JOSE AGUSTIN Cuentos compktos 1968-2002 "Introducciön vaquera" de Luis Humberto Crosthwaite CUÁL ES LA ONDA "Cuando me pongo a tocar me olvido de todo. De manera que estaba picando, repicando, tumbando, haciendo contracanto o concertando con el piano y el bajo y apenas distinguia la mesa de mis amigos los plaňideros y los tímidos y los divertidos, que quedaron en la oscuridad de la sala." Guillermo Cabrera Infante: Tres tristes tigres. "Show me the way to the next whisky bar. And don't ask why. Show me the way to the next whisky bar. I teil you we must die." Bertolt Brecht y Kurt Weill segun The Doors. Requelle sentada, inclinando la cabeza para oír mejor. Mesa junto a la orquesta, pero muy. Requelle se volvió hacia ei baterista y dirigió, con dedos sa-bios, los movimientos de las baquetas. Su badness, esta niňa está lo que se dice: pasada, pero Oliveira, el baterista, muy estúpido como nunca debe esperarse en un baterista, se equivocaba. Equivocábase, diría ella. Requelle se hallaba sobria, bien so-bria, quizá sólo para llevar la contraria a los muchachos que la 53 invitaron al Prado Floresta. Ellos bailaban y reían y bebían dis-frutando de Una Noche Fuera Estamos Cabareteando y Cosas De Esa Onda. Cuál es la onda, no dijo nadie. Pero olvidémonos de ellos y de Nadie: Requelle es quien im-porta; y el baterista, puesto que Requelle lo dirigía. Una pregunta: querida, cara Requelle, puedes afirmar que estás haciendo lo debido; es decir, tus amigos se van a enojar. Requelle miró con ojos húmedos el cuero golpeadísimo del tambor; y aunque no lo puedan imaginär —y seguramente no podrán— se levantó de la silla — claro— y rue hasta el baterista, le dijo: me gustaría bailar contigo. Él la miró quizá con fastidio, más bien sin interes, sin veria; a fin de cuentas la miró como diciendo: pero niňabonita, no te das cuenta de que estoy tocando. Requelle, al ver la mirada, supuso que Oliveira quiso agregar: música mala, de acuerdo, pero ya que la toco lo menos que puedo hacer es echarle las ganas. Requelle no se dio por aludida ante la muda respuesta (dígase: respuesta muda, no hay por qué variar el orden de los facs aunque no alteren el resultado). ' Sim plemeňtepermaneció al lado de Baterista, sinsaber que se llama-ba Oliveira; quizá de haberlo sabido nunca se habría quedado allí, como niňa buena. El caso es que Baterista nunca pareció advertir la presencia de la muchacha, Requelle, toda fresca en su traje de noche, ma-quillada apenas como sólo puede pintarse una muchachita que no está segura de ser bonita y desconfía de Mediomundo. i Requelle se habría sorprendido si hubiese adivinado que Oliveira Baterista pens aba: qué muchacha tan atractiva, otra que se me escapa a causa de los tambores (de tontos tamaňos, diría Personaje). Cuando, un poco sudoroso pero no dado a la desgracia, Oliveira terminó de tocar, Requelle, sin ningún titubeo, decidió repetir, repitió: me gustaría bailar contigo; no dijo: guapo, pero la mirada de Requelle parecía decirlo. Oliveira se sorprendió al máximo, siempre se había conside-rado el abdominable yetis Detcétera. Miró a Requelle como si ella no hubiera permanecido, de pie, junto a él casi una hora. (lease horeja, por aquello de los tamborazos). Sin decir una palabra (Requelle ya lo consideraba cuasimudo, tartamudo, pues) dejó los tambores, tomó la mano de Requelle, linda muchacha, pensó, y sin más la condujo hasta la pista. Casi estaban solos: para entonces tocaba una orquestapeor y quién de los monos muchachos se pararía a bailar bajo aquella casimúsica. Oliveira Baterista y Linda Requelle sí lo hicieron: es más, sin titubeos, a pesar de las bromas poco veladas, más bien obvias, de los conocidos requellianos desde la mesa: ya te fijaste en la Requelle | siempre a la caza demociones ŕuertes j ŕuerte tu olor | bella Err e con quién fuiste a caer. Erre no dio importancia a las gritadvertencías y bailó con Oliveira. 54 55 Brfncamo, gritö alguien de la orquestavaril y el rittno, la-mentablemerite sincronizado, se disfrazö de afrocubano: en ese momento Requelle y Oliveira advirtieron que estaban solos en la pista y decidieron hacer el show, jugar a Secuencia de Film Sue-co; esto es: Oliveira la tomö gentilmente y atrajo el cuerpecito fragante y tembloroso, que a pesar de los adjetivos anteriores, no presentö ninguna resistencia. Entonces siguieron los ejeje| ändale te vamos a acusar con Mamis | muchachita destram- pada| Requelle, como buena nifia destrampada, no hizo caso; solo recargö su cabeza en el hombro oliverico y se le ocurriö decir: quisiera leer tus dedos. Y lo dijo, es decir, dijo: quisiera leerte los dedos. Oliveira o Baterista o Cuasimudo para Erre, despegö la me-jilla y mirö a la muchacha con ojos profundos, conmovidos y sabios al decir: me cae que no te entiendo. Si, insisüö Erre con Erre, quisiera leer tus fmgers. La mand, digo, la raano quer ras decir. Nop, Cuasi, yo se leer la raano: en tu caso quisiera leerte los dedos. Trata, pecaminosa, pensö Oliveira, pero solo dijo: trata. Aqui, imposible, my queridisimo. I wonder, insisüö Oliveira, why. You can wonder lo que quieras, arremetiö Requelle, y luego dijo: con los ojos, porque en realidad no dijo nada: porque aqui hay unos imbeciles acompanändome, chato, y no me encontraria en la onda necesaria. Y aunque parezca inconcebible, Oliveira-sölo-un-baterista-comprendiö; quizä porque habia visto Les Cousins (sin declaraciön conjunta) y su- ponia que en una circunstancia de esas es riguroso saber leer los ojos. El supo hacerlo y dijo: alma mia, tengo que tocar otra vez. Yo, asegurö Requelle muy seria, dejaria todo sabiendo lo que tengo entre manos. Faux pas, porque Oliveira quiso saber que tenia entre manos y la abrazö: asi: la abrazö. Uy, pensö Muchacha Temeraria, pero no protestö para pare-cer muy mundana. Tu victorias, gentildama, al carash con mi Iaboro. Se separaron (o separäronse, para evitar el sese): Olivista corriö a la calle con el preolimpico truco de comprar cigarros y la buena de Requelle fue a su mesa, tomö su saco (muy marinero, muy buenamodamod), dijo: chao conforgueses a sus amigos azorados y saliö en busca de Baterista Irrespon-sable. Naturalmente lo encontrö, asi como se encuentra la forma de inquirir: ay, hija mia, Requelle, que , haces con ese hombre, tanto interes tienes en este patin. Requelle sonriö al ver a Oliveira esperändola: una sonrisa que respondia afirmativamente a la pregunta anterior sin intuir que patin puede ser, y debe de, lo mismo que: onda, aventura, relajo, kick, desmone, et caetera, en este calö tan ex- presivo y ahora literario. 56 57 El problema que tribulaba al buen Olivista era: do debo llevar a esta niňa guapa. Opto, como buen baterista, por lo peor: le dijo (o dijo, para que el le): bonita, quieres ir a un hotelin. Ella dijo si para total sorpresa de Oliconoli y aun agregó: siempre he querido conocer un hotel de paso, vamos al más de paso. Oliveira, más que titubeante, tartamudeó: tú lo has dicho. i Oliveira cristiano! Quiso buscar un taxi, roído por los nervios (frase para exclusivo solaz de lectores tradicionales), pero Libre no acudió a su auxilio. Buen gosh, se dijo Oliverista. No recordaba en ese momento ningún hotel barato por alii. Dijo entonces, muy estúpidamente: vamos caminando por Vértiz, quien quita y encontremos lo que buscamos y ya solitos gozaremos de lo que hoy apetece-mos, que dice usted, muchachita, si quiere muy bien lo hacemos. Híjole, susurró Requellexpresiva. Hotel Joutel, plafiia Oliveira al no saber qué decir. Sólo musitó: tú estudias o trabajas. Tú estudias o trabajas, ecoeó ella. Bueno, cómo te llamas, nifta. Nina tu abuela, contestó Requelle, ya estoy grandecita y ten-go buena pierna, de lo contrario no me propondrias un hotel-quinientospesos. De acuervo, accedió Oliveira, pero cómo te apelas. Yo no pelo nada. Cómo te haces llamar. Requelle. ^Requejo? No: Requelle, viejo. Viejos los cerros. Y todavía dan matas, suspiró Requelle. Ay me matates, bromeó Oliqué sin ganas. Cuáles petates, dijo Req Ingeniosa. Mai principio para Granamor, agrega Autor, pero no puede remediarlo. Requelle y Oliveira caminando varias cuadras sin decir pa-labra. Y los dedos, al fin preguntó Olidictador. Que, juzgó oportuno inquirir Heroina. Digo, que cuándo vas a leerme los dedos. Eso, en el hotel. Jajajó, rebuznó Oliclaus sin cansancio hasta que vio: Hotel Esperanza, Esperanza. Esperanza. jComo te Hamas!, aulló Baterista. Requelle, ya dijete. Si, ya dijísteme, suspiró el musico, cuando pagaba los die-ciocho pesos del hotel, sorprendido porque Requelle ni siquiera intentó ocultarse, sino que sólo preguntó: qué horas no son, e Interpelado respondió: no son las tres; son las doce, Requita. Ah, respondió Requita con el entrecejo fruncido, molesta y con razón: era la primera vez que le decian Requita. Dieciséis, anunció el empleado del hotel. No dijo dieciocho. No, dieciséis. Entonces le di dos pesos de más. Ja ja. Le toca el cuarto dieciséis, seňor. Dijo seňor con muy mala leche, o asi creyó pertinente consi-derarlo Baterongo. 58 59 Segundo pi so a la izquierda. A la gaucha, autochisteó Requelle, y claro: la respuesta: eres argentina. No; soy argentona, gorila de la Casa Rosada, Riendo fervientemente, para s í mi srna. Oliveira, a pesar de su nombre, se quitó el saco y la corbata, pero Requita no pareció impresionarse. El joven músico suspiró entonces y tomó asiento en la cama, junto a Nina. A ver los dedos. Tan rápido, bromeó él. No te hagas, a lo que te traje, Puncha. Con otro suspiro —más bien berrido a pesar de la asonan-cia— Oliveira extendió los dedos. Uno dos tres cuatro cinco. Tienes cinco, inteligentó ella, son-riendo. Deveras. Cinco aňos de dicha te aguardan. Oliveira contó sus dedos también, descubrió que eran cinco y pensó: buen grief, qué inteligente es esta muchacha; más bien lo dijo. Forget el cotorreo, especificó Requelle. Bonito inglés, dónde lo aprendiste. Y Requelle cayó en Trampa al contar: oldie, estuve siglos que literalmente quiere decir centuries en el Instituto Mexicano Norteamericano de Relaciones Culturales Hamburgo casi esquina con Génová buen eine los lunes. Relaciones sexuales, casi dijo Oliveto, pero se contuvo y pre-firió: eso es todo lo que te sugieren mis dedos. A Requelle, niŕia lista, le pareció imbecil la alusión y dijo: nanay, músico; y más y más: tus dedos indican que tienes 60 una alcantarilla en lugar de boca y que eres la prueba irrefutable de las teorias de Darwin tal como fueron analizadas por el Tuer-to Reyes en el Colegio de Mexico y que deberias verte en un es-pejo para darte de patadas y que seria bueno que cavaras un foso para en, uf, terrarte y que harias mucho bien ha, aj aj, ciendo como que te callas y te callas de a deveras y todo lo demas, es decir, o escir: etcetera. No entiendo, se defendio el. Claro, arremetio Requelle Sarcastica, tu deberias trabajar en un hotel destos. Dios, erre la vocation. Tu lo has dicho. i Requelle cristiana! Para entonces —como pueden imaginarse aunque segura-mente les costara trabajo— Requelle no consideraba ni mudo ni tartidem a Oliveira, asi es que pregunto, segura de que obtendria una respuesta docil: y tu como te llamas. Oliveira, todavia. Oliveira Todavia, ah caray, tu nombre tiene cierto pedigree, te quiamas Oliveira Todavia Salazar Cocker. Si, Requelle Belle, dijo el con galanterfa, y vaticino: apuesto que eres una cochina intelectual. Claro, dijo ella, no ves que digo puras estupideces. Eso mero; digo, eso mero pensaba; pues chocala, Requilla, yo tambien soy intelectual, musico de la nueva bola y todo eso. Intelectonto, Olivista: exageras diciendo estupideces. Asi es, pero no puedo evitarlo: soy intelectual de quore matto; pero dime, Rebelle, quienes eran los apuestos imbeciles que acompanabante. Amigos mios eran y de Las Lomas, pero no son intelojones. Ni tienen, musito Oliveira Lepero. Y aunque parezca increible, Muchacha comprendio. Y hasta le dio gusto, pensó: qué emoción, estoy en un hotel con un tipo ingenioso y hasta gro se ro te. Olilúbrico, la mera verdad, miraba con gula los muslos de Requelle. Pero no sabía qué hacer. Je je, asonanta Autor sin escrúpulos. Oliveira optó por trucoviejo. Me voy a bafiar, anunció. Te vas a qué. Es questoy muy sudado por los tamborazos, presumió él, y Requelle estuvo de acuerdo como buena muchachita inex-perta. Sin agregar más, Oliveira esbozó una sonrisacanalla y se metió en el baňo, a pesar de la molestia que nos causa el reflexivo, puesto que bien se pudo decir sim-plemente y sin ambages: en-tró en el baňo. El caso et la chose es que se metió y Requelle lo escuchó des-vestirse, en verdad: oyó el ruido de las prendas al caer en el suelo. Y lo único que se le ocurrió fue ponerse de pie también, y como quien no quería la cosa, ar regio la cama: y no sólo exten-dió las colchas sino que destendió la cama para poder tenderla otra vez, con sumo detenimiento. Híjole, quel bruta soy, pens aba al oír el chorro de la regade-ra. Mas por otra parte se sentía molesta por que el cuarto no era tan sudo como ella esperaba. (Las cursivas indican én-fasis; no es mero capricho, estúpidos.) Hasta tiene regadera, pensó incómoda. Pero oyó: ey, Linda porque no vienes pacá paplaticar. Papapapapá, rugió una ametra-lladorä imaginaria, con lo cual se justifica el empleo cínico de los coloquialismos. Requelle no quiso pensar nada y entró en el baňo (jal fin!: es decir: al fin entró en el baňo) para contemplar una cortina plus que sucia y entrever un cuerpo desnudo bajo el agua que no cantaba cmon baby light my fire. Hélas, pensó ella pedantemente, no todos somos perfectos. Tomó asiento en la taza del perdonado tratando de no quedar-se bizca al querer vislumbrar el cuerpo desnudo de, oh Dios, Hombre en la regadera. (Private joke dedicado a John Toovad. N. del traductor.) El sonreía, y sin explicárselo, preguntó: por qué eres una mujer fácil, Rebelie. Por herencia, lucubró ella, sucede que todas las damiselas de mi tronco genealógico han sido de lo peor. Te fijas, dije tronco en vez de árbol, la Procuraduría me perdone; hasta esos extre-mos llega mi perversion. And how, como dijera George Sands, comentó Oliveira Limpio. Y sabes cuál es el colmo de mi perversion, aventuró ella. Pues no, la respuesta. Olito, el colmo de mi perversion es llegar a un hotel de a peso | De a dieciocho. Bueno, de a dieciocho; estar junto a un hombre desnudo, tras una cortina, de acuerdo, y no hacer niente, rien, nichts, ni soca. 62 63 Qué tal te suena. Oliveira quedó tan sorprendido ante el razonamiento que pensó y hasta dijo: a ésta yo la amo. dijo, textualmente: Requelle, yo te amo. No seas grosero; además no tengo ganas, acabo de explicár-telo. Te amo. Bueno, tú me hablas y yo te escucho. No, te amo. No me amas. Si, si te amo, después de una cosa como ésta no puedo más que amarte. Sal de este cuarto, vete del hotel, no puedo atentar contra ti; file, scram, pirate. Estás loco, Olejo; lo que considero es que si ya estás desuda-do podemos volver al Floresta. Deliras, Requita, no ves que me escape. Se dice escapeme. No ves que escapeme. No veo que escapástete. Bueno, dar lita, entonces podemos ir a otro lugar. A tu departamento, porjemplo, Salazar. No la amueles, almademialma, mejor a tu chez. En mi casa está toda mi familia: ocho hermanos y mis papas. jOcho hermanos! i Ocho hermanos...! Yep, mi apá está en contra de la píldora; pero explica: que tiene de malo tu departamento. Ah pues en mi departamento están mi mamá, mi tia Irene y mis dos primas Renata y Tompiata: son gemelas. Incestuoso, acusó ella. Mientes como cosaca, ya conocerás a mis primuchas, son el antídoto más eficaz contra el incesto: me gustaría presentárselas a algunos escribanos mexicones. 64 if II it Entonces a dönde vamos a ir. Podemos ir a otro hotel, bromeö Oliveira. Perfeto, tengo muchas ganas de conocer lugaresdeperdiciön, aseguro Requelle sin titubeos. Baterista vestido, sin permi-tir que ella atisbara su cuerpo desnudo: no por decencia, sino por-que le costaba trabajo estar sumiendo la panza todo el tiempo. Häbil y necesaria observation: Requelle, mide las consecuen-cias de los actos con las cuales estas infringiendo nuestras mejores y mäs solidas tradiciones. Los dos caminando por Vertiz, atravesando Obrero Mundial, el Viaducto, o el Viaduto como dijo el para que ella contestara y cömo eres lepero tu, y la avenida Central. Sabes que, principiö Baterista, estamos en la regenerada co-lonia Buenos Aires; alia se veun hotel. Alia vese un hotel. Estä bien: alia vese un hotel. Quieres ir. Juega, enfatizä Requelle; pero yo pago, si no vas a gastar un dineral. No te preocupes, querida, acabo de cobrar. Any old way, yo pago, seamos justos. Seamos: al fin perteneces al habitat Las Lomas, sentenciö Oliveira sonriendo. La verdad es que se equivocaba y lo vino a saber en el cuarto once del hotel Buen Paso. Requelle explicö: a su familia de rica solo le quedan los nom-bres de los miembros. Estäs bien acomodada, deslizö el pero Ninalinda no entendio. 65 Como queiras, Oliveiras. Pero cómo que no eres rica, eso sí me alarma, preguntó Oli-veira después de que ella confesó que lo de los ocho hermanos no era mentira y que, ay, se llamaban Euclevio, alma fuerte, Simbrosio, corazón de roca, Everio, poeta deportista, Leporino, negro pero noble, Ruto, buen cuerpo, Ano, pásame la sal, Hermenegasto, el imponente, y ella, Requelle. Ma belle, insistió él, amándola verdaderamente. Se lo dijo: te amo, dijo. Ella empezó a excitarse quizá porque el cuarto había costado catorce pesos. Dame tu mano, pidió. Sinceramente preocupada. Él la tendió. Y Requelle se puso a estudiar las líneas, montes, canales, y supo (premonición): este hombre morirá de leucemia, oh Dios, vive en Xochi-milco, peor darling, y batalla todas las noches para encontrar taxis que no le cobren demasiado por conducirlo a casa. Como si leyera su pensamiento Olivín relató: sabes por qué conozco algunos hoteluchos, miamor, pues porque vivo lejos, que no far out, y muchas veces prefiero que-darme por aquí antes de batallar con los taxis para que me lleven a casa. Premonición déjá rondě. Requelle lo miró con ojos húmedos, a punto de Uorar: dejó de sentirse excitada pero confirmó amarlo, lo puedo llegar a amar en todo caso, se aseguró. En el hotel Nuevoleto. Por qué dices que tu familia sólo es rica en los nombres. Pues porque mi papito nos hizo la broma siniestra de vivir cuando estaba arruinado, tú sabes, si se hubiera muerto un poquiířto antes la fam habría heredado casi un milloncejo. Pero tú no quieres a tu familia, gritó Oliveira. Pero cómo no, contragritó ella, son tantos hermanos plus madre y padre que si no los quisiera me volvería loca buscando a quién odiar más. Trans ición requelliana: mira, músico, lo grave es que los quiero, porque si no los quisiera sería una niňa intelectual con bonitos traumas y todo eso; pero dime, tú quieres a tu madre yatus primas y a tu tía. Dolly in de la Smith Coro-na-250 sin rieles, en la mano, hasta encuadrar en bcu el rostro —inmerso en el interés— de Heroina. A mi tía no, a mis primas regulär y a mami un chorro. Ves cómo tenía razón al hablar de incesto. Ah caray, nada más porque he fornicado cuatrocientas doce veces con mein Mutter me quieres acusar dincesto; eso no se lo aguanto a nadie; bueno, a ti sí porque te amo. No no no, viejecín, out las payasadas y explica: cómo llegas-te a baterista si deveras quieres a tu fammy. Pues porque me gusta, ah qué caray. Ah qué caray. £Eh? Eh. Dios tuyo, qué payasa eres, armormío, hasta parece que te Hamas Requelle la Belle. Si me vuelves a decir la Belle te muerdo un tobillo, soy fea fea fea aunque nadie me lo crea. Estás loquilla, Rejilla, eres bonitilla; además, son palabras que van muy bien juntas. Requelle se lanzó a la pierna de Oliveira con rapidez fulminante (rápida como fulminante) y le mordió un tobillo. Baterista gritó pero luego se tapó la boča, sintiendo deseos de reír y de hacer el amor confundidos con el dolor, puesto que Bonita seguía mordiéndole el tobillo con furia. Oye, Requelle. Mmmmm, contestó ella, mordiéndolo. Hija, no exageres, te juro que me está saliendo sangre. Mmmjmmm, afirmó ella, sin dejar de morder. Fíjate, observó él aguantando las ganas de gritar por el dolor; que me duele mucho, sería mucha molestia para ti dejar de mor-derme. Requelle dejó de morderlo; ya me cansé, fue todo lo que dijo. Y los dos estudiaron con detenimiento las marcas de las huellas requellianas. Requelita, si me hubieras mordido un dedo me lo cortas. Ella rio pero calló en el acto cuando tocaron la puerta. Ni él ni ella aventuraron una palabra, sólo se miraron, feme-rosos. Oigan, qué pasahi, por qué gritan. No es nada no es nada, dijo Oliveira sintiéndose perfecta-mente idiota. Ah bueno, qué no pueden hacer sus cos as en silencio. Sus cosas, qué desgraciado. Unos pasos indicaron que el tipo se iba, como inteligente-mente descubrieron Nuestros Héroes. Qué seňor tan canalla, calificó Requelle, molesta. y tan poco objetivo, dijo el para agregar sin transition: oye, Reja, por que te enojas si te digo que eres bonita. Porque soy fea y que y que. Palabra que no, cielomio, eres un cuero. Si insistes te vuelvo a morder, yo soy Fea, Requelle la Fea; a ver, dilo, cobarde. Eres Requelle la Fea. Pero de cualquier manera me quieres; atrevete a decirlo, re-trasado mental, hijo del coronel Cardenas. Pero de cualquier maniobra de amo. Ah, me clamas. Te amo y te extrano, clamö el. Te ramo y te empano, corrigiö ella. Te ano y te extrino, te mamo y te encano, te tramo y te enga-ho, quieres mäs, ahi van J Te callas o te pego, si o no; amenazo Requelle. Clarines dijo Trombones. Caray, viejito, ya te salio el pentagrama y la mariguama. Y esta replica permitio a Oliveira explicar: adora los tambores, comprende que no se puede hacer gran cosa en una orquesta pesima como en la que toca y tiene el des-caro de llamarse Babo Salliba y los Gajos del Ritmo. Los Gargajos del Rismo deberiamos llamarnos, aseguro Oliveira. Sabes quien es el amo, ninadespistada, agregö, pues nada menos que Bigotes Starr y tambien este muchacho Carlitos Watts y Keith Moon; te juro, yo quisiera tocar en un grupo de esa onda. Ah, eres un cochino rocanrolero, agrediö ella, que tienes contra Mahler. Nada, Ravel, si a ti te gusta: lo que te guste es ley para mich. Para tich. Sich. Uch. 68 69 Noche no demasiado fria. Caminaron por Vértiz y con pocos titubeos se metieron (se adentraron, por que no) en la colonia de los Doctores. Docs, gritó Oliveira Macižo, a cómo el ciento de demeroles, pero Requelle: seria. En el hotel Morgasmo. Ella decidió baňarse, para no quedar atrás. No te vayas a asomar porque patéote, Baterongo. Sus reparos eran comprensibles porque no habia cortina junto a la regadera. Regadera. Oliveira decidió que verdaderamente la amaba pues resistió la tentación de asomarse para vislumbrar la figura delgadita pero bien proporcionada de su Requelle. Oh, Goshito, es mi Requelle; tantas mujeres he conocido y vine a parar con una Requelle Trěsbelle; asi es la vida, hijos míos y lectores también. En este momento Oliveira se dirige a los lectores: oigan, lectores, entiendan que es mi Requelle; no de ustedes, no crean que porque mi amor no nació en las formas habituales la amo menos. Para estas alturas la amo como loco; la adoro, pues. Es la primera vez que me sucede, ay, y no me importa que esta Requelle haya sido transitada, pavimentada, aplaudida u ovacionada con anterioridad. Aunque pensándolo bien... Con su permisito, voy a preguntárselo, Oliveira se acercó cauteloso a la puerta del baňo. Requelle. Requita. No hubo respuesta. Oliveira carraspeó y pudo balbucir: Requelle, contéstame; a poco ya te fuiste por el agujero del desague. No te contesto, dijo ella, porque tú quieres entrar en el baňo 70 i* y gozarme; quieto en esa puerta, Satanáš; no te atrevas a entrar o Hue ve mole. Requelle, perdóname pero el mole no llueve. Olito, ésa es una expresión coloquial mediante la cual algu-nas personas se enteran de que la sangre brotará en cantidades donables. Si, y ése es un lugar comun. Aj, de lugarcomala a coloquial hay un abismo y yo perma-nezco en la orilla. Ésa es una metafora, y mala. No, ése es un aviso de que te voy a partir die Mutter si te atreves a meterte. No vidita, cieloazul, My Very Blue Life, sólo quise pregun-tar, preguntó: cuántos galanes te han cortejado, a quiénes de ellos has amado, hasta que punto con ellos has llegado, que sientes hacia este pobre desgraciado. No siento, lamento: que seas tan imbecil y rimes al pregun-tar esas cosas-Requelle Rubor. Oliveira explico que le interesaban y para su sorpresa ella no respondió. Baterista consideró entonces que por primera vez se encon-traba ante una mujer de mundo, con pasado-turbulento. Requelle entró en el cuarto con el pelo mojado pero perfecta-mente vestida, aun con medias ý bolsa colgante en el brazo. Brazo. Oye, Requeja, tú eres una mujer de mundo. Yep, actuó ella, he recorrido los principales lenocinios Do-riente, pero sin talonear: acompaňada por los magnates más sonados, Gusy Diaz por ejemplo. Eso, Requi, te lo credo. Ya no te duele el tobillo. Y cómo, cual dijo la hija de Monseňor. Efectivamente, el tobillo le ardía y estaba hinchado. Ella condujo a Oliveira hasta el baňo y le hizo alzar el pie hasta el lavabo para masajear el tobillo con agua tibia. Mi muerte, Requeshima miamor, clamó él; no sería más fa-cil que yo pusiera el pie en la regadera. A pesar de tu pésima construcción, tienes razón, Olivón. Qué tiene de mala mi constitución, quieres un quemón. Y como castigo a un juego de palabras tan elemental, Requeue le dejó el pie en el lavabo. Exterior. Calles lóbregas con galanes incognitos de la co-lonia Obrera. Noche. (Interior. Taxi. Noche.) [O back projection.] EI radiotaxi llegó en cinco minutos. Requelle, pelo mojado, subió sin prisas mientras, cortésmente, Oliveira le abria la puerta. Chofer con gorrita a cuadros, la cabeza de un niňo de plásti-co incrustada en la palanca de velocidades, diecisiete estampitas de virgenes con niňosjesuses y sin ellos, visíte la Basilica de Guadalupe cuando venga a las olimpiadas, Protégeme santo pa-trono de los choferes, Cómo le tupe la Lupe; calcomanías del America America ra ra ra, chevrolet 1949. A dónde,jovenazos. Oliveira Cauto. Sabe usted, estimado seňor, estamos un poco desorientados, nos gustaría localizar un establecimiento en el cual pudiésemos reposar unas horas. Híjole, joven, pues está canijo con esto de los hoteles; la mera verdad a mi me da cisca. Pero por qué seňor. Requelle Risitas. Pues porque usted sabe que ésa no es de a tiro nuestra cham-ba; digo si usted me dice a dónde, yo como si nada, pero yo decide se me hace gacho sobre todo si trae usted una muchachita tan tiernita como la que trae. Hombre, pero usted debe de conocer algún lugar. Pos si pero como que no aguanta, imaginese. Me imagino, dijo Requelle automáticamente. Además luego como que se arman muchos relajos, ve usted, la gente se porta muy lépera y tovia quiere que uno entre en uno de esos moteles como los de aqui con garash de la colonia ésta la Obrera y pues uno nomas tiene la obligation de andar en la ca-lle, no de meterse en el terreno particular, ah que caray. Perdone, seňor, pero a nosotros realmente no tenemos de-seos de que usted entre en ningzin hotel, sino que sólo nos deje en la puerta. Híjole, joven, es que deveras no aguanta. Mire, seňor, con todo gusto le daremos una propina por su información. Asi la cosa cambea y varea, mi estimado, nomas no se le vaya a olvidar. Uno tiene que ganarse la vida de noche y casi no hay pásaje, hay veces en que nos vamos de oquis en todo el turno. Claro. Ahora vera, los voy a llevar al hotel de un compadre mio que la mera verdad está muy decente y la seňorita no se va a sentir in-cómoda sino hasta a gusto. Hay agua caliente y toallas limpias. Requelle aguantando la risa. No sirve su radio, seňor, curioseó Requelle. No, seňito, říjese que se me descompuso desde hace un ano y sirve a veces, pero nomas agarra la Hora nacionál. Es que ha de ser un radio armádo en Mexico. Pues quién sabe, pero es de la cachetada prender el radio y oír siempre las mismas cosas, claro que son cosas buenas, porque hablan de la patria y de la familia y luego se echan sentidos poemas y asi, pero luego uno como que se aburre. Pues a mí no me aburre la Hora nacionál, advirtió Requelle. No no, si a mí tampoco, es cosa buena, lo que pasa es que uno oye toda esa habladera de quel gobierno es lo maximo y quel progrese y lestabilidad y el peligro comunista en todas partes, porque a poco no es cierto que a uno lo cansan con toda 72 73 esa habladera. En los periodicos y en el radio y en la tele y has-ta en los excusados, perdone usted senorita, dicen eso. A veces como que late que no ha de ser tan cierto si tienen que repetirlo tanto. Pues para mi si hacen bien repitiendolo, dijo Requelle, es necesario que todos los mexicanos seamos conscientes de que vivimos en un pais ejemplar. Eso si, senito, como Mexico no hay dos. Por eso hasta la vir-gen Maria dijo que aqui estaria mucho mejor, ya ve que lo dice la cancion. Oliveira Serio y Adulto. Es verdaderamente notable encontrar un taxista como usted, sefior, lo felicito. Gracias, sefior, se hace lo que se puede. Nomas quisiera ha-cerle una pregunta, si no se ofende usted y la senito, pero es para que luego no me vaya a remorder la conciencia. El auto se detuvo frente a un hotel siniestro. Si, diga, sefior. Es que me da algo asi como pena. No se preocupe. Mi novia es muy comprensiva. Bueno, senito, usted haga como que no oye, pero yo me las pelo por saber si usted, digo, como decirle, pues si usted no va a estrenar a la senito. Eso si que no, sefior, se lo juro. Mi palabra de honor. Seria incapaz. Ah pues no sabe que alivio, que peso me quita de encima. Es asi como gacho ilevar a una senorita tan decente como aqui la senito para que le den pa sus tunas por primera vez. Usted sabe, uno tiene hijas. Lo comprendo perfectamente, sefior. Ni hablar. Yo tam-bien tengo hermanas. Ademas, mi novia y yo ya nos vamos a casar. Ah que suave esta eso, sefior. Deveras casense, porque no nomas hay que andar en el vacile como si no existiera Diosito; hay que poner las cosas en orden. Bueno, ya llegamos al hotel de mi compadre, si quieren se los presento para que me los trate a todo dar. Muchas gracias, sefior. No se moleste. Cuanto le debo. Bueno, ahi usted sabe. Lo que sea su voluntad. No no, digame cuanto es. Hombre, sefior, usted es cuate y comprende. Lo que sea su voluntad. Bueno, aqui tiene diez pesos. Como diez pesos, joven. Diez pesos esta bien, yo creo. Nomas recorrimos como diez cuadras. Si pero usted dijo que me iba a dar una buena propina, ademas los traje a un hotel no a cualquier lugar. Al hotel de mi compadre. Cuanto quiere entonces. Como que cuanto quiero, no me chingue, suelte un cincuenta de perdida. Usted orita va a gozarla a toda madre y nomas me quiere dar diez pesos. Que paso. Mire usted, cincuenta pesos se me hace realmente excesivo. Ah ora excesivo, ah que la cancion. Por eso me gusta traba-jar con los gringos, en los hoteles, ellos no se andan con mama-das y sueltan la lana. Carajo, yo que crei que usted era gente decente, si hasta viste bien. Mire,, deveras no le puedo dar cincuenta pesos. Uh pues que pinche pobreton, para que llama radiotaxi, se hubiera venido a pata. Deme sus diez pinches pesos y vayase al carajo. Oigame no me insulte. Tenga respeto, aqui hay una dama. Una dama, jia jia, eso si me da una risa; si ni siquiera es quinto. Mire, desgraciado, bajese para que le parta el hocico. No se me alebreste, jovenazo; deme los diez varos y ahi muere. Aqui tiene. Ahi muere. Ahi muere. 74 75 Oliveira y Requelle bajaron del taxi. El chofer arranco a gran velocidad, gritändoles groserfas a todo volumen, para el absoluto regocijo de Heroes. Hotel Novena Nube, cualquier cosa nomas echeme un grito. El cuarto treinta y dos, tercer piso, daba a la calle. Dos pesos mäs. En la ventana, abrazados, Requelle y Oliveira vieron que un auto criminalmente chocado se las arreglaba para entrar en el garaje de una casa. Al instante, sin ponerse de acuerdo, los dos imitaron un silbato de agente de tränsito y sirenas, y cerraron las cortinas, riendo sin poder contenerse. Riendo incansablemente. Pero Olivinho seguia preocupado porque ella no respondiö a sustrascendentalespreguntas;es decir, se hizo guaje, se saliö por la tangente, eludiö el momento de la verdad, parafraseando a Jaime Torres Bidet. Y Oliveira acabo in- quiriendose (^inquiriendose?), viendo las preguntas en sobre-imposiciön sobre el rostro (jrostro!) sonriente (casi disonanta con el ultimo gerundio) y un poco fatigado (on se peut voir sans aucune hesitation l'absence de consonances; nota del lector) de Requelle: acaso soy un macho mexicon, que me importa su turbulento pasado si veramente lamo. Decidiö sonreir cuando Requelle descompuso su cara con un sollozo. Por que Horas, Requelle. No lloro, imbecil, nada mäs solloce. Por que sollozas, Requelle. Porque se siente muy bonito. Oh, en serio... «[En sergio? Sergio Conavab, a poco lo conoces. Si, Oli, me cae mal, es un vicioso y estoy pensando que tu tambien eres un vicioso. Que clase de vicioso; explica, reinisima: vicioso de mora, motivosa, maripola, mostaza, bandön u chanchomön; te re-fieres a lente oscuro macizo seguro o vicioso de que, de äcido, de silociba, de mescalina o peyotuco, porque nada de eso hace vicio. Vicioso de lo que sea, todos los müsicos son viciosos y mäs los roqueros. Yo, Requina, solo me doy mis pases de vez en diario, al gra-do de que agarro el ondön cuando estoy sobrio, como ahorita; pero no soy un vicioso, y aun si lo fuera ese no es motivo para Ilorar, solo un idiota lloraria, como este Sergio Lupanal. Cuäl Sergio Lupanar. No menciones a gente que no conozco, es una descortesia; y ademäs solo una idiota no lloraria. Eso es, pero como tu eres inteligente y lumbrera, nada mäs sollozas; y para tu exclusiva informaciön es mi melancölico de-ber agregar que te ves bonita sollozando. Yo no me veo bonita, Oliveira, ya te dije. No seas payasa, linda, como broma ya atole. Ya pozole tu familia de Xochimilco. Mi familia de dönde. De Xochimilco, no vive en Xochimilco. Claro que no, vivimos en la colpnia Sinatel. Dönde estä eso. Por la calzada von Tlalpan, bueno: a la izquierda. \Eso es Camino a Xochimilco! Si, por que no, pero tambien es camino a Ixtapalapa, mi queen, y asimismo, a Acapulco pasando por Cuernavaca, Taxco y Anexas el Chico. Oliveira, tu tienes leucemia, vas a morirte; lo se, a mi no me enganas. Nada mäs tengo legafias; tu lengua en chole, mi duquesa, o o o c