logrósembrarentre losmásjóvenesuna especiedeculto por sus atmósferas y lenguaje, tal como lo muestran los montajes realizados posteriormente a su desapari-ción: La noche que raptaron a Epifania (2001) y El ga-lán fantasma, "versión libérrima a un Calderón con fri-joles" El conjunto de su producción dramática, recrea un universo complejo y compacto que algunos de sus contemporáneos no vacilan en nombrar "mundo calánime" o suerte de calamidad, que se expresa en cada una de las palabras y acciones de sus personajes. 1822 Obra para próceres y comparsas Flavio Gonzalez Metlo 218 f n tře los hombres no se necesitan sino farsas, porque todo cs una comedia. Servando Teresa de Mier Personajes Padre Mier, sacerdote cincuentón Guadalupe Victoria, insurgente trasnochado, luego Presidente de la República. Treinta y seis aňos Agustín de Iturbide, general, luego Emperador de Mexico. Cua-renta aňos. Antonio Lopez de Santa Anna, Jefe Militär de la Provincia de Veracruz. Veintiocho afios Y un minimo de siete actores que representarán a: Miguel Ramos Arizpe y Valentín Gómez Farias, diputados cuarentones José G. Dávila, gobernador del castillo de San Juan de Ulúa. Peninsular Vicente Guerrero, general mulato Nicolas Bravo, veterano insurgente Pío Marcha, coronel del Ejército Imperial Mexicano Benesky, polaco encubridor Goyo, pintor de la corte Torrejas, de la Lagaňa, Membrete y Corchea, diputadosdel Con-greso Mexicano Secretario del Congreso Ujier del Congreso Tres Caballeros de la Orden Imperial de Guadalupe Dos Comerciantes y un Fraile Dominico, conspiradores criollos Un Sastre francés U n Orfebre vetusto Un Guia Indigena Dos Indios Veracruzanos Un Sargento realista Un Guardia realista Un Cabo del Ejército Imperial Mexicano Soldados Gendarmes Léperos PRIMER ACTO PROLOGO Un páraje boscoso en elsureste mexicano, 1821. Por extremos opues-tos del escenario entran Vicente Guerrero, seguido por dos Insur-gentes que portan uniformes maltrechos, y Agustin de Iturbide, acompoňado por dos soldodos reolistas. Los soldodos de ambos bandos cortan cortucho yse ctpuntan entre si, listos para disparar. Los caudilios avanzan lentamente empuňando sus aceros. Cuando están a un par de metros se detienen y se miden eon la mirada durante varios segundos. A un tiempo, ios dos generalotes desenfundan, entregan las espadas a sus subalternos y se abrazan largamente con sobriedad. Insurgente [Viva el Plan de Iguala! Soldados iViva I Realista iVivan las Tres Garantias! Soldados iVivan! Insurgente jViva Mexico! Soldados jViva! La luzbaja, y por unos momentos sólo queda un seguidor iluminan-do a los generates, que con el brazo sobre el hombro del aliado mi-ran hacia el publico, dando la estampa. Oscuro lento. ESCENA PRIMERA Principios de 1822 En la oscuridad se escuchan los gritos de: 225 Mier iQue me sueltes, te digo! i No tienes derecho a tratarme asi, caníbal! jSarraceno! jQulta tus sucias manos de mi sotana! Se ilumina el despacho dd gobernador dd castillo de San Juan de Ulúa, frente al puerto de Veracruz. Es de noehe. A la luz de una vela, el Mariscal Dávila está sentado a su escritorio; frente a él compare-ce Mier, llevado a rastras por un Sargento y un Soldado de! ejdcito realista. Mier viste una averiada sotana. Mier i Mariscal Dávila, haga el favor de ordenarle a sus secuaces que me procuren el trato que mi investidura exige! Dávila iA qué viene el escándalo? Sargento El reo, don José, que interttaba fugarse, [Le hace una sena al Soldado, quien maestra un gran davo de fierro] Dios sabe cuánto tiempo llevaba desmoronando la pared alrededor de su ventana con este clavo. Gáspar lo sorprendió tratando de arrancar la reja. Mier jBah! Sólo un demente tramaría semejante eseape. i Mí ventana está a treinta pies del suelo! Soldado Cuando lo eneontré tenía esto en las manos, seňor. [Muestra un paraguas] Pensaba usarlo para amortiguar la caída. Mier jQué disparate...! Díganme, aun cuando hubiera logrado salir sin romperme el esqueleto, iqué se supone que hiciera a continua-ción?íCruzar a nado hasta Veracruz, a través de esasaguas heladas, repletas de corrientes y tiburones? lA mis aňos? Sargento El seňor Gobernador puede comprobar por sí mismo el estado en que encontramos la ventana. Mier jClaroJ A punto de desprenderse, porque la humedad y el sali-tre han podrido por completo el můro. Imagínese el peligro que co-rro, durmiendo todas las noches bajo unos fierros que en cualquier momento pueden zafarse y aplastarme la cabeza. Muchas veces su-pliqué a mis cancerberos que la arreglaran; no me hicieron caso, y decidí reforzarla por mí mismo. Este oyó el ruido, y el muy imbecil se figuro que me estaba escapando... i Hijo! ilmagínate si me voy a an-dar fugando, yo, que soy tan asustadizo que hasta las campanas del ángelus me sobresaltan! Soldado Si pensaba escapar, Mariscal. Hasta amenazó con enterrarme ese fierro en el cuello si daba (a alarma... Mier Seňor Gobernador, no le otorgará más crédito a los chismes de este limpiarretretesquea la palabra de don ServandoTeresa de Mier, Noriega, Guerra y Fernán-González, doctor en sagrada teología por la Real y Pontificia Universidad de México; protonotario apostólico y prelado doméstico del Sumo Pontífice; caballero hijodalgo de casa y solar conocido descendiente de los primeros conquistadores e hijo de quien fuera Gobernador del Nuevo Reino de Leon. Dávila A ver los títulos. Mier Se los entregué a mis jueces, junto con mis escritos y el resto de mis pertenencias. Todo debe constar en autos. Dávila [Revuelve los papeles de su escritorio y extrae un piiego, que revisa.] Aquí lo único que dice es que con usted hay que andarse con mucho cuidado, porque al menor descuido está intrigando... [Lee por eneima.] "Crimen de lesa majestad... apostasía... escritos invi-tando a la sedición... prácticas masónicas... concesión no autorizada de indulgencias... piratería..." jAh, aquí está! "Fuga e intento de fuga de diferentes prisiones civiles y eclesiásticas, con un total de cator-ce reincidencias..." [Moja su pluma en el tintero y enmienda el do-cumento.] Y con ésta, ya son quince... Mier i Ésas no son más que calumnias inventadas por mis enemigos! Yo siempre he sido leal a Su Majestad. Dávila iPor eso participó en esa ridícula expedición que pretendía su-blevar México? 226 227 Mier El general Mina me hizo acompaňarlo con engaňos. Se enteró que yo andaba buscando pásaje para regresar a mi patria y se ofre-ció a Nevarme gratis, sin revelarme los verdaderos fines de su viaje. Cuando me di cuenta era demasiado tarde para escapar... y aun asi, a la primera oportunidad me acogí al indulto ofrecido por el Virrey; indulto que no me fue respetado y cuya obediencia inmediata reclame. Dávila Ya reclamará todo lo que quiera en Espaňa. Lo embarcaremos en el primer transporte que nos envien de La Habána... Y mientras tanto, voy a disponer que lo muden a una celda donde ninguna ven-tana amenace con venirsele encima... [Al Guardia.] jAl pudridero! El guardia intenta llevárselo. Mier se resiste. Mier jUn momento! iUsted no tiene jurisdieeión sobre mi! jExijo que respete mi fuero como Diputado del Congreso Mexicano, y me deje continuar inmediatamente hacia la capital del Imperio para ocupar mi escaňo y cumplir mi mandato! Dávila E50S fueros no valen aquí. Esta es Nueva Espaňa, y el único mandato que reconocemos es el de Su Majestad don Fernando VII. Mier iNueva Espaňa ya no existe! Dávila Existe, existe, Momentáneamente disminuida, es cierto; pero mientras no se pierda este heroico Castillo de San Juan de Ulúa, sigue habiendo Nueva Espaňa. Ya encontraremos la manera de re-cuperar el resto y castigar a los traidores... Mier iTraidores...? Digame, iacaso Su Majestad no expidió hace siete aňo5 un decreto en que declaraba ilegitimas a las Cortes de Cadiz, llamándolas "puňado de facciosos", y a su Constitution, "crimen de lesa majestad"? £Y no es verdad que en respuesta, las Cortes orde-naron no reconocer por Rey a don Fernando...? Asi que digame, zcuál de los dos decretos vale? Si me contesta que el del Rey, ustedes, que juraron la Constitución, son facciosos y criminales de lesa majestad; y los insurgentes, en cambio, al no reconocer a las Cortes dieron muestra de su lealtad a don Fernando... Pero si el bueno es el de las Cortes, los insurgentes, al no reconocer más a don Fernando, cum-plen lo que ustedes debieron haber hecho si no fueran traidores, rebeldes y perjuros a Dios, ante quien juraron la Constitución, y con ella, no reconocer por Rey a Fernando. Conque digame, Mariscal, iquiénes son los traidores? Dávila i Bašta! [Encierren a este insidioso! jY échenle triple candado, que se la ha pasado toda su vida escapándose de la justicia! Mier [Al Guardia] j3i obedeces esa orden incurres en desacato del Real Decreto que ordena poner inmediatamente en libertad a todos los presos políticos! El Guardia se queda paralizado, indeciso y temeroso. El Sargento interviene y se //era a la fuerza a Mier. Mier i'Están atentando contra un ministro de la Iglesia! iEsto les pue-de costar la ex-comunión! Sale arrastrado por el Sargento. Dávila avienta el legajo sobre su eseritorio, malhumorado. Guardia [Asustado.] iSeňor, yojuré la Constitución porque pensaba que ésa era la voluntad del Rey! i No sabía que fuera traición! Dávila iNo seas imbecil! Claro que no es traición. Anda, vigila bien su mazmorra... Y si te habla, no le hagas caso, ientendido? No vaya a enredarte con sus falacias. El Guardia asiente y sale, cruzándose eon el Sargento que regresa. Dávila iAhora qué pasa? 228 229 Sargento El brigadier Santa Anna solicita permiso para conferenciar. Dávila jDile que mantengo mi respuesta! Sargento Eh... dice que lo que viene a tratar es muy grave, y que le con-viene oírlo porque va en juego la vida de usted... Asi dijo. Dávila [Suspira con fastidio.] Esta bien, déjalo pasar... El sargento asiente, sale y regresa inmediatamente, cuadrándose para anunciar. Sargento i El Comandante General del puerto de Veracruz! Santa Anna entra sonriente y camina con los brazos extendídos al encuentro de Dávila. Santa Anna iDon Pepe...! Dávila iQué buscas aquí, Judas? jYa te dije que no pienso capitular! Santa Anna |Don Pepe! Sólo vengo a quejuguemos una mano de carretilla, como en los viejos tiempos. [Le muestra una boraja] Dávila iEs todo? Santa Anna [Sentándose a la mesa] ...Y de paso aprovecho para contarle algunos asuntillos que le interesan... ireparte usted, o yo? Dávila, serio, le cede el honor con un gesto, y se sienta del otro lado de la mesa. Santa Anna baraja con habilidad de jugador empeder-nido. Dávila iY si traes con qué pagar, o te vas a hacer guaje como la última vez? Santa Anna [Echa unas monedas en la mesa] La salida es de cincuenta. Dávila iVaya...! iQué impuesto les inventaste ahora a los pobres co-merciantes del puerto? Santa Anna iNo le digo, don Pepe? Usted se trae algo contra mi. [Le da a partir el mazo.] Dávila jPor favor! iQué iba yo a tener contra quien solamente me cla-vó un puňal por la espalda? Santa Anna [Repartiendo] jDon Pepe, don Pepe... usted siempre tomándo-se las cosas tan a pecho, de veras! Dávila iTe parece poco? iHaberte pasado con todo y tropas al bando enemigo? << Después de lo que habia hecho por tí? Santa Anna No fue nada personal. Usted sabe que yo siempre lo he admira-do y lo eonsidero como mi propio padre. Pero antes que mi cariňo por usted está el amor a mi Patria. Dávila Y a los galones que Iturbide te ofreció. Santa Anna inicia el juego de naípes, que continuará durante los siguientes di á logos. Santa Anna Pues sí, no le voy a negar que en mi decisión también influyó el haberme dado cuenta de que como criollo, en el ejército realista nunca iba a pasar de ser un oficial de segunda. Dávila |Si te acababa de ascender a teniente coronel...! De haber per-manecido leal, ya serias coronel. Pero claro, ipara qué esperar, si a M á enfrente se brincan el escalafón y te ofrecen directamente el grado de brigadier...! Van setenta. Santa Anna Y treinta más. En ocasiones, don Pepe, hay que aprovechar las 230 231 oportunidades como se presentan. Ya se lo he dicho varias veces, pero usted no me quiere hacer caso... Dávila Ni lo voy a hacer nunca, asi que mejor no insistas. Santa Anna Sea sensato, padrino. lHo ve que si no los torna usted...? Dávila [Interrumpiéndolo] jSí, si, ya sé, "los acabará tomando alguno de mis hombres"! "Nadie resiste un caňonazo de 50,000 reales", ino? [Santa Anna le da la razón con un gesto] Pues ya ves que han resis-tido perfectamente. No todos cojean del mismo pie que tú... Palan-quín. [Dávila abre su juego. Santa Anna comprueba su derrota con incredulidad. Dávila se lleva las apuestas malhumorodo] jY de una vez te digo que si veniste a proponerme lo mismo de siempre, mejor aquí le paramos! Santa Anna jNo, no! Yo lo mencioné porque salió a la conversación... Su entrada. [Pone más dinero sobre la mesa y revuelve la baraja para iniciar otra mano.] Dávila iCuál es el asunto que tanto me interesaba? Santa Anna Es sobre uno de los presos que tiene usted aquí. Dávila iCómo se Hama? Santa Anna Fray Servando Teresa de Mier. Dávila Van cien más. Santa Anna Doscientos... A nombre de mi gobierno le solicito de la manera más atenta que lo deje en libertad, por tratarse de un diputado del Imperio. Dávila Puedes comunicarle a tu gobierno de la manera más atenta que le vaya buscando un sustituto a su diputado. Santa Anna Este no es cualquier diputado, don Pepe. Es sobreviviente de la expedición de Mina. El Congreso lo acaba de nombrar Prócer. 232 Dávila Por mi, que se jodan tu Congreso y todos sus próceres. Santa Anna El pobre se ha pasado la mitad de su vida en el destierro. Y justo ahora que puede regresar a su patria, le toca caer en el únieo pedazo de territorio que sigue en manos de los espaňoles... Nadie se merece tan mala suerte, ino cree? Dávila iY a tí que grado te ofrecieron ahora si consigues que lo libere, eh? iAlmirante? Santa Anna No sea asi, padrino. Qué le cuesta mostrarse un poeo más humanita rio... Acuérdese que el día de maňana puede estar pidiendo la misma clemencia que hoy niega... Dávila iMe estás amenazando? Santa Anna No, como cree. Pero los dos sabemos que el castillo más tem-prano que tarde tendrá de rendirse; y yo no sé si pueda controlar los impulsos de mis hombres si usted los desaira de esta manera... Dávila Déjate de alardes. Falta que seas capaz de tomar la fortaleza. Santa Anna Podria hacerlo ahora mismo, si quisiera. Cuestión de ordenar el ataque. Dávila iY ahora sí vendrán sobrios, tus soldados? £0 se van a caer de borrachos como la última vez? Santa Anna [Se sonroja] Eh... sí, bueno, algunos se pusieron a festejar an-tes de tiempo... Eso nunca más va a ocurrir... Va mi resto. Dávila Pago por ver. Santa Anna [Radiante] Palanquín. Dávila Carretilla. 233 Santa Anna jMe cago en las tres garantias! [Dávila se lleva las apuestas. Santa Anna recoge las cartas cornpulsivamente] jOtro! Dávila Era tu resto, ,>no? Santa Anna [Saca un reloj.] jLe apuesto mi reloj! Es el auténtico de los ofi-ciales de Napoleon. Trae su efigie en relieve, ive? Dávila [Se kvanta, bostezando.] Otro día. Santa Anna jY un barco cargado de provisiones! iVa? Dávila No. Santa Anna Mire... Le propongo esto: redondilla vasca, a una sola mano. Si usted pierde, me entrega al reo. Si yo pierdo... le entrego el puerto, icómo la ve? Dávila sonríe. Santa Anna lo mira serio y decidido. Dávila Ya está amaneciendo. Mejor te regresas a Veracruz, no vaya a agarrarte el bombardeo en medio del agua. Santa Anna se dirige con fúria hacia la puerta, yse detiene antes de cruzarla. Santa Anna Por las buenas o por las malas, don Pepe, yo voy a cumplir mi eneargo. Ese reo sale porque saie... iConste que se lo adverti! Se va. Dávila queda pensativo. Dávila [AI Sargento.] Prepara al reo. Vamos a enviarlo a Veracruz. Sargento Con todo respeto, seňor gobernador, no creo que debamos to- 234 mar en serio sus amenazas. La fortaleza está segura y los refuerzos de La Habána ya no deben tardar. Dávila Ese fraile es de un earácter tan insidioso que más vale tenerlo de aquél lado y no de éste... Quién quita y sus intrigas en el Congre-so nosayuden a reeuperar la Nueva Espaňa... Obscuro lento. ESCENA SEGUNDA Antesala de Palacio en la Ciudad de México. Tres diputados esperan audiencia: Mier, vistíendo colores episeopales; Miguel Ramos Arizpe, que porta una deseuidada sotana; y Valentín Gómez Farias, que va de civil. Mier No sé qué hacemos aquí, primo. zPor qué no nos vamos al Con-greso? A estas horas ya me habrian tornádo protesta. Ramos Arizpe Se trata simplemente de una eortesía. Iturbide insistió en co-nocerte en cuanto llegaras a México. Mier iCortesía? iLlamas eortesía a tenernos esperando toda la mafiána? Gómez Farias Se le debe haber atravesado algún asunto de Estado. En lo que se resuelve quién ocupa el trono del Imperio, el Generalísimo se está encargando de despachar los pendientes de Palacio... Pero la oca-sión bien vale la espera, fray Servando. Mier [Corrige] "Padre Mier", si es tan amable. Hace 20 aňos que me secularicé. Gómez Farias Cuántos no darían lo que sea por el privilegio de eonocer al hombre que forjó nuestra independencia, padre. 235 Mier Bueno, no fue sólo él. Qómez Farias Claro, claro.Todoscontribuimosdesdedistintastrincheras. Pero ní Morelos con todo su talento militar habia logrado culrninar la lueha. Hasta que don Agustin, enviado a combatir a Guerrero, unió sustropasa las del insurgente y consumó la independencia sin derra-mar una sola gota de sangre. Mier Si. Un golpe de Estado. Gómez Farias iHubiera visto con qué emoción se abrazaron los dos generales en Acatempan! iFue un momento inolvidable! Mier Si. Un golpe de escena. Gómez Farias Hace apenas un aho la independencia parecia causa perdida. Que Ramos Arizpe me desmienta... [Ramos Arizpe le da la razón con un gesto] Y véanos ahora. Todo se lo debemos a Iturbide, padre. Mier Si. Y seguramente querrá cobrarnos la deuda con la corona de Mexico. Gómez Farias jCómo cree, padre! E! generalísimo ni siquiera figura en la lista de aspirantes. Para que él tuviera alguna oportunidad, primem ten-drian que declinar todos candidates previstos en los Tratados de Córdoba, empezando por don Fernando VII... Mier i Imagínese si don Fer va a cambiar el trono de Espaňa por el de Mexico! Gómez Farias ...Y por su renuncia o no admisión, su hermano el serenisimo infante don Carlos; v por su renuncia o no admisión, el serenisimo infante don Francisco de Paula; y por su renuncia o no admisión... Mier Si, si; pero ya sabemos que ninguno de esos va a aceptar. Gómez Farias iNo es poca cosa lo que les estamos ofreciendo! Ramos Arizpe No tiene caso haeer especulaciones. Habrá que esperar la res-puesta de Europa. Mier Pues si se quiere restablecer el Imperio Mexicano, no veo por que ir a buscar un rey hasta alia, cuando aqui mismo hay descen-dientes de las 30 familias reales que exístían antes de la conquista. Yo mismo desciendo en linea directa del Emperador Cuauhtemoc... Ramos Arizpe No empieces, Servando. Mier La cuestión es... ipara qué queremos un rey? Quienquiera que sea. Gómez Farias iHay otra opción? Mier Convertimos en república. Gómez Farias i Pf! Eso aquí no funcionaría. Ramos Arizpe Gómez Farias tiene razón. Yo, igual que tú, hubiera preferido que Mexico fuera una república federal como los Estados Unídos... Mier Yo no dije federal. Una con podereš centrales me parece más que suficiente. Ramos Arizpe ...Pero no podemos hacer un cambio asi de la noche a la maňa-na. La gente está acostumbrada a obedecer a un rey. Gómez Farias Todas las potencias europeas tienen su Rey. No veo por que nosotros ibamos a quedarnos atrás. Mier jBah! Esos tiranuelos son una bola de brutos ignorantes. Los reyessiempre han sido el azote del pueblo. Sólo sirven para gastarse el dinero del erario... iCuánto dices que le aprobaron a la Casa Imperial en el presupuesto? Gómez Farias Un milión y medio de pesos. 236 237 Mier iMillon v medio! Y mientras tanto, al pais no le alcanza ni para comprar un par de barcos que defiendan Veracruz. Gomez Farias Bueno... de hecho, tampoco hay suficiente dinero para que ese presupuesto realmente se ilegue a ejercer. Mier ,;Y entonces, para que io aprobaron? Ramos Arizpe iPor que de pronto te parece tan mal que tengamos rey? Tit misrro recomendabas en tus libros que el mejor sistema para cuan-do el paisse independizara seria una monarqitia constitucional mo-derada, como la que hay en Inglaterra. Mier Si, pero los ingleses son distintos a nosotros. Su espectaculo favorito es ver reyes destronadosy masacrados, que es casi lo unico que presentan sus teatros. Dicen que cuando uno de ellos, por pre-venir la inmoralidad, intento prohibir las representaciones, se armo tan gran alharaca que el Soberano tuvo quedar marcha atrasy pros-cribir su decreto para conservar el trono... y la cabeza. Para que vean lo que sucede alia ante la mas minima amenaza de tirania... Nosotros, en cambio, somos como los franceses: abrazamos los extremos o de muy serviles, o de muy liberales. Un rey no conviene a nuestro caracter, tan propenso a la lisonja. De inmediato se vena rodeado por un ejercito de monarcomanosy aduladores... Sin ir mas lejos: en Inglaterra, ningun diputado se quedan'a tanto tiempo haciendo an-tesala, aunque fuera a recibirlc el Monarca en persona... [Se ievan-ta.] Don Valentin... primo... con su permiso. Yo me voy a rendir pro-testa. Ramos Arizpe i Esperate, Servando...! Hay algo que necesitas saber... Mier iQue pasa? Ramos Arizpe Mira... para que puedas rendir protesta, es indispensable que antes pronuncies unas palabras al pleno, retractandote de lo que dijiste hace treinta ahos en tu sermon de la basilica. Mier iiRetractarme?! Ramos Arizpe Es una pequeňa formalidad. Sólo tienes que decir que te arre-pientes de haber negado la existencia de la Virgen de Guadalupe. Mier iYo nunca negué su existencia! Lo que negué fue la leyenda de las apariciones a Juan Diego, nada más. Gómez Farias iNada más! Mier En mi sermón demostré que mucho antes de la Conquista, la Virgen ya era venerada por los antiguos mexicanos, y que la imagen no está impresa en el ayate de Juan Diego, sino en la capa de Santo Tomáš Apoštol, que vinoa predicaren estas tierrasen el primer siglo de nuestra era y fue conocido con el nombre de Quetzalcóatl. Gómez Farias j Que disparate! Mier iAI contrario! Disparate hubiera sido defender esa fabula de las apariciones, tan inverosimil y liena de incongruencias, que de ella se agarraban los espaňoles para poner en duda continuamente la existencia de la Guadalupana. Yo, en cambio, quise brindar al milagro guadalupano un fundamento histórico que callara para siempre a los que pretenden escatimarnos la gloria de haber sido seňalados por la madre de Dios como sus especiales protegidos. <