T IS La idea que Sherlock Holmes se hubiera hecho de los origenes del espafiol americano Jose A. Pascual Director del Institute Cervantes de Paris l.INTRODUCCIÖN Mi intenciön en esta exposiciön sobre el origen del espanol americano es mostrar que la manera de trabajar de los historiadores de la lengua se asemeja un poco a la que practicaba Sherlock Holmes, el celebre personaje de las novelas de Conan Doyle. En la actuaciön del famoso detective, igual que en la nuestra, importa no tanto termi-nar desvelando quien es el criminal, como mostrar los pasos que tenemos que dar para lograrlo: no suelen ser las novelas policiacas un alegato contra los villanos, sino que se presentan como un apasionante recorrido, a traves de una Serie de pistas, al final de las cuales se logra llegar a un deseubrimiento en principio inesperable; son pistas parecidas a aquellas con las que nos hemos de enfrentar los lingüistas para llegar a un pasado que para nosotros nunca existe en forma de verdad, sino tan solo de hipötesis. El ffsico Jean Marc Levy Leblond se ha referido a algunas otras coinci-dencias entre los propositus de historiadores y autores de novelas policiacas: Lc chcrchcur, commc lc detective, s'interesse plus aux infractions qu'au respect des lois! La routine, policicre comme scientifique, est Celle de la verification: papiers en regle, formules satislaites. Mais le grand jeu est celui de la poursuite des hors-la-loi. Contrairement ä ce qu'une conception frileuse de la science laisse trop souvent croire aux profanes, il n'cst pas de plus grande excitation pour le chercheur que de decouvrir une exception aux lois admises, une limite de validite des theories acccptces1. Voy a referirme aqui a los dudosos caminos de las hipötesis y de sus correspon-dientes excepciones con que nos topamos a cada paso, haciendo un recorrido que serä tanto mäs liable cuanto mäs lo sean los datos que manejemos, por un lado; y, por otro, cuanta mäs coherencia tenga la interpretation que les demos en esa espe-cie de rompecabezas en que los hemos de encajar. Toda cautela es poca para abor-dar los hechos —en los que, tras lo obvio, se eneubre una realidad que no resulta a primera vista evidente—, de forma que no pasen desapereibidas esas "cosas evidentes en las que nadie se fija ni por casualidad", palabras que tomo prestadas de ese disci'pulo de Condillac que fue Sherlock Holmes2, sobre un asunto que ha ex-plicado con mäs contundencia Jean Marc Levy Leblond, al que acabo de citar: 1 J. M. Levy Leblond: Lapierre de louche. Paris: Gallimard, 1996, pp. 196-7. 2 AC Doyle: El sabueso dc los Baskerville. En: Sherlock. Holmes. Obras completas, trad, de A. Lazaro Ros, Madrid: Orbis, 1987,1: p. 229. Cf. "Nous avons vraisemblablement dans nos mains {'explication de plusieurs phenomenes, et nous allons chercher bien loin de nous. Par exernple la gravity des corps a e>l de tout temps un fait bien constate, et ce nest que de nos jours qu'elle a 6l6 reconnue pour un principe", Condillac: Traili des systemes, Paris, 1805, p. 7. 78 José A. Pascual La hora de Sherlock Holmes se hubiera hecho de los. 79 Les veriles de ]a science en sont jamais absolues, mais toujours relatives i un ensemble de condicions, porque La nature ne nous cache rien; au contraire: elle montre tout, en vrai. C'est nous qui, devant cet etalage, avons le plus grand mal i y distinguer I'essentiel de I'accessoire, i y choisir les objets ou eVenements significant's, a y decouvrir ordrc et sens. Le chercheur [...] se heurte done sans treve a ses propres limites3. Examinare con los ojos perplejos de lector de novelas policiacas algunas hue-lias que el pasado ha dejado en el espanol, con el fin de llegar a una interpretacidn de algunas de ellas, pertenecientes preferentemente al envoltorio fonetico de la len-gua. A pesar de que la picl dc esta tiene menos importancia que su columna vertebral sintactica o su medula semantica, con los rastros del pasado que puede conser-var esa piel solemos hacer nuestras elucubraciones los historiadores de las lenguas, siguiendo el ejemplo de los maestros neogramaticos, por la comodidad —y la posi-bilidad—de fijarnos en cambios lingufsticos en que se puede contarcon el filtrode unas leyes: las que se conocen como leyes foneticas4. X como en las novelas policiacas, y a diferencia de algunas disciplinas en que predomina el pensamiento deductivo, en la nuestra resulta decisiva la induction, por las mismas razones que exponia Sherlock Holmes: Es una equivocacion garrafal el sentar leorfas antes de disponer de todos los elementos de juicio, porque asi es como este se tuerce en un determinado sentido5. 3 ). M. Levy Leblond, Op. til., pp. 257 y 253, respectivamentc. 4 Aunque el piano fonetico no es el fundamental en una lengua, nos pennite caractcrizar fácilmente a los hablantcs (tardamos más tiempo en saber de dónde es una persona, a través de sus usos sintácucos, que rccurriendo a su pronuncia-ción), a la vez que ha sido decisivo para el avance de la linguística historka, por la posibilidad de fonnular leyes foneticas evolutivas. Aparte de que no contamos con muchas descripciones Babies y exhaustivas en ámbitos como el de la morfológia y sintaxis, para estudiar a través de ellas el modo como una lengua se ha extendido en el espacio: cuando tales descripciones existcn podemos Uevarnos alguna sorpresa como que Mexico presente en la distribución de las tbrmas de subjutivo en -ra y -se la siruación más cercana a Espaňa, mientxas que Perú y la Argentina -sorprendentemente- se distancien de ella, y Venezuela y Colombia se coloquen en una siruación intermedia (G. de Sterck: Registros y areasgeogrdficas: a pwpóiilo de la variation modal en el espaňol de hoy [tesis doctoral], Salamanca: Universidad de Salamanca, 1997, pp. 130 y ss). Por ello, se echa de menos en los dos libros dirigidos por M. Alvar: Manual de dialectologia hispánica: El espaňol de Espaňa. Barcelona: Ariel, 1996, y el Manual de dialectologia hispánica: El espaňol de America, Barcelona: Ariel, 1996, la falta de un principio rector en la organización de los datos lingiiisticos. Al seleccionar cada autor los rasgos que le ha parecido oportuno se practica una dialectologia descriptiva, curiosamente muy del gusto de algunas Autonomias espaflolas, que perniite a algu-nos ciudadanos comprobar la extension que tienen sus peculiaridades; pero la falta de elementos comunes de comparación impide algo tan elemental en el campo de la dialectologia como es organizar los ténómenos en areas. Obviamente, los criterios para organizarios pueden ser distintos desde una perspectiva historka, con la que nos enfrentamos aquí, o sincro-nica. V,d. para ésta úlrima, J. J. Montes Giraldo: "La biparución dialectal del espanol",BFUCh. 35 (1995-6), 317-331. 5 A. C. Doyle: Esludio en escarlala. En: Sherlock. Holmes. Obras complelas, trad, de A. Lázaro Ros, Madrid: Orbis, 1987,1: p. 31. También Condillac se reliere a este hecho: "Des fails constates, voila proprement les seuls principes des sciences", Op. cit., p. 8. Es un juicio al que volveremos a reťerirnos más adelante a través de las ideas de Y Berlin. Aunque no puedo olvidar tampoco que los detalles muchas veces son secundarios, frente a la lógica, en el trabajo cientifico, como otro Holmes nos lo ha recordado6. Con estas indicaciones me atrevo ya a formulár la pregunta a la que trataré de encontrar alguna respuesta a lo largo de esta exposition: 2. c'DE DÓNDE PROCEDE EL ESPAŇOL AMERICANO? Es ésta, ciertamente, una pregunta que nos hacemos a menudo los lingiiistas y a la que podemos arriesgarnos a responder recurriendo a una simple proporción: los hablantes americanos coinciden en gran medida con la mayor parte de los an-daluces en no hacer una distinción entre la z y la í como la que hacemos en el norte peninsular. La regla de tres de que nos servimos es que, puesto que en la mayor parte de Andalucía y en toda America no se da esta distinción y si en el norte de Espaňa, el espaňol americano debió tener un origen andaluz. Es una explicación avalada por el maestro Menéndez Pidal y seguidores suyos como Rafael Lapesa, Diego Catalan, Manuel Alvar... 2.1. Seseo y ceceo Lo cual deja, sin embargo, ŕuera de la explicación por que se han fbrmado estas dos areas del espanol, tan desiguales: esa especie de rineón norteňo que diferencia el sonido s de z, frente a ese amplísimo espacio del que —por comodidad— voy a llamar espaňol atlántico, que practica el seseo —se me permitirá que también por comodidad me refiera al seseo, a sabiendas de que el mismo camino que han tornado las sibilantes medievales ha conducido en una parte de Andalucía al seseo y en otra al ceceo—. Se trata del primer paso de una disidencia más general de ese espaňol atlántico, donde finalmente: en las guerras de la independencia hace eclosión la conciencia de un rasgo general, indicador de la oposición entre americanos y peninsulares. Los soldados espaňoles reconocian a los patriotas (como entonces se decia en America) por su seseo; y los patriotas a los espaňoles, a juzgar por una anécdota rcferida a un tcniente colombiano que empleaba el rasgo como sibolet, por el fonema interdental7. No todos los lingiiistas han aceptado el seseo como prueba de la procedencia andaluza del espaňol americano: unas veces porque parecen no cuadrar bien todos los datos de las tierras de uno y otro lado del Atlántico8, otras porque la posibilidad 6 Se trata del protagonisra de la novela de C. Bruce: Litrange affaire da chat deMme. Hudson, Paris: Flammarion, 1998, p. 6. 7 J. L Rivarola: La formation linguística de Hispanoamérica Lima: Pontiticia Universidad Católica del Perú, 1990, p. 24 8 El que en Andalucía exista el seseo junto al ceceo es uno de los argumentos en que se basa Gregorio Salvador (Estudios dialectológicos, Madrid: Paraninfo, 1987, 70-78) para criticar la hipótesis andalucista para el espaňol de America. El hecho es que seseo y ceceo no son sino dos opcioncs muy semejantes procedentcs de la confusion de dos sibilantes, que durante el comienzo de la conquista americana no teniae por que distribuirse ni social ni dialectalmente como en la actualidad. go _José A. Pascual de proceder de un dialecto convertia al idioma extendido por America en una lengua de segunda9. En esto ultimo hay un sencillo error terminológico, pues lengua y dialecto son términos incomparables: una lengua es una abstracción que toma cuerpo en distintos dialectos, y tan dialecto es el que empleamos los leoneses, o los castellanos, como el que utilizan los andaluces. A este respecto no habría ningún problema, salvo el grave de los equívocos, para considerar que el espaňol hubiera tenido en America el andaluz como base de su evolución. Y si no hubiera sido del andaluz deberíamos buscarle otro u otros dialectos, pues de esa abstracción que es una lengua no podia proceder. Si las modalidades del espaňol que se hablan en el continente americano coinci-den con las hablas meridionales de Espaňa en no distinguir entreí y z, en ello debie-ron influir diversos factores: en primer lugar esta evolución meridional de las anti-guas siblantes fricativas y africadas se realizó cuando en Castilla no se tenia decidido todavia una determinada elección neta para ellas10, de forma que el seseo era, a diferencia de otros rasgos andaluces, una opción que podia aceptarse socialmente en Espaňa y la America hispánica y que se estaba dando en los primeros tiempos de la colonización. El territorio ocupado entonces por los espafioles era el Caribe", por tanto, la referenda al modelo de uso no podia ser el modo de hablar de los cortesanos (que vivían por entonces en la distante Toledo, y más tarde se trasladarian a la no menos distante Madrid), sino la de andaluces y canarios, más cercanos a las tierras americanas y, por tanto, mucho más en contacto con ellas: Durante cl siglo XV y primer cuarto del siglo XVI sc inicia la disidcncia scvillano-andaluza —disidencia con respecto al prototipo castcllano-toledano—, propagada a tierras del rcino gra-nadino, a Canarias y a los dcmás dominios americanos. Efcctivamente, las mancras idiomáticas hispalenses —debidas a la cercanía de la frontcra musulmana, a los obstáculos geográficos para las comunicacioncs con Castilla y, sobre todo, a haberse creado Sevilla un modelo propio—, aumentadas en el auge comercial y de cultura de la ciudad que desde 1503 ŕue sede de la Casa de Contratación de Indias, se difundicron por territorios dilatadisimos, pasando a America con las armas y bagajes de los espaňoles, según expresión de Andres Bello12. Muchos de los que se aventuraban a buscar fortuna en America eran andaluces, igual que lo era la mayor parte de los marineros; y todos cuantos querian cru-zar el charco tenfan que esperar algún tiempo en Sevilla antes embarcarse y repos-tar después, durante su viaje, en las islas Canarias. 9 Vid. J. del Valle: "Andalucismo, poligénesis y koineización: Dialectología e ideológia", en prensa. 10 «Cuando se produjo el trasplante del espaňol a America y cuando se Ibrmó esa primera modalidad americana postulada, el sistema de sibilantes estaba en todo el espaňol en un momento de ebullición evolutiva, en que co-menzaban a esbozarse soluciones diversas; esta situación de relativa inseguridad al respecto (...) equivalía a la ausencia de un paradigma orientador que permitiera la desvalorización social de la solución regional que tinal-mente triunťó en el espaňol americano», J. L. Rivarola: La formation lingütslica..., p. 28. 11 Predominaba entonces, en el proceso de transmisión cultural, la lúerza de lo individual frcnte a la de lo institutional, según la idea de G. L. Guitarte: Siete estudios sobre el espaňol de America, Mexico: UNAM, 1983, p. 172. 12 J. Régulo: "La huella lingflística de Canarias en America y de America en Canarias". En F. Morales Padrón: Canarias y America, Madrid: Espasa-Calpe / Argantonio, 1988, p. 142. La hora de Sherlock Holmes se hubiera hecho de los..._ 81 2.2. Debilitación de las implosivas La coincidencia en el seseo entre la mayor parte de Andalucía y America ha sido un buen argumento que, confirmado por la documentación histórica, permi-tía darle al espaňol hablado en America un origen andaluz. Fero no es fácil organi-zar el rompecabezas de datos cuando vemos de qué manera tan distinta se organi-zan éstos en otro ámbito, el referente a las consonantes implosivas. Cuadrar todos los hechos exige un poco de imaginación, en el sentido en que se refiere a ella un personaje de Conan Doyle: estamos metiéndonos en una zona en la que contrapesamos probabilidades y nos quedamos con la suposición más lógica. Es ésc un empleo científico de la imaginación, pero siempre que disponemos de alguna base conereta desde la que iniciar nuestras cspcculaciones13. Esta base conereta es la que hemos establecido para el seseo. Tendremos, por tanto, que tratar de cohonestar con ella lo que ocurre con esas consonantes implosivas que no siempre muestran una distribución paralela en el espacio. En Espaňa si se da un cierto paralelismo con el seseo, pues ambos fenómenos son sureňos, por más que la zona de debilitamiento de las consonantes implosivas desborde con ereces la fron-tera de la confusion de sibilantes: un andaluz, un manchego, un extremeňo o un murciano pueden decir: loh niňoh o lonniňo o 10 niňO u otras muchas formas que son el resultado del debilitamiento de esa s en posición final. Lo que deberíamos esperar, visto lo ocurrido con el seseo, es que en toda la America espafiola se diera una situación como la meridional de Espaňa; pero America se divide en dos grandes zonas, que Angel Rosenblat, con no poco sentido del humor, ha deserito asi: Yo distingo en el espaňol de America, de manera caricaturesca, por el régimen alimenticio: las tierras altas se comen las vocales, las tierras bajas se comen las consonantes. Ľn Méjico se oye frecuentemente, aunque no de manera sistemática: cafsito, pas'sté, exprimento, frasteros, fosfro, etc.; en Quito, ist p 's, nop's: en La Paz, Poťsi (Potosí); en Bogota, muchismas gracias. Encambio en las Antillas, costas y llanos de Venezuela y Colombia, litoral argentino, Uruguay, Paraguay y Chile, es general la relajación del consonantismo, en grado variable, según las regiones o los sectores sociales: aspiración y pérdida de i (lojombre, lofóforo, lajocho, pcycao); [...] pérdida de la r final (voy a comé; si seňó); en zonas extremas, confusion der y/implosivas {piteltorriqiieňo, tzquielda; borsa; durse; etc.) I4. 13 A. C. Doyle: Eisabueso... Op. cit., I: p. 235. 14 A Rosenblat: El castellano de Espaňa y el caslellano de America, Caracas, 1962, que cito a travós de Nueslra lengua en ambos mundos, Barcelona: Salvat, 1971, p. 26. Podemus resumir los procesos de debilitación atendiendo a los siguientes rasgos: relajación de -/ final de sílaba y palabra: mebclar, loh ombre o incluso lofóforo y aspiración de Ujé horhe 'Jorge', hefe 'jete'; pérdida de la -d- intervocálica: no ha venío, una plancbá, el deo; y contusion, en algunos lugares, de r y / finales de sílaba: pueltorriqueňo, izquielda. 82 José A. Pascual La hora de Sherlock Holmes se hubiera hecho de los.. 83 Por decirlo expresivamente, con un ejemplo de Guillermo Cabrera Infante: el marsissmo leninissmo de Mexico es en Cuba el marsitnoleninimo^. Para interpretar esta distribución de las soluciones de las consonantes implosivas, que no se corresponde con la del seseo, hemos tenido que recurrir los lingúistas al sentido común, tanteando distintas posibilidades explicativas, porque en razonable coincidencia con los héroes de Conan Doyle, pensamos que: "Nunca hay que desdeňar posibilidades, por pequeňas que parezcan"16. Ese sentido común ha llevado a suponer cosas que, con nuestro conocimiento actual de los hechos, resultan difíciles de mantener, como que ello se debiera a la interferencia de la manera de hablar de las poblaciones negras; tampoco se justifica pensar que las peculiaridades de estas dos areas americanas, paralelas a las espaňolas, pueden de-berse al influjo que ejercieran allí las distintas lenguas de sustrato. Se ha llegado a pensar incluso en una justificación geográfico-climática, partiendo de la posibili-dad de que los colonizadores buscaran aquellos climas y paisajes más semejantes a los de su lugar de origen: de ese modo quienes procedían de la zona fría norteňa se asentarían en las tierras altas, mientras que las tierras bajas acogerían, en cambio, a los colonizadores sureňos; pero tampoco esto lo avalan los datos históricos. Con estos amagos de explicación se busca no sólo llegar a una mejor compren-sión del pasado de nuestra lengua, sino también dar con un modelo aplicable a otřas cuyas peculiaridades se han justifícado por medio del sustrato, adstrato o superestrato. El caso es que de tantas explicaciones como se han buscado a estos problemas hemos terminado haciéndonos todos, si no más sabios, al menos más comprensivos. Vuelve a ser Sherlock Holmes el que nos lo explica a su manera, describiendo a un modesto policía: Es hombre que posec dotes notables. Cuenta con dos de las tres cualidades necesarias al detective ideal: la facultad de obscrvar y la facultad de dcducir. Falla en cuanto a conocimicntos, pero eso quizá le venga con el tiempo17. El tiempo, con la cantidad de vueltas que da a las cosas, nos ha llevado a quienes nos dedicamos a estos asuntos, finalmente, a reconocer que los seres humanos —o, mejor la sociedad, en que éstos se desenvuelven— son el elemento clave en el cambio lingiiistico, pues lo que acontece con una lengua no es, en ultima instancia, sino el reflejo de las creencias de la comunidad que la emplea. La formación de estas dos areas americanas de que hablamos —la innovadora de las Antillas y de la zona costera, tanto del Atlántico como del Pacifico, de Venezuela, Colombia, Centroamérica y Mexico— en que se debilitan las consonantes implosivas, y la conservadora, de las tierras altas del interior, en que se conservan, 15 «EI marxismo-leninismo, conocido en Cuba como marsimoleninimo, que es como lo pronuncia Fidel Castro*, G.Cabrera Infante, El His, 19.5.95, p. 15. 16 A. C. Doyle: Estudiu..., Op. cil., I: p. 52. 17 A. C. Doyle, El signo de los cuaíro. En: Sherlock Holmes. Obras completas, Op. cit., I: p. 115. se justifica precisamente por las distintas actitudes de sus colonizadores. German de Granda lo ha visto de este modo: los territorios caribefios, con un altísimo indice de hablantes de modalidades meridionales del castellano, debieron de llegar más rápidamente al estadio final del proceso de koineización que los incluibles en el area andina, en los que la proporcionalidad de los hablantes de los diversos dialectos del castellano era muy otra18. El area innovadora incluye los territorios colonizados más antiguamente, cuyo contacto con Andalucia se mantuvo durante más tiempo19. Pasado el primer periodo de la conquista —el antillano— el centra del Imperio colonial espaňol se des-plazó a Mexico y Peru, donde en sus zonas altas fue mucho menor el contacto con Sevilla. De ahi que en las capitales virreinales tuviera gran peso la manera de hablar de funcionarios y religiosos20, más parecida a la de la corte que a la provincial andaluza, y que desde Mexico21 y Lima22se difundiera la norma cortesana culta por todos los territorios dependientes de esas capitales. Aunque ya no se logró dar marcha atrás en estas tierras al seseo, que se habia convertido en un rasgo propio 18 G. de Granda: Espaňol de America, espaňol de Africa y kablas criollas hispánicas, Madrid: Gredos, 1994, p. 27, quicn torna en consideración diversas causas socialcs para explicar el ťenómeno de nivelación que sufrió el espaňol en su primera plataforma americana. En America Cenual podemos distinguir třes áreas, formadas por Guatemala y Costa Rica, bastantc conscrvadoras;Nicaragua, Honduras y El Salvador, que, junto a rasgos innovadorcs, mantienen otros muy consevadores como la pronunciation casi oclusiva de la ~d- intervocálica; y Panama, muy semejante a las islas Antillas. Cf. D. Lincoln Caníield: El espaňol de America: fonética, trad, de J. Llisterri y D. Poch, Barcelona: Crftica, 1988,passim. 19 Para la situación peculiar de La Argentina, vid. B. Malmberg: La America hispanohablante, Madrid: Istmo, 1966, p. 168. «la Argentina, Chile y las costas dél Caribe [...] son [periféricas] con respecto a los centros del interior (Mexico y Lima en la época colonial)*, situación que se caracteriza por «una generalización casi completa de las sílabas abiertas», B. Malmberg: «E1 espaňol del Nuevo Mundo: Evolución de perspectivas durante medio siglo*. En: Adas del I Congr. Intern, sobre el espaňol de America, Madrid: Academia Puertorriqueňa de la Lengua, 1987,255-265, p. 263. J. L. Rivarola {Lexis, 12 (1988), pp. 120-122) es escéptico en cuanto a la idea de B. Fontanella de Vveinberg {El espaňol bonaerense. Cuatro siglos de evoluáón lingúística (1580-1980), Buenos Aires: Hachette, 1987) de que se generalizara la contusion entre [r] y [1] en el espaňol bonaerense y retrocediera posteríormente, sin dejar huella. 20 Sigo en ésta nota y en las dos siguientes a G. L. Guitarte: «Para una periodización de la historia del espaňol de America*. En J. M. Lope Blanch (ed.): Perspectivas de la investigación lingúística hispanoamericana. Memoria, Mexico: UNAM, 1980, asi como el libro de B. Malmberg, cit. en la nota anterior. 21 En la época colonial, la meseta mexicana constituía, junto con el Peru, una de las áreas más importantes del imperio. Su capital era la sede del virrey y un centro cultural de gran importancia. La universidad de Mexico, creada el mismo aňo que la del Peru, constituyó en su tiempo un importante núcleo cultural; se daban las mismas condicio-nes en estas dos zonas para el mantenimiento de una norma que que se formo en torno a la Administración, la Iglesia y los centros de enseňanza. Por eso se asemeja en bastantes aspectos la manera de hablar de estos dos países. 22 Lima, pronto convertida en capital del Imperio espaňol y en sede virreinal y eclesiástica, fue centro cultural desde la fundación de la Universidad de San Marcos, la primera de Sudamérica. En Lima se reunían funcionarios, religiosos, sabios y literatos; a ella afluían los tesoros y por allí tenían que pasar, de hecho, las comunicaciones con la metropoli. Las costumbres limeňas coníiguraban la norma que debían seguir los habitantes de los territorios dependientes; y, como la población espaňola crecía constantemente gracias a los refuerzos humanos que enviaba la metropoli, la tradition cultural de los conquistadores se mannivo viva y la norma lingúística siguió siendo la espaňola, mientras que se frenaron los vuigarismos, que se mantuvieron como tales, sin llegar a penetrar en el habla de la clase culta. Lima pretendía ser un reflejo de Toledo, primero, y de Madrid después. Todo esto explica que el espaňol peruano sea, todavía hoy, muy cercano, a la norma lingúística castellana. 84 José A. Pascual La hora de Sherlock Holmes se hubiera hecho de los. 85 del espaňol hablado en America desde la etapa iniciál caribeňa, sí se pudieron fre-nar los demás rasgos caracterizadores de las hablas del sur de Espaňa, que se iban imponiendo con decision en las tierras bajas. 2.3. čExistian hace cinco siglos las mismas diferencias actuates entre el castella-no y el andaluz? No creo haber faltado gravemente al sentido común al tratar de cuadrar esc doble comportamiento que tiene el espaňol en America con respecto a las conso-nantes implosivas, con el único que se percibe en el caso del seseo, tratando de cumplir un principio formulado asi por Sir Arthur Conan Doyle: Cuando un hccho parece contradccir un largo cortejo de dcducciones resulta de una manera invariable capaz de ser interpretado de diferente manera23. Pero ese mismo sentido común exige a estas alturas de la exposición que nos haga-mos la siguiente pregunta: i'Era hace cinco siglos la situación semejante a la actual en lo referente a las diferencias que separaban a la modalidad andaluza de la caste-liana? De hecho, en las explicaciones que he ido exponiendo hasta aqui se ha acep-tado implicitamente que tal distinción se daba en términos muy parecidos a los actuales, pues el norte de Espaňa debería ser también entonces —linguísticamente hablando— profundamente conservador, mientras que el sur se comportaría, a este respecto, también como hoy, de una manera revolucionaria. Es evidente que entre las dos opeiones —que la situación actual sea continua-ción de la de hace cinco siglos o que se haya roto completamente con ella— resulta preferible lo mis sencillo. Y la opción más sencilla es la que hemos llamado prime-ra: que las diferencias que se perciben entre el norte y el sur sean continuación de las que existían a finales de la Edad Media entre estas dos zonas. El problema es que lo esperable, lo probable, lo deseable, lo más cómodo, no es siempre lo que ocurre. Vamos a contarcon la suposición de que a finales de la Edad Media, castellano y andaluz estuvieran mucho menos diferenciados que hoy en día24. Si esto hubiera sido asi, algunos rasgos de los orígenes del espaňol americano podrían pertenecer a esa especie de diasistema espaňol, más amplio que el andaluz. cí'Por qué podemos aventurarnos —con todas las cautelas que se quiera, ciertamente— por esta posi-ble explicación? Sencillamente porque en los textos andaluces de los siglos XV y XVI encontramos reflejados como errores, hábitos particulares de pronunciación: 23 A. C. Doyle: Estudio..., Op. cit.. I: p. 60. 24 Esa menor diierenciación podría no sólo ser más cercana a la norma castellana actual, sino también a la andaluza. Trato de encontrar argumentos para esta hipótesis en mi trabajo: "El revolucionario conservadurismo del espaňol norteňo. A propósito de la evolución de la s implosiva en espaňol". En: Estudios de lingiiística y filológia espaňolas. I Iomenaje a Germán Colón, Madrid: Gredos, 1998, 387-400. fundamentalmente la falta inexplicable de una sola adición, también inexplicable, de ésta en casos del tipo niňo, eserito en lugar de niňos, o viceversa; pero tal tipo de errores aparece también en documentación puramente norteňa: en ella ha encon-trado Juan Antonio Frago ejemplos que se pueden interpretar como reflejo de la ašpiráciou y pérdida de una -s implosiva, como el siguiente de una copia que Sor Isabel del Sacramento (natural de Palenzuela) hizo de la mayor parte del Libro de romances y coplas del Carmelo de Valladolid: rre 'res', ojos hermoso, propera, obttnado, llamcmo o lo gozas2*. Si tiramos del hilo de este enrevesado ovillo podríamos llegar a pensar —es la idea de Juan Antonio Frago— que: el castellano trasplantado a la Bética con las rcpoblacioncs de los siglos XIII-XIV llevaba ya iniciado este Camino [la pérdida de la/-s/], a partir de entonces desarrolladoautónomamenteen las tierras del sur26. Donde hemos llegado, a través de un procedimiento que es propio de la filológia y de las ciencias históricas, en generál, apurando todo lo posible los datos, en una actitud que ha sabido explicar —permítaseme por una vez prescindir de Arthur Conan Doyle— el filósofo Ysaia Berlin: [mientras] en una ciencia natural desarrollada consideramos más racional depositar nuestra confianza en proposiciones gencralcs o en leycs que en ŕenómenos cspccíficos [...] esta regia no parece valer tanto en la história [...] La adicción a una teória —el ser doctrínario— es un insulto cuando se predica de un historiador; ya no es un insulto cuando se predica de un hombre dedi-cado a las ciencias naturales [...] En la história propendemos, las más de las veces, a dar mayor crédito a la existencia de hechos particulares que a la de hipótesis generales, por mejor ŕundadas que estén, y de las cuales los hechos podrían deducirse teóricamente27. 25 Libro de romances y coplas del Carmelo de Valladolid, ed. de Y Garcia de la Concha y A. Ma Alvarez Pcllitero, Valladolid: Consejo General de Castilla y León, 1982. 26 J. A. Frago: História de las kablas andaluzas, Madrid: Arco, 1993, p. 477. A sus ejemplos de debilitamiento de las consonantes implosivas han de unirse otros reunidos por R. Lapesa (História dela lengua espaňola, Madrid: Gredos, 1980, pp. 387-389), por R Boyd-Bowman («A sample oť sixteenth century 'Caribean' Spanish phonology*. En: Colloquium on Spanish and Portuguese linguistics, Washington, D. C: Georgetown Universtity Press, 1975, 1-11; fid. las criticas que hace M. Torreblanca: «La /s/ implosiva en espaňol: sobre las iechas de su aparición*, Thesaurus, 44 (1989), 281-303, p. 284), por D. Catalan (.La estructura silábica del espaňol*. En su libro: El espaňol. Orígenes de su diversidad, Madrid: Paraniníb, 1989, 77-104, p. 100), e incluso por mi, que he distinguido entre algunos ejemplos que podían ser rneros errores, de otros cuya mayor 1'recuencia me llevaba a tornados como rellejo del origen andaluz de un copista («Cuirirporsufrir>», Voces, 2,1991, p. 106; vid. también, "El revolucionario conservadurismo...", pp. 388, 389). Vid. la prudente la valoración que [. L. Rivarola da a las cacograíías antiguas que han servido para adelantar la cronologia del debilitamiento de las consonantes implosivas, en: "Aspectos de la história y de la historiografia del espaňol de America", Lexis. 17 (1993), 75-91, p. 81; y "Modelos historiográficos sobre los orígenes del espaňol de America". En: A. Narbona y M. Ropero (eds.): Adas del Congreso del Habla Andaluza, [Sevilla, 4-7demarzo 1997], Sevilla: Seminario Permanente del Habla Andaluza, 1997, 349-370, p. 353. 27 Y Berlin: Conceptosy categorías. Un ensayo filosófico, trad, de F. Gonzalez Aramburo, Mexico: FCE, 1983, pp. 191,193. 86 José A. Pascual Si se fueran acoplando las piezas en nuestro rompecabezas, algunos rasgos revolucionarios del andaluz actual podrian estar contenidos en la manera de hablar de Castilla la Nueva, en el momento mismo de la repoblaciön del sur peninsular. Pero esta idea exige estudiar los cambios lingüisticos de una manera que por el momento no se suele practicar, contando con el condicionamiento que la normati-vizackm gräfica practicada por la imprenta, pudo ejercer sobre la pronunicaciön de unos lectores a los que se les ensenaba a leer acercando lo mäs posible la pronun-ciaciön a la escritura. Sin contar con la imprenta y con el mayor acceso que en el Renacimiento se tiene a la lengua escrita, no pueden explicarse los cambios ocurridos desde enton-ces; como no se podrän explicar los que ocurren en la actualidad, sin contar con el influjo de la televisiön. Fue precisamente el prestigio de la letra el que condujo a que en grandes zonas del espanol se restauraran grupos cultos como los que tene-mos en defecto, efecto o apto; y podria haber sido tambien el responsable de que se diera marcha aträs en el debilitamiento de las consonantes implosivas en algunos lugares en que estas se habian perdido, precisamente en el norte castellano. Si esto hubiera sido asi, en nada sufre la hipötesis andalucista para explicar el origcn del espafiol americano, pero con una menor distinciön entre el castellano y andaluz a finales del siglo XV se entiende mejor que pudieran terminarse dando a uno y otro lado del Atläntico soluciones distintas para el comportamiento de estas consonantes implosivas. Supongamos que el debilitamiento de esta -s final de sflaba no hubiera sido exclusivo de las hablas meridionales, sino pronunciacion extendida en determinados grupos sociales de la mayor parte de Espana —mientras que conse-cuentemente otros grupos hubieran rechazado tal debilitamiento—; en ese caso, a lo que habria llegado el sur seria a adoptar como normal la pronunciacion mäs innovadora, mientras que el norte habria impuesto, incluso en el registro coloquial, la conservadora. El triunfo de dos actitudes diferentes entre el norte y el sur peninsular pudo estar condicionado porque en el espafiol meridional, como luego en el americano, el movi-miento de poblaciones y su mezcla propiciaran las soluciones mäs sencillas28, a la vez que contribuirfan a la relajaciön de los lazos con la corte, a la discrepancia, en defini-tiva, con la actitud castellano vieja, tal y como lo ha planteado J. A. Frago: por un lado se estaba tendiendo a la normalizacion del modo mäs culto de hablar, que es el que solia reflejarse en los textos escritos, y por otro lado la heterogeneidad demogräfica y la mezcla 28 Esta idea de J. Milroy y L. Milroy la adopta oportunamente R. Penny («El origen asturleon^s de algunos fenömenos andaluces y americanos», Lletres Asturianes [en mi separata no Consta el afio], 33-40, p. 33): "Cuando se producen contactos entre gente de orfgenes distintos y de dialectos diferentes se suelen perpetuar, en la nueva comunidad, las ibrmas dialectales mäs sencillas»; sencillez que no podi'a dar la espalda a la frecuencia, segün G. de Granda {Espafiol de America, espanol de Äfrica y hablas criollas hispänicas, Madrid: Gredos, 1994, p. 68; mäs adelan-te, p. 69, se refiere al imprescindible proceso de simplißcacion): "la acciön de un mecanismo nivelador que genera-lizö, pornivelaciön lingüistica, los elementos cuantitativamente mayoritarios en el diasistema plurilectal, hetero-geneo, preexistente en tierras americanas». La hora de Sherlock Holmes se hubiera hecho de los.. 87 cultural que se dieron en las ciudades y en los campos incorporados al ämbito castellano propi-ciaban tendencias dilerenciadoras, que no tardarian en senalar perfiles entre las hablas de Castilla la Vieja y las de Castilla la Nueva, y mäs pronunciados serfan todavia los ribetes de la peculiari-dad dialectal establecida en la Novisima Castilla, Antlalucia por mäs senas29. Si diferentes actitudes sociales pueden originär distintas elecciones, tales actitudes podrian estar reforzadas por el diverso grado de escolarizacion existente en el norte y en el sur de Espafia que refleja el siguiente dato: en los siglos XVI y XVII en las dos Castillas y Leon el nümero de analfabetos se ha supuesto en torno al 40%, en la poblacion masculina (casi un 70% en la femenina), mientras que en el sur se acerca mucho al 80% en la poblacion masculina (y, en el caso de la femenina, al 90%). La mayor fuerza de la ensenanza en Castilla pudo contribuir a que se tomara alli la escritura como modelo de bien hablar, siguiendo al pie de la letra las indica-ciones de los propios gramäticos: la primera regia del orthographia castellana —escribiö Elio Antonio de Nebrija— [era] que assi tenemos de escrivir como pronunciamos, e pronunciar como escrivimos30. Amado Alonso nos orienta sobre la variedad de hechos dialectales y sociales con los que debemos de contar, para explicar los orfgenes del espanol americano: debemos abandonar la idea de que la base del espanol americano este en el predominio que una regiön especial (la andaluza) o una clase social particular (la plebeya) o decisivamente la primera emigracion del siglo XV, tuvieran en la poblacion del nuevo mundo3'. Si la idea del sabio discfpulo de Mene'ndez Pidal conducia, ciertamente, a negar la prioridad —que no es posible negar— del andaluz, muestra tambien la necesidad —que tampoco deberiamos dejar de lado— de tomar en consideraciön la interven-cion complementaria de lo que podriamos llamar —sirviendonos de un sintagma que Yakov Malkiel ha empleado con otro fin— la "causaciön multiple"32. Encajar unas pocas piezas en este peculiar rompecabezas ha exigido de los lingüis-tas no poco talento, pues, como saben los lectores de novelas policiacas, para interpretar adecuadamente las minucias —y de minucias se trata aquf— se requiere contar con 29 J. A. Frago: Andaluz..., p. 66. 30 Elio Antonio de Nebrija: Gramática de la lengua castellana (libro I, cap. 10), ed. de A. Quilis, Madrid: Editora Nacionál, 1980, p. 131 . 31 A. Alonso: Esludios linguisticos. Temas hispanoamericanos, Madrid: Gredos, 1967, p. 59. Cf. J. L. Rivarola:»La base linguistics del espanol de America: ďexistió una kpiné primitiva?", Lexis, 20 (1996), 577-595, pp. 583-584. 32 Vid. J. M. Lope Blanch, Adas del II Congr. Intern, sobre el espanol de America, Mexico, 1986,65-75, p. 72, y G. de Granda: El espaňol en tres mundos. Retenciones y contactos linguisticos en America y Africa, Valladolid, 1991. Para una valoración, muy alejada de las simpiilicaciones que se han hecho sobre las ideas del espaňol americano de Henríquez Ureňa, Rutino José Cuervo y Amado Alonso, vid. G. L. Guitarte: "Cuervo, Henríquez Ureňa y la polémica sobre el andalucismo de America", Vox Romanica, 17 (1958), 363-416 [pubiicado en: Siete estudios..., 11-61] y J. L. Rivarola, "Modelos historiográticos...", pp. 353-366. 88 José A. Pascual La hora de Sherlock Holmes se hubiera hecho de los. 89 "un talento extraordinario"33. Ensamblar tales minucias es la piedra de toque a la que tenemos que someter la interpretación de la realidad de nuestro pasado, aunque sólo sea para huir de nuestros propios prejuicios que nos Ilevarían a valorar esta realidad según de dónde nosgustara que soplasen los vientos de la historia. Pero además ha sido necesario realizar un notable esfuerzo, hasta saltar en estos Ultimos quince aňos una barrera para el cumplimiento de determinados cambios, que no parecia sencillo llevar más alia del siglo XVIII, ya se tratara del seseo, del debilitamiento de las consonantes implosivas34 e incluso del yeismo. Antes de que se derribara ese muro era razonable que se dudara de la hipótesis andalucista del espaňol americano, pues ťcómo expli-car que fenómenos llevados de Andalucía no se registraran en los documentos en tiempos anteriores a o coetáneos con la conquista americana? Pero aun con estos adelantamientos en el registro de los hechos, puede ocurrir, como vamos a ver a continuación, que éstos se adecuen mal a la realidad actual y que, por consiguiente, nos obliguen a los iingüistas a romper con nuestro modo de actuar, teniendo que aceptar para una misma evolución ocurrida en dos lugares distintos dos explicaciones diferentes o, lo que es lo mismo, buscar una: 3. EXPLICACIÓN POLIGENÉTICA Voy a mostrar un ejemplo que escapa claramente a la explicación que he dado a algunos fenómenos surgidos a finales de la Edad Media: se trata del yeismo —es decir de la pronunciación de la // comoy— cuya expansion moderna por Espaňa y America obliga a echar mano de algo que en el modelo de explicación tradicional supone un problema, porque se incumple la ley atribuida a Ockam, que se formula asi en un delicioso pastiche policiaco medieval escrito por Umberto Eco: no conviene multiplicar las explicaciones y las causas, mientras no haya estricta necesidad de hacerlo. Todo se explica utilizando el menor numero de causas35. Si hubiera sido ciertamente grave, desde el punto de vista metodológico, tener que explicar el seseo como un fenómeno desarrollado con una cronologia distinta en Espaňa y America —por lo que ello supone buscar a ese mismo hecho dos causas diferentes—, dcómo se justifica entonces que en el caso del yeismo tengamos que recurrir a una explicación poligenética? No se trata ciertamente de un capricho cuando su expansion por Espaňa y America es bastante reciente, y se ha desarrollado a la manera como en las películas de guerra un batallón de paracaidistas se adentra por territorio enemigo: sus distintos pelotones resultan ser islotes dentro de ese amplio mar que es siempre el territorio que se pretende conquistar. Antes de 33 A. C. Doyle: Elsigno... Op. cil., I: p. 116. 34 J. A. Frago: Hisloria de las hablas andaluzas, Madrid: Areo Libro, 1993, pp. 340-373 y 477-498. 35 U. Eco: El nombre de la rosa, Barcelona: Lumen, 1982, p. 116. nuestra ultima guerra incivil, según los datos de que disponía Tomáš Navarro, el yeísmo estaba bastante extendido por gran parte de Andalucía, mientras que en el nořte de Espaňa se practicaba normalmente la distinción entre // y y36. En pocos aňos casi se ha generalizado su confusión, como si se tratara de un fenómeno que el nořte hubiera importado recientemente del sur". Para explicar estas y otřas evoluciones fbnéticas, Amado Alonso se había visto obligado a prescindir del principio de economía que supone la ley de Ockam, supo-niendo que estos cambios se habían desarrollado independiente en época moderna, tanto en el espaňol europeo como en el americano. La cronologia de los datos aconsejaba entonces actuar de esa manera; pero incluso ahora cuando disponemos de ejemplos indiscutibles de yeísmo anteriores al siglo XX particularmente en el dominio andaluz38, resulta difícil escapar a la explicación polimórfica, pues, a pesar del registro antiguo del fenómeno, encontramos en America no sólo yeísmo, sino también distinción entre // y y, en áreas que no corresponden a las distintas formas de realizar la pronunciación debil o reforzada de las consonantes implosivas. Como no se puede pensar que los lugares donde se conserva la // la hayan restaurado a partir de la y que existe en las zonas yeístas, Gregorio Salvador ha mostrado su absoluta disconformidad con la explicación andalucista del espaňol americano: cse puede identiíicar seriamente yeísmo con espaňol atlántico? Cuando todo Mexico es yeísta, cuando lo son las ciudades castellanas y leonesas, cuando en cambio la distinción existe en lugares de [las] Isias Canarias, cuando Sevilla es una especie de islotc urbano de yeísmo encla-vado en una zona distinguidora, con -//- tensa y bilateral por aňadidura, que se oye a cada paso, con toda nítidez, en las mismas Calles de la ciudad a los pueblerinos del Aljarate o de Paradas, cse puede seguir considerando el yeísmo como un fenómeno de origen andaluz, importado desde Sevilla por via maritima, al resto del mundo hispánico que lo practica? Parece casi una broma; pero el caso es que se continúa diciendo por inercia, y ahí lo hemos visto como rasgo caracterizador del espaňol atlántico39. La crítica anterior al andalucismo no carece de sentido, si bien contempla la realidad dialectal como si de una mera continuación del pasado se tratara, en la que las lenguas siguieran con todo cuidado el camino que nos abren las ramas del árbol genealógico de los neogramáticos; asi, lo que encontramos en Mexico, Castilla, Leon, las islas Canarias, Sevilla, el Aljarafe o Paradas, se presenta como procedente en linea directa de los supuestos usos uniformes del espaňol medieval. De ese modo el yeísmo sólo puede ser explicado como un cambio fonético realizado indepen- 36 T. Navarro: «Nuevos datos sobre el yeísmo en espaňa* [1964]. En: Capítulos de geograßa linguística de la Penínsuta Ibérica, Bogota: Instituto Caro y Cuer vo, 1975,129-148. 37 Lo que podría contar con algún apoyo en algunas ideas de G. Salvador sobre ia expansión del andaluz en el futuro («La ťonética del andaluz y su propagación social y geografica», Op. cit., 61-69), que el propio dialectólogo ha corregido {vid. la «apostilia de 1985» en las pp. 67-69 del artículo citado y su "Justiíicación de la dialectología". En: A. Narbona y M. Ropero (eds.), Op. cit., 43-52, p. 51). 38 Para la cronologia del yeísmo, vid. ]. A. Frago: Historia pp. 501-508. 39 G. Salvador, Op. cit., pp. 73 y 74. 90 José A. Pascual La hora de Sherlock Holmes se hubiera hecho de los. 91 dientemente en cada uno de esos lugares; pero la realidad visible —ya lo he dicho antes— puede permitir ver hechos importantes que se ocultan tras la apariencia de las cosas. En la actualidad el yefsmo estä muy extendido por Espafia, en franco contraste con la situaciön que existfa en los tiempos inmediatamente anteriores a la guerra: por entonces, segün los datos que manejaba Tomas Navarro, el norte se diferencia-ba claramente del sur, por manteneraquel la oposiciön entreUyy.y este por haberlos confundido en la mayor parte de su terriorio. Esta diferencia entre el norte y sur era, sin embargo, un espejismo, ya que se trataba de una situaciön que correspon-dia fundamentalmente al campo40, no a las ciudades, donde se habfan iugalado ambas consonantes palatales, incluso en la franja nortena de Espana. Por ello, la expansiön fulgurante que en tiempos recientes ha tenido un fenömeno como el yefsmo, tan antiguamente registrado en la documentaciön espanola, no crea nin-gun problema: la [II] se pronunciarfa como [11] y [y]; aunque ambas elecciones no tendrian en todos los lugares la misma consideraciön social ni coincidirfan los re-gistros en que podrfa elegirse una u otra posibilidad de pronunciaciön: en unos sitios el mantenimiento de la [11] se tomarfa como pronunciaciön normal, mientras el yefsmo se verfa como vulgär; en otros [11] se interpretaria como formal y el yefsmo serfa lo normal, y en no pocos la ünica pronunciaciön serfa la yefsta, y [11] se valora-rfa como una pronunciaciön anticuada41. Una explicaciön como esta permite relacionar el espanol hablado en America con el de la Peni'nsula desde los tiempos de la colonizaciön, por mäs que la difusiön del cambio haya llevado sus propios caminos en tiempos recientes, tanto en Espana como en America. Posiblemente el fenömeno no sea andaluz, sino espanol, en cuanto que a finales de la Edad Media, como he senalado antes, el castellano podfa coinci-dir con el andaluz en rasgos que hasta hace poco parecian exclusivos de este dialec-to42, de forma que un cambio de valoraciön (de vulgär a neutral) de una pronunciaciön general del espanol pudo originär que se este" recorriendo en todas partes este Camino hacia el yefsmo de un modo, en apariencia, independiente. Vamos acercändonos al final, que estarä mäs cerca aün cuando haga una ma-tizaciön con respecto a que: 40 Lo que se deriva del tipo de encuestas realizadas, que buscaban conocer lo más arcaíco -el campo- no lo más innovador -la ciudad-, porque no se pretendia con ellas dar cuenta de la variación dialectal del momento, sino encontrar aquellos hechos que, por anucuados, podian suponer un buen testimonio de fenómenos del pasado. 41 Vid. A. Várvaro: «Monogénesi o poligénesi del canvi linguistic: iunaoposició inconciliable?». En: S. Marti y F. Feliu: Probléme* i métodes de la História de la llengua, Barcelona: Cuaderns Crema, 1995, 13-37. 42 "S'osservarä que semblo ignorar, o com a minim menysvalorar, el carácter andalús del ieisme, que Uiga amb ľandalusisme de ľhispanoamericá y amb trets "andalusos" del judeo-espanyol (elseseo, p. e.). En realitat, a diferencia del que passa a America, res ens permet de pensar que en les comunitats sefardites hi tos preponderant ['element andalús (les persecucions del 1391 havien semidestruit les aljames meridionals)", A. Várvaro, Op. cit., p. 30, n. 27. 4. la história es mucho más que el punto iniciál. Lo cual si pudiera parecer una perogrullada, dista mucho de serlo, porque corremos el riesgo —lo estoy corriendo yo ahora— de reducir la caracterización de una lengua o de una parte de ella a los momentos seňeros de su origen. Los rasgos del espaňol americano —de las distintas variedades del espaňol americano— son muchos más que los que llevaron los conquistadores y su característica no puede sintetizarse en hechos que son evidentes, pero que no tienen la condiciön de gene-ralidad como la que nos ha explicado una vez más Conan Doyle: —Esa es una idea de mucha amplitúd —hice notár yo. —Nuestras ideas deben ser tan amplias como la Naturaleza si aspiramos a interpretaria"43. Lo ocurrido con nuestra lengua en el continente americano no se explica ex-clusivamente por las condiciones históricas y sociales de los primeros tiempos de la colonia, sino a través del entero discurrir histórico de nuestra lengua44. Todos los minutos, como ocurre con la vida, cuentan por igual, o pueden contar; de forma que resultan tan importantes los rasgos que he seleccionado de los momentos ini-ciales de la colonia como otros muy posteriores en que Mexico y Perú, tras su inde-pendencia, mantuvieron un espaňol muy conservador; lo que Colombia logró en la segunda mitad del siglo XIX, también por el decidido influjo que ejercieron en el uso de la lengua humanistas y gramáticos como Miguel Antonio Caro o Rufino José Cuervo. Aunque, para decirlo todo, se dé en estos países un fortísimo contraste —que no deberíamos olvidar— en el tipo de lengua que emplean los estratos cul-tos y los populäres. Chile y La Argentina fueron en la época colonial territorios pobres, atrasados y mal comunicados con Sevilla (y su relación con la Corte espaňola fue más difícil aún) y con los centros americanos de poder y cultura. Fue este aislamiento el que hizo posible, en el caso de la pronunciaciön de las consonantes implosivas, separar-se en sus momentos iniciales de la tradición normativa espaňola que continuaban manteniendo las antiguas capitales vierreinales, y permitió después un desarrollo más flexible de las tendencias populäres de las capas bajas de una población, por otra parte, muy poco numerosa45; pues la clase alta, pequeňa en numero y sin con-tactos con los centros culturales del propio continente americano o de Europa, era incapaz de frenar esas tendencias popularizantes. 43 A. C. Doyle, Estudio Op. dl. I: p. 45. 44 Para el periodo posterior a !a epoca colonial, me baso en B. Malmberg: La America... 45 A principio del siglo XVII, un siglo despu^s del Descubrimiento, no pasan de sesenta los vecinos de las ciudades mäs importantes: Santiago del Estero, Cördoba, Tucumän, Jujuy, Salta y La Rioja. Durante ese siglo se disipa el sueno de las minas, por lo que el incremento de la poblaciön depende exclusivamente del crecimiento vegetativo; lo cual, obviamente imposibitita el desarrollo urbano. Vid. M. A. Morinigo: Programa defilologia hispänica. Buenos Aires: Nova, 1959 [el trabajo a que me retiero aqui es de 1951], pp. 77, 78. 92 Jose A. Pascual La hora de Sherlock Holmes se hubiera hecho de los. 93 Ello explica algunas eleccioncs divergentes que se realizan en estos territorios, como ocurriö con el voseo, que consiste en utilizar el pronombre vos (vos tenes, es decir 'vos teneis') para lo que un castellano se sirve de tü (tü tienes). Este debiö ser casi general en el espanol americano en el XIX46, al menos en el uso coloquial; y precisamente aquel rasgo vulgär se mantuvo en un territorio tan mal comunicado como La Argentina: a principios del siglo XIX las clases cultas de Buenos Aires empleaban el pronombre tu, mientras que el uso de vos estaba limitado a los cam-pesinos y a la poblaciön urbana baja; cincuenta afios mäs tarde las clases cultas habian adoptado el uso de vos. La räpida penetraciön de ese rasgo rural en la socie-dad bonaerense se debe a que en el siglo XIX, aparte de las razones sociales a que me he referido antes, se promoviö en la Repüblica Argentina un ideal de lengua orientado a romper con la herencia de las viejas normas de Espana, posibilitado porque al debil peso de la herencia culta espanola se anadieron un nacionalismo radical, como el que reflejan los escritos de Domingo Faustino Sarmiento, y la fuer-te inmigraciön, principalmente italiana, nada interesada en ser continuadora de la que se consideraba como mejor tradieiön hispänica47. A finales del siglo XIX, cuando Buenos Aires adquiere el caräcter cosmopolita que tiene en la actualidad, algunos de sus rasgos propios, que un siglo antes habian sido despreciados por vulgares48, adquirieron la misma consideraciön positiva que tienen los que caracterizan la manera culta de hablar de Lima, Santiago de Chile o Burgos49. Entre estos rasgos, aparte del voseo, hay algunos bastante recientes, como la pronunciaciön rehilada—como si se tratara de una/francesa—de la//, que a mediados del presente siglo era pronunciaciön esporädica portena y que se ha extendido con gran rapidez en estos Ultimos cincuenta Ultimos anos. Cualquiera que se fije en la pronunciaciön que tiene en la actualidad esta consonante en Buenos Aires notarä que en pocos anos la pronunciaciön rehilada sonora ha adquirido la condiciön de pronunciaciön conservadora, que muchos jövenes ensordece: cabaSo por cabazo. Como ocurriera en Colombia, en el siglo XIX la manera de hablar de Chile cambiö de rumbo, debido a la apariciön de un ideal lingüistico de corte clasicista: el 46 Vid. para su distribution actual el mapa que presenta R. Lapesa: Historia de la lengua espanola, Madrid: Gredos, 1981, entre las pp. 576 y 577. 47 M. A. Morinigo, Op. eil., p. 143. Tiene razön Rabanal («La Costa bärbara», Revista de Occidenle, a" 179 (1996), 109-115, pp. 112 y 113) al senalar la importancia de centrode coine lingüistico que tue Buenos Aires en tiempos modernos. 48 «La gran diferencia entre Argentina y los otros pafses hispanohablantes reside, pues, en que lo «nacional», esto es, el elemento regional y popular desarrollado gracias al proceso cultural del siglo XIX y a la tradieiön gaucha fomenta-da literariamente, ha dejado aqui una huella mucho mäs profunda que en los demäs paises del continente, en los cuales la tradieiön espanola cläsica, por ser mäs intensa, quedö limitada, en lo popular y regional, a aquellos grupos sociales a los que pertenecia originariamente en la metropolis, B. Malmberg: La America .... p. 201. 49 Es consecuencia de la estandarizacion que se produce en Buenos Aires, debida al proceso de urbanization, en el paso del siglo XVIII al XIX; en ese momento se multiplica por dos el nümero de sus habitantes, llegando a contar en 1810 con 50.000, nid. M. B. Fontanella de Weinberg, «La variable sexo y las gratias de los hablantes bonaerenses en los siglos XVIII y XIX». En: I. M. Blecua, J. Gutierrez y L. Sala, (eds.): Esludios degrafemitica en el dominio hispänico, Salamanca: Ediciones de la Universidad / Insituto Caro y Cuervo, 1997, 83-95, p. 83. gramätico Andres Bello, venezolano que desarrollögran parte de su trabajo en Chile, alentö el acercamiento a la norma acade"mica. Sus ideas, difundidas por la escuela y la lengua literaria, no lograron que se restaurase la -s final perdida, ni la pronunciaciön particular que se da al grupo tr, pero si que disminuyese el voseo; por ello hoy en Chile el uso de vos por tu se valora en la mayor parte de los lugares como un vulgarismo. 5. y aho ra si que terminamos Estas räpidas pinceladas con que acabo de presentar al espanol americano, a traves de su historia, no permiten que valoremos el espacio en que se habla nuestra lengua del otro lado del Atläntico como si fuera uniforme, sino como un ärea externa, en la que los hablantes han optado en sus decisiones sobre el uso lingüistico, unas veces por adaptarse a los dictados de la norma cortesana (incluso exagerando su acercamiento a ella), se han acercado otras a una modalidad regional espanola, y, no pocas, se han decidido a romper con todo. Tales actitudes no pueden verse como permanentes o caracterizadoras de una lengua o de un determinado lugar en que esta se habla, pues dependen del momento, de las creencias sociales, de la historia y, en ultima instancia, de las cambiantes actitudes de las personas. Al afrontar algunos problemas geneticos del espanol americano me he visto obligado a hacer no pocas simplificaciones, dejando de lado una caracterizaeiön, si no exhaustiva, al menos mäs pormenorizada de los hechos. Pero, de todas formas, he evitado conscientemente hacer generalizaciones del tipo de la homogeneidad o uniformidad del espanol americano, de su conservadurismo, de su rusticismo o vulgarismo (d'por que no suelen tenerse en cuenta sus realizaciones tan formales ante situaciones coloquiales, que aqui pasarian por enfäticas?) o de su arcaismo. Se trata de rasgos, desde luego, existentes, pero no caracterizadores de esa variedad de nuestra lengua50. De nuestra exposieiön se deduce que no existe un ideal ünico del espanol para todo el mundo hispänico, sino varios ideales que se manifiestan en diversas normas igualmente cultas, asi como que: Este idioma [...] ya no tiene su centro de irradiaeiön en Castilla, sino en las grandes urbes de Hispanoamerica [...] La ciudad de Mexico, con sus mas de veinte millones de habitantes; Buenos Aires, Santiago de Chile, Caracas, La Habana, etc., con sus entornos, pesan, en conjunto, mucho mäs que los que vivimos a este lado del Atläntico. La esencia inventora y generadora del idioma ya no es exclusiva de los burgos sorianos o de las cornisas del Cantäbrico51. Son ensenanzas que nos da la historia. 50 G. de Sterck, Op. cit., pp. 48 y 49. 51 I. Regulo, Op. eil. p. 147.