgicas, II, 2 9 1 - 2 9 2 («quae q u a n t u m vertice ad auras / aethereias, t a n t u m radice in Tartara tendit»), y a Ariosto, Orlando, X X I , XVI, 5-6 («Che quanto appar fuor dello scoglio alpino / t a n t o sotterra ha la radici...»), t a m b i é n m u y en coincidencia con la égloga II, 1433-1435. 7 8 - 8 0 La i m a g e n del fiuto del amor parece estar en deuda con Petrarca, Canzoniere, vi, 12-14: «Sol per venir al lauro onde si coglie / acerbo frutto, che le piaghe altrui, / g u s t a n d o , affligge più che n o n conforta»; pero y a se r e m o n t a a la lírica griega. 86 C A N C I Ó N I V D e m í agora huyendo, v o y buscando a quien huye de m í c o m o enemiga, que al un error añado el otro yerro, y en medio del trabajo y la fatiga 85 estoy cantando y o , y está sonando de mis atados pies el grave hierro. Mas poco dura el canto si me encierro acá dentro de mí, porque allí veo un campo lleno de desconfianza: 9 0 muéstrame l'esperanza de lejos su vestido y su meneo, mas ver su rostro nunca me consiente. T o r n o a llorar mis daños, porque entiendo que es un crudo linaje de tormento, 9 5 para matar aquel que está sediento, mostralle el agua por que está muriendo, de la cual el cuitado juntamente la claridad contempla, el ruido siente, mas cuando llega ya para bebella, 1 0 0 gran espacio se halla lejos della. 81-82 Garcilaso j u e g a con varios m o tivos tradicionales (la huida de sí mism o y la persecución de la amada q u e h u y e de él), aprovechando u n a sugerencia de Petrarca, Canzoniere, VI, 1-4: «Sì traviato è '1 folle m i desio / a seguitar costei che ' n fuga è volta, / e d e ' lacci d ' A m o r leggiera e sciolta / vola dinanzi al lento correr m i o . . . » . 8 3 Esto es: 'al error de huir de m í m i s m o , añado el error de perseguir a quien m e h u y e ' , adaptando u n a expresión proverbial « m o r b u m morbo addere»; y recordando casi literalmente a Lucrecio, De rerum natura, 1 0 6 7 ( « H o c se quisque m o d o fugit»). Sobre el s e g u n d o error, véase Serafino A q u i lano, Strambotti, XV, 1-4: «Lasso! d e b b ' i o voler chi m i discaccia? / ... seguir chi da m e fugge?». 84-86 g ì c a n t 0 e n m o m e n t o s de angustia (en medio del trabajo y la fatiga), expresados c o n el sonido del hierro de los grilletes que sujetan los pies del poeta (es decir, el amor q u e lo encadena), constituía la m á x i m a expresión de la esperanza (véanse vv. 8 9 - 9 0 ) , así como en Tibulo, Elegías, II, v i , 2 5 - 2 6 : «Spes etiam valida solatur c o m p e d e vinc t u m . / C r u r a sonant ferro, sed canit inter opus». El h o m e o p t o t o n conseguido a través de la reiteración de g e r u n dios (huyendo, buscando; cantando, sonando) se ha interpretado c o m o u n rasgo de elegancia en la dicción. 90-100 L 3 c o n c ¡ e n a de tener al alcance el bien deseado sin conseguirlo jamás recuerda u n o de los castigos a Tántalo, quien, sumergido en el agua hasta el cuello, nunca podía llegar a beber, p o r q u e cuando iba a hacerlo el agua rehuía su boca; Garcilaso parece recordar algunos aspectos médicos de la enfermedad de a m o r : p o r u n lado, la comparación con el sediento está m u y bien traída, ya que los a m a n t e s , dada V E R S O S 8 I - I 2 0 87 D e los cabellos de oro fue tejida la red que fabricó mi sentimiento, do mi razón, revuelta y enredada, con gran vergüenza suya y corrimiento, 1 0 5 sujeta al apetito y sometida, en público adulterio fue tomada, del cielo y de la tierra contemplada. Mas ya no es tiempo de mirar y o en esto, pues no tengo con qué considerallo; 110 y en tal punto me hallo, que estoy sin armas en el campo puesto, y el paso ya> cerrado y la huida. ¿ Q u i é n no se espantará de lo que digo? Q u ' e s cierto que he venido a tal estremo, 115 que del grave dolor que h u y o y temo m e hallo algunas veces tan a m i g o , que en medio d'el, si vuelvo a ver la vida de libertad, la j u z g o por perdida, y maldigo las horas y momentos 1 2 0 gastadas mal en libres pensamientos. la absoluta sequedad de su cuerpo, padecían m u c h a sed; p o r o t r o , el tormento de vislumbrar la esperanza puede asociarse c o n los efectos nocivos q u e p r o d u c e la persistencia del a m a n t e en su pasión «cum confidentia obtinendi delectabile a p p r e h e n s u m exea» (Arnald o de Vilanova, Tractatus de amore heroico, I, 9-11). La esperanza asociada a la tiranía (v. 6 0 ) del amor aparece también en II Cariteo, Rime, CXLIII, 13-14: « N o n ti fidar di lui, che quel tirann o , / p e r n o perdenti, ancor ti dà speranza»; la c o n t e m p l a c i ó n de la claridad j u n t o al cuitado parece recordar algunos m o m e n t o s de la égloga II, 7 - 9 , y, especialmente, 4 7 6 - 4 8 1 . 101-107 £ a r a z ¿ n enlazada en la red de su p r o p i o sentimiento y sorprendida (tomada) en público adulterio c o n el apetito parece adaptación del episodio de V e n u s y M a r t e , cuyos amores adúlteros llegaron a noticia del m a r i d o , el cojo V u l c a n o , quien los aprisionó en el lecho con u n a red mágica y los h u m i l l ó , llamando a los dioses para que contemplasen la escena. 1 0 2 La asociación entre la cabellera rubia y la insidia apresadora parece t o mada de Petrarca, Canzoniere, LIX, 4 - 5 : «Tra le c h i o m e de l ' o r nascose il laccio, / al quai m i strinse, A m o r e . . . » . 1 1 1 Podría haber u n a reminiscencia de Petronio, Satiricon, 130: «paratus miles arma n o n habuit» ( T a m a y o ) . 116-120 £ a c o m p l a C e n c i a en el sufrim i e n t o p o r amor, a u n q u e característica de toda la poesía amorosa de cancionero, parece inspirarse en Ausias M a r c h , L X I I I , I, 1-4; « Q u i ' m tornara lo t e m p s de m a dolor / ' e m furtarà la m i a libertat? / C a t i u m e trob licenciât d ' A m o r / e, d ' e l partit, t o t délit m ' e s lunyat». 1 1 8 la juzgo por perdida: n o en el sentido de ' m e resigno a perderla', sino, 88 C A N C I Ó N I V N o reina siempre aquesta fantasía, que en imaginación tan variable no se reposa un hora el pensamiento; viene con un rigor tan intratable 125 a tiempos el dolor, que al alma mía desampara, huyendo, el sufrimiento. L o que dura la furia del tormento, no hay parte en m í que no se me trastorne y que en torno de m í no esté llorando, 130 de nuevo protestando que de la via espantosa atrás me torne. Esto ya por razón no va fundado, ni le dan parte dello a m i juicio, que este discurso todo es ya perdido, 135 mas es en tanto daño del sentido este dolor, y en tanto perjuicio, que todo lo sensible atormentado, del bien, si alguno t u v o , ya olvidado está de todo punto, y sólo siente 140 la furia y el rigor del mal presente. En medio de la fuerza del tormento una sombra de bien se me presenta, do el fiero ardor un poco se mitiga: figúraseme cierto a m í que sienta 145 alguna parte de lo que y o siento aquella tan amada m i enemiga. Es tan incomportable la fatiga, que, si con algo y o no me engañase para poder llevalla, moriría, más bien, en el de 'la considero p o r (bien) p e r d i d a ' . 1 2 7 Lo que dura: ' m i e n t r a s d u r a ' ( K e n i s t o n ) . 1 3 1 ' q u e m e haga retroceder en este espantoso c a m i n o ' . 132-134 L a perturbación de la r a z ó n tiene c o m o antecedente a Ausias M a r c h , X C V I I I , IX, 6 9 - 7 1 : «Ja los m e u s fets rahó d ' o m e n o ' l s p o r t a . . . / a res afer a m i es toit l'arbitre». 135-140 E j d o i o r ¿ e j p o e t a n o s ó i 0 daña al alma intelectiva, sino también a la sensitiva (al sentido y a todo lo sensible), atormentándola de tal manera, que incluso le ha hecho olvidar p o r c o m pleto el objeto deseado (del bien... ya olvidado está de todo punto). 1 4 6 El o x í m o r o n p u d o tomarlo d e Petrarca, Canzoniere, CCLIV, 2 : «De la dolce e amata mia nemica»; u n a paradoja parecida se halla en la canción 1, 2 0 - 2 6 . V E R S O S 1 2 1 - 1 6 9 89 150 y así me acabaría, sin que de m í en el m u n d o se hablase; así que del estado más perdido saco algún bien; mas luego en m í la suerte trueca y rebuelve el orden, que, algún hora 155 si el mal acaso un poco en m í mejora, aquel descanso luego se convierte en un temor que m ' h a puesto en olvido aquélla por quien sola me he perdido. Y así, del bien que un rato satisface, 160 nace el dolor que el alma me deshace. Canción, si quien te viere se espantare de la instabilidad y ligereza y revuelta del v a g o pensamiento, estable, grave y firme es el tormento, 165 le di qu'es causa cuya fortaleza es tal, que cualquier parte en que tocare la hará revolver hasta que pare en aquel fin de lo terrible y fuerte que todo el m u n d o afirma que es la muerte. 150-151 p a r e c e adaptar «aquel dicho de Neocles...: 'vive de tal suerte que ningun o sepa q u e has vivido'» (Herrera). 153-158 g s ( j e c i r j l a suerte intercambia el orden de las sensaciones anteriores (vv. 135-140): cuando el dolor deja de o c u p a r p o r c o m p l e t o el alma sensitiva, asalta al poeta el t e m o r de haber olvidado a la amada (un temor que m'ha puesto en olvido (a) aquélla..., con la a embebida). Sin embargo, se ha propuesto otra interpretación: ' u n t e m o r q u e aquella... m e ha puesto en o l v i d o ' , ' e n el t e m o r de q u e ella m e ha olvidado' ( d e s m i n t i e n d o la esperanza de imaginar q u e ella podría sentir alguna parte de lo q u e él siente). 3 El envío parece inspirado por Ausias M a r c h , L X X , v i l , 4 9 - 5 0 : «Si m o n dictat veu algú variar / en ira 'stich rebolt e ' n b o n voler». 1 6 9 El verso se ha considerado innecesario p o r deshacer «lo dicho» y p o r n o servir «más q u e de sustentamiento» (Herrera). La idea de la m u e r t e c o m o última de las cosas terribles, aun c o n n u m e rosos antecedentes clásicos, parece sugerida p o r varios lugares d e Ausias M a r c h , L I , 11 y n i , 10 y 19; X C I I , XVII, 163: «...perqué l'estrem de tots los mals es m o r t . / Aquella es lo derrer dan e t u r m e n t . . . / Sobre tots mals la m o r t p o r t ' a v a n t a t g e » . C A N C I Ó N V Ode ad florem Gnidi* Si de mi baja lira tanto pudiese el son, que en un m o m e n t o aplacase la ira del animoso viento 5 y la furia del mar y el movimiento, Su métrica y sus protagonistas permiten adscribirla fácilmente al período napolit a n o (IS33-I536)El poeta se dirige a u n a dama (Violante Sanseverino) para mediar p o r su amig o (Mario Galeota), a quien el amor parece haber alejado de sus quehaceres caballerescos. E m p i e z a c o n u n a galantería hacia su interlocutora: la renuncia a celebrar los grandes triunfos épicos para cantar su hermosura; y acaba previniéndola de los peligros de su conducta desdeñosa intercalando el relato de Anajárete. La identidad del amigo y de la dama puede adivinarse a través de varios j u e g o s de palabras (véanse v v . 31-35). La situación central parece inspirarse en H o r a c i o , Odas, I, VIII, donde se preg u n t a a u n a tal Lidia sobre la causa de q u e su a m a d o Sibaris haya abandonado las prácticas deportivas; pero el poema, en c o n j u n t o sigue el esquema de e x h o r tación a u n a d a m a m á s ejemplo mitológico del propio Horacio (III, 11). Los m i s m o s protagonistas aparecen en u n epigrama de R o t a , Ad Marium Galeotam. Las reflexiones iniciales sobre la preferencia p o r los temas líricos parecen p r o ceder de H o r a c i o , Odas, I, VI, con alguna interferencia de Propercio, Elegías, II, I. El relato de la fábula de Anajárete e Ifis reelabora con cierta originalidad a O v i d i o , Metamorfosis, XIV. La estrofa de la canción, cuyo uso se consagró entre los poetas del Siglo de O r o (San J u a n , Fray Luis, etc.), había sido ensayada p o r Bernardo Tasso c o m o u n o de sus m u c h o s intentos p o r adaptar al italiano la métrica de las odas de H o r a c i o ; en castellano su n o m b r e va ligado al primer verso del poema de Garcilaso: «Si de m i baja lira...». * El título j u e g a con el n o m b r e de u n barrio napolitano y el de la ciudad en q u e V e n u s tenía u n templo. 1 El adjetivo baja, insólito para calificar a lira, n o puede referirse al 'estilo h u m i l d e ' , p o r cuanto parece inadecuad o al género al q u e pertenece la canción (la oda horaciana); posiblemente alude a la lengua empleada por Garcilaso — e n contraste c o n el título en lat í n — y al t o n o j u g u e t ó n y chancero en que está escrito el p o e m a (véase v. 55). Los poderes que el poeta desea para su lira coinciden con los poderes atribuidos tradicionalmente a la música d e O r feo: aplacar la fuerza de los vientos y detener la corriente de los ríos (vv. 3 - 5 ) , amansar las fieras (vv. 6-8) y arrastrar tras sí los árboles (vv. 9-10). 5 El cambio de los ríos p o r el m a r puede considerarse interferencia de A r i ó n , cuya música detuvo la corriente del m a r (Ovidio, Fasti, II, 84: «carm i n e curren tes ille tenebat aquas»). 9 0 V E R S O S I - 1 9 91 y en ásperas montañas con el suave canto enterneciese las fieras alimañas, los árboles moviese 10 y al son confusamente los trujiese, no pienses que cantado seria de mí, hermosa flor de G n i d o , el fiero Marte airado, a muerte convertido, 15 de p o l v o y sangre y de sudor teñido, ni aquellos capitanes en las sublimes ruedas colocados, por quien los alemanes, el fiero cuello atados, 8 Podría pensarse en la influencia de Garci Sánchez de Badajoz, Glosa a la misma canción, 13-15: «mueva a c o m pasión dellas / hasta fieras ali- mañas». 1 1 El r e c h a z o d e cantar u n o s temas para cantar otros (no... cantado seria de mi..., mas seria cantada) parece estar sugerido p o r P r o p e r c i o , Elegías, II, I, 1 9 - 2 5 : « n o n e g o Titanas c a n e r e m . . . / bellaque resque tui m e m o r a r e m C a e saris...»; en c u a n t o al a b a n d o n o d e los temas bélicos p o r los líricos, podría pensarse en u n a m a y o r influencia de H o r a c i o , Odas, I, VI, 1 3 - 2 0 : «quis M a r t e m túnica t e c t u m a d a m a n t i n a / digne scripserit aut pulvere Troico / nig r u m / convivia... c a n t a m u s . . . » . 12 flor de Gnido: 'flor de V e n u s ' , en contraposición A fiero Marte; pero t a m b i é n : 'flor (del barrio napolitano) de N i d o ' , de d o n d e era la d a m a a quien Garcilaso dirige la oda (véase título). 1 4 Entiéndase: 'vuelto, orientado absolutamente hacia la m u e r t e ' , con u n rég i m e n preposicional claramente t o m a d o del latín (convertere ad...), así c o m o el significado del verbo convertir (véase arriba, soneto XV, 5; y canción I, 4 4 ) . 15 teñido: ' b a ñ a d o ' , con el sentido del verbo latino tingo 'bañar', mojar'; la personificación de la guerra (el dios M a r t e ) en u n soldado polvoriento parece u n a sugerencia de H o r a c i o (véanse vv. 11-22), y podría encerrar u n a alusión a Carlos V , ya q u e con m o t i vo de su entrada triunfal en Ñapóles se levantó u n a estatua de M a r t e en la puerta de N i d o . 1 7 Garcilaso emplea de forma consecutiva tres palabras con significado mayoritariamente latino para dar a la escena el t o n o de grandeza q u e merece; sublimes: con la doble acepción de 'altos, elevados' y ' s u p r e m o s , m á x i m o s en d i g n i d a d ' ; ruedas: p o r m e t o n i m i a , 'carro (triunfal)' o 'esferas celestes'; colocados: n o solo e n el sentido d e ' a p o sentados', sino t a m b i é n en el d e ' p u e s tos en u n alto rango'. 1 9 el fiero cuello atados es u n a construcción de acusativo griego: '(los alem a n e s van) atados p o r el fiero cuello'; se trata de u n arcaísmo q u e realza la comparación de los capitanes españoles con los r o m a n o s (véanse vv. 1 6 - 2 0 y 17)- 92 C A N C I Ó N V 2 0 y los franceses van domesticados; mas solamente aquella fuerza de tu beldad seria cantada, y alguna vez con ella también sería notada 2 5 el aspereza de que estás armada, y c ó m o por ti sola y por tu gran valor y hermosura, convertido en viola, llora su desventura 3 0 el miserable amante en tu figura. 2 0 El triunfo de los españoles (aquellos capitanes) sobre alemanes y franceses está descrito c o m o si se tratara de u n desfile militar r o m a n o , en q u e los vencedores, situados en sus carros de guerra (en las sublimes ruedas colocados), arrastraban a los vencidos encadenados p o r el cuello (el fiero cuello atados); Garcilaso podría haber tenido en cuenta a O v i d i o , Ex Ponto, II, I, 4 3 - 4 4 : «totq u e tulisse duces captivis addita collis / vincula...»; o bien Tristia, I V , II, 1 9 - 2 1 : «Ergo omnis p o p u l u s poterit spectare t r i u m p h o s / c u m q u e d u c u m titulis oppida capta leget / vinclaque captiva reges cervice gerentes...». El desfile n o parece celebrar n i n g u na victoria específica sobre franceses y alemanes, m á s bien podría aludir a la entrada en Ñapóles (1535) d e Carlos V y su ejército tras la campaña africana. En el E m p e r a d o r , q u e había expulsad o a los franceses de Italia y parecía haber c o n t e n i d o a los protestantes en A l e m a n i a , españoles e italianos habían de reconocer la imagen del antiguo Imperio r o m a n o . 2 1 - 2 2 aquella... beldad: Garcilaso encarece la belleza de d o ñ a Violante e m pleando u n giro característico del latín (así, p o r ejemplo, a los sagaces perros llama Virgilio, Eneida, IV, 132: «odora c a n u m vis»); p o r otra parte, adopta la pasiva latinizante, empleada p o r H o r a c i o , Odas, I, x , 5: «te can a m » . 2 5 armada: aludiendo «tanto a las arm a s del rigor con q u e c o m b a t e V i o lante, c o m o al hecho de q u e está ' p r o vista de é l ' , en u n a acepción latina del verbo armar» (F. Lázaro Carreter). La belleza y la aspereza eran rasgos c o m plementarios para Castiglione, El cortesano, I: «no vale nada la h e r m o s u r a , si n o es acompañada de m u c h a as- pereza». 2 8 - 3 0 Entiéndase: 'el miserable amante, pálido cual la viola amarillenta, llora... convertido en la figura de d o ñ a V i o l a n t e ' , recordando u n a idea y varias de las visiones con que la había desplegado Petrarca: la transformación del a m a n t e en la persona amada, ilustrada c o n u n a imagen vegetal, q u e dep e n d e del n o m b r e de la amada (violaViolante) y de la palidez del rostro del a m a n t e ; la asociación de la viola c o n V e n u s p o r autores del R e n a c i m i e n t o p e r m i t e establecer interpretaciones complementarias: 'el miserable a m a n t e . . . , empalidecido p o r la flor de V e nus (esto es, p o r el a m o r ) , llora...'; o 'el miserable a m a n t e . . . , c o n v e r t i d o en la flor de V e n u s (es decir, en la flor de G n i d o ) , l l o r a . . . ' . figura no significa 'emblema' o 'tipo' V E R S O S 2 0 - 5 0 93 H a b l o d'aquel cativo, de quien tener se debe más cuidado, que 'stá muriendo vivo, al remo condenado, 35 en la concha de V e n u s amarrado. Por ti, c o m o solía, del áspero caballo no corrige la furia y gallardía, ni con freno la rige, 40 ni con vivas espuelas ya 1'aflige. Por ti con diestra mano no revuelve la espada presurosa, y en el dudoso llano huye la polvorosa 45 palestra c o m o sierpe ponzoñosa. Por ti su blanda musa, en lugar de la cíthera sonante, tristes querellas usa, que con llanto abundante 50 hacen bañar el rostro del amante. (el a m a n t e transformado en el emblem a de la d a m a , u n a viola), sino tiene el valor de 'forma' o 'persona', al igual que en Petrarca, Canzoniere, XXIII, 3 9 y 4 1 , o Ficino, De amore, III, 8. U n j u e g o de palabras similar sobre el n o m b r e d e la amada se halla en H o racio, Odas, I, VIII, I y 1 6 : «Lydia, dic... / cultus in caedem et Lycias p r o riperet catervas?». 3 1 - 3 5 El apellido d e Galeota parece sugerido p o r la descripción del a m a n te, q u e , c o m o galeote, está al remo con- denado. 3 5 La representación de V e n u s navegando sobre u n a concha a m o d o de barca se r e m o n t a a T i b u l o , Elegías, III, III, 3 4 , y c o n s t i t u y e un. m o t i v o recurrente en la iconografía del Renacim i e n t o ; la i m a g e n del a m a n t e atado en la concha d e V e n u s sugiere la idea d e M a r i o preso p o r el a m o r , pero podría tener otra interpretación m á s maliciosa, basada en el sentido erótico d e la palabra concha (símbolo del órgano sexual femenino) y favorecida p o r el m o delo i m i t a d o , H o r a c i o , Odas, I, VIII, quien atribuye la debilidad de Sibaris a su ardentísimo amor con Lidia (la debilidad de M a r i o podría imputarse a u n a causa similar; pero, dado el desdén de Violante, el a m o r q u e lo debilita sólo puede ser de pensamiento). 36-45 EI bien conocido m o t i v o de la extenuación p o r a m o r se inspira direct a m e n t e en H o r a c i o , Odas, I, VIII: « C u r ñeque militaris / inter aequales equitet; Gallica nec lupatis / temperet ora frenis... / C u r olivum / sanguine viperino / cautius vitat». 4 6 - 5 0 La lamentación y el llanto del amante están descritos en términos m u y 94 C A N C I Ó N V Por ti el mayor amigo Tes importuno, grave y enojoso: y o puedo ser testigo, que ya del peligroso 55 naufragio fui su puerto y su reposo; y agora en tal manera vence el dolor a la razón perdida, que ponzoñosa fiera nunca fue aborrecida 6o tanto c o m o y o del, ni tan temida. N o fuiste tú engendrada ni producida de la dura tierra; afines a T i b u l o , Elegías, I, VIII, 53-54: «Vel miser absenti moestas q u a m saepe querelas / conicit, et lacrimis o m nia plena m a d e n t » . 51-52 G a r c l l a s o traslada al a m i g o el odio q u e el e n a m o r a d o siente hacia sí m i s m o en Garci Sánchez de Badajoz, Lecciones deJob, vv. 99-IOO («A m í mism o m e soy hecho / grave, i m p o r t u n o , enojoso»), quizá con u n a reminiscencia léxica de Petrarca, Canzoniere, CCVII, 21 («divento ingiurioso et i m p o r t u n o » ) . s 4 ""5 5 Esta i m a g e n del a m i g o parece recordar a B e m b o , Rime, CXLII, 6 2 - 6 3 : «ne le fortune m i e sì gravi, il p o r t o / fosti de l'alma travagliata et stanca»; y se corresponde con la imag e n de Galeota r e m a n d o en la concha de V e n u s (vv. 31-35) y el m o t i v o del portus, m u y reiterado en Petrarca. 56-60 £ a ( J e s c r i p C i 6 n Je) 0 ¿ [ 0 hacia una persona está ilustrada con u n a comparación similar a la usada por Marcial, Epigramas, III, XLIV, 6 - 8 : « N o n tigris catullis citata raptis, / n o n dipsas m e dio perusta sole, / nec sic scorpius i m p r o b u s timetur» (Herrera); la pérdida de la r a z ó n se ha querido ver inspirada p o r O v i d i o , Metamorfosis, XIV, 7 0 2 - 7 0 3 : « . . . p o s t q u a m ratione fur o r e m / vincere n o m p o t u i t . . . » . Por otro lado, los cuatro quehaceres a los que renuncia Galeota son característicos del caballero renacentista: el ejercicio de los caballos y las armas, la habilidad para la poesía y la música y el cultivo de la amistad (Castiglione, El cortesano, I, IV); el a b a n d o n o de las ocupaciones habituales está descrito entre los síntomas de la enferm e d a d de a m o r y recordado en literatura desde Safo (véase égloga II, 5 0 4 - 5 0 6 ) . 6 1 - 6 2 «Quiere decir q u e doña Violante n o es d u r o guerrero nacido de la tierra» (]. F. Alcina), e n posible alusión o bien a los terribles guerreros q u e b r o t a r o n de la tierra al sembrarla C a d m o c o n los dientes de u n d r a g ó n , o bien a los gigantes que surgen de la tierra después de arar Jasón el c a m p o de Ares; la dureza de doña Violante se ha puesto en relación con la de Eneas hacia D i d o en Virgilio, Eneida, IV, 3 6 6 - 3 6 7 («...duris genuit te cautibus horrens / Caucasus...»), y se ha considerado en deuda con H o r a c i o , Odas, III, X, 11-12: « N o n te Penelopen difficilem procis / T h y r r h e n u s genuit parens». V E R S O S 5 1 - 8 3 95 no debe ser notada — q u e ingratamente yerra— 65 quien todo el otro error de sí destierra. Hágate temerosa el caso de Anajárete, y cobarde, que de ser desdeñosa se arrepintió m u y tarde, 70 y así su alma con su m á r m o l arde. Estábase alegrando del mal ajeno el pecho empedernido, cuando, abajo mirando, el cuerpo muerto vido 75 del miserable amante allí tendido; y al cuello el lazo atado con que desenlazó de la cadena el corazón cuitado, y con su breve pena 80 c o m p r ó la eterna punición ajena. Sentió allí convertirse en piedad amorosa el aspereza. ¡ O h tarde arrepentirse! 63-65 ' N 0 jgog s e r celebrada (notada) — p o r q u e yerra de i n g r a t i t u d — quien aleja de sí c o m p l e t a m e n t e el error ajen o (el otro error)', en clara referencia al de Anajárete. Los comentaristas antiguos subrayaron la dificultad del pasaje, i n t e r p r e t a n d o «no debe ser notada u n a d a m a d e ingrata, pues n o tiene otra falta» (Brócense) o q u e «no debe merecer el n o m b r e de ingrata quien carece de t o d o s los demás vicios» ( H e rrera); a partir de la enmienda debes p o r debe y considerando u n a acepción del verbo latino ingrate ' d e mala gana, sin quererlo hacer', se ha p r o p u e s t o el siguiente sentido: «no debe ser acusada, p o r q u e yerra a su pesar quien está libre de t o d o s los restantes errores» (F. Lázaro Carreter). 6 6 Garcilaso intercala a continuación la fábula de Anajárete e Ifis, aducida desde sus orígenes para convencer a mujeres desdeñosas, siguiendo con bastante libertad a O v i d i o , Metamorfosis, XIV, 695-697: « Q u o q u e magis timeas ... / referam tota notissima C y p r o / facta, quibus flecti facile et mitescere possis». 7 2 empedernido: 'insensible, d u r o , c r u e l ' . 7 6 " 8 ° Esto es: 'el lazo atado al cuello c o n el q u e , además d e ahorcarse, se d e sató las ligaduras del corazón dolorido; y c o n su p o c o sufrimiento (brevepena), logró el castigo eterno de Anajárete (pena tiene t a m b i é n el sentido d e ' c o m pensación e c o n ó m i c a ' ) ; el suicidio p o r a m o r era admitido p o r los clásicos. 96 C A N C I Ó N I V ¡ O h última terneza! 85 ¿ C ó m o te sucedió mayor dureza? Los ojos s'enclavaron en el tendido cuerpo que allí vieron; los huesos se tornaron más duros y crecieron, 90 y en sí toda la carne convertieron; las entrañas heladas tornaron poco a poco en piedra dura; por las venas cuitadas la sangre su figura 95 iba desconociendo y su natura, hasta que, finalmente, en duro mármol vuelta y transformada, hizo de sí la gente no tan maravillada, 100 cuanto de aquella ingratitud vengada. N o quieras tú, señora, de Némesis airada las saetas probar, por D i o s , agora; baste que tus perfetas 105 obras y hermosura a los poetas den inmortal materia, 9 3 - 9 5 La sangre iba c a m b i a n d o su f o r m a (figura) y naturaleza (natura), « p o r q u e se tornaba de h ú m e d a , seca, y d e caliente, fría» (Herrera), c o m o t a m b i é n se describe en O v i d i o , Metamorfosis, XIV, 7 5 4 - 7 5 5 : «...calidusque e c o r p o r e sanguis / i n d u c t o pallore fugit...». 98-100 L 3 transformación en sí de Anajárete n o a d m i r ó t a n t o a la g e n t e c o m o la v e n g ó d e su i n g r a t i t u d ( E . L . R i v e r s ) . I 0 Z Némesis personifica la v e n g a n z a divina; su m e n c i ó n para prevenir a amantes desdeñosos aparece en T i b u lo, Elegías, I, v i n , 7 1 - 7 2 («Hic M a rathus q u o n d a m miseros ludebat amantes, / nescius u l t o r e m post caput esse d e u m » ) , posiblemente inspirado en Ovidio, Metamorfosis, XIV, 7 5 0 («uenit Anaxaretes, q u a m i a m deus ultor agebat»). Este final a d m o n i t o r i o , q u e n o aparece en la fuente original, presenta u n a concordancia fortuita con Maquiavelo, Serenata: « D a l ' u n canto si sforza la vendetta / c o n t r o colei che amata n o n ama...» (p. 737). 105-106 g j e n c a b a l g a m i e n t o e n t r e estrofas tiene análogos en T o r q u a to Tasso, Gerusalemme liberata, V , XII-XIII. V E R S O S 8 4 - I I O 97 sin que también en verso lamentable celebren la miseria d ' a l g ú n caso notable 110 que por ti pase, triste, miserable. 1 1 0 Los adjetivos c o n q u e termina el p o e m a , considerados c o m o « u n ejemplo de adjetivación fofa», podían encaj a r perfectamente d e n t r o del esquema de la oda horaciana, q u e permitía finales n o enfáticos, «con u n a especie de anticlimax, de aflojamiento, q u e ocupa aquí las dos últimas estrofas, las cuales se m u e r e n c o n la torpeza del asínd e t o n » (Rivers). E L E G Í A I Al Duque ¿.Alba, en la muerte de Don Bernaldino de Toledo * A u n q u e este grave caso haya tocado con tanto sentimiento el alma mía, que de consuelo estoy necesitado, con que de su dolor mi fantasía 5 se descargase un poco y s'acabase de mi continuo llanto la porfía, quise, pero, probar si me bastase el ingenio a escribirte algún consuelo, estando cual estoy, que aprovechase Esta elegía fue c o m p u e s t a entre agosto y o c t u b r e de 1535, con ocasión de la m u e r t e de d o n Bernaldino de T o l e d o , ocurrida cerca de T r á p a n a , en Sicilia, después de la c a m p a ñ a de T ú n e z , en q u e había participado j u n t o a Garcilaso. El p o e m a (dedicado al h e r m a n o de d o n Bernaldino, el d u q u e de Alba d o n F e r n a n d o de T o l e d o ) contiene los ingredientes tradicionales de u n a elegía fúnebre: p r o p ó s i t o de ofrecer consuelo, elogio del fallecido, valoración de la fama, exposición de ideas estoicas, descripción del reino de los bienaventurados, etc.; p e r o , al estar dirigido a u n a m i g o , el h e r m a n o del m u e r t o , con quien el poeta parece conversar, adquiere el t o n o de una epístola. Garcilaso sigue f u n d a m e n t a l m e n t e el esquema de u n a elegía de G i r o l a m o Fracastoro y lo c o m b i n a con la fuente de ésta, la Consolatio ad Liviam; en aspectos más c o n c r e t o s , c o m o la descripción de V e n u s doliéndose de la m u e r t e de A d o n i s o la visión de los bienaventurados, utiliza las elegías fúnebres escritas en italiano p o r B e r n a r d o Tasso y Pietro B e m b o . Pero n o se limita a traducir literalmente t o d o este material, sino que lo reelabora con bastante libertad, evocándolo a través de otras fuentes (las más veces clásicas: Virgilio y Horacio) y adaptándolo a su p r o p i o estilo. * El epígrafe (que encabeza la ele- 5 - 1 1 La reiteración de la desinencia gía en todas las ediciones antiguas) -ase, incluso en el interior del verso, recuerda el de Fracastoro: «In o b i t u m es interpretada p o r Herrera c o m o u n M . A n t o n i i T u r r i a n i Veronensis, ad efecto fónico semejante al llanto. J o a n n e m Baptistam T u r r i a n u m frater». 7 El uso de pero, en el sentido de sin 4 con que: ' c o n el q u e ' , ' c o n el embargo o empero y quizá con la acenc u a P , con referencia a consuelo; fanta- tuación aguda (pero), podía responder sta: facultad del alma sensitiva encar- a la influencia del italiano, favorecida gada de formar las imágenes de las co- por la necesidad de traducir la conjunsas (véase soneto III, 6). Este arranque ción latina attamen en u n a forma insigue al de Fracastoro, 737. terpuesta. 98 V E R S O S 1 - 3 0 99 10 para que tu reciente desconsuelo la furia mitigase, si las musas pueden un corazón alzar del suelo y poner fin a las querellas que usas, con que de Pindó ya las moradoras 15 se muestran lastimadas y confusas; que, según he sabido, ni a las horas qu'el sol se muestra ni en el mar s'asconde, de tu lloroso estado no mejoras, antes, en él permaneciendo donde- 2 0 quiera que estás, tus ojos siempre bañas, y el llanto a tu dolor así responde, que t e m o ver deshechas tus entrañas en lágrimas, c o m o al lluvioso viento se derrite la nieve en las montañas. 2 5 Si acaso el trabajado pensamiento en el c o m ú n reposo s'adormece, por tornar al dolor con nuevo aliento, en aquel breve sueño t'aparece la imagen amarilla del hermano, 3 0 que de la dulce vida desfallece, 1 0 - 1 2 Entiéndase: 'para q u e t u reciente desconsuelo pierda la vehemencia (la furia) del primer m o m e n t o ' ; a continuación, Garcilaso adopta el m i s m o t o n o e m o t i v o q u e Fracastoro: «Istaec m o e s ta tibi carmina persolui, / q u o fortasse meis consolarere C a m o e n i s , / si miseros q u i c q u a m M u s a levare p o t e s t » . 13 querellas (del latín quarella): ' q u e j a s , l a m e n t a c i o n e s ' . 1 4 Pindó: u n m o n t e c o n s a g r a d o a Febo y a las musas (las moradoras). 1 6 - 1 8 Este m o d o tópico de p o n d e r a r la persistencia en u n m i s m o estado d e ánimo se halla en Fracastoro: «Nec iam posse quietis habere aut c o m m o d a somni, / sed cedente die, sed r e d e u n t e queri». 1 9 - 2 0 Dividir u n a palabra c o m p u e s ta al final del verso f o r m a n d o encabalg a m i e n t o (donde- /quiera) es licencia habitual en poetas griegos y latinos. 2 3 - 2 4 La i m a g e n aparece en la Consolatio ad Liviam: «Liquitur u t q u o n d a m Zephyris / solibus ictae / solvunt u r tenerae vere terperite nives»; y en Fracastoro: «Ac n e tu in lacrymas paulatim totus abires, / liquitur u t pluuio tacta p r u i n a N o t o » . 2 5 acaso (adverbio): ' d e improviso; p o r casualidad, p o r azar'; trabajado: 'afligido', p o r referencia a trabajos ' p e nalidades , dificultades ' . 2 9 - 3 0 amarilla: así solía caracterizarse la m u e r t e (Horacio, Odas, I, IV, 13: «pallida M o r s » ; y Virgilio, Eneida, IV, 6 4 4 : «pallida m o r t e futura»). La aparición del h e r m a n o m u e r t o en sueños se inspira en la Consolatio ad Liviam: «et m o d o per s o m n o s agitaris imagine falsa? / t e q u e t u o D r u s u m credis habere sinu? / et subito tentasque m a n u sperasque receptum? / quaeris et in vacui parte priore tori». 1 0 0 E L E G I A I y tú tendiendo la piadosa mano, probando a levantar el cuerpo amado, levantas solamente el aire vano; y, del dolor el sueño desterrado, 35 con ansia vas buscando el que partido era ya con el sueño y alongado. A s í desfalleciendo en tu sentido, c o m o fuera de ti, por la ribera de Trápana, con llanto y con g e m i d o , 40 el caro hermano buscas, que solo era la mitad de tu alma; el cual muriendo, quedará ya sin la otra parte entera. Y no de otra manera repitiendo vas el amado nombre, en desusada 45 figura a todas partes revolviendo, que, cerca del Erídano aquejada, El i n t e n t o de abrazar a alguien en sueños podría también inspirarse en A r i o s t o , Orlando furioso, X , XX, 7-8, y XXI, 1-3 ( « N é desta n é d o r m e n d o , ella la m a n o / per Bireno abbracciar estese, m a i n v a n o . I ... I N e s s u n o truova: a sé la m a n ritira; / di n u o v o tenta, e p u r nessuno truova...»), quien se r e m o n t a a O v i d i o , Heroidas, X, 9 - 1 2 («Incertum uigilans, a s o m n o lánguida, m o u i / Thesea prensuras semisupina m a n u s ; / nullus erat. R e f e r o q u e m a n u s i t e r u m q u e r e t e m p t o / perqué t o r u m m o u e o b r a c c h i a ; n u l l u s erat»). 3 1 C o n el adjetivo pius (piadoso) «se calificaba en latín al q u e a m a , defiende y h o n r a a sus padres, antepasados y familares». 3 3 vano (del latín vanus): 'vacío, h u e c o ' . J í " 3 ' e! que partido y... alongado: 'el que se había m a r c h a d o . . . y alejado'. 3 9 Trápana: ciudad siciliana d o n d e desembarcaron las tropas españolas. 4 0 - 4 2 Esto es: 'buscas al querido h e r m a n o , q u e él solo era la m i t a d de tu alma; habiendo m u e r t o el cual (el cual muriendo), t u alma quedará n o sólo sin la parte del h e r m a n o , sino también con la tuya incompleta' (sin la otra entera), según la definición clásica de la amistad de u n a misma alma en dos partes, perfectamente clara en H o r a c i o , Odas, II, XVII, 5-8 («Ah, te meae si part e m animae rapit / m a t u r i o r vis, quid m o r o r altera / nec carus aeque, nec superestes / integer?»); y en B e m b o , Rime, CXLII, 139-141 («pur lui che, l ' o m b r a sua lasciando m e c o , / di m e la viva e miglior parte ha seco. / . . . / che con l'altra restai m o r t o in quel p u n t o . . . » ) ; la situación personal, en cualquier caso, resulta m á s p r ó x i m a a O v i dio, Tristia, I V , X, 3 1 - 3 2 («iamque decem vitae frater geminaverat annos, / c u m perit, et coepi parte carere mei»). La dificultad sintáctica de todo el pasaje y el blanco q u e presenta el v. 4 2 entre ya y parte en la primera edición explican las enmiendas desafortunadas que introdujeron los editores antiguos. 43-46 ^ g t m m a n e r a qUe: ' ¿ e m o d o distinto... a c o m o ' ; a todas... revolviendo: 'dirigiéndote a todas partes', c o m o invocándolas. V E R S O S 3 1 - 6 8 1 0 1 lloró y llamó Lampetia el nombre en vano, con la fraterna muerte lastimada: «¡Ondas, tórname ya mi dulce hermano 5 0 Faetón; si n o , aquí veréis m i muerte, regando con mis ojos este llano!». ¡ O h cuántas veces, con el dolor fuerte avivadas las fuerzas, renovaba las quejas de su cruda y dura suerte; 55 y cuántas otras, cuando s'acababa aquel furor, en la ribera umbrosa, muerta, cansada, el cuerpo reclinaba! Bien te confieso que si alguna cosa entre la humana puede y mortal gente 6 0 entristecer un alma generosa, con gran razón podrá ser la presente, pues te ha privado d'un tan dulce amigo, no solamente hermano, un acidente; el cual no sólo siempre fue testigo 65 de tus consejos y íntimos secretos, mas de cuanto lo fuiste tú contigo; en él se reclinaban tus discretos y honestos pareceres y hacían 4 9 Garcilaso, de acuerdo con el uso de su t i e m p o , llega a emplear el imperativo sin la -d final (tórname: ' t o r n a d m e ' ) . 5 1 La c o m p a r a c i ó n con el duelo de Lampetia (hermana de Faetón, cuya m u e r t e lloró en la ribera del río P o — e l Erídano— hasta convertirse en álamo) está basada en Fracastoro. 5 7 muerta: 'afligida'; cansada: 'fatigad a ' ; u n m i s m o encarecimiento del cansancio se halla en P e t r o n i o , Satiricón, Vil: «lassus ac moriens Ascyltos». 60 generosa (del latín generosa): ' n o ble, de ilustre linaje'. 6 3 La forma simple de las voces cultas (acidente, efetos, coluna, etc.) y , en algunos casos, t a m b i é n patrimoniales, refleja la tendencia a adaptarlas a la pronunciación r o m a n c e , en p u g n a d u r a n te t o d o el Siglo de O r o c o n el respeto a la forma latina. Garcilaso pondera la relación de amistad p o r encima del propio parentesco de hermano, que considera accesorio (un acidente). Podría tratarse de u n a sugerencia de la Consolatio adLiviam: «multi in te amissi...»; pero la intimidad y confianza entre h e r m a n o s parece estar insinuada p o r Fracastoro. 6 4 El no sólo parece enlazar c o n los tercetos siguientes, y n o con el verso 6 6 , que debe entenderse como una aposición de los dos versos anteriores ('el cual fue... siempre testigo de tus consejos..., incluso m á s de cuanto lo fuiste t ú c o n t i g o ' ) . 6 5 La conjunción e, en lugar de y, ante i- sólo se usaba c u a n d o se escribía con cierta elegancia. 67-69 Entiéndase: 'los pareceres fructificaban (hacían... sus efetos) conforme a la persona en quien se asentaban'. 1 0 2 E L E G I A I conformes al asiento sus efetos; 70 en él ya se mostraban y leían tus gracias y virtudes una a una y con hermosa luz resplandecían, c o m o en luciente de cristal coluna que no encubre, de cuanto s'avecina 75 a su viva pureza, cosa alguna. ¡ O h miserables hados, oh mezquina suerte, la del estado humano, y dura, do por tantos trabajos se camina, y agora m u y mayor la desventura 80 d'aquesta nuestra edad cuyo progreso muda d'un mal en otro su figura! ¿A quién ya de nosotros el eceso de guerras, de peligros y destierro no toca y no ha cansado el gran proceso? 85 { ¿Quién no vio desparcir su sangre al hierro ""del enemigo? ¿Quién no vio su vida perder mil veces y escapar por yerro? ¿ D e cuántos queda y quedará perdida la casa, la mujer y la memoria, 90 y d'otros la hacienda despendida? 7 0 - 7 5 Este tipo de hipérbaton, consistente en intercalar entre el adjetivo y el n o m b r e u n c o m p l e m e n t o de éste, 10 e m p l e a P e t r a r c a , Canzoniere, CCCXXIII, 7 5 : «han fatto u n dolce di m o r i r desio». El símil también es de origen petrarquista: «dinanzi u n a colonna / cristallina, et i v ' e n t r o ogni penserò / scritt o , e for tralucea sì chiaramente / che m i fea lieto e sospirar sovente» (Canzoniere, CCCXXV, 2 7 - 3 0 ) ; y «Certo, cristallo vetro / non mostrò mai di fore / nascosto altro colore» (XXXVII, 5 7 - 5 9 ) ; también se halla en B e m b o , Rime, CXLII, 51-54 («color n o n m o strò m a i vetro, né fonte / così p u r o 11 suo vago erboso fondo, / c o m ' i o negli occhi tuoi leggeva espressa / ogni mia voglia sempre, ogni sospetto»). 7 6 La lamentación sobre la inconsistencia e inestabilidad de la fortuna hum a n a se atiene a Fracastoro. 7 8 El sentido de trabajos p o r 'penas, sufrimientos' es etimológico. 79 agora ( estar). 301-304 Garcilaso se vale de u n a fraseología característica de Virgilio, Bucólicas, V, 76-78: « D u m iuga m o n t i s aper, fluuios d u m piscis amabit... / semper honos n o m e n q u e t u u m laudesq u e m a n e b u n t » ; y Eneida, IX, 446-447: «Fortunati a m b o , si quid mea carmina possunt, / nulla dies u m q u a m m e m o r i vos eximet aeuo». 3 0 7 Entiéndase: 'desde el Antartico al Á r t i c o ' ; la comparación está, p o r ejemplo, e n Ariosto, Orlando furioso, III, XVII, 6: «Tra q u a n t o è in m e z z o A n t a r t i c o e Calisto» (Brócense). E L E G Í A II A Boscán * A q u í , Boscán, donde del buen troyano Anchises con eterno nombre y vida conserva la ceniza el Mantüano, debajo de la seña esclarecida 5 de César Africano nos hallamos la vencedora gente recogida: La elegía II se escribió en T r a p a n i , según afirma el poeta en los versos iniciales, p r o b a b l e m e n t e u n poco antes que la primera. Se trata de u n a elegía amorosa, en que confluyen otros dos géneros: la epístola y la sátira (los capitoli italianos también solían acoger rasgos de distintos géneros). Garcilaso mezcla la crítica de la corte con la lamentación amorosa: empieza confesando a Boscán la vida que lleva entre «la vencedora gente», para pasar a descubrirle los celos que le atormentan por los amores que ha dejado en Ñapóles. La parte central del p o e m a recrea u n tópico de la elegía romana: la sospecha (y, a veces, la seguridad) de creer a la amada en brazos de o t r o , especialmente c u a n d o el poeta se halla lejos tras haber e m p r e n d i d o u n largo viaje. La censura c o n t r a los codiciosos e hipócritas (en u n c o n t e x t o de descontento e insatisfacción personal) r e ú n e varios lugares de la sátira primera de H o r a c i o , en tanto el tratam i e n t o del t e m a a m o r o s o asimila u n a serie de imágenes bastante manidas y de diferente procedencia dentro de u n t o n o ligeramente cancioneril (más de abstracción que de descripción física). Así, el símil con el enfermo a quien, en riesgo de m u e r t e , se engaña haciéndole concebir falsas esperanzas se m u e v e en la órbita de la poesía de Ausias M a r c h ; y la imposibilidad de hallar reposo para su sufrim i e n t o incluso en las partes más inhabitables de la tierra recrea u n tópico horaciano, p a r t i c u l a r m e n t e difundido en el R e n a c i m i e n t o gracias a Petrarca (véase canción i). Éste es el epígrafe que encabeza el t e x t o en la primera edición. 1 La m e n c i ó n del n o m b r e del destinatario al principio de u n texto, en prosa o en verso, constituía u n a reconocida práctica epistolar; la del lugar desde d o n d e se escribe solía hacerse, c o m o en la epístola siguiente. 2 - 3 Anchises, padre de Eneas, está enterrado en Trapani, según la Eneida (III, 7 0 7 - 7 1 0 ) de Virgilio (el Mantüano): « H i n c D r e p a n i m e p o r t u s et inlaetabilis ora / accipit. H i c pelagi t o t t e m pestatibus actus heu! genitorem, omnis curae casusque levamen, / a m i t t o A n chisen...»; es dato que también recuerda Ariosto, Orlando furioso, X L I I I , CXLIX, 7 - 8 (Brócense y Herrera). 4 seña: 'bandera, insignia'. 5 César Africano: el emperador Carlos V , llamado así p o r q u e venció en T ú n e z , a imitación del título que habían recibido algunos cónsules y cesares r o m a n o s (Brócense y Herrera). 6 Este verso debe entenderse c o m o u n a aposición de nos hallamos: ' n o s o tros, la vencedora gente, nos hallamos recogida'. 1 1 2 V E R S O S 1 - 3 0 diversos en estudio, que unos vamos muriendo por coger de la fatiga el fruto que con el sudor sembramos; 1 0 otros, que hacen la virtud amiga y premio de sus obras y así quieren que la gente lo piense y que lo diga, destotros en lo público difieren, y en lo secreto sabe D i o s en cuánto 15 se contradicen en lo que profieren. Y o v o y por medio, porque nunca tanto quise obligarme a procurar hacienda, que un poco más que aquéllos me levanto; ni v o y tampoco por la estrecha senda 2 0 de los que cierto sé que a la otra vía vuelven, de noche al caminar, la rienda. Mas ¿dónde m e llevó la pluma mía, que a sátira me v o y mi paso a paso, y aquesta que os escribo es elegía? 25 Y o enderezo, señor, en fin mi paso por donde vos sabéis que su proceso siempre ha llevado y lleva Garcilaso; y así, en mitad d'aqueste monte espeso, de las diversidades me sostengo, 3 0 no sin dificultad, mas no por eso 7 diversos en estudio: 'distintos, diferentes en afanes' (en q u e estudio es u n claro latinismo s e m á n t i c o ) . 0 1 0 - 1 1 Es alusión al adagio latino «virtuti sua praemia», recordado t a m b i é n p o r Séneca, De vita beata, IX, 4. 13 destotros: ' d e estos o t r o s ' . 1 5 Garcilaso ha i n t r o d u c i d o u n a pequeña digresión sobre la vida en torno al Emperador, haciéndose eco de ideas contenidas en varios p o e m a s de Horacio. 19-21 g j ¿ e s e o de hallar u n p u n t o m e dio entre codiciosos e hipócritas se c o rresponde con el equilibrio q u e p r o p o n e Horacio entre avaros y p r ó d i g o s : «Est m o d u s in rebus, sunt certi denique fines, / quos ultra citraque nequit consistere r e c t u m » (Sátiras, I, I, 1 0 5 - 1 0 7 ) . 23-24 Garcilaso respeta las leyes clásicas de los géneros literarios, corrigiéndose a sí m i s m o (actitud q u e Lope asoció con la figura retórica correctio): la elegía, t a n t o fúnebre c o m o amorosa, ha de m a n t e n e r u n t o n o elevado, en consonancia con la elegancia moral a que aspira, mientras la sátira tiende al estilo bajo o sermo humilis. 26-27 - g s t e t j p 0 enálage, consistente en el cambio d e la primera persona p o r la tercera, n o fue anormal en los poetas clásicos; así, Virgilio, Eneida, III, 433, pone en boca del m a g o H e l e n o : «Praeterea, si qua est H e l e n o prudentia, vati». 2 8 El monte espeso parece evocar la selva oscura de D a n t e . (E.L. Rivers). 1 1 4 E L E G Í A I I dejo las musas, antes torno y vengo dellas al negociar, y, variando, con ellas dulcemente me entretengo. Así se van las horas engañando; 35 así del duro afán y grave pena estamos algún hora descansando. D ' a q u í iremos a ver de la Serena la patria, que bien muestra haber ya sido de ocio y d'amor antiguamente llena. 40 Allí mi corazón tuvo su nido un tiempo ya; más no sé, triste, agora o si estará ocupado o desparcido. D ' a q u e s t o un frío temor así a deshora por mis huesos discurre en tal manera, 45 que no puedo vivir con él un' hora. Si, triste, de mi bien y o estado hubiera un breve tiempo ausente, no lo niego que con mayor seguridad viviera. La breve ausencia hace el mismo j u e g o 3 1 - 3 3 Entiéndase: 'antes las dejo (torno y vengo dellas) por mis ocupaciones (al negociar), y viceversa, cambiando las ocupaciones p o r las m u s a s , m e entret e n g o con ellas'. 3 7 - 3 8 de la Serena la patria : la patria de la sirena Parténope, n o m b r e con que a n t i g u a m e n t e se conocía a Ñapóles, q u e se había hecho célebre c o m o cent r o de ocio literario y de a m o r e s . 4 0 El uso de nido en el sentido de ' h o g a r ' es frecuente entre los poetas clásicos; aquí, podía referirse a Ñapóles, c o m o en Firenzuola, Le lagrime, versos 4 1 - 4 2 : «ne la bella P a r t é n o p e , c h ' u n nido / fu già di cortesia, d'amore u n seggio»; en la elegía dirigida a Francesco G u i d e t t i , A l a m a n n i le reprocha: «Ah dolce amico (dir n o n voglio infin i d o / m a p o c o forte) a che t u r b a n d o vai / d ' miei primi pensier l'antico nido» (Elegías, I, X, 1 0 - 1 2 ) . 4 2 desparcido: 'esparcido' (véase elegía i, 139)- 4 3 - 4 5 La imagen del escalofrío que recorre las entrañas del poeta, usada para encarecer varias formas de m i e d o (aquí la de los celos: véase v. 184), se halla en autores clásicos e italianos; Garcilaso sigue a Ariosto, Orlando furioso, V , XI, 6: «E per l'ossa u n timor freddo gli scorre». 4 7 El uso redundante del p r o n o m b r e lo parece reflejo de la lengua oral; para evitar la redundancia se ha p r o p u e s t o suprimirlo y colocar en su lugar el yo del verso 4 6 , o bien p u n t u a r no lo niego: que con mayor seguridad viviera. 4 9 - 5 7 Entiéndase: 'la breve ausencia produce el mismo efecto en el amor (hace el mismo juego) que el que produce u n poco de agua (agua moderada) en el fueg o de la fragua'; la comparación, frecuente en la poesía amorosa del siglo XV (especialmente en Garci Sánchez de Badajoz, c x i l , 3 2 2 - 3 3 2 : «E desta fragua vi / el fuego es de a m o r ... / y el agua p o r más dolor / lágrimas del corazón / V E R S O S 3 1 - 7 8 1 1 5 5 0 en la fragua d'amor que en fragua ardiente el agua moderada hace al fuego, la cual verás que no tan solamente no le suele matar, mas le refuerza con ardor más intenso y eminente, 55 porque un contrario, con la poca fuerza de su contrario, por vencer la lucha su brazo aviva y su valor esfuerza. Pero si el agua en abundancia mucha s o b r e Í fuego s'esparce y se derrama, 6 0 el h u m o sube al cielo, el son s'escucha y , el claro resplandor de viva llama en p o l v o y en ceniza convertido, apenas queda del sino la fama; así el ausencia larga, que ha esparcido 65 en abundancia su licor que amata el fuego q u e ' l amor tenía encendido, de tal suerte lo deja que lo trata la m a n o sin peligro en el m o m e n t o que en aparencia y son se desbarata. 7 0 Y o solo fuera v o y d'aqueste cuento, porque'l amor m'aflige y m'atormenta, y en el ausencia crece el mal que siento; y pienso y o que la razón consienta y permita la causa deste efeto, 75 que a m í solo entre todos se presenta, porque c o m o del cielo y o sujeto estaba eternamente y diputado al amoroso fuego en que me m e t o , que apagaban...»), tiene en cuenta otra de P o n t a n o , De rebus coekstibus, I: «El hervor de M a r t e se recoge m u c h o más en sí y cobra m á s encendidas fuerzas p o r la naturaleza del Escorpión q u e le contradice, c o m o el herrero que, estando encendidos y abrasados los carbones en la hornaza, los rocía c o n alguna agua con que el fuego se aprieta y fortifica m á s en sí, y dentro se calienta y hierve más, c o m o antes ardiese sin aquel í m p e t u p o r n o tener contrario q u e lo encendiese». 5 9 La aliteración de la s- al principio de tres palabras se h a interpretado c o m o u n recurso de celeridad semejante al q u e provoca Virgilio, Eneida, v i l , 4 6 6 : «nec i a m se capit unda, volat vapor ater ad auras». 65 su licor amata: 'su líquido apaga'. 7 0 Es decir: 'sólo y o estoy fuera de este e x t r e m o (cuento)'. 76-78' g s t 0 £ s ; « p 0 r q U e ) c o m o inclinado p o r el cielo, estaba predestinado (diputado) al a m o r ' ; los teólogos anti- l i ó E L E G Í A I I así, para poder ser amatado, 8o el ausencia sin término, infinita, debe ser, y sin tiempo limitado; lo cual no habrá razón que lo permita, porque por más y más que ausencia dure, con la vida s'acaba, qu'es finita. 85 Mas a mí ¿quién habrá que m'asegure que mi mala fortuna con mudanza y olvido contra mí no se conjure? Este temor persigue la esperanza y oprime y enflaquece el gran deseo 90 con que mis ojos van de su holganza; con ellos solamente agora veo este dolor que'l corazón me parte, y con él y comigo aquí peleo. ¡Oh crudo, oh riguroso, oh fiero Marte, 95 de túnica cubierto de diamante y endurecido siempre en toda parte! ¿Qué tiene que hacer el tierno amante con tu dureza y áspero ejercicio, llevado siempre del furor delante? 100 Ejercitando por mi mal tu oficio, g u o s admitían cierta influencia de las estrellas, en t a n t o D i o s las había dejad o libres para que obrasen sobre el m u n d o corruptible. 79-81 g j r a Z o n a m i e n t o silogístico es p r o p i o del c o n c e p t i s m o de la poesía de cancionero y también de los primeros sonetos de G i a c o m o da Lentini: ' m i fueg o a m o r o s o sólo puede apagarse si la ausencia es infinita; c o m o la vida, la ausencia es finita; por t a n t o , m i fuego a m o r o s o n u n c a podrá apagarse'. 8 3 por más y más se ha considerado u n a construcción propia del griego y equivalente a la latina quanto magis magisque ( H e r r e r a ) . 88-90 E n t ¡ é n d a S e : 'este t e m o r persig u e la esperanza y o p r i m e el gran deseo con el que mis ojos se deleitan' (Brócense). 9 4 - 9 9 La oposición Marte-Venus, es decir, entre la guerra y el amor, corriente en la poesía de Garcilaso, está especialmente difundida por Ficino, De amore, V , VIII (E.L. Rivers). Los epítetos aplicados a M a r t e c o m pendian los rasgos que c o m o dios de la guerra se le ha venido atribuyendo desde H o m e r o : «Mars, h o m i n u m pestis, sanguinarie, m o e n i o r u m eversor» (Clem e n t e de Alejandría, Cohortatio adgentes); en la descripción vestido con una túnica de diamante, tradicional para p o n derar su dureza, Garcilaso calca la sintaxis de Horacio, Odas, I, VI, 13-14 («Quis M a r t e m túnica tectum adamantina»). 100-102 Es v e r s 0 premonitorio, c o m o ya señaló Cristóbal de Mosquera: «y maldices allí el rigor de M a r t e , / p r o nosticando en ti dura sentencia». V E R S O S 7 9 - 1 2 5 117 soy reducido a términos que muerte será mi postrimero beneficio; y ésta no permitió mi dura suerte que me sobreviniese peleando, 105 de hierro traspasado agudo y fuerte, porque me consumiese contemplando mi amado y dulce fruto en mano ajena, y el duro posesor de mí burlando. Mas ¿dónde me trasporta y enajena 110 de mi propio sentido el triste miedo? A parte de vergüenza y dolor llena, donde, si el mal yo viese, ya no puedo, según con esperalle estoy perdido, acrecentar en la miseria un dedo. 115 Así lo pienso agora, y si él venido fuese en su misma forma y su figura, ternia el presente por mejor partido, y agradecería siempre a la ventura mostrarme de mi mal solo el retrato 120 que pintan mi temor y mi tristura. Yo sé qué cosa es esperar un rato el bien del propio engaño y solamente tener con él inteligencia y trato, como acontece al mísero doliente 125 que, del un cabo, el cierto amigo y sano 103-105 L a m e n t a c i o n e s maldiciendo la fortuna p o r haber sobrevivido al c o m bate pueden oírse en varios personajes de la épica clásica; pero la de Garcilaso se ha q u e r i d o ver coincidente c o n u n pasaje de Séneca, Hercules Oetaeus, IV, 1165-1166: «morior nec ullus per m e u m stridet latus / transmissus ensis». Io6 -IoS porque: 'a fin de q u e ' . N o parece probable q u e haya q u e interpretar la situación aquí descrita c o m o u n a referencia al casamiento de Isabel Freyre, sino, más bien, debe entenderse c o m o otra alusión a los celos q u e le desazonan p o r el a m o r que h a dejado en Ñapóles. 1 0 9 enajena: quizá en el sentido de 'aleja, aparta', c o m o el latín alie- nare. in-117 g s ¿ e c i r : ' j l U g a r (parte) dond e . . . n o podría estar peor de lo que estoy, a u n q u e viese el m a l , pues sólo con esperarlo estoy ya perdido; por eso, si el m a l ya se hubiese presentado, tendría (ternia) el presente por mejor suerte (partido)'; en relación a acrecentar un dedo, se suele aducir el adagio latino «ne d i g i t u m q u i d e m » . 1 2 3 inteligencia es aquí sinónimo de trato. 1 2 5 del un cabo se corresponde con de la otra parte (v. 130); cierto... y sano: 'verdadero y sincero'. n 8 E L E G Í A I I le muestra el grave mal de su acidente, y le amonesta que del cuerpo humano comience a levantar a mejor parte el alma, suelta con volar liviano; 130 mas la tierna mujer, de la otra parte, no se puede entregar al desengaño y encúbrele del mal la mayor parte; él, abrazado con su dulce engaño, vuelve los ojos a la voz piadosa 135 y alégrase muriendo con su daño. Así los quito yo de toda cosa y póngolos en solo el pensamiento de la esperanza, cierta o mentirosa; en este dulce error muero contento, 140 porque ver claro y conocer mi 'stado no puede ya curar el mal que siento, y acabo como aquel que'n un templado baño metido, sin sentillo muere, las venas dulcemente desatado. 145 Tú, que en la patria, entre quien bien te quiere, la deleitosa playa estás mirando y oyendo el son del mar que en ella hiere, 1 2 6 acídente: ' e n f e r m e d a d ' (véase son e t o XVI, 8). El símil con el p o b r e enfermo (mísero doliente) a quien, en trance de m u e r t e , se engaña haciéndole concebir falsas esperanzas se m u e v e en la órbita de la poesía de Ausias M a r c h y de la tradición homilética medieval. 127 amonesta: 'aconseja'. 1 4 4 Es decir: ' d u l c e m e n t e desatado por lo que respecta a las venas' (se trata del acusativo griego de parte o de relación); así decidió suicidarse Séneca, dej á n d o s e desangrar en u n b a ñ o de agua templada, con las venas cortadas. 1 4 5 Esto es: ' e n t r e los brazos de quien bien te q u i e r e ' , en referencia al quien del verso 1 4 9 . Pero n o es habitual este uso de entre con u n complem e n t o singular (si quien tuviera aquí el sentido de ' q u i e n e s ' , corriente en tiempos de Garcilaso, se esperaría el verbo en plural); patria tenía el sentido restringido de 'ciudad o pueblo en que se ha nacido'; la de Boscán es Barcelona. Este tipo de contrastes entre la felicidad de quien vive tranquilamente en su ciudad natal (en la patria) y la desdicha de quien por su oficio (generalmente militar) n o tiene una residencia fija aparece con cierta frecuencia en Virgilio, Bucólicas, I, 4 6 - 7 8 ; X, 4 4 - 4 8 : «nunc insanus a m o r duri m e Martis in armis / tela inter media atque adversos detinet hostis: / tu procul e patria... / nives et frigora R h e n i / m e sine sola vides». 146-147 Entiéndase: 'el sonido o rugid o del m a r que golpea (hiere) en la deleitosa playa'; se ha puesto en relación este verso con otro de H o r a c i o , Epístolas, I, XI, 10: « N e p t u n u m procul a térra spectare furentem» (Herrera). V E R S O S 1 2 6 - 1 7 3 119 y sin impedimiento contemplando la misma a quien tú vas eterna fama 150 en tus vivos escritos procurando, alégrate, que más hermosa llama que aquella que'l troyano encendimiento pudo causar el corazón t'inflama; no tienes que temer el movimiento 155 de la fortuna, con soplar contrario, que el puro resplandor serena el viento. Yo, como conducido mercenario, voy do fortuna a mi pesar m'envía, si no a morir, que aquéste's voluntario; 160 solo sostiene la esperanza mía un tan débil engaño, que de nuevo es menester hacelle cada día, y si no le fabrico y le renuevo, da consigo en el suelo mi esperanza 165 tanto, que'n vano a levantarla pruebo. Aqueste premio mi servir alcanza, que en sola la miseria de mi vida negó fortuna su común mudanza. ¿Dónde podré huir que sacudida 170 un rato sea de mí la grave carga que oprime mi cerviz enflaquecida? Mas ¡ay!, que la distancia no descarga el triste corazón, y el mal, doquiera 148-150 £ a m u j e r a [ a q u e B o s c á n inmortaliza en sus versos debe de ser doña A n a G i r ó n de R e b o l l e d o : si bien el poeta n o se casó con ella hasta 1539, es posible que la boda ya estuviera concertada en 1533. 151-153 La comparación bien conocida del fuego a m o r o s o con el incendio de T r o y a (provocado p o r el a m o r de Paris hacia Helena) está hecha en térm i n o s m u y coincidentes con H o r a c i o , Epodos, XIV, 13-15: «ureris ipse miser: quodsi n o n pulchrior ignis / accendit obsessam Ilion, / g a u d e sorte tua» (Brócense y H e r r e r a ) . 1 5 5 «cum fortuna reflarit affligimur» (Cicerón, De officiis, II, 19; H e r r e r a ) . IS7 conducido (del latín conductum): ' c o n t r a t a d o , alquilado'. 1 1-162 ^e m e v 0 kacelle: 'hacerlo (el engaño) cada día p o r primera v e z ' , o sea, 'engañarse cada día c o m o si fuera la primera v e z ' ; es supervivencia del latín escolástico creare de novo o ex novo. 166-168 E i p r e m i 0 q u e Garcilaso alcanza c o m o recompensa a su servicio (tanto en la milicia c o m o en el amor) es la necesidad de vivir con el e n g a ñ o cotidiano, porque la fortuna, por lo general variable, en él siempre se ha manifestado adversa. 120 E L E G Í A I I que 'stoy, para alcanzarme el brazo alarga. 175 Si donde'l sol ardiente reverbera en la arenosa Libya, engendradora de toda cosa ponzoñosa y fiera, o adonde'l es vencido a cualquier hora de la rígida nieve y viento frío, 180 parte do no se vive ni se mora; si en ésta o en aquélla el desvarío o la fortuna me llevase un día y allí gastase todo el tiempo mío, el celoso temor con mano fría, 185 en medio del calor y ardiente arena, el triste corazón m'apretaría; y en el rigor del hielo, en la serena noche, soplando el viento agudo y puro que'l veloce correr del agua enfrena, 190 d'aqueste vivo fuego, en que m'apuro y consumirme poco a poco espero, sé que aun allí no podré estar seguro, y así diverso entre contrarios muero. 1 7 9 rígida (del latín rígida): 'helada'; Garcilaso adapta el tópico horaciano «Pone m e pigris ulli nulla...» (véase canción I, 1-13), a m p l i a n d o u n a referencia concreta («nec Iubae tellus gener a t , l e o n u m / árida n u t r i x » ; Odas, I, x x i l , 15-16), c o n la noticia sobre la fauna y v e g e t a c i ó n africana (vv. 175-177) q u e habían difundido a u t o res clásicos. 1 8 2 la fortuna es a q u í mera designación del ' a z a r ' . 1 8 6 m'apretaría: ' m e a n g u s t i a r í a ' (véase soneto II, 2; y canción III, 42). 1 8 7 rigor (del latín rigor): ' f r í o ' . 188-189 L 3 ¡ m a g e n d e l a g u a refrenada p o r el hielo aparece en varios poetas latinos, a u n q u e en la versión garcilasiana se ha señalado la influencia de H o racio y Virgilio; en c u a n t o a la -e paragógica de veloce, debe entenderse c o m o u n italianismo. 1 9 0 m'apuro: ' m e c o n s u m o , m e a g o t o ' . 1 9 3 El uso de diverso c o m o participio, en el sentido de 'vacilante, perplejo, d i v i d i d o ' , responde a la influencia del latín. E P Í S T O L A A B O S C Á N Señor Boscán, quien tanto gusto tiene de daros cuenta de los pensamientos, hasta las cosas que no tienen nombre, no le podrá faltar con vos materia, 5 ni será menester buscar estilo presto, distinto, d'ornamento puro, tal cual a culta epístola conviene. Esta epístola está fechada en A v i ñ ó n (donde en 1533 se había descubierto la sep u l t u r a de Laura) el 12 de o c t u b r e , p r o b a b l e m e n t e del año 1534, d u r a n t e el viaje de regreso a Ñapóles, después de pasar unos días en Barcelona con su amigo Boscán. Garcilaso escribe a Boscán en endecasílabos blancos, quizá b u s c a n d o u n a correspondencia con el h e x á m e t r o latino (y, más específicamente, con el dactilico de las epístolas de H o r a c i o ) o con el estilo más suelto y relajado que los preceptistas clásicos habían r e c o m e n d a d o para las cartas familiares. En consonancia con el estilo y verso usados, el poeta se deja llevar p o r el fluir de sus ideas (presididas p o r la i m a g e n del camino), en q u e va mezclando noticias y reflexiones, b r o m a s y pensamientos, según el e s q u e m a de la epístola horaciana. Así, empieza i n f o r m a n d o a Boscán sobre su llegada a A v i ñ ó n ; sigue discurriendo sobre la amistad a zaga de la Etica a Nicómaco de Aristóteles; pasa a b r u p t a m e n t e a vituperar los caminos y posadas francesas (las malas comidas, los viajes i n c ó m o d o s y los hospedajes detestables eran m o t i v o s tradicionales en las sátiras latinas e italianas, especialmente por influencia de la quinta del libro p r i m e r o de H o r a c i o , conocida c o m o Viaje a Brundisium); y acaba dándole u n sesgo a m o r o s o , al referirse al sepulcro de Laura. 1-4 quien... no le: 'a q u i e n . . . n o l e ' . N o era raro o m i t i r la preposición q u e indica el caso en q u e está o la función q u e desempeña u n p r o n o m b r e relativ o (de que, a que, con que, etc.); y, en su lugar, solía emplearse u n p r o n o m b r e personal r e d u n d a n t e q u e a c o m p a ñaba al verbo principal ( c o m o en el refrán «quien se m u d a , D i o s le ayuda»). El n o m b r e del destinatario (v. 1) aparece m e n c i o n a d o (a m o d o de salutatio) en los p r i m e r o s versos de la m a y o r í a de epístolas horacianas; asimismo la elección de la materia (v. 4) solían hacerla los epistológrafos a n t i g u o s al com i e n z o de sus cartas. 5 - 7 Entiéndase: 'rápido o ligero, claro, simple de o r n a m e n t o , así c o m o conviene a una epístola culta'; Garcilaso n o necesita buscar u n estilo con tales características, p o r q u e la amistad perfeta ya lo propicia (el estilo presto... se corresponde con aqueste descuido suelto y puro). Pero se han p r o p u e s t o otras interpretaciones del pasaje: 'elevado, adornado, puro de ornamento, así c o m o . . . ' , con las variantes 'engalanado por el orn a m e n t o p u r o ' o 'distinguido, caracterizado p o r el o r n a m e n t o p u r o ' (producidas básicamente por eliminar la coma después de distinto); o bien 'rápid a m e n t e , m a r c a d o p o r el o r n a m e n t o p u r o , así c o m o . . . ' . El m a y o r obstáculo para la comprensión de estos versos estriba en el senti- 1 2 1 1 2 2 E P Í S T O L A A B O S C Á N Entre muy grandes bienes que consigo el amistad perfeta nos concede 10 es aqueste descuido suelto y puro, lejos de la curiosa pesadumbre; y así, d'aquesta libertad gozando, digo que vine, cuanto a lo primero, tan sano como aquel que en doce días 15 lo que solo veréis ha caminado cuando el fin de la carta os lo mostrare. Alargo y suelto a su placer la rienda, mucho más que al caballo, al pensamiento, y llévame a las veces por camino 2 0 tan dulce y agradable, que me hace olvidar el trabajo del pasado; otras me lleva por tan duros pasos, que con la fuerza del afán presente también de los pasados se me olvida; 25 a veces sigo un agradable medio honesto y reposado, en que'l discurso del gusto y del ingenio se ejercita. Iba pensando y discurriendo un día a cuántos bienes alargó la mano 3 0 el que del amistad mostró el camino, y luego vos, del amistad ejemplo, do de culta: los humanistas habían asociado el vocablo culto con la sencillez y claridad q u e proclamaban c o m o ideal estético (asociación que Lope de Vega recuerda en La Dorotea para combatir a los culteranos). 9 amistad perfeta llama Aristóteles a la que c o m p r e n d e todos los bienes (vv. 2 8 - 6 5 ) . 11 curiosa pesadumbre: 'gravedad escrupulosa' (pesadumbre enlaza con estilo pesado y lento y se c o n t r a p o n e a presto). 1 3 - 1 6 Es decir: 'digo que llegué (vine), antes que nada (cuanto a lo primero), tan sano c o m o lo podían permitir doce días viajando en las condiciones en que he viajado, según te revelará el final de la carta'. 1 9 a las veces: 'unas veces'; se contrapone a otras (veces) del verso 2 2 . 28-65 Garcilaso tiene presente varias ideas de Aristóteles {Etica a Nicómaco, VIII). Por u n lado, evoca las tres especies de amistad: perfecta (v. 9 ) , por placer (gustos, deleite, el gusto y el placer) y por interés (los provechos, las útiles cosas); y, por o t r o , asimila su cualidad más i m p o r t a n t e : la de querer por encima de ser querido (tanto como el amor de parte mía, así que amando me deleito). 3 0 camino podría tener aquí, secundariamente, aparte del de 'vía', el significado de ' p r e c e p t o , regla', en una posible alusión a la Etica a Nicómaco y a su autor. V E R S O S 8-58 1 2 3 os me ofrecéis en estos pensamientos, y con vos a lo menos me acontece una gran cosa, al parecer estraña, 35 y porque lo sepáis en pocos versos, es que, considerando los provechos, las honras y los gustos que me vienen desta vuestra amistad, que en tanto tengo, ninguna cosa en mayor precio estimo 4 0 ni me hace gustar del dulce estado tanto como el amor de parte mía. Este comigo tiene tanta fuerza, que, sabiendo m u y bien las otras partes del amistad y la estrecheza nuestra, 45 con solo aqueste el alma se enternece; y sé que otramente me aprovecha el deleite, que suele ser pospuesto a las útiles cosas y a las graves. Llévame a escudriñar la causa desto 5 0 ver contino tan recio en mí el efeto, y hallo que'l provecho, el ornamento, el gusto y el placer que se me sigue del vínculo d'amor, que nuestro genio enredó sobre nuestros corazones, 55 son cosas que de mí no salen fuera, y en mí el provecho solo se convierte. Mas el amor, de donde por ventura nacen todas las cosas, si hay alguna, ^ estrecheza: ' a f e c t i v i d a d , i n t i m i d a d ' . 4 5 se enternece: seguramente en el sentido de 'apasionarse, excitarse'. 4 6 otramente: 'de otro m o d o , de otra m a n e r a ' . s ° contino: ' c o n t i n u a m e n t e ' . 5 1 ornamento: 'beneficio, h o n o r ' (del latín ornamentum). 5 3 - 5 4 enredó: ' t r a b ó , entretejió, enlaz ó ' ; la inclinación natural (genio) a la amistad entre dos personas es idea con una larga tradición desde H o r a c i o , Odas, II, XVII, 21-22: « u t r u m q u e nost r u m incredibili m o d o / consentit astrum». 5 6 'y en m í se aplica (se convierte) el provecho solo'. 5 7 - 6 1 'Pero es g r a n razón q u e el a m o r , de d o n d e proceden todas las cosas q u e miran a vuestra utilidad y gusto, si h a y alguna q u e mire a tales fines, sea tenido p o r m í en mayor estima que t o d o lo d e m á s ' ; los comentaristas antiguos creyeron que el pronombre relativo que (v. 59) dependía de si hay alguna: de ahí que editaran o bien algunas, o bien mire. 124 E P Í S T O L A A B O S C A N que a vuestra utilidad y gusto miren, 6o es gran razón que ya en mayor estima tenido sea de mí que todo el resto, cuanto más generosa y alta parte es el hacer el bien que el recebille; así que amando me deleito, y hallo 65 que no es locura este deleite mío. ¡Oh cuan corrido estoy y arrepentido de haberos alabado el tratamiento del camino de Francia y las posadas! Corrido de que ya por mentiroso 70 con razón me teméis; arrepentido de haber perdido tiempo en alabaros cosa tan digna ya de vituperio, donde no hallaréis sino mentiras, vinos acedos, camareras feas, 75 varietés codiciosos, malas postas, gran paga, poco argén, largo camino. Llegar al fin a Ñapóles, no habiendo dejado allá enterrado algún tesoro, salvo si no decís que's enterrado 80 lo que nunca se halla ni se tiene. A mi señor Durall estrechamente abraza de mi parte, si pudierdes. 2 Garcilaso p a r e c e estar a d a p t a n d o unas palabras atribuidas a J e s u c r i s to: «Beatus est magis d a r é q u a m a c c i p e r e ' ( H e c h o s d e los A p ó s t o l e s , 20, 35). 6 3 recebille: 'recibirlo'; la asimilación y el leísmo (éste especialmente en la zona castellana) eran frecuentes en el Siglo de O r o . 6 6 corrido: ' a v e r g o n z a d o ' ; se repite en el verso 69. 6 7 tratamiento: ' t r a t o ' . 7 4 - 7 5 Los vinos ácidos o agrios (acedos) son m o t i v o de protesta en las sátiras de corte italiano, en t a n t o las camareras y los criados codiciosos concitan las burlas de autores clásicos. 7 6 ' t o d o resulta m u y caro (gran paga) y h a y p o c o dinero (poco argén), es decir, bastante p o b r e z a ' . El uso de vocablos en lengua francesa (varietés 'criados' y argén 'plata') contribuye a reconstruir el ambiente desc r i t o ; 0 el hacinamiento de objetos y personajes es característico de la sátira. Las postas eran los caballos usados c o m o recambio cada cierta distancia para viajar con m a y o r rapidez. 8 , - 8 2 Durall, maestro en Barcelona y a m i g o d e B o s c á n , era m u y o b e s o ; de ahí la ironía ' d a d u n e s t r e c h o a b r a zo..., si p u d i e r a i s ' . V E R S O S 5 9 - 8 5 125 Doce del mes d'otubre, de la tierra do nació el claro fuego de Petrarca 85 y donde están del fuego las cenizas. } ~ 5 Laura, el gran a m o r de Petrarca, nació y recibió sepultura en A v i ñ ó n . La datación de la carta y la m e n c i ó n del lugar desde d o n d e se escribe, h á b i tos frecuentes en las cartas en prosa p e r o raros en las epístolas en verso, fue interpretado p o r H e r r e r a c o m o una licencia propia del verso suelto y familiar en q u e escribe Garcilaso. É G L O G A I Al Virrey de Ñapóles Personas: S A L I C I O , N E M O R O S O El dulce lamentar de dos pastores, Salido juntamente y Nemoroso, he de cantar, sus quejas imitando; cuyas ovejas al cantar sabroso 5 estaban muy atentas, los amores, La égloga I (dedicada al virrey de Ñapóles, d o n Pedro de T o l e d o , a cuyo servicio estuvo el poeta de 1532 a 1536) debió de ser escrita de una sola vez hacia 1534, si bien se ha conjeturado que p u d o redactarse a lo largo de varios años, entre 1531 y 1536. La obra adopta la estructura de la égloga VIII de Virgilio: breve introducción, dedicatoria y dos m o n ó l o g o s , cada u n o a cargo de u n pastor que interviene por separado; los m o n ó l o g o s recuerdan otros textos que presentan situaciones análogas: el de Salicio sigue la pauta del de los pastores virgilianos, con la repetición de u n verso a m o d o de estribillo, mezclado con materiales petrarquistas, mientras el de N e m o r o s o tiene c o m o fuente principal a Petrarca, a u n q u e t a m p o c o carece de ecos virgilianos (y en a m b o s hay reminiscencias de O v i d i o , Ariosto y Sannazaro). Garcilaso desarrolla dos temas que los debates medievales habían convertido en quaestio tradicional: ¿cuál de los dos sufre m a y o r pena, el a m a n t e que llora la m u e r t e de su amada o el que lamenta su desdén?; así se plantea en la a n ó n i m a Cuestión Je amor Je Jos enamoraJos (Valencia, 1516) y evocada en / Jue pellegrini de Luigi Tansillo (un par de años anterior a nuestra égloga), t o m a n d o c o m o p u n t a de partida el Filocolo de Boccaccio. Los n o m b r e s con que el poeta designa a los pastores y ninfas tienen u n origen clásico, si bien sólo el de Galatea pertenece a la tradición pastoril (lo usan Teocrito, idilio XI; Virgilio, égloga v i l , y Sannazaro, Piscatorias, 11), y parecen ocultar a personajes reales. Elisa es el n o m b r e de D i d o (EneiJa, IV, 335), amada de Eneas, y coincide parcialmente con la etimología de Isabel (de ahí que se identifique tradicionalmente con Isabel Freyre); Salicio (de salix 'sauce llorón') se ha interpretado c o m o u n anagrama i n c o m p l e t o de Garcilaso, si bien se ha 1 El propósito de reproducir las can- bitual en castellano en tiempos de Garciones de los dos pastores está en Vir- cilaso) vale por 'exprimir la naturalegilio, Bucólicas, VIII, 4: «Damonis M u - za y costumbres de las personas que sam dicemus et Alphesiboei». se pretende representar', según se de- 2 juntamente (como en latín iunctim): finía en los tratados latinos e italianos 'juntos, u n o detrás del o t r o ' . de poética. 3 La palabra imitar (de uso poco ha- 4 sabroso: 'deleitable, placentero'. I 2 Ó V E R S O S 1 - 2 0 1 2 7 de pacer olvidadas, escuchando. T ú , que ganaste obrando un nombre en todo el mundo y un grado sin segundo, 10 agora estés atento sólo y dado al ínclito gobierno del estado albano, agora vuelto a la otra parte, resplandeciente, armado, representando en tierra el fiero Marte; 15 agora, de cuidados enojosos y de negocios libre, por ventura andes a caza, el monte fatigando en ardiente ginete, que apresura el curso tras los ciervos temerosos, 2 0 que en vano su morir van dilatando: querido ver en él el t r a s u n t o del poeta Francisco Sá de M i r a n d a ; y N e m o r o s o (de nemus ' b o s q u e u m b r í o ' ) se ha considerado c o m o una referencia al apellido del poeta («de la Vega»), a u n q u e t a m p o c o ha faltado quien lo haya identificado con Boscán e incluso con d o n A n t o n i o de Fonseca. La crítica se ha servido de estas asociaciones para exagerar el aspecto autobiográfico de la égloga: en el canto de Salicio, Garcilaso lamenta la boda de Isabel con Fonseca y en el de N e m o r o s o llora su m u e r t e . 6 « i n m e m o r h e r b a r u m quos est m i rata iuvenca / certantis» (Virgilio, Bucólicas, VIH, 2 - 3 ; Brócense y H e r r e r a ) . 9 un grado sin segundo: ' u n a dignidad, u n escalón sin i g u a l ' , en referencia al c a r g o q u e d e s e m p e ñ ó d o n Ped r o de T o l e d o c o m o virrey de Ña- póles. 1 1 - 1 2 ínclito: ' i l u s t r e ' ; estado albano: ' Ñ a p ó l e s ' , llamado así p o r ser su g o b e r n a d o r de la casa de Alba; n o parece probable q u e aquí albano sea u n apelativo de d o n Pedro ( c o m o sucede en la égloga III) y que, p o r t a n t o , haya q u e p o n e r u n a c o m a después de estado.0 1 4 El adjetivo fiero aplicado a Marte, dios de la guerra, era corrientísimo desde los autores latinos (si bien se ha sugerido que Garcilaso p u d o haberlo tomad o de Sannazaro, Arcadia, X, 147). 1 por ventura: 'quizá, acaso'. 17 fatigar: 'recorrer insistentemente u n lugar'; «venatu invigilant pueri siluasque fatigant« (Virgilio, Eneida, IX, 6 0 5 ; Brócense y H e r r e r a ) . 9 apresura el curso: h o y diríamos 'aprieta el p a s o ' ; ardiente ginete: 'caballo fogoso, diligente' (ginete designaba t a n t o al caballero c o m o al caballo de u n pueblo árabe especializado en ataques rápidos y súbitos). 2 0 Garcilaso se refiere a los tres quehaceres de d o n P e d r o (la política, la milicia y la caza), i n t r o d u c i d o s anafóricamente p o r agora ('ahora'), mientras Virgilio sólo alude a las actividades militares de su a m i g o Polión: « T u m i h i , seu m a g n i superas i a m saxa T i m a u i / siue o r a m Illyrici legis aequoris...» (Bucólicas, VIH, 6-7). 1 2 8 É G L O G A I espera, que en tornando a ser restituido al ocio ya perdido, luego verás ejercitar mi pluma 25 por la infinita, innumerable suma de tus virtudes y famosas obras, antes que me consuma, faltando a ti, que a todo el mundo sobras. En tanto que'ste tiempo que adevino 30 viene a sacarme de la deuda un día que se debe a tu fama y a tu gloria (que's deuda general, no sólo mía, mas de cualquier ingenio peregrino que celebra lo digno de memoria), 35 el árbol de victoria que ciñe estrechamente tu gloriosa frente de lugar a la hiedra que se planta debajo de tu sombra y se levanta 40 poco a poco, arrimada a tus loores; y en cuanto esto se canta, escucha tú el cantar de mis pastores. Saliendo de las ondas encendido, rayaba de los montes el altura 45 el sol, cuando Salicio, recostado 2 3 El «otium, interpretado en su sentido clásico mejor, es condición y fund a m e n t o de t o d o acto de creación» ( M . M o r r e a l e ) . 2 5 La intención de celebrar las hazañas del destinatario de la égloga está tomada de Virgilio, Bucólicas, VIII, 7-8: «en erit u m q u a m / ille dies, m i h i c u m liceat tua dicere facta?». 26 famosas: 'excelentes'. 2 8 sobras: 'superas, excedes', en o p o sición a faltando. 33 peregrino: ' r a r o , singular'. 3 5 - 4 0 La contraposición del laurel (llamado árbol de victoria, c o m o en Petrarca, Canzoniere, p o r q u e con sus h o jas se c o r o n a b a n a los vencedores y a los poetas q u e los celebraban) con la hiedra (cuya corona se daba a los poetas líricos) aparece en Virgilio, Bucólicas, VIII, 11-13: «accipe iussis / carmina coepta tuis atque hanc sine t é m p o r a circum / inter victricis h e d e r a m tibi serpere laurus». 4 1 ' y mientras llega el m o m e n t o en que pueda cantarse esto (es decir, tus hazañas)'. 4 3 - 4 5 La descripción de u n amanecer al c o m i e n z o de una obra era u n tópico m u y generalizado (al que Herrera de- V E R S O S 2 1 - 6 5 1 2 9 al pie d'una alta haya, en la verdura por donde una agua clara con sonido atravesaba el fresco y verde prado; él, con canto acordado 5 0 al rumor que sonaba del agua que pasaba, se quejaba tan dulce y blandamente, como si no estuviera de allí ausente la que de su dolor culpa tenía, 55 y así como presente, razonando con ella, le decía: S A L I C I O ¡Oh más dura que mármol a mis quejas y al encendido fuego en que me quemo más helada que nieve, Galatea! 6 0 Estoy muriendo, y aun la vida temo; temóla con razón, pues tú me dejas, que no hay sin ti el vivir para qué sea. Vergüenza he que me vea ninguno en tal estado, 6 5 de ti desamparado, n o m i n a «cronografía»), desde la novela griega a Sannazaro; pero la fuente directa de estos versos es Virgilio, Bucólicas, VIII, 1 4 - 1 6 : «Frigida vix cáelo noctis decesserat u m b r a / c u m ros in tenera pecori gratissimus herba, / i n c u m b e n s tereti D a m o n sic coepit olivae». 4 6 verdura: ' v e r d o r ' . 4 8 La aparición de la haya (v. 4 6 ) c o m o trasfondo de las quejas de Salid o podría responder a la asociación de este árbol con el g é n e r o pastoril hecha p o r los comentaristas de Virgilio y difundida a lo largo de la Edad Media; pero Garcilaso parece tener en cuenta a Flaminio, ad Gihertum: «siue sub u m brosa captaret frigora quercu / qua fugiens liquido m u r m u r a t unda pede». 4 S acordado: con el sentido musical de 'dispuesto o t e m p l a d o ' . 57-59 £1 arranque, c o m p u e s t o de u n vocativo y de varias comparaciones, recuerda el de Polifemo en T e o c r i t o o el de C o r i d ó n en Virgilio; pero éstos halagan a Galatea, mientras Salicio la llena de reproches, en términos afines a O v i d i o , Metamorfosis, XIII, 798SS. («durior annosa quercu, fallacior undis») y posiblemente influido por Sannazaro y Tansillo. La comparación del verso 57, imitada por Luis Paterno, égloga III, tiene analogías con otra de A r i o s t o , Orlando furioso, I, XLIV, 5: «Ma dura e fredda più d ' u n a colonna». La etimología del n o m b r e de Galatea («alba dea» y otras similares) podría condicionar las comparaciones de los versos anteriores (más dura que el mármol, más helada que nieve). 6 2 ' q u e sin ti la vida (el vivir) n o tiene razón de ser (no hay para qué sea)'. 6 3 «vergüenza he de m i fatiga» (Boscán, I, xv; R . Lapesa). 1 3 0 É G L O G A I de mi mismo yo me corro agora. ¿ D ' u n alma te desdeñas ser señora donde siempre moraste, no pudiendo della salir un hora? 70 Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. El sol tiende los rayos de su lumbre por montes y por valles, despertando las aves y animales y la gente: cuál por el aire claro va volando, 75 cuál por el verde valle o alta cumbre paciendo va segura y libremente, cuál con el sol presente va de nuevo al oficio y al usado ejercicio 80 do su natura o menester Pinclina; siempre está en llanto esta ánima mezquina, cuando la sombra el mundo va cubriendo o la luz se avecina. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. 6 6 corro: 'avergüenzo'; es traducción de u n conocido verso de Petrarca, Canzoniere, I, II: «di m e m e d e s m o m e c o m i v e r g o g n o » . 6 7 - 6 9 El a m a n t e que lleva siempre en su alma a la mujer que ama es idea con una larga tradición, tanto medieval c o m o renacentista (véase soneto V). 7 0 Este estribillo de u n solo verso, repetido al final de las diez estrofas siguientes, tiene origen formal en la égloga VIII de Virgilio, si bien ya fue usado p o r los bucólicos griegos y ha sido imitado por Sannazaro, Arcadia, XI, 3, 2 2 , etc. («Ricominciate, M u s e , il vostro pianto»); p e r o , en c u a n t o al c o n t e n i d o , parece inspirarse en Garci Sánchez de Badajoz, Lamentaciones de amores, 7-10: «Lágrimas de mi consuelo... / salid, salid sin recelo». El sintagma preposicional sin duelo debe interpretarse más bien en el sentido de 'sin tener compasión o piedad de m í ' , atestiguado en textos coetáneos, equivalente al sin recelo de la fuente, y n o en el de «senza freno», «sans douleur», como habitualmente se ha venido traduciendo. 7 8 oficio: aquí en el sentido latino de 'obligación, d e b e r ' , c o m o en el v. 3 8 9 . 7 9 usado: 'usual, habitual', frente a desusado (v. 121). 8 0 La correlación en estos versos fue señalada ya por Herrera: a los sustantivos 'aves, animales y la gente (v. 73) corresponden las actividades de los versos siguientes, introducidas por las cláusulas distributivas cuál... cuál... cuál. 8 1 - 8 3 Garcilaso vuelve a ponderar la persistencia en el llanto, c o m o había hecho en la elegía I, 1 6 - 1 8 . 8 4 El contraste e n t r e la paz de las primeras o últimas luces del día (en que los distintos seres vivientes comienzan o t e r m i n a n sus quehaceres) y el torm e n t o perpetuo del a m a n t e tiene ecos V E R S O S 6 6 - 1 0 5 1 3 1 85 Y tú, desta mi vida ya olvidada, sin mostrar un pequeño sentimiento de que por ti Salido triste muera, dejas llevar, desconocida, al viento el amor y la fe que ser guardada 9 0 eternamente solo a mí debiera. ¡Oh Dios!, ¿por qué siquiera, pues ves desde tu altura esta falsa perjura causar la muerte d'un estrecho amigo, 9 5 no recibe del cielo algún castigo? Si en pago del amor yo estoy muriendo, ¿qué hará el enemigo? Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. Por ti el silencio de la selva umbrosa, 1 0 0 por ti la esquividad y apartamiento del solitario monte m'agradaba; por ti la verde hierba, el fresco viento, el blanco lirio y colorada rosa y dulce primavera deseaba. 105 ¡Ay, cuánto m'engañaba! de varios lugares de Virgilio, matizados y ampliados aquí c o n otros de Petrarca y Sannazaro. 8 8 desconocida: 'ingrata, desagrade- cida'. 9 0 La infidelidad de la amada se denuncia en m u c h o s poemas latinos e italianos, algunas veces t a m b i é n expresada con la i m a g e n de las promesas q u e se lleva el viento (véase canción II, 6 ) . 9 1 - 0 7 Los tópicos bien conocidos del deseo de u n castigo divino para la amada perjura y el t o r m e n t o q u e recibe el a m a n t e en recompensa a su a m o r se hallan en A r i o s t o , Orlando furioso, X X X I I , XL, 1-8: «Ben dirò c h e giustizia in ciel n o n sia, / s'a veder tardo la vendetta m i a . . . I ... I c o m e tratti il n e m i c o se t u dai / a m e , che t ' a m o sì, questi t o r m e n t i ? » . 100 esquividad: 'retiro, soledad'. 1 0 1 Parece haber aquí un recuerdo de Petrarca, Canzoniere, CLXXVI, 12-13: «Raro u n silenzio, u n solitario orrore / d ' u m b r o s a selva m a i tanto m i piacque...»; este tipo de anàfora fue repetida p o r Garcilaso (canción v, 36-51), también c o n la variante por vos (soneto V, 13-14), e imitada por Boscán en su «Epístola a d o n D i e g o H u r t a d o de M e n d o z a » . 103-104 Garcilaso retine dos versos independientes en Ariosto, Orlando furioso, X X X I I , XIII, 6 , y x x x i x , 2 : «il bianco giglio e la vermiglia rosa» y «la desiata dolce primavera». 105-108 < < r 4 , s e r ; n o n m'accorgea che il falso petto / copriva altro concetto, / altro desio, / d a n d o a n u o v o a m a d o r quel che fu mio» (Tansillo, I due pellegrini, v v . 132-135). 1 3 2 É G L O G A I ¡Ay, cuan diferente era y cuan d'otra manera lo que en tu falso pecho se escondía! Bien claro con su voz me lo decía n o la siniestra corneja, repitiendo la desventura mía. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. ¡Cuántas veces, durmiendo en la floresta, reputándolo yo por desvarío, 115 vi mi mal entre sueños, desdichado! Soñaba que en el tiempo del estío llevaba (por pasar allí la siesta) a abrevar en el Tajo mi ganado; y después de llegado, 1 2 0 sin saber de cuál arte, por desusada parte y por nuevo camino el agua s'iba; ardiendo yo con la calor estiva, el curso enajenado iba siguiendo 125 del agua fugitiva. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. T u dulce habla, ¿en cuya oreja suena? Tus claros ojos, ¿a quién los volviste? ¿Por quién tan sin respeto me trocaste? 109-ni £ a r e f e r e n c ; a a ] a corneja (cuyo vuelo a la izquierda se interpretaba a m e n u d o c o m o u n mal presagio) aparece en Virgilio, Bucólicas, I, 15 («ante sinistra cava monuisset ab ilice cornix»), y S a n n a z a r o , Arcadia, X, 1 6 8 - 1 7 0 («La sinistra cornice o h i m è predisselo»). 1 1 4 reputándolo... por desvarío: 'considerándolo c o m o locura'. el tiempo del estío era hasta el siglo XVII el v e r a n o , mientras el verano se usaba para designar a la primavera (véanse vv. 1 6 9 - 1 7 0 ) . 120 arte: ' m a n e r a , m o d o ' . 1 2 3 la calor estiva: 'el calor estival, propio del v e r a n o ' (véase v. 116). 1 2 4 enajenado: en el sentido de 'separado, t r a n s p o r t a d o ' , si bien n o cabe descartar el de 'indiferente'. 1 2 5 agua fugitiva podría tener c o m o antecedente la «lympha fugax» de H o racio, Odas, II, III, 12. El m o t i v o de T á n t a l o aparece t a m b i é n en la canción iv, 9 3 - 1 0 0 . 1 2 7 ' ¿ e n la oreja de quién (o en q u é oreja) suena?' (cuyo tiene h o y u n uso exclusivamente culto). 1 2 8 claros ojos es expresión predilecta de Garcilaso y a la q u e se ha señalado u n paralelo en Petronio: «Oculi clariores stellis...» ( T a m a y o ) . V E R S O S 1 0 6 - 1 5 1 133 130 Tu quebrantada fe, ¿dó la pusiste? ¿Cuál es el cuello que como en cadena de tus hermosos brazos añudaste? N o hay corazón que baste, aunque fuese de piedra, 135 viendo mi amada hiedra de mí arrancada, en otro muro asida, y mi parra en otro olmo entretejida, que no s'esté con llanto deshaciendo hasta acabar la vida. 140 Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. ¿Qué no s'esperará d'aquí adelante, por difícil que sea y por incierto, o qué discordia no será juntada? Y juntamente, ¿qué terna por cierto, 145 o qué de hoy más no temerá el amante, siendo a todo materia por ti dada? Cuando tú enajenada de mi cuidado fuiste, notable causa diste, 150 y ejemplo a todos cuantos cubre'l cielo, que'l más seguro tema con recelo 1 3 1 Los brazos de la mujer rodean- la de T a n s i l l o , I due pellegrini, d o el cuello de su a m a n t e se interpre- 1 6 6 - 1 7 0 . taban c o m o u n gesto poco sincero ya 1 3 8 deshaciendo: 'derritiendo en lágrien la literatura clásica, desde H o m e r o m a s ' , c o m o en Petrarca, Canzoniere, a los elegiacos latinos. CCXX, 10 («qual celeste cantar che m i 1 3 2 Estas celosas interrogaciones re- disface»). t o n c a s recuerdan a H o r a c i o , Odas, I, 1 4 3 juntada: 'conciliada, armonizada', V, I y ss.: «Quis m u l t a gracilis te puer en paranomasia conjuntamente (v. 144) in rosa». ' j u n t o con e s t o ' . 1 3 3 baste: 'resista, s o p o r t e ' (bastar I 4 S de hoy más: 'a partir de h o y ' , conserva el sentido que tenía en grie- Garcilaso sigue la línea de Virgilio, Bugo); podría haber u n eco de Sannaza- cólicas, VIII, 2 6 - 2 8 («Quid n o n spererò, Elegías, I, IX, 7 - 9 : « N o n m i hi cir- m u s a m a n t e s ? / I u n g e n t u r i a m cumstat solidum praecordia ferrum, / / Gryphes equis, aeuoque sequenti / c u m n o n riget ni n o s t r o pectore dura silex, canibus timidi uenient ad pocula da/ p o s s i m . . . » . nmae»), contaminado con reminiscencias 13S-137 L 3 s imágenes hiedra-muro y de O v i d i o , H o r a c i o , Petrarca y de dos vid-olmo son símbolos tradicionales para pasajes de Isaías (véanse vv. 161-163). expresar la u n i ó n de los amantes; la 1 4 6 ' h a b i e n d o sido tú el m o t i v o (la version de Garcilaso es coincidente con materia) de t o d o ' . 1 3 4 E G L O G A I perder lo que estuviere poseyendo. Salid fuera sin duelo, salid sin duelo, lágrimas, corriendo. 155 Materia diste al mundo de'speranza d'alcanzar lo imposible y no pensado y d'hacer juntar lo diferente, dando a quien diste el corazón malvado, quitándolo de mí con tal mudanza, 160 que siempre sonará de gente en gente. La cordera paciente con el lobo hambriento hará su ajuntamiento, y con las simples aves sin ruido 165 harán las bravas sierpes ya su nido, que mayor diferencia comprehendo de ti al que has escogido. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. Siempre de nueva leche en el verano 170 y en el invierno abundo; en mi majada 1 5 5 materia: ' m o t i v o , ejemplo' (véase v. 146). 1 5 8 « O d i g n o coniucta viro, d u m despicis omnis» (Virgilio, Bucólicas, VIII, 32; Brócense). 1 6 0 sonará: 'será sonado, famoso, n o pasará desapercibido'. 1 6 1 paciente: 'que pace'; sentido aclarado por el t e x t o latino: «pascentur» (véanse vv. 161-163). 1 6 3 ajuntamiento: ' a y u n t a m i e n t o , u n i ó n ' . 1 6 5 bravas: 'feroces, terribles'. Ejemplos de la u n i ó n antinatural entre determinados animales (dentro del tópico de los adynata o impossibilia) que ofrecen varios autores t a n t o clásicos c o m o italianos; pero los de Garcilaso coinciden con Isaías II, 6 - 8 , y 6 5 , 2 5 : «Habitabit lupus c u m a g n o ... et delectabitur infans ab ubere super foram i n e aspidis ... L u p u s et agnus pascentur simul, leo et bos comedent paleas, et serpenti pulvis pañis eius»; también con Ovidio, Ibis, 4 1 - 4 2 («Pax erit haec nobis, doñee m i h i vita manebit, / c u m pecore infirmo quae solet esse lupis»); menos secundariamente con Petrarca, Canzoniere, cxxvm, 3 9 - 4 1 («or dentro ad u n a gabbia / fiere selvagge e mansuete g r e g g e / s'annidan sì, che sempre il miglior geme»). 1 6 6 comprehendo: ' v e o , percibo' (del latín comprehendere). Los partidarios de la interpretación biográfica ven en esta diferencia entre Galatea (Isabel Freyre) y su n u e v o a m a n t e (don A n t o n i o de Fonseca) una alusión al origen converso de éste. 169-170 ' s i e m p r e t e n g 0 C o n abundancia (abundo) leche fresca (nueva), tanto en primavera (verano) c o m o en inviern o ' (véase v. 180). V E R S O S 1 5 2 - 1 9 1 1 3 5 la manteca y el queso está sobrado. De mi cantar, pues, yo te via agradada tanto, que no pudiera el mantüano Títero ser de ti más alabado. 175 N o soy, pues, bien mirado, tan diforme ni feo, que aun agora me veo en esta agua que corre clara y pura, y cierto no trocara mi figura 180 con ese que de mí s'está reyendo; ¡trocara mi ventura! Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. ¿Cómo te vine en tanto menosprecio? ¿Cómo te fui tan presto aborrecible? 185 ¿Cómo te faltó en mí el conocimiento? Si no tuvieras condición terrible, siempre fuera tenido de ti en precio, y no viera este triste apartamiento. ¿No sabes que sin cuento 190 buscan en el estío mis ovejas el frío 1 7 2 Garcilaso usa indistintamente la forma etimológica via y la m o d e r n a veía. 173-174 j _ a identificación de Virgilio (el mantüano) con el pastor principal de su primera égloga (Títero) era ya com ú n en la literatura latina y en Italia fue renovada por Sannazaro. 1 8 0 Esta ponderación de la riqueza en el g a n a d o y la habilidad en el canto, j u n t o a la referencia a la figura del poeta reflejada en el agua, imita a Virgilio, Bucólicas, II, 2 2 - 2 7 («Lac mihi non aestate n o u u m , non frigore defit. / C a n t o , quae solitus, si q u a n d o armenia vocabat... / N e c sum adeo informis: n u p e r m e in litore vidi, / c u m placidum ventis staret mare: non ego D a p h n i m / iudice te m e t u a m , si n u m q u a m fallii imago»), si bien en algunos aspectos pueda apreciarse también la influencia de O v i d i o , Metamorfosis, x i i l , 7 8 9 - 8 6 5 , y Sannazaro, Arcadia, IX, 41 («né di state né di verno mai li manca n o v o latte. Del suo cantare n o n dico altro»). 1 8 1 ' Y ciertamente (cierto) n o cambiaria m i figura con la de ése que se esta riendo (reyendo) de m í ; cambiaría con él m i suerte'. 1 8 3 ' C ó m o llegué a producirte (te vine en) t a n t o menosprecio'; este verso, c o m o el anterior, parece estar sugerido por Virgilio, Bucólicas, II, 19 («Despectus tibi s u m . . . » ) , y Sannazar o , Piscatorias, 11, 2 7 («tibi si denique t a n t u m displiceo?»). 187 precio: 'aprecio'. 136 É G L O G A I de la sierra de Cuenca, y el gobierno del abrigado Estremo en el invierno? Mas ¿qué vale el tener, si derritiendo 195 m'estoy en llanto eterno? Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. Con mi llorar las piedras enternecen su natural dureza y la quebrantan; los árboles parece que s'inclinan; 200 las aves que m'escuchan, cuando cantan, con diferente voz se condolecen y mi morir cantando m'adevinan; las fieras que reclinan su cuerpo fatigado 205 dejan el sosegado sueño por escuchar mi llanto triste. Tú sola contra mí t'endureciste, los ojos aun siquiera no volviendo a los que tú hiciste 210 salir, sin duelo, lágrimas corriendo. Mas ya que a socorrerme aquí no vienes, no dejes el lugar que tanto amaste, que bien podrás venir de mí segura. 192-193 ' y e j S U s t e n t o (gobierno) de la resguardada E x t r e m a d u r a (el abrigado Estremo)'; Garcilaso debió de conocer m u y bien esta trashumancia, pues había heredado los derechos de m o n t a z g o sobre todos los rebaños que pasaban por Badajoz. La m e n c i ó n de las innumerables (sin cuento) ovejas que tiene Salicio traduce otra del pastor C o n d ó n en Virgilio, Bucólicas, II, 21 («Mille meae Siculis errant in m o n t i b u s agnae»), a quien también imita Sannazaro, Arcadia, IX, 41 («mille pecore di bianca lana pasee per queste m o n t a gne»); véase v. 180. 1 9 4 el tener: ' c u a n t o se tiene o p o see', es decir, 'las r i q u e z a s ' . 2 0 1 condolecerse y condolerse eran formas concurrentes en el siglo XVI. Los prodigios q u e produce en la naturaleza el llanto de Salicio presentan afinidades con los que p r o d u c e el canto de Orfeo, recordado por Virgilio, Bucólicas, VI, 2 7 - 3 0 , con q u i e n Garcilaso coincide en algún p u n t o , c o m o en el movimiento de los árboles: «tum rígidas m o t a r e cacumina quercus»; n o es seguro, en c a m b i o , q u e volver los ojos (v. 2 0 8 ) tenga aquí el sentido de ' m i r a r hacia atrás' ( y n o el de 'dirigirlos... hacia algún l u g a r ' , ' m i rar'; véase v. 2 6 9 ) y q u e haya en ese gesto otra alusión a O r f e o , quien p o r volver la cabeza para c o n t e m plar a Eurídice la perdió para siem- pre. V E R S O S 1 9 2 - 2 3 6 1 3 7 Yo dejaré el lugar do me dejaste; 215 ven si por solo aquesto te detienes. Ves aquí un prado lleno de verdura, ves aquí un' espesura, ves aquí un agua clara, en otro tiempo cara, 220 a quien de ti con lágrimas me quejo; quizá aquí hallarás, pues yo m'alejo, al que todo mi bien quitar me puede, que pues el bien le dejo, no es mucho que'l lugar también le quede. 225 Aquí dio fin a su cantar Salicio, y sospirando en el postrero acento, soltó de llanto una profunda vena; queriendo el monte al grave sentimiento d'aquel dolor en algo ser propicio, 230 con la pesada voz retumba y suena; la blanda Filomena, casi como dolida y a compasión movida, dulcemente responde al son lloroso. 235 Lo que cantó tras esto Nemoroso, decildo vos, Piérides, que tanto 2 1 4 Esta idea de la huida (véase también v. 2 2 1 y abajo, égloga II, 2 5 - 3 0 ) está insinuada p o r Sannazaro, Piscatorias, II, 6 2 - 6 3 : «Externas trans p o n t u m quaerere térras / iam p r i d e m est a n i m u s . . . » . 216-218 p a j a h r a s bastante similares se hallan en Virgilio, Bucólicas, X, 4 2 - 4 3 : «Hic gelidi fontes, hic mollia prata, Lycori, / hic n e m u s . . . » (Brócense y H e r r e r a ) . 2 2 5 Esta estrofa de transición (hasta el v . 238) entre el cantar de Salicio y el de N e m o r o s o amplia u n o s versos de Virgilio, Bucólicas, VIII, 6 2 - 6 3 : «Haec D a m o n , u o s , quae responderit A l p h e siboeus, / dicite, Piérides: n o n o m n i a p o s s u m u s o m n e s » . 227 profunda vena: ' g r a n afluencia de lágrimas', c o m o en Petrarca, Canzoniere, CCXXX, 9-10 («si profondo era e di si larga vena / il pianger mió»). 2 3 1 Filomena, convertida en ruiseñor, se queja cantando en los bosques en que había sido violada por su c u ñ a d o Tereo; el adjetivo blanda ('suave, dulce'), p r o p u e s t o por el Brócense, en lugar de blanca, c o m o reza la primera edición, se ajusta perfectamente al son lloroso de Filomena (como lo confirman las «blandas querellas» de los ruiseñores de la canción III, 12, o la «blanda elegía» de Ovidio, Remedia amoris, 379). 232 dolida: ' c o m p a d e c i d a ' . 2 3 6 La interpelación a las musas (Piérides) procede directamente de Virgilio (véanse vv. 2 2 5 - 2 3 8 ) . 1 3 8 É G L O G A I no puedo yo ni oso, que siento enflaquecer mi débil canto. N E M O R O S O Corrientes aguas puras, cristalinas, 2 4 0 árboles que os estáis mirando en ellas, verde prado de fresca sombra lleno, aves que aquí sembráis vuestras querellas, hiedra que por los árboles caminas, torciendo el paso por su verde seno: 2 4 5 yo me vi tan ajeno del grave mal que siento, que de puro contento con vuestra soledad me recreaba, donde con dulce sueño reposaba, 2 5 0 o con el pensamiento discurría por donde no hallaba sino memorias llenas d'alegría. Y en este mismo valle, donde agora me entristezco y me canso en el reposo, 2 5 5 estuve ya contento y descansado, ¡Oh bien caduco, vano y presuroso! Acuerdóme, durmiendo aquí algún hora, que, despertando, a Elisa vi a mi lado. ¡Oh miserable hado! 2 6 0 ¡Oh tela delicada, antes de tiempo dada a los agudos filos de la muerte! 2 3 9 Estos apostrofes (que se p r o l o n g a n hasta el v. 252) tienen c o m o m o delo a Petrarca, Canzoniere, cxxvi, 1-13 («Chiare, fresche e dolci acque... / gentil r a m o ove piacque... / erba e fior che la g o n n a . . . » ) , a u n q u e presentan imágenes (vv. 2 4 0 y 2 4 1 - 2 4 3 ) de A r i o s t o , Orlando furioso, I, XXXVII, 3 («che de le liquide onde al specchio siede»), y X I V , xeni, 3 - 4 («di cui la fronte l'edera seguace / t u t t a aggirando va con storto passo»), 2 + 2 Parece traducirse u n verso de Séneca (Phaedra, v. 5 0 8 ) , recogido por Ravisius T e x t o r en los Epitheta, bajo la palabra avis: «hinc aves querulae fremunt». 2 6 0 tela delicada: posible referencia a los hilos, t a n t o de seda c o m o de lana, que las Parcas (representación del destino fatal) van e n r o l l a n d o y cort a n d o . V E R S O S 2 3 7 - 2 8 1 1 3 9 Más convenible fuera aquesta suerte a los cansados años de mi vida, 265 que's más que'l hierro fuerte, pues no la ha quebrantado tu partida. ¿Dó están agora aquellos claros ojos que llevaban tras sí, como colgada, mi alma, doquier que ellos se volvían? 2 7 0 ¿Dó está la blanca mano delicada, llena de vencimientos y despojos, que de mí mis sentidos 1'ofrecían? Los cabellos que vían con gran desprecio al oro 275 como a menor tesoro ¿adonde están, adonde el blanco pecho? ¿Dó la columna que'l dorado techo con proporción graciosa sostenía? Aquesto todo agora ya s'encierra, 280 por desventura mía, en la escura, desierta y dura tierra. 263-266 £ ] a n h e i 0 d e m U e r t e parece derivarse de B e m b o , Rime, CLXII, 4 5 - 4 6 ( « O già mia speme, q u a n t o / meglio m ' e r a il m o r i r , che'l viver tanto»), en tanto el encarecimiento de la fortaleza, usando hierro c o m o t e r m i n o de comparación, se inspira directamente en Ausias M a r c h , XCV [Cani de Mori, IV], 4 3 - 4 4 ( « M o n cor de carn es pus fort que-1 acer, / p u y s eli és viu y entre nos és depart»). 2 6 7 El m o v i m i e n t o interrogativo de toda la estancia (con el planteamiento del tema ubi sunt, tradicional en los poemas fúnebres) es análogo a Petrarca, Canzoniere, ccxcix, 1-12 ( « O v ' è la fronte che con picciol cenno / volgea il m i o c o r e . . . / o v ' è '1 beglio ciglio...»); y a o t r o p o e m a de u n autor «antiguo» (citado por Brócense) que nadie ha p o d i d o identificar («Dove son gli occhi e la serena forma / del santo, allegro e amoroso aspetto? / D o v e è la m a n eburnea, ove è '1 bel p e t t o ? » ) . 2 6 9 'dondequiera que ellos se dirigían, m i r a b a n ' ; la imagen de los ojos de la amada que han arrebatado el alma del a m a n t e está basada en ideas neoplatónicas (la del a m o r que entra por los ojos y la del alma del amante que vive d o n d e la amada). 277-278 g s t a s metáforas arquitectónicas (columna = 'cuello' y techo = 'cabellera') surgen por combinación de diversos elementos petrarquescos: «Muri eran d'alabastro e'l tetto d'oro» y «Dinanzi una colonna / cristallina et iv'entro o g n i pensiero / scritto» (Canzoniere, CCCXXV, 16 y 2 7 - 2 8 ) ; proporción graciosa (en lugar de presunción graciosa) es expresión corriente en los tratados de arquitectura y refleja un concepto neoplatónico sobre la a r m o nía m u y difundido en el Renacim i e n t o . 279-281 £ s i m a g e n bastante reiterada por Petrarca, Canzoniere, CCCXXXI, 4 6 - 4 7 « O r mie speranza sparte / ha 1 4 0 É G L O G A I ¿Quién me dijera, Elisa, vida mía, cuando en aqueste valle al fresco viento andábamos cogiendo tiernas flores, 285 que habia de ver, con largo apartamiento, venir el triste y solitario día que diese amargo fin a mis amores? El cielo en mis dolores cargó la mano tanto, 290 que a sempiterno llanto y a triste soledad me ha condenado; y lo que siento más es verme atado a la pesada vida y enojosa, solo, desamparado, 295 ciego, sin lumbre en cárcel tenebrosa. Después que nos dejaste, nunca pace en hartura el ganado ya, ni acude el campo al labrador con mano llena; no hay bien que'n mal no se convierta y mude. 300 La mala hierba al trigo ahoga, y nace en lugar suyo la infelice avena; la tierra, que de buena gana nos producía flores con que solía 305 quitar en sólo vellas mil enojos, produce agora en cambio estos abrojos, ya de rigor d'espinas intratable. morte; e poca térra il mío ben preme»), al igual q u e la tendencia a realzar la oscuridad de la tierra (CCCI, 1 0 - n , y soneto XXV, 81-84); el Brócense vuelve a aducir el misterioso autor a n t i g u o (véase v. 2 6 7 ) : «Lasso, che poca térra o g g i Pasconde». 293 pesada: probablemente en el sentido de ' o n e r o s a ' , en referencia al lastre corpóreo (v. 295), confluyendo con el de 'insufrible, dura, enfadosa'. 2 9 5 Los símbolos de oscuridad sin lumbre y en cárcel tenebrosa (en una p o sible alusión a los ojos y al cuerpo del poeta, a u n q u e lumbre parece m á s bien referencia a la amada, caracterizada en términos de luz) es de origen petrarquesco, Canzoniere, CCCXXI, 9 y 12: «e m ' à i lasciato qui misero e solo... v e g g e n d o a' colli oscura n o t t e int o r n o . . . » . 2 9 8 'ni el c a m p o da frutos (acude) con abundancia (con mano llena) al lab r a d o r ' . 3 0 1 infelice: 'estéril, infecunda, sin fruto valioso', p o r latinismo, favorecido aquí por la reminiscencia de Virgilio (véanse vv. 2 9 6 - 3 0 7 ) . 3 0 7 intratable: 'áspero, d u r o ' (del latin intractabile). El duelo general de la naturaleza está descrito c o m o en Virgilio, Bucólicas, V, 3 4 - 3 9 : « P o s t q u a m V E R S O S 2 8 2 - 3 2 5 1 4 1 Yo hago con mis ojos crecer, lloviendo, el fruto miserable. 310 C o m o al partir del sol la sombra crece, y en cayendo su rayo, se levanta la negra escuridad que'l mundo cubre, de do viene el temor que nos espanta y la medrosa forma en que s'ofrece 315 aquella que la noche nos encubre hasta que'l sol descubre su luz pura y hermosa, tal es la tenebrosa noche de tu partir en que he quedado 320 de sombra y de temor atormentado, hasta que muerte'l tiempo determine que a ver el deseado sol de tu clara vista m'encamine. Cual suele'1 ruiseñor con triste canto 325 quejarse, entre las hojas escondido, te fata t u l e r u n t , / ipsa Pales agros atque ipse reliquit Apollo. / Grandia saepe quibus m a n d a u i m u s hordea sulcis / infelix lilium et steriles nascuntur avennae...»; y Sannazaro, Arcadia, V, 2 9 : «E q u a n t e volte d o p o averno fatto p r u o v a di seminare il candido frumento, tanta invece di quello a v e m o ricolto lo infelice loglio c o n le sterili avene per li sconsolati solchi; e in l u o g o di viole e d'altri fiori sono usciti p r u n i con spine acutissime e velenose per le nostre c a m p a g n e » . 308-309 lagrimas del amante (descritas aquí c o n la i m a g e n de la lluvia) hacen crecer el fruto de su m a l , c o m o le o c u r r e a A p o l o en el soneto xm, 13-14: presentan, desde l u e g o , ciertas analogías con los amores q u e , grabados en los árboles, crecen con éstos; «meos indicare amores / arboribus. Crescent illae, crescetis, amores» (Virgilio, Bucólicas, X, 53-54); «Incisae seruant a te mea n o m i n a fagi... / et q u a n t u m trunci, t a n t u m m e a n o mina crescunt ( O v i d i o , Heñidas, V, 21-23). 310-313 £ s t a descripción de la noche procede de Ariosto, Orlando furioso, X L V , x x x v i , 1-4: « C o m e al partir del sol si fa m a g g i o r e / l ' o m b r a onde nasce poi vana paura, / et come...». 314-315 >y e [ a S p e c t o temeroso (forma medrosa) con que se manifiesta cuanto la noche n o s oculta'. 3 2 2 - 3 2 3 La identificación de la amada c o n el sol que alumbra y guía al a m a n t e (aquí con la esperanza de que lo haga hacia la inmortalidad) tiene numerosos paralelos en Petrarca, Canzoniere, CCLXXV, 1-2 («Occhi mei, oscurato è '1 nostro Sole, / anzi è salito al cielo ed ivi splende»), CCCVI, 1-2 («Quel Sol que m i mostrava il camin destro / di gire al ciel con gloriosi passi...»), etc. 1 4 2 C A N C I Ó N I V del duro labrador que cautamente le despojó su caro y dulce nido de los tiernos hijuelos entretanto que del amado ramo estaba ausente, 330 y aquel dolor que siente, con diferencia tanta por la dulce garganta, despide, que a su canto el aire suena, y la callada noche no refrena 335 su lamentable oficio y sus querellas, trayendo de su pena el cielo por testigo y las estrellas, desta manera suelto yo la rienda a mi dolor y ansí me quejo en vano 340 de la dureza de la muerte airada; ella en mi corazón metió la mano y d' allí me llevó mi dulce prenda, que aquél era su nido y su morada. ¡Ay, muerte arrebatada, 345 por ti m'estoy quejando al cielo y enojando con importuno llanto al mundo todo! El desigual dolor no sufre modo; no me podrán quitar el dolorido 350 sentir si ya del todo primero no me quitan el sentido. 3 3 1 diferencia era t é r m i n o musical equivalente al m o d e r n o 'variación'. 3 3 5 lamentable oficio: 'deber digno de lamento o lástima' o 'deber que consiste en lamentarse'; es traducción del miserabile carmen de Virgilio (véanse vv. 323-343)- 3 3 7 El símil c o n el ruiseñor que llora el n i d o r o b a d o p o r el labrador se basa en Virgilio, Geórgicas, rv, 511-515, pero está recreado p o r otras fuentes, desde H o m e r o a Petrarca, y según m o tivos afines. 3 4 2 dulce prenda: referencia a los «dulces exuviae» de Virgilio, Eneida, IV, 651 (evocadas más a la letra en el soneto X, 1-3). 344 arrebatada: 'súbita, inesperada'. 34<>-347 ' y molestando (enojando) c o n llanto importuno' (importuno parece tener aquí el sentido actual, si bien no cabe descartar el que tiene en el v. 3 6 4 ) . 3 4 8 ' u n dolor tan desmesurado (desigual) n o sufre modulación (modo)'. 349-351 rj[ antecedente de este dolorido sentir está en Boscán: «que quitándome el sentido, / no m e quitan el sentir» y «que q u i t á n d o m e el sentido n o m e quita que n o sienta / los males que m e h a n herido». V E R S O S 3 2 6 - 3 7 0 1 4 3 Tengo una parte aquí de tus cabellos, Elisa, envueltos en un blanco paño, que nunca de mi seno se m'apartan; 355 descójolos, y de un dolor tamaño enternecer me siento que sobre'llos nunca mis ojos de llorar se hartan. Sin que d'allí se partan, con sospiros callientes, 360 más que la llama ardientes, los enjugo del llanto, y de consuno casi, los paso y cuento uno a uno; juntándolos, con un cordón los ato. Tras esto el importuno 365 dolor me deja descansar un rato. Mas luego a la memoria se m'ofrece aquella noche tenebrosa, escura, que siempre aflige esta anima mezquina con la memoria de mi desventura. 370 Verte presente agora me parece 3 5 5 descójolos: 'los desplegó, extendió'; es traducción de «disciolgoli» (véase v. 3 6 5 ) . 361-362 >). V E R S O S 5 0 3 - 5 4 2 173 y todos con los gestos lastimeros me preguntaban cuáles habian sido los acidentes de mi mal primeros; a los cuales, en tierra yo tendido, 525 ninguna otra respuesta dar sabía, rompiendo con sollozos mi gemido, sino de rato en rato les decía: «Vosotros, los de Tajo, en su ribera cantaréis la mi muerte cada día; 530 este descanso llevaré, aunque muera, que cada día cantaréis mi muerte, vosotros, los de Tajo, en su ribera». La quinta noche, en fin, mi cruda suerte, queriéndome llevar do se rompiese 535 aquesta tela de la vida fuerte, hizo que de mi choza me saliese por el silencio de la noche'scura a buscar un lugar donde muriese; y caminando por do mi ventura 540 y mis enfermos pies m e condujeron, llegué a un barranco de m u y gran altura; luego mis ojos le reconocieron, 5 2 1 gestos lastimeros: 'caras de lástim a ' ; (en cuanto a gesto, véase soneto V, I ) . 5 2 3 acidentes de mi mal: 'síntomas de m i enfermedad'; los accidentia de la enfermedad de a m o r (vigilas, anorexias, palidez...) están tratados p o r A r n a l d o de Vilanova, De amore heroico, III. 528-532 Q a r c j l a s o emplea en la respuesta de Albanio los m i s m o s recursos de repetición q u e Sannazaro, Arcadia, VIII, 38 («Voi, arcadi, cantarete nei vostri m o n t i la m i a m o r t e ; arcadi, soli di cantare esperti, voi la mia m o r t e nei vostri m o n t i cantarete. O h quanto allora le mie ossa q u i e t a m e n t e riposeranno, se la vostra s a m p o g n a a coloro c h e d o p o m e nasceranno dirà gli amori e i casi mei»), quien está imitando a Virgilio, Bucólicas, x , 31-34; pero, a diferencia de ellos, suprime el final y lo incorpora en el verso 530. 5 3 3 Garcilaso adorna c o n pequeños detalles la escena de Sannazaro, Arcadia, Vili, 3 9 - 4 0 («Finalmente a la quinta notte, desideroso oltra m o d o di m o rire, uscendo fuora de lo sconsolato albergo n o n . andai a la odiosa fontana...»); así, p o r ejemplo, el verso 537 está inspirado p o r o t r o pasaje de la Arcadia, IX, I («per l'amica oscurità della note»), que r e m o n t a a Virgilio, Eneida, II, 255 («Tacitae per amica silentia lunae»). 541-544 El barranco debe de aludir a u n o de los m u c h o s ribazos o acantilados q u e flanquean el río T o r m e s y se corresponde con «una ripa altissima p e n d e n t e sovra al mare» d e Sannazar o , Arcadia, Vili, 3 9 . 1 7 4 É G L O G A I I que pende sobre'1 agua, y su cimiento las ondas poco a poco le comieron. 545 Al pie d'un olmo hice allí mi asiento, y acuerdóme que ya con ella estuve pasando "allí la siesta al fresco viento. En aquesta memoria me detuve como si aquesta fuera medicina 550 de mi furor y cuanto mal sostuve. Denunciaba el aurora ya vecina la venida del sol resplandeciente, a quien la tierra, a quien la mar s'enclina. Entonces, como cuando el cisne siente 555 el ansia postrimera que Paqueja y tienta el cuerpo mísero y doliente, con triste y lamentable son se queja, y se despide con funesto canto del espirtu vital que del s'aleja; 560 así, aquejado yo de dolor tanto, que el alma abandonaba ya la humana carne, solté la rienda al triste llanto: 549-550 j ; s t o s v e r s o s tienen c o m o fuente inmediata a Sannazaro, Arcadia, VIII, 4 0 («né p i ü n é m e n o c o m e se questa stata fusse medicina del m i ó furore»), pero se retrotraen a Virgilio, Bucólicas, X, 6 0 ( « t a m q u a m haec sit nostri medicina furoris»). 551-553 L a descripción del amanecer amplía u n a m í n i m a referencia de Sannazaro, Arcadia, VIII, 4 0 : «prima che '1 sol uscisse». 555-550 q a u ] t i m a angustia (el ansia postrimera) q u e le aflije (aqueja) e invade (tienta) el cuerpo débil (mísero) y enfermo (doliente)'. 5 5 8 funesto: ' f ú n e b r e ' , e n t a n t o anuncia su m u e r t e . 5 5 9 El espirtu vital es el principio de la vida, responsable de la respiración y la c o m b u s t i ó n , según precisa la fisiología antigua desde G a l e n o ; véase Garci Sánchez de Badajoz, Lecciones de Job, 3 6 6 - 3 6 8 : «los espíritus vitales, / d o la vida triste m o r a , / ya flacan sus m o v i m i e n t o s » . 5 6 2 La presunción de q u e el cisne canta m á s dulce al morir t u v o n u m e rosos ecos entre los poetas griegos y latinos p o r influencia de Platón y Plutarco, aunque fue cuestionada por otros autores clásicos; su uso c o m o t é r m i n o de comparación en las penas de a m o r se debe especialmente a O v i d i o , Heroidas, Vil, 1-6 («Sic u b i facta... adloq u o r . . . » ) , c o n amplia difusión en la poesía española del siglo XV, si bien aquí Garcilaso sigue a Sannazaro, ^4rcadia, VIII, 4 0 («e d o p o m o l t o sospirare, a guisa c h e suole il candido cig n o presago de la sua m o r t e cantare gli esequiali versi, così d i r o t t a m e n t e piangendo incominciai»), q u e presenta afinidades con Marcial, Epigramas, X I I I , LXXVII, 2. V E R S O S 5 4 3 - 5 8 0 1 7 5 «¡Oh fiera», dije, «más que tigre hircana y más sorda a mis quejas que'l ruido 565 embravecido de la mar insana, heme entregado, heme aquí rendido, he aquí que vences; toma los despojos de un cuerpo miserable y afligido! Yo porné fin del todo a mis enojos; 570 ya no te ofenderá mi rostro triste, mi temerosa voz y húmidos ojos; quizá tú, que'n mi vida no moviste el paso a consolarme en tal estado ni tu dureza cruda enterneciste, 575 viendo mi cuerpo aquí desamparado, vernás a arrepentirte y lastimarte, mas tu socorro tarde habrá llegado. ¿Cómo pudiste tan presto olvidarte d'aquel tan luengo amor, y de sus ciegos 580 ñudos en sola un hora desligarte? 5 6 3 El tigre hircana, aducido p o r los autores clásicos p o r su proverbial ferocidad, sustituye a los «truculente orse» de Sannazaro, Arcadia, Vili, 4 1 ; véase B e m b o , Rime, CV, 1-4 («Se la più dura quercia, che l'alpe aggia, / v'avesse pastorita, / e le più infeste tigri Ircane nodrita, anco devreste / n o n esserui sì fera e sì selvaggia»). El m o n ò l o g o de Albanio, con elem e n t o s tradicionales en el g é n e r o pastoril (la interpelación a la amada y a las ninfas del lugar, la despedida de los animales y de la naturaleza), r e p r o d u ce c o n ligeras modificaciones el de C a rino en Sannazaro, Arcadia, VIII, 4 1 - 5 2 . 564-565 Garcilaso intercambia los adjetivos empleados p o r Sannazaro, Arcadia, vili, 4 1 : «a' miei preghi più sorda che gli insani m o r m o r i i de l'infiato mare!»; la comparación ya está en O v i dio, Metamorfosis, x i n , 8 0 4 : «surdior aequoribus». 5 7 1 húmidos ( ' h ú m e d o s ' ) ojos parecen corresponderse con los «umentes oculos» de O v i d i o , Metamorfosis, XIV, 734- 5 7 4 enterneciste: 'ablandaste'. La actit u d de derrota q u e adopta Albanio y la determinación que toma de suicidarse se hallan en Sannazaro, Arcadia, VIII, 4 1 - 4 2 («Ecco che vinci già; ecco che io m o i o ; contentati, che p i ù n o n avrai di vedermi fastidio. M a certo io spero che '1 t u o core...»), pero presentan algunas variantes procedentes de la fuente de éste, O v i d i o , Metamorfosis, XIV, 7 1 8 - 7 2 1 («Vincis, A n a x a r e t e , ñeque erunt tibi taedia t a n d e m / ulla ferenda mei... / Vincis enim, moriorque libens. A g e . . . gaude! / ...Ipse e g o . . . adero praesensque uidebor, / corpore u t exan i m i crudelia l u m i n a pascas»). 5 7 6 vernás... a lastimarte: 'vendrás a... c o m p a d e c e r t e ' . 5 7 7 El verso parece inspirado p o r J u a n de M e n d o z a : «Llegará el socorro tarde, / seré ya ceniza hecho» ( H e - rrera). É G L O G A I I ¿No se te acuerda de los dulces juegos ya de nuestra niñez, que fueron leña destos dañosos y encendidos fuegos, cuando la encina desta espesa breña 585 de sus bellotas dulces despojaba, que íbamos a comer sobre'sta peña? ¿Quién las castañas tiernas derrocaba del árbol, al subir dificultoso? ¿Quién en su limpia falda las llevaba? 590 ¿Cuándo en valle florido, espeso, umbroso metí jamás el pie que del no fuese cargado a ti de flores y oloroso? Jurábasme, si ausente yo estuviese, que ni el agua sabor, ni olor la rosa, 595 ni el prado hierba para ti tuviese. ¿A quién m e quejo?, que no escucha cosa de cuantas digo quien debria escucharme. Eco sola me muestra ser piadosa; respondiéndome, prueba conhortarme 584-585 Albanio J e b e varear las encinas para hacer caer las bellotas, ya que «estos árboles bien sufren estar algo espesos» (Gabriel A l o n s o de H e r r e ra, Obra de agricultura, III, XXIII) por la maleza (espesa breña) que crece en ellos. 587-588 Entiéndase: ' ¿ Q u i é n echaba al suelo (derrocaba) las tiernas castañas desde el árbol al q u e había subido con dificultad (al subir dificultoso)?'. 593-595 L o s reproches de Albanio a Camila n o siempre se ciñen literalmente a Sannazaro, Arcadia, VIII, 43 («Ohim è , e c o m e p u ò essere che '1 l u n g o amore, il quale u n t e m p o son certo m i portasti, sia ora in t u t t o da te fuggito? D e h n o n ti t o r n a n o a m e n t e i dolci giochi de la nostra puerizia, q u a n d o inseme per le selve c o g l i e n d o . . . , e le tenere castagne...?»), que en algún m o tivo recuerda a O v i d i o , Heroidas, III, 4 2 ( « Q u o levis a nobis t a m cito fugit amor?»). El ofrecimiento de las flores asimila libremente a Sannazaro, Arcadia, Vili, 44 («Seiti dimenticata t u d e ' primi gigli e de le p r i m e rose, le quali io sempre da le cercate c a m p a g n e ti portava?...), c o n el trasfondo de Calpurnio, Bucólicas, III, 7 8 - 8 0 («per m e tibi lilia p r i m a / c o n t i g e r a n t p r i m a e q u e rosae...»). El falso j u r a m e n t o del amante, esg r i m i d o reiteradamente p o r las protagonistas de las Heroidas y los Amores de O v i d i o , amplía a Sannazaro, Arcadia, VIII, 4 4 - 4 5 («Lasso, quante fíate allora m i giurasti per gli alti dii che, q u a n d o senza dimoravi, i fiori n o n ti olivano e i fonti n o n ti rendevano il solito sapore!»), que en lo esencial concuerda con C a l p u r n i o , Bucólicas, III, 11-12 y 52 («quae sibi... si q u a n d o solus abesses, / mella etiam sine te iurabat amara videri... / nec sapiunt f o n t e s . . . » ) . 0 5 9 9 conhortarme: ' c o n f o r t a r m e ' . V E R S O S 5 8 1 - 6 0 9 177 600 como quien probó mal tan importuno, mas no quiere mostrarse y consolarme. ¡Oh dioses, si allá juntos de consuno, de los amantes el cuidado os toca; o tú solo, si toca a solo uno!, 605 recebid las palabras que la boca echa con la doliente ánima fuera, antes qu'el cuerpo torne en tierra poca. ¡Oh náyades, d'aquesta mi ribera corriente moradoras; oh napeas, 6 0 0 importuno: ' d u r o , grave, cruel' (véase elegía II, 6 0 ) . 6 0 1 La solidaridad de E c o , q u e p o r el a m o r n o correspondido de Narciso se convirtió en piedra y en v o z incorpórea (consecuencia de su palidez y anorexia), está en Sannazaro, Arcadia, VIII, 4 5 - 4 6 («E c h e parlo io? E chi m i ascolta, altro che la risonante Eco? La quale, credente a' miei mali sì come quella c h e altra volta provati li h a , m i risponde pietosa, m u r m u r a n d o al s u o n o degli accenti miei; m a n o n so pure ove nascosa si stia, che n o n viene ella ora ad accompagnarsi meco»), p o siblemente inspirado en O v i d i o , Heñidas, X, 2 1 - 2 4 . 6 0 2 de consuno: ' t o d o s , de c o m ú n acuerdo '. 6 0 6 Este verso parece haber inspirado «el soneto de Pedro Laínez q u e e m pieza 'salga con la doliente ánima fuera'» ( E . L . Rivers). 6 0 7 La invocación de los dioses antes de m o r i r tiene c o m o m o d e l o i n m e diato a Sannazaro, Arcadia, VIII, 4 6 - 4 7 («O dii del cielo e de la terra, e qualunque altri avete cura de' miseri amanti, p o r g e t e , vi p r e g o , pietose orecchie al m i o lamentare, e le dolenti voci che la tormentata anima manda fuori, ascoltate»), p o r m á s q u e está matizada por Virgilio, Eneida, IV, 519-521 («testatur m o r i t u r a déos, et conscia fati / sidera, t u m si q u o d n o n aequo foedere amantis / curae n u m e n habet, iustumque m e m o r q u e , precatur»). 608-609 Entiéndase: ' O h náyades, moradoras de esta ribera habitual (corriente) para m í ' , o bien ' p o r la q u e y o suelo correr'; n o cabe descartar, sin emb a r g o , la interpretación de corriente c o m o u n italianismo, con el sentido de ' t u r b u l e n t a , vertiginosa', al igual que en Sannazaro, Arcadia, X, 4 7 («correnti fiumi»), y II, 127 («rivo corrente»). El n ú m e r o de las distintas clases de ninfas interpeladas n o coincide con Sannazaro, Arcadia, vili, 4 7 - 5 0 ( « O Naiadi, abitratrici d e ' correnti fiumi. O Ñ a pee, gratiosissima turba d e ' riposti l u o g h i et d e ' liquidi fonti... Et voi, bellissime O r e a d i , le quali i g n u d e solete per le alte ripe cacciando andare... Uscite da vostri alberi, 0 pietosi amadriadi... Et voi, o driadi, formosissim e donzelle delle alte selve...»); son las mismas — a u n q u e en o r d e n distint o — q u e en Poliziano, Silvas («Unda choros agitat Nais, decurrit O r e a s / m o n t e s u o , l i n q u u n t fáciles iuga celsa Napae, / nec latitai sub fronde Dryas»); se trata, en cualquier caso, de u n tópico d e n t r o de la tradición pastoril. 609-610 n a p e a s ¡ n m f a s (Je los bosques y las selvas, eran las m á s fáciles de convencer (Virgilio, Geórgicas, IV, 535); Garcilaso las llama verdadera guarda del bosque, p o r q u e habitaban en lo m á s recóndito de él (véanse vv. 6 0 8 - 6 3 1 ) . 178 É G L O G A i i 610 guarda del verde bosque verdadera!, alce una de vosotras, blancas deas, del agua su cabeza rubia un poco; así, ninfa, jamás en tal te veas. Podré decir que con mis quejas toco 615 las divinas orejas, no pudiendo las humanas tocar, cuerdo ni loco. ¡Oh hermosas oreadas que, teniendo el gobierno de selvas y montañas, a caza andáis, por ellas discurriendo!, 620 dejad de perseguir las alimañas, venid a ver un hombre perseguido, a quien no valen fuerzas ya ni mañas. ¡Oh dríadas, d'amor hermoso nido, dulces y graciosísimas doncellas 625 que a la tarde salís de lo ascondido, con los cabellos rubios que las bellas espaldas dejan d'oro cubijadas!, parad mientes un rato a mis querellas; y si con mi ventura conjuradas 6 1 3 El giro usado p o r Albanio podría vincularse con la conocida canción de la niña de G ó m e z de Arias («Señor... / duélete de m í , / q u e soy niña y sola, / nunca en tal m e vi»), a u n q u e llegó a ser frecuente desde el Auto de los Reyes Magos, 111-112. 614-616 ' p 0 ( j r é decir q u e . . . c o n m u e vo (toco) a las divinas orejas d e las ninfas, n o p u d i e n d o c o n m o v e r (tocar) a las humanas de Camila...'; orejas p o r ' o í d o s ' , a u n q u e n o raro en Garcilaso (véase v. 615), debía sonar ya arcaico en la segunda m i t a d del siglo x v i . 617-619 L a s oreadas, ninfas de los montes, suelen ir en el séquito de Diana (Virgilio, Eneida, 4 9 9 - 5 0 0 ) . 620-621 Q a r c ¡ l a s o u s a c o n distinto sentido el verbo perseguir: el m o d e r n o de 'ir tras alguien' (v. 6 2 0 ) y el de 'fatigar, sufrir' (v. 621). 623-625 L a s Jrfa¿¡aSi ninfas de los árboles, solían aparecer por la noche danzando alrededor de ellos, según recuerda Sannazaro, Arcadia, viii, 50 («E voi, o driadi, formosissime donzelle delle alte selve, le quali n o n u n a volta m a mille h a n n o i nostri pastori a prima sera vedute in cerchio danzare a l l ' o m bra delle fredde noci»). 0 2 5 ascondido p o r 'escondido', n o insòlito en Garcilaso (véanse vv. 633 y 625), podría explicarse p o r influencia del italiano ascondere. 6 2 7 cubijadas: 'cubiertas'; este tipo de descripción de las ninfas es corriente entre los poetas clásicos (véase égloga iii, 9 8 - 1 0 0 ) , a u n q u e Garcilaso se atiene a Sannazaro, Arcadia, v i i i , 5 0 («con li capelli biondissimi e l u n g h i pendenti dietro le bianche spalle»). 628 parad mientes: 'prestad atención', en exacta equivalencia con la expresión «parate u n p o c o m e n t e » (Sannazaro, Arcadia, v i i i , 4 9 ) . v e r s o s 6 1 0 - 6 5 2 179 630 no estáis, haced que sean las ocasiones de mi muerte aquí siempre celebradas. ¡Oh lobos, oh osos, que por los rincones destas fieras cavernas ascondidos estáis oyendo agora mis razones!, 635 quedaos a Dios, que ya vuestros oídos de mi zampona fueron halagados y alguna vez d'amor enternecidos. Adiós, montañas; adiós, verdes prados; adiós, corrientes ríos espumosos: 640 vevid sin mí con siglos prolongados, y mientras en el curso presurosos iréis al mar a dalle su tributo, corriendo por los valles pedregosos, haced que aquí se muestre triste luto 645 por quien, viviendo alegre, os alegraba con agradable son y viso enjuto; por quien aquí sus vacas abrevaba; por quien, ramos de lauro entretejendo, aquí sus fuertes toros coronaba». 650 Estas palabras tales en diciendo, en pie m'alcé por dar ya fin al duro dolor que en vida estaba padeciendo, 630-631 g s t a petición a las ninfas se corresponde c o n Sannazaro, Arcadia, VIII, 5 0 («fate, vi prego — s e n o n sete inseme c o n la m i a poco stabile fortuna m u t a t e — , che la mia m o r t e fra queste o m b r e n o n si taccia, m a sempre si estenda più di g i o r n o in g i o r n o ne li futuri secoli, acciò che quel tempo il quale da la vita si manca, a la fama si supplisca»), q u e tiene en cuenta a O v i d i o , Metamorfosis, XIV, 7 2 9 - 7 3 2 («Si t a m e n , 0 superi... / este mei m e m o r e s . . . / et l o n g o facite u t n a r r e m u r in aevo / et quae dempsistis vitae date t e m p o r a famae»). 6 4 0 El u s o del imperativo (con el verbo vivir) dirigido a los elementos de la naturaleza traduce a Sannazaro (véanse v v . 6 3 9 - 6 4 2 ) , pero se r e m o n t a a Virgilio, Bucólicas, VIH, 58 («vivite silvae»), según señala Herrera. 6 4 6 viso enjuto: 'rostro seco, ojos sin lágrimas'; es u n posible eco de Petrarca, Canzoniere, XCIII, 13 («forse n o n avrai s e m p r e il viso a s c i u t t o » ) , CCLXXXVIII, 8, y Trionfo della morte, II, 123 («dissi t r e m a n d o e n o n col viso asciutto»), a u n q u e aparece ya en D a n te, Inferno, XX, 2 1 («com'io potea tener lo viso asciutto»). 648-649 L o s toros y otros animales ofrecidos a los dioses c o m o sacrificio llevaban coronas. La despedida de los animales y de la naturaleza se ajusta (salvo el v. 6 4 6 ) a Sannazaro, Arcadia, VIII, 51-52); pero tiene ya antecedentes literarios en T e o crito, Idilios, I, 115-121. É G L O G A I I y por el paso en que me ves te juro que ya me iba a arrojar de do te cuento, 655 con paso largo y corazón seguro, cuando una fuerza súbita de viento vino con tal furor, que d'una sierra pudiera remover el firme asiento. De espaldas, como atónito, en la tierra 660 desde a gran rato me hallé tendido, que así se halla siempre aquel que yerra. Con más sano discurso en mi sentido comencé de culpar el presupuesto y temerario error que había seguido 665 en querer dar, con triste muerte, al resto d'aquesta breve vida fin amargo, no siendo por los hados aún dispuesto. D'allí me fui con corazón más largo para esperar la muerte cuando venga 53 paso: 'trance, circunstancia'. 5 4 - 6 5 5 La decisión de arrojarse por u n acantilado, si bien aquí se inspira directamente en Sannazaro, Arcadia, VIII, 53 («E queste parole dicendo, m i era alzato già per gittarmi da la alta ripa...»), procede de Virgilio, Bucólicas, Vili, 5 9 - 6 0 («praeceps aerii specula de m o n t i s in undas...»). 6 6 0 desde a: 'desde allí a', esto es, 'desde entonces hasta'; en tiempos de Garcilaso se seguía confundiendo desde con dende, si bien dende tenía u n uso cada vez más restringido. Garcilaso sustituye las palomas de Sannazaro por una fuerte ráfaga de viento, al n o hacer variar la actitud desdeñosa de Camila: las palomas, símbolos de V e n u s , anuncian a C a r i n o el desenlace feliz de sus amores, mientras el viento (interpretado c o m o elemento trágico y m e n o s conveniente que las palomas para el género pastoril) es el recurso más verosímil para impedir la resolución firme y sincera que ha tom a d o Albanio de suicidarse. El episodio podría inspirarse en A p u leyo, Asno de oro, V, 25: «Postrada en tierra ... Psique se desgarraba el coraz ó n ... y corrió hacia el río inmediato y se tiró al agua de cabeza. Mas el río, sin duda en atención al dios [Cupido] ... la acogió cariñosamente al instante, y u n remolino, sin hacerle d a ñ o , la depositó sobre el césped florido de la orilla». 662-664 < c o n razón (discurso) más cabal (sano) en m i e n t e n d i m i e n t o (sentido), comencé a reprobar (comencé de culpar) la idea (elpresupuesto)... que había s e g u i d o . . . ' ; presupuesto n o parece tener aquí el sentido de ' m o t i v o , causa' que por u n a n i m i d a d le atribuyen los editores m o d e r n o s y podría equivaler al proponimento ' p r o p ó s i t o , intención' de Sannazaro, Arcadia, VIII, 54: «cominciai con piú saldo consiglio a colpare m e stesso del folie p r o p o n i m e n t o che seguiré voluto avea». 6 6 8 largo: 'liberal, m a g n á n i m o ' . V E R S O S 6 5 3 - 6 9 6 1 8 1 670 a relevarme deste grave cargo. Bien has ya visto cuánto me convenga, que, pues buscalla a mí no se consiente, ella en buscarme a mí no se detenga. Contado t'he la causa, el acídente, 675 el daño y el proceso todo entero; cúmpleme tu promesa prestamente, y si mi amigo cierto y verdadero eres, como yo pienso, vete agora; no estorbes con dolor acerbo y fiero 680 el afligido y triste cuando llora. S A L I C I O Tratara de una parte que agora sólo siento, si no pensaras que era dar consuelo: quisiera preguntarte 685 cómo tu pensamiento se derribó tan presto en ese suelo, o se cobrió de un velo, para que no mirase que quien tan luengamente 690 amó no se consiente que tan presto del todo t'olvidase. ¿Qué sabes si ella agora juntamente su mal y el tuyo llora? A L B A N I O Cese ya el artificio 695 de la maestra mano; no me hagas pasar tan grave pena. 670 grave cargo: ' d u r o peso', en alusión a la ' v i d a ' . 6 7 2 no se consiente: ' n o se p e r m i t e ' (véase v. 6 9 0 ) . 6 7 9 con dolor... y fiero depende de llora ( ' c u a n d o llora con d o l o r . . . ' ) , n o de estorbes, c o m o llegó a entender T a m a y o , al editar u n dolor. 681-682 'Trataría (tratara de) u n asunto (una parte) que ahora sólo quiero j u z gar (siento)'. 6 9 2 - 6 9 3 ' C ó m o (qué) sabes si ella ahora n o . . . llora'. Las consideraciones de Salicio se inspiran en el desenlace del relato de C a r i n o (Sannazaro, Arcadia, VIII, 55-56). 094-695 ¿l artificio... mano: 'la habilidad del médico o cirujano', consistente en engañar al enfermo; la pena del verso siguiente se refiere al i n t e n t o de hacerle concebir falsas esperanzas. É G L O G A I I Harásme tú, Salido, ir do nunca pie humano estampó su pisada en el arena. 700 Ella está tan ajena d'estar desa manera como tú de pensallo, aunque quieres mostrarlo con razón aparente a verdadera; 705 ejercita aquí el arte a solas, que yo voyme en otra parte. S A L I C I O N o es tiempo de curalle hasta que menos tema la cura del maestro y su crueza; 710 solo quiero dejarle, que aun está la postema intratable, a mi ver, por su dureza. Quebrante la braveza del pecho empedernido 715 con largo y tierno llanto. 697-699 L a incredulidad de Albanio está expresada con u n a i m a g e n tradicional en la literatura clásica e italiana, si bien en términos p r ó x i m o s a Tab u l o , Elegías, I V , XIII, 10 («Qua nulla h u m a n o sit via trita pede»), y Petrarca, Canzoniere, XXXV, 4 («Ove vestigio u m a n 1'arena stampi»). 703-704 ' a U n q u e pretendes (quieres) demostrarlo (mostrallo) con r a z ó n engañosa (aparente) p o r (a) verdadera'. 7 voyme en: ' m e v o y a'; el u s o de en p o r a fue corriente en castellano prácticamente hasta el siglo XIX. 709-712 La postema es u n a hinchazón producida p o r la concentración de u n o de los cuatro h u m o r e s en algún m i e m b r o del cuerpo; y, c u a n d o se endurece, es peligroso tratarla o abrirla; el maestro es el cirujano. 713-715 'ablande (quebrante) la furia (la braveza) del pecho obstinado (empedernido)...'; las lágrimas c o m o u n remedio eficaz contra el dolor ya se recomiendan entre los clásicos (así, p o r ejemplo, O v i d i o , Tristia, I V , III, 3 8 . Esta comparación forma parte de la temática del género consolatorio, q u e probablemente la hereda de la filosofía estoica y epicúrea; Garcilaso, sin e m b a r g o , parece tener m u y presente la versión que ofrece La Celestina, I («Con t o d o , quiérole dejar u n poco desbrabe, m a d u r e ; q u e oído h e decir q u e es peligro abrir o apremiar las postemas duras, porque más se enconan. Esté u n p o c o : dejemos llorar al q u e dolor tiene. Q u e las lágrimas e sospiros m u c h o desenconan el corazón dolorido»), sin olvidar algún p u n t o de otras versiones, c o m o la de O v i d i o , Ex Ponto, I, III, 15-18 («Tempore d u c e t u r longo fortasse cicatrix: / h o r r e n t admotas vulnera cruda manus»). V E R S O S 6 9 7 - 7 3 5 183 Iréme yo entretanto a requirir a"un ruiseñor el nido, que está en una alta encina y estará presto en manos de Gravina. C A M I L A Si desta tierra no he perdido el tino, 7 2 0 por aquí el corzo vino que ha traído, después que fue herido, atrás el viento. ¡Qué recio movimiento en la corrida lleva, de tal herida lastimado! 725 En el siniestro lado soterrada, la flecha enherbolada iba mostrando, las plumas blanqueando solas fuera, y háceme que muera con buscalle. N o paso deste valle; aquí está cierto, 730 y por ventura muerto. ¡Quién me diese alguno que siguiese el rastro agora, mientras la herviente hora de la siesta en aquesta floresta yo descanso! ¡Ay, viento fresco y manso y amoroso, 735 almo, dulce, sabroso!: esfuerza, esfuerza 716-719 El r e g a l 0 ¿e u n nido de pá- de Virgilio, Eneida, IV, 6 8 - 7 4 : «Uritur jaros (casi siempre de palomas) a la infelix D i d o totaque vagatur / urbe fuamada constituye u n m o t i v o corriente rens, qualis conjecta cerva sagitta, / en la literatura pastoril desde Teócri- q u a m procul incautam n e m o r a inter to, Idilios, V, 9 6 - 9 7 ; Garcilaso sigue Cresia fixit / pastor agens telis liquiten algunos aspectos a Sannazaro, Ar- q u e volatile ferrum / nescius; illa fuga cadia, IX («un bel colombo in u n a quer- silvas saltusque peragrat / Dictaeos: haecia antica / vidi annidar»), y, en la elec- ret lateri letalis harundo»; pero aquí apación del ruiseñor, enlaza con Virgilio, rece c o m o elemento narrativo, y n o Geórgicas, IV, 511-515, recordado en la c o m o símil de Albanio (a pesar de la inégloga I, 3 2 4 - 3 3 7 . mediata relación q u e se establece entre 721-722 > p o r a ( j U - e j c o r z o na pasado a m b o s en los vv. 7 6 3 - 7 6 6 ) , según lle(vino), q u e , incluso después de herido, varía a interpretar el simbolismo que descorría m á s q u e el viento (ha traído atrás de la ética epicúrea se ha atribuido a la el viento)'. i m a g e n tradicional del ciervo herido. 725-727 ' H u n d i d a (soterrada) en su 7 3 5 almo: 'vivificador', como en H o lado izquierdo, el ciervo iba m o s t r a n d o racio, Carmen saeculare, 9 («alme sol»), la flecha envenenada (enherbolada), q u e - y Petrarca, Canzoniere, CLXXXVIII, I d a n d o fuera las blancas plumas solas'. («almo sol»); la interpelación al viento 7 3 0 El corzo al q u e Camila ha herido parece seguir a O v i d i o , Metamorfosis, mortalmente y q u e huye vagando a tra- VII, 813-815: «Aura (recordor enim) vevés de los bosques tiene reminiscencias nias, cantare solebam...». É G L O G A I I tu soplo, y esta fuerza tan caliente del alto sol ardiente ora quebranta, que ya la tierna planta del pie mío anda a buscar el frío desta hierba. 740 A los hombres reserva tú, Diana, en esta siesta insana, tu ejercicio; por agora tu oficio desamparo, que me ha costado caro en este día. ¡Ay dulce fuente mía, y de cuan alto 745 con solo un sobresalto m'arrojaste! ¿Sabes que me quitaste, fuente clara, los ojos de la cara, que no quiero menos un compañero que yo amaba, mas no como él pensaba? ¡Dios ya quiera 750 que antes Camila muera que padezca culpa por do merezca ser echada de la selva sagrada de Diana! ¡Oh cuan de mala gana mi memoria renueva aquesta historia! Mas la culpa 755 ajena me desculpa, que si fuera yo la causa primera desta ausencia, yo diera la sentencia en mi contrario: él fue muy voluntario y sin respeto. Mas ¿para qué me meto en esta cuenta? 760 Quiero vivir contenta y olvidallo y aquí donde me hallo recrearme; aquí quiero acostarme, y, en cayendo 7 3 9 La búsqueda de las sombras después de unas horas intensas de caza y la interpelación directa a la brisa se hallan en O v i d i o , Metamorfosis, VII, 8 0 8 - 8 1 5 : «sed c u m satiata ferinae / dextera caedis erat, r e p e t e b a m frigus et u m b r a s / et quae de gelidis exibat uallibus a u r a m . . . / ' A u r a ' , (recordor e n i m ) ' u e n i a s ' , cantare solebam...». 7 4 7 Los ojos siempre se han identificado con la persona amada para encarecer el a m o r o cariño q u e se le tiene. 7+9-752 j } a v a q U 1 - u n a posible alusión a la ninfa Calisto, a quien Diana expulsó de su selva y J u n o convirtió en osa tras haberse dejado seducir p o r Júpiter (Ovidio, Metamorfosis, II, 4 1 7 - 4 6 5 ) . 7 5 7 'yo dictaría sentencia (diera sentencia) en m i contra (en mi contrario)'; la causa primera se identificaba, en la teología escolástica, con Dios; aquí alude a la causa principal, con independencia de otras causas. 758 fue muy voluntario: ' o b r ó según su v o l u n t a d , sin atender a otras raz o n e s ' . 7 6 1 recrearme: ' d e l e i t a r m e ' . V E R S O S 7 3 6 - 7 9 0 185 la siesta, iré siguiendo mi corcillo, que yó me maravillo ya y m ' espanto cómo con tal herida huyó tanto. 765 A L B A N I O Si mi turbada vista no me miente, paréceme que vi entre rama y rama una ninfa llegar a aquella fuente. Quiero llegar allá; quizá si ella ama, 770 me dirá alguna cosa con que engañe, con algún falso alivio, aquesta llama. Y no se me da nada que desbañe mi alma si es contrario a lo que creo, que a quien no espera bien no hay mal que dañe. 775 ¡Oh santos dioses!, ¿qué's esto que veo? ¿Es error de fantasma convertida en forma de mi amor y mi deseo? Camila es ésta que está aquí dormida; no puede d'otra ser su hermosura. 780 La razón está clara y conocida: una obra sola quiso la natura hacer como ésta, y rompió luego apriesa la estampa do fue hecha tal figura. ¿Quién podrá luego de su forma espresa 785 el traslado sacar, si la maestra misma no basta, y ella lo confiesa? Mas ya que's cierto el bien que a mí se muestra, ¿cómo podré llegar a despertarla, temiendo yo la luz que a ella me adiestra? 790 Si solamente de poder tocalla 7 6 4 m'espanto: ' m e maravillo, m e a s o m b r o ' . 772-773 ' y n o m e i m p o r t a (no se me da nada) que se aflija (desbañe) mi alma si c u a n t o m e dice ella es contrario a lo q u e creo va a d e c i r m e ' ; por lo que respecta al verbo desbañar, si bien está atestiguado en varios poemas de Boscán, n o lo recoge n i n g ú n lexicógrafo. La actitud estoica de A l b a n i o se ha relacionado c o n u n verso de D r a g o n e to Bonifacio: «che s'io n o n spero b e n , più m a l n o n temo» (Herrera). 776-777 <^jjs e r r o r p r o d u c i d o en la imaginación p o r ver la imagen (fantasma) de esta ninfa con la forma de Camila (en forma de mi amor y mi deseo)?'. ^estampa: ' m o l d e , dibujo'. Garcilaso pondera la hermosura de Camila en términos próximos a Ariosto, Orlando furioso, X , LXXXIV, 6-7: « N o n è u n si bello in tante altre persone: / n a t u ra '1 fece, et p o i r u p p e la stampa». 7 8 9 adiestra: 'encamina'; traslado: ' c o pia'; maestra: 'naturaleza'. É G L O G A I I perdiese el miedo yo... Mas ¿si despierta? Si despierta, tenella y no soltalla. Esta osadía temo que no es cierta. ¿Qué me puede hacer? Quiero llegarme; 795 en fin, ella está agora como muerta. Cabe'lla por lo menos asentarme bien puedo, mas no ya como solía... ¡Oh mano poderosa de matarme!, ¿viste cuánto tu fuerza en mí podía? 800 ¿Por qué para sanarme no la pruebas, que su poder a todo bastaría? C A M I L A ¡Socórreme, Diana! A L B A N I O ¡No te muevas, que no t'he de soltar; escucha un poco! C A M I L A ¿Quién me dijera, Albanio, tales nuevas? 805 ¡Ninfas del verde bosque, a vos invoco; a vos pido socorro desta fuerza! ¿Qué es esto, Albanio? Dime si estás loco. A L B A N I O Locura debe ser la que me fuerza a querer más que'l alma y que la vida a la que a aborrecerme a mí se 'sfuerza. C A M I L A Yo debo ser de ti 1'aborrecida, pues me quieres tratar de tal manera, siendo tuya la culpa conocida. A L B A N I O ¿Yo culpa contra ti? ¡Si la primera no está por cometer, Camila mía, en tu desgracia y disfavor yo muera! C A M I L A ¿Tú no violaste nuestra compañía, quiriéndola torcer por el camino que de la vida honesta se desvía? A L B A N I O ¿Cómo de sola una hora el desatino ha de perder mil años de servicio, si el arrepentimiento tras él vino? C A M I L A Aqueste es de los hombres el oficio: tentar el mal y, si es malo el suceso, 810 815 820 7 0 cabe: ' j u n t o a, al lado d e ' . 7 0 8 poderosa con el valor de participio presente ('que tiene el poder, cap a z ' ) fue bastante c o m ú n en la lengua castellana del Siglo de O r o . Albanio está sugiriendo la conocidísima paradoja de que lo que daña t a m b i é n p u e d e llegar a curar, especialm e n t e aducida en los p oem a s a m o r o sos castellanos del siglo XV. V E R S O S 7 9 1 - 8 4 7 I87 pedir con humildad perdón del vicio. 8 2 5 A L B A N I O ¿Qué tenté yo, Camila? C A M I L A ¡Bueno es eso! Esta fuente lo diga, que ha quedado por un testigo de tu mal proceso. A L B A N I O Si puede ser mi yerro castigado con muerte, con deshonra o con tormento, 8 3 0 vesme aquí; estoy a todo aparejado. C A M I L A Suéltame ya la mano, que el aliento me falta de congoja. A L B A N I O H e m u y gran miedo que te m e irás, que corres más que'l viento. C A M I L A N o estoy como solía, que no puedo 8 3 5 moverme ya, de mal ejercitada. ¡Suelta, que casi m'has quebrado un dedo! A L B A N I O ¿Estarás, si te suelto, sosegada, mientras con razón clara te demuestro que fuiste sin razón de mí enojada? 8 4 0 C A M I L A ¡Eres tú de razones gran maestro! Suelta, que sí estaré. A L B A N I O Primero jura por la primera fe del amor nuestro. C A M I L A Yo juro por la ley sincera y pura del amistad pasada de sentarme 8 4 5 y de 'scuchar tus quejas m u y segura. ¡Cuál me tienes la mano d'apretarme 8 2 5 vicio: 'yerro, e n g a ñ o ' . Se ha pret e n d i d o reconocer en estos versos u n a m u e s t r a del «feminismo pastoril de la literatura española, en el cual la mujer se defiende de sí misma» ( E . L . R i - vers). 8 2 8 mal proceso: ' m a l proceder, mal c o m p o r t a m i e n t o ' . 8 3 1 aparejado: 'dispuesto, preparado'; el ofrecimiento de A l b a n i o , aun con distinta causa, se ha puesto en relación con otro de Petronio, Satiricon: «in haec facinora quare supplicium; sive occideve placet, ferro m e o venio; sive verberibas c o n t e n t a es; c u r r o n u dus ad d o m i n a m » ( T a m a y o ) . 8 3 4 El t e m o r de Albanio parece inspirado p o r N e m e s i a n o , Bucólicas, IV, 14-15 («Cruel M é r o e , más huidiza q u e los raudos euros»); véase también M a rullo, Epigrammata, I, III, 4 («dum fugiat: ventis ocior ille fugit»). 3 6 de mal ejercitada: ' p o r haber dej a d o de practicar el ejercicio de la caza' (véase égloga III, 1 4 9 ) ; n o sabemos si C a m i l a lo dice p o r q u e ya n o recorre las selvas con la m i s m a insistencia q u e antes o simplemente para engañar a Alb a n i o . ^sosegada: ' q u i e t a ' . i88 É G L O G A I I A L B A N I O C A M I L A A L B A N I O C A M I L A A L B A N I O C A M I L A A L B A N I O C A M I L A A L B A N I O 870 con esa dura mano, descreído! ¡Cuál me tienes el alma de dejarme! ¡Mi prendedero d'oro! ¡Si es perdido! 850 ¡Oh cuitada de mí, mi prendedero desde aquel valle aquí se m'ha caído! Mira no se cayese allá primero, antes d'aquéste, al val de la Hortiga. Doquier que se perdió, buscalle quiero. 855 Yo iré a buscalle; escusa esta fatiga, que no puedo sufrir que aquesta arena abrase el blanco pie de mi enemiga. Pues ya quieres tomar por mí esta pena, derecho ve primero a aquellas hayas, 860 que allí estuve yo echada un'hora buena. Yo voy, mas entretanto no te vayas. Seguro ve, que antes verás mi muerte que tú me cobres ni a tus manos hayas. ¡Ah, ninfa desleal!, ¿y desa suerte 865 se guarda el juramento que me diste? ¡Ah, condición de vida dura y fuerte!y O h falso amor, de nuevo me hiciste r e v i v i r con un poco d esperanza! ¡Oh modo de matar nojoso y triste! ¡Oh muerte llena de mortal tardanza, podré por ti llamar injusto el cielo, injusta su medida y su balanza! Recibe tú, terreno y duro suelo, 8 4 8 La aparición del vocativo al final del verso se ha considerado afín a Virgilio, Eneida, IV, 3 0 5 : «Dissimulare etiam sperasti, perfide, t a n t u m / posse nefas...» (Herrera). ^"prendedero: especie de broche con q u e las aldeanas se sujetaban las faldas c u a n d o se las recogían para andar m á s aprisa. 8 5 4 al: 'en e l ' ; el uso de la preposición a con verbos de reposo (caer a) fue m á s frecuente con n o m b r e s p r o pios de lugar. 8 5 8 La preocupación de Albanio para con Camila es parecida a la de Golo para con Licorís en Virgilio, Bucólicas, X, 4 8 - 4 9 : «...ah te ne frigora laedant! / A h , tibi ne teñeras glacies secet áspera plantas». 8 6 0 El j u r a m e n t o violado por C a m i la presenta semejanzas con la égloga I, 9 1 - 9 5 . un'hora buena: ' u n b u e n r a t o ' . 8 7 0 nojoso: 'enojoso'; la forma apocopada p u e d e explicarse p o r influencia del italiano y aquí podría tener origen en Petrarca, Canzoniere, XXIII, 85: «Nulla vita m i fia noiosa o trista». V E R S O S 8 4 8 - 9 0 5 875 S A L I C I O A L B A N I O 890 N E M O R O S O A L B A N I O S A L I C I O 905 este rebelde cuerpo que detiene del alma el espedido y presto vuelo; yo m e daré la muerte, y aun si viene alguno a resistirme... ¿A resistirme? ¡Él verá que a su vida no conviene! ¿No puedo yo morir, no puedo irme por aquí, por allí, por do quisiere, desnudo espirtu o carne y hueso firme? Escucha, que algún mal hacerse quiere. ¡Oh, cierto tiene trastornado el seso! ¡Aquí tuviese yo quien mal me quiere! 885 Descargado me siento d ' u n gran peso; paréceme que vuelo, despreciando monte, choza, ganado, leche y queso. ¿No son aquestos pies? C o n ellos ando. Ya caigo en ello: el cuerpo se m ' h a ido; sólo el espirtu es este que ora mando. ¿Hale hurtado alguno o escondido mientras mirando estaba yo otra cosa? ¿O si quedó por caso allí dormido? Una figura de color de rosa estaba allí dormiendo. ¿Si es aquélla mi cuerpo? N o , que aquélla es muy hermosa. ¡Gentil cabeza! N o daría por ella yo para mi traer solo un cornado. ¿A quién iré del hurto a dar querella? 900 Estraño ejemplo es ver en qué ha parado este gentil mancebo, Nemoroso, ya a nosotros, que l'hemos más tratado, manso, cuerdo, agradable, virtuoso, sufrido, conversable, buen amigo, 8 8 2 Es eco de Petrarca, Canzoniere, XXXVII, 1 2 0 (véase soneto IV, 14). 898-899 £ a frase se usaba para p o n derar la poca estimación hacia u n a cosa o persona: «Para m i traer, n o daría p o r ello u n a blanca ... u n cornado», recog e Correas; para mi traer era giro q u e reforzaba la denegación; el cornado era u n a m o n e d a de ínfimo valor. gentil: 'ilustre, insigne'; este adjetivo llegó a emplearse j o c o s a m e n t e j u n to a n o m b r e s peyorativos ( c o m o 'gentil necedad', 'gentil desvergüenza', etc.), aunque la ironía gentil cabeza p o dría proceder de Terencio, Eunuco («rid i c u l u m caput»). 904-905 m a n s 0 y conversable eran sinón i m o s ('tratable, sociable'). E G L O G A I I y con un alto ingenio, gran reposo. A L B A N I O ¡Yo podré poco o hallaré testigo de quién hurtó mi cuerpo! Aunque esté ausente, yo le perseguiré como a enemigo. 910 ¿Sabrásme decir del, mi clara fuente? Dímelo, si lo sabes; así Febo nunca tus frescas ondas escaliente. Allá dentro en el fondo está un mancebo, de laurel coronado y en la mano 915 un palo, propio como yo, d'acebo. ¡Hola! ¿Quién está 'llá? Responde, hermano. ¡Válasme, Dios!: o tú eres sordo o mudo, o enemigo mortal del trato humano. Espirtu soy, de carne ya desnudo, 920 que busco el cuerpo mío, que m'ha hurtado algún ladrón malvado, injusto y crudo. Callar que callarás. ¿Hasme 'scuchado? 9 gran reposo: 'con u n a gran tranquilidad del cuerpo y del a l m a ' . El encarecimiento de las cualidades de Albanio antes de enloquecer guarda cierta relación con A r i o s t o , Orlando furioso, I, II, I y 3 - 4 : «Dirò d ' O r l a n d o in u n m e d e s m o t r a t t o . . . / che per amor venne in furore e m a t t o , / d ' u o m che sì saggio era stimato prima»; «la gran beltà ch'ai gran signor d'Anglante / macchiò la chiara fama e l'alto ingegno». E n c u a n t o a la palabra ingenio, véanse los vv. 9 4 8 - 9 5 0 . 910-1031 g s t e e p ¡ s o [ ¡ ; 0 r e e l a b o r a la fabula de Narciso (Ovidio, Metamorfosis, III, 413-503), unas veces con bastante literalidad (como en los vv. 9 5 6 - 9 8 1 ) , otras más libremente, quizá a la luz de sus distintas interpretaciones: o bien la medieval (véanse vv. 4 5 5 - 4 7 8 ) , o bien la renacentista, que la adujo para ilustrar la idea neoplatónica de que el alma h u m a n a , en lugar de apetecer las bellezas superiores, apetece la belleza del cuerpo (así en Ficino, De amore, VI, 17). La locura de Albanio, sin emb a r g o , se corresponde con el desenlace que la medicina pronosticaba a u n enfermo de a m o r si n o se le ponía rápid a m e n t e en tratamiento (o si n o se le aplicaba la terapia adecuada). 9 1 4 La corona de laurel que lleva Albanio posiblemente es una referencia a su condición de noble y militar, a u n q u e n o cabe descartar aquí u n a reminiscencia de A p o l o , quien se hizo u n a guirnalda con algunas ramas del laurel en que se había convertido Dafne (véase soneto XIII), consagrada, al igual que Camila, a Diana; t a m p o c o debe ignorarse que los autores antiguos q u e m a b a n el laure| para pedir a los dioses salud y cordura (y los locos aparecían representados con u n a corona de laurel o de vid). 9 1 5 propio como yo: ' e x a c t a m e n t e c o m o y o ' , en referencia a mancebo, y n o a palo; el detalle del palo podría ser una sugerencia de Sannazaro, Arcadia, VI, 5: «e ne la destra m a n o u n bellissim o bastone ... ma di che legno egli era c o m p r e n d e r e n o n potei...». 9 2 2 callar que callarás era expresión proverbial dirigida a quien se hace el sordo y n o responde. V E R S O S 9 0 6 - 9 4 5 191 ¡Oh santo Dios, mi cuerpo mismo veo, o yo tengo el sentido trastornado! 925 ¡Oh cuerpo, hete hallado y no lo creo! ¡Tanto sin ti me hallo descontento, pon fin ya a tu destierro y mi deseo! N E M O R O S O Sospecho que'l contino pensamiento que tuvo de morir antes d'agora le representa aqueste apartamiento. S A L I C I O C o m o del que velando siempre llora, quedan, durmiendo, las especies llenas de dolor que en el alma triste mora. A L B A N I O Si no estás en cadenas, sal ya fuera a darme verdadera forma d'hombre, que agora solo el nombre m ' h a quedado; y si allá estás forzado en ese suelo, dímelo, que si al cielo que me oyere con quejas no moviere y llanto tierno, 940 convocaré el infierno y reino escuro y romperé su muro de diamante, como hizo el amante blandamente por la consorte ausente que cantando estuvo halagando las culebras 945 de las hermanas negras, mal peinadas. 930 935 928-930 £ a m e c J ¡ c m a clásica había señalado e n t r e los m u c h o s síntomas de la melancolía las visiones espantosas y las d e los m u e r t o s . 931-933 Los dolores del alma que persisten en los sueños a través de las imágenes (especies) almacenadas en la m e m o r i a d u r a n t e la vigilia adaptan u n a idea de Aristóteles (recordada arriba, vv. 113-114) y tienen u n análogo en Petronio, Satiricón: «in noctis spatio mis e r o r u m vulnera d u r a n t » ; la especie es, en la terminología escolástica y t o m i s ta, la ' i m a g e n ' q u e el alma se forma de u n objeto. 938-940 m ¡ s m a alternativa aparece en Virgilio, Eneida, V I I , 312: «flectere si nequeo superos, A c h e r o n t a m o vebo» (Broncense). 940-941 j ^ o s a u t o r e s c l a s i c o s describier o n el m u n d o de los m u e r t o s (el infierno) c o m o u n reino de sombras encerrado entre puertas de diamante. 94^-945 p a r a rescatar a Eurídice (la consorte ausente), Orfeo (el amante) descendió a los infiernos, d o n d e con su canto ablandó (estuvo halagando) las mal peinadas culebras de las Euménides o furias (las hermanas negras); la representación tradicional de las furias, con los cabellos revueltos y encrespados de culebras, parece derivar de Virgilio, Geórgicas, IV, 4 8 1 - 4 8 3 («Quin ipse stupuere d o m u s atque intima Lethi / Tártara, caeruleosque implexae crinibus anguis / Euménides»), si bien n o cabe descartar u n eco m á s amplio de H o r a c i o , Odas, III, XIII, 3 3 - 3 6 . 192 É G L O G A II N E M O R O S O SALICIO 950 N E M O R O S O ALBANIO 960 ¡De cuan desvariadas opiniones saca buenas razones el cuitado! El curso acostumbrado del ingenio, aunque le falte el genio que lo mueva, con la fuga que lleva corre un poco, y aunque éste está ora loco, no por eso ha de dar al travieso su sentido, en todo habiendo sido cual tú sabes. N o más, no me le alabes, que por cierto como de velle muerto estoy llorando. Estaba contemplando qué tormento es deste apartamiento lo que pienso. N o nos aparta imenso mar airado, no torres de fosado rodeadas, no montañas cerradas y sin vía, no ajena compañía dulce y cara; un poco d'agua clara nos detiene. Por ella no conviene lo que entramos 955 La consonancia imperfecta de culebras-negras y de otras parejas q u e aparecen a lo largo de esta égloga fue censurada p o r Herrera. hermanas negras: «dirarum... soror u m » las llama Virgilio, Eneida, vil, 454- 948-950 g s ( J e c ¡ r ; 'gracias a su furor o enajenación (con la fuga que lleva), el ingenio de Albanio, si bien le falta el genio q u e lo anime (mueva), discurre o se m u e v e (corre) u n p o c o ' , posiblem e n t e recordando u n a idea tradicional desde Aristóteles, Problemas, 3 0 , I («nullum m a g n u m ingenium sine mixtura dementiae fuit»). El ingenio es una potencia natural del e n t e n d i m i e n t o encargada del conocimiento de la esencia de las cosas, mientras el genio designa a la parte racional del alma. (El ingenio de Albanio, al carecer de u n a fuerza racional q u e lo m u e v a , lo m u e v e otra irracional, esto es, su locura). 9 5 2 'dar al través o al traste con (dar al travieso) su razón (sentido)'. 954-955 N e m o r o s o es leísta, a saber, emplea le c o m o c o m p l e m e n t o directo de persona, en lugar de lo. 956-957 Entiéndase: 'estaba c o n t e m plando qué t o r m e n t o supone pensar (es lo que pienso) sobre esta separación (deste apartamiento)'. Este m o n ó l o g o de Albanio ante su propia imagen reproduce casi a la letra el de Narciso ante la suya ( O v i d i o , Metamorfosis, III, 4 4 8 - 4 5 5 y 4 7 7 - 4 7 9 ) - 959-960 L 3 s 'torres rodeadas p o r u n foso' (de fosado rodeadas) sustituyen los «clausis moenia portis» y 'los encinares viejos y espesos' (las montañas cerradas y sin vía) equivalen a los «nec uia nec montes» ( O v i d i o , Metamorfosis, III, 4 4 9 - 4 5 0 ) . 9 3 En tiempos de Garcilaso, si bien tenía u n amplio u s o , la forma entramos ('entre ambos') empezaba a ser desplazada p o r entrambos; aquí, está favorecida p o r la acomodación a la rima. V E R S O S 9 4 6 - 9 9 2 193 975 980 N E M O R O S O S A L I C I O A L B A N I O S A L I C I O A L B A N I O con ansia deseamos, porque al punto 965 que a ti m e acerco y j u n t o , no te apartas; antes nunca te hartas de mirarme y de sinificarme en tu meneo que tienes gran deseo de juntarte con esta media parte. Daca, hermano, 970 écham' acá esa mano, y como buenos amigos a lo menos nos juntemos, y aquí nos abracemos. ¡Ah, burlaste! ¿Así te me 'scapaste? Yo te digo que no es obra d'amigo hacer eso; quedo yo, don travieso, remojado, ¿y tú estás enojado? ¡Cuan apriesa mueves —¿qué cosa es esa?— tu figura! ¿Aun esa desventura m e quedaba? Ya yo me consolaba en ver serena tu imagen, y tan buena y amorosa. N o hay bien ni alegre cosa ya que dure. A lo menos, que cure tu cabeza. Salgamos, que ya empieza u n furor nuevo. ¡Oh Dios! ¿por qué no pruebo a echarme dentro hasta llegar al centro de la fuente? ¿Qué's esto, Albanio? ¡Tente! ¡Oh manifestó ladrón!, mas ¿qué's aquesto? ¡Es m u y bueno vestiros de lo ajeno y ante'l dueño, como si fuese un leño sin sentido, 990 venir m u y revestido de mi carne! ¡Yo haré que descarne esa alma osada aquesta mano airada! 968-969 g s t £ ¿ e s e 0 ( j e j u n t a r s e las dos partes de u n m i s m o ser ha sido int e r p r e t a d o c o m o u n a referencia al andrógino de Platón, Banquete, 188V-193C. daca: contracción popular de 'da acá, d a m e a c á ' . 9 7 5 don se usaba n o r m a l m e n t e ante sustantivos con sentido despectivo (aquí travieso 'revoltoso, i n q u i e t o ' ) : véase abajo, v. I O I I («don perdido»). A l b a n i o parece haber s u m e r g i d o los brazos en el agua i n t e n t a n d o abrazar su propia i m a g e n , c o m o hace Narciso: «In mediis quotiens u i s u m captantia collum / bracchia mersit aquis nec se deprendit in illis» (Ovidio, Metamorfosis, III, 4 2 8 - 4 2 9 ) . 987-989 Tj] tratamiento de vos, en lugar de tú, parece tener aquí u n t o n o despectivo (véase v. 975), a u n q u e la transición de u n o a o t r o era corriente en la prosa del Siglo de O r o . 194 É G L O G A I I S A L I C I O N E M O R O S O S A L I C I O N E M O R O S O S A L I C I O N E M O R O S O S A L I C I O A L B A N I O N E M O R O S O A L B A N I O N E M O R O S O A L B A N I O N E M O R O S O A L B A N I O S A L I C I O A L B A N I O S A L I C I O ¡Está quedo! ¡Llega tú, que no puedo detenelle! Pues ¿qué quieres hacelle? ¿Yo? Dejalle, si desenclavijalle yo acabase 995 la mano, a que escapase mi garganta. N o tiene fuerza tanta; solo puedes hacer tú lo que debes a quien eres. ¡Qué tiempo de placeres y de burlas! ¿Con la vida te burlas, Nemoroso? 1000 ¡Ven, ya no 'stés donoso! Luego vengo; en cuanto me detengo aquí un poco, veré cómo de un loco te desatas. ¡Ay, paso, que me matas! ¡Aunque mueras! ¡Ya aquello va de veras! ¡Suelta, loco! 1005 Déjame 'star un poco, que ya'cabo. ¡Suelta ya! ¿Qué te hago? ¿A mí? ¡No nada! Pues vete tu jornada, y no entiendas en aquestas contiendas. ¡Ah, furioso! Afierra, Nemoroso, y tenle fuerte. 1010 ¡Yo te daré la muerte, don perdido! Ténmele tú tendido mientras l'ato. Probemos así un rato a castigalle; quizá con espantalle habrá 'lgún miedo. Señores, si 'stoy quedo, ¿dejarésme? 1015 ;No! 995-996 >s j c o n s i g U i e s e (acabase) desprenderle (desenclavijalle) la m a n o . . . ' . 997-998 'solamente puedes hacer t ú lo que corresponde a t u condición o sangre' (lo que debes a quien eres); N e m o r o s o recuerda j o c o s a m e n t e la expresión es quien es, empleada entre los n o bles para aludir a su jerarquía social y a las acciones q u e le eran propias. 1004 paso: interjección (equivalente al actual ¡quieto!) usada para refrenar el í m p e t u o arrojo de alguien; n o parece probable que, escrito con dos s, pueda corresponder a la palabra italiana pazzo ' l o c o ' , según sugiere E . L . Rivers. 1 0 0 8 vete tu jomada: 'sigue t u cam i n o ' . V E R S O S 9 9 3 - 1 0 3 8 1 9 5 A L B A N I O S A L I C I O A L B A N I O N E M O R O S O S A L I C I O A L B A N I O S A L I C I O A L B A N I O N E M O R O S O A L B A N I O S A L I C I O A L B A N I O S A L I C I O A L B A N I O S A L I C I O N E M O R O S O S A L I C I O N E M O R O S O 1020 Pues ¿qué, matarésme? ¡Sí! ¿Sin falta? Mira cuánto más alta aquella sierra está que la otra tierra. Bueno es esto; él olvidará presto la braveza. ¡Calla, que así s'aveza a tener seso! ¿Cómo, azotado y preso? ¡Calla, escucha! Negra fue aquella lucha que contigo hice, que tal castigo dan tus manos. ¿ N o éramos como hermanos de primero? Albanio, compañero, calla agora 1025 y duerme aquí algún hora, y no te muevas. ¿Sabes algunas nuevas de mí? ¡Loco! Paso, que duermo un poco. ¿Duermes cierto? ¿No me ves como un muerto? Pues ¿qué hago? Este te dará el pago, si despiertas, 1030 en esas carnes muertas, te prometo. Algo 'stá más quieto y reposado que hasta 'quí. ¿Qué dices tú, Salicio? ¿Parécete que puede ser curado? En procurar cualquiera beneficio 1035 a la vida y salud d'un tal amigo, haremos el debido y justo oficio. Escucha, pues, un poco lo que digo; 1017-1018 Albanio parece persistir en la idea del suicidio al p r o p o n e r u n a sierra de d o n d e ser arrojado; N e m o r o s o la interpreta c o m o la propia de u n colérico (v. 1019) (véanse vv. 6 5 4 - 6 5 5 ) . 1 0 2 1 El castigo físico (véanse v v . 1030-1031), consistente en los azotes, se aplicaba — c o m o terapia de s h o c k — a los melancólicos y enfermos de amor con síntomas de locura. 1 0 2 2 negra: 'triste, dura, infeliz, des- graciada'. 1 0 2 8 La actitud de Albanio de dormirse tras u n arrebato de furia se ha creído inspirada p o r Séneca, Hercules furens, 1 0 4 4 - 1 0 5 0 : «an mideo H e r c u lis / m a n u s trementes? m u l t u s in somn u n a cadit... / ídem tous qui misit ad m o r t e m furor? / soport est: recíprocos spiritus m o t u s agit...» (E.L. Rivers). 1 9 6 É G L O G A I I contaréte una 'straña y nueva cosa 1 0 4 0 de que yo fui la parte y el testigo. En la ribera verde y deleitosa del sacro Tormes, dulce y claro río, hay una vega grande y espaciosa, verde en el medio del invierno frío, 1045 en el otoño verde y primavera, verde en la fuerza del ardiente estío. Levántase al fin della una ladera, con proporción graciosa en el altura, que sojuzga la vega y la ribera; 1050 allí está sobrepuesta la espesura de las hermosas torres, levantadas al cielo con estraña hermosura, no tanto por la fábrica estimadas, aunque 'straña labor allí se vea, 1055 cuanto por sus señores ensalzadas. Allí se halla lo que se desea: virtud, linaje, haber y todo cuanto bien de natura o de fortuna sea. U n hombre mora allí de ingenio tanto, 1 0 6 0 que toda la ribera adonde él vino nunca se harta d'escuchar su canto. Nacido fue en el campo placen tino, que con estrago y destrución romana en el antiguo tiempo fue sanguino, 1029 l í b a m e vuelve a recordar la idea manidísima del «somnus m o r t i s imago» (véanse vv. 9 0 - 9 1 ; y soneto XVII, 10). 1044-1046 j;¡ p a i S a j e q U e s e conserva siempre fértil se r e m o n t a a las descripciones paganas del más allá que aparecen en la épica clásica y se introduce en la poesía bucólica, posiblemente a través de Sannazaro. 1050-1052 L a r e f e r e n c i a a ] a altura de estas torres se ha querido ver coincid e n t e con las hipérboles usadas en las descripciones de edificios semejantes, c o m o las q u e aparecen en Virgilio, Eneida, IV, 8 8 - 8 9 («-..minaeque / m u r o r u m ingentes aequataque machina cáelo»), y en Petrarca, Canzoniere, CXXXVII, 10 («e le torre superbe al ciel nemiche»), 1053-1055 ' n o t a n t o estimadas p o r la construcción arquitectónica (por la fábrica), c u a n t o ensalzadas p o r ser la sede de los señores de Alba (por sus señores) '. 1 0 6 4 Por la sangre que en él (en el c a m p o de Placencia, pasado el río Po) se d e r r a m ó , en referencia a la guerra entre Escipión el Africano y Aníbal durante la segunda guerra púnica, narrada con detalle p o r T i t o Livio, Ab urbe condita, XXI, 2 0 - 6 0 . V E R S O S I O 3 9 - I O 7 6 1 9 7 1065 y en éste con la propia, la inhumana furia infernal, por otro nombre guerra, le tiñe, le ruina y le profana; él, viendo aquesto, abandonó su tierra, por ser más del reposo compañero 1070 que de la patria, que el furor atierra. Llevóle a aquella parte el buen agüero d'aquella tierra d'Alba tan nombrada, que éste's el nombre della, y del Severo. A aqueste Febo no le 'scondió nada, 1075 antes de piedras, hierbas y animales diz que le fue noticia entera dada. 10Ó5-106Ó L o s m i s m o s c a l i f i c a t i v o s c o n t r a la guerra se hallan, p o r ejemplo, en E r a s m o , Querella pacis («¿cuál es esta Erinnis, esta Furia, de tan trem e n d a eficacia para el d a ñ o . . . » ) . 1 0 6 7 Garcilaso construye el verso con dos z e u g m a s consecutivos en q u e elide varias palabras mencionadas o c o m prendidas en otras. El p r o n o m b r e éste se refiere a tiempo ('en este t i e m p o , en la actualidad'), mientras en propia puede sobreentenderse, o bien la palabra destrución, m e n c i o n a d a en el verso 1063 ( ' c o n . . . destrucción r o m a n a . . . , / con la propia d e s t r u c c i ó n ' ) , o bien la palabra sangre, c o m p r e n d i d a en sanguino (v. 1 0 6 4 ) . ruina: ' a r r u i n a ' ; nótese, además, el leísmo, corregido por H e r r e r a y T a m a y o : el uso del p r o n o m b r e le, c o m o c o m p l e m e n t o directo de persona o cosa, en lugar de lo o la (aquí le alude al camplo piacentino). 1 0 7 3 ' y de él el n o m b r e es Severo'; en el verso siguiente se cita a Febo (Apolo) f u n d a m e n t a l m e n t e c o m o D i o s de la medicina, c o m o se hace en B e m b o , Rime, LXXV, 1-4: «Se la via da curar gl'infermi hai m o s t r o / al m o n d o . . . , / tu, Febo...»; y C X I , 1-2: «Pon Febo m a n o a la tua nobil arte / ai sug h i , a l ' e r b e . . . » . 1074 g ì catálogo de los poderes m á gicos que posee Severo tiene m u c h o s antecedentes, pero coincide básicamente con el de la alcahueta Dipsas en O v i dio, Amores, I, VIH, 3-15 («Illa magas artes Aeaeaque carmina novit / inque caput liquidas arte recurvat aquas, / scit bene quid gramen, quid torto concita r h o m b o / licia... / C u m voluit, t o t o g l o m e r a n t u r nubila cáelo; / c u m voluit, p u r o fulget in orbe dies... / p u r p u r e u s L u n a e sanguine vultus erat»), traducido casi literalmente por Sannazaro, Arcadia, IX, 10-11 («e con suoi i n c a n t a m e n t i inviluppare il cielo di oscuri nuvoli e a sua posta ritornarlo ne la pristina chiarezza, e fermando i fiumi rivoltare le correnti acque ai fonti loro ... e di i m p o r r e con sue parole legge al corso de la incantata luna...»); la referencia a la luna, sin emb a r g o , procede de T i b u l o (véanse vv. 1083-1085). 1075-1076 p r o p i e d a d e s de hierbas, piedras y animales se usaron tanto para la ciencia médica c o m o para la de los vaticinios; véase, así, Virgilio, Eneida, XII, 3 9 1 - 3 9 7 : «Iamque aderat P h o e b o ante alios dilectus Iapyx / Iasides, acri q u o n d a m cui captus amore / ipse suas artis, sua m u ñ e r a , laetus Apollo / a u g u r i u m citharamque dabat celerisque sagittas. / Ille... scire potestates herb a r u m u s u m q u e m e d e n d i . . . » . 198 E G L O G A I I Éste, cuando le place, a los caudales ríos el curso presuroso enfrena con fuerza de palabras y señales; 1080 la negra tempestad en muy serena y clara luz convierte, y aquel día, si quiere revolvelle, el mundo atruena; la luna d'allá'rriba bajaría si al son de las palabras no impidiese 1085 el son del carro que la mueve y guía. Temo que si decirte presumiese de su saber la fuerza con loores, que en lugar d'alaballe ¡'ofendiese. Mas no te callaré que los amores 1090 con un tan eficaz remedio cura, cual se conviene a tristes amadores; en un punto remueve la tristura, convierte'n odio aquel amor insano, y restituye'l alma a su natura. 1095 N o te sabré decir, Salicio hermano, la orden de mi cura y la manera, mas sé que me partí del libre y sano. Acuérdaseme bien que en la ribera de Tormes le hallé solo, cantando 1100 tan dulce, que una piedra enterneciera. Como cerca me vido, adevinando la causa y la razón de mi venida, suspenso un rato 'stuvo así callando, 1077-1079 >pa j p r o < J i g i 0 s e n a venido achacando a la música de O r f e o . 1083-1085 E 1 poder atribuido a las hechiceras de hacer descender la luna a la tierra está en Tibulo, Elegías, I, v n i , 2 1 - 2 2 («Cantus et e curru L u n a m deducere temptat / et faceret, si n o n aera repulsa sonent»), y O v i d i o , Metamorfosis, VII, 2 0 7 - 2 0 8 («Te quoque, Luna, traho, quamuis Temesaea labores / aera tuos m i n u a n t ; currus q u o q u e carmine nostro»); Garcilaso entiende q u e el sonido de los carros de la luna p r o d u cían suficiente ruido c o m o para impedir q u e ésta oyese las voces de los encantadores o hechiceras. 1 0 9 2 'en u n m o m e n t o (en un punto) quita (remueve) la tristeza (tristura)'. 1 0 9 3 insano: ' l o c o ' . 1 0 9 4 El m i s m o resultado conseguido por la fuerza de las palabras se sugiere en A r n a l d o de Vilanova, Tractatus de amore heroico, IV, «saltim veluti forme r e r u m d u c e n t i u m r e m desideratam in o d i u m , sicut rei turpitudines oculo m o n s t r a r e vel enarrare sermonibus et cetera». 1 1 0 0 «con parole che i sassi r o m p e r ponno» (Petrarca, Canzoniere, CCCLIX, 7 0 ) . V E R S O S I O 7 7 - I I 3 0 1 9 9 y luego con voz clara y espedida 1105 soltó la rienda al verso numeroso en alabanzas de la libre vida. Yo estaba embebecido y vergonzoso, atento al son y viéndome del todo fuera de libertad y de reposo. 1110 N o sé decir sino que, en fin, de modo aplicó a mi dolor la medicina, que'l mal desarraigó de todo en todo. Quedé yo entonces como quien camina de noche por caminos enriscados, 1115 sin ver dónde la senda o paso inclina; mas, venida la luz y contemplados, del peligro pasado nace un miedo que deja los cabellos erizados; así estaba mirando, atento y quedo, 1120 aquel peligro yo que atrás dejaba, que nunca sin temor pensallo puedo. Tras esto luego se me presentaba, sin antojos delante, la vileza de lo que antes ardiendo deseaba. 1125 Así curó mi mal, con tal destreza, el sabio viejo, como t'he contado, que volvió el alma a su naturaleza y soltó el corazón aherrojado. S A L I C I O ¡Oh gran saber, oh viejo frutüoso, que'l perdido reposo al alma vuelve, 113o 1 1 0 5 numeroso: ' r í t m i c o , a r m o n i o s o ' . I I O ° - m o La música de O r f e o y A n fión lograba m o v e r las piedras (así el segundo levantó las murallas de Tebas). 1 1 2 4 La i m a g e n del c a m i n o y los peligros q u e el poeta ve en él recuerdan a D a n t e y Ausias M a r c h (véanse sonetos I, VI y XXXVIII). 1 1 2 8 La terapéutica que aplica Severo, bastante alejada de los ritos de Enar e t t o (Sannazaro, Arcadia, x ) , está influida por los poderes atribuidos a la música (véanse vv. IIOO y 1161-1168) y, f u n d a m e n t a l m e n t e , p o r el precepto que C u p i d o da en el templo del « A m o r Leteo» ( O v i d i o , Remedia amoris, 557- 574), desarrollado en coincidencia con Garcilaso en los tratados de medicina de G o r d o n i o y Villalobos (la recomendación del primero de buscar a u n «sabio varón» a quien el enfermo tema o de quien haya v e r g ü e n z a podría reforzar los vínculos reales entre Severo y los dos pastores); la visita de N e m o r o s o a Severo (vv. 1 0 9 8 en adelante) parece inspirarse en la que hace C l ó n i c o a Enareto (Arcadia, IX y X). 2 0 0 É G L O G A I I II35 N E M O R O S O S A L I C I O II45 I I 5 0 N E M O R O S O y lo que la revuelve y lleva a tierra del corazón destierra encontinente! Con esto solamente que contaste, así le reputaste acá comigo, que sin otro testigo a desealle ver presente y hablalle me levantas. ¿Desto poco te 'spantas tú, Salicio? Demás te daré indicio manifiesto, si no te soy molesto y enojoso. ¿Qué's esto, Nemoroso, y qué cosa 1 1 4 0 puede ser tan sabrosa en otra parte a mí como escucharte? N o la siento, cuanto más este cuento de Severo; dímelo por entero, por tu vida, pues no hay quien nos impida ni embarace. Nuestro ganado pace, el viento espira, Filomena sospira en dulce canto y en amoroso llanto s'amancilla; gime la tortolilla sobre'1 olmo, preséntanos a colmo el prado flores y esmalta en mil colores su verdura; la fuente clara y pura, murmurando, nos está convidando a dulce trato. Escucha, pues, un rato, y diré cosas estrañas y espantosas poco a poco. 1155 Ninfas, a vos invoco; verdes faunos, sátiros y silvanos, soltá todos 1142-1143) ( j 3 s t e verso y el siguiente son humildes e infelices de la lengua y pensamiento» (Herrera). 1 H espira: 'sopla', c o m o en Sannazar o , Arcadia, IX, 3 4 - 3 5 : «Viene a l l ' o m b r a . . . che l'aura mobil / ti freme fra le onde»; embarace, en el verso anterior, equivale a 'obstaculice'. 1 1 4 9 «Nec gemere aéria cessabit turt u r ab u l m o » (Virgilio, Bucólicas, V, 58). 1 1 5 1 «Vedi le valli e i campi c h e si smaltano / di color mille...» (Sannaz a r o , Arcadia, VIII, 142-143). 1 1 5 2 - 1 1 5 3 Los elementos de la naturaleza coinciden f u n d a m e n t a l m e n t e con Sannazaro, Arcadia, X, 5 8 - 6 0 : «il m o r m o r a r e de le roche o n d e . . . rendevano insieme piacevolissimo suono a udire... ; la mesta Filomena da lunge tra folti spineti si lamentava...; piangeva la solitaria tortora per le alte ripe...; redolivano i pomi per terra sparsi, d e ' quali tutto il suolo ... ne vedevamo in a b b o n d a n z a coverto»; sin e m b a r g o , alguno de ellos se hallan m á s p r ó x i m o s a otras fuentes (véanse v v . 1146, 1149 y 1151). 1 1 5 5 estrañas: 'extraordinarias, singulares, raras'; espantosas: 'dignas de a s o m b r o y admiración, maravillosas'. V E R S O S I I 3 1 - I I 7 6 2 0 1 mi lengua en dulces modos y sotiles, que ni los pastoriles ni el avena 1160 ni la zampona suena como quiero. Este nuestro Severo pudo tanto con el suave canto y dulce lira, que, revueltos en ira y torbellino, en medio del camino se pararon 1165 los vientos y escucharon muy atentos la voz y los acentos, muy bastantes a que los repugnantes y contrarios hiciesen voluntarios y conformes. A aqueste el viejo Tormes, como a hijo, 1170 le metió al escondrijo de su fuente, de do va su corriente comenzada. Mostróle una labrada y cristalina urna donde'1 reclina el diestro lado, y en ella vio entallado y esculpido 1175 lo que, antes d'haber sido, el sacro viejo por devino consejo puso en arte, 1 1 0 A n t e el t o n o épico del panegírico, N e m o s o s o subraya la insuficiencia d e los instrumentos pastoriles. 1 1 6 8 «alcuni incanti da resistere a le m a r i n e tempestati ... a le g r a n d i n i e a li furiosi impeti de li discordevoli venti» (Sannazaro, Arcadia, I X , 2 7 - 2 8 ) . 1 1 7 0 'le puso en el escondrijo (al escondrijo) de su m a n a n t i a l (fuente)'; sobre el uso de la preposición a con el valor de ' e n ' , véase arriba, v. 854. 1 1 7 1 El descenso de Severo a las p r o fundidades del río T o r m e s recuerda el de Aristeo a las fuentes del río Peneo (Virgilio, Geórgicas, IV, 3 5 9 - 3 7 0 ) , imitado p o r Sannazaro, Arcadia, xii, 13-15, y, especialmente, 37; véanse los vv. 1073,1805-1817. 1 1 7 2 - 1 8 2 8 La revelación a través d e u n a u r n a de cristal reclinada sobre u n río, q u e recuerda el artificio bien conocido de las pseudo-profecías grabadas en los escudos, se halla t a m b i é n en Sannazaro, De partu virginis, vv. 2 9 8 - 3 0 0 («Ipse antro medius pronaque adelinis in urna / fundit aquas. Nitet urna novis variata figuris / crystallo ex alba et p u r o perlucida vitro...»); la alabanza o panegírico de los Alba, género empleado en églogas amatorias t a n t o italianas c o m o neolatinas, presenta ciertas analogías con la de los Este en Ariosto, Orlando furioso, XLVI. 1 1 7 3 La postura del río coincide con la del Sebeto en Sannazaro, Arcadia, XII, 37 ( trovai in terra sedere il ven e r a n d o iddio, col sinistro fianco app o g g i a t o sovra u n vaso di pietra»), quien recuerda a Estacio, Thebaida, II, 218 («in laevum prona nixus sedet Inachus urna»), y a quien imita, con indudables ecos de Garcilaso, Gii P o l o , Diana enamorada, III; el cambio de lado siniestro por el diestro puede explicarse por los buenos sucesos que muestra la u r n a del Tajo, si bien algunas representaciones iconográficas del Sebeto la p o n e n a la derecha. 202 E G L O G A I I labrando a cada parte las estrañas virtudes y hazañas de los hombres que con sus claros nombres ilustraron 1180 cuanto señorearon de aquel río. Estaba con un brío desdeñoso, con pecho corajoso, aquel- valiente que contra un rey potente y de gran seso, que'l viejo padre preso le tenía, 1185 cruda guerra movía despertando su illustre y claro bando al ejercicio d'aquel piadoso oficio. A aqueste junto la gran labor al punto señalaba al hijo que mostraba acá en la tierra 1190 ser otro Marte en guerra, en corte Febo; mostrábase mancebo en las señales del rostro, que'ran tales, que 'speranza y cierta confianza claro daban, a cuantos le miraban, que'l sería 1195 en quien se informaría un ser divino. Al campo sarracino en tiernos años daba con graves daños a sentillo, que como fue caudillo del cristiano, ejercitó la mano y el maduro 1200 seso y aquel seguro y firme pecho. En otra parte, hecho ya más hombre, con más illustre nombre, los arneses de los fieros franceses abollaba. Junto, tras esto, estaba figurado 1205 con el arnés manchado de otra sangre, 1181-1187 s e a j u í j e a ¡ p r i m e r duque de Alba, d o n García de T o l e d o , quien se rebeló contra el rey d o n J u a n II (contra un rey potente y de gran seso) p o r tener preso a su padre. 1189 aqueste es d o n Fadrique de T o ledo (v. 1213), hijo de d o n García (v. 1189) y s e g u n d o d u q u e de Alba: participó primero c o m o general en las guerras contra los m o r o s de Granada (vv. 1 1 9 6 - 1 2 0 0 ) y l u e g o capitaneó el ejército q u e venció en N a v a r r a a los franceses (vv. 1201-1203), tras el sitio y t o m a de P a m p l o n a (vv. 1204-1214). 1199-1200 gj éxito conseguido p o r la combinación del uso de las armas y la r a z ó n aparece en O v i d i o , Metamorfosis, x i l l , 4 6 0 («Longa referre m o r a est, quae consilioque m a n u q u e / utiliter feci spatiose tempore belli»), y D a n te, Inferno, XVI, 8 9 («feci con il senno assai e con la spada»). V E R S O S I I 7 7 - 1 2 3 6 203 sosteniendo la hambre en el asedio, siendo él solo el remedio del combate, que con fiero rebate y con ruido por el muro batido l'ofrecían; 1210 tantos al fin morían por su espada, a tantos la jornada puso espanto, que no hay labor que tanto notifique, cuanto el fiero Fadrique de Toledo puso terror y miedo al enemigo. 1215 Tras aqueste que digo se veía el hijo don García, que'n el mundo sin par y sin segundo solo fuera si hijo no tuviera. ¿Quién mirara de su hermosa cara el rayo ardiente? 1220 ¿Quién su resplandeciente y clara vista, que no diera por lista su grandeza? Estaban de crueza fiera armadas las tres inicuas hadas, cruda guerra haciendo allí a la tierra con quitalle 1225 éste, que'n alcanzalle fue dichosa. ¡Oh patria lagrimosa, y cómo vuelves los ojos a los Gelves, sospirando! El está ejercitando el duro oficio, y con tal arteficio la pintura 1230 mostraba su figura, que dijeras, si pintado lo vieras, que hablaba. El arena quemaba, el sol ardía, la gente se caía medio muerta; él solo con despierta vigilancia 1235 dañaba la tardanza floja, inerte, y alababa la muerte gloriosa. 1 2 1 1 jomada: 'expedición militar'. 1 2 1 5 D o n García, al m o r i r antes que su padre d o n Fadrique, n o heredó el título de d u q u e , q u e pasó directamente a su hijo d o n F e r n a n d o ; Garcilaso se ciñe al episodio de su m u e r t e , ocurrida en la expedición contra la isla africana de los Gelves (vv. 1 2 2 6 - 1 2 6 6 ) : destaca los estragos que el clima p r o dujo en su ejército (vv. 1 2 3 2 - 1 2 3 6 ) , la emboscada que le tendieron los m o ros (vv. 1237-1238) y su denodada lucha en m e d i o de innumerables enem i g o s hasta caer m u e r t o (vv. 1 2 3 9 - 1 2 6 6 ) . 1 2 2 3 Las tres iniquas hadas son las parcas, responsables del destino h u m a n o . 1 2 3 6 Posiblemente hay u n a reminiscencia de Virgilio, Eneida, II, 317: «... p u l c h r u m q u e m o r i sucurrit in armis». 2 0 4 É G L O G A I I Luego la polvorosa muchedumbre, gritando a su costumbre, le cercaba; mas el que se llegaba al fiero mozo 1240 llevaba, con destrozo y con tormento, del loco atrevimiento el justo pago. Unos en bruto lago de su sangre, cortado ya el estambre de la vida, la cabeza partida revolcaban; 1245 otros claro mostraban, espirando, de fuera palpitando las entrañas, por las fieras y estrañas cuchilladas d'aquella mano dadas. Mas el hado acerbo, triste, airado fue venido; 1250 y, al fin, él, confundido d'alboroto, atravesado y roto de mil hierros, pidiendo de sus yerros venia'l cielo, puso en el duro suelo la hermosa cara, como la rosa matutina, 1255 cuando ya el sol declina al mediodía, que pierde su alegría y marchitando va la color mudando; o en el campo cual queda el lirio blanco que'l arado crudamente cortado al pasar deja, 1260 del cual aun no s'aleja presuroso aquel color hermoso o se destierra, mas ya la madre tierra descuidada no le administra nada de su aliento, que era el sustentamiento y vigor suyo, 1265 tal está el rostro tuyo en el arena, fresca rosa, azucena blanca y pura. 1 2 4 2 Es i m a g e n empleada por Ariost o , Orlando, X X V I I , XXI, 1-3: «Giunge più inanzi, e n e ritrova molti / giacere in terra, anzi in vermiglio lago / nel proprio sangue orribilmente in- volti...». 1253-1264 L 3 c o m p a r a c i o n de u n j o ven g u e r r e r o q u e acaba de m o r i r con una flor recién cortada tiene antecedentes en H o m e r o , litada, XVII, 6 0 y ss., pero presenta más elementos en c o m ú n con Virgilio, Eneida, r x , 435-437, y XI, 6 8 - 7 1 («Purpureus ueluti c u m flos succisus aratro / languescit moriens: lassoue papauera collo...»), y Ariosto, Orlando, X V I I I , CLIII, 1-2 ( « C o m e p u r p u r e o fior l a n g u e n d o m o r e , / che'l v o m e r e al passar tagliato lassa»). 1265-1266 ¿ a de S cripción del rostro ya sin vida de d o n García es semejante a la descripción del d e d o n Bernaldino (elegia I, 121-123), en concordancia con V E R S O S 1 2 3 7 - 1 2 8 8 205 Tras ésta, una pintura estraña tira los ojos de quien mira y los detiene tanto, que no conviene mirar cosa 1270 estraña ni hermosa, sino aquélla. De vestidura bella allí vestidas las gracias esculpidas se veían; solamente traían un delgado velo que'l delicado cuerpo viste, 1275 mas tal, que no resiste a nuestra vista. Su diligencia en vista demostraban; todas tres ayudaban en una hora una m u y gran señora que paría. U n infante se vía ya nacido, 1280 tal cual jamás salido d'otro parto del primer siglo al cuarto vio la luna; en la pequeña cuna se leía un nombre que decía: «don Fernando». Bajaban, del hablando, de dos cumbres 1285 aquellas nueve lumbres de la vida con ligera corrida, y con ellas, cual luna con estrellas, el mancebo intonso y rubio, Febo; y, en llegando, Poliziano, Elegías, VII, 20,-30 («Candor erat dulcí suffusus sanguinem, qualem / alba freunt rubris lilia m i x t a rosis»). 1271-1275 L a descripción de las gracias hace pensar en el cuadro de Botticelli, en u n a clara muestra del tópico horaciano ut pictura poesis. 1 2 7 8 Esta gran señora es doña Beatriz P i m e n t e l , hija del conde de Benavent e , esposa de d o n G a r c í a ( v v . 1215-1266) y madre de d o n F e r n a n d o . 1 2 8 1 'desde la Creación (del primer siglo) al nacimiento de C r i s t o (al cuarto)...', a u n q u e n o cabe descartar la interpretación 'desde la edad de o r o (del primer siglo) a la de hierro (al cuarto)'. 1 2 8 3 D o n Fernando Alvarez de Toled o , tercer d u q u e de Alba, nació en Piedrahita (Ávila) en el año de 1507. El relato del nacimiento de d o n Fernando, con elementos característicos del g é n e r o , está inspirado en el de Hipólito: «Quivi le Grazie in abito giocondo / u n a regina aiutavano al p a r t o : / si bello infante n'apparia, che '1 m o n d o / n o n ebbe u n tal dal secol p r i m o al q u a r t o . . . / Ippolito diceva u n a scrittura / sopra le fasce in lettere minute» (Ariosto, Orlando, X L V I , LXXXV, 1-4, y LXXXVI, 1-2). 1284-1285 j o j cumbres son los dos collados que tiene el m o n t e Parnaso; aquellas nueve lumbres corresponden a las nueve musas (véase égloga III, 2 9 ) . intonso: es epíteto tradicional de A p o l o , a quien solía representarse con u n a gran cabellera. 20б É G L O G A I I por orden abrazando todas fueron 1290 al niño, que tuvieron luengamente. Visto como presente, d'otra parte Mercurio estaba y Marte, cauto y fiero, viendo el gran caballero que'ncogido en el recién nacido cuerpo estaba. 1295 Entonces lugar daba mesurado a Venus, que a su lado estaba puesta; ella con mano presta y abundante néctar sobre'l infante desparcía, mas Febo la desvía d'aquel tierno 1300 niño y daba el gobierno a sus hermanas; del cargo están ufanas todas nueve. El tiempo el paso mueve; el niño crece y en tierna edad florece y se levanta como felice planta en buen terreno. 1305 Ya sin precepto ajeno él daba tales de su ingenio señales, que 'spantaban a los que le criaban; luego estaba cómo una l'entregaba a un gran maestro que con ingenio diestro y vida honesta 1310 hiciese manifiesta al mundo y clara aquel ánima rara que allí vía. Al niño recebía con respeto un viejo en cuyo aspeto se via j u n t o severidad a un punto con dulzura. 1292-1298 L3 p r e s e n c i a ¿ e algunos dioses en el nacimiento de don Fernando está sugerida p o r A r i o s t o , Orlando, X L V I , LXXXV, 5-8 («Vedeasi love, e Mercurio facondo, / Venere e M a r t e , che l'avevano sparto / a m a n piene e spargean d'eterei fiori, / di dolce ambrosia e di celesti o d o ri»), a quien imita F l a m i n i o , Elegías [De cardinale Farnesio] («Illius crines flauos, c o r p u s q u e d e c o r u m / ambrosiae liquido sparsit odore Venus»). El adjetivo cauto, aplicado a Marte (v. 1 2 9 2 ) , se ha ent e n d i d o c o m o u n t é r m i n o m e d i o entre la prudencia y la temperancia: «para que sea m o d e r a d a la fortaleza y n o dé en el ext r e m o de la temeridad» ( H e r r e r a ) . 403-1304 L a j m a g e n s e r e m o n t a a H o m e r o , Ilíada, XVIII, 56, y T e ó c r i t o , Idilios, X X I V , 102-103 (E.L. Rivers). 1 3 0 5 - 4 0 7 Podría haber u n eco del niño Jesús ante los doctores del t e m p l o de Jerusalén: «Stupebant a u t e m omnes qui e u m audiebant, super p r u d e n t i a et responsis eius» (Lucas 2 , 4 6 - 4 7 ) . 1 3 1 4 El sustantivo severidad parece derivado p o r paronomasia del n o m b r e de Severo (citado en el v. 1316). La aparición de los preceptores de d o n F e r n a n d o (el propio Severo y Boscán) amplía la del preceptor del cardenal H i p ó l i t o (Fusco) en A r i o s t o , Orlando, X L V I , L X X X I X . V E R S O S 1 2 8 9 - 1 3 4 3 207 1315 Quedó desta figura como helado Severo y espantado, viendo el viejo que, como si en espejo se mirara, en cuerpo, edad y cara eran conformes. En esto, el rostro a Tormes revolviendo, 1320 vio que 'staba riendo de su 'spanto. «¿De qué t'espantas tanto?», dijo el río. «¿No basta el saber mío a que, primero que naciese Severo, yo supiese que habia de ser quien diese la doctrina 1325 al ánima divina deste mozo?». El, lleno d'alborozo y d'alegría, sus ojos mantenía de pintura. Miraba otra figura d'un mancebo, el cual venia con Febo mano a mano, 1330 al modo cortesano; en su manera juzgáralo cualquiera, viendo el gesto lleno d ' u n sabio, honesto y dulce afeto, por un hombre perfeto en l'alta parte de la difícil arte cortesana, 1335 maestra de la humana y dulce vida. Luego fue conocida de Severo la imagen por entero fácilmente deste que allí presente era pintado; vio que'ra el que habia dado a don Fernando, 1340 su ánimo formando en luenga usanza, el trato, la crianza y gentileza, la dulzura y llaneza acomodada, la virtud apartada y generosa, 1322-1324 ,-^0 D a s t a e j s a D e r m í o a que antes que naciese Severo y o supiese q u e él (Severo) había de ser quien le diese la d o c t r i n a . ' ( E . L . Rivers). 1 3 2 7 'sus ojos se alimentaban (mantenían) de las imágenes esculpidas por el río T o r m e s (de pintura)'; es probable el eco de Virgilio, Eneida, I, 4 6 4 : « a t q u e a n i m u m p i c t u r a p a s c i t inani». 1 3 2 8 El mancebo, cuyo n o m b r e se menciona más abajo (v. 1349), es Boscán; N e m o r o s o n o sólo lo recuerda c o m o ayo de d o n Fernando, sino también c o m o a u t o r de la versión castellana de El cortesano de Castiglione, a j u z gar p o r la m a n e r a de presentarlo (vv. 1330-1335) y el contenido de sus enseñanzas (v. 1345). 1 3 4 3 apartada: 'oculta, escondida', seg ú n u n a cualidad que los estoicos atribuían a la virtud: «Eripit se aufert ex oculis perfecta virtus» (Séneca, De consolatione, XXIII, 2 ) . 2 0 8 E G L O G A I I y en fin cualquier cosa que se vía 1345 en la cortesanía de que lleno Fernando tuvo el seno y bastecido. Después de conocido, leyó el nombre Severo de aqueste hombre, que se llama Boscán, de cuya llama clara y pura 1350 sale'l fuego que apura sus escritos, que en siglos infinitos teman vida. De algo más crecida edad miraba al niño, que 'scuchaba sus consejos. Luego los aparejos ya de Marte, 1355 estotro puesto aparte, le traía; así les convenía a todos ellos, que no pudiera dellos dar noticia a otro la milicia en muchos años. Obraba los engaños de la lucha; 1360 la maña y fuerza mucha y ejercicio con el robusto oficio está mezclando. Allí con rostro blando y amoroso Venus aquel hermoso mozo mira, y luego le retira por un rato 1365 d'aquel áspero trato y son de hierro; mostrábale ser yerro y ser mal hecho armar contino el pecho de dureza, no dando a la terneza alguna puerta. 1 3 4 6 bastecido por 'abastecido, provist o ' es la forma etimológica, perfectam e n t e n o r m a l hasta el siglo XVII. 1 3 4 9 - 1 3 5 1 La llama podría identificarse c o n el bien de la elegía II, 145 (Verde voye). 1352-1358 E n t i é n d a s e : '(Severo) contemplaba al niño de edad algo m á s crecida, que escuchaba sus consejos. Inmediatamente los i n s t r u m e n t o s (aparejos) de M a r t e , dejando lo anterior a u n lado (estotro puesto aparte), le traía; de tal manera se adaptaba a t o d o s ellos, que n o h u b o d u r a n t e m u c h o t i e m p o u n discípulo tan aventajado'; aparejos: «humilde vocablo» (Herrera). La referencia a la edad se ha querido ver coincidente con Virgilio, Bucólicas, IV, 3 7 : «Hiuc, u b i iam firmata u i r u m te fecerit aetas» (Brócense). 1 3 6 1 ' c o n el r o b u s t o oficio (de la caza)...', c o m o en la égloga III, 147-148 («en el r o b u s t o oficio / de la silvestre caza»), y de acuerdo con la actividad que más practica el cardenal H i p ó l i t o . Los comienzos de d o n Fernando en el arte de la milicia g u a r d a n u n a vaga analogía c o n los del cardenal Hipólito en A r i o s t o , Orlando, X L V I , XCI. 1 3 6 7 La actitud desdeñosa de la ninfa se describe de u n a forma q u e llegó a ser tradicional en la poesía petrarquista (así Bernardo Tasso emplea «armato di gelo il core»). V E R S O S 1 3 4 4 - 1 3 9 6 209 Con él en una huerta entrada siendo, 1370 una ninfa dormiendo le mostraba; el mozo la miraba y juntamente, de súpito acídente acometido, estaba embebecido, y a la diosa que a la ninfa hermosa s'allegase 1375 mostraba que rogase, y parecía que la diosa temía de llegarse. El no podía hartarse de miralla, de eternamente amalla proponiendo. Luego venia corriendo Marte airado, 1380 mostrándose alterado en la persona, y daba una corona a don Fernando. Y estábale mostrando un caballero que con semblante fiero amenazaba al mozo que quitaba el nombre a todos. 1385 Con atentados modos se movía contra el que Patendía en una puente; mostraba claramente la pintura que acaso noche 'scura entonces era. D e la batalla fiera era testigo 1390 Marte, que al enemigo condenaba y al mozo coronaba en el fin della; el cual, como la estrella relumbrante que'l sol envia delante, resplandece. D'allí su nombre crece, y se derrama 1395 su valerosa fama a todas partes. Luego con nuevas artes se convierte 1 3 7 2 ' y de una repentina alteración (de súpito acídente) a c o m e t i d o ' . 1 3 7 3 - 1 3 7 6 y a la diosa... de llegarse: 'y (la pintura) mostraba (al joven d o n Fernando) r o g a n d o a la diosa q u e se acercase (s'allegase) a la ninfa h e r m o s a , y parecía q u e la diosa temía acercarse'. 1 3 9 2 - 1 3 9 3 La comparación de d o n Fern a n d o con la estrella m a t u t i n a tiene u n análogo en Virgilio, Eneida, VIII, 5 8 9 - 5 9 1 : «qualis ubi O c e a n i perfusus Lucifer u n d a , / q u e m V e n u s ante alios a s t r o r u m diligit ignis, / extulit os sacrum cáelo tenebrasque resolvit». 1 3 9 5 Este duelo e n t r e el j o v e n Fernando y u n desconocido caballero, suscitado por servir a m b o s a la m i s m a dama, t u v o lugar en B u r g o s el año 1524, según señala el Brócense; la urna presenta al d u q u e c o m o vencedor (v. 1391), mientras el salmantino sólo se refiere a la amistad q u e acabó habiend o entre ellos. 1 3 9 6 - 1 4 0 0 La metáfora parece inspirada en B e m b o , Rimas, I, 6: «use far a la m o r t e illustri i n g a n n i » . 210 É G L O G A I I a hurtar a la muerte y a su abismo gran parte de sí mismo y quedar vivo cuando el vulgo cativo le llorare 1400 y, muerto, le llamare con deseo. Estaba el Himeneo allí pintado, el diestro pie calzado en lazos d'oro; de vírgines un coro está cantando, partidas altercando y respondiendo, 1405 y en un lecho poniendo una doncella que, quien atento aquélla bien mirase y bien la cotejase en su sentido con la que'l mozo vido allá en la huerta, verá que la despierta y la dormida 1410 por una es conocida de presente. Mostraba juntamente ser señora digna y merecedora de tal hombre; el almohada el nombre contenía, el cual doña María Enríquez era. 1415 Apenas tienen fuera a don Fernando, ardiendo y deseando estar ya echado; al fin, era dejado con su esposa 1 4 0 0 La narración de la boda de don Fernando con su prima doña María Enríquez (mencionada en el v. 1414) contiene los elementos propios del Epitalamio: la presencia de H i m e n e o , dios de las bodas (vv. 1401-1402), el canto de las doncellas ( w . 1403-1404), la descripción de la novia en el lecho n u p cial (vv. 1405-1414), la impaciencia del novio (vv. 1415-1418), la consumación (vv. 1417-1418). I 4 0 I - I 4 0 2 E 1 E p i t a ] a m j 0 d e C a t u l o presenta a H i m e n e o con calzado dorado en los dos pies: «huc ueni niveo gerens / l u t e u m pede soccum» (Carmina, LXI, 9 - 1 0 ) ; aquí, sólo en el pie derecho, c o m o símbolo de b u e n augurio, de m a n e r a semejante a D i d o , que tiene u n pie descalzo c u a n d o intenta retener a Eneas: « U n u m exuta pedem uinclis» (Virgilio, Eneida, IV, 518). 1 4 0 3 - 1 4 0 4 Las doncellas cantando aparecen en el Epitalamio de C a t u l o , Carmina, LXI, 3 6 - 3 9 : «Vosque item simul, integrae / uirgines, quibus aduenit / p a r d i e s , a g i t e in m o d u m / dicite...». 1 4 1 3 La referencia a la almohada p o dría inspirarse en el Epitalamio de Peleo y Tetis narrado por C a t u l o , Carmina, LXIV, 4 7 - 4 9 : «Puluinar uero diuae geniale locatur / sedibus in raediis, I n d o q u o d dente politum / tincta tegit roseo conchyli p u r p u r a fuco». 1+15-1416 E i a e s e o lujurioso de los n o vios se describe en el Epitalamio de Catulo, Carmina, LXI, 176-178 («lili non m i n u s ac tibi / pectore uritur intimo / flamma, sed penite magis») y se m e n ciona c o m o p u n t o obligatorio del género en las poéticas del Renacimiento; Garcilaso limita la descripción al novio, considerada deshonesta por H e - rrera. V E R S O S 1 3 9 7 - 1 4 3 6 2 1 1 dulce, pura, hermosa, sabia, honesta. En un pie estaba puesta la fortuna, 1420 nunca estable ni una, que llamaba a Fernando, que 'staba en vida ociosa, porque en dificultosa y ardua vía quisiera ser su guía y ser primera; mas él por compañera tomó aquella, 1425 siguiendo a la que's bella descubierta y juzgada, cubierta, por disforme. El nombre era conforme a aquesta fama: virtud ésta se llama, al mundo rara. ¿Quién tras ella guiara igual en curso 1430 sino éste, que'l discurso de su lumbre forzaba la costumbre de sus años, no recibiendo engaños sus deseos? Los montes Pireneos, que se 'stima de abajo que la cima está en el cielo 1435 y desde arriba el suelo en el infierno, en medio del invierno atravesaba. 1419-1420n¡ u m . variab l e ' ; se trata de calificativos de la fort u n a tradicionales desde O v i d i o , Ex ponto, I V , III, 31-32 («non stabili»), y Tristia, V , VIH, 15 («volubilis»), 1425-1426 ' s ¡ g U i e n d 0 a l a q U e > descubierta, es bella, y a la q u e , cubierta, es j u z g a d a por fea (disforme)'; Garcilaso está ampliando u n a idea presente en H o r a c i o , Odas, I V , IX, 2 9 - 3 0 («paul u m sepultae distat inertiae / celata virtus»), y C l a u d i a n o , De Consolatu Honorii Augusti Panegyris, IV, 2 2 2 («vile latens virtus»), quizá a través de Cicer ó n , Epístolas familiares, I X , XIV, 4 («Nihil est... virtute formosius, nihil pulchrius»). 1 4 2 8 La elección de la virtud c o m o guía y c o m p a ñ e r a , con el rechazo implícito del ofrecimiento de la fortuna, amplía a Ariosto, Orlando furioso, X L V I , LXXXVI, 3 - 4 («In età p o i più ferma l ' A v e n t u r a / l'avea per m a n o , e inanzi era Virtude»), quizá con el eco de la decisión q u e t o m a Hércules deseguir el camino de la virtud (tras rechazar el del vicio) y en contradicción con una idea de O v i d i o , Tristia, V , XIV, 2 9 - 3 0 («Rara q u i d e m virtus, q u a m n o n F o r t u n a g u b e r n e t , / quae maneat stabili, c u m fugit illa, pede»), que invierte los t é r m i n o s de otra más conocida de Cicerón, Epístolas familiares, X , III, 2 («virtute duce, c o m i t é fortuna»). 1433-1742 L a narración de las hazañas de d o n Fernando se centra en el viaje a Alemania para acudir a la defensa de Viena contra el príncipe T u r c o Solim á n : la expedición empieza en febrero de 1532 y t e r m i n a en la primavera del año siguiente, c o n el regreso a Alba de T o r m e s . 1433-1435 Garcilaso pondera la altura de los Pirineos empleando u n a expresión tradicional desde Virgilio, Eneida, IV, 4 4 5 - 4 4 6 , y Geórgicas, II, 2 9 1 - 2 9 2 ( q u a n t u m vértice ad auras / aete- 212 É G L O G A I I La nieve blanqueaba, y las corrientes por debajo de puentes cristalinas y por heladas minas van calladas; 1440 el aire las cargadas ramas mueve, que'l peso de la nieve las desgaja. Por aquí se trabaja el duque osado, del tiempo contrastado y de la vía, con clara compañía de ir delante; 1445 el trabajo constante y tan loable por la Francia mudable en fin le lleva. La fama en él renueva la presteza, la cual con ligereza iba volando y con el gran Fernando se paraba 1450 y le sinificaba en modo y gesto que'l caminar muy presto convenía. D e todos escogía el duque uno, y entramos de consuno cabalgaban; los caballos mudaban fatigados, 1455 mas a la fin llegados a los muros del gran París seguros, la dolencia con su débil presencia y amarilla bajaba de la silla al duque sano y con pesada mano le tocaba. 1460 El luego comenzaba a demudarse y amarillo pararse y a dolerse. rias, t a n t u m radice in T á r t a r a ten- dit»). 1442-1444 ' p o r a q u ¡ s e e s f u e r z a (se trabaja)..., haciendo frente (contrastado) al t i e m p o y al c a m i n o (vía), p o r (de) ir delante con excelente (clara) com- pañía'. 1 4 4 6 mudable: «atributo propio de los franceses», según H e r r e r a . 1447-1451 E n la cultura clásica, la fama, caracterizada c o m o u n a doncella alada que viaja volando de u n ext r e m o a o t r o de la tierra, representaba los r u m o r e s y noticias que circulan ráp i d a m e n t e ; aquí, tras haber pasado ya los Pirineos, don Fernando recibe la orden de reunirse cuanto antes con el emperador Carlos V . 1452-1453 El propio Garcilaso parece ser quien el conde había elegido c o m o único a c o m p a ñ a n t e de su apresurado viaje a Alemania. 1455-1459 j,a alegórica descripción de la enfermedad (dolencia) q u e padece el d u q u e (lo baja del caballo sano y lo toca con su pesada mano) parece una referencia a la diosa M o r b o n i o , a la que se da el m i s m o calificativo de amarilla en Virgilio, Eneida, VI, 2 7 5 : «pallentesque habitant M o r b i » . V E R S O S 1 4 3 7 - 1 4 8 7 2 1 3 Luego pudiera verse de travieso venir por un espeso bosque ameno, de buenas hierbas lleno y medicina, 1465 Esculapio, y camina no parando hasta donde Fernando estaba en lecho. Entró con pie derecho, y parecía que le restituía en tanta fuerza, que a proseguir se 'sfuerza su viaje, 1470 que le llevó al pasaje del gran R e n o . Tomábale en su seno el caudaloso y claro rio, gozoso de tal gloria, trayendo a la memoria cuando vino el vencedor latino al mismo paso. 1475 N o se mostraba escaso de sus ondas; antes, con aguas hondas que engendraba, los bajos igualaba, y al liviano barco daba de mano, el cual, volando, atrás iba dejando muros, torres. 1480 Con tanta priesa corres, navecilla, que llegas do amancilla una doncella, y once mil más con ella, y mancha el suelo de sangre que en el cielo está esmaltada. Úrsula, desposada y virgen pura, 1485 mostraba su figura en una pieza pintada: tu cabeza allí se vía, que los ojos volvía ya espirando; 1462-1469 Escupió, dios de la medicina e hijo de A p o l o , aparece atravesando (de travieso) u n bosque, d o n d e recogería las hierbas para devolver la salud al d u q u e ; la escena presenta algunas analogías c o n la del médico Y a pis c u r a n d o , c o n la ayuda d e V e n u s , las heridas de Eneas: «Stabat acerba frem e n s i n g e n t e m nixus in hastam / Aeneas... / Ule [Iapyx] retorto / Paeon i u m in m o r e m sénior succinctus amictu / multa manu medica Phoebique potentibus herbis / nequiquam trepidat... / Hic V e n u s i n d i g n o nati concussa d o lore / dictamnum genetrix Cretaea carpit ad Ida / p u b e r i b u s caulem foliis et flore c o m a n t e m . . . / atque nouae rediere in prístina uires» (Virgilio, Eneida, X I I , 3 9 8 - 4 2 4 ) . 1470 Reno: R i n ; el río facilita el viaj e , c o m o el T i b e r lo hace con Eneas en Virgilio, Eneida, VIII, 9 0 : «Ergo iter i n c e p t u m celerant r u m o r e sec u n d o » . 1 4 7 4 El vencedor ¡atino es Julio César, que pasó el R i n (Reno) para combatir contra los alemanes; así lo llama también Ariosto, Orlando furioso, V I I , XX, 3: «Di Cleopatra al vincitor la- tino». 214 É G L O G A I I y estábate mirando aquel tirano que con acerba mano llevó a hecho, 1490 de tierno en tierno pecho, tu compaña. Por la fiera Alemana d'aquí parte el duque, a aquella parte enderezado donde el cristiano estado estaba en dubio. En fin al gran Danubio s'encomienda; 1495 por él suelta la rienda a su navio, que con poco desvío de la tierra entre una y otra sierra el agua hiende. El remo que deciende en fuerza suma mueve la blanca espuma como argento; 1500 el veloz movimiento parecía que pintado se vía ante los ojos. Con amorosos ojos, adelante, Cario, César triunfante, le abrazaba cuando desembarcaba en Ratisbona. 1505 Allí por la corona del imperio estaba el magisterio de la tierra convocado a la guerra que 'speraban. Todos ellos estaban enclavando los ojos en Fernando; y, en el punto 1510 que a sí le vieron junto, se prometen de cuanto allí acometen la vitoria. 1 4 8 8 aquel tirano se ha identificado con Julio, el capitán general del ejército de Atila (véanse vv. 1 4 8 5 - 1 4 9 0 ) . 1+85-14.0° ' m o s t r a b a s u figura en u n a tela (pieza) pintada: tu cabeza allí se veía...; y te estaba m i r a n d o aquel tiran o que con m a n o cruel ejecutó el crim e n . . . en tus c o m p a ñ e r a s ' . Se narra la llegada a Colonia record a n d o la leyenda de Santa Úrsula, hija del rey de Inglaterra, que, j u n t o a once mil vírgenes, fue asesinada por los h u nos d u r a n t e el cerco de la c i u d a d . 0 1 4 9 5 La expresión soltar la rienda o a rienda suelta se convirtió en proverbialpara p o n d e r a r la rapidez n o sólo del caballo, sino de cualquier vehículo; se han señalado, sin embargo, varios ejemplos en la literatura clásica del empleo de términos de la equitación aplicados a la navegación. 1 4 9 7 Las tres sinalefas contribuyen a producir la sensación de rapidez con la que el barco corta (hiende) el agua ( H e - rrera. 1 4 9 9 argento: 'de plata'. 1502-1511 H emperador Carlos V (Cario, César triunfante) había convocado en R a t i s b o n a (marzo de 1532) la Dieta Imperial para reunir allí las fuerzas armadas q u e iban a defender Viena contra el príncipe turco Solimán, quien, tras haber ocupado H u n g r í a (vv. 1512-1516), se disponía a atacarla por segunda vez. V E R S O S 1 4 8 8 - 1 5 4 1 2 1 5 Con falsa y vana gloria y arrogancia, con bárbara jactancia allí se vía, a los fines de Hungría, el campo puesto 1515 d'aquel que fue molesto en tanto grado al húngaro cuitado y afligido; las armas y el vestido a su costumbre, era la muchedumbre tan estraña, que apenas la campaña la abarcaba 1520 ni a dar pasto bastaba, ni agua el río. César con celo pío y con valiente ánimo aquella gente despreciaba; la suya convocaba, y en un punto vieras un campo junto de naciones 1525 diversas y razones, mas d'un celo. N o ocupaban el suelo en tanto grado, con número sobrado y infinito, como el campo maldito, mas mostraban virtud con que sobraban su contrario, 1530 ánimo voluntario, industria y maña. Con generosa saña y viva fuerza Fernando los esfuerza y los recoge y, a sueldo suyo, coge muchos dellos. D ' u n arte usaba entre'llos admirable; 1535 con el diciplinable alemán fiero a su manera y fuero conversaba; a todos s'aplicaba de manera que'l flamenco dijera que nacido en Flandes habia sido, y el osado 1540 español y sobrado, imaginando ser suyo don Fernando y de su suelo, 1518-1519 e s t r a ñ a . 'extraordinaria', n o sólo c o m o 'rara', aludiendo al aspecto de la muchedumbre, sino t a m b i é n a su n ú m e r o , insuficiente para ocupar el c a m p o (¡a campaña); la descripción del ejército turco se ha considerado afín a la de Jerjes en H e r ó d o t o , Los nueve libros de la historia, V I I , XLIX: « N o h a y en t o d o el m a r ... u n p u e r t o ... sea capaz de abrigar t a n grande armada»; pero coincide con las fuentes históricas q u e narran la batalla entre el ejército del Emperador y el de Solimán. 1521-1522 Garcilaso utiliza adjetivos semejantes para Carlos V en su oda latina sobre la invasión de África (II, 8): «sub rege intrépido et pió». 1524-1525 La descripción del ejército cristiano parece evocar a Marcial, Epigramas, I, III, 11-12: « V o x diversa sonat p o p u l o r u m , t u m tarnen una est, / c u m verus patriae diceris pater». 2 1 6 É G L O G A I I demanda sin recelo la batalla. Quien más cerca se halla del gran hombre piensa que crece el nombre por su mano. 1545 El cauto italiano nota y mira, los ojos nunca tira del guerrero, y aquel valor primero de su gente junto en éste y presente considera. En él vee la manera misma y maña 1550 del que pasó en España sin tardanza, siendo solo esperanza de su tierra, y acabó aquella guerra peligrosa con mano poderosa y con estrago de la fiera Cartago y de su muro, X555 y del terrible y duro su caudillo, cuyo agudo cuchillo a las gargantas Italia tuvo tantas veces puesto. Mostrábase tras esto allí esculpida la envidia carcomida, a sí molesta, 1560 contra Fernando puesta frente a frente; la desvalida gente convocaba y contra aquél la armaba y con sus artes busca por todas partes daño y mengua. El, con su mansa lengua y largas manos 1565 los tumultos livianos asentando, 1543-1544 Efectos similares por hallarse cerca de una persona importante describe A r i o s t o , Orlando furioso, X L I V , XCVII, 3 - 5 : « o g n u n , q u a n t o più p u ò , se gli avvicina, / e b e a t o si tien chi appresso il vede, / e più chi '1 tocca...». 1 5 4 , 6 tira: 'quita, aparta, desvía'. 1 5 4 7 - 1 5 5 7 Los italianos reconocen en el d u q u e el a n t i g u o valor de su pueblo (aquel valor primero de su gente), encarn a d o en una serie de capitanes r o m a n o s : E s c i p i ó n el A f r i c a n o ( v v . 1550-1554) y Aníbal (vv. I555-I557); en el verso 1556 se ha señalado una coincidencia con T o r r e s N a h a r r o , Segunda Lamentación, 5 («y el cuchillo a la garganta»), y la «enálage del n ú m e ro gargantas por garganta» y la «sinécd o q u e de n ú m e r o por n ú m e r o , Italia por italianos» (Herrera). 1 5 5 9 a si molesta: 'molesta para sí misma, consigo m i s m a ' , a u n q u e n o cabe descartar la lectura de la primera edición (asi molesta 'tan molesta'), si se tiene en cuenta que de ambas maneras aparece la F o r t u n a descrita en Ovidio, Metamorfosis, II, 7 8 0 - 7 8 2 («sed uidet ingratos intabescitque uidendo / successus h o m i n u m carpitque et carp i t u r u n a / suppliciumque s u u m est»). 1 5 6 4 largas: 'generosas'; d o n Fernand o debió de ofrecer algún tipo de c o m pensación económica para acallar las voces discordantes del ejército cristiano. V E R S O S 1 5 4 2 - 1 5 8 9 217 poco a poco iba alzando tanto el vuelo, que la envidia en el cielo le miraba, y como no bastaba a la conquista, vencida ya su vista de tal lumbre, 1570 forzaba su costumbre y parecía que perdón le pedía, en tierra echada; él, después de pisada, descansado quedaba y aliviado deste enojo y lleno de despojo desta fiera. 1575 Hallaba en la ribera del gran río, de noche al puro frío del sereno, a César, que'n su seno está pensoso del suceso dudoso desta guerra; que, aunque de sí destierra la tristeza 1580 del caso, la grandeza trae consigo el pensamiento amigo del remedio. Entramos buscan medio convenible para que aquel terrible furor loco les empeciese poco y recibiese 1585 tal estrago, que fuese destrozado. Después de haber hablado, ya cansados, en la hierba acostados se dormían; el gran Danubio oían ir sonando, casi como aprobando aquel consejo. 1 5 6 7 «Dícese c o m ú n m e n t e q u e la invidia, siempre acomete lo alto: In vidia alta petit (Livio, Historia Romana, VIII, 31: 'Invidia... s u m m a petit'); pero también se dice q u e c u a n d o u n a cosa está m u y alta q u e la envidia n o llega allá; y en latín se dice loando a u n o : superas invidiam» (Brócense). 1 5 7 4 La envidia está descrita según imágenes tradicionales: el adjetivo carcomida (1559), adaptación de la idea de consunción c o n q u e siempre se la ha caracterizado, lo emplea también Mena, Coplas contra los pecados mortales, XXV, 196 («traspasada y carcomida»). Véase t a m b i é n el verso 1559. 1 5 7 7 en su seno está pensoso: ' e n su interior está pensativo'; la forma pensoso, a u n q u e documentada en castellano desde el siglo XV, parece influencia del italiano, posiblemente a través de Boscán, Obras, XXXV, I, que traduce literalmente a Petrarca, Canzoniere, XXXV, I. 1579-1581 ' q u e , a u n q u e descarta la derrota (de sí destierra la tristeza del caso), su grandeza le obliga a pensar en la manera en q u e va a resolver favorablem e n t e el conflicto (la grandeza trae consigo el pensamiento amigo del remedio)', adoptando u n estado anímico p r ó x i m o al descrito en Virgilio, Eneida, I, 2 0 9 (véase v. 1608); la e n m i e n d a de ambigo e n lugar de amigo, justificada p o r las dudas que antes ha parecido albergar el emperador (vv. 1493 y 1578), n o es necesaria. 2 l 8 É G L O G A I I 1590 En esto el claro viejo rio se vía que del agua salía muy callado, de sauces coronado y un vestido, de las ovas tejido, mal cubierto; y en aquel sueño incierto les mostraba 1595 todo cuanto tocaba al gran negocio, y parecía que'l ocio sin provecho les sacaba del pecho, porque luego, como si en vivo fuego se quemara alguna cosa cara, se levantan 1600 del gran sueño y s'espantan, alegrando el ánimo y alzando la esperanza. El río, sin tardanza, parecía que'l agua disponía al gran viaje; allanaba el pasaje y la corriente 1605 para que fácilmente aquella armada, que habia de ser guiada por su mano, en el remar liviano y dulce viese cuánto el Danubio fuese favorable. Con presteza admirable vieras junto 1610 un ejército a punto denodado; y después d'embarcado, el remo lento, el duro movimiento de los brazos, los pocos embarazos de las ondas llevaban por las hondas aguas presta 1615 el armada molesta al gran tirano. 1590-1593 £ a f o r m a h u m a n a que cobra el río al salir del agua, si bien aparece en Virgilio (Eneida, VIII, 8 6 - 8 9 ) , parece inspirarse en Sannazaro, Arcadia, XII, 3 8 : «I suoi vestimenti a vedere parevano di u n verde l i m o ; . . . e in testa [teneva] u n a corona intessuta di giunchi e di altre erbe p r o v e n u t e da le m e d e s m e acque»; la variante de sauces coronado también está t o m a d a de Sannazaro, Arcadia, X I I , 23: «coronato di salci». 1 6 0 8 Las inquietudes del emperador Carlos V ante la i n m i n e n t e guerra (vv. 1575-1585), la aparición profética del río D a n u b i o (1586-1601) y la rápida navegación de la armada cristiana a través de él ( 1 6 0 2 - 1 6 0 8 ) son elementos en conjunto inspirados por Virgilio, Eneida, VIII, 2 9 - 3 5 1 8 6 - 8 9 , si bien en algún caso pueden estar matizados por otras fuentes. 1 6 1 1 El remo lento no parece reminiscencia demasiado significativa de Catulo, Carmina, LXIV, 183: «quine fugit lentos i n c u r u a n s g u r g i t e rem o s ? » . 1 6 1 5 «Salió el emperador de Ratisbona con la caballería flamenca y un lúcido tren de artillería, pasando el D a n u b i o a Linz, seguido de numerosa comitiva de barcas» (Navarrete). V E R S O S 1 5 9 O - 1 6 3 7 2 1 9 El arteficio humano no hiciera pintura que esprimiera vivamente el armada, la gente, el curso, el agua; y apenas en la fragua donde sudan 1 6 2 0 los cíclopes y mudan fatigados los brazos, ya cansados del martillo, pudiera así exprimillo el gran maestro. Quien viera el curso diestro por la clara corriente bien jurara a aquellas horas 1625 que las agudas proras dividían el agua y la hendían con sonido, y el rastro iba seguido; luego vieras al viento las banderas tremolando, las ondas imitando en el moverse. 1 6 3 0 Pudiera también verse casi viva la otra gente esquiva y descreída, que, d'ensoberbecida y arrogante, pensaban que delante no hallaran hombres que se pararan a su furia. 1635 Los nuestros, tal injuria no sufriendo, remos iban metiendo con tal gana, que iba d'espuma cana el agua llena. El gran tirano es el gran sultán d e T u r q u í a , Solimán el Magnífico; presta: 'preparada, rápida'. 1619-1022 £ o s c(cJ0peSt gigantes c o n u n solo ojo en m e d i o de la frente, son los herreros de V u l c a n o (el gran maestro); la descripción de su trabajo coincide c o n la de Virgilio, Eneida, VIH, 452-453 («lili inter sese multa ubi bracchia tollunt / in n u m e r u m , uersantque tenaci forcipe massam»), a quien sigue Sannazaro, Arcadia, XII, 2 9 - 3 0 («la ardente fucina di V u l c a n o , ove li i g n u d i Ciclopi sovra le sonanti incudini b a t t e n o i t u o n i a Giove»). 4 a aquellas horas: ' e n aquellos m o m e n t o s , e n t o n c e s ' ; respetando las grafías de la primera edición, n o parece q u e en este c o n t e x t o quepa interpretar oras en el sentido latino de 'riberas' ('en aquellas riberas'). i625 -i62¿L a i m a g e n d e i D a r c o q u e corta el agua se r e m o n t a a H o m e r o , Odisea, XIII, 3 4 , y Virgilio, Eneida, x , 1 6 6 («secat aequora»); la acumulación de tres palabras con «tres o cuatro consonantes», si bien es «áspero número», «en este lugar es conveniente» para el c o n t e n i d o (Herrera). 1 6 3 5 Podría haber u n a reminiscencia de T á c i t o , Historia, II: « N o n tulit ludibrium insolens contumeliam animus» (Herrera). 3 7 La imagen procede de Virgilio, Eneida, III, 2 0 8 : « A d n i x i t o r q u e n t espumas et caerula u e r r u n t » ; el adjetiv o cana aplicado a espuma aparece ya en H o m e r o , litada, IV, 4 2 8 , Virgilio, Eneida, VIH, 6 7 2 , y Geórgicas, III, 2 3 7 - 2 4 1 . 220 E G L O G A I I El temor enajena al otro bando el sentido, volando de uno en uno; 1640 entrábase importuno por la puerta de la opinión incierta, y siendo dentro en el íntimo centro allá del pecho, les dejaba deshecho un hielo frío, el cual como un gran río en flujos gruesos 1645 por medulas y huesos discurría. T o d o el campo se vía conturbado, y con arrebatado movimiento sólo del salvamiento platicaban. Luego se levantaban con desorden; 1650 confusos y sin orden caminando, atrás iban dejando, con recelo, tendida por el suelo, su riqueza. Las tiendas do pereza y do fornicio con todo bruto vicio obrar solían, 1655 sin ellas se partían; así armadas, eran desamparadas de sus dueños. A grandes y pequeños juntamente era el temor presente por testigo, y el áspero enemigo a las espaldas, 1660 que les iba las faldas ya mordiendo. César estar teniendo allí se vía a Fernando, que ardía sin tardanza por colorar su lanza en turca sangre. Con animosa hambre y con denuedo 1665 forcejea con quien quedo estar le manda, como el lebrel de Irlanda generoso que'l jabalí cerdoso y fiero mira; rebátese, sospira, fuerza y riñe, 1 4 3 - 1 4 S La descripción del t e m o r e n el b a n d o e n e m i g o repite una i m a g e n de la elegía II, 43-44; su desorden, i n d o lencia y lascivia — c o m o causa de la d e r r o t a — es u n t ó p i c o de Virgilio, Eneida, VII, 675-728. 1 0 4 9 Según las crónicas, las tropas del sultán retrocedieron de Viena a G r a t z y de allí a C o n s t a n t i n o p l a . 1666 generoso: 'ilustre, excelso', en alusión n o sólo a su figura, sino a su uso por la nobleza c o m o animal de caza. 1 6 6 8 riñe: ' a m e n a z a ' ; una acción semejante se atribuye a los perros de caza en O v i d i o , Halieuticon, 7 9 - 8 0 : «et prod u n t clamore feram, d o m i n u m q u e vocando / increpitant». V E R S O S 1 6 3 8 - 1 6 9 1 221 y apenas le costriñe el atadura 1670 que'l dueño con cordura más aprieta: así estaba perfeta y bien labrada la imagen figurada de Fernando, que quien allí mirando lo estuviera que era desta manera lo juzgara. 1675 Resplandeciente y clara, de su gloria pintada, la Vitoria se mostraba; a César abrazada, y no parando, los brazos a Fernando echaba al cuello. El mostraba d'aquello sentimiento, 1680 por ser el vencimiento tan holgado. Estaba figurado un carro estraño con el despojo y daño de la gente bárbara, y juntamente allí pintados cativos amarrados a las ruedas, 1685 con hábitos y sedas variadas: lanzas rotas, celadas y banderas, armaduras ligeras de los brazos, escudos en pedazos divididos vieras allí cogidos en trofeo, 1690 con que'l común deseo y voluntades de tierras y ciudades se alegraba. 1 6 7 0 La comparación parece c o m b i nar elementos t a n t o de Ariosto, Orlando furioso, X X X I X , x ( « C o m e levrier che la fugace fera / correre i n t o r n o ed aggirarsi mira, / né p u ò con gli altri cani andare in schiera, / che '1 cacciator lo tien, si s t r u g g e d'ira, / si torm e n t a , s'affligge e si dispera, / schiattisce i n d a r n o , e si dibatte e tira...»), c o m ò de Seneca, Thyestes, 4 9 7 - 5 0 3 («Sicut, c u m feras vestigat et l o n g o sag a x . . . / loro tenetur u m b e r ac presso vias / scrutatur ore, d u m procul lento suem / odere sentit, paret et t a u t o loc u m / rostro pererrat; praeda c u m p r o pior fuit, / cervice tota p u g n a t et gem i t u vocat / d o m i n u m m o r a n t e m seque retinenti eripit...»). 1679-1680 E ] d u q u e d e A l b a i a m e n t a . ba (mostraba sentimiento) q u e la victoria fuera tan fácil (por ser el vencimiento tan holgado). 1681-1691 L a v ¡ c t o r ; a d e l e j é r c i t o cristiano aparece c o m o personaje alegórico (la diosa Victoria) y está representada c o m o si se tratara de u n triunfo r o m a n o : el carro con los despojos de los vencidos y los prisioneros atados por el cuello a sus ruedas (véase canción V, 1 6 - 2 0 ) ; hay algunas coincidencias (especialmente en la descripción del aspecto variado de los prisioneros) con el triunfo de Julio César que se muestra proféticamente a Eneas en u n escudo fabricado p o r V u l c a n o : «incedunt uictae longo ordine gentes, / q u a m uariae linguis, habitu t a m uestis et armis» (Virgilio, Eneida, VIH, 7 2 2 - 7 2 3 ) . 2 2 2 É G L O G A I I Tras esto blanqueaba falda y seno con velas, al Tirreno, del armada sublime y ensalzada y gloriosa. 1695 Con la prora espumosa las galeras, como nadantes fieras, el mar cortan hasta que en fin aportan con corona de lauro a Barcelona, do cumplidos los votos ofrecidos y deseos, 1700 y los grandes trofeos ya repuestos, con movimientos prestos d'allí luego, en amoroso fuego todo ardiendo, el duque iba corriendo y no paraba. Cataluña pasaba, atrás la deja; 1705 ya d'Aragón s'aleja, y en Castilla, sin bajar de la silla, los pies pone. El corazón dispone al alegría que vecina tenía, y reserena su rostro y enajena de sus ojos 1710 muerte, daños, enojos, sangre y guerra; con solo Amor s'encierra sin respeto, y el amoroso afeto y celo ardiente figurado y presente está en la cara. Y la consorte cara, presurosa, 1715 de un tal placer dudosa, aunque lo vía, el cuello le ceñía en nudo estrecho, de aquellos brazos hecho delicados; de lágrimas preñados, relumbraban los ojos que sobraban al sol claro. 1720 Con su Fernando caro y señor pío 1 6 9 3 Es decir: 'el T o r m e s en la u r n a blanqueaba el m a r T i r r e n o con las velas de la armada del E m p e r a d o r ' . 1697-1698 aportan_ ¿e \amo. 'arriban a p u e r t o coronadas de laurel', el árbol de la victoria (véase égloga I, 35), siguiendo la costumbre antigua entre los m a r i n e r o s de colocar coronas de flores en la p o p a de los barcos c u a n d o llegab a n a p u e r t o , según explica Virgilio, Geórgicas, I, 3 0 3 - 3 0 4 . 1 6 9 9 Los votos debieron de cumplirse «en Monserrate» (Herrera). 1 7 0 2 El verso, repetido en el soneto x x i x , 2 , está t o m a d o de A r i o s t o , Orlando furioso, X I X , x x v i , 8: « T u t t o infiammato di a m o r o s o fuoco». 1 7 2 0 - 1 7 3 7 La prodigalidad de la naturaleza c o m o consecuencia del regreso de d o n F e r n a n d o adapta u n m o t i v o de la literatura pastoril (véase arriba, égloga I, 2 9 6 - 3 0 9 ; y égloga 111); la descripción del río T o r m e s , con sus ninfas, fuentes, animales y vegetación, V E R S O S 1 6 9 2 - 1 7 5 1 2 2 3 la tierra, el campo, el río, el monte, el llano alegres a una mano estaban todos, mas con diversos modos lo decían: los muros parecían d'otra altura; 1725 el campo, en hermosura d'otras flores, pintaba mil colores desconformes; estaba el mismo Tormes figurado, en torno rodeado de sus ninfas, vertiendo claras linfas con instancia, 1730 en mayor abundancia que solía; del monte se veía el verde seno de ciervos todo lleno, corzos, gamos, que de los tiernos ramos van rumiando; el llano está mostrando su verdura, 1735 tendiendo su llanura así espaciosa, que a la vista curiosa nada empece, ni deja en qué tropiece el ojo vago. Bañados en un lago, no d'olvido, mas de un embebecido gozo, estaban 1740 cuantos consideraban la presencia deste cuya ecelencia el mundo canta, cuyo valor quebranta al turco fiero. Aquesto vio Severo por sus ojos, y no fueron antojos ni ficiones; 1745 si oyeras sus razones, yo te digo que como a buen testigo le creyeras. Contaba muy de veras que, mirando atento y contemplando las pinturas, hallaba en las figuras tal destreza, 1750 que con mayor viveza no pudieran estar si ser les dieran vivo y puro. recuerda la del río J o r d á n en Sannazaro, De partu virginis, III, 2 8 1 - 3 2 5 ; véase, además, arriba, elegía I, 142-153; y la égloga n i ; sobraban... claro (v. 1719): 'superaban al sol resplandeciente', con reminiscencia de B e m b o , Rime, V, 3 («occhi... più chiari che '1 sole»; véase canción IV, 6 1 - 6 4 ) . 1 7 2 4 d'otra altura : cabe suponer de ' m a y o r altura', p o r q u e , según el refrán, Alba de T o r m e s «es baja de m u ros y alta de torres» (Herrera); desconformes (v. 1726): 'contrarios, opuestos, desiguales'. 1 7 2 9 linfas con instancia: 'aguas con í m p e t u ' ; la actitud de las ninfas alrededor del río T o r m e s contrasta con la descrita en la elegía I, 151-153. 2 2 4 É G L O G A I I Lo que dellas escuro allí hallaba y el ojo no bastaba a recogello, el río le daba dello gran noticia. 1755 «Este de la milicia» (dijo el río) «la cumbre y señorío terna solo del uno al otro polo; y porque 'spantes a todos cuando cantes los famosos hechos tan gloriosos, tan ilustres, 1760 sabe que'n cinco lustres de sus años hará tantos engaños a la muerte, que con ánimo fuerte habrá pasado por cuanto aquí pintado del has visto. Ya todo lo has previsto; vamos fuera; 1765 dejarte he en la ribera do 'star sueles». «Quiero que me reveles tú primero» (le replicó Severo) «qué's aquello que de mirar en ello se me ofusca la vista, así corrusca y resplandece, 1770 y tan claro parece allí en la urna como en hora noturna la cometa». «Amigo, no se meta» (dijo el viejo) «ninguno, le aconsejo, en este suelo en saber más que'l cielo le otorgare; 1775 y si no te mostrare lo que pides, tú mismo me lo impides, porque en tanto que'l mortal velo y manto el alma cubren, mil cosas se t'encubren, que no bastan tus ojos que contrastan a mirallas. 1780 N o pude yo pintallas con menores luces y resplandores, porque sabe, y aquesto en ti bien cabe, que esto todo que'n ecesivo modo resplandece, 1 7 6 0 lustres: ' l u s t r o s ' ; el d u q u e contaba con veinticinco años c u a n d o emprendió el viaje a Alemania (véanse vv. 1431-1742). 1 7 6 1 Parece recordarse u n verso de B e m b o , Rime,\, 6: «use far a la m o r te illustri inganni» (Herrera). 1 7 6 9 corrusca: 'brilla' 1 7 7 0 claro: 'resplandeciente'. 1 7 7 1 Esta c o m p a r a c i ó n con u n cometa se ha interpretado c o m o u n a referencia al famoso c o m e t a Halley, que apareció en el año 1531. 1 7 7 9 contrastan: 'luchan, pelean'. V E R S O S 1 7 5 2 - 1 8 1 2 225 tanto que no parece ni se muestra, 1785 es lo que aquella diestra mano osada y virtud sublimada de Fernando acabarán entrando más los días, lo cual con lo que vías comparado es como con nublado muy escuro 1790 el sol ardiente, puro y relumbrante. T u vista no es bastante a tanta lumbre, hasta que la costumbre de miralla tu ver al contemplalla no confunda: como en cárcel profunda el encerrado, 1795 que súpito sacado le atormenta el sol que se presenta a sus tinieblas, así tú, que las nieblas y hondura metido en estrechura contemplabas, que era cuando mirabas otra gente, 1800 viendo tan diferente suerte d'hombre, no es mucho que t'asombre luz tamaña. Pero vete, que baña el sol hermoso su carro presuroso ya en las ondas, y antes que me respondas será puesto». 1805 Diciendo así, con gesto muy humano, tomóle por la mano. ¡Oh admirable caso y cierto espantable! Q u e ' n saliendo se fueron estriñendo d'una parte y d'otra de tal arte aquellas ondas, 1810 que las aguas, que hondas ser solían, el suelo descubrían y dejaban seca por do pasaban la carrera 1 7 8 6 sublimade: 'elevada'. 1794-1801 £ j deslumbramiento que sufre quien de repente ve el sol tras u n a larga estancia en u n lugar oscuro se ha relacionado con el m i t o de la caverna de Platón, República, Vil. 1802-1803 E s t a ¿espedida al amanecer entre el río T o r m e s y Severo se ha querido ver en deuda con la de Eneas y su padre en Virgilio, Eneida, V, 738-739: «Iamque uale; t o r q u e t m e dios N o x u m i d a cursus / et m e saeuus equis O r i e n s adflauit anhelis». 1805-1806 M i e n t r a s e l p r o p i o r í o T o r . mes, que adopta forma h u m a n a , acompaña a Severo hasta la. ribera, u n a ninfa guía al pastor en Sannazaro, Arcadia, X I I , 14 («ma ella piacevolmente d a n d o m i a n i m o m i prese per m a n o , e con s o m m a amorevolezza guidandomi, m i condusse d e n t r o al fiume»). 1807 cierto: ' c i e r t a m e n t e ' . 1 8 0 8 estriñendo: 'estrechando, encog i e n d o ' . 2 2 6 E G L O G A I I hasta que'n la ribera se hallaron; y como se pararon en un alto, 1815 el viejo a" allí un salto dio con brío y levantó del río espuma'l cielo y comovió del suelo negra arena. Severo, ya de ajena ciencia instruto, fuese a coger el fruto sin tardanza 1820 de futura 'speranza, y, escribiendo, las cosas fue exprimiendo muy conformes a las que había de Tormes aprendido; y, aunque de mi sentido él bien juzgase que no las alcanzase, no por eso 1825 este largo proceso, sin pereza, dejó por su nobleza de mostrarme. Yo no podia hartarme allí leyendo, y tú d'estarme oyendo estás cansado. S A L I C I O Espantado me tienes 1830 con tan estraño cuento, y al son de tu hablar embebecido, acá dentro me siento, oyendo tantos bienes y el valor deste príncipe escogido, 1835 bullir con el sentido y arder con el deseo por contemplar presente 1 8 1 4 El regreso de Severo a la ribera acompañado por el propio río T o r m e s se inspira en el descenso de Aristeo a las profundidades del río Peneo: «Simul alta iubet discedere late / ilumina, qua iuuenis gressus inferret. A t illum / curuata in m o n t i s faciem circumstetit unda / accepitque sinu uasto misitque sub a m n e m » (Virgilio, Geórgicas, IV, 3 5 9 - 3 6 2 ) ; parece, asimismo, influido por Sannazaro, Arcadia, X I I , 13: «E giunto con lei ["una giovene donzella"] sopra al fiume, vidi subitamente le acque da l ' u n lato e da l'altro restringersi e dargli l u o g o per m e z z o » . 1 8 1 5 El viejo es el río T o r m e s (véase v. 1169), que, después de dejar a Severo en algún ribazo (en un alto), se sumerge en sus aguas, c o m o hace Proteo en Virgilio, Geórgicas, IV, 5 2 8 - 5 2 9 : «Haec Proteus et se iactu dedit aequor in a l t u m , / quaque dedit, s p u m a n t e m u n d a m s u b u e r t i c e torsit». 1818-1827 s e v e r o p 0 n e por escrito cuanto aparece representado en la urna del río; se lo deja leer a N e m o r o s o , aun d u d a n d o de la capacidad de éste para entenderlo (E.L. Rivers); Espantado (v. 1829): 'maravillado'. V E R S O S 1 8 1 3 - 1 8 6 0 2 2 7 aquel que, 'stando ausente, por tu divina relación ya veo. 1840 ¡Quién viese la escritura, ya que no puede verse la pintura! Por firme y verdadero, después que t'he escuchado, tengo que ha de sanar Albanio cierto, 1845 que, según me has contado, bastara tu Severo a dar salud a un vivo y vida a un muerto; que, a quien fue descubierto un tamaño secreto, 1850 razón es que se crea que cualquiera que sea alcanzará con su saber perfeto y a las enfermedades aplicará contrarias calidades. N E M O R O S O Pues ¿en qué te resumes (di, Salicio) 1855 acerca deste enfermo compañero? SALICIO En que hagamos el debido oficio. Luego que aquí partamos, y primero que haga curso el mal y s'envejezca, 1860 así le presentemos a Severo. 1 8 4 7 dar salud a un vivo: «otro dijera p o r v e n t u r a 'dar salud a u n enferm o . . . ' » (Herrera); pero véase Garci Sánchez de Badajoz, CU, 1 8 9 - 1 9 1 : «Pues si quieres sanar cierto / conviene q u é el desear pierdas / y tu cuidad o tornarte vivo de m u e r t o » . 1853-1854 E s ( j e c i r > ¡ n t e n t a r á inducir (fundamentalmente, a través de u n a dieta apropiada) las calidades ('cualidades') contrarias a las del h u m o r que provoca la enfermedad, según u n a terapia practicada p o r la medicina antigua; en el caso de Albanio, las calidades habrán de ser contrarias al frío y sequedad del h u m o r melancólico. 1 8 5 5 en qué te resumes: ' q u é concluyes, qué decides'; resumirse en era construcción de régimen bastante frecuente en la época; véase, p o r ejemplo, en u n contexto similar, Lope de Vega, El castigo sin venganza, 1126-1127: «y todos finalmente se resumen / en que casarte es el mejor remedio». 1 8 5 7 En la primera edición, este verso se atribuye a N e m o r o s o ; en tal caso, habría que p o n e r el signo de interrogación después de oficio. 1858-1859 L3 e S p e r a ¿ e u n tiempo prudente para empezar a tratar el m a l se ha creído ver en coincidencia c o n O v i dio, Remedia amoris, 9 1 - 9 2 : «Principiis obsta; sero medicina paratur / c u m mala per longas conaluere moras». 2 2 8 É G L O G A I I N E M O R O S O 1865 S A L I C I O 1870 1875 N E M O R O S O S A L I C I O N E M O R O S O Yo soy contento, y antes que amanezca y que del sol el claro rayo ardiente sobre las altas cumbres se parezca, el compañero mísero y doliente llevemos luego donde cierto entiendo que será guarecido fácilmente. Recoge tu ganado, que cayendo ya de los altos montes las mayores sombras con ligereza van corriendo; mira en torno, y verás por los alcores salir el humo de las caserías de aquestos comarcanos labradores. Recoge tus ovejas y las mías, y vete tú con ellas poco a poco por aquel mismo valle que solías; yo solo me averné con nuestro loco, que pues él hasta aquí no se ha movido, la braveza y furor debe ser poco. Si llegas antes, no te 'stés dormido; apareja la cena, que sospecho 1880 que aún fuego Galafrón no habrá encendido. Yo lo haré, que al hato iré derecho, si no me lleva a despeñar consigo d'algún barranco Albanio, a mi despecho. Adiós, hermano. Adiós, Salicio amigo. 1885 1861-1863 E a descripción ¿el amanecer recuerda a Sannazaro, Arcadia, IX, 7: «Ma v e n u t o il chiaro g i o r n o e i raggi del sole a p p a r e n d o ne la s o m m i t à di alti m o n t i . . . » . 7 72 La recogida del ganado j u n to a la descripción del atardecer y el h u m o de las cabanas son elementos tradicionales en el género pastoril desde Virgilio, Bucólicas, I, 8 2 - 8 3 («Et iam s u m m a procul uillarum culmina fum a n t . / Maiores cadunt altis de m o n t i bus umbrae»), y III, 2 0 («Tityre, coge pecus»); los dos últimos elementos dejaron huella en otros géneros literarios; alcores (v. 1870): 'cerros, collados'; es voz que p r o n t o se sintió c o m o arcaísmo. 1 8 7 6 averné: 'avendré', por metátesis. É G L O G A III Personas: T I R R E N O , A L C I N O Aquella voluntad honesta y pura, ilustre y hermosísima María, que'n mí de celebrar tu hermosura, tu ingenio y tu valor estar solía, 5 a despecho y pesar de la ventura La égloga III h u b o de c o m p o n e r s e d u r a n t e una c a m p a ñ a militar («Entre las arm a s del s a n g r i e n t o M a r t e . . . / t o m a n d o ora la espada, ora la pluma»), q u e los estudiosos, a partir de datos bastante vagos, suelen identificar con la expedición a P r o v e n z a ( e m p r e n d i d a en el verano de 1536). Se podría tratar, p u e s , de la ú l t i m a obra q u e escribió Garcilaso. El p o e m a consta de tres partes: la dedicatoria, el relato de las historias que b o r d a n c u a t r o ninfas en la ribera del Tajo y el canto a m e b e o de dos pastores ( T i r r e n o y A l c i n o ) . E n c u a n t o a su estructura o diseño (descripción de unos tapices más unas canciones), la égloga presenta alguna analogía con u n largo p o e m a de C a t u l o (Carmina, LXIV). La dedicatoria está elaborada con reflexiones sobre el estilo del g é n e r o pastoril ya presentes en Virgilio (Bucólicas, VI), a u n q u e especialmente coincidentes con Sannazaro (Salices, 1-13). La labor de las ninfas está descrita siguiendo a Sannazaro (Arcadia, X I I , y De partu virginis, III), m i e n tras la y u x t a p o s i c i ó n de las historias recuerda a O v i d i o (Metamorfosis, IV, 34 y VI, 1-145). El canto a m e b e o procede t a n t o de Virgilio (Bucólicas, v i l ) c o m o de Sannazaro (Arcadia, II y I X ) . La inclusión de la historia de Elisa y N e m o r o s o en pie de igualdad c o n los o t r o s tres mitos parece característica de la poesía neolatina. Garcilaso emplea las octavas reales, quizá influido p o r Boccaccio y, más especialmente, p o r Castiglione (la égloga Tirst). El n o m b r e de «María», a quien se dedica el p o e m a , plantea problemas de identificación. P r o b a b l e m e n t e se trata de doña María O s o r i o Pimentel, esposa de d o n P e d r o de T o l e d o , cuyas c u a t r o hijas (Leonor, J u a n a , A n a e Isabel), j u n t o a dos hijos suyos (don Fadrique y d o n García), p o d r í a n estar representados resp e c t i v a m e n t e por las c u a t r o ninfas y los dos pastores. Las figuras de Elisa y N e m o r o s o se h a n identificado, c o m o en la égloga I, con Isabel Freyre y el p r o pio Garcilaso. Los n o m b r e s de las cuatro ninfas derivan de distintas fuentes: Filódoce está t o m a d o de Virgilio (Geórgicas IV, 336); D i n á m e n e aparece en H o m e r o (¡liada, XVIII, 3 5 - 4 7 ) ; C l i m e n e figura en a m b o s textos; y Nise (en el q u e se ha visto el a n a g r a m a de Inés de C a s t r o , a m a n t e del rey p o r t u g u é s y decapitada) tiene c o m o m o d e l o a Nisa, la pastora infiel en Virgilio (Bucólicas, VIII), a u n q u e el c a m b i o de la vocal pueda explicarse p o r la nereida «Nesaee ( H o - 2 Sobre la identificación de esta Ma- de d o n P e d r o de T o l e d o , véase la n o t a ría con María O s o r i o P i m e n t e l , esposa i n t r o d u c t o r i a . 2 2 9 2 3 0 É G L O G A I I I que por otro camino me desvía, está y estará tanto en mí clavada, cuanto del cuerpo el alma acompañada. Y aun no se me figura que me toca 10 aqueste oficio solamente en vida, mas con la lengua muerta y fria en la boca pienso mover la voz a ti debida; libre mi alma de su estrecha roca, por el Estigio lago conducida, 15 celebrando t'irá, y aquel sonido hará parar las aguas del olvido. m e r o , litada, XVIII 4 0 , y Virgilio, Geórgicas, IV, 338), q u e en griego ático se p r o nunciaba Nisee. El n o m b r e de T i r r e n o es gentilicio de origen clásico (Virgilio, Eneida, I, VI, VII, VIII, X, XI y XII), especialmente a d o p t a d o en la literatura pastoril desde Petrarca y Benivieni a Sannazaro t a n t o en forma masculina (Arcadia, 1,109) c o m o femenina (IX, y XI, 61); el n o m b r e de Alcino parece corresponderse con el del rey de los feacios Alcínoo ( H o m e r o , Odisea, Vl-xin), q u e Ariosto puso de m o d a c o n la m a g a Alcina (Orlando, VI-Vil). El n o m b r e de Flérida procede de los libros de caballerías, mientras el de Phyllis es el de u n a pastora en Virgilio (Bucólicas, II y III), q u e en castellano e italiano ha d a d o lugar a dos formas, el n o m i n a t i v o Filis (Sannazaro, Arcadia, XII) y el acusativo Fílida (Arcadia, II), a m bas c o n amplia fortuna en la literatura posterior. 8 La firmeza q u e confiesa el poeta de celebrar las gracias de la destinataria de su obra se ha puesto en relación con Virgilio, Eneida, IV, 3 3 6 , traducid o bastante m á s a la letra en la égloga 11, 1 6 1 - 1 6 2 . 1 1 - 1 2 La capacidad de seguir cantando incluso m u e r t o guarda relación c o n las palabras pronunciadas p o r O r f e o después de decapitado: «Eurydicen v o x ipsa et frigida lingua, / a miseram Eurydicen! anima fugiente uocabat» (Virgilio, Geórgicas, IV, 5 2 5 - 5 2 6 ) o «vidi colui c h e sola Euridice a m a , / e lei segue all'inferno, e, per lei m o r t o , / con la lingua già fredda anco la chiama» (Petrarca, Trionfi, IV, 13-15). 13 roca: «perífrasis del ' c u e r p o ' , a quien llama 'cárcel del alma'» (Herrera); se ha sugerido u n a posible influencia del italiano rocca 'fortaleza, ciudadela'. 1 4 - 1 6 ' ( m i alma), conducida a través de la laguna Estigia (por el Estigio lago), te irá celebrando, y aquel sonido (de la voz a ti debida) hará parar las aguas del r í o Leteo (las aguas del olvido)'. La estrofa íntegra se canta c o n ocasión de la m u e r t e de Altisidora en el Quijote, II, 6 9 y el verso 12 inspiró el título de u n o de los textos m á s conocidos de la lírica de la generación del 2 7 . El p r o d i g i o del poeta en los infiernos parece asimilación del p r o d u c i d o allí p o r la música de O r f e o , cuya lira llegó a enternecer a sus habitantes (égloga II, 1 0 7 7 - 1 0 7 8 ) ; sobre la paralización de las aguas de los ríos, véase soneto XV, 1-4, canción V, I-IO y égloga II, 1 0 7 7 - 1 0 7 9 , etc. La laguna Estige era u n o de los cursos de agua m á s conocidos del infiern o , q u e las almas habían de atravesar para acceder al reino de los m u e r t o s . Las aguas del olvido son las del río Leteo, de cuyas fuentes bebían los m u e r tos para olvidar su vida terrestre. V E R S O S 6 - 4 0 2 3 1 Mas la fortuna, de mi mal no harta, me aflige y d'un trabajo en otro lleva; ya de la patria, ya del bien me aparta, 20 ya mi paciencia en mil maneras prueba, y lo que siento más es que la carta donde mi pluma en tu alabanza mueva, poniendo en su lugar cuidados vanos, me quita y m'arrebata de las manos. 2 ^ Pero, por más que'n mí su fuerza pruebe, no tornará mi corazón mudable; nunca dirán jamás que me remueve fortuna d'un estudio tan loable; Apolo y las hermanas todas nueve 30 me darán ocio y lengua con que hable lo menos de lo que'n tu ser cupiere, que'sto será lo más que yo pudiere. En tanto, no te ofenda ni te harte tratar del campo y soledad que amaste, 35 ni desdeñes aquesta inculta parte de mi estilo, que'n algo ya estimaste. Entre las armas del sangriento Marte, do apenas hay quien su furor contraste, hurté de tiempo aquesta breve suma, 40 tomando ora la espada, ora la pluma. 1 8 d'un trabajo en otro: ' d e una dificultad a o t r a ' ; «Exspectant curae, catenatique labores» (Marcial, Epigramas, I, XV, 7). 2 1 carta: 'papel', probablemente más por influencia del italiano que del latín. 2 4 Se refiere a la fortuna que puede acabar o probar la paciencia de u n o , quizá en alusión a Virgilio, Eneida, V, 710: «Superanda omnis fortuna ferendo est». 2 7 - 2 8 ' . . . q u e fortuna m e aparta (remueve) de u n e m p e ñ o (estudio)...'; sobre estudio, véase arriba, elegía I. 30-32 ' a ¡ m e n o s tj0 m e n o s ) de lo concerniente a tu persona (de lo que'n tu ser cupiere), que yo n o podré hacer m á s ' ; el segundo verso aparece en Boscán, canción I, 314-315 («hablaré ya lo m e n o s que tuviere, / q u e ' s t o será lo m á s que yo pudiere»). 3 5 - 3 inculta... de mi estilo: m á s que u n tópico de humildad, c o m o ha interpretado algún comentarista antiguo, hay aquí una referencia al estilo ínfim o en que debían escribirse las églogas (véanse, abajo, vv. 4 1 - 4 8 ) . 3 7 La referencia a la ocupación m i litar parece eco de Virgilio, Bucólicas, x , 4 4 - 4 5 : « N u n c insanus a m o r duri m e Martis in armis. / Tela inter m e dia atque adversos detinet hostes». 4 0 La compaginación del oficio de militar con el de escritor aparece en 2 3 2 E G L O G A I I I Aplica, pues, un rato los sentidos al bajo son de mi zampona ruda, indigna de llegar a tus oídos, pues d'ornamento y gracia va desnuda; 45 mas a las veces son mejor oídos el puro ingenio y lengua casi muda, testigos limpios d'ánimo inocente, que la curiosidad del elocuente. Por aquesta razón de ti escuchado, 50 aunque me falten otras, ser merezco; lo que puedo te doy, y lo que he dado, con recebillo tú, yo me'nriquezco. D e cuatro ninfas que del Tajo amado salieron juntas, a cantar me ofrezco: 55 Filódoce, Dinámene y Climene, Nise, que en hermosura par no tiene. Cerca del Tajo, en soledad amena, de verdes sauces hay una espesura toda de hiedra revestida y llena, 60 que p o r el tronco va hasta el altura, y así la teje arriba y encadena, M a r n i l o , Epigramas, I ( « Q u a e q u e m a rras f e r r u m , pósito fert ense libellos, / et placet, et MUSÍS est sine dulce nihil»), y , e n t é r m i n o s q u e recuerdan a Garcilaso, se m e n c i o n a e n Tansillo y P a t e r n o . 4 5 a ¡as veces, e n lugar de 'a veces', n o excepcional en tiempos de Garcilaso, parece favorecido p o r su u s o en los t e x t o s italianos q u e reelabora, c o m o en Sannaz a r o , Arcadia, VII («alle volte»). 4 'curiosidad: 'artificio, sofisticación'; véase Epístola a Boscán, II. 5 1 «Che q u a n t o io posso dar, t u t t o vi dono» (Ariosto, Orlando, I, III, 8). 5 5 - 5 Sobre los n o m b r e s de las ninfas, t o m a d o s f u n d a m e n t a l m e n t e de Virgilio y Sannazaro, véase n o t a i n t r o d u c t o r i a . 5 7 La descripción d e esta ribera del T a j o ( c o n la m i s m a pareja inicial de rimas) es semejante a otra de A r i o s t o , Orlando, X I V , XCII-XCIII: «Giace in Arabia u n a valletta a m e n a , / lontana da cittadi e da villaggi, / c h ' a l l ' o m b r a di d u o m o n t i è t u t t a piena / d ' a n t i q u i abeti e di robusti faggi. / Il sole ind a r n o il chiaro di vi m e n a ; / che n o n vi p u ò m a i penetrar coi raggi, / sì gli è la via da folti r a m i tronca, / e quivi entra sotterra u n a spelonca...» (véanse v v . 6 1 - 6 3 ) . 6 1 - 6 3 La descripción de u n a espesura q u e el sol n o p u e d e atravesar es t ó pico q u e se r e m o n t a a T e o c r i t o , Idilios, VII, 7 - 8 , i m i t a d o p o r Virgilio, Bucólicas, IX, 4 2 , y recreado p o r otros autores latinos e italianos; Garcilaso parece seguir a A r i o s t o , Orlando, XIV (véanse v v . 5 7 - 8 0 ) y I, XXXVII, 7 - 8 («E la foglia coi r a m i in m o d o è m i sta, / ch'il sol n o n v ' e n t r a , n o n che m i n o r vista»). V E R S O S 4 1 - 8 2 233 que'l sol no halla paso a la verdura; el agua baña el prado con sonido, alegrando la vista y el oído. 65 Con tanta mansedumbre el cristalino Tajo en aquella parte caminaba, que pudieran los ojos el camino determinar apenas que llevaba. Peinando sus cabellos d'oro fino, 70 una ninfa del agua do moraba la cabeza sacó, y el prado ameno vido de flores y de sombras lleno. Movióla el sitio umbroso, el manso viento, el suave olor d'aquel florido suelo; 75 las aves en el fresco apartamiento vio descansar del trabajoso vuelo; secaba entonces el terreno aliento el sol, subido en la mitad del cielo; en el silencio solo se 'scuchaba 80 un susurro de abejas que sonaba. Habiendo contemplado una gran pieza atentamente aquel lugar sombrío, 65-68 < c o n t a n C a m a n s e d u m b r e el cristalino Tajo fluía (caminaba)..., que los ojos apenas podían (pudieran) determinar la dirección (el camino) que llevaba'; la corriente silenciosa del río Tajo está descrita en t é r m i n o s similares al R ó d a n o en Julio César, De bello gallico, I («In R h o d a n u m influit incredibili lenitate, ita ut oculis, in u t r a m p a r t e m fluat, iudicari n o n possit»), y en P o m ponio Mela, Chorographia, III, 4 0 («Lab i t u r placidus et silens, neque in u t r a m partem fluat, q u a m q u a m intuearis, manifestum»), a u n q u e tiene otros paralelos m e n o s literales en la poesía latina e italiana. 7 0 - 7 2 La escena de u n a ninfa sacando la cabeza del agua combina elementos de Virgilio, Geórgicas, IV, 351-352 («sed ante alias Arethusa sórores / prospiciens s u m m a flavum caput extulit unda»), y Sannazaro, Departu virginis, III, 323-325 («dum sublevat undis / m u s c o s u m cap u t et taurino cornua vultu; adspicit insuetas late florescere ripas»). 7 8 El calor estival del mediodía se describe según u n m o d o especialmente c o m ú n en la literatura pastoril desde Teocrito, Idilios, I: «et m e d i u m iam sol conscenderat axem»; véase, además, V i r g i l i o , Geórgicas, IV, 4 2 6 - 4 2 7 («... et m e d i u m Sol igneus o r b e m / hauserat...»), y Boiardo, Orlando innamorato, I, x v i l , LXI, 5 («Era salito a m e z z o il cielo il sole»); y también égloga I, 4 3 - 4 5 - 8 0 La aliteración producida c o n el z u m b i d o de las abejas parece inspirarse en Virgilio, Bucólicas, I, 54-55: «saepes Hyblaeis apibus florem depasta salicti / saepe levi s o m n u m suadebit inire susurro» (véase égloga II, 6 4 - 7 6 ) . 2 3 4 É G L O G A I I I somorgujó de nuevo su cabeza y al fondo se dejó calar del río; 85 a sus hermanas a contar empieza del verde sitio el agradable frío, y que vayan les ruega y amonesta allí con su labor a estar la siesta. N o perdió en esto mucho tiempo el ruego, 9 0 que las tres d'ellas su labor tomaron y en mirando defuera vieron luego el prado, hacia el cual enderezaron; el agua clara con lascivo juego nadando dividieron y cortaron 9 5 hasta que'l blanco pie tocó mojado, saliendo del arena, el verde prado. Poniendo ya en lo enjuto las pisadas, escurriendo del agua sus cabellos, los cuales esparciendo cubijadas 1 0 0 las hermosas espaldas fueron dellos; luego, sacando telas delicadas que'n delgadeza competían con ellos, en lo más escondido se metieron y a su labor atentas se pusieron. 8 3 somorgujó (del latín *submergulio): dose los cabellos parece proceder de ' m e t i ó debajo del agua, s u m e r g i ó ' . O v i d i o , Metamorfosis, II, 12: «pars in 8 + calar: 'bajar, descender'; parece mole sedens uiridis siccare capillos»; eshaber u n a reminiscencia de Virgilio, curriendo se ha interpretado como «verEneida, x i l , 8 8 6 : «Et se fluuio D e a b o indigno de la h e r m o s u r a de los cacondidit alto». bellos de las náyades» (Herrera). 'la agradable frescura (frío) del 99-100 ^ a ¡ m a g e n ¿e [a s n ¡ n f a s c o n verde lugar' d o n d e pasar mejor la siesta las espaldas cubiertas p o r su larga cau hora sexta, esto es, las doce del m e - bellera es la m i s m a de la égloga II, diodía (véase égloga II, 4 3 1 , e t c . ) . 6 2 6 - 6 2 7 ( C O N IA repetición de la pala- 93-94 El m o v i m i e n t o de las ninfas en bra cubijadas). el agua está descrito en coincidencia 101-104 ^ a J ] q ^ y a ( j e s y ) a s Nereidas, con Sannazaro, De partu virginis, III, que salían del agua con frecuencia (véan- 2 8 8 - 2 8 9 («•••Dinameneque / Asphal- se v v . 9 5 - 9 8 ) , acostumbraban a hilar tisque adsueta leves fluitare per undas»), y tejer en sus grutas submarinas (Sana quien H e r n á n d e z de Velasco traduce nazaro, De partu virginis, 4 9 9 : «quos siguiendo a Garcilaso: «Y Asfaltis, que udis nevere sub antris...»); Garcilaso Reentre todas se esmeraba, / en cortar g ó a ser objeto de censura p o r presenel agua con lascivo j u e g o » ) . tarlas fuera del agua (v. 9 7 ) , si bien m e Q 7 ~ ° 8 La escena de las ninfas secan- tidas en u n a caverna (v. 103). V E R S O S 8 3 - I I 6 235 105 Las telas eran hechas y tejidas del oro que'l felice Tajo envía, apurado después de bien cernidas las menudas arenas do se cría, y de las verdes ovas, reducidas 110 en estambre sotil, cual convenía, para seguir el delicado estilo del oro, ya tirado en rico hilo. La delicada estambre era distinta de las colores que antes le habían dado 115 con la fineza de la varia tinta que se halla en las conchas del pescado; 1 0 7 apurado: ' p u l i d o ' . 105-108 j ^ a s p e p i t - a s J e o r o q U e arrastraba el Tajo en medio de sus arenas era f e n ó m e n o descrito p o r biólogos y cosmógrafos antiguos (Plinio y P o m p o n i o Mela), además de aludido p o r la m a y o r parte de poetas (desde C a t u lo a C l a u d i a n o ) ; la descripción de ríos con tales riquezas forma parte del paisaje ideal de la literatura pastoril (véanse v v . 1 0 5 - 1 2 0 ) . 105-120 L a descripción de las telas, a u n q u e sea u n m o t i v o bastante c o n o cido, se basa fundamentalmente en Sannazaro, Arcadia, XII, 16 («E quivi dentro sovra verdi tappeti t r o v a m m o alcune ninfe sorelle di lei, che con bianchi e sottilissimi cribri cernivano o r o , separandolo da le m i n u t e arene. Altre filando il riducevano in mollissimo stam e , e quello c o n sete di diversi colori intessevano in u n a tela di maraviglioso artificio ), con la adición de elem e n t o s procedentes de otros textos, bien del m i s m o autor (v. 1 0 9 ) , bien de O v i d i o (vv. 115-116). 109-112 reducidas en fino hilo (en estambre sotil), cual convenía para adecuarse (seguir) a la delicada forma (estilo) del o r o , ya reducid o (tirado) en rico h i l o ' . Las verdes ovas, en lugar de la lectura verdes hojas, que traen todas las ediciones antiguas, parecen más adecuadas al m u n d o acuático al que pertenecen las ninfas, en correspondencia exacta c o n Virgilio, Bucólicas, vm, 8 7 («virides... ulvae»), y de acuerdo con Sannazaro, De partu virginis, III, 5 0 0 - 501 («Naiades, molli ducentes stamina m u s c o / Sidonioque rudes saturantes múrice telas»). La referencia al estambre, q u e otros editores interpretan como sinónimo de ' u r d i m b r e ' , se explica fundamentalm e n t e p o r la influencia del De partu virginis, III, 5 0 0 («molli... stamina»); pero el adjetivo que le acompaña (sotil) parece eco de la Arcadia, XII, 16 (véanse vv. 105-120). La palabra estilo o bien puede relacionarse con su sentido etimológico (del griego 'columna delgada'), o bien puede pensarse en u n a reminiscencia del italiano stelo 'talle'. 113-116 e i daño (la malicia) del aire c o r r o m p i d o ' , seguramente p o r la sequía estival, que absorbe toda su h u m e d a d , c o m o describe Virgilio, Bucólicas, v i l , 5 7 : «uitio moriens sitit aeris herba»; es m e n o s probable que el aire haya sido corrompido por gérmenes procedentes de las nubes o de la misma tierra, según parecen interpretar los comentaristas antiguos. 351-352 r i c i n o podría estar j u g a n d o con el n o m b r e de Phyllis (derivado del griego phullis 'follaje'), al igual que Virgilio, Bucólicas, VII, 5 7 - 5 8 («Phyllidis adventu nostrae n e m u s o m n e vi- rebit»). 353-361 -j-Qda la estrofa sigue bastante de cerca (con la supresión de la referencia a Baco y la sustitución del corylos p o r el sauz) a Virgilio, Bucólicas, v i l , 6 1 - 6 4 : «Populus Alcidae gratissim a , vitis Iaccho, / formosae m y r t u s Veneri, sua laurea P h o e b o : / Phyllis amat corylos, illas d u m Phyllis amabit, / nec m y r t u s vincet corylos, nec laurea Phoebi». V E R S O S 3 4 2 - 3 7 6 249 Alano El fresno por la selva en hermosura sabemos ya que sobre todos vaya; y en aspereza y monte de'spesura se aventaja la verde y alta haya; 365 mas el que la beldad de tu figura dondequiera mirado, Filis, haya, al fresno y a la haya en su aspereza confesará que vence tu belleza. Esto cantó Tirreno, y esto Alcino 370 le respondió; y habiendo ya acabado el dulce son, siguieron su camino con paso un poco más apresurado; siendo a las ninfas ya el rumor vecino, juntas s'arrojan por el agua a nado, 375 y de la blanca espuma que movieron las cristalinas ondas se cubrieron. 3 6 8 El encarecimiento de la belleza de la amada p o r encima de algunos árboles c o m p e n d i a a Virgilio, Bucólicas, VII, 6 5 - 6 8 : «Fraxinus in siluis pulcher r i m a , pinus in hortis, / populus in fluuiis, abies in m o n t i b u s altis; / saepius at si m e , Lycida formonse, reuisas, / fraxinus in siluis cedat tibi, pinus in hortis». 374-37° g] regreso de las ninfas a las aguas del río tiene c o m o antecedente más p r ó x i m o a Sannazaro, De partu virginis, III, 5 0 3 - 5 0 4 («Atque ita se tándem currenti reddidit álveo / spumeus et m o t a s aspergine miscuit undas»), a u n q u e pueden hallarse otros paralelos en H o m e r o , Odisea, IV, 5 7 0 , y Virgilio, Geórgicas, IV, 5 2 7 - 5 2 8 . O D A S L A T I N A S [ i ] A D A N T O N I U M T H Y L E S I U M O D E Uxore, natis, fratribus et solo exsul relictis, frígida per loca Musarum alumnus barbarorum ferré superbiam et insolentes 5 mores coactus, iam didici invia et O D A A A N T O N I O T I L E S I O . Tras abandonar exiliado a mi esposa, mis hijos, hermanos y tierras, por frías regiones, alumno de las Musas, aprendí a soportar forzado la soberbia y las fieras costumbres de los bárbaros/5 ' y por peñascos intransitables que reEl g é n e r o de la oda n o es m u y frecuente ni está p l e n a m e n t e desarrollado en la Italia de principios del siglo XVI. Frente al p r e d o m i n i o del verso heroico y el dístico, P o n t a n o , Sannazaro o M a r c o G i r o l a m o Vida ofrecen algunas colecciones de odas que son hasta cierto p u n t o excepcionales. Por lo demás, la gran veta del horacianismo cristiano e u r o p e o — e n b u e n a parte protestante o inquieto r e l i g i o s a m e n t e — se está gestando entonces y tiene c o m o u n o de sus autores pioneros a Salmón M a c r i n (su Carminutn Libellus es de 1528), pero es todavía u n a línea p o c o difundida. En la poesía neolatina q u e se escribe en España se sigue la m i s m a tónica. Se p u e d e citar u n p e q u e ñ o n ú m e r o de textos c o m o la oda del m a l l o r q u í n Ferran Valentí en el siglo XV o las de Sobrarías, M a r t í n Ivarra o Pedro N ú ñ e z D e l g a d o en el p r i m e r tercio del siglo XVI, en las que p r e d o m i n a el t e m a religioso, la estrofa sáfica y la presencia de Prudencio j u n t o al m o d e l o m é t r i c o horaciano. P e r o , en c o n j u n t o , la presencia de H o r a c i o en la poesía hispanolatina era hasta entonces m u y reducida. Visto desde esa perspectiva, el horacianismo de Garcilaso, reflejado en la Ode ad florem Gnidi y en las tres odas latinas, presenta una faceta de innovación. Métricamente, además, las tres odas latinas son también excepcionales: n o utiliza, por ejemplo, la estrofa sáfica, q u e es lo más habitual y busca la variedad escribiendo cada oda en u n m e t r o d i s t i n t o , e m p l e a n d o la estrofa alcaica y dos sistemas asclepiadeos. Es cierto que son u n a p e q u e ñ a m u e s t r a de una obra que debió de ser más amplia, pero, precis a m e n t e p o r eso, a j u z g a r p o r lo q u e t e n e m o s , es plausible suponer que habría en el resto de la obra el m i s m o g u s t o p o r la variedad formal y esfuerzo experim e n t a l . D e las cartas de B e m b o parece deducirse que el cardenal había recibido dos envíos de poemas latinos de Garcilaso: una serie de carmina («ex iis carminibus quae ad m e p r i d e m scripsisti») y otra serie («alia tua n o n n u l l a eiusdem generis mihi Neapoli nuper missa scripta»). Estos últimos podrían ser las odas que recibe 2 5 1 2 5 2 A D A N T O N I U M T H Y L E S I U M O D E per saxa, voces ingeminantia fletusque, sub rauco querelas murmure Danubii levare. O nate tristem sollicitudine io lenire mentem et rebus atrociter petían mis voces y gemidos, a la orilla del ronco murmullo del Danubio, aprendí a sobrellevar mis penas. ¡Oh docto Tilesio! Nacido para apaciguar el pensamiento entristecido por las cuitas y ' I 0 ) reconfortar con tu mano el pecho del a través de Seripando, de las que habla en la carta italiana. E n t r e otras odas figuraba u n a dedicada al propio B e m b o «l'oda che egli a m e scrive», que evident e m e n t e n o ha llegado a nosotros. Garcilaso recibió c o m o respuesta, según se ha sugerido, la carta latina de B e m b o y u n p o e m a del cardenal titulado Priapus. Este p o e m a es u n elegante y obscenísimo j u e g o d e n t r o de la tradición del Hermaphroditus del P a n o r m i t a sobre las bondades para solteras y casadas de la hierba menta pusilla ( = méntula), que se cría en el h u e r t o de Príapo. D e los dos envíos de poesía latina de Garcilaso perdidos lo único seguro que tenemos es la valoración que hace de ellos B e m b o en la carta citada que es además u n p o c o sospechosa p o r i n t e n t a r servirse de la influencia política de Garcilaso para ayudar a O n o rato Fasciteli (que era también famoso poeta latino). D e todas formas, lo que alaba en él debe ser exacto, pues leídos bien t a m p o c o son unos elogios desmesurados. Alaba en él su superioridad respecto a España por sus «numeris», o sea, si lo t o m a m o s literalmente, por su métrica, eufonía y artificio —cosa q u e es exacta—; y p u e d e c o m p e t i r con los italianos —cosa que también es exacta, pues la lírica horaciana escrita en Italia n o era particularmente brillante—. P e r o , en c o n j u n t o , n o supera a la gran poesía del h u m a n i s m o italiano, cosa q u e t a m b i é n es j u s t a . D e cualquier manera, a las tres odas que tenemos no se les puede aplicar la frase: «Nihil enim legi fere hac aetate confectum aut elegantius aut o m n i n o probius et purius aut certe maiori c u m dignitate». Pero evidentemente lo q u e leyó B e m b o n o coincide en su m a y o r parte con lo que t e n e m o s . Las odas que 7 «et tristis animi leuare curas» (Ca- matae cingunt, fera gens...» (Tristia, I, t u l o , Carmina, n, 10). ra, 8 2 ; III, I, 73-74; 11, 5-8 y x, 4-5); 8 Las quejas del poeta por su exilio el m u r m u l l o de las aguas parece sugeen u n a isla del D a n u b i o recuerdan las rencia de P o n t a n o , Meliseus, 128, 132de O v i d i o en T o m i : «te sequar et co- 133 y 2 0 9 : «Et questus gemínate et aman i u n x exulis exul e r o . . . / ...in genus r u m intendite l u c t u m . . . / u n d e fluant auctoris miseri fortuna r e d u n d a t , / et queruli lachrymoso margine riui... / rep a t i m u r nati, q u a m tulit ipse, fu- ferunt saxa dolorem... / et raucum illisis g a m . . . / nec m i h i , q u o d lusi vero sine m u r m u r a t aequor aquis». crimine, prodest, / q u o d q u e magis vita 9 El arranque parece inspirado por M u s a iocata mea est, / plurima sed pe- H o r a c i o , Odas, III, XXI, I: « O nata lago terraque pericula passum / ustus m e c u m consule M a n l i o . . . » . ab assiduo frigore P o n t u s h a b e t . . . / 1 0 « q u a m q u a m lenire d o l e n t e m » ...in media vivere barbaria... / Sauro- (Virgilio, Eneida, IV, 393). V E R S O S 6 - l 6 2 5 3 urgentibus fulcire amici pectora docte manu, Thylesi! Iam iam sonantem Delius admovet dexter tacentem barbiton antea; 15 cantare Sebethi suadent ad vaga ilumina cursitantes amigo en los momentos terriblemente urgentes. Ya el diestro Apolo acerca la sonora lira a quien antes callaba; las ninfas del Sebeto que corretean por los sinuosos ríos incitan al c a n t o . ( I S ) Ya no me oprime desmedidamente el amor ardiente por nos h a n llegado presentan fallos de métrica y dureza de sintaxis en algunos p u n tos. D e todas formas son odas correctas y p o r las fechas en que se escriben algo a b s o l u t a m e n t e n u e v o , p o r lo m e n o s en España. El personaje a quien se dirige la primera oda y los amigos mencionados en ella la sitúan claramente d e n t r o del período napolitano; sin e m b a r g o , n o hay acuerdo c u a n d o se trata de precisar el año de composición: para u n o s n o puede ser m u y posterior a la llegada del poeta a Ñapóles (1532), dadas las referencias al exilio en el D a n u b i o (sólo concebibles c o m o a u n pasado inmediato); para otros, en cambio, debe retrasarse la fecha u n o s años (1534), en la convicción de que las amistades con los personajes aludidos habrían tardado un t i e m p o en formarse. Garcilaso agradece a su a m i g o y h u m a n i s t a A n t o n i o Tilesio su amistad y acogida en Ñ a p ó l e s , d o n d e halla consuelo a su situación personal, bien a través de la poesía, bien gracias a las charlas en casa de Scipione Capece. Enlaza con la tradición neolatina de poesía Ad amicum o Ad Sodales c o m o i n s t r u m e n t o de relación social q u e p e r m i t a la referencia a lo cotidiano y familiar. La oda está escrita en estrofas alcaicas. 1 1 1 2 «vos q u o q u e pectoribus nostris haeretis, amici...» ( O v i d i o , Tristia, III, IV, 63). 13 Delius: u n o de los m u c h o s n o m bres de A p o l o , q u e había nacido en la isla de Délos; el comienzo del verso con la repetición del adverbio iam aparece en H o r a c i o , Epodos, x v n , I: «Iam iam efficaci do manus scientiae...»; y, en u n c o n t e x t o m á s afín, en O v i d i o , Tristia, I, II, 2 0 y 2 2 : «iam iam tacturos sidera s u m m a putes... / iam iam tacturos Tártara nigra p u t e s . . . » . 1 4 La referencia a la cítara de A p o l o podría estar influida por Horacio, Odas, II, x, 18-20: « q u o n d a m cithara tacent e m / suscitat M u s a m ñeque semper arc u m / tendit Apollo»; y, más secundar i a m e n t e , p o r P o n t a n o , 3 6 . 1 3 - 1 6 La descripción del río Sebeto invitando al canto recuerda a P o n t a n o , Ariadnam uxorem mortuam, 33-34 y 4 7 : « L u d e r e m e placidos Sebethi ad fluminis h o r t o s , / et canere ad citrios lucide n y m p h a u e n i . . . V Pace tua interea Sebethi ad i l u m i n a cantem»; véase, asimismo, Horacio, Odas, I, XXXIV, 9: «et uaga ilumina»; y B e m b o , 7 4 : «uoluite maiores uaga ilumina, uoluite lymphas». 254 A D A N T O N I U M T H Y L E S I U M O D E Nymphae; iam amatis moenibus inclitae non urbis, amnis quam Tagus áureo nodare enxu gestit, ultra 20 m e lacerat m o d u m amor furentem. Sirenum amoena iam patria iuvat cultoque pulchra Parthenope solo iuxtaque manes consedere vel potius ciñeres Maronis. 25 Aegro deorum quis tulerit, rogas, herbis repostis auxilium potens, mentisque consternationem cantibus er fidibus levarit? ídem sonanti cui vaga ilumina 30 sistunt silentes margine vórtices los amados muros de la ínclita ciudad que el río Tajo gusta anudar con su dorado abrazo.'2 0 ' Ya me agrada la vida en la amena patria de las sirenas y la hermosa Parténope con sus campos cultivados y asentarme junto a los manes o mejor las cenizas de Marón. ¿Cuál de los dioses, preguntas, proporcionaría al e n f e r m o ( 2 5 ) el poderoso auxilio de escondidas hierbas y despejaría las inquietudes de su pensamiento con cantos y versos? El mismo ante cuya música se detienen los ríos desbordados y se cuenta que en la orilla estuvieron silenciosos los remolinos ( 3 ° ' y los vientos huracanados 1 7 - 1 8 La contraposición Nápoles-Toledo se halla en Sannazaro, Proteus, 13-16: «licet effuso T a g u s impleat a u r o . . . / . . . c u m reddita sceptra / Par-' t h e n o p e s . . . » ; véase también C a t u l o , Carmina, XXIX, 19: « q u a m scit amnis aurifer T a g u s » . La referencia al oro del Tajo y la descripción de T o l e d o (urbis), rodeada p o r el río, se hallan en la égloga n i , 106, y 201-206. 1 9 «crines n u d a n t u r in aurum» (Virgilio, Eneida, IV, 138). 2 3 - 2 4 La situación y el paisaje presentan claras analogías con Estacio, Silvas, IV, III, 52-54: «Litus ubi A u s o nio se condidit hospita p o r t u / Parthenope, tenues ignavo pollice chordas / pulso M a r o n e i q u e sedens in margine templi». Las cenizas de Virgilio fueron enterradas cerca de Ñapóles, n o lejos del retiro de Posillipo; en la t u m b a del poeta aparece u n dístico, s e g u r a m e n t e escrito p o r a l g u n o de sus amigos íntim o s : « M a n t u a m e genuit, Calabri rapuere, tenet n u n c / P a r t h e n o p e ; cecini pascua rura duces». Los lugares evocados p o r Garcilaso se han identificado con la costa de Sorr e n t o , d o n d e Bernardo Tasso y otros napolitanos tenían sus villas. Sannazaro, Arcadia, XI, 1 («l'amenissimo sito del m i o paese»), y XI, 91 («Tu la bella Sirena in t u t t o il m o n d o . . . » ) . V E R S O S 1 7 - 4 4 2 5 5 ventosque narratur frementes per nemora ardua conquiesse, hic nam revinxit me tibi vinculo gratis Camenae quod mihi nexibus 35 texere, praelargus quid ultra me miserum potuit iuvare? Imbrem beatis nubibus aureum vivaque talum compede candidum nexam puellam coniugemque 40 languidulis oculis querentem carmen canentis sic animum rapit mentemque, ut omnes subiaceant graves curae et labores, evolemque aliger his super elevatus. se calmaron en los espesos bosques. El con generosidad me unió a ti por medio de una cadena que las Camenas me tejieron de dulces eslabones; ¿qué otra cosa( 3 S ) pudo ayudar a este miserable? La lluvia de oro de nubes felices, la muchacha atada por viva cadena al blanco tobillo, y la esposa de ojos lánguidos que se quej a / 4 0 ' quien canta estos temas me arrebata el alma y el pensamiento, de tal forma que los graves cuidados y trabajos desaparecen, y con alas me levanto volando por encima de ellos. Mi querido 2 5 «aeger in e x t r e m i s i g n o t i partibus o r b i s . . . / n o n d o m u s apta satis, n o n hic cibus utilis aegro, / nullus, Apollinea qui levet arte m a l u m » (Ovidio, Tristia, III, III, 3 y 9 - 1 0 ) . 2 8 El verso parece m o l d e a d o sobre varios de H o r a c i o , Odas, I, x x x v i , 1: «Et t u r e et fidibus iuvat»; y XII, 7-11: «blandum et auritas fibibus canoris...». 2 9 L o s poderes de la música de O r feo ya se hallan descritos en otros poemas de Garcilaso: soneto XV, I-IO; canción v , 1-10; égloga 11, 9 4 0 - 9 4 4 y 1 0 7 7 - 1 0 8 5 . 3 0 La i m a g e n podría ser sugerencia de H o r a c i o , Odas, II, i x , 2 2 : «victis m i n o r e s volvere vórtices». 3 4 « g r a t u s . . . C a m o e n a » (Horacio, Odas, I, XII, 3 9 ) . 3 6 «me miserum...» (Ovidio, Tristia, I, II, 19). 3 7 La lluvia está descrita en coincidencia con H o r a c i o , Odas, II, IX, 1: « N o n semper imbres n u b i b u s . . . » ; se trata de una alusión a la tragedia de Tilesio, Imber aureus (1529): véase abajo oda II, 2 4 - 2 5 . 39-40 «languJdulos paret t e c u m con i u n g e r e somnos» (Catulo, Carmina, LXIV, 331). 41-44 j3] descanso y la placidez que p r o d u c e n la poesía ajena parecen inspirados por Virgilio, Bucólicas, v, 4 5 - 4 7 : «Tale t u u m carmen nobis, di- 256 A D A N T O N I U M T H Y L E S I U M O D E 45 Te, mi Thylesi, te comité obtulit sese parentis quem veneror loco, cui dulce pignus nostri amoris non animum pigeat patere; arcana divum dum reserat, novus 50 huic pectus alte sollicitât furor curare seu mortalium res caelicolas grave sive monstrat natos parentum crimina ob limpia vexari, ut auras carpere d u m licet 55 nec luxui ipsi indulgeant nec poena parentibus ulla desit. Haec aure cuncti praecipue imbibunt alte silentes, et Marius meus, Tilesio, en tu compañía me fue presentada*4 5 ' la persona que venero como a un padre, a quien no me avergüenza abrir el alma como dulce prenda de mi amor. Mientras investiga los secretos de los dioses, un nuevo furor le solicita en lo hondo de su pec h o , ( 5 0 ) o cuando muestra que los habitantes del cielo se preocupan seriamente de los asuntos de los mortales o que los hijos reciben marcas por los impíos crímenes de los padres, de forma que mientras puedan respirar y gozar de la vida'5 5 ' ni se entreguen al vine poeta, / quale sopor fessis in gram i n e , quale per aestum / dulcís aquae saliente sitim restringere rivo». 4 6 Parece difícil identificar a este personaje, q u e Garcilaso considera c o m o un padre y a quien conoció a través de A . Tilesio. La relación del misterioso personaje con Plácido de Sang r o (v. 6 0 ) y M a r i o Galeota (v. 58) ha hecho pensar en G i r o l a m o Seripand o , de quien conservamos una carta dirigida a Tilesio y entre cuya correspondencia se halla esta oda (además el c o n t e n i d o de sus Quaestiones theologicas coincide con las ideas expuestas en los vv. 4 9 - 5 6 ) . Pero la amistad c o m ú n del personaje en cuestión con Tilesio y Garcilaso ha llevado a identificarlo con Scipione Capece, en cuya casa se reunía la Academia Pontaniana y cuyas obras De principiis rerum y De vate máximo tratan de los 'secretos de los dioses' y la misión de Cristo c o m o red e n t o r de la h u m a n i d a d . 4 7 «miserabile pignus amoris» ( O v i dio, Heroidas, XI, 113). 4 9 Podría haber una reminiscencia de Horacio, Odas, III, XXI, 14-15: «...tu sapientium curas et arcanum iocoso...»; y de Virgilio, Eneida, I, 2 6 2 : «et uoluens fatorum arcana m o u e b o » . 5 8 Marius es Mario Galeota, a quien se dirige el soneto XXXV y por quien intercede en la canción V. V E R S O S 4 5 - 7 2 257 rerumque multarum refertus 60 atque memor Placitus bonarum. Honesta cunctos hinc domus accipit liberque sermo nascitur, haud tamen impune, nam, si tortuosis nexibus implicitum quid audes 65 suadere, sperans ingeniosius quam verius nos pertrahere ad tuum sensum, statim aggressa est cohors te, ut Ciconum irruit in canentem. N u m tu fluentem divitiis T a g u m , 70 n u m prata gyris uvida roscidis, mutare m e insanum putabas dulcibus immemoremque amicis? lujo ni falte a los padres algún castigo. Estas ideas las escuchan todos absortos en profundo silencio y mi amado Mario y Plácido repleto de tantos saberes y atento al bien.( 6 o ) Aquí acoge a todos la honesta mansión y nace libre la charla, pero si intentas persuadirnos de algo enredado con tortuosos razonamientos esperando llevarnos a tu punto de vista con más ingenio *6 s ' que verdad, no lo harás impunemente, al punto salta sobre ti la cohorte como se abalanzó la de las Cícones sobre Orfeo. ¿Te creías que enajenado y olvidadizo cambiaría yo a mis dulces amigos por el Tajo que arrastra oro o por los campos regados de rosadas'7 0 ' azudas? 6 0 Placitus es Plácido de Sangro, caballero y h o m b r e de letras napo- litano. 61-62 Qjrcilaso parece aludir a las reuniones de la Academia Pontaniana, celebradas en casa de Scipione Capece después de la m u e r t e de Sannazaro. Las Cícones son las mujeres tracias q u e dieron m u e r t e a Orfeo y despedazaron su cadáver (Ovidio, Metamorfosis, XI, 20-43); e l apelativo canentem ' c a n t o r ' se halla también en O v i d i o , XI, 2 0 : «Ac p r i m u m attonitas e t i a m n u m uoce canentis». 7 0 Es referencia a las altas ruedas descritas en la égloga III, 215-216. [ n ] G A R S I A E L A S I O D E A D G E N E S I U M S E P U L V E D A M Arcum quando adeo relligionis et saevae militiae ducere longius, ut curvata coire inter se capita haud negent, 5 uni musa tibi, docte Sepulveda, concessit: pariter dicere et Africam O D A D E G A R C I L A S O A G I N E S D E S E P U L V E D A . Puesto que poner más tenso el arco de la religión y de los crueles guerreros hasta el límite en que las dos puntas se dejan unir( 5 ) sólo a E n carta dirigida a Luis de Avila y Z ú ñ i g a , fechada en R o m a (enero de 1536), Sepúlveda le agradece la copia de su Historia de la campaña de Túnez que había recibido a través de Garcilaso, quien s e g u r a m e n t e se la e n t r e g ó d u r a n t e la estancia del E m p e r a d o r para su coronación, c u a n d o Sepúlveda se hallaba en el séquito del Cardenal Q u i r ó n . Sepúlveda acaba de publicar el Democrates primus (De conuenientia militaris disciplina cum christiana religione dialogus qui inscribitur Democrates, 1535) y Garcilaso alude literalmente a ese título al principio para pasar después a encarecer la figura del E m p e r a d o r y el tema de la nueva obra de Sepúlveda. La oda podría haber servido perfectamente c o m o u n o de los poemas preliminares que figuran en tantas obras históricas del siglo XVI: así, p o r ejemplo, los que aparecen en la Historia Imperial y Cesárea de Pero M e x í a (1547) • El elogio de César imita la andadura de las odas civiles de H o r a c i o en la comparación de Carlos V con el león sediento de m u e r t e por instinto (Horacio, Carmina, IV, IV, 13-16, y usos panegíricos similares en poesía horaciana neolatina) y en general recuerda el estilo de H o r a cio en la c o n t i n u i d a d de la sintaxis de u n a estrofa a otra (véanse los vv. 2 4 - 2 5 o 2 8 - 2 9 ) o en el g u s t o p o r el j u e g o fónico' (Caesar... caesa... caede... caedis calidae). En c u a n t o al m e t r o utiliza el tercer sistema asclepiadeo (véase H o r a c i o , Carmina, I, v), q u e consta d e dos asclepiadeos, u n ferecracio y u n gliconio. El verso 3 5 p r e senta varias anómalas apartándose del e s q u e m a habitual del ferecracio. Sepúlveda, además de gran prosista ciceroniano, era poeta latino y tiene t a m b i é n u n a p e q u e ñ a p r o d u c c i ó n conservada de cuatro epigarmas. 2 «arci militia» (Horacio, Odas, III, so debió encarnar de alguna manera su II, 2 ) . idea de soldado cristiano; la i m a g e n se 4 La reconciliación de la práctica halla claramente inspirada por Virgimilitar con las enseñanzas de C r i s t o es lio, Eneida, XI, 8 6 0 - 8 6 1 : «et duxit Ionu n a clara alusión al Democritus de Se- ge, doñee curuata coirent / inter se púlveda, para quien el p r o p i o Garcila- capita...». 258 V E R S O S 1 - 1 7 259 incumbit pavitantem sub rege intrépido et pió, qui insigni maculis vectus equo citos 10 praevortit rapidus densa per agmina ventos, fervidus hastam letalem quatiens manu; dat cui non aliter turba locum leves quam flammis stipulae per nemus aridum 15 aut caelum per apertum ventis dant nebulae vagis. Pugnax perpetuo dum trépidos agit ti, docto Sepálveda, te ha sido concedido por la Musa; de igual forma te atañe también el escritor sobre África atemorizada bajo un rey intrépido y piadoso, que montado en un caballo ornado de manchas, rápidamente( I 0 ) vence a los veloces vientos atravesando las apretadas filas y agita ardiente en su mano la lanza mortal; a quien las turbas abren paso como los ligeros rastrojos en una seca pradera lo hacen ante las llamas o las nubes ceden( l 5 ) por el cielo abierto ante los vagos vientos. Mientras belicoso da vueltas 7 «subiecit p a v i t a n t e m » (Virgilio, Eneida, XI, 813). 8 El relato sobre la c a m p a ñ a de África está c o n t e n i d o en su De rebus gestís Caroli Quinti, cuya composición parecía estar p r e p a r a n d o Sepúlveda p o r esas fechas. 1 4 La i m a g e n de las llamas (flammis) podría ser u n a reminiscencia de V i r g i lio, Geórgicas, I, 85 («atque levem stip u l a m crepitantibus urere flammis»), y O v i d i o , Tristia, V , VIII, 20 («fiamm a de stipula n o s t r a brevisque fuit»). 1 6 Las i m á g e n e s de Carlos V sobre su caballo p o d r í a n estar inspiradas p o r las de T u r n o en su carro: « T u r n u s u t A e n e a n c e d e n t e m . . . / subita spe fervidus ardet... / Qualis apud gelidi c u m i l u m i n a concitus H e b r i / sanguineus Mavors clipeo increpat atque furentis / bella movens immittit equos; illi aequore aperto / ante N o t o s Z e p h y r u m q u e volant... / vel conferre m a n u m vel equo praevertere ventos... I qua ven ti incubuere, fugant dant nubila cáelo: / sic T u r n o , q u a c u m q u e viam secat, agm i n a cedunt / conversaeque r u u n t acies...» (Virgilio, Eneida, XII, 324- 384); otros detalles de la escena también parecen sugeridos por Virgilio y Horacio, desde la descripción de la asta («telum i m m a n e m a n u quatiens»; Eneida, XII, 4 4 2 ; y « m e t u e n d u s hasta»; H o r a c i o , Odas, III, II, 4) a las m a n chas del caballo («maculis insignis», Geórgicas, m , 56), así c o m o a su m o n tura («vexet éques»; Horacio, Odas, III, II, 4)- 1 7 «trepidis agat» (Horacio, Odas, III, II, 5). A D G E N E S I U M S E P U L V E D A M giro, saevus uti Massylias leo per sylvas Numidasve 2 0 imbelles agitat feras, suspirant timido pectore, turribus ex altis aciem lata per aequora campi tendere suetae, sponsae nuper amoribus 2 5 orbatae: «Heu, iuvenes, Caesaris», inquiunt, «vítate imparibus viribus armaque congressusque nefandos. Quando nomina posteris mater caesa dedit, dum puerum student 3 0 languentem eruere e visceribus, genus constantemente y provoca a los temerosos como un cruel león que persigue a las( 2 0 > mansas fieras en los bosques de Masilia o de Numidia. Las esposas que están acostumbradas a tender sus miradas por las anchas planicies de los campos, en sus temblorosos pechos suspiran subidas en las altas torres al ver( 2 5 ) arrebatados sus amores: «¡Ay! Donceles —dicen— apartaos de las armas y los encuentros nefastos con el César, pues son desiguales las fuerzas; pues murió la madre degollada (en cesárea) y dio nombre a los descendientes, mientras se esfuerzan por arrancar de sus entrañas'3 0 ^ al niño ago- 18-19 j5j s { m ; l c o n e l león parece influencia de H o r a c i o , Odas, III, III, 10-12: «asperum / tactu leonem, q u e m cruenta / per medias rapit ira caedes»; y, m á s secundariamente, de O v i d i o , Ars amatoria, II, 183 ( « O b s e q u i u m tigrisque d o m a t N u m i d a s q u e leones»), y de Marcial, Epigramas, VIII, IV, I ( « A u d i t u r q u a n t u m Massyla per avia m u r m u r / i n n u m e r o quotiens silva leone fuerit... / Sed cuius t e m e r e n t ipsi q u o q u e iura leones, / cui diadema daret m a r m o r e picta N o m a s » ) . 2 2 - 2 3 Podía haber u n eco de Virgilio, Eneida, VII, 7 8 1 - 7 8 2 : «Filius ardentis h a u d setius aequore campi / exercebat equos c u r r u q u e in bella ruebat». 2 7 El t e m o r de las mujeres del enem i g o está descrito c o m o en H o r a c i o , Odas, III, II, 6-12: «Illum ex m o e n i bus hosticis / m a t r o n a bellantis tyranni / prospiciens et adulta virgo / suspiret, eheu, ne rudis a g m i n u m / sponsus lacessat regius...». 28-36 Q¿sar e s e l apellido de la casa Julia y se aplicó genéricamente a todos los Emperadores r o m a n o s a partir de Julio César; el n o m b r e había sido objeto de varias explicaciones, entre las cuales figura la del nacimiento p o r cesárea (a caeso matris útero). Carlos V , al ocupar el t r o n o imperial y por sus V E R S O S 1 8 - 3 6 2 6 1 hinc est caesareum, hinc est gaudens caede nova: putas saevum funéreo limine qui pedem ad vitam imposuit, n o n ferat indidem 35 ingenereique rurorem et caedis calidae sitim?» nizante; éste es el linaje del César, de ahí viene su gozo por nuevas muertes. ¿Crees que quien puso el pie cruel en la vida desde un fúnebre umbral no va a producir y( 3 5 ) engendrar furor y sed de cálidas matanzas?». importantes victorias, había recibido el apodo y t r a t a m i e n t o de César (véanse las cartas II y III), cuya etimología recuerda aquí Garcilaso para subrayar la ferocidad de nuestro E m p e r a d o r desde su nacimiento. [ I I I ] G A R C I L A S S I H I S P A N I Sedes ad Cyprias Venus, cui centum redolent usque calentia thure altaría sacro, sertis viñeta comas, nuda agitans choros 5 gaudebat, cum puer appulit, depromptis iaculis e pharetra aureis, depromptis quoque plumbeis, queis térras violens subdit et aequora, queis caeleste sibi genus. D E G A R C I L A S O H I S P A N O . Venus en sus templos de Chipre, llena de gozo, con los cabellos ceñidos de guirnaldas y desnuda dirigía los coros de danzantes y para ella exhalan siempre sus aromas cien altares quemando sagrado incienso,( 5 ) cuando su niño se le acercó con las saetas de oro sueltas del carcaj y también las de plomo; con ellas somete violento las tierras, los mares y la S e g ú n u n a nota marginal del manuscrito napolitano q u e la transmite B e m b o h a blaría de esta oda en la carta italiana a Fascitelli. A u n q u e es una nota tardía y d u dosa se acostumbra a considerar probable este dato. La oda presenta u n j u e g o m i tológico sobre u n tema erótico y de filosofía neoplatónica: la fuerza del a m o r q u e d o m i n a t o d o el universo, incluso a los propios dioses. Este tipo de j u e g o s m i t o lógicos se e n c u e n t r a n f r e c u e n t e m e n t e en la poesía neolatina y el p r o p i o B e m b o tiene a l g u n o c o m o el l a m e n t o y vituperio de las inaccesibles ninfas del Faunus ad nymphas o la anécdota mitológica de su Calatea, utiliza el cuarto sistema asclepiad e o f o r m a d o p o r u n o en los versos pares y u n gliconio en los impares. Presenta anomalías métricas en los gliconios 3 y 5. 1 La m e n c i ó n de la diosa V e n u s al principio de u n p o e m a se halla en H o racio, Odas, IV, II, 5 9 . 2 - 3 «ture calent arae sertisque recentibus halant» (Virgilio, Eneida, I, 417)- 4 La descripción de Venus entre sus coros parece reminiscencia de Virgilio, Geórgicas, IV, 533: «illa choros lucis agitabat in altis»; H o r a c i o , Odas, I, IV, 5: «iam C y t h e r e a choros ducit V e nus ; IV, v i l , 6-7: «ducere n u d a choros»; y Propercio, Elegías, IV, IX, 52: «uincta comas». 6 - 7 La representación de C u p i d o con su carcaj de flechas aparece en Ovidio, Metamorfosis, I, 4 6 6 - 4 7 1 : «eque sagittifera prompsit dúo tela pharetra... / et habet sub h a r u n d i n e p l u m b u m » ; y Virgiho, Eneida, V, 501: «et depromunt tela pharetris»; véase t a m b i é n égloga III, 148-160. 2 6 2 V E R S O S 1 - 2 5 10 T u m mater, miserans terrigenum simul divorumque vicem, prior demulcens leviter caesariem auream melliti pueri, incipit: «Heu, nate, usque adeo flagitiis eris 15 istis insatiabilis? N o n tantum ut miserum perditum eas genus h u m a n u m , excrucians modis indignis homines, verum etiam in déos ausis stringere spicula? 2 0 Impulsu Altitonans saepe tuo induit quam turpem deo imaginem! N u n c taurus nivea conspicuus nota frontem, caetera candidus, imber nunc liquido virgineum aureus 2 5 fluxu per gremium micat. raza de los dioses.< I 0 ) Entonces su madre, compadecida de la suerte de mortales y dioses, después de acariciar levemente la dorada cabellera del niño de miel, dice: «¡Ay hijo! ¿Hasta dónde vas a llevar( I 5 ) insaciable estos castigos? ¿Además de llevar a la perdición al género humano, torturando de modo indigno a los hombres, también te atreves a esgrimir tus dardos contra los dioses?( 2 0 ) Por incitación tuya el altitonante Júpiter adopta con frecuencia las más vergonzosas apariencias. Unas veces es un toro señalado por una marca nivea en la frente y la blancura de sus restantes partes; otras veces es brillante lluvia de oro que( 2 5 > fluye corrien- 1 0 «capiebat t e r r i g e n a r u m . . . / excruciabat terrigenas» (Lucrecio, De rerum natura, V, 1411 y 1 4 2 6 - 1 4 2 7 ) . 1 2 «aurea caesaries ollis atque aurea uestis» (Virgilio, Eneida, VIII, 6 5 9 ) . 1 3 «mellite Iuuenti» ( C a t u l o , Carmina, XCIX, 1). 1 9 «spicula... n o s t r o pectore fixit A m o r » (Propercio, Elegías, II, XIII, 2 ) . 2 0 El adjetivo altitonans aparece en Lucrecio, De rerum natura, v , 7 4 5 : «altitonans V o l t u r n u s » . 2 1 La adopción de figura h u m a n a p o r parte de u n dios parece sugerencia de O v i d i o , Metamorfosis, I, 2 1 3 : «et deus h u m a n a lustro sub imagine térras». 2 2 - 2 3 El lunar blanco en la frente de u n t o r o podría ser u n eco de H o r a c i o , Odas, I V , II, 5 7 - 6 0 : «fronte curvatos imitatus ignis / t e r t i u m lunae referentis o r t u m , / q u a n o t a m duxit, niveus videri, / cetera fulvus». Zeus (Júpiter en la versión romana) a d o p t ó forma de u n t o r o blanco, c o n cuernos semejantes a u n creciente lunar, para raptar a E u r o p a (véase O v i dio, Metamorfosis, II, 833-875). 2 4 - 2 5 Zeus, transformado en lluvia de o r o , sedujo a D á n a e , a quien su pa- 2Ó4 G A R C I L A S S I H I S P A N I Lunam per tacitum saepe silentium saxis sub Iove Latmiis sopiti rapidis ignibus exscitam caeli culmine devocas. 3 0 Cessare ad Clymenem crinigerum facis Phoebum, qui quasi negligens terris officium solvere debitum, auriga est habitus piger. In me si sceleris quid meditabere 35 matrem, ut mos tibi, perfide, est, non aegre aut graviter perpetiar modo figas nequitiis modum. do por el regazo de la doncella. Con frecuencia haces bajar de las alturas del cielo adormecido a través de mudos silencios a la Luna excitada por violentos ardores hasta las rocas latmias que están en la tierra.( 3 0 ) Haces que Febo de largos cabellos se detenga junto a Climene y que, casi olvidando cumplir la tarea que debe a la tierra, sea considerado un auriga perezoso. Si meditas alguna fechoría contra mí,( 3 5 ) tu madre, como acostumbras, malvado, lo soportaré bien y sin queja, siempre que pongas límite dre Acrisio había encerrado en una t o rre de b r o n c e , i n t e n t a n d o evitar que le diera u n nieto, p o r q u e éste, según el oráculo, habría de matarlo (véase O v i d i o , Metamorfosis, IV, 6 0 3 ) ; sobre esta fábula Tilesio basó la tragedia Imber aureus, a la q u e alude Garcilaso en la oda I. La descripción del m i t o presenta analogías con Terencio, Eunuchus, 585: «quo pacto D a n a e misisse aiunt q u o n d a m in g r e m i u m i m b r e m a u r e u m » ; C o r n e l i o Severo, Aetna, 8 9 : «Iuppiter ut D a n a e pretiosus fluxerit imber»; y O v i d i o , Metamorfosis, IV, 611 : « q u e m pluvio D a n a e conceperat auro». 2 7 La luna descendía cada noche a la tierra para ver al pastor Endimión; véase O v i d i o , Ars amatoria, III, 83: «Latmius E n d y m i o n n o n est tibi, Luna, rubori...»; C a t u l o , Carmina, LXVI, 5: «ut T r i u i a m furtim sub Latmia saxa relegans»; y, más secundariamente, H o r a cio, Odas, I, 1, 2 5 : «sub love frí- gido». 2 8 «et sopitos suscitât ignis» (Virgilio, Eneida, V, 743). 3 0 El adjetivo crinigerum aparece en Lucano, Farsalia, I, 4 6 3 , y en Silio Itálico, Púnica, XIV, 585: «criniger Titan». 3 1 - 3 3 A p o l o (conocido con el apodo de Febo 'el brillante') se casó con Clim e n e , de quien tuvo u n hijo, Faetonte (véase soneto XII); la referencia a Faetonte parece combinar varios pasajes de Ovidio, Metamorfosis, II, 328-329 («hic situs est Phaeton currus auriga paterni...»), y Horacio, Odas, I, xv, 2 6 («non auriga piger»), 36-37 £ s fj¡c¡i reconocer u n eco de Horacio, Odas, III, xv, 2: «tandem nequitiae fige m o d u m tuae...». V E R S O S 2 6 - 4 9 265 Sed quid, c u m dominam figere Dindymi laetaris, tibi vis, puer? 40 Longaeva atque parens paene deum o m n i u m cum si nec ioco idónea, illam caecus eo perpulit at furor Attyn perdite ut arserit. C u m q u e ignes penitus viscera permeent, 45 iunctis vecta leonibus Idae per m e m o r u m saxa virentium fertur, quam volitans cohors recta consequitur parsque micantibus palmis tympana verberat a tu perversidad. ¿Pero qué pretendes, niño, cuando te gozas en atacar a la dueña de D í n d i m o ? ( 4 0 > Aunque es anciana y madre de casi todos los dioses, y no es adecuada para juegos, el ciego furor la empujó hasta el punto de arder perdidamente de amor por Atis; y cuando las pasiones le penetran profundamente en sus entrañas, arrastrada por una< 4 5 ) yunta de leones va por las rocas de los verdeantes bosques de Ida; y una cohorte revoloteando la sigue derecha y un grupo golpea los tambores con sus palmas vibrantes 3 8 La dominam... Dindymi ('dueña del D í n d i m o ' ) es la diosa Cibeles, a la q u e se llama c o n frecuencia Madre de tos dioses o la Gran Madre (véase v. 4 0 ) : «Dea m a g n a , dea Cybelle, dea d o m i n a D i n d y m e i » y « D i n d y m i domin a m » ( C a t u l o , Carmina, LXIII, 9 1 ; y XXXV, 14); representada sobre u n carro tirado p o r leones (vv. 45 y 58), a m ó castamente al dios Atis, quien suele acompañarla recorriendo las m o n t a ñas de Frigia. 4 2 «caecique furore» (Virgilio, Eneida, II, 2 4 4 ) . 4 5 La representación de Cibeles en u n carro tirado p o r leones podría estar tomada de Catulo, Carmina, LXIII, 7 6 : «ibi iuncta resoluens Cybele leonibus»; y Virgilio, Eneida, III, 113: «et iuncti c u r r u m d o m i n a e subiere leones». 4 6 La descripción d e las m o n t a ñ a s de Frigia se hace en coincidencia con C a t u l o , Carmina, LXIII, 3 0 («uiridem citus adit I d a m properante pede c h o rus»), y 52 («ad Idae tetuli n e m o r a pedem»); Virgilio, Eneida, III, 112 («Idaeu m q u e nemus...»), y Bucólicas, VII, 59 («nemus o m n e virebit»). 47-49 g i c o r t e j o de la diosa Cibeles está descrito siguiendo a C a t u l o , Carmina', LXIII, 2 5 y 2 7 - 2 8 ; «ubi sueuit illa diuae uolitare uaga c o h o r s . . . / Sim u l haec comitibus Attis cecinit n o t ha mulier, / thiasus repente linguis trepidantibus ululat, / leue t y m p a n u m r e m u g i t , caua cymbala recrepant»; otros detalles podrían derivar de Lucrecio, De rerum natura, II, 618 ( « T y m p a n a tenta t o n a n t palmis et cymbala...»); Virgilio, Eneida, III, 423 («verberat unda»); y Séneca, Phaedra, 6 («verberat unda»). 2 6 6 G A R C I L A S S I H I S P A N I 50 ingentique sonat voce nemus virens cunctorumque simul fera insanum rabies pectus agit. Proin mater cuneta timens (ornen inane sit!) 55 tristi discrucior metu ne forte Cybele, si resipiscat aut haec pergat potius suo insanire modo, saeva leonibus te natum tenerum imperet 60 se coram ut lacerent namque erit aut sui vindex aut animi impotens.» «Praesenti esto animo, mater», ait puer, «nec te sollicitet metus, mitescunt adeo namque mihi feri 65 isti, quos metuis, iuba ut prensa ritu equitis non trepide insidens y ( s o ) con voz estruendosa resuena el verde bosque y al mismo tiempo la fiera locura colectiva agita los pechos enloquecidos. Por eso... temiéndolo todo como madre (¡que sea un presagio vano!) me atormento( 5 5 ) con funestos miedos, no sea que Cibeles, si recupera su razón o si lleva esta locura más allá de sus límites, ordene cruel que sus leones te despedacen( 6 o > ante sus ojos, tierno hijo mío, pues será vengadora de sí misma o incapaz de gobernar su alma». «Ten buen ánimo, madre, contesta el niño, no te inquiete el miedo; estas fieras'6 3 ^ a las que temes se me amansan de tal for- 5 0 «Phrygia ad n e m o r a deae, / u b i c y m b a l u m sonat uox» (Catulo, Carmina, LXIII, 2 0 - 2 1 ) ; véanse los vv. 4 6 y 4 7 - 4 9 . 5 1 - 5 2 La locura de Cibeles está descrita de acuerdo con C a t u l o , Carmina, LXIII, 37 y 57: «abit in quiete molli rabidus furor a n i m i . . . / rabie fera carens d u m b r e u e t e m p u s animus est». 6 1 «impotens animi procurrit» (Quinto C u r c i o , VIII, 1 , 4 9 ) y «iram d í x e r u n t breuem insaniam; aeque enim impotens est» (Séneca, Diálogos, III, I, 2 ) . «animo uirili praesentique» (Terencio, Phormion, V , VII, 64) y «in prasens animus» (Horacio, Odas, II, XVI, 3 « m e m i l l o sollicitante m e t u » (Ovidio, Tristia, IV, VIII, 6). 6 4 «nemo adeo férus est, ut n o n mitescere possit» (Horacio, Epístolas, I, 1, 39)- V E R S O S 5 0 - 8 0 2 6 7 tergis hos agitem vagus; caudis incipiunt, auribus et mihi ablandirier interim, 70 dumque ori digitos dumque manum insero, reddunt innocuam mihi. Postremo, quid ego pecco tibi aut alus cum res sedulus offero pulchras ante oculos monstroque lucidis 75 pictas usque coloribus? Vos iam desinite aut appetere omnia haec aut sic obiicere id mihi. N u m vis, mater, uti Mars tuus haud te amet posthac, nec redames eum? 80 Natus sum atque potens; impera et obsequar». ma, que sujetando la melena me siento sin temor en sus lomos a la manera de los jinetes y las hago moverse sin rumbo; entre tanto ellas se ponen a halagarme con sus colas y orejas, y ' 7 0 ' mientras les meto los dedos o la mano en la boca me los devuelven sin daño alguno. Por último ¿en qué te incomodo, a ti o a los demás, cuando oficioso os ofrezco hermosas cosas y las muestro ante vuestros ojos/7 5 ) pintadas siempre con colores resplandecientes? Dejad vosotros ya de perseguir todas estas cosas o de echármelo en cara. ¿ O acaso quieres, madre, que tu querido Marte no te ame después de esto? ¿Y que no le correspondas t ú ? ( 8 o > Soy hijo tuyo y soy poderoso; ordena y te obedeceré.» 6 8 La ferocidad c o n q u e se describe en este pasaje a los leones de Cibeles presenta analogías c o n L u c a n o , Farsalia, I, 2 0 6 - 2 1 0 : «aestiferae libes uiso leo c o m m i n u s hoste / subsedit d u bius, t o t a m d u m colligit iram; / m o x , u b i se saeuae stimulauit uerbere caudae / erexitque i u b a m et uasto graue m u r m u r hiatu / infremuit». 7 5 «et picta coloribus ustis» (Ovidio, Fasti, i v , 2 7 5 ) . 78-79 V e n u s se había casado con V u l c a n o , pero amaba a M a r t e , j u n t o a quien fue atrapada e n u n a red m á g i ca preparada p o r el marido (véase canción IV, 101-107). 2 6 8 G A R C I L A S S I H I S P A N I «Nulla ut non superans, puer, in re es, quin celeri bile etiam turnes, nostro haud subtrahe te, puer, amplexu; peto nil praeter id amplius.» «Pues no hay ninguna cosa en la que no venzas, niño, y rápidamente también se te enciende la bilis, no te apartes, niño, de nuestro abrazo; no pido nada más fuera de esto». 8 2 La descripción de la ira parece su- 8 3 - 8 4 La recomendación parece sugegerida p o r H o r a c i o , Odas, I, XIII, 4 : rida por Virgilio, Eneida, VI, 4 6 5 : «te«fervens difficili bile t u m e t iecur». que aspectu ne subtrahe nostro». T A B L A ORIGINALIDAD D E GARCILASO por Rafael Lapesa IX PRÓLOGO 1. Vida x x v 2. Género y géneros LIX 3. Temas e ideología LXXVI 4. Lengua y estilo LXXXIX 5. La crítica XCix 6. Historia del texto Clll 7. La presente edición CXiv O B R A P O É T I C A COPLAS 3 SONETOS 12 CANCIONES 65 ELEGÍAS 92 EPÍSTOLA A BOSCÁN 115 ÉGLOGAS 120 ODAS LATINAS 245 T E X T O S E N P R O S A CARTAS 1. A doña Jerónima Palova de Almogávar 265 2. Al Emperador 271 3. A fray Jerónimo Seripando 273 TESTAMENTO 275 593