EN TORNO AL DICCIONARIO DE TERREROS Pedro ALVAREZ DE MIRANDA Universidad Autonoma de Madrid Lc Diccionario cosleUano con las voces de ciencias y arles du jesuite Ésteban de Terreros y Pando, publié ä Madrid en 1786-93, mats redigé - le fait csl Ires important, quoique frŕqucmment oublié - avant 1767, est une ceuvre singuličiement itnpoilante dans la lexicographic espagnolc. On étudie ici quelques-uns de ses traits les plus saillants : son lien direct avec les activités précédentes de Terreros comme traducteur, son indépcndance de critere par rapport au dicrionnaíre de ľ Academie, ses sources et ľiinportance des témoins textuels - de simples references plutôt, parfois assez obscures - qu'il cite, etc. On soulignc, enfin, le fait que Terreros a étí le premier ä se consacrer ä ce qu'on pounait appcler la lexicographic • de terrain -. El Diccionario castellano eon las voces de ciencias y artes del jesuita Esteban de Terreros y Pando, publicado en Madrid en 1786-93, pero redactado - y el dato, aunque muy importante, frecuentementc se pasa por alto - antes de 1767, es una obra de importancia singular en la lexicogralia espaňola. Sc estudian aqui algunos de sus rasgos más destacados : su directs vinculación a la previa actividad de Terreros como traductor, su independence de criterio frente al diccionario de la Academia, sus fuentes y la importancia de los testimonios tcxtuales - más bien moras referencias, a voces harto oscuras - que ofrece, etc. Se subraya, en fin, la precursora dedicación de Terreros a k> que podriamos Uamar lexicografia • dc campo ». El Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes del jesuila Esteban de Terreros y Pando, publicado en Madrid enlre 1786 y 1793, es el único diccionario general de la lengua espafiola que, aparte los de la Academia, se compila cn Espafta durante el Siglo de las Luces, y, por esa y otras varias razones, una obra de importancia singular en la lexicografia espaňola. Pese a cllo, ha padecido durante mucho tiempo cierta inmerecida postergación, de la que la reciente y muy oportuna rcedición facsimilar prologada B. Hi, T. 94,1992. n° 2. p. 559 á 572. 560 BULLETIN HISľANIQUE por el prof. Manuel Alvar Ezquerra1, poniéndolo cómodamente a disposición de los estudiosos - que antes dcbían acudir a las cscasas bibliotecas en que la edición original se conservaba -, ha venidoasacarlo. Tan solo me propongo aquí, como anticipo de un ulterior y más dctallado estudio, hacer algunas consideraciones en torno a esta obra y a su autor, con intención de que puedan servir de complemento a la « Presentación » que Alvar Ezqucrra ha puesto al frente de! f? prifper f^n^no, y puesto qu<> a menudo se encuentran referencias al Diccionario castellano en que cl título va acompaňado de las fechas de publicación, asentar de forma definitiva que la fecha real de composition del cuerpo de la obra en ningún caso va más allá de 1767, es decir, del momento en que se produce en Espaňa la expulsion de los jesuitas. Convencen de ello, en efecto, numerosos datos externos e internos de la obra misma. Recordcmos, antes de cxaminarlos, que esta apareció póstumamente, cuatro anos despucs de que su autor hubiera fallecido - el 3 de enero de 1782 - en su exilio de Forlf. Recordemos también que al frente del torno I (1786) figuran una dedicatoria a Floridabianca firmada por los dos responsables de la publicación de la obra, D. Francisco Mescguer y Arrufat y D. Miguel de Manuel y Rodriguez, y un importante prólogo del propio Terreros; y que el tomo IV, titulado Los tres alfabetosfrancés, latino e ilaliano con las voces de ciencias y artes que les corresponden en la lengua castellann. Tomo quarto y ultimo del Diccionario del P. Estevan de Terreros y Pando (1793) lleva al frente una - Advertencia » y unas muy interesantes - Mcmorias para la vida y escritos del P. Estevan dc Terreros » ; textos, todos ellos, que constituyen el principal arsenal de noticias accrca del autor y de la gestación del diccionario- Pues bien, de la mencionada dedicatoria de Mescguer y Manuel, bibliotccarios de los Reales Estudios - dondc Terreros había sido profesor de Matemáticas -, se infierc que Floridabianca les había encargado la búsqueda de la obra que el jesuita había dejado interrumpida en el momento de partir al destierro. Las averiguaciones depararon en seguida el hallazgo dc un inmenso cúmulo de papeles que durante casi veinte afios habían yacido sepultados en complcto olvido: Con pfecto - escriben los bibliolccarios -, a poca» diligencias que se hkieton se encontró quanio se podia descar por lo que toca a ta principal parte de esta obra, que es el Diccionario Casleliano. Porquc I. Madrid. Arco Libros, 1987. EN TORN'O AL DICCIONARIO DE TERREROS 561 adeinás dc Us codulitas de todos los articulos o palabras. cada uno de por sf. numcradas y ordenadas y puestas en paquetcs con la mayor exactitud y prolixidad, se encontró lambicn una copia Integra dc todas ellas, la misma que se presentó al Conscjo por cl P. Terreros solicitando licencia para b imprcsion ]...|. y el Proloao original escrito todo él de la Enisrna letra del Autor, aunque al pareccr sin darte b ultima mano. Con estos auxilios no tuvimos diikultad en continuar desde luego b im p res ion del Diccionario Castelbno, procurando que saliese toda uniforme cn letra, papel, metodo y ortografia con la parte ya impresa, que llegaba como a la mitad del tomo segundo, y solo faltaban en el primero algunas hojas de b conclusion y el PróloRo. Conltnüan diciendo los editorcs que, por el contrario, los maleriales que habfan de integrar el tomo IV los encontraron en estado fragmentario; asi pues, dicen, * procuraremos suplirlas [las cčdulas que faltanl lo menos mal que podamos siguiendo la idea del Autor, para que no carezca el Publico de esta parte, aunque no es la principal ni la más importante de la obra ». En efecto, dicho tomo reüne en tres listados alfaWticos, latino-espaňol, francés-ospaňol e iUliano-espanol, las equivalencias lexicas entre esas lenguas, recopilando las voces latinas, ťrancesas e italianas que ya en los tres tomos del cuerpo del diccionario figuraban como correspondencias de las espaňolas. Tiene por tanto ese tomo IV, el único al que, tal como lo conocemos, no podemos asignar la fecha a 1767, un interes menor : cs como un apéndicc, un complemento auxiliar, surgido del deseo de hacer del diccionario un repertorio plurilingue de consulta prácticamente universal2. Los dctalles accrca dc la intervención que por parte dc los editores habría de producirse en ese tomo IV dan a entender con claridad que en los tres anteriores no tuvieron que suplir nadá. Notese además que esos tres tomos se publicaron a muy buen ritmo, a razón de uno por aňo : en 1786,1787 y 1788; ello se debe sin duda a que cl trabajo estaba ya hecho, y la tarea de Meseguer y Manuel se limilaba exelusivamente a cuidar de los aspectos editoriales. En cambio, aquel tomo IV que había quedado inconcluso debíó de dar mucho más trabajo, como lo prueba el que no apareciera hasta cinco aňos más tarde, en 1793. Y ese trabajo lo realízó ya uno solo de los editores, pucs el otro había fallecido ; tanto la « Advcrlcncia » con que sc abre el tomo como las 2. Con el espaňol, el francés, el btín y el iialbno - se pucde hoi ciertamente dar la vuelta al universo », dice Terreros (Pról., p. vi), y pasa a explicar como podria utilizer cualquicr extranjero - incluso cl que llegado a Espana, como cualquier turista de hoy, sc enlrentara al más inmedbto problema de todos : el dc buscar alojamiento - su diccionario. j Como si fuera dc bolsillo! 562 BULLETIN HISPAN1QÜE * Memorias para la vida y escrilos del P. Estevan de Tcrreros » que van a contiňuación son anónimas, pero pucde asegurarse que el responsable de la publicación de ese torno final no fue Mcscguer - como por error da a entender el conde de la Viflaza y repiten otros autores - sino Miguel de Manuel y Rodriguez. En las « Memorias *, en efecto, leemos que « el quarto y ultimo [tomo] cs trabajo ya privativo y peculiar del segundo de aquellos Bibliotecarios, que, habiendo fallccido su compaflero por el Septiembre de aquel afio de 88, no ha querido dexar incomplete la obra » (p- XI). Que cl autor de estas líneas aluda a si mismo como « cl segundo de aquellos Bibliotecarios » no puede hacer referenda más que al orden en que firmaron la dedicatoria de 1786, en la que aparecian los nombres de Mcscguer y de Manuel prccisamente en este orden. Sabcmos, por aňadidura, que D. Francisco Meseguer murió, en efecto, el 21 de septiembre de 1788; y que su compaŕíero D. Miguel de Manuel, sucesor suyo en el cargo de bibliotecario primero, le sobrevivió diez aňos más, hasta 1798*. Conviene también sefialar que, según dcclaración del propio bibliotecario, la mayor parle de los da tos contenidos en las « Memorias » sobre la vida de Terreros que figuran en dicho tomo sc los habla facilitado el abate don Manuel Calahorra, residente en Forli, colaborador, compariero y amigo ultimo de Terreros durante muchos aftos*. 3. En Jose Simon Diaz, História del Colegio Imperial de Madrid, t. II, Madrid, CSIC, 1959, p. 105, se lee : - En virhid de otra [ordenl de 19 de agosto de 1787 qucdó agregado a la bibllotcca con 9.000 re. anuales el tenieme corond Joaquin Cramberg [...]• El 21 de septiembre del mismo aňo lallccfa Meseguer en su moiada de los Estudios » ; pero cs con segurídad un error, pucs del relato nusmo que ahí sc hace de b provision de la plaza vacante, y de U que dejó Manuel por asccnso, se infiere que el fallecímienlo hubo de ocurrir en 1788. La fee ha correcta, 21 de septiembre de 1788. figura en F. Aguilar Piňal. Un tscrilor Uustrado: Candida Maria Trtguerot, Madrid, CS1C, 1987, P. 95. El ano del óbito de Manuel, 1798, figura en las mismas dos obras, p. 107 y 104 lespectivamcntc. En cuanto al error de hacer a Meseguer responsable de la publicación del tomo IV. y por tanto de las « Memorias » - en cl que ineurren M. L. Amunátegui Reycs, « Esteban de Terreros Í Pando i sus opiniones en materia ortográfica -, llotnenaje ofrecido a Meníndez Pidal, t. I. Madrid, 1925, p. 114, y Alvar Ezquefra en la * Prcsentación » citada. p. VIÜ-1X -, deriva seguramente de cstas increiblemcntc confusas líneas del conde de la Viňaza : • ... los bibliotecarios de los Reales Estudios, seflores Meseguer, De Miguel |siej y la Real Biblioteca sacaron de los sóta nos, después de diez y nueve aňos, los plíegos ya impresos [..J. El tomo IV del Diccionario cs peculiar y privativo del segundo de los citados bibliotecarios, por haber fallccido el Sr. De Manuel en septiembre de 1788 - {Biblioteca historka de la filologii castellam, Madrid, 1893, coL 1881). 4. Del P. Calahorra dice incluso la referida ■ Advertencia • que habú* ayudado a Terreros en las tarcas del diccionario, y no cs de extraňar, pucs sabemos que era caiedrálíco de Filosofia Moral de los Reales Estudios al producirse la expulsion (Simon Diaz, op. rif.. I. 1, Madrid, 1952, p. 545) ; no eran, por tanto. feN TORNO AL DICCIONARIO Ofe TfcKKKKOS 563 Pucs bicn, gracias a ese relato biográfico conocemos algunos otros datos de interes : asf, que en 1765 la elaboración del diccionario debía de estar práclicamente concluida, pucs el autor se resolvió entonces a pedir la correspondiente licencia de impresión, junto con una grácia especial : que, dadas las caraclerfsticas de la obra, ésta pudicra publicarse sin pasar por la precepliva revision de la censura previa. El Consejo de Castilla accedió a la petíción por decreto de fecha 25 de enero de 1765, y el diccionario comenzó a imprimirse en el establecimicnto de D. Joaquin Ibarra. Cuando la obra, veinte aňos despues, y aprovechando los pliegos imprcsos antes del extraftamiento de los jesuitas, fuera reanudada, lo seria en la misma imprcnta, que era y a en 1786 la de « la viuda de Ibarra, hijos y compaŕua ». El proceso de elaboración del Diccionario casteUano debió de ser, naluralmcnle, muy largo : sus inicios sc remonlarían a los aňos en que su autor traducía el Espectáculo de k Naturalem del abate Nocl-Antoine Pluche, obra a la que, como enseguida veremos, está muy directamente vlnculado, y cuya primera edición apareció en Madrid en 1753-55. Por otro lado, en diversos articulos del diccionario cita Terreros obras publicadas durante los primeros aňos 60, cs decir, referencias sacadas al hilo de lccturas ocasionales que el jesuita hiciera en obras de plena actualidad, incluso en lecturas no directamente vinculadas a su tarca de lexicógrafo5. Hacia 1765, como decimos, la obra debía de estar casi lista, aunquc pudo sufrir retoques o afladidos aun eslando en marcha el proceso de impresión; de ahí que el terminus ad quem más seguro que quepa fijar para la obra no sea, en mi opinion, el que viene dado por la compaňeros sólo de destierro. En cuanto a Us - Memorias », Uriarte (Cat&ogo razonado de obras anónimas y seudónimas de autores de la Compaňía de lesús pertenecienles a la antigua asistencia espaňola, t. [II, Madrid, 1906, p. 376ŕ) afirma que, « por lo menos cuanto a la substancia -, son de Calahorra, y como de este las cita reiteradamente A. ľérez Goyena, « Un sabio filólogo vizeaíno |Terreros| -, Razón y Fe, 94 (1931), p. 5-19 y 124-35. Ahora bien, Manuel declara haber proeurado - comprobar y aumentar muchas de ellas |de las noticíasl con documentos que existen en esta Real Uiblioteca de los E^udios de Madrid » (Advertencia, p. IV), y no hay ningún motivo para no ciecrlc. 5. Por ejemplo : en cl articulo enjiospermático remire a - Quer Flor. Esp. t. 2 », o sea, al segundo tomo de la Flora espaňola de D. Jose Quer, publkado en 1762 ; en inglomanía cita la Estajeta de Londres. que es de ese mismo aňo; s. v. preiukio aludc a un raro impreso cíandcstino de cl765 (para más detallcs vease mi art. - La expresión dol concepto de "prejuicio" en la ŕpoca de los novátora y los primeros ilustrados », llomenaje a Jose Antonio Maraoall. Madrid, Centro de Investigacioncs Sociológicas, 1986,1, p. 163 y 165); etc 564 BULLETIN WSPANIQUE fecha de concesión de b licencia, 1765, sino el que marca la de la expulsion de los jesuitas; y <*sta acaeció por sorpresa, como sc sabe, cU°deabrildel767. Es más, cabe precisar que en los días in media tarnen te anteriores a aquel acontccitniento, quo desde luego fuo verdaderamente dramatice» para él y pudo haberlo sido para la lexicografía espaňola, Terreros debía de cstar dando los Ultimos toques al prólogo, que ya se sabe que es siempre lo ultimo que un autor escribe. Ya en su primera página enconrramos citaua uim ubid q^Ľ por entonces acababa de aparecer y que proporcionó a nuestro diccionarista cierto dato que le interesaba : me refiero a la História literaria de Espaňa de los PP. Mohedano, cuyo primer K>mo - en el que efecHvamente se encucntra, según he podido comprobar, la noticia a la que Terreros alude - es de 1766 ; he ahí, pues, un terminus a quo para la redacción del prólogo. Y más aún : refiriéndose en él a la palabra polícia, que algún purista hipercrítico le había censurado, escribe Terreros : t* ni se podrá contar por Novátor ľ'neologista"] César Oud[in], que ha ya ciento y siete aňos que la estampó en Castellano en su apreciabiltsimo Diccionario, ni menos el célebre Lope de Vega Carpio, que ha ciento y cincuonta afios que la puso en un lenguaje tan culto como el suyo » (p. xii). Estas precisíones son sumamemente interesantes, pues, dado que de ningún modo podia Terreros estar refiriéndose a b primera edidón del conocido Tesoro de las dos lenguas francesa y espaňola de Oudin, que es de 1607, hay que eoncluir que conocia esa obra por la edicion de 1660s, fecha que es exactamente anterior en 107 aňos a 1767; y aunque la referencia a Lope es, evidentomente, mucho más vaga, si a 1767 le quitamos 150 nos vamos a 1617, momento en que, desde luego, el Fcnix estaba en plena production7. No es exagerado eoncluir, en suma, que la orden de desticrro casi sorprende a nuestro lexicógrafo empufiando la pluma con que redactaba el prólogo8. E insisto : en 1767 el cucrpo del diccionario estaba 6. Tesoro de las dot lenguas espaňola yfrancesa, IfruselaS, 1660; edición cortegida y aumenlada por Antonio Oudin, hijo de César Oudin, y por el impresor Juan Momma rte. 7. En cl Vocabulario compUlo de Lope de Ve%a compilado por C.'Fernándcz Gomez (Madrid, RAE, 1971) figuran sc» ocurrencias de polícia. 8. De ahi que lo dejara, corno d ken Meseguer y Manuel, - sin darle la ultima mano ». i Acaso por ello apareccn en el lexto - y no solo en las notas al pie -abreviaturas como « Oud. » 1= Oudin], - Lart. » [= Larramendi], etc que el propio Terreros habria dcsarrollado de haber spguido a| (rente de la empresa, y que en cambio los edilores, vcínle aňos despuéa, respctaron con fiel escrupulosidad ? Finalmente, una prueba dc que el prólogo se redactó cuando el proccso de impresión de la Obra estaba ya bastanle avanzado la tenemos en el EN TORNO AL DICCIONARIO DE TERREROS 565 terminado'. Lo cual tiene bastante más importancia de lo que a primera vista podria parecer: desde b perspectiva, en concreto, del estudio historko del léxico dieciochesco, nuestra valoración del inventariado por Terreros varia no poco al datarlo precisamente en los inicios, y no en bs postrimerias, del reinado de Carlos III10. Muy oportunamente sc ha podido seňabr por ejemplo, asignándole esa temprana fecha en b que aqui Insistimos, que el de Terreros es el primer diccionario de cualquier lengua europea que recoge el moderno scntido, entonces recenrisimo, de b pabbra cwiiización". I Cómo y por qué surgió en Terreros b idea de hacer un diccionario ? 1 Que alcance exaeto ha de darse a b precision que se contiene en su título, Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes ? La Academia, que lógicamente había tropezado en el momento fundacional con el escollo de bs terminologias especbles, había prometido para más adebnte - optando por no darles masiva entrada en Autoridades — un « Diccionario de Artes y Ciencias »ll; pero a medbdos de siglo esc proyecto estaba completamente paralizado, y ello pudo animar a Terreros (quien, por cierto, llegó a dcclinar - rarissima avis — cl ofrecimiento de ser elegido académico'3) a intentar sacarlo adebnte en solitario. Pero el impulso más importante vino, sin duda, de una experiencia rclato Que hace Terreros de sus ptopias vacilaciones de criterio ; no sabla bien que hacer con las voces geográfieas (de reinos, piovincias, ciudades, rios, etc.), y finalmente decidió que lo preierible era fonnar con ellas una especie de apéndice (apendice que a lo que parece no llegó a confeccionar) ; pero cuando tomó esla decision ■ iba ya imprcsa buena parle del primer tomo », y ésa es La razón de que en íl figujen artlculos como Aragon. Barcelona, Bizcaya ■ y acaso alguna otra voz Jeogrifka ■ (p. x:}. 9. Al final del prólogo, despues de asegurar que ha corrcgido pruebas con todo esmcro, dedicando no menos de cuatro horas a la revision de cada pliego, Terreros nos explica sus planes inmediatos : * Ahora solo doi al publico los do* primcros tomos, qucdando el tercero debajo de la prensa, y a quien sucedera inmediatamente el cuarto - lp. xxxiv). Nadá de esto pudo ser asi. 10. En cuanto a su sifuación dentro dc la história de la lexkografia. tambičn ha dc tencrse en cucnta, naturalmcnte, que fue elaborado ant« (aunque publicado después) que los diccionarios académicos de 1770 (nueva edicion, inacabada, del de Autoridades) y 1780 - diccionario que, como ha demostrado recientemontc Manuel Seco, sólo prcsenta novedades respecto a los dos anteriores, por lo que a nomenclatura y acepciones inventariadas se relierc, en la parte corrcspondienle a la lotra C; véase su « Introducción » a la reedición facsimUar que ha publicado la RAE, Madrid. 1991 -. Terreros sólo pudo conoccr el de Autoridades de 1726-39. 11. Josr Escobar, • Mas sobre los origenes de civilaar y civilización en la Espaňa del siglo XVIII -, NRf IL XXXIII (1984), p. 109. 12. Vid. Autoridades, 1.1, p. V, y t. VI, %m v". 13. Asi lo aseguran las ■ Memorias » de Calahorra-Manuel, p. Vili. 566 BULLETIN HISPANIQUE personal, la experience del traductor: Terreros vcrtio del ŕranoés al espaftol en 16 tomos cl Especidculo de la Naturaleza del abate Pluche, una obra con pretensiones enciclopédicas que le enfrentó al bien arduo problema de emplear la más adecuada terminológia espaňola para un diverso conjunto de ciencias y oficios. Ei a.nimoso jesuita se rodeó, según nos cuenta <>1 mismo, de los mcjores diecionarios publicados en diferentes lenguas, del mayor numero posible de tratados sobre las distintas disciplinas. Su tarea no fue, . desde luego, la del traductor adocenado, sino que enriqueció el Espectácuh con unas mil quinicntas notas a pie de página que, muy frecuentemente, y eso las hace muy interesantes para nosotros, abordan problemas de indole terminológica. Y es evidente que muy pronto debió de surgir en Terreros la idea de oírecer en un inventario toda ese caudal leVico que estaba manejando. No se limitó nueatro autor, sin embargo, a las fuentes librescas. Tal vez la aportaciön más importante y original de Terreros a la lexieografía espaňola fue la de inaugurar en ella lo que podríamos Llamar el «trabajo de campo >'. Produce verdadera sorpresa enterarse de que D. Esteban, adelantándose en muchos aftos a los encuestadores lingíiísticos de nuestros días, y hasta a los dialectólogos de la escuela de « Wörter und Sachen », se echo a recorrer pueblos y aldeas de Espafia, armádo de un mazo de papcletas y un « dritero dc faltriquera », para recoger de labios de artcsanos y labradores el léxico particular de sus respectivos oficios. É1 mismo lo cuenta en el prólogo del diccionario, y las « Memorias >■ que figuran en el tomo IV aňaden detalles sabrosos. Pero citare, por ser acaso menos conocidos, unos párrafos que sobre esa misma actividad suya dejó escritos Terreros al frente de la traduction del Espectáculo de la Naturaleza : En semejantes circunstancias, que propriarrienle cran angustias, i qui camino mc quedaba que elegir para buscar qualro o cinco mil vocablos de csia especie sino el d° hacerme Hortelano, Labrador, Fabricante, Pescador, Niutico, Texisior, Tirador de Oro, Geometra, Physíco, Tahonero. Pcrchador, y, en una pa Libra. Aprendiz de quanta» espedes de Aries mecánicas y liberales exerce U Socicdad ? Para ešte efeclo ya no mc arme tanto de Libros quanlo dc constanda, y aun hice atmalrsc) de padencia a quantos me trataban y conodan- Todo cl día estaba preguntando en la Huerta, en el Campo, en la Tahona, en las Tiendas, en Lis Casas y en las Colics. Hada tni diversion de toda especie de máquinas ■ acudía adonde fundeti Campanas, acuňan Moneda, abren Laminas. fabrican Tapices y labran Maderas, &c, y, formado un cathál[o}go de preguntas, les pcdla la respucsta a los Maestros y Qftcialcs. Buscaba literatos, unos que hubicsen nacido en Francia o corrido sua Pafees, otros que hubiesen navegado por mucho EN TORNO AL DtCCiOKARIO UETERREROS ~o7 tiempo y con curiüsidad cieniifica los mares. Me encerraba maňanas enteras con Carpinteros, con Perchadorcs y toda suerte de Oíiciales, mostrándoles U% Estampas y dándolcs la deseripción de la máquina o instrumente-, para que mc diesen el nombre. Persona ha habido de la más sabia inteligencia a quíen entregué quince pliegos de nombres y vocablos acerca de la Agriculture ; y otra a quten lc hice más de iresdentas preguntas en orden a Batanes, Fábricas de Paňos y Lanas, desdc que se csquila la Obeja hasta que se visle el Hombre. Como no siempie se hallan en la Corte los Ingeniös y Artefactos dc que necesita un Reyno, ni se encuentran personas inslruidas on cosas tan irreguläres, me ha sido preciso, después de todas estas diligencias, recurrir, sacando antes el dibujo y ordenando las preguntas, a ca»i todas las Provihcias y Ciudadcs principále» de nuestra Espaňa ; en unas me informaban de los Molinos de Polvora, dc PapeL de Viento y Agua, con todos sus instrumentos; en otras de las Herrerlas y de sus manifacturas ; en otras dc las Listonerias y de los Terciopelos, con forme florecfa en cada una el Arte y cl ingeruo. Las Conchas y los Peces mc han hecho aeudir al uno y otro mar, por criar a unos el Oceano y a otros el Mediterraneo, sin introducirse (cn determinadas espedes) los uni>s en la jurisdicción de los otros- Pasarán de quinicntas personas las que han cooperado, poco o mucho. a estos informes, dexándome para sícmpte agradeeido; y solo cl ser tanlos puede hac?r que no los nombre aqui mi rcconocinüenlo, pues por su medio y a ■ ■•i-.-.--]- de su instrucción me he hecho con un thesoro de términos facultativos proprios de las Ciencias y Artcs14. Se diria, cn fin, que el benemčrito jesuita había leído, y había hecho suyo, el deseo formulado por Diderot en el artículo ort de la Encyclopedia : « qu'il sorte du sein des Academies quelqu'homrne qui descendc dans les atteliers »15. Ahora bien, no se crea que el de Terreros es solo un diccionario de voces « facultativas », esto es, científieas y técnicas. Esa půdo ser 14. « Prólogo del traductor », cn 1.1; cito por la 2* ed., Madrid, 117571, ev°-e2. Menos animoso que Terreros - pero tan conscience como íl de la necesidad de esa investigadôn « de campo * - se rnostró, por csas mismas lechas, Samuel Johnson, quien, en el prefado de su dkeionario, escribe : « That many terms of art and manufacture are omitted must be frankly acknowledged ; but for this defect 1 may boldly allege that it was unavoidable : I could not visit caverns to learn the miner's language, nor take a voyage to perfect my skill in the dialect of navigation, nor visit the warehouses of merchants and shops of artificers to gain the names of wares, tools and operations of which no mention is found in books; what favourable acrident or easy enquiry brought within my reach, has not been neglected ; but it had been a hopeless labour to glean up words by courting living information and contesting with the sullenness of one and the roughness of another » (A Dictionary of Ike English Language; dto por la ÉP ed., Dublin, 1798, [Ml; la priaiera es de 1755). 15. Encyclopedic, ou Didionnaire raisonni des sciences, des arts el des metiers, t. I, Paris, 1751, p. 717". 568 BULLETIN WSPANIQUE 1a idea iniciál, pero el propio autor nos cuenta cómo el proyecto fue haciéndose más ambicioso a medida que avanzaba en él". 01 resultado final es, como atinadamente seňala Alvar Ezqucrra, * un diccionario general de la lengua enriquecido con cuantos términos espedficos de las artes, ciencias y tccnicas pudo allegar el autor »lľ. Y en tanto en cuanto nos encontramos, sin rcscrvas, ante un diccionario general de lengua, no estará de más que nos detcngamos un momento a compararlo con el otro gran diccionario cspaňol de su siglo, el ilamado Dicáonario de auloridades. En algunos aspectos el diccionario de Terreros es una obra lexicográficamente más tosca que la que habfa publicado la Academia, con algunas inconsisíencias y cierta falta de regularidad en la microcstructura de los artículos y con algún paso atrás respecto a Auloridades: prescinde, por ejemplo, de las califícaciones gramaticales. En cuanto al caudal léxico inventariado, cs lógico que aumente en Terreros de forma considerable ; el autor estimaba haber recogido unas 180.000 acepciones", que algunos, alegrcmente, han convertido en 180.000 palabras ; naturalmcnte, estas son muchas menos : según los cálculos de Alvar Ezquerra, Autoridades tendría unas 42.500 entradas, y 60.000 el diccionario de Terreros". Es lógico también que toda la nomenelatura recogida en el primer diccionario academico pasara en bloque al del jesuita, pero aquí hemos de aclarar algo que es de suma importancia : Terreros mucstra notable independencia de criterio respecto de la Academia, cuyas dcíiniciones no sigue servilmentc ; por el contrario, ensaya habiľualmente definiciones propias - claro es que con mayor o menor fortuna, según los casos -. El primer diccionario post-acadé-mico de la lexicograha espaftola inició, pues, una forma de proceder"que, lamentablemente, no iba a ser la más seguida por los lexicógrafos decimonónicos ni por los del siglo actual. Ya sabemos que la gran mayoría de nuestros diccionarios se nutren básicamente de lo que el diccionario academico dice, « aunque no muchos - ha escrito Manuel Seco - tengan la honradez de decirlo y no pocos tengan el cinismo de vituperar la mina explotada »". Pues bien, Terreros no ineurre en ninguna de estas desconsideraciones : de una parle, porque clogia con muy sinceras 16. Prologo, p. xi 17. ■ Prcsentacion », p. VI. 18. Prólogo, p. xxxiv. 19. ■ Prcsentacion -, p. IX-X. 20. Es lud ins de lexicografia espaňola, Madrid, Paraninto, 1987, p. 56. EN TORNO AL DICCIONARIO DE TERREROS 569 palabras el diccionario de la Academia11; de otra, porque intenta no ineurrir en ese no mal visto plagio en que otros han convertido la tarca lcxicográfica. Terreros, lógicamcnle, tiene sus fuentes de información : en el prólogo menciona un buen numero de diccionarios espaňoles y extranjeros que maneja, y a ellos remite con frecuencia, mediante muy económicas abreviaturas, en sus artículos. Scría interesante verificar el grado de dependencia de nuestro lexicógrjfo respecto de esas diversas fuentes, y averiguar si son las únicas ; pues he podido comprobar que hay algunas otras que calla, seguramente por razones extralexicográficas : por ejcmplo, la Encyclopedic de Diderot y d'Alembert, que naturalmentc un jesuita no iba a citar, estando como estaba prohibida por edicto inquisitorial desde 1759= En cuanto a las ocasionales citas, o más bien meras referencias, de carácter textual, importa ante todo dejar claro que el de Terreros no es un diccionario « dc autoridades » ; es decir, no pretende sistemátícamente « autorizar » mediante tcstimonios de uso las diferentes voces y acepciones que recoge. Se plantea, pues, desde unos presupuestos metodológicos distintos a los de Autoridades, Ahora bien, del mismo modo que en el primer diccionario academico no toda voz o acepción iba avalada por un texto, en el de Terreros oeurre lo mismo... solo que al revčs : alguna voz o acepción si va autorizada. Quiero decir que lo que en un diccionario cs norma en el otro es excepción, y a la inversa. Y se observa que las palabras o acepciones para las que Terreros se esfuerza por dar un texto son no las de uso más común, sino las menos corrientes o las más novedosas, es decir, precisamente, y por lo general, aquellas que no ťiguraban en Autoridades. Esto indica bien a las claras, me parece, que una de las intenciones de nuestro lexicógrafo era complementar al primer diccionario academico, cubrirsus huecos. Sc comprenderá, por tanto, el enorme interes que tiene la localización de los textos a que alude. Pero ah! está precisamente el problcma, en que sólo alude a ellos, y lo hace a veccs de forma desesperantemente crfptica y cscueta. Por lo pronto, no los transcribe casi nunca, sin duda para 21. * ...y princi pal men le nuestra Real Academia de la Lengua en la obra incomparable dc su Diccionario Castcllano y Latino, donde sc compilcn la erudirión, la exaciilud, el trabajoy la utilidad, cultivando a cosla desudoresun tencno nunca hasla enlonccs bien desmontado ■ (Prólogo, p. v). 22. Vid. M. Dcfourncaux, Inquisición y censura de tibros en la Etpaňa del siglo XVIII. Madrid, Taurus, 1973, p. 158. 570 BULLETIN HlSl'A.MQUi- economizar espado. Por la misma razón, los nombres de autores (cuando constan) y los lítulos (cuando no están deíonnados) se reducen a una sucesiún de abreviaturas. Casi nunca figura la página, ni por supuesto el aňo de edición de la obra ; pueden constar el capítulo o el torno, pero otras veces ni siquiera eso. Ni que decir tiene que falta por completo una nómina de autores y obras Domo las que figuran cn los sucesivos tomos de Autoridades. Por todo lo cual la localization de los textos correspondientes, cuando se trata de obras no conocidas - también las hay de fácil ido'iHfJc-flHAn • et» rf\r\crt>rt\ much"? Hť> ŕ'U'.OrCS c'SS'COS de 'OS f'"'05 XVI y XVII -, se conviertc en una actividad cuasi detectivesca. Pero que merece la pena llevar a cabo, porque conduce en la mayor parle de los casos a hallazgos de gran interes. La « autoridad >• que con más frecuencia čita Terreros es él mismo. Y no porque acuda a ejemplos invenlados, a esos « ejemplos de uso » que luego se han hecho comunes en algunos diccionarios de orientación pcdagógica. Esto es algoquealguna vez háce, si no tiene un texto a mano25. Pero a lo que me refería es a que, con toda legitimidad, la obra más citada a lo largo del diccionario, siempre con la abreviatura « Esp.» y con indicación de torno - j no de página ! -, es cl Especldculo de la Naturalem, lo cual es perfectamente acorde con lo que ya sabemos acerca de la íntima conexión entre ambas obras, o entre el Terreros lexicógrafo y el Tcrreros traductor. Por lo demás, las fuentes de donde nuestro autor obtuvo apoyo textual son de lo más variado, e incluyen dcsde obras literarias de cualquier época hasta papeles pcriódicos del momento mismo en que el diccionario sc elaboraba. Es curiosa, en fin, y perfectamente lógica, la alta proporción que cn el « corpus » del Diccionario caslellano alcanzan los títulos escritos por jesuitas, o reladonados de algún modo con la Compaňía. Me he limitado a esbozar algunos de los rasgos que me parecen más salientes de uno de los grandes diccionarios - y no son muchos - de que disponemos cn nucstra lcngua ; de una obra que no sólo es de obligada consulta para quienes nos intcrcsamos por el lčxico cspaňol del siglo XVIII, sino que además ofrece materiales de gran interes para cualesquiera otras investigaciones históricas de 23. Por ejemplo en el ya mencionado artSculo civilization : ■ La civilización de los Brasileňos hie mui díficil para los Misioncros » ; O s. v. gravoso : • La vida es gravosa con tantos males -; etc. EN TORNO AL DICCIONARIO DETEKKHROS 571 carácter lexicológico o lexicográfico. Permítaseme terminar volviendo a la para mi patética imagen de un Terreros cuya vida, cuando ya casi tocaba con los dedos la culmination de una obra a la que habfa dedicado enormes esfuerzos, cambió trágicamente de rumbo un 1° de abril de 1767. i Qué sentiría ešte hombre cuando iba camino del desticrro ? i Que pensarta, ya en Italia, sobre el destino que habría corrido su obra ? Sabemos que al cabo de los aňos llegó a reclamar su diccionario en algún memorial dirigido al reyM. Pero pocas esperanzas tendría de recuperarlo. Otras tareas le ocup?ror. en ForlP5, entre ellas b redaction dc una gramílica italiana especialmente deslinada a hablantes espaňolcs ; es un volumen impreso en dicha ciudad en 1771 bajo el scudónimo anagramático de « D. Estevan Rosterre », lleva por título Reglas a cerca de la lengua losa/na o italiana26, y en él se desliza una curiosa y velada alusión a la obra que había dejado interrumpida cn Madrid. Dc esa alusión, que no ha sido bien comprendida, subrayaré las muy breves y diseretas palabras, suavemente teftidas de amargura, que desde la lejanía dediča el bueno dc Terreros a su aňorado diccionario : « ...una Obra - dice nadá más - que cortaron las cireunstancias del tiempo, cuando iban ya cerca de trescientos pliegos impresos de ella n27. Dc seguro, nuestro autor ?e fue a su 24. Vid. Pérez Coycna, art. cit-, p. 134. 25. No es mucho, sin embargo, los que conocemos de su vida y su actividad en la etapa del exilio. A ella perlenece una extensa carta a Juan Andres en la que háce nuestro jesuita una muy ínteresante defensa de Lope, por qiiien siempre sintió gran admiración ; la ha publicjdo J. L. Color, ■ Una defensa inedita de Lope de Vega en la « querelle » de los jesuilas espanoles exputeos », Studia historka ei philologica in honorem M- BalUori, Roma, Instituto Espafiol de Cultura, 1984, p. 659-84. 26. En la Re3l Academia Espaňola se conserva (ms. 264, n° 7) »in memorial autógrafoe inédito en que Terreros, desde Forli y con fecha lOdeseptiembre de 1775, solicits que se le permita la introduction y venta cn Espaňa de 5U gramitica italiana. El Consejo resolvió que el interesado enviase, por medio de los Comisarios Reales, un ejemplar de su obra. No sabemos en qué paró el asunto. 27. He aqui el contexto de la cila : « Como esta Obrita esté escrita en Caslellano segun una Ortografia algo d i versa de la comun, no sera fuera del caso insinuar aqul brevemente este uso y la razón de él, como lo ojecule, ya ha más de vcintc aňos. en un manuserito que, habicndole confiado, abusó de él un Plajiario. Y el mismo lusol observaba lyol en una Obra que cortaron las cireunstancias del tiempo... » (p. XI). Ese manusciilo al que se refiere no es dcsde lucgo el prólogo del diccionario ; sería un tratadito de ortografia - cuyo contenido coincidiria lógicamente con tas páginas que luego cn el prólogo dedicó a esa cuestión - que alguien, según Terreros, le plagió. En el prólogo mismo alude a su proyecto iniciál de publtcar, antes que cl diccionario, una ortografia : * Tuve la idea dc dar al publico como precursors de esla obra una ortografia breve que le allanase el camino; pero encontrándome en cl mío con muchas mui aprcciablcs, me parectô que no era obra necesaria, y que bastaba fijar como preliminar el uso de las lelras 572 BULLETIN lUSPANIQUE tumba de la caledral de Fbrlf sin sospechar siquiera que esos casi trescientos pliegos, más todos los que faltaban, llegarian finalmcnte, y tan solo unos pocos aňos despučs, a editarse. y su pro nuncia dó n, dando a esta sob por regia general de la eseritura ■ (p. xix). Pero aún hay más. En una rclación autobiográfica que, ya en la etapa italiana, envió Terreros a Hervás, tambien alude al asunto del plagio. cuando describe, en lercera persona, el contenido del prólogo que habia dejado eserito para su diccionarlo : « Lo cuarto cxponía y defendia la ortografia que usaba de deseribir las voces con las letras mismas que suenan y se pronuncian, omiliendo las que no suenan. De cslc metodo que eseribió por los aňos 1750 y síguicntes para dark* a luz a su tiempo se valió un plagíario que podia nombrar, Un amigo del autor, a quien dio esle los papeles, no le fue del lodo fieL pucs los confió al plagíario <• (apud Pérez Coyena, p. 130). Asi pues, que Teitetos sc referia cn aquella gramática italiana a la existencia de un plagíario de sus opiniones en materia ortográfica no cabe dudarto. El pioblema est á cn saber quičn fue. Y teniendo en cucnta que lo más probable (aunque no completa meľtte seguro) cs que el presunlo plagio se produjera entre 1767 (fecha de redaction del piólogo, cn el que no encontramos ninguna queja al respecto) y 1771 (fecha de las Reglas.-.), mb sospechas se centran en el escolapío Bcnito IFcliul de San Pedro, cuyo Arte del romance castellano {Valencia, 1769, 2 ts. en un vol) cxponc cn la parte ortográfica (t. II, p. 173-212) unos criterios que, por seguir el principk> del fonetismo, concuerdan bastante con los de Terreros. Véase, sobre las ideas ortogľáficas de esa época, el excelente panorama que trazt' Á. Roscnblat cn ■ Las ideas ortográfkas de Bello » (Hello, Obras completes, t. V, Caracas, Ministerio de Educación, 1951 ; especialmente, para Benito de San Pedro y Terreros, p. LXXXVI-LXXXVIN) ; y tčngasc cn cucnta que en aquel - ambiente de polémicas orlográíicas, agravadas con enconos personales » de que habla Roscnblat (p. LXXXIII) no era dificil tomar por plagio la coincidencia. Puede, en fin, resultar cuiíoso aňadir que a Bcnito de San Pedro lo acusaria Gayoso en 1780 de haber seguido demasiado de cerca cn su Arle, enrre otras obras, la Paleografía de Terreros (o de Burriel, o de Terreros-Bu r riel), la Cramá'ica del propio Gayoso y la Ortografia de Bordazar (vid. F. Lázaro Carreter, las ideas lingüisticas en hspaňa durante el sigh XVIII, Barcelona, Critica, 1999, p. 199). LAS IDEAS GRAMATICALES DE LOS DISCÍPULOS DE MENÉNDEZ PIDAL Jose PORTOLÉS Universidad Autonoma de Madrid Cct article analyse les idčes grammaricales des disciples de Mcnéndez Pidal (A. Alonso, S. Gili Gaya, R. Lapesa y S. Fdcz. Ramirez) et pťésente leurs divergences théoriqucs comme la consequence de leur rapport different avec les courants linguistiques de ľépoquc : ľhistoricisme, le spychologtsme, la stylistique et le slructuralisme. Este artículo analiza las ideas gramaticalcs de los discípulos de Mcnéndez Pidal (A. Alonso, S. Gili Gaya, R. Lapesa y S, Fdcz. Ramirez) y presenta sus divcrgcncias teôricas como cunsccuencia de su distinta relacion con las corrientes lingüisticas de la época : el historicismo, cl psicologismo, la es'ilfetica y cl cstructuralismo. INTRODUCCIÓN' Los miembros de la segunda gcneraeión del Centro de Esludios Históricos1, aquellos naeidos entre el final de un siglo y el comienzo de olro, reeiben su formación linguística en un ambiente en el que dominan el historicismo positivista de Menčndez Pidal y el idealismo vossleriano. Algunos anos después, en las decadas de 1930 y 1940, se familiarizan con la obra de Ferdinand de Saussure (1857-1913) y de Nicolai 5. Trubctzkoy (1890-1938P. Asi, no es 1. Paracompletarel presente artículo en relaöon a asuntos anteriores a 1952, sobre todo a propósito de la concepción linguística de Amado Alonso, cf.J.Portolés(!9S6>. 2. La primera generáciou es la formada por Américo Castro, Tomas Navarro Tomas V Federico de Onis, enrre otros. 3. Ur*a serie de conferencias que pronuncia Dámaso Alonso en la Universidad Internacionál de Verano de Santandcr cn 1934 con el titulo : tos nuevos mitodos teenkos dela Filológia y de la Ciencia literaria, constituye la primera íntroducción sistemálica al cstructuralismo. B. Hi, T. 94,1992, n° 2, p. 573 a 601.