T 15 UN LEXICÓGRAFOROMÁNTICO: RAMÓN JOAQUÍN DOMÍNGUEZ" Románlica, ca, adj. [.„] Aplícasc a cicrtos cs-critorcs que afectan cmanciparse de las rcglas de la composición y del esiilo cstablecidas por cl ejem-plo de los aulores clásicos. [...] Sustantívasc por los aficionados al sistema de emancipáciou litcra-ria, a cienas cscentricidadcs que los singularizan cnlrc la mayoría de los asociados. [...] La Acad. desconoce las voces romanticismo y románlica. ca, siendo asi que las conocc lodo cl mundo. (R. J. Domíngucz: Diccionario nacionál, II, 1847). El cco más importance en Espana de la revolución franeesa de fe-brero de 1848 fuc la insurrección que sc produjo en Madrid en la ma-drugada del 7 de mayo de aquel mismo aňo. Eslc levantamiento había sido preparado por una serie de civiles progresistas y contaba eon cl apoyo de una parte de la guarnición de la capital; apoyo que constí-tuía prccisamcntc la diferencia más destacada respcelo a la anterior intentona rcvolucionaria madrilena, la del 26 de marzo. [Publicado en Philologien Hispaniemia in honorem Manuel Alvar, II, Madrid 1985.619-291. 286_________________________________Diccionarios anteriores a I%q Algunos de los organizadorcs del scgundo alzamicnto ya habian participado en el de marzo. Enlrc cllos, uno de los más aclivos sc apcllidaba Domíngucz, y de su preseneia en los acontecimientos de mayo nos da cuenta Fernando Garrido en su História del reinado del ultimo Borbón: Llcgó cl siete de mayo. En las primeras horas de la madrugada sc presentó Domíngucz, que sc hallaba ya iniciado en los sucesos de marzo, con algunos otros amigos, en cl cuartcl de San Maleo, donde cstaba cl regimiento de Espaňa. Varios sargenlos que habian adquiri-do compromisos y que cran afectos a la rcvolución 1c franqucaron las pucrtas, acompaňándolc al cuarlo de banderas, donde se hallaban reunidos los jcfes y oficialcs. Sorprcndidos ya, c imposibilitados de hacerse obcdcccr, sc ľormaron las compaňías y salicron por la callc de Fucncarral, separandose Domíngucz, que era uno de los jefcs más principals de aquel movimiento, para buscar en su casa algunos ob-jelos que iicccsilaba y dar algunas disposiciones. El regimiento siguió hacia la Pucrta del Sol, y cuando Domín-guez quiso volvcr a incorporársele, al salir por la callc de la Farmácia, los cazadores de Baza, que salian ya en pcrsccución de los sublcva-dos, tanta era la vigilancia que sc ejereía, al ver un grupo, hicieron una descarga, hiriendo mortalmentc a Domíngucz. Quizá cstc suceso, al parecer insignificante, esa casualidad, hizo abortar la rcvolución, porquc los sublevados no encontraron medio de ponerse en relación con los otros jcfcs, y quedaron casi a merced de los sargentos, que no supicron concertar bien la defensa. (Garrido, 1869: 55). A pesar de la trascendencia que, según Garrido, tuvo la muerlc de Domíngucz, los restantes historiadores, casi sin cxccpción, asi como Galdós en su episodio Las tormentas del 48. omiten cl nombre de cste heroc revolucionario. En su rccicntc libro Los sucesos de 1848 en Es-paiia, Sonsoles Cabeza Sanchez-A lbornoz lo cita con error, llamán-dolc Domingo, a pesar de que su relato sc inspira visiblemente en el de Garrido (Cabeza, 1981: 94). Antonio Pirala dediča a Domíngucz una brcvísima mención, si bien aporta un dato nuevo: «Entre las víctimas —dice— que quedaron en la callc [en la Jornada del 7 de mayo] sc contó cl scňor Domín- \Jn lexicôgrafo romántico: Ramôn Joaquin Dominguez___________287 guez, que dio nombre a dos notables diccionarios» (Pirala, 1895: 462)1. En efecto, ešte seňor Domínguez no cs otro que Ramón Joaquin Domíngucz, autor del Diccionario nacionál o gran diccionario clási-co de la lengua espaňola y de un Diccionario francés-espanol y es-paňol francés. Pero, aparte de las cireunstancias de su muerte, apenas sabemos nadá de su biografia. Solo en un lugar sc nos rcvcla su se-gundo apcllido, Hcrbella; su patria, Vcrin, en Orcnsc, y la fecha de su nacimiento, 13 de enero de 18112. Según cstc ultimo dato, tendría, al moriľ, treinta y siete anos de edad. Se pucde suponer plausiblcmcnte que antes de 1844 había vivido algún tiempo en Francia3. En 1844 1 Dcbo csta referencia a mi amigo cl profesor Fernando Gonzalez Olle. J Estos datos figuran, sin indicación de fuente alguna, en la Enciclopedia Espasa, Apŕndice, IV, 1931, pág. 467. fin el cucrpo de la misma Enciclopedia, XVIII, 2." parte, s. a., pág. 1851, ya había un artículo sobre Domíngucz, pero en či faltaban cstas nolicias, y además traía crrada la fecha de la muerte, que situaba en cl 6 de junio de 1848 (cl artículo, en realidad, sc inspiraba directamente en el Diccionario enciclopé-dlco hispano-americano. IV, 1890, aunque en cstc sc daba la fecha corrccta). El Diccionario encictopédico UTEHA. Mexico, IV, 1951, repite cl enot del lomo XVIII de Espasa, pero retoge del Apŕndicc IV el scgundo apcllido (cambiándolo en Hervella) y cl afío de nacimiento. En 1893, Manuel Cunos Fnríquc/ daba por sentado cl nacimiento gallego, no solo de nuestro autor, sino de los demás cabccillas de la rcvolución: «Grande fuc también —decía — el peligro que corrió (Chao) cuando la subleva-ción del regimiento de Espaňa en 1848, debida cxclusivamcntc a rcvolucionaríos ga-llcgos; a Buccta. Domíngucz., que murió en ella; Romero Ortiz, Ulloa, Carretcro». (1893: 1157). Aňadirč, de paso, que Eduardo Chao, el biografiado por Cunos Enrí-quez, cs cl primer director del Diccionario encíclopédico de la lengua espaňola. de que trato más adclante. I-as noticias recogidas por las cnciclopcdias proceden probablcmcntc de M. Murguia (1862) y de M. Amor Mcilán (1922-24). V. tambien J. Taboada Chivitc (1946); A. Coucciro Frcijomil (1951) y Enciclopedia gallega (IX, 1974). Avelino Rodriguez Elias, cn Mondariz. VIII, numero 47, 20 julio 1922, págs. 897-98, aporta algunos datos procedentes de tradición familiar, entre cllos cl de que nuestro autor habia sido novicio cn cl convento de San lx>rcnzo, de Santiago; confirma asimismo cl apcllido materno de Hcrvclla. 1 La suposición está basada cn que el hecho de publicar una Gramáiica francesa (cn la que el autor sc presenta como profesor de francés), una Ortografia francesa y un extenso Diccionario francés-espaňol y espaňol francés cs diltcil de cxplicar si no sc posee una razonable compctcncia cn la lengua francesa, imposiblc de adquirir sin 288________________________________Diccionarios anteriores a ]9qq era profesor de lengua franccsa4. Dos aňos más tarde era propietario dc una imprcnla, situada en el numero 67 de la callc de Hortaleza de Madrid5, en la que cdito por cucnta propia su obra más importante, cl Diccionario nacionál. Estaba casado, y, tras su mucrtc, su viuda si-guió cxplolando, al parcccr no mucho tiempo, el taller lipográfico6. Tenia varios hermanos, de los cuales Modesto, nacido en Vcrin en 1827 y mucrto en Madrid en 1913, fuc ingeniero del Arsenal de El Fcrrol, inspector de Ingenieros dc Marina, Director dc la Escuela dc este Cuerpo V autor de unos notables Elementos de geometria analiti-ca1. Del padre sabemos tan solo que se llamaba Manuel Maria y que aůn vivía en 1847 s. El único retrato que conocemos dc Domínguez dc 18469, nos presenta a un hombre joven, delgado, dc cabcllo oscuro y corto, barba densa pero cuidada, ojos grandes y vivos, pómulos sa-lientes, nariz larga y algo corva. De su temperamento y dc su pensa-micnto nos ilustra no solo su forma de morir, sino su obra. una estancia más o menos larga en el pais. Podría servir de confirmación la dc-pendencia evidente, cn algunos aspeelos —como lucgo veremos—, del Diccionario nacionál dc Domínguez (1846-1847) respeeloal Diciionnaire national dc Bcscheicllc (1843), hecho que denota un conocimiento muy inraediato dc las novedades edito-t tales de Francia. * Porlada dc la Nueva gramálica francesa (1844). ' Porlada dc la primcia cdición del Diccionario nacionál, 1 (1846). ft La primers edición del Diccionario de Jose Caballero (1849) esta compuesta «cn la imprcnla de la viuda dc Ramón Joaquin Domínguez». La segunda edición de la misma obra (1852) ya corrió a cargo dc otra imprenla, la dc Manuel Romcral y Fonscca, cn la calle dc Juanclo, 16, de Madrid. 7 Los datos dc nacimicnto y mucrle dc Modcslo Domínguez Hervclla (con v fintiaba él) (iguran en la Enciclopedia Espasa, XVÜ1,2." parte; sc afirma su condición dc hcrmano de Ramón Joaquin ibidem. Apéndice IV (1931). Las rcslanlcs nolicias figuran cn la poriada y los prcliminarcs de los Elementos de geometria analitica (Madrid 1879). 1 Como vivo le dediča Ramón Joaquin la segunda edición del Diccionario nacionál (1847). igual que le dedicó la primera. Según Rodriguez Elias (1922), don Manuel Domínguez, padre dc dicciséis hijos —muertos cn la bilancia la mayoria—, fue medico y ejerció su profesión en divcrsos balnearios de Galícia y Cataluňa. * Figura cn una lamina al frcnlc dc la primera edición del Diccionario nacionál. Un lexicógrafo romántico: Ramón Joaquin Domínguez_______ 289 Si es cierto que Hcrbclla es el segundo apellido dc nucstro autor —-y no hay por que dudarlo10—, su primera obra seria una comedia publicada en 1840 bajo e! nombre dc Ramón Domínguez Hcrbclla y con cl título dc El marques de Fortviile". El dcsarrollo dc la acción dc csta comedia cn Francia, sus personajes franccscs y la presencia cn clla de algunos galicismos —si es que es «original», como dice la portada— no cstarian cn desacucrdo con cl hecho probable, apuntado antes, dc que Domínguez hubicsc residido cn Francia. Pero estas par-licularidades dc la obra son realmente poco significativas: cl imaginär la acción cn un pais extranjero podría explicarse por cl carácter de parabola polftica que ticne la comedia, y, por otra parte, no hay mayor proportion de galicismos cn cstc tcxto que cn cualquicr otro dc la epoca. Más importancia ticne la runción que cl autor da a la obra, de vehículo de sus ideas poHticas. He aqui, como muestra, unas pocas frases bien expresivas: «Los déspotas, aunque reeiben la autoridad del pueblo, luego que coronadas sus testas cmpunan un cetro de hierro, lc miran como enemigo terrible que deben encadenar para que no sc les rcvcle» (pág. 17). «—^Sabes con quičn hablas? —Si, seňor, con un hombre. — jCómo! Estas hablando con cl condc dc Voulcbar-dc. —Pues bicn, con un hombre que se llama cl conde de Voulc- 10 En c! Diccionario nacionál de Domínguez hay un artículo Herbella dedicado a Kčs personajes de los que no he encontrado mención cn ningun olro lugar: don Antonio Ventura Hcrbclla, «sabio jurisconsullo y recto magistrfldo esparto!, natural dc Galícia, que muríó cn Vcrin cn 1808 por el scntimienlo dc verS su patria ocupada por estranjeros invasorcs»; don Bernardo Hcrbclla, «escritor jurisconsullo, oidor dc la Audiencia de la Coruňa, y hcrmano del precedente»; y don Ramón Herbella, «coronel esparto), lipo dc honradcz y dc bravura mililar, hijo de D. Antonio Ventura. Fue presidente de la junta centralista de Mataró en 1843, y murió cn abríl dc 1847, a los 56 aAos de edad». Obsčrvcse que cl dato de la fecha de la mucrtc de don Ramón aparece en cl torno 1 del Diccionario, que (leva cn la poriada cl aňo de 1846 y cuya dedicatoria sc Tccha cn 2 de noviembrc dc 1847, Esto hacc suponcr que sc trata dc una noticia adquirida por el autor dircctamcntc, y no a través dc libros; ct>mo sin duda lo scrian tambicn las notas biográficas —cierlamentc no muy relevantes— dc los třes caballeros. Tal vez cl primero fucra el abuelo matemo dc nucstro autor; cl segundo, su tio abuelo, y el terecro, su tio carnal. " El Marques de Fortville, comedia original en Ires ados. Por Don Ramón Domínguez Hcrbclla, Madrid, Boix, editor, impresor y librero, 1840; 60 págs. 290_____________________________Diccionarios anteriores aj9Qo barde. <,0, porque sois conde, sois ya de otra especie distinta de la de los demás hombres?» (pág. 43). «Hombres liene la Francia muy ca-paces de gobernar: buscadlos, pero solo en el pueblo los hallarcis, no cn esc rango que llaman nobleza, porque ahi solo encontraréis hombres que, envaneeidos con un titulo hcreditario y que no supieron me-recer, creen que nacieron los demás para ser sus esclavos [...]. Buscad hombres libres y desintercsados, cuyo nortc sca la justicia y cl bien de su patria; y entonecs seréis [rey] querido del pueblo, que vera en vos un padre y no un tirano» (pág. 59). Estas ideas, como más adclante veremos, no descntonan de las que expone en su Diccionario el Do-míngucz lexicógrafo12. La primera obra didáctica y la primera absolutamente segura de nuestro Domínguez es la Nueva gramática francesa, compuesta para el uso de los espaňoles (1844), de la que se hizo una segunda edición al ano siguientc. AI mismo liempo que la Gramática francesa, publico unas Reglas de ortografia francesa. Su primera cxpcricncia lexicográfica rue el Diccionario universal francés-espaňol y espaňol-francěs, cn scis volúmenes, Madrid, 1845-I846IJ, del cual, «a poco de terminada la impresión, era dificultoso hallar un ejemplar», según el prólogo de la scgunda edición. Esta segunda edición aparcció póstumamente, «considerablemente corregida y aumentada» —desde luego no por Domínguez—, aunque reducida a dos tomos (1853-1854) '*. Palau čita todavía una edición dc 1880. 12 La euna gallega del autor de esta comedia se confiíma con algún gallcguismo gramatical típico; uso sistemilico del pretérito simple por compuesto («hoy le levan-taste muy temprano», pág. 12; «ya lo sabes [mi nombrc], y vco que no Xcfue grato», pág. 23; «apenas me dio liempo dc hablarle», pág. 28; «no hablaiá con libertad, porque Ic recibisteis lan airado», pág. 30, etc.); uso de la forma -ra para pluscuamper-fecto cn construcción no adjetiva («jamás tc la preguntara», pág. 21, 'te la había prc-guntado'); uso exclusivo de -se para prelérito de subjuntivo (creyese, fuesi, pág. 14, etc.). Un galleguismo léxico podrla ser lacena 'alacena'. pág. 38. " No hc podido vcr esta primera edición. que citan Palau (1951: 504), Cejador (1917:432)yM.Fabbri(1979:134). 14 Madrid, Mellado, 1853-1854. Palau dice erróneamente que esta scgunda edición consta, como la prímcra, dc scis volúmenes. Fabbri copia el error. Sigue igualmente a Palau en la mención de la edición dc 1880. Unlexicógrafo romántico: Ramón Joaquin Domínguez__________291 Por fin, su libro más importante, el Diccionario nacionál o gran diccionario clásico de la lengua espaňola, cuya primera edición, en 4os volúmenes, se publico en 1846-184715, es hoy obra casi lan ol-vidada como las otras del autor. Y, sin embargo, es quizá cl diccionario dc nuestra lengua que más ediciones ha alcanzado, después del de )a Academia: diecisiete en poco más de cuarcnta aftos; la ultima, rje 1889l6. Incluso se publico un compendio, del que conozco cuatro ediciones aparecidas entre 1852 y 188717. ^Cuánto tardó Domínguez cn componer cl Diccionario nacionál? Evidentcmcnte, debió dc trabajar cn él simultáncamente con el Die- 15 Ramón Joaquin Domínguez, Diccionario nacionál o gran diccionario clásico de la lengua espaňola. el más complelo de los publicados ha.ua el dia. Conliene más de 4.000 voces usuales y 86.000 lécnicas de cienciasy artes que »o se encueniran en los demás diccionarios de la lengua, y además los nombres de todas los prin-cipales ciudades del mundo, de todos los pueblos de Espaňa, de los hombres célebres, de las seetas religiosas, etc., etc., etc. (Grabado: un libro abierto, sobre cl que está «crita la leycnda «Autor y editor R. J. D.»], tomo 1, Madrid 1846. Establecimicnto Iŕxicotipográfico dc R. J. Domínguez. Calle de Hortalcza, núm. 67. La portada del tomo II presenta algunas variantes: Diccionario nacionál o gran diccionario clásico de la lengua espaňola. El más completo de los léxicos publicados hasla el dia. Aventaja a los demás diccionarios de la lengua en más de 4.600 voces usuales y 100.500 lécnicas de cienclas y artes. comprendiendo además los nombres y situación de todos los pueblos de Espaňa. de todas las principales ciudades del mundo, de los hombres célebres, de las seetas religiosas. etc., etc., etc., ton» II, Madrid 1847. Lleva d mismo grabado y el mismo pic de imprenta que el tomo I. 14 Doy aquí la lista de las ediciones de que tengo noticia. El numero de edición que indico es cl que figura en la portada rcspectiva. Las que no hr podido ver van ieguidas dc un paréntesis dondc se cxpresa la fucnte que las cita. Ľ ed., 1846-1847. 2.', 1847. 3.', 1848-1849 (Viilaza, Ccjador, Palau, Fabbri). 4.", 1851 (Cejador, Palau, Fabbri). 5.*, 1853. 6.' 1856-1857. [9."?]. 1865 (Fabbri). 10.', 1866. 11.', 1869. 13.', 1875.14.', 1878. 15.' 1882 (Alvar Ezqucrra, 1982a: 20 n.). 16.', 1886 (Cejador, Palau. Fabbri). 17.', 1889 (Palau, Fabbri). Todas, hasta dondc mc ha sido posiblc comprobar, reproducen cn estereotipia cl texto de la primera; pero, después de la muerte del autor, los sucesivos editores incorporaron al tomo II un suplcmento que tue aumentando dc unas ediciones a otras. 17 1852 (Palau, Fabbri), 1881 (Palau, Fabbri), 1882.1887 (Palau, Fabbri). 292 Diccionarios anteriores a 1900 cionario universal francés-espaňol y espaňol-francés, pues este se publico solo un afio antes que aquel. Pero probablemente la redaction fue muy rápida; si no tan brevemente como algun dato extcrno haria pcnsar18, si parece que se hizo a la vista de la 9." edición del Diccio-nario dc la Academia, publicada en 1843, pues las citas constantes que de la Academia se dan proccden dc esta edición y no de otra anterior l9. No debe desecharse la hipótesis dc que Domfnguez ya viniese trabajando en su Diccionario desde antes de 1843: en cl prólogo dice que su redaction «ha sido hasta aqui cl bianco dc mis dcsvclos, cl objeto de mil sacrificios y lo que lleva consumida la parte más preciosa dc mi juventud»20; seria algo exagerado que un hombre con-siderasc que la parte más preciosa dc su juventud cstaba constituida solo por třes o cuatro aňos. Por otro lado, para escribir en ese tiempo las 1793 páginas de texto que suma la obra, tendría que haber rcdac-tado un promedio dc página y media por dta (y las páginas de este diccionario conticnen 2100 palabras por tcrmino medio), sin olvidar que esa tarea se simultaneaba con la del otro diccionario y tal vcz con algun otro quehacer que le permitiese vivir. Solo de haber contado con colaboradorcs en la redacción —cosa que cl no rcconocc21, pcro que no se debe excluir—, seria posible ese record; y no seria invcro-simil que tal colaboración sc hubiesc producido en lo que rcspecta a los artículos de vocabulario técnico y a los histórico-geográfícos. De todos modos, es un hecho cierto que el Diccionario está rc-dactado con precipitación: el texto de las definiciones suele dar la IÄ En cl articulo Balmaseda se da la fecha de la muerte de este personaje «en esle mismo (aňo] dc 1846». Rccučrdcsc cl dato del fallccimicnto dc Ramón Hcrbclla en 1847, que he mencionado en la nota 10. Ifl Por ejemplo, la burla que hacc Domingucz de las definiciones aeademieas dc capolillo y banda sc basa en cnatas del Diccionario de 1843. 20 En la dedicatoria a su padrc insistc en la idea: «Mi juventud, mi salud, mi fortuna, todo lo hc sacrifieado a este objeto». 21 Admite, sí, que se ha valído «de aquellas personas de reputación que sc han prestado a cnriqucccr mi obra con sus conocimientos»; pero estas personas, cvidente-mente. no son redactores. Un lexicógrafo romántico: Ramón Joaquin Domínguez 293 sensation de eserito a vuclapluma: a veces encierra anacolutos; a ve-ces es redundante; abunda el etcetera final que deja abiertas muchas definiciones. La misma verbosidad dc sus cnunciados denota la falta dc lima. Por otra parte, la ortografia es bastantc inestable, y la impre-sión presenta muchas más crratas de las tolerablcs en una obra de este género. Todo hace suponcr que el Diccionario sc hizo, en todas sus fases, a un ritmo poco habitual en esta clase de publicaciones. El čxito extraordinario del Diccionario nacionál pucde explicarse por dos características novedosas: su amplitud y su carácter enciclo-pédico. En el momento en que se publica esta obra solo han existido dos intentos dc superar el caudal del Diccionario académico: el de Tcrre-ros (cuatro volumenes, 1786-93), que, con toda su calidad, qucda muy atrás en el tiempo, y el reciente Panlěxico, dc Penalver (1842), cuyo valor y utilidad fucron puestos en entredicho desde su misma aparición (cf. Viňaza, 1893: col. 1537-1582). Domingucz presenta su libro proclamando en la portada que es «cl más complcto de los pu-blicados hasta cl dia», pues contiene más dc 90.000 voces (o 105.000, según la portada del tomo segundo) que no sc encuentran en los de-más diccionarios de la lengua. AI mismo tiempo que cl tomo primcro de Domingucz, o pocos mescs antes, aparccc en Paris cl cxcelentc Diccionario de Vicente Salva, que, pese a incrcmentar tambicn el numero de artículos del lčxico académico, no anuncia más de 26.000 adiciones. La obra de Domínguez nace, pues, sin competidores en el aspecto cuantitativo. £De dónde procede ese material nuevo que da a este diccionario casi triple numero de voces que el dc la Academia? Si atendemos al autor, un noventa y cinco por ciento de ellas son «técnicas de ciencias y artes», y las restantes son «usuales». Este fuerte peso de lo técnico se debe a «los progresos del hombre» en menos dc un siglo: «las ciencias se han enriquccido con miliares de deseubrimientos»; «las artes, la agricultura, el comercio y, por ultimo, todo lo que el hombre coneeptua que puedc serie útil o neecsario re-eibe cada dia un nuevo impulso». Para recopilar tan extensa nomen-clatura, dice cl autor, «las voces que no sc han encontrado en los die- 294__________________________Diccionarios anteriores a] 9(in cionarios lingiiísticos22, artísticos y científicos se han buscado en obras cspcciales, valiéndomc cn todos cstos trabajos dc aqucllas per. sonas dc reputación que se han prestado a cnriqucccr mi obra con sus conocimientos» (Domínguez, 1846: 6). Scguía Domínguez, cn csla atención prefercnte al lexico lécnico las hucllas dc Tcrrcros, cuyo diccionario se titulaba Diccionario cas-lellano con las voces de ciencias y artes; y, más aún que su modclo no queda exento dc la sospecha dc que una parte de sus rnatcriales no está recogida directamente del uso cspaflol, sino del leslimonio dc la lexicografía extranjera, en la idea — no desacertada— de la progresi-va internacionálización del lenguaje científíco. Sca como sca, el punto fuerte en que apoya Dominguez la publi-cidad dc su diccionario son las impresionantes cifras que cstampa en su portada, bien conscicntc dc que cl lector semiculto —cl mayor destinatario de ešte género de libros— tiende a inferir la calidad dc un diccionario de la cantidad de sus entradas. Esta táctica, de la que Domínguez cs cl pionero entre nosotros, sigue en nuestros dias plc-namente vigente entre los editores y aulores dc diccionarios. Claro que tampoco hay que suponer automáticamente, ni mucho menos, que la cantidad y la calidad scan inversamente proporcionales. Pero, asi como cn la cantera para cl inercmento dc la nomenclatu-ra Domínguez había tenido un modelo —Tcrrcros—, cn cl principio dc la extension cuantitativa seguía otro ejemplo: el del francos Bes-chcrcllc, cuyo diccionario había aparecido en Paris solo třes aňos antes que cl dc nuestro autor. La sombra dc Bcscherelle está presente cn Domínguez hasta en el título de su obra: Domínguez, Diccionario nacionál o gran diccionario clásico de la lengua espaňola; Bcscherelle, Dictionnaire national ou grand dictionnaire critique de la langue francaise2i. El sintagma diccionario nacionál, que solo fue usado cn n En la 1.' ed.. tingüistas. Corrijo según la lectura de la 2." ed. " L. N. Bescherelle, Dictionnaire national ou grand dictionnaire critique de la langue francaise, Paris 1843. La 2." edition, en dos volúmenes, lleva el lilulo Dictionnaire national ou dictionnaire universe! de la Iangue francaise, Paris 1845-46. Se reedilo muchas veecs, por lo rocnos hasla 1870, Un lexicógrafo romántíco: Ramón Joaquin Dominguez_________295 Pspaňa por Domínguez, cn Francia no había sido usado por nadie jntes de Beschcrellc, si bien sc encontraba ya propucsto en el prcfa-cio del Dictionnaire de Trévoux, edición dc 1771 (Quemada, 1968: [74). También el adjetivo gran. nunca empleado antes cn nuestros diccionarios, está copiado dc Bcscherelle, bien que entre los diccionarios franceses ya se encontraba en Esticnnc (1593), fue frecuente en los siglos xvn y xvin y se mantenía, ya cn dceadencia, en el xix (Quemada,. 1968: 162-64)24. (El adjetivo clásico, igualmente nucvo pn Espana, es otra prueba de la influencia f rancesa en nuestro autor, pues son muy numerosos los diccionarios franceses anteriores a 1846 que lo ostentan cn sus portadas25). El paralclismo de los dos títulos cs expresión natural de un paralclismo más profundo, que es cl prurito acumulador. Tanto el Dictionnaire national como el Diccionario nacionál sc caracterizan por su riqucza frente a los diccionarios acadc-micos respectivos, debido al criterio «exhaustivo» con que aquellos han sido compiladosM. La admiración dc Domínguez hacia la obra dc Bcscherelle Ilcga hasta cl extremo dc utilizar cn su portada cl mismo grabado cstampa-do por el francos en la suya: un libro abierto sobre un fondo de nubes oseuras, detrás de las cuales surge un sol radiante. Son idénticas asi-mismo las grandes letras ornamentales con que comienza cada letra dc los respectivos diccionarios. La segunda novedad que caracteriza la obra de Domínguez es que se trata del primer diccionario cnciclopcdico cspaňol (aunque lo sea todavía avant la lettre). Es la primera vez que entre nosotros sc incor-pora dentro de la macroestruetura de un diccionario dc lengua una sc- Es verdad que el adjetivo grande aparece en cl titulu de algún diccionario espaňol plurilingüc del siglo xvn (cf. Viňaza, 1893: col. 1483), pero no es obra dc cs-paňoles ni está editado cn Espaňa. a En la lista de Quemada (1968: 567-634), cuento hasta diecisicte diccionarios editados entre 1821 y 1844 que llcvan cstc adjetivo, incluyendo uno del mismo Bescherelle: Dictionnaire classique et élémentaire de ta langue francaise. 15 Sobre ešte aspecto en el Dictionnaire de Beschcrellc, cf. R. L. Wagncr (1967: 115), Quemada (1968: 99 nota) y G. Matoré (1968: 117). rie extensa de informaciones enciclopédicas. De nuevo aparcce ao * cl reeuerdo de Bescherelle, cuyo diccionario abarca «avec l'um\er salité des mots jrancais ľuniversalité des connoissances humaines» según reza su poriada. Es verdad que en Domíngucz el lipo de inforl mación, en cuanto a los «conocimientos humanos», consiste fun damcnlalmente en la recogida masiva y definición del vocabulario lécnico, y que son escasas las disertacioncs cienlíficas; pero a eslo —que no cs poco— se afiaden «los nombrcs de todas las principals ciudades del mundo, de todos los pueblos de Espafia, de los hombres célebres, de las scelas rcligiosas, etc., etc., etc.»27. La formula, no ca-be duda, fue del agrado del lector cspaňol, como lo demuestra no solo la buena acogida que el Diccionario nacionál obtuvo inmcdiaiamente y que sc prolongó durante cast medio siglo, sino la prontitud con que surgió otra obra que lo tomó como modclo: el Diccionario enciclopé-dico que, dirigido por Eduardo Chao, publico en 1853 la casa Gašpar y Roig. Esla obra, varias veces reeditada y revisada, compartió con la de Domínguez cl cetro del gčnero hasta que ambas recibieron el golpe de muerte con la aparición del importantísimo Diccionario en-ciclopédico hispano-americano editado por Montaner y Simón, en veintitres volúmenes, de 1887 a 1898, con cl cual se iniciaba una nueva época en cste tipo de diccionarios. Otra prueba del éxito del Diccionario nacionál es la prontitud con que se cebó sobre él la piratería. Probablcmcnte en el mismo aňo 1853 en que se publieaba el Diccionario enciclopédico de Gašpar y Roig apareció la primera edición de un Nuevo diccionario de la len-gua castellana, por «una Sociedad Literaria»28, cl cual era, en pala- 17 Como precursor de los diccionarios enciclopcdicos espaňoles podríamos considcrar cl Tesoro de Sebastian de Covarrubias (1611), que desarrolla algunos de sus articulos, sobre lodo en la primera parte, con extensas disertacioncs humaníslicas o con euriosas informaciones de su propia cosecha, y que incluye en su nomenclatura algunos nombrcs propios. La presencia de estos elemenlos en el Tesoro se debe, scncillamente, al concepto muy liberal que Covarrubias tenia de la lexicogralía. " Hay por lo menos otras tres ediciones, I860, 1864 y 1868. Viflaza {1893: co!. 2130), al reseňar esta ultima, dice: «Como esta obra está estereotipada, cl numero de íexicógrafo romántico: Ramón Joaquin Domínguez__________297 5de uno de los editores posteriores del Diccionario nacionál, «coma servil y enteramente literal, pero informe, del de Domínguez»29. rěNo sé si contribuiría también a la bucna fortuna del Diccionario : nacional una curiosa caractcrislica: la subjetividad. Muy počas obras de Ja lexicografía espaňola (tal vez una sola: la de Covarrubias) csta-rán tan ímpregnadas de la personalidad del autor como la de cste bornbre del que, paradójicamente, sabemos tan poco. Esta pcculiari-dad hace de su obra uno de los diccionarios espaňoles más origina- les'0. [p La presencia de la individualidad del autor en su diccionario se manifiesta de varias maneras en diversos tipos de definiciones, que se diluycn, naturalmente, en medio de una masa de cnunciados obje-livos y normales. En líneas gencrales, podemos dividir sus definiciones «subjetivas» en ires grupos: las humorísticas, las ideológicas y las filológicas. La separación entre ellos no es absolutamente nitida, puesto que sus ingredientes fundamentales no son incompatibles3'. :. En las humorísticas sc distinguen dos vertientes, una epigramática y otra caricaturcsca. Ejcmplo de la primera sena la definición áepu-dor: «El honor de la mujer, por cierto colocado en muy resbaladizo y vidrioso declive, en harto periculosa pendiente, ocasionada a insubsa-nable fracaso»32. La veta caricaturcsca sc propone, por su parte, to-raar a broma cl propio metalenguaje de la definición, unas veces em-pleando una prosa grotescamente alambieada, como vemos en cl artículo badajo: «La lengua de las campanas, porque sin él fueran mudas: es un pedazo macizamente férreo o metálico, bastante grueso 4." edición que llcva la anterior portada y cl que tienen otras es mero accidcntc, pues el contenido es exactamente el mismo». w Miguel GuijarTO, al frente de la 14." edición, 1878. x J. Casarcs (1950a: 147) critica esta caractcrislica en cl Diccionario de la Sociedad Literaria, sín saber que cste no cs sino plagio del de Domínguez. 11 Un estudio más extenso de ešte aspecto del Diccionario nacionál puede verse en mi artículo "La definición lexicográfíca subjetiva: el Diccionario de Domínguez (1846)» (Scco, 1983 [= capitulo 16 de cste libro]). 11 Casares (1950a: 147) reproduce ešte artículo tomándolo del Diccionario de la Sociedad Literaria. 298 Diccionarios anteriores a J^qq por cl estremo que cuclga, y no asi por cl adherido a la campana, en cuyo interior pendc, manejable, del alto punto céntrico, y sirve para producir los vibratorios sones que tal vez nos atiirdcn la cabeza»-otras veces —forma utilizada para glosár refrancs—, recurriendo ä pedestres versos dc arte menor: «Alcanza quien no cansa: para con-seguir, no hurgar, que es mal visto importunar; sucic haccr mayor fortuna el que menos importuna; cl que bicn pide no aburrc, si con talento discurre» (s.v. alcanzar)- En cl grupo de las dcfinicíones subjetivas de tipo ideológico al gunas veces expresa sus opiniones sobre cuestiones dc moral social por ejemplo, a propósito de artista dice: «El que cjefce algún arte- es pccialmcnte el que cultiva y profesa alguna de las nobles o bcllas ar tes. Esta voz se ha gcneralizado hoy en términos de crccrsc distingui dos artistas los taurómacos, los malos cómicos, los zapatcros de viejo etc.». Su erítica toma tonos agrios cuando da rienda suelta a sus ideales sociales y políticos. En el artículo doměstico habla de los eriados como «los individuos que constituycn ese numeroso ejercito de holgazanes que la ridícula aristoeracia sostiene para ostentar su insolente molicic». Sus tiros apuntan más alto cuando define dcmôcrata como «amante del pueblo y enemigo de la tiránica dominación de los reyes» (cf. también los artículos demoeracia, democratizar y repú-blica). Las alusiones al parlido dominante y a la situación política del momento no dejan dc ser atrevidas. En cl artículo moderantismo dice que «sus sectarios constituycn una asociación parásita»; y como ejemplo de la voz dominación pone una frase como csta: «^Cuándo se acabará en Espaňa la dominación del sable?». En fin, define revolutionary como «el partido de las reformas liberales que cxigc el pro-greso de la civilización y de las luces, la marcha del siglo y de las co-sas», £No podriamos deeir con toda vcrdad que Domingucz tue el lcxi-cógrafo que murió luchando por sus propias definicioncs? Qucda e! tcrccr grupo de definiciones subjetivas: el que (con conscientc imprecision) he llarnado filologico. Es cl que comprende todas aquellas definicioncs en que el autor discute o ridiculiza las de! n lexicógra/o romántico: Ramôn Joaquin Dominguez 299 '•ccionario académico. La Academia es, para 61, una institución alc-jada de la realidad, un «venerable cucrpo» Ueno dc «decrepitudes fi-lológicas», una «caduca matrona [...] con infulas dc csclusiva macs-1 tra»; simplcmcntc, «la corporación de los hablistas de oficio» (artículos asombrar, alegrante, iah!, comunero). La rebeldía de cstc hombre frente a la institución y la obra que sirven de guía a todos los lexicógrafos — incluido cl mismo— es, dcsdc luego, cohcrcntc con su posición avanzada en lo ideológico y en lo politico. La vivacidad, el apasionamiento, la extraversión, la actitud con-testataria y la exaltación revolucionaria atraviesan, de un extremo a otro, todo cl Diccionario de Ramón Joaquin Domingucz. ^Quičn iba a esperar que una obra lexicográfica, algo que tradicionalmente se concibe como el fruto dc largas horas de meditación serena y monacal, hubicse dc guardar en sus entranas tal materia explosiva? A diferencia de su compatriota, contemporánco y colega Vicente Salva, cu-ya obra cs un admirable ejemplo de rigor y de sercnidad, Domingucz ha hecho un diccionario romántico. Esta calificación, que no pucde por menos de tener un signo negativo al referirse a un género como cl lcxicográfico, no carece, sin embargo, dc aspectos positivos: la ambi-ción rcnovadora frente a los diccionarios al uso, cl desco de superar lo caduco e imperfecto de la obra dc la Academia, cl afán de incorporar a su colección las palabras del «progreso» y de los nuevos tiempos, dan como rcsultado una aportación de muy alto valor para la história dc nuestro léxico.