26 Variation y cambio en espaüv! cion que asumimos que ha existido. En particular, cada fragments de testimonio escrito sera uri reflejo tipico deJ registro formal (en tanto que escrito) de un particular usuario de la lengua, tin usuario que de-be, claro esta, retlejar las variantes en uso solo para un lugar determinado, en un medio social determinado, y en un momenta determinado La comparacidn entre los distintos fragmentos de testimonios histori-cos puede ampliar las posibilidades de variacion observable, pero nunca puede llegar a establecer el amplio conjunto de variacion que dcbio haber existido en cada momenta del pasado9. u Para la aplicaciön de los principios de la sociolingüistica al pasado, vease Romaine (1982), y para su aplicaciöri al espafiol, veanse Gimeno Menendez (1990, 1995) y Wright (1988). DIALECTO, LENGUA, VARIED AD: DEFINICIONES Y RELACIONLS Una percepciön generalizada, entre los que no son lingüistas, es la de que hay alguna di ferenda de categoria entre una 'lengua1 y un 'dia-lecto\ La cuestiön se plantea a menudo de la siguiente rnancra: ^es x una lengua o im dialecto?, dondc x es alguna etiqueta tal como 'va-lenciano' o 'asturianoV Y se trata de una cuestiön que los lingüistas, como lingüistas, no pueden resolver, cn primer lugar a causa de la di-ficultad insuperable de deftnir los coneeptos de lengua y diaiecto y en segundo lugar porque cualquier diferencia entre estos coneeptos resi-de no en el campo de la descripeiön lingiiistica, sino en la apreciaeiön social que se da a codigos de comunieaeiön particulares. La ltngüisti-ca histörica aclararä que cada cödigo al que se le coloque la etiqueta de 'lengua' (porejemplo, lengua espafiola\ 'lengua inglcsa', 'lengua francesa1, iengua latina') tiene su origeo en lo que gencralmente se denominaria un Mialecto\ vagamente defimdo en terminos geogräfi-cos (como el habla de un ärea o localidad dados) y en terminos de clase social (como el habla de un grupo social partieular, generalmente el dominante, instruido y superior). De este modo, la lengua francesa tiene su origen en el habla de la clase superior parisina, especialmente la de la corte', Si los 'dialectos' pueden gradualmente eonvertirse en Para el desarroüo del frances eständar. vease Lodge (1993); para el dialecto de Pari« vAoco F nAae MOOS> 28 Variation y cambio en espaňol «Dialecto, lengua, variedad»: deßniciones y rekiciones 2') Menguas", sc sigue que no puede habcr ninguna diferencia de catego-ria entre estos coneeptos, sino tan sólo diferencias de grado. Peio (igrados de que0 Una respuesta completa a esta pregunta re-petiria lo que se vera en el capítulo 7, pero quizás sea conveniente an-ticipar aquí Ja conclusion que se alcanza allí. I.o que los no lingiiistas quieren decir con 'iengua' es lo que de otra manera se denomina genera hnente una 'lengua estándar', esto es, un dialecto que ha parádo por los distintos procesos que en conjunto constituyen la estandari/a-ción (selección, codificación, especificación de lunciones, aceptación; véanse Haugen 1972; Hudson 1996: 32-4), la mayoría de los cuales, o todos, son inconcebibles en ausencia de eseritura. Una 'lengua', por tanlo, diľiere de un dialecto sólo en la medida en que ha estado sujcta a cada uno de estos procesos (aunque quizás los procesos de selección dcbcrían dejarse aparte aquí, puesto que no constituyen una cuestión de grado). Una lengua tendrá un grado más alto de codificación (po-seerá cosas tales como un acuerdo ortográfico, y una gramática nor-mativa y diccionarios), tendrá un vocabulario amplio y una sintaxis más elaborada (a fin de permitir tratar temas que no se suelen manejar en el habla cotidiana), y go/ará de un mayor prestigio social (a causa de su asociación con actividades de alto prestigio, tales como la edu-cación, y con sectores muy prestigiosos de la sociedad. como la clase instruida y acaudalada). Aunque es posible definir una lengua estándar (según lo que se ha dicho en el párrafo anterior), se verá a continuación que hay prolil en ills i n s up er ah les a la hora de delinir los coneeptos de dialecto y lengua (como en lengua espanola, etc.). Para un extenso tratamienio de estos coneeptos, véasc Alvar f 1961). 2.1. DI AI.HC TOS Figura 2.1. TerriUirio dividido por una única isoglosa Ya hemos visto (véase el apartado 1.1.1) que los dialectos geográ-ficos (esto es, 'dialectos' en el sentido más frecuentemente utilizado por los no lingüistas) no tienen fmnteras definibles. El examen de los datos de los atlas lingüisticos, como el Atlas Lingüistico de la Peninsula Ibérica (ALPI 1962), revela que cada fenómeno (como, por ejemplo, una palabra, un signifieado, un sonido, o un elemento gra-matical) ocupa un area que generalmente es continua y casi siempre difiere del area ocupada por cualquier otro fenómeno. Veamos un ejemplo teórico: el territorio representado en el mapa de la figura 2.1 está dividido entre un area donde una clase numerosa de nombres masculino5 en singular terminan en i-ol, y una segunda area en que la correspondiente clase de nombres acaban en 1-vJ. La linea divisoria entre estas dos areas es llamada isoglosa (véase el apartado 2.3.1). Imaginemos que el mismo territorio está dividido en localidades cu-yos hablantes emplean la palabra tehlu, mientras que la gente de las localidades rcstantes dice delo/u para cxpresar el mismo concepto, Puesto que es del todo improbable que la linea que separa las localidades que muestran l-oi de las que tienen coincida con la linea que separa las localidades donde se emplea telo/ u de las que tienen delo/ u, la consecucncia es que nuestro territorio está dividido, basán- 30_ Viariaciön y camhio en espanol donos solamente en dos fenömenos, en cuatro 'dialectos', como sc muestra en la figura 2.2. Figura 2.2. Terriiorio dividi Jo por dos isoglo&as El trazado de cada fenömeno posterior que aparezca en el terri-torio duplicaria el nümero de 'dialectos' identificables usados alli, y dado que !a lengua de cualquicr localidad consta de al menos va-rios miles de fenömenos, se sigue que el nümero de 'dialectos' identificables en un territorio dado de cualquier cxtensiön es infi-nito. Por lo tanto, a menos que restrinjamos el significado de dia-lecto a 'habla de una localidad determinada' (lo cual, a su debido tiempo, veremos que es inadecuado). nos vemos ob ligados a rc-cha/ar la noeiön de dialecto como una entidad discreta o delimita-ble. Llevando las cosas un poeo mas lejos, no existe tal cosa como un dialecto. Es posible hablar, digamos, de los 'dialectos de Casti-lla' en el sentido de la totalidad de las variedades habladas dentro de Castilla, pero sin que implique que existan dialectos sepa|ados identificables dentro de Castilla, o que los dialectos de Castilla no se diluyan imperceptiblemente en los de las arcas vecinas, como Aragon, Leon o Andalucia. El termino dialecto ha sido empleado a veces para distinguir tipo<; de habla que estän difereneiadOs por factores sociales. En este sentido, el termino dialecto (a veces dialecto social) allerna con sociolec-to, tieneralmente para distineuir el habla de una clase social, o un eru- «Dialecto, lengua, variedad»: definiciones y relaciones_31 po de edad, etc. de la de otra. Al igual que en el caso de la dimensiön geografica, las distintas dimensiones sociales no nos proporcionan bases para demarcar un dialecto social de otro. Al contrario, el habla de un grupo social se me?cla imperceptiblemente con la de otros gru-pos, de la misma manera que el habla de cualquier grupo de edad sc diluye en la de la gentc mayor o mas joven. Esta observacion no nic-ga que haya correlaeiones, con freeuencia fuertes, entre la distribu-ciön de fenömenos lingüisticos y caracteristicas sociales como, por ejemplo, la edad. la clase social, etc. Pero las transiciones entre gru-pos sociales 'contiguos' son suaves y no abruptas. Tampoco en el sentido social el termino dialecto se corresponde con una realidad ob-jetiva. 2.2. LKNGUAS Nuestro problcma no reside tanto en precisar lengua en general (que podriamos definir como 'la actividad simbölica universal me-diante la cual los seres humanos transmiten significados de la mente de una persona a la de otra'), como el definir que sc quicre decir con una lengua', o, por ejemplo, con 'la lengua espanola*. Se trata esen-cialmente de un problema de delimitaciön: ^cuäles son los limites temporales y geogräficos de, por ejemplo, el espanol? 2.2.1. i,TiENr;N ÜMrrns temporales las lenguas? PuestO que el cambio lingüistico evoluciona poco a poco (en un determinado momento un rasgo de pronunciaeiön, en otro momento un fenömeno gramatical. luego la adieiön o perdida de una palabra. etc., pero sin seguir un drden determinado), se sigue que no podemos establecer un momento en el nasado a oailir del cual oodamos decir 32 Variation v catnbio en espaňol «Dialecto, lengua, variedad»: deßniciones y relaciones 33 que ha comenzado utia lengua-. En uri momcnto determinado, el habla en uso en una comunidad dada difiere ligeramente de Ia em-plcada por la generación anterior3. T'omando el caso especifico del espaňol, no hay un momento, ideniificado objetivamente, en el que pueda decirse que el latin eede el paso al espaňol; en el nivel de la comunicación oral, no hay una ruptura en la continuidad (excepto las pequeňas modificaciones en cada generación) que nos lleva del momento presente a lo que llamaríamos latin hace dos mil anos (o inclu-so a los antecesores itálicos e indoeuropeos del latin). Por tanto, ^.por qué damos el nombre de 'espaňol' a los estadios recientes de esta evolución continua y le aplicamos la etiqueta de 'latin' a los estadios anteriores? Hay dos rcspuestas a esta pregunta. En primer lugar, y más trivialmente, esti la necesidad de distin-guir cntre los que son considcrados como distintos descendientes de un mismo antepasado. Es bien sabido que en la Edad Media los descendientes hablados del latin (y con el liempo también la forma escri-ta de esos descendientes hablados) eran referidos en conjunto mediante reflejos nominalizados del adverbio latino romänice (literalmcnte 2 El único caso exccpcional es el de los pidgins. Los pidgins (para una buena des-eripción, véase Aitchison 1991: 180-91 o Hudson 1996: 61-6) surgen cuando dos o más grupos de hablantes de lenguas mutuamente intercomprensibles entran en contac-to (pur ejemplo, con cl propösito de comereiar) y deben comunicarse. Los pidgins pueden converursu en criollos (véase e! apartado 5.4) cuando son adquindos por Ins niňos. como primera lengua, y paeden por tanto concebirsc eoi:m mv... Muiemieos de creacióii de lenguas. La única excepción a esta afirmación la representan los casos excepcionales en los que una lengua previamente desaparccida (es dceir, una lengua sin hablantcs nati-vos) ha sido rctomada por una comunidad y luego continuada, como primera lengua, en la siguicnte generación. F.l ejemplo más notable de tal prnceso es el del hebreo moderno. También dejamos aparte el terna de la mortandad lingiiislica, proceso por el cual, mediante el bilingüismo, un eódigo particular eesa en su uso (a favor de un eódigo alternativo) al prineipio por una parte de los usuarios de esc eódigo y posteriormente por todos. Por tanto. curiosamente. las lenguas pueden tener un final sin tener un co-mienzo. 'a la manera romana'), por ejemplo, la voz romance ('cualquier des-cendiente oral del lntiiV). usada por lo general al sentirse la diferencia con la forma de la lengua entonecs mäs prestigiosa (y exclusivamente escrita), esto es, el iatin4, Puesto que la gente en la Edad Media era evidyntemente tan consciente como nosotros de la variacion geogräfi-ca, era con frecuencia deseablc cspccificar de que clase de romance se estaba hablando. Esto se lograba mediante la adicion de un adjeti-vo que se referia cn lo esencial a entidades politicas (e implicitamente a entidades geograficas), de la siguiente manera: romance castellano, romance leones, romance aragones, etc. Y puesto que, en frases como [hablar] en romance castellano, la palabra romance era redundante, y la fräse quedaba compleiainentc clara sin clla, tue tinalmcntc eliminada, con el resultado de que el adjetivo politico-geografico (castellano, etc.) se convirtiö en el nombre de una forma de lengua5. La segunda (y mäs importante) razon por la que se requeria un nombre distinto para algunas variedades del romance surge del hecho de que esas variedades sufrieroii una estandarizaeiön. Como veremos (apartado 7.1.2), la estandarizaeiön es un proceso que es inseparable de la escritura (las variedades puramente orales nunca surren una estandarizaeiön), y la identificaeiön de un cödigo escrito perfila la con-ciencia de la variedad recien codificada como una entidad diferente que requiere un nombre diferente6. Por lo tanto, aunque el castellano es una variedad del romance que (al igual que todas las otras variedades) resulta de una serie ininterrumpida de variedades anteriores que se prolongan en el pasado, el hecho de que en determinado momento lograra el estatus de escritura y experimentara una creciente estanda- 4 Para una exposición de los nombres de los descendientes del latin, véase Vidos (1963: 165-70). s Más exaetamente, castellano se reficre a una serie de variedades, ya que estamos hablando de un periodo anterior al de la estandarizaeíón del castellano. 6 Para los efectos de la escritura en la conciencia de la identidad lingüistica entre las lenguas romänicas, véase Lloyd (1991). Para una consideraeión más generál de la itlación entre escritura y estandarizaeiön, véanse Joseph (1987) y Milroy y Milroy 34___Variation y cambio en espaňol rización impuso a sus usuarios, y a otros, la necesidad de un nombre mediantc el cual idenlificarlo y diferenciarlo de otros códigos escritos (latin, Catalan, ľrancés, etc.). 2.2.2. . l.j'in HiHpanorroTTiances MeriJiotiiiles DrienuLes MctLí^c Occideniales Occidenlal ťcntmles Úricnlal Ccnualcs Galaicci-Portugučs í. ecslralcs PortuSiiés Gollcgn Leoncs CastflW Aragonés Catalán AndiiliiZ Hortugués de Brasi! Kspaiiol dc America Figura 2.4. Modelo dcl árbol genealógico dc las variedades hispano-romances sino que puede llegar a distorsionar gravemente el esrudio diacrónico y sinerónico de la lengua. Algunos argumentarán que este modelo fun-ciona bien dentro de la lingiiística indoeuropea, donde las variedades que se estudian (todas ellas eseritas y, por tanto, total o parcialmente estandarizadas) están generalmcnte bien delimitadas en el espacio y cn el liempo y donde las variedades intermedias han desaparecido sin de-jar rastro, impidiéndonos la posibilidad de ver la família indoeuropea cmno un continuum. Sin embargo, donde cl objelo de esrudio es una serie de variedades que existen áctualmente o un conjunto de variedades que están estrechamente relacionadas y que existieron en el pasado, cl modelo del árbol genealógico está abierto a graves objeciones. 2.5.1.1..Aunque los origenes del modelo del árbol se basan en la genealógia, fue su adopciou por parte dc la biológia darviniana lo que estableció este modelo tan firmemente en la conciencia de los lingúis- 48 Variáciou y cambio en espaňol «Dialecto, lengua, variedad»; definiciones y relaciones 4« tasl8. Su uso en la linguística presupone, por tanto, que las variedades linguísticas son como los organismos biológicos: al colocar las variedades linguísticas en las ramas del árbol, nos comportamos como si fuéramos biólogos ordenando las especies según su grado de simili- . tud. Esta es una analógia falsa: las especies biológicas están nítida-mente diferenciadas, porque, para que se cree una nueva espccie, los organismos que son intermedios entre las especies sobrevivientes tie-nen que ser eliminados (pues estos organismos están en competencia desventajosa con las variedades portadoras de la mutación genética que les confiere ventaja). Pero la lengua humana no tiene nada comparable a la mutación genética. La competencia entre dialectos no se basa en una ventaja estructural, sino en factores extralinguísticos como el cstatus cconómico o sociocultural de los usuarios de esos dia-lectos. Y los dialectos que se hallan intermedios (geografie amente) entre las variedades con más éxito no suelen desaparecer; persisten como variedades rurales o de la clase obrera. De esto no debe desprenderse que las variedade^ intermedia^ per-manezean invariables; están tan sujetas al cambio motivado por causas extemas c intemas como cualquier otra variedad. Pero continúan for-mando una cadena ininterrumpida entre las variedades con éxito. Sólo considerando exelusivamente las variedades con éxito (generalmente las lenguas estándar) es como puede justificarse el empleo del árbol genealógico, oon su negación de la continuidad entre variedades. Es más, la conciencia de esta contradicción dentro de la linguística historka y geo-gráfica no es nada nuevo; ha sido algo evidente desde el surgimiento de la geografia linguística en la ultima dceada del siglo xrx. Pero la imagen del árbol genealógico ha ejercido una atracción tan fuerte que los lingiiis-tas que trabajan en este campo corren el. peligro constante de operar si-multáneamente con modelos contradictorios. 1S Paradójicamente, es probable que Darwin tomara la noción del árbol genealógico de la «cieate filológia iiidoeuropea (vease Penny 1995). Una irónia posterior es que los biólogos hayan abandonado recientemente el modelo del árbol genealógico como inštrumente para mostrar las relaciones biológicas, a favor del dado, que no incluye la noción de la dimension temporal. Včanse Novacek(1987), Platnick y Cameron (1977), Ruvolo (1987). 2.5.1.2. Hay una segunda y más poderosa razón para rechazar el árbol genealógico como modelo de las relaciones linguísticas. La existencia de ramas presupone la existencia de un tronco, y esto im-plica que las variedades linguísticas que se coloquen en las ramas del árbol tiencn un origen común y unitario, que surgen de una única variedad original, una vez más como si fueran semejantes a especies biológicas. Pero evidentemente este modelo de evolución no se da en la história linguística. Pongamos un ejemplo: las lenguas romances, como los iniembros de cualquier familia lingiiistica, son el producto de un estado de lengua que debe de haber ofrecido toda la variación (geográfica y social) observable en cualquier lengua que examinemos en detaile (véase el apartado 1.1). El grado de variación podría ser ahora mayor que hace dos mil afios, pero cada vez está más claro que la história de la lengua con sis te en c I cambio de un estado de variación a otro, de manera que cualquier alusión al modelo biológico/genealó-gico, con sus especies/individuos únicos ramiíicándose cn especies/ individuos distintos, distorsíona totalmente larealidad linguística. Un ejemplo clave de este error puede encontrarse en las clasifica-ciones tradicionales (pero repetidas a mcnudo) de la familia de las lenguas romances. Una idea generalizada respecto dc esta familia es-tablece un árbol con tres ramas: una rama occidental, una rama oriental y una rama sarda, cada una con posteriores ramificaciones (en la figura 2.5 puede verse una version simplificada de tal árbol). Según la mayoría de clasificaciones influyentes y muy respetadas, cmpezan-do por la propuesta por Warthurg (1952), la division entre el romance occidental y el oriental recorre la parte superior de la Peninsula italia-na (formando la famosa linca La Spezia-Rimini). Esta division se basa únicamente en la distribución de dos rasgos: el primero, la sonoriza-ción de las consonantes sordas intervocálicas en el romance occidental (pero no en el oriental), y el segundo, la pérdida de la /-s/ final en el romance oriental (pero no en el occidental). Sin embargo, si obser-vamos el destino de las sordas intervocálicas latinas, podemos ver que el argumento para una antigua biťurcación del latin en una rama occidental y oriental (o su trifurcación, si se incluye el romance sardo) es J r 50 Variación y cambio en espaňol «Dialecto, lengua, variedad»: definicioncs y relaciones 51 Latin Hispano- Galo- Réto- Romance Romance Balcano-romance romance romance norditaliano italiano central romance y septentrional Espafiol, Frances, Latino, Piamontés, Italiano, Rurtiano, etc. ete. etc. etc. etc. etc. 1 Saldo Figura 2.5. Mc-delo del árbol genealógieo de la familia romance difícil de sostener. Se pueden encontrar al menos cinco razones para poner en duda esta division: 1. Las inseripeiones pompeyanas muestran varios casos de g en faigar de la esperada c, y de d por ř (Väänänen 1959, 1968: 102). Apenas es necesario observar que Pompeya está muy al sur de la linea La Spezia-Rimini. Existen también más prue-bas generalizadas de una antigua sonorización de las oclusi-vas intervocálicas en el mundo oriental que hablaba latíi| 2. Los dialeetos toscanos de la Italia centrál, de uno de los cua-les desciende principalmente el italiano estándar, que geográ-ficamente pertenecen a la rama de los romances orientales, muestra freeuentes casos de sonorización de intervocálicas latinas (riva < rIpa, grado < gratu, aga < ACu, etc.)19. " Meyer-Lubke (1927: 97-102) explica la presencia de estas consonances sonoras por encontrarse en prestamos tornados de la Italia septentrional, Galia. etc., pcro otros 3. Los dialectos sardos, que suelen clasificarse gcneralmente entre las variedades más conservadoras del romance y donde podria esperarse, por tanto, que su tratamiento dc las consonantes intervocálicas estuviera en consonancia con las variedades romances orientales, no obstante muestran freeuentes sonorizaciones, al menos en el sur: logudorés [neßoöe] < ne-port, [seyáre] < secäre, etc. (Lausberg 1965: 351). 4. Los dialectos del Pirineo central, a pesar de pertenecer a la rama occidental, muestran freeuentes ausencias de sonorización en el léxico tradicional (por ejemplo, apella < apicula, //o < rru) (Elcock 1938). 5. Los descendientes mozárabes del latin, hablados en la Espaňa islámica, presentan la mayoría de las veces mantenimiento de estas consonantes sordas (un fenómeno que no puede atri-buirse a conservadurismo ortográfico, ya que los textos en cuestión esfcán eseritos con grafías arábigas)20. Lo que demuestran estos hechos es que encontramos tanto la sonorización como la preservación de las consonantes sordas intervocálicas latinas á ambos lados de la supuesla linea divisoria que, como se afirma, separa los romances orientales de los occidentals. Y es esta linea divisoria la que justifica la antigua bifureación del árbol genealógico romance21, Aunque estos hechos están bien atestiguados en los manuales al uso, existe una fuerte reticencia por parte de los romanis- estudiosos senalan que las palabras en cuestión son candidates improbables para ser considerados préstamos (vóase Maiden 1995: 60-3). 20 La naturaleza sorda de los deseendientes mozárabes de las sordas intervocálicas latinas ha sido euestionada. Véase Galmés (1983: 91-100) para una vision contraria. 21 De liecho la bifureación se apoya en dos rasgos, de los cuales sólo hemos exa-minado aqui uno. El segundo rasgo, la isoglosa que separa el mantenimiento y la pér-dida de Hnal latina, cruza cl nořte dc la Peninsula italiana entre La Spczia y Rimini, pero difícilmente puede afirmarse que una diferencia dc un único rasgo sea sufícíenle para justificar la division del conjunto de romances en dos ramas sepamdas. 52 Variación y cambiu en espaňol «Diaiecto, iengua. variedad»: definicionesy relaciones 53 tas para abandonar cl modelo del árbol gcnealógico y la noción de una antigua bifurcación del árbol linguístico romance22. Una aproximación potenciál al problcma del tratamiento de las sordas intervocálicas consistiría en examinar la posibilidad de variación social cn latín cntre las realizaciones sonoras y sordas de los fo-nemas en cuestión, de mancra que lo quc se propagó desde Roma a las provincias no fiie un conjunto de foncmas invariables, ní tampoco una variante en una dirección y otra variante en otras direcciones, si-no una norma variable cuyas variantes sonoras y sordas se correspon-dian cor) ľaelores sociales \ estilisticos . ľn cualquier easo. es una simplificación maceptable creer quc una única innovación tuvo lugar al norte de la linca Spezia-Rimini para extenderse lucgo a todos o a la mayoría dc los 'romances occideniales' mientras que esta innovación no penetraría por el sur y el este de la Linea2*. 2.5.1.3. Una tercera razón para rechazar el árbol genealógico es que obliga a una distinción, que es a menudo indefendible, entre for-mas prestadas y patrimoniales. Los estuclios dc história lingilística hacen una rígida distinción entre caracteristicas que se deben a evolu-ciones internas (o a la simple conservación de cualquier situáciou anterior) y las caracteristicas quc se han tornádo prestadas a través del contacto eon otras variedades. Si las dos variedades en consideración están distantes en el tiempo o en el espacio, tal distinción es segura. Pero donde las dos variedades forman parte del mismo eontinuum, la -; ksla rcticcncia sólo puede explicarse por la noderosa influencia que la imagen del iirbol ejeree si ihre la rnente nceidental eulta. > medianíe nne-na necesidad de vi-sualizar las relaciones. Las ramas se visualÍKan más fáeilmente quc la amc-rľa realidad de la variac i ÓIT. 21 Los estudios de procesos lingiiisticos pasados son, por supuesto, sumamente di-ficiles, debido a la escasez de daios. No obstante. es más probable que Ueguemos a en-tender las evuluciones liiijiuísticas del pasado teniendo presente un modelo que muestre la Iengua eomo un fenómeno cn el que la variáciou es irüierenle, que adliiriétidonos a la noción, escncialmente rigida, del árbol gcnealógico. ** Sobre ia división enire romance oriental v Occidental, véase también Malkiel (1991). distinción puede distorsionar la reahdad. Tomemos un ejemplo: podo mos ver que la gramática histórica del espaňol deseribe la reducción del diptongo latino au a /o/ (audiri: > oir) como un rasgo caracteris-tico de la Iengua, mientras que el sufíjo -ete I-eta es considerado aje-no, un préstamo del catalán / occitano / francés. Pero séria posible mantener que la'presencia de estas dos caracteristicas en espaňol po-dria deberse a que forman parte del mismo proceso; la extensión de una innovación de este a oeste a través de una parte del eontinuum linguístico romance. En efecto, la reducción de au parece haber al-can/ado el área de Castilla mediánte su difusión (probablemcntc pa-labra a palabra) desde el este (para diluirse pau latinám en te sin Íle gar a afectar al portugués). Probablemente esta es también la forma cn que •ete alean/ó al castellano. Obviamcnte hay diferencias de cronología: el proceso fonológico es anterior (empezó antes de la disolución del Imperio romano), pero no se hizo regulär en Castilla hasta bien entra-da la Hdad Media, mientras que la extensión del sufijo es posterior'5. Hay también diferencias en las áreas de origen de la innovación, ya que la reducción de m no ai'eetó al oceilano. autique el sufijo -el lue freeuente alli desde los primeros tiempos. Sin embargo, a pesar de estas diferencias cronológicas y geográfieas, se podría mantener que el proceso de extensión es el mismo en cada easo. i,Por qué, entonces, se clasifican tan dif'erentemente estas dos in-novaciones en el castellano? La respuesta sólo puede ser que la noción de la difusión geográfica es incompatiblc con el modelo del árbol genealógico. La reducción de au a /o/ puede situarse antes de la bifurcación que separó la rama castcllana de las otras ramas, y, asi, puede eonsiderarse como una característica heredada26; pero la llega- is Algunas pruebas indirectas sugieren qire la pro nunc i ac ión [óu] e se empleaha a menudo en el sufijo -wra (Menéndez Pidal 1964: 483), y dado también que la simetría zentral del sistema vocálico nos lleva n esperar que un diptongo palatal /ei/ tenga eo-1>w oorrelato un diptongo velar /oy/. "'' puede ver que hay difieultades incluso para acomodar laevolución \u < lol al árbul esbo/adoen cl apartado 2.5.1, ya quc esta evolúciou es compartida por rndas 54 Variation v cambio en espaňal da de -ete es posterior a esta supuesta bifurcación y sólo puede, por tanto, haber llegado saltando de una rama a otra, un proceso generál-mentc calificado de préstamo. 2.5.1.4. Una cuarta razón para abandonar el modelo del árbol ge-nealógico radica en que impone en los estudiosos la nceesidad de dar un valor distinto a los diferentes rasgos lingüisticos. A lln de tiecidir dónde deberian situarse los nodos del árbol de la familia lingüistica, es necesario dar más importancia a unos rasgos que a otros. Por ejemplo, para poder justificar una clasifleación que coloque al galai-co-portugués en una rama separada de la de las variedades centro-peninsulares hay muy pocos rasgos disponibles, y se pone la maxima atcnción en la no diptongación de la E y la ö latinas (frente a su dip-tongación en el centro). Si no se considcra arbitraria tal distinción, enton-ces se debe encontrar alguna justificación objetiva para la importancia de csta caracteristica. Sin embargo, no parece haber ninguna; se han hecho algunos intentos de conscguir tal justificación, basados en la naturalidad o no naturalidad de las innovaciones, pero este enfoque no ha gozado de éxito. Consecuentemente, ya que el árbol gcncalógico depende de manera crucial de que se dé importancia a dcterminados rasgos sobre otros, la ausencia de un fundamento para esta selección ha de debilitar gravemente el valor del modelo del árbol genealó- 27 gico* . las variedades hispanorromances excepto las occidentales del hispanorromance (y al-gunas centrales-oceidentales), las cuales tendrían que eolocarsc en una ramJque sc separara del rcsto de las variedades hispanorromances en un punto que es (mucho) más antiguo que el nodo que une el castellano con sus vecinos orientales. la prenuiita que JUlfe es ,,por qué. li el modelo del árbol gcncalógico tienc tan-los defectos, se ha impuesto con lanto čxilo en cl pensamiento linguístico? Esta cucs-uóti es ahordada en Penny (1995), donde se dan dos respuestas: el inlerés primordial de la linguistics histórica en las lenguas estándar (que pueden estudtarse como éntidades diseretas separada.s de los continue! de los que surgen). y el éxito aparcnlc del modelo del árbol genealógico dentro de un campo de estudio tan influyente como la lingüistica indoeuropea. «üialecto, lengua, variedad»: definiciones y relaciones 55 2.5.15. Por lo tanto, podemos considerar que el modelo del árbol genealógico es un modelo inadecuado para expresar las relaciones en-tre variedades lingiiísticas. Pero ^,podria llegar a ser mucho más que meramente inadecuado? <>,Podría considerarse el modelo del árbol genealógico responsable de distorsionar gravemente la realidad? En el caso del romance peninsular, al menos, puede serlo por las siguientes razones: Primcro, impone una vision tripartita de las variedades peninsula-res (una divisón entre galaico-portugués, castellano y catalán) en la que cl leonés y el aragonés están de alguna manera subordinados al castellano. Por ejemplo, Corominas y Pascual (1980-91) usan ejem-plos extraídos de textos eseritos en Leon o Aragón para ilustrar la documentation más antigua de palabras castellanas. El único motivo para proceder asi es la consideration del hispanorrotnance en tres ramas: si una forma no pertenece^al galaico-portugués ni al catalán, se asigna al espaňol, es decir, al castellano2R. Es evidente que cl modelo de tres ramas no expresa la distribución de variedades en el nořte de Espaňa. Hemos insistido repetidamente en que en csta región encontramos un continuum dialectal d*c este a oeste en el que, como en el resto de los romances (e incluso en otřas lenguas), todos los dialectos presentan transiciones sin límites dialectales (véase el apartado 4.1.2). Segundo. se sigue que la division de este continuum en tres ramas, o en cualquier numero de ramas, falsea nuestro cuadro y nos llc-va a conceptos crróncos como los siguientes: 'el gallego es hablado en el extretno oeste de Asturias" o 'el catalán es hablado en el margen oriental de Huesca', cuando todo lo que se quiere decir es que la iso-glosa que separa la diptongación de la no diptongación de Ě y ö latí- M Incluso el título de Corominas y Pascual (1980-91), Diccionario crítico etimo-iógii-o casteiiano e hispánico, revela una triple partición en el planleamiento de la distribución dc las variedades peninsulares, ya que aquí 'hispánieo' se extiende más allá del area estriciametite castellana, pero excluye el galaico-portugués y cl catalán, dc manera que 'castellano e hispánico' signitican 'todos los romances peninsulares excepto el ealleeo-portugués y cl catalán'. 56 Variation y cambio en espanol «Dialecto, lengua, variedad»: definiciones y reiaeiones 57 nas pasa abarcando un poco al cste de la frontera política entre Galícia y Asturias, o un poco al oeste de la frontera entre Huesca y Lleida / Lérida29. Es cierto que la organizáciou de variedades en los dos tercios meridionals de la Peninsula es diferente: aqui hallamos tres bloques de variedades con fronteras nítidas entre el portugués y el castellano y entre el castellano y el catalán. Pero este patrón es excepcional en romance (y en otros sitios), y (como veremos en el apartado 4.1.7) se debe a circunstancias muy especiales que surgian a medida que se re-poblaban los territorios meridionales de la Peninsula según avanzaba la Reconquista dc la Espafia islámica. En conclusion, el modelo del árbol genealógico muestra limita-ciones cuando expresa la relación entre las lenguas estándar que sur-gen en una detcrminada família lingiiistica, o incluso entre variedades que se han seleccionado arbitrariamente de'un continuum. Pero este modelo es incapaz de expresar la sutil superposición de rasgos que ocurren en el nivel del habla normal. En este nivel, las reiaeiones son de tipo gradual. Quizes encontremos diŕícil trabajar con reiaeiones que se basen en la gradación, pero la lengua, no obstante, presenta es-ta gradación en relación con varios parámetros. Encontramos más fá-cil trabajar con modelos que imponen limites (como los colores que distinguimos arbitrariamente en el espectro de la luz visible). Este proceso de subdivision puede algunas veces ser útil, pero en los estu-dios lingüisticos sinerónicos y diacrónicos distorsiona freeuentemente la realidad. ~a Incluso cstudios de dialectologia esparlola tan solidos y justificadamente respeta-dos como los dc Zamora Vicente (1967) cacn en este error. Porejemplo, «En Asturias. el gallego penetra hasta el rio Navia» (p. 85), que luego ejemplifica contraponiendo las formas corpo. terra, mortn a sus equivalentes diptongados. lgualmente: «Quedan dentro del habla aragonesa, con diptongaci6n en cualquier cireunstancia de 6 y 6 lati-nas, Bisaurri y Rcnanue...» (p. 212), a pesar del mapa de la pagina 225, que muestra la dispersion dc isoglosas en los Pirineos centrales. Griera (1914) puso de manifiesto la amplia dispersion de las isoglosas relacionadas con la evolution vocalica en el area norte de Benabarrc. 2.5.2. La discontinuidad geográfica Hemos seňalado anteriormente que la variación geográfica del habl&forma nörmalmente un continuum de variedades que se řunden imperceptiblemente unas en otřas. Sin embargo, sigue siendo cierto que bajo especiales circunstancias podemos observar lugares en los que hay una nitida transición entre variedades muy diferentes, es decir, donde a cada lado de la linea geográfica hay gran cantidad de rasgos lingüisticos distintos. En principio, parece que hay solo dos conjuntos de circunstancias bajo las cuales ocurre este tipo dc transición lingiiís-tica abrupta. Primero, la extensión de rasgos a modo de ondas desde un centro de prestigio concreto puede detenerse en una frontera política, más allá de la cual el centro dc prestigio no ofrece ningún influjo, ya que los que vivqn al otro lado de la frontera están sujetos a presiones lin-gütsticas procedentes de otra dirección (véase el apartado 3.1). Esto es, los que están a cada lado de la frontera pueden acomodar su habla sólo con aquellos que viven en su propio lado, a expensas de los con-tactos y las consiguientes acomodaciones con el habla de los que viven más allá de la frontera (véase el apartado 3.3). Tales circunstancias sc han dado en los Ultimos síglos en las fronteras entre los estados eu-ropeos, pero pueden haber sido raras o inexistentes en siglos anteriores, cuando las fronteras no suponian una barrera para el contacto personal y cuando los centros de prestigio eran menos poderosos30. 30 El estudio del habla de los Pirineos de Elcock (1938), que veremos con mayor detaile en el apartado 4.1.2.4, muestra que hasta el siglo xix la frontera pirenaica no era una barrera que impidiera el contacto entre el norte y el sur, con el consiguiente rnantenimiento de similitudes lingíiísticas entre ambos lados. i r K Variation y cambio en espaňol Figura 2.6. Centres de prestigio e isoglosas (periodo I) Figura 2.7. Cenlros de prestigio e isoglosas (periodo 2) Este proceso de endurecimiento de la transición entrc variedades, que en un caso extremo puede tener cl efecto de escindir un continuum dialectal, podría imaginarse como una convergencia simultánea de isoglosas (véase cl apartado 3.2.1), irradiadas desde centros de prestigio en competencia sobre una frontera política intermedia. Un caso teórico puede verse en las figuras 2.6 y 2.7, en las que A y B son los centros de prestigio separados por una frontera (linea disconti-nua), y donde las líneas continuas son las isoglosas dcsplazándosc desde los puntos A y B. La figura 2.6 represents un corto periodo de tiempo después de la aparición de A y B como centros de prestigio, donde se espera que las isoglosas se distribuyan al azar. La figura 2.7 represents cl mismo territorio, en una época posterior, después de uue «Dialecto, lengua. variedaä»: definiciones y relaciones_59 las isoglosas se hayan desplazado hacia la frontera, en algunos casos coincidiendo con ella. Teöricamente, si se mantiene la estabilidad de ]0s centros de prestigio y si se conservan las fronteras durante un perio-rjo de tiempo suficientc, tales procesos pueden conducir (sin movi-miento de gentes) a un patrön en el que todas las isoglosas que separen los puntos A y B (es decir, cada uno de los rasgos lingüisticos dife-rentes entre el habla de A y la de B) coincidan exaetamente con la frontera politica, creando una frontera lingüistica abrupta. Sin embar-go, una estabilidad de este tipo parece rara o no existente en el mundo real, donde podemos ver algunos haces de isoglosas en fronteras esta-bles desde hacc mucho tiempo (como la que separa Francia de Espana), pero siempre con alguna transieiön gradual a medida que nos movemos de un pais al otro. La segunda mancra de formarse fronteras lingüisticas nitidas es menos teörica y pueden encontrase fäeilmente ejemplos en el mundo real. Este proceso se realiza con el dcsplazamiento y la rcpoblaciön de grupos de gentes en nuevos territorios, donde la poblaciön existente (claro estä) habla tfe manera diferente que el grupo recien llegado. Si el desplazamicnto es bastante masivo y se da en un frente suficien-temente amplio, el resultado serä una frontera lingüistica nitida entre cl habla de la antigua poblaciön y la nueva; naturalmcnte, dependien-do de la distancia que se haya desplazado la poblaciön en cuestiön, las diferencias de habla que coinciden con la frontera pueden ir desde una comutiieaciön parcialmentc dificil hasta una total intercompren-siön mulua. Lo que se describe aqui se ha dado repetidamente a lo largo de la historia de la humanidad y es responsable de la creaeiön de las principales (y tambien las secundarias) fronteras entre lenguas, algunas tan llamativas como la que hay entrc las lenguas germänicas y la familia romance o entre las lenguas hüngara / eslavas / germänicas / romänicas en Europa. Ya que el proceso plasmado en las figuras 2.6 y 2.7 mas arriba actua de mancra tan lenta como para ser de hecho insignificante, es irnportante resaltar que los desplazamientos de poblaciön son el ünico medio real mediante cl que se crean fronteras lingüisticas nitidas. 60 Variacióny cambio m espaňol «Dialecto. lengua, variedad»: definiciones y reiaciones 61 El desplazamiento de población es la única explicación para el hecho de que los dos tercios meridionales de la Peninsula Ibérica es-tén tan marcadamentc divididos en tres bloques lingiiísticos (véase el apartado 4.1.3). En este caso, la repoblación de nuevos temtorios fue consecuencia dc la Reconquista cristiana de la Espana islámica, durante la cual cada rcino se expandía hacia unos territorios definidos por acuerdos (amistosos o no) con su vecino o vecinos. El rcsultado de estos desplazamiento s ha sido la creación de fronteras linguísticas que están considerablemente más marcadas que las que veíamos en los Pirincos, 2.5.3. DlASISTEMAS La noeiön de diasistema es para algunos solo un medio para ex-presar la relacion entre variedades contiguas» mientras que para otros es un modelo de la manera en que los hablantes pereiben tales reiaciones31. Esta noeiön fue introducida por Uriel Weinreich (1954), en un intento de unir lo que entonecs se veia como dos modelos distintos e irreconciliables de descripeiön Iingüistica, a saber, el estructuralis-mo cläsico y la dialectologia tradicional. Aunque es una idea innova-dora, muchos estudiosos han encontrado problemätica su aplicaeiön (veanse Chamber y Trudgill 1980: 41-5, McDavid 1961) y no ha hallado aeeptaeiön universal. Como medio descriptivo, y en los casos de correspondencia clara entre una variedad y otra, puede afirmarse que el enfoque diasistemä-tico tiene cierto exito. Veamos un ejemplo de este enfoque: el habla de Castilla (y de otras äreas centrales y septentrionales de la Peninsula) muestra el siguiente conjunto de fonemas en parte de su inventario fonemico: 11 Aqui 'contiguo' se ha tornado generalmente en su sentido geogrpfico, pero no hay razón en principio por la que [as variedades socialmente contiguas no puedan ser deseritas en términos de diasistema. /G/ / /s/ / /x/ (por ejemplo, caza vs.casa vs. caja) En cambio, la parte correspondiente del inventario fonémico de los hablantes de la mayor parte de Andalucía (asi como las Canarias y America) ofrece sólo dos fonemas: /s/ / /x/ (por ejemplo, caza y casa vs. caja)31 Usando la notación que propone Weinreich, podemos decir que estas oposiciones fonológicas se resuelven en un único diasistema que expresa sus similirudes y diferencias parciales: c/e/*/s/ C(astellano), A(ndaluz) //---------------m/x/ // A/s/ Sin embargo, aunque el esquema de Weinreich puede abarcar diferencias de inventario fonémico (como acabamos de ver en el ejemplo anterior, donde las variedades de Castilla tienen un fonema más que las variedades de la mayor parte de Andalucía), hay dificultades aparentemente insuperables al enfrentarlo con diferencias de distribu-ción o de incidencia. Veamos primero el problema de las diferencias de distribución. Probablemente es imposible reducir a un único diasistema las variedades del espaňol (por ejemplo, las de Castilla la Vieja, México o Perú) que pronuncian el fonema /s/ en posición iniciál y en posición final de sílaba (por ejemplo, /kasa/ casa y /asta/ hasta) frente a aquellas (por 53 Bajo esta afirmaciön se engloban varias realizaciones. En primer lugar (como se vera en el apartado 4.1.7.2.3), el fonema hü de Andalucia y del espanol de America adopta articulaciones dc tipo glotal [h] o faringeo [h]. En segundo, la /&'' andaluza pre-senta articulaciones transcritas en general como IM (es decir, con pronunciaci6n ce-ccante), que pertenecen a las äreas costeras de Aridalucia (vease el apartado 4.1.7.2.1) y que combinan en una ünica articulaeiön interdental el fonema central de caza y casa. r 62 ejemplo, las dc Andalucía oricntal) que pronuncian el fonema sólo al principio dc silaba (por ejemplo, /kasa/ casa y /áta/ hasta)3i. Su capacidad para manejar diferencias dc incidencia fončmica es tambíén problemática. Por ejemplo, todas las variedades andaluzas tienen un fonema /x/, pero no todas las palabras que contienen este fonema en las variedades rurales de Andalucía occidental la contienen en los dialectos occidentales (tabla 2.1)34. Puede observarse a partir de los datos de la tabla 2.1 que, sin la ayuda de información no fonológica, como la ortografia o el conocimiento de la história, es imposible dis-tinguir entre la clase léxica que contiene Ixl en todas las variedades y la clase léxica que tiene /x/ en algunas variedades, y /0/ en otras. Sólo podemos recurrir a cnumerar los miembros de cada clase, de rnodo que un diasistema que muestre los dialectos andaluces occidentales y orientales que comparten el fonema /x/ no alcanzaria, dcalguna ma-nera, a rcflejar la realidad. Variación y cambio cm espanol (§ individuos instruidos en la eseritura (una variedad denominada generalmente latin ) a través de variedades eseritas que presentan una creciente mezcla dc caracte-n»ticas compartidas con las variedades orales, hasta las distintas variedades exclusi-amentc habladas en el otro extremo. La creación, en siglos posteriores, de versiones WHlificadas de estas variedades hasta entonces exclusivamcnte habladas no es diferente ^surgimiento moderno dc las tomias estándares del gallego, con dos obvias dife-ncias fundamentales: primero, el gallego esiándar moderno ha tornado como modelo de f3"6 '3S Var'e^a^es mcdievales eseritas (un proceso sin parangón en el surgimiento e °s estándares romances), y segundo, incluso antes dc la aparición de los romances ^Undarizados, la variedad de más alto prestigio lue, con probabilidad, un código ex-Slvamentc eserito, micntras que el casleilano de Galicia dui ante Mglos ha sido 0 JjMo un código eserito, sino que también ha sido hablado por la mayoria de los 8rUpos sociales pri ví legi ados. 66 Variation y cambio en espaňol ^lectojengua, variedad»: defmiciones y reiaciones 67 ponen el castellano eständar y el conjunto de rasgos que constituyerj el catalán cotidiano es más pequeňa que la coincidencia de rasgos en-tre el castellano y el gallego; sin embargo, nada estaría más lejos de la verdad que pensar que las variedades del Catalan desempefian exclu-sivamente funciones de una lengua B; una variedad muy codificada del catalán, empleada en la escritura y en al menos algunas eircuns-tancias sociales de gran prestigio, asegura que el catalán compita con el castellano en estas areas para las íunciones de la lengua A. Sólo quizás en el Pais Vasco pueda decirse que se cumplen las condiciones clásicas de la diglosia. Entre lenguas tan diferentes como el castellano y el vasco hay, claro está, poca coincidencia de rasgos37. Y en aquellas areas en las que el vasco se usa junto con con el castellano, el hecho de que los niveles de alfabetización en vasco sean tan bajos en aquellos que lo hablan implica que el vasco sea üsado espe-cialmente en roles de lengua B, mientras que el castellano desempcna casi todos los roles de la lengua A. Pero tampoco en el Pais Vasco, no se puede dccir que esta relación diglósica sea estable, por dos razones complctamente opuestas: por un lado, hay un constante esfuerzo por introducir detenminadas variedades del vascó en los campos de la lengua A (medios de comunicación, sistema educativo, etc.), mientras, por el otro, la proporción de habitantes en el Pais Vasco que em-plean el vasco (en lugar de algunas variedades del castellano) en la mayoría de los contextos propios de la lengua A, está disminuyendo continuamente3S. 57 Se puede afirmar que, en todas las comunidades tradicionalmente bilingücs, in-cluso donde las lenguas en cuestion no están emparentadas, hay cierta coincidencia de rasgos lingüisticos, quizás en su mayoria consistentes en rasgos léxicos o fonológicos. 3S El rcsultado de estos cambios puede, paradójicamente, conducir a un incremen-to en el numero de hablantes que rcclaman mayor competencia en vasco. Véanse, entre otros, Wardhaugh (1987: 119-27) y Rednap (1993-4) para un estudio del contacto de lenguas en Espafia. Para un estudio espccífico de la situación de contacto vasco-castellano, vcase Hughes (1992). 2.5.5. El modelo nkolinguístico A principios del siglo xx se formuló otra manera de expresar las reiaciones entre variedades, bajo la rúbrica de neolingütstica o lin-giiística espacial Este enfoque está particularmente asociado al trabajo