Estamos en pleno invierno, en febrero, dentro del ciclo carnavalesco. A pesar de que van cambiando según el calendario, la mayoría de las veces los carnavales se celebran en febrero. Los días cada vez son más largos y pronto empezará a renacer la naturaleza, llegará la primavera. En los próximos minutos, conoceremos algunas de las fiestas que se celebran en esta época. Algunas de ellas tienen un matiz eclesiástico. Otras, en cambio, conservan los últimos vestigios de creencias, símbolos o costumbres anteriores al cristianismo. En la mayoría de los casos, como es costumbre, veremos las dos perspectivas entremezcladas. Tal y como suele suceder, el cristianismo dejó su impronta en varias de las actividades y costumbres populares de tiempos pasados. Siguiendo con el calendario, la primera de las fiestas que nos ocupa es la Fiesta de la Purificación de Nuestra Señora o La Candelaria, que se celebra el 2 de febrero. Precisamente este día dan comienzo los Carnavales en muchos lugares de Euskal Herria, para terminar en la Cuaresma, concretamente el Miércoles de Ceniza. El día de la Candelaria se bendicen los cirios en la iglesia y, después, se emplean en ritos que se realizan en casa o fuera de ella; dichos cirios eran, sobre todo, utilizados por las amas de casa (después de dar a luz, cuando algún familiar fallecía o cuando había tormenta…). El día siguiente, 3 de febrero, es el día de San Blas. Es tradición llevar a la iglesia los cordones y distintos alimentos para que se bendigan. El cordón se lleva durante unos cuantos días colgado del cuello, para protegerse de los males de garganta. Finalmente, será quemado en el fuego. La festividad de Santa Águeda siempre ha tenido una gran influencia en nuestras formas de vida populares. El día de esta Santa se celebra el 5 de febrero, pero es la víspera de su festividad la que se celebra en nuestros pueblos y, en especial, entre los jóvenes. Podríamos decir, con toda certeza, que esta santa ha sido, por decirlo de alguna manera, la protectora de los jóvenes y de los grupos de jóvenes de nuestros pueblos desde hace muchísimo tiempo. Esta santa nació en la isla de Sicilia. El procónsul de Sicilia, al no conseguir atraerla, y tras ordenar que se le impusiera un martirio, la mató a los 21 años de edad. Esta celebración está muy extendida en toda Euskal Herria. Hoy en día, la tarde o noche de la víspera, es decir, el 4 de febrero, bajo las órdenes de un director, y acompañados de un bastón o makila en la mano, las cuadrillas van de casa en casa, saludando con cánticos y recolectando dinero o comida. En frente de cada casa, y tras cantar los versos de introducción, se procede a cantar dos o tres versos que narran la vida de Águeda, para proseguir con las coplas denominadas notak que se ofrecen a los miembros de la familia. Finalmente, se concluye cantando la despedida. Algunas veces, desde la misma introducción, los cantores comienzan a cantar notas o coplas, pero sin mencionar verso alguno sobre Águeda. Antiguamente, este día solían hacerse romerías, y las campanas sonaban durante largo tiempo. Se concebía como la fiesta de las mujeres casadas; y estas, libres de los quehaceres domésticos, al parecer, andaban disfrazadas por la calle, pinchando con agujas a los hombres. La manera de vestir también era especial, a pesar de que hoy en día casi se haya perdido. En la zona de Markina, muchos aún hoy la recuerdan. Decoraban el bastón y el sombrero con cintas de papel o de tela, y también llevaban pañuelos de colores. Algunas veces, también se colocaba una campanilla en la parte superior del bastón. El bertsolari o cantor solía llevar una campanilla en la mano, para marcar el ritmo mientras cantaba. Resulta curioso el parecido que guarda esta indumentaria con la de los quintos de Altsasu. En Altsasu son los quintos los que celebran esta festividad. Vestidos de manera espectacular, con la ayuda de un burro o caballito recorren las calles para dirigirse a las casas de la mozas… Para dicha celebración, el día de Reyes, se eligen dos reyes que tendrán como cometido organizar la fiesta. Los quintos se dividen en parejas para acudir a casa de las jovencitas. En sus casas, las jóvenes, tras meter en un bastón los roscos preparados a modo de regalo, bailan con los reyes. A continuación, nos encontraremos con la fiesta más extendida y popular de este ciclo: los carnavales. Dependiendo del lugar, los carnavales se denominan de diferentes maneras: Ihoteak, Aratusteak, Zanpantzar, Karnabal… Los carnavales no tienen una fecha fija, sino que se establecen de acuerdo a la luna. El día de Pascua es el domingo después de la primera luna llena de la primavera. Si retrocedemos siete domingos o 50 días, tendremos el Domingo de Carnaval. Alrededor del mismo se establecen los demás principales días del carnaval. Antiguamente, según el calendario lunar, el año comenzaba en primavera. Se ha de tener en cuenta que el equinoccio de la primavera constituye un momento muy significativo: en esos días, los días y las noches tienen la misma duración. Seguramente, los Carnavales serían la bienvenida que se le solía hacer al año nuevo. Después, a pesar de que el calendario solar cambiara el inicio del año, siguieron manteniéndose algunas celebraciones. El jueves anterior al Domingo de Carnaval se denomina Jueves de Lardero en Araba. Ese día, los niños van de casa en casa con un gallo, pidiendo y cantando. Antaño, solían sacrificar al gallo y después se lo comían. Ese mismo día se conoce como Eguen Zuri en Bizkaia. Los grupos de niños cantan coplas por distintos lugares. Como en otras épocas del año, también en Carnavales los grupos salen a la calle en cuestación. Por ejemplo, durante el Jueves Gordo mencionado anteriormente, así como en casi todos los Carnavales de los pueblos que conoceremos a continuación. Antes hemos mencionado el canto y la música. Y es que estos también tienen su lugar en los Carnavales. En Mundaka, el Domingo de Carnaval, Aratusteak, se celebran con el canto como eje central de la fiesta. Por la mañana, un gran grupo formado por chicos jóvenes vestidos de blanco sale a la calle. Se les conoce con el nombre de Atorrak. Estos, tras hacer una ronda por las calles acompañados de música y cantos, se dirigen al puerto siguiendo las órdenes del director. Allí se suben al pretil y, entre otras, cantan la canción creada expresamente para cada año. Cuando hablamos de música enseguida nos viene a la mente el baile. El baile, desde antaño, ha sido un elemento imprescindible en cualquier fiesta. Tanto es así que la danza se ha convertido en eje fundamental de la celebración en los Carnavales de muchos pueblos. En Antzuola, el Domingo de Carnaval bailan la Sorgin-dantza o Danza de la Brujas. La mitad del grupo de los chicos se viste de mujer y representan el baile, primero amenazándose y después besándose. En Markina, en cambio, bailan el Zahagi-dantza o Baile de los pellejos. Uno de los bailarines porta sobre su espalda el pellejo y los demás bailan mientras golpean el mismo. Al mismo tiempo, otro personaje importante circula por la calle: el Oso. El pastor lo lleva atado, y el Oso intenta escapar asustando a la gente. El oso es un animal que aparece en los Carnavales de muchos lugares, a pesar de que a veces es una costumbre que está prácticamente perdida. En los Carnavales de nuestros pueblos también existen disfraces de otros animales, tales como los de ovejas, lobos o caballos. No podemos olvidar que durante mucho tiempo el sustento principal de estos pueblos ha sido la agricultura y la ganadería y que se trata de Carnavales que se han creado conforme a un tipo de vida en contacto con la naturaleza. Incluso una herramienta que se usa en las tareas diarias puede resultar importante en los Carnavales. En el caso de Ituren y Zubieta, por ejemplo, el cencerro constituye el eje de la fiesta. El cencerro posee cualidades mágicas, y su sonido, al parecer ahuyenta los malos espíritus o protege a los animales de las enfermedades, entre otras cosas. No sabemos si para curar a los animales o para espantar a las brujas, pero el lunes de la última semana de enero o la primera de febrero los Joaldunak o Zanpantzarrak de Zubieta se colocan sus enormes cencerros a la espalda y se dirigen a Ituren. A medio camino, se juntan con los Joaldunak de Ituren y marchan conjuntamente hasta el pueblo. El martes serán los de Ituren los que se dirigirán a Zubieta. En Uztaritz, el Martes de Carnaval, además de todos los mencionados también aparece otro elemento: el fuego. Y es que el personaje principal de este día, Zanpantzar, termina en el fuego. Junto con otros personajes que también van disfrazados, llevan a Zanpantzar a la plaza del pueblo. Allí lo juzgan y, después de declararlo culpable, lo queman. Este fuego representa el símbolo del rito de transición, el cual también lo encontramos en distintas épocas: en las Navidades y en San Juan, concretamente. Estos personajes representan la época o año que llega a su término, y a través del fuego se limpia lo anterior y se le da la bienvenida a la nueva época. Marquitos, de Zalduondo, también acaba como Zanpantzar. La mañana del Domingo de Carnaval, lo colocan en lo alto de un palo, frente al palacio. Por la tarde, lo bajan y, acompañado de varios personajes, lo juzgan y lo llevan hasta el lugar en el que será quemado. A través del juicio y la muerte, lo que se pretende es expulsar todo aquello que ha sido perjudicial a lo largo del año, es decir, limpiar la contaminación del año pasado. Al fin y al cabo, la misma palabra carnaval, en euskera, se cree que procede de iautu, que, al parecer, significa limpiar. Otro personaje importante es Miel Otxin, de Lantz. Su final tampoco es agradable. El Lunes de Carnaval, siguiendo con la tradición, y con Miel Otxin a la cabeza del grupo, se recorre el pueblo. Junto a él va Ziripot que apenas puede andar; Zaldiko intenta echarlo al suelo; los Txatxoak defienden a Ziripot. Finalmente, los herradores conseguirán atrapar a Zaldiko y le pondrán las herraduras. La procesión llegará a su término en la plaza, donde se bailará el zortziko. El martes, llevarán a Miel Otxin a la plaza, lo juzgarán y lo matarán de un tiro. Una vez en el suelo, le prenderán fuego y los Txatxoak bailarán el zortziko alrededor del fuego. El Carnaval de Lantz es muy exuberante, ya que incluye la práctica totalidad de los elementos mencionados hasta ahora: animales, oficios, juicio, baile y fuego; pero también aparece un nuevo elemento: el castigo. Los Txatxoak, en el pasacalles, mientras defienden a Ziripot, también pegan a la gente. Parece ser que el pegar o castigar también se concibe como rito de limpieza. Así, en Lesaka, la tarde del Domingo de Carnaval, salen a la calle los Zakuzaharrak. Estos, al igual que Ziripot, también son hombres que cubren su cuerpo con telas de saco. La vejiga que llevan en la mano sirve para pegar a los vecinos que encuentran a su alrededor. En Altsasu tenemos a los Mamoxorroak. Llevan en la cabeza un cesto adornado con cuernos, y visten una camisa manchada de sangre. En la mano tienen la horca con la que pegan y asustan a la gente mientras andan por la calle. Las chicas les seguirán vestidas de brujas. En Unanu, los Mamoxarroak cogen unas varas largas e intentan atrapar a las chicas del pueblo. Si no las encuentran en la calle, intentarán hacerlo entrando en sus casas. Todo esto ocurre la tarde del Martes de Carnaval. Pero lo que realmente da espectacularidad al Mamoxarro es la carátula o máscara de hierro que porta en la cara. La máscara se usa desde antaño en muchos ritos, para transformarse en aquello que imitan, para esconderse… De una manera u otra, llevar la cara tapada es una costumbre muy extendida en los Carnavales. Además de en Unanu, también la llevan los Txatxoak de Lantz, los Zirtzilak de Uztaritz, los Zakuzaharrak de Lesaka, etc. Y de máscara a mascarada. La Maskarada de Zuberoa la hemos dejado para el final, ya que en la misma aparecen todos los elementos que hemos mencionado anteriormente: la cuestación, los disfraces, la música, el baile, el fuego, la representación, etc. La Maskarada de Zuberoa se representa desde los primeros días de enero hasta abril o mayo. Cada año la organiza un solo pueblo. No suele ser tarea fácil, ya que se necesitan buenos bailarines para ello. Y es que la danza constituye la esencia de la mascarada. Los que participan en la representación de la mascarada suelen ir disfrazados a los barrios y pueblos de alrededor, divididos en dos grupos: los Rojos, elegantemente vestidos y limpios, y los Negros, sucios y vestidos con ropa peculiar. Por la mañana, al llegar pueblo, se encuentran con barricadas que tendrán que superar. A pesar de que antiguamente fueran obstáculos reales, hoy en día son lugares simbólicos en los que se les ofrece comida y bebida. Los Rojos pasarán bailando las barricadas, y los Negros, por su parte, haciendo majaderías y sin ningún tipo de orden. Y seguirán así por las calles del pueblo, visitando a los personajes más conocidos. Por la tarde, la representación tiene lugar en la plaza. Se intercalan el baile y los oficios. Los Rojos son los que bailan. Los bailes más característicos serán Godalet-dantza o Baile del Vaso y Bralia. En las funciones, cada personaje representa su trabajo u oficio: los Herradores pondrán las herraduras a Zamalzain y Txerrero; los Castradores atraparán a Zamalzain y lo castrarán; los Afiladores afilarán la espada del señor; los Caldereros no conseguirán arreglar la marmita que les ha dado el señor; los Gitanos contarán historias largas y entretenidas. Tanto los unos como los otros pedirán ayuda a Pitxu. Este es el personaje más notable entre los Negros, y su función principal es hacer reír. Cuando pretende coger la moneda que el señor les ha tirado al suelo, Pitxu muere. Al final, viene el médico y logra resucitarlo. Para concluir, los bailarines cantarán una canción y, finalmente, los bailarines y los espectadores bailarán conjuntamente. Aquí sólo hemos mencionado algunos Carnavales de Euskal Herria, los que tienen mayor tradición, los que están en estrecha relación con el mundo agrario. Estos carnavales son ricos en simbología, y año tras año siguen en la misma línea, ya que cuentan con los mismos personajes y las mismas representaciones. Sin embargo, también existen otros Carnavales, como los que se celebran en pueblos o ciudades más grandes. En estos también aparecen algunos de los elementos que se han mencionado (los disfraces, las máscaras, la música, la danza…), pero todos ellos han perdido su significado simbólico, a la vez que se han ido adaptando para responder a las nuevas exigencias. Los Carnavales tradicionales son más estables, y difícilmente se perciben los cambios. Si se preguntara desde cuándo se celebran así, la respuesta sería desde siempre. http://urtesasoiak.com/?page_id=309 1. Hay representaciones que son muy conocidas por su belleza y espectacularidad. En Nafarroa tiene mucha fama el Carnaval de Lantz, con los populares Miel Otxin, Zaldiko, Txatxoak, Ferratzaileak y Ziripot. 2. Pero tal vez, la celebración más relevante sea la Maskarada que se celebra cada año en algunos pueblos de Zuberoa. La mascarada se celebra principalmente en la zona montañosa de Zuberoa. Cada año un pueblo asume la responsabilidad de organizarla. Esta representación enlaza magníficamente el baile, la música y el teatro popular. En la mascarada se diferencian dos grupos: Gorriak, los Rojos y Beltzak, los Negros. Entre los Rojos podemos destacar: Txerreroa, Gatuzaina, Kantiniersa, Zamalzaina, Jauna y Anderea, Laborari y Laborarisa, Marexalak, Kukulleroak… Entre los Negros, por el contrario: Karestuak, Xorrotxak, Buhameak, Kauterak (que tienen como líder a Kabana y entre los que se encuentra también el famoso Pitxu), Medizia y Botikarioak… También hay otros personajes que aparecen de vez en cuando: Hartza (el Oso); o Axuriak, Artzaina… El carácter y la forma de ser del personaje marcan claramente su representación, su forma de bailar, de hablar… Tras la actuación matutina, después de comer, bailan el Bralia en la plaza del pueblo y a continuación otros más. Posteriormente es el turno de los bailes de los Rojos y de la representación de los Negros: Marexalak, Kerestuak, Satan-dantza, Xorrotxak, Gabota, Buhameak, Godalet-dantza, Kauterak… En este momento de la actuación resalta la importancia de Pitxu. Aparece por primera vez después de que el jefe de los Xorrotxak le llame una y otra vez para que se acerque a la plaza con esta fórmula: Hou, Pitxu, hou! Siempre hace su entrada entre las carcajadas del público y ataviado con su atuendo particular y su cola de zorro. Al final de la representación, Pitxu muere y leen su testamento. Finalmente, se puede ver cómo el muerto resucita. En este punto la mascarada pone de manifiesto las características típicas de la carnavalización, ya que son muchas las críticas y las bromas que se le hacen tanto al pueblo llano como a la élite. Tras la resurrección de Pitxu, tiene lugar la última canción y el último baile, en el que se juntan bailarines y espectadores. Con ello se da por concluida la mascarada. Nous sommes en plein hiver, en février, au sein du cycle carnavalesque. Bien que leur date varie selon le calendrier, les carnavals se déroulent généralement en février. Les jours sont de plus en plus longs, la nature va bientôt renaître et le printemps arrivera. Au cours des prochaines minutes, nous allons découvrir quelques-unes des fêtes qui ont lieu à cette période. Certaines ont une forte empreinte ecclésiastique. D’autres, en revanche, conservent les derniers vestiges de croyances, symboles ou coutumes antérieures au christianisme, mais dans la plupart des cas, comme d’habitude, nous allons voir que les deux perspectives s’entremêlent. Comme c’est souvent le cas, le christianisme a laissé sa marque sur nombre d’activités et de coutumes populaires d’antan. Si nous suivons le calendrier, la première des fêtes qui nous occupe est la Fête de la Purification de Notre-Dame ou Chandeleur, qui a lieu le 2 février. C’est précisément ce jour-là que dans de nombreux endroits d’Euskal Herria commence le Carnaval, qui se terminera à Carême, concrètement le mercredi des Cendres. Le jour de la Chandeleur, les gens font bénir les cierges à l’église pour les employer plus tard l’occasion de rites réalisés à la maison ou hors d’elle; ces cierges étaient surtout utilisés par la maîtresse de maison (après un accouchement, quand un membre de la famille décédait ou quand il y avait de l’orage…). Le lendemain, 3 février, est la San Blas. La tradition veut que l’on aille à l’église avec des cordons et divers aliments pour les faire bénir. Le cordon se porte autour du cou pendant quelques jours pour se protéger des maux de gorge, puis finalement est jeté au feu. La festivité de Santa Águeda a toujours eu une grande influence sur nos formes de vie populaires. Le jour de cette saine est le 5 février, mais c’est la veille de sa fête qui est fêtée dans nos villages et en particulier par les jeunes. Nous pouvons dire en toute certitude que cette sainte a été, pour ainsi dire, la protectrice des jeunes et des groupes de jeunes de nos villages depuis des temps immémoriaux. Sainte Agathe naquit en Sicile. Le proconsul de Sicile, furieux de ne pas obtenir ses faveurs, ordonna son martyre qui la conduisit à la mort à l’âge de 21 ans. Cette célébration est répandue partout en Euskal Herria. Aujourd’hui, l’après-midi ou le soir de la veille, autrement dit le 4 février, sous les ordres d’un directeur, et bâton ou makila en main, les groupes vont de maison en maison, saluant avec leurs cantiques et quêtant de l’argent ou de la nourriture. Devant chaque maison, après les vers d’introduction, deux ou trois autres racontant la vie d’Águeda sont chantés, puis suivis des notak, des couplets offerts aux membres de la famille. Finalement, le groupe conclut la représentation en chantant un adieu. Parfois, dès l’introduction même, les chanteurs entonnent des notes ou des couplets, mais sans faire aucune mention à Águeda. Autrefois, ce jour-là était un jour de procession et les cloches sonnaient longtemps. La fête était perçue comme celle des femmes mariées et ces dernières, libérées de leur tâches domestiques, parcouraient déguisées les rues, paraît-il, en piquant les hommes avec des aiguilles. La façon de s’habiller aussi était particulière, bien qu’aujourd’hui ceci soit quasiment perdu. Dans la zone de Markina, beaucoup encore s’en souviennent. On décorait le bâton et le chapeau de rubans de papier ou de tissu et on portait aussi des foulards très colorés. Parfois aussi, on plaçait une clochette au bout supérieur du bâton. Le bertsolari ou le chanteur portait habituellement une clochette à la main pour marquer le rythme tout en chantant. Il est curieux d’observer combien cette tenue rappelle celle des conscrits d’Alsasua. A Alsasua, ce sont en effet les conscrits qui célèbrent cette festivité. Vêtus de façon spectaculaire, accompagnés d’un âne ou d’un petit cheval, ils parcourent les rues pour se rendre chez les jeunes filles… Pour cette fête, le jour des Rois, deux rois sont élus qui ont pour mission d’organiser la fête. Les conscrits se divisent en couples pour se rendre dans les maisons des jeunes filles. Chez elles, les jeunes, après avoir enfilé sur leur bâton les gimblettes préparées en cadeau, dansent avec les rois. Vient ensuite la fête les plus répandue et populaire de ce cycle: le Carnaval. Selon le lieu, le carnaval est appelé de diverse façon: Ihoteak, Aratusteak, Zanpantzar, Karnabal… Le carnaval ne se déroule pas à une date fixe, mais en fonction de ce que détermine la lune. Le jour de Pâques est le dimanche après la première pleine lune du printemps. Si nous reculons de sept dimanches ou 50 jours, nous avons le Dimanche de Carnaval et c’est autour de lui que se déploient les principales journées du carnaval. Anciennement, selon le calendrier lunaire, l’année commençait au printemps. Rappelons en effet que l’équinoxe de printemps constitue un moment d’une grande importance: ces jours-là, le jour et la nuit ont la même durée. Le Carnaval était certainement une fête de bienvenue pour accueillir l’an neuf. Plus tard, et même si le calendrier solaire a changé le début de l’année, quelques célébrations ont perduré. Le jeudi antérieur au Dimanche de Carnaval est appelé Jueves de Lardero en Araba. Ce jour-là, les enfants vont de maison en maison avec un coq, en quêtant et en chantant. Autrefois, ils sacrifiaient généralement le coq puis le mangeaient. Ce même jour est appelé Eguen Zuri en Bizkaia. Les groupes d’enfants parcourent les rues en entonnant, ça et là, leurs chants. Comme à d’autres époques de l’année, pendant le Carnaval aussi les groupes partent quêter dans les rues. Par exemple, pendant le Jeudi-Gras mentionné plus haut, ainsi que dans presque tous les Carnavals de village que nous allons découvrir maintenant. Auparavant, nous avons mentionné le chant et la musique. En effet, ceux-ci ont aussi leur place au Carnaval. A Mundaka, le Dimanche de Carnaval, les Aratusteak se fêtent avec le chant comme axe central des réjouissances. Le matin, un grand groupe formé de jeunes garçons vêtus de blanc parcourt les rues en chantant. Ils sont appelés Atorrak. Après leur tournée en musique, ils se dirigent vers le port sous les ordres du directeur. Là, ils grimpent sur le parapet et chantent, entre autres, une chanson expressément composée chaque année. Et si nous parlons de musique, tout de suite la danse nous vient à l’esprit. La danse, depuis toujours, a été un élément indispensable de toute fête. Au point que la danse constitue l’axe central de la célébration du Carnaval dans de nombreux villages. A Antzuola, le Dimanche de Carnaval, on danse la Sorgin-dantza ou Danse des sorcières. Avec la moitié du groupe de garçons habillé en femme, ils exécutent la danse, d’abord en se menaçant puis en s’embrassant. A Markina, en revanche, ils dansent le Zahagi-dantza ou Danse des outres. Un des danseurs porte sur son dos une outre et les autres dansent tout en frappant l’outre. En même temps, un autre personnage important circule dans la rue: l’Ours. Le berger le mène attaché et l’ours essaie de s’échapper en effrayant les gens. L’ours est un animal qui apparaît dans le Carnaval de nombreux endroits, même si parfois la coutume s’est pratiquement perdue. Dans le Carnaval de nos villages, il existe aussi des déguisements d’autres animaux, tels que la brebis, le loup ou le cheval. N’oublions pas que pendant très longtemps la vie de ces villages a reposé sur l’agriculture et l’élevage et qu’il s’agit de Carnavals qui ont été créés conformément un mode de vie au contact de la nature. Même un outil utilisé dans les tâches quotidiennes peut jouer un grand rôle à Carnaval. Dans le cas d’Ituren et de Zubieta, par exemple, la sonnaille constitue l’axe de la fête. La sonnaille possède des qualités magiques et sa résonance semble, entre autres, faire fuir les esprits malins ou protéger les animaux des maladies. Nous ne savons pas si pour soigner les animaux ou pour éloigner les sorcières, mais le lundi de la dernière semaine de janvier ou de la première de février, les Joaldunak ou Zanpantzarrak de Zubieta s’équipent de leurs énormes sonnailles au dos et se dirigent à Ituren. A mi-chemin, ils rencontrent les Joaldunak d’Ituren et ils marchent ensemble jusqu’au village. Le mardi, ce seront ceux d’Ituren qui se rendront à Zubieta. A Uztaritz, le Mardi de Carnaval, outre tous les éléments qui viennent d’être mentionnés, un autre fait son apparition: le feu. En effet, le héros de la journée, Zanpantzar, finit au feu. Avec d’autres personnages qui sont aussi déguisés, on conduit Zanpantzar sur la place du village. Là, il est jugé, condamné et enfin brûlé. Ce feu est un symbole de rite de transition et nous le retrouvons à différentes périodes, notamment à la Noël et à la Saint-Jean. Ces personnages représentent l’époque ou l’année qui arrive à son terme, et au moyen du feu “on nettoie” tout l’ancien et on donne la bienvenue à la nouvelle période. Marquitos, de Zalduondo, finit aussi comme Zanpantzar. Le matin du Dimanche de Carnaval, on le juche en haut d’un poteau devant le palais. L’après-midi, on le descend et, en compagnie de divers personnages, on le juge et on l’emporte à l’endroit où il va plus tard être brûlé. À travers le jugement et la mort, l’objectif est d’expulser tout ce qui a pu être malfaisant au cours de l’année, autrement dit, d’éliminer les miasmes de l’année écoulée. D’ailleurs, le mot même de carnaval, en basque, semblerait provenir de iautu, qui signifie paraît-il nettoyer. Un autre personnage important est Miel Otxin, de Lantz. Sa fin à lui n’est pas non plus agréable. Le Lundi de Carnaval, selon la tradition, et avec Miel Otxin à la tête du groupe, on parcourt le village. Il est flanqué de Ziripot qui peut à peine marcher; Zaldiko essaie de le jeter par terre; les Txatxoak défendent Ziripot. Finalement, les maréchaux-ferrants parviennent à attraper Zaldiko qu’ils peuvent alors ferrer. La procession se termine sur la place, où est dansé un zortziko. Le mardi, Miel Otxin est conduit sur la place, où il est jugé et exécuté d’un coup de feu. Une fois par terre, on l’allume et les Txatxoak dansent un zortziko autour du feu. Le Carnaval de Lantz est très exubérant, car il reprend pratiquement la totalité des éléments mentionnés jusqu’ici: animaux, métiers, jugements, danse et feu; mais un nouvel élément apparaît aussi: le châtiment. Les Txatxoak, dans leur farandole dans les rues, tout en défendant Ziripot, frappent aussi les gens. Il semblerait que frapper ou châtier soit également perçu comme un rite de nettoyage. Ainsi, à Lesaka, l’après-midi du Dimanche de Carnaval, les Zakuzaharrak, qui, comme Ziripot, sont des hommes revêtus d’une toile de sac, sortent dans les rues. La vessie qu’ils portent à la main sert à pourchasser les gens qu’ils croisent sur leur parcours. A Altsasu, nous avons les Mamoxorroak. Coiffés d’un panier orné de cornes, habillés d’une chemise tachée de sang, avec une fourche à la main, ils frappent et effraient les gens qui passent dans la rue. Les filles les suivent déguisées en sorcières. A Unanu, les Mamoxarroak portent des perches et essaient d’attraper les filles du village. S’ils n’en trouvent pas dans les rues, ils cherchent à le faire en s’introduisant chez elles. Tout ceci se passe dans l’après-midi du Mardi-Gras. Mais ce qui rend spectaculaire le Mamoxarro, c’est le masque de fer qu’il porte sur le visage. Le masque s’utilise depuis très longtemps dans de nombreux rites, pour se transformer en ce qu’on veut imiter, pour se cacher… D’une façon ou d’une autre, se masquer le visage est une coutume très répandue à Carnaval. Outre à Unanu, le masque est porté par les Txatxoak de Lantz, les Zirtzilak d’Uztaritz, les Zakuzaharrak de Lesaka, etc. Et de mascarade en mascarade, nous avons laissé pour la fin la Maskarada de Zuberoa, car on y retrouve tous les éléments que nous avons évoqués: la quête, les déguisements, la musique, la danse, le feu, la représentation, etc. La Maskarada de Zuberoa est représentée à partir des premiers jours de janvier jusqu’en avril ou mai. Chaque année, elle est organisée par un seul village. La tâche n’est pas simple car de bons danseurs sont nécessaires. En effet, la danse constitue l’essence de la mascarade. Ceux qui participent à la représentation de la mascarade parcourent déguisés les quartiers et les villages des alentours, divisés en deux groupes: les Rouges, tout propres et élégamment vêtus, et les Noirs, sales et habillés de bric et de broc. Le matin, en arrivant au village, ils se heurtent à des “barricades” qu’ils doivent surmonter. Si autrefois il s’agissait d’obstacles réels, aujourd’hui ce sont des lieux symboliques où il leur est offert à boire et à manger. Les Rouges franchissent les barricades en dansant et les Noirs, quant eux, en faisant des bêtises et dans le désordre le plus complet. Et ils continuent de même dans les rues en rendant visite aux personnalités du village. L’après-midi, la représentation se déroule sur la place, intercalant danse et métiers. Les Rouges sont ceux qui dansent. Les danses les plus caractéristiques sont le Godalet-dantza ou Danse du Gobelet et le Bralia. Puis chaque personnage représente son travail ou son métier: les Maréchaux-ferrants ferreront Zamalzain et Txerrero; les Châtreurs attraperont Zamalzain pour le châtrer; les Rémouleurs aiguiseront l’épée du seigneur; les Chaudronniers ne parviendront pas rétamer la marmite que leur a donnée le seigneur; les Gitans raconteront de longues histoires pleines de rebondissements. Tant les uns que les autres demanderont de l’aide à Pitxu. Il s’agit l du personnage le plus remarquable parmi les Noirs et son rôle consiste surtout à faire rire. Quand il veut saisir la pièce de monnaie que le seigneur lui a jetée par terre, Pitxu meurt. Puis, le médecin arrive et parvient à le ressusciter. Pour conclure, les danseurs entonnent une chanson et, finalement, danseurs et spectateurs dansent ensemble. Mais nous n’avons cité ici que quelques Carnavals d’Euskal Herria, les plus traditionnels, ceux en étroite relation avec le monde agraire. Ces carnavals sont riches de symboles et, année après année, perdurent dans la même voie en maintenant les mêmes personnages et les mêmes représentations. Mais il existe aussi d’autres Carnavals, comme ceux qui ont lieu dans de gros bourgs ou des villes. On y retrouve quelques-uns des éléments que nous avons cités (les déguisements, les masques, la musique, la danse…), mais ils ont tous perdu leur signification symbolique en même temps qu’ils se sont adaptés pour répondre aux nouvelles exigences. Le Carnaval traditionnel est plus stable et les changements y sont difficilement perceptibles. Si on demande depuis quand ils se déroulent ainsi, la réponse sera depuis toujours.