INTRODUCGÓN Partiendo, como matéria argumental, de una superchería filológica —la traducción de una história de Sicília que el men-daz y oportunista abate Vella dice estar contenida en unos manuscritos árabes— el gran escritor italiano Leonardo Sciascia, no sólo logró trazar en su novela £1 archivo de Egipto un fresco impresionante de la história social y polítíca del siglo XVIII sici-liano en su contexto europeo, sino que supo utilizar lúcidamen-te el intersticio de la escritura ficcional para plantear diversos temas de orden existencial, ético y epistemológico. En la juntu-ra de estos dos últimos se sitúan, por ejemplo, las siguientes reflexiones del mencionado abate, quien, en su intento por jus-tificar la falsificación de los manuscritos, descalifica la tarea del historiador y su pretensión de veracidad como una "impostura", entiende la tarea de lo que llama "transcribir la história" como de menor merecimiento con respecto a la de "inventarla". He aqui desplegados los términos de ešte escepticismo epistemológico, con su pizca de cuestionamiento social: Todo una impostura. La história no existe. iQuién podría asegu-rar que existen las generaciones de hojas que han caido de un árbol, otoňotras otoňo? Existe el árbol, existen sus hojas nuevas; más adelante también el árbol ha de desaparecer. La história de las hojas, la história del árbol. (Futilezas! Sí cada hoja escribíera su história, si aquel árbol escribiera la suya, entonces diríamos; ah, si, la historia.-i.Vuestro abuelo ha escrito su história? £Y — 39 — JOSE LUIS WAROlA EL E SPAN OL DE AMERICA EM SU HISTÓRIA vuestro padre? i Y el mío? i Y nuestros bisabuelos y tatarabue-los.-.? Han descendido a sufrir podredumbre en Id tierra. tal coítid las hojas, sin dejar história tras si.. Existe aún el érbol; exis-timos también nosotros wrno hojas nuevas... Y también nosotros nos habrerros de marthdr, Quedará el árbol, si perdgra, pero también podrá ser hachado, rama por rama: los rcyes, los virre-yes, los papas, los capitanes, en una palabra, los grandes... Hagamos con todos ellos un poco de fuego, algo de humor para ilusionara los pueblos, a las rationes, a la liumanidad vivicnte... i La história! i Y los borborigmos de sus visceras vacias? i Y la voz de sus hambrinas? ^Creereis que se oirá su rugido en la história? i.Qué habrá un historiador dueiio de un oido tan sensible como para percibirlo'(M!. Traigo a colación este texto porque me da pie para razonar el sentido y los alcances de mi propósíto presente y para plan-tear, asimismo, algunos temas, en mi opinion centrales, de la história linguistics, en general y en particular. Comenzaré por discutir el carácter mismo del objeto protagonista de estas págí-nas, a saber, el espaňol de America. Lo que llamamos espaňol de America (y lo mismo vale para su clase complementaria espaňol de Espaňa o espaňol europeo) tiene el estatuto problemáti-co de los objetos de este tipo, esto es, de los objetos semióticos de naturaleza historka que son los medios de comunicación conocidos como lenguas o idiomas, dialectos, hablasí6'>, y también a través de otras designaciones. Tales objetos existen como conjuntos de tradiciones de habla, de mayor o menor alcance, reconocidas como tales, quizá construidas o inventadas —en el sentido epistemológico que se suele dar a este ultimo térmi-no {K)— por la conciencia metalinguística. Pero <_qué quiere decir esto? L. Sciascia, El ôŕ(hivo de Ec/ipto, Bogôt* (Oveja Negra-Seix Barfdl) 1985. pp. 54-55 lit. II Consiglio di Egino. Einaudi 1963). Estas designaciones, y otras más a las que aludo, no son univocas en el uso general, pero pueden adquirir carácter terminológico en conte»tos de refiexrón cienti-fica. En este punto las menciono sóId como posibilidádes designativas del concepts genŕrico "iTieüio de comunicaoön hngfiistico*. sin atribuiries un valor especifVo bien definido. Al carácter polisémico de este tipo de desigrucioncs me he reterido más ampliamente en Signoí y significados Ensayos de semantics linguistics, Lima (Pontificia Universidad Católica del Peru) 1991, p. 15yss. Me retiero a los usos de la palabra invention y de la categoria conceptual correspondiente en estudios, sobre todo antropológ icos e históricos, de las ultimas décadas, en fos cuales se intenta reernplazar uná perspective epistemológica esenoalis-ta, respecto de los hechos sociales y sociohistóricos. por una vision que asuma los con-dicionamientos que se ejercen sobre nuesUo modo de peccepcion de tales hechos, que Para responder a esta pregunta es necesario, en primer tér-mino, seňalar el akance del concepto de "conciencia metalinguística", a fin de que se reconozca la función que le asigno en la argumentación ulterior y se evite malinterpretarlo como una entelequia impertinente o superflua (63>. Se trata del saber secundario y reflexivo que todo ser ľiumano tiene sobre el len-guaje (entendido este como facultad general y como saber prima r i o y práftico partieularizado en una lengua); este saber secundario, concomitante a la adquisición del lenguaje, es un saber actualizado o actualizable, y se presenta en distintas for-mas y con distintos grados. Si bien no puedo profundizar ahora en e! terna, de suyo complejo y polémico[M\ comentaré algunos aspectos relevantes para mi propósito. A pesar de las reticencias que una dicotomia asi puede suscitar, creo que se puede hablar de una conciencia metalinguística no científica y una conciencia metalinguística científica, no sin seňalar que entre ellas se dan cruxes e intersecciones, y que el concepto de "cientifico" debe ser tornado en un sentido amplio, que abarque la reflexion cali-ficada, anterior al moderno concepto de ciencia en nuestro campoifSi; además, creo que se puede postular que ambos típos se presentan con distintos grados, tanto en lo cualitativo {pro-fundidad o adecuacióri del saber) como en lo cuantitativo (amplitúd de la esfera abareada por el saber), si bien con res- la contiencid construye a partir de dichos condkionamlentos. Sin embargo, este des-plazamiento de perspectiva, sin duda oportuno y necesario, no debe Mevar, en mi opinion, a relativizar, o inclusive a negar de piano, la objetividad de ciertos fendmenos, convirtiendolos en puras construcciones de la percepcion que los "inventa". En este sentido, vease lo que digo mas adelante en el ten to, y las notas 70 y 71. Sobre la catc-goria de la invention en el sentido senalado, cfr. W Sollo's (ed.). The Invention of ethnicity. New York-Oxford University Press 1969: vid. lambien J. Martel, "Dc I'mvention: elements pour l'histoire lexicologique et semantique d'un concept", Etudel franchiser 26 (1990), 3, pp. 29-49. Dentro del ambito hispanoamerkano es ya däsico el esturjio de E. O' Gorman, La invention de AmentJ, Mexico-Buenos Aires {Fondo de CulUira Economical 1957 W3' En su fundamental trabajo sobre la diferenciaeiön de lengua y dialecto, K Heger utilizö de modo pertinente y muy produttivo para su propösito el concepto de "corteiencia de norma" ("Verhältnis von Theorie und Empirie in der Dialektologie", en W. Besch et »l.,.'eds., Dialektulogie fm Handbuch zur deutschen und sUgtmeinen Dialektforschung, erster Halbband, Berlm-New York, De Gruyter. 1982, pp. 424 440, esp. 4. 1; version espaftola publicada anleriormente en Lexis IV, 1, 1980. pp. 1 26). Varlos de los akances que siguen estän inspirados en las ideas de este ilustre maestro, lo he desarrollado mas ampliamente en el segundo capilulo del libro citd do en la nota E1, encuadrannolo en el tema mas general del metalcnguaje. Remito a dicho Ljpitulo y al indite temitico del libro para los detalles. I<,M Asi, por ejemplo, a Bernardo de Aldrete lo considero mäs adelante como exponente de la conciencia metalmguistica cientifica Es daro que en otros casos la cla-5ificaciön puede ser mis opinable. — 40 — — 41 — JOSE LUIS RIVAR01A EL ESPANOL DE AMERICA EN SU HISTORIA pecto a la conciencia metalingüistica cienti'fica la cuestiön es mäs compleja, pues estä relacionada con la evaluaciön de las teorias y de los productos cientificos particulares. Ahora bien, dentro de la esfera de referencia de la conciencia metalingüistica se encuentra el asunto de la existencia e identificaciön de las lenguas, dialectos y, en general, de cuales-quiera variedades de este tipo. Al respecto cabe decir que en ciertos casos la conciencia metalingüistica se manifiesta de un modo casi consensual en el reconocirniento de la identidad de un determinado medio de comunicaciön. Esto suele ocurrir con las llamadas lenguas de cultura o lenguas literarias (al. Schriftsprachen), consideradas globalmente, cuya historia se sin-gulariza, entre otras cosas, por el robustecimiento progresivo de su identidad en la conciencia de los individuos (66>, pero mucho menos en el caso de lenguas ägrafas o con tradiciones metalin-güisticas poco explicitas, Tambien es menos probable ef consen-so cuando se trata no ya del reconocimiento global de tal len-gua literaria, por ejemplo el frances, sino cuando se trata de las variedades de su concretizaciön geogräfica o social. Aqui las vacilaciones son mayores y llevan a confusiones, como la que puede ejemplificarse con el caso hipotetico de un hablante del dialecto occitano de la ciudad de Marsella, si el pensara que lo que habla es frances, un frances regional o un "mal frances", pero frances, al fin y al cabo(67). De estas confusiones —aunque quizä no tan gruesas— no estä exenta la conciencia metalingüistica cientffica, que no tiene la palabra ultima y unlvoca en la identificaciön de tales variedades; son bien conocidas no solo las discusiones teöricas acerca de su naturaleza y limites —piensese en las discusiones acerca de la nociön de "dialecto" (6fi) — sino tambien las divergencias que se suscitan con respecto a la deter-minaciön concreta de casos particulares (69). AquF los resultados |6S) Cfr. p.a. R. Baum, Hochsprache. Literatursprache. Schriftsprache, Darmstacft (Wiss. Buchgesellschaft) 19B7 [l'ati. eip. Barcelona-Caracas, Alf», 1989). El ejemplo provicrie de K. Heger, "Verhältnis..." (cit), quien se refiered las circunstancias que motivan tales confusiones, tfia> Sobre la historia del termino y de la nociön, particularmente en el domi-nio hispanico, puede verse J.L. Rivarola, "Algunas obseivadones sobre los orfgenes premodernos del corscepto y del termino dialecto", Torre (Puerto Bko) III, 7-8, 1998, pp. 29-40. *" Por ejemplo, en el campo de la lingiilstka romance. los de las variedades retorromances y friulanas. Cfr. f>.e„ G. FrancestatO, "Ii dialetto di Erto", en ZRPh, 79, 1963: cfr. tambien K. BaldingeH.L. Rrvarola, "Lingüistica tradicional y fonologia dia-Cronica", AM IX, 1971, p. 42 y SS. dependen de las premisas teöricas y de los procedimientos empi-ricos, y pueden o no ser compatibles con las tradiciones metalin-güisticas no cientificas de las respectivas comunidades de hablantes, sea porque su especificidad solo es accesible a traves de los procedimientos para llegar a determinadas abstracciones, sea porque los criterios de base no son los que suelen manifes-tarse en la conciencia metalingüistica no cientifica. Ahora bien, la conciencia metalingüistica, en el caso del reconocimiento de la identidad de un determinado medio de comunicaciön, tiene una historicidad propia y superpuesta a la de este; en tal senti-do, dicha identidad no depende de su reconocimiento mäs o menos simultäneo (701, La relaciön histörica entre el objeto y la conciencia que se tiene de el no es de condicionamiento unilateral sino, en todo caso, mäs bien de interacciön, en la medida en que la especificidad de los fenömenos que marcan un perfil lingüfstico puede motivar o acelerar el reconocimiento del objeto por parte de la respectiva conciencia metalingüistica contem-poranea, y en la medida en que el surgimiento o el robustecimiento de la conciencia metalingüistica puede orientar en ciertos casos el rumbo de la evoluciön<71). Cuando se trata de realidades metalingüisticas actuales la correlaciön entre el saber primario y präctico que se manifiesta en el hablar de los individuos y el saber secundario de la conciencia metalingüistica de los mismos es mäs fäcil de ser estable-cida y evaluada. Ambos saberes son interrogabtes. En cambio, en el caso de realidades lingüisticas del pasado las ocurrencias deri-vadas de ambos saberes estän congeladas en textos escritos, que no son interrogables sino solo interpretables. El historiador de la lengua estä obligado a poner en practica una heuristica y una hermeneutica apropiadas a la naturaleza de dichos testimonios. La pregunta es, por cierto, que es lo que hay que descubrir y que es lo que hay que interpretar. Asf, por ejemplo, el hecho de que no dlspongamos de testimonios de que una determinada variedäd romance en su epota de Origenes fuera reconocida como tal, o el eventual hecho mismo de que no fuera reconocida por la correspondiente comunidad idiomitita, no decreta la inexistencia de dicha variedäd, identificada en momentos posteriores por la conciencia metalingüistica (cientifica o r»ocientlfka). t"1 LO pnrnero no requiere mayor comentario; lo segundo es evidente en diverses «sos de planeamiento lingüistico, por ejemplo en el de las elites intelettuales de una comumdad de habla que, a partir de una conciencia identitaria que buscan pro-mover, sc proponen la codificacion y el desarrollo de una lengua O de una variedäd determinada, con el fin de encaujar la euoludon y de Irradiar la conciencia de identidad lingüistica y cultural. — 42 — — 43 — JOSE LUIS RIVAHOLA EL ESPANOL DE AMERICA En este punto de la reflexidn, y luego de las consideraciones anteriores sobre el concepto de conciencia metalinguistica, podemos volver al caracter problematic del objeto "espanol de America". iExiste tal objeto? La pregunta no es trivial, a juzgar por el hecho de que la conciencia metalinguistica cientifka, representada por quienes contemporaneamente, dentro de la lingiiistica hispanka, se enfrentan, implicita o explicitamente, a la cuestion no da una respuesta consensual, segun se puede notar tanto en las opciones terminologicas mismas ("espartol de America" frente a "espanol en America") como en los intentos por razonar el asunto™. No me parece que pueda caber duda de que simitar dicotomia puede presentarse en manifestaciones de la conciencia metalinguistica no cientifica. Ahora bien, tanto en el caso de esta como en el de aquella, las opciones estan endeudadas en ultima instancia con factores ideologicos, dentro de los cuales incluyo tambien los que corresponden a teorias o a modelos cientifkos. Asir por ejemplo, uno de los mas destacados linguistas que razono la "inexistencia" del espariol de America lo hizo a partirde una concepcion "inmanentista" de corte geo-grafkolingufstico, tomando como pauta la presencia o no de isoglosas privativas y desestimando los factores llamados "exter-nos" al sistema inmanente de las lenguas(73). En cambio, quienes reivindican la "existencia" del espanol de America lo hacen desde una perspectiva de caracter historicista, que no es compatible con abstracciones de la naturaleza aludida (7"1. Desde esta ultima perspectiva, las ienguas —como seftale anteriormente— no son otra cosa que tradiciones de habla en continua gestacion, las cuales en determinados momentos —con mayor o menor amplitud, o nitidez— son reconocidas, en un ™ Vid. al respectoJ.J. Monies, "Espaľiol de América-Espafiol en America", Lexis XX. 1-2. 1996. pp.475-48S. "*> Me refiero a J.P.Rona, "iQué ti un americanismo?", €1 Simposia de Méxito. Acfaj, informes y comun/rao'ones; Mexico 1968. pp. 135-148. En consecuencia, cada uno de los aspectos mencionados, y atros mas, es materia legitima de reflexion y, con respecto a su dimension temporal, de historización. ír es tu sem 1J1.1. cl .ilw ničo temätico de la historiografia linguistics es battante amplio y, en todo caso, mucho mas de lo que a veceí se sopone o se propone. t761 Cfr. a este respecto mi irabajo citado en la nota 74. — 44 — — 45 — iOSE LUIS RIVAROLA EL ESPAŇOL DE AMERICA EN SU HISTORIA de este objeto historko "espaňol de America", reconocido por lä conciencia metali ngüistica científica por lo menos desde comienzos del siglo XVII en la obra de Bernardo de Aldrete (;7) me propongo dedicar las reflexiones siguientes. PROCESOS, FORMACIONES ÉTNICO-S0CIALES Y REFLEJOS LÉXICOS El término objeto conlleva el riesgo de una interpretación reificadora quc no haria sino desnaturalizarlo. Los objetos de los que hablo aquí refiriéndome a las lenguas no son sino procesos que se dan en la innumerabilidad y continuidad de los actos de habla, procesos por los cuales se heredan tradiciones, se crean y se recrean ^Son cognoscibles estos procesos? ^Son historiables? Lo son en algunos de sus aspectos y en algunos de sus factores. De las generaciones de hojas del árbol, que decia el abate Vella, el azar o la voluntad han conservado algunas, los documentos, los textos, esos actos de habla congelados para la posteridad, a través de los cuales podemos entrever el creeimiento del árbol, que en el caso que ahora nos ocupa es un árbol transplantado. Esta ultima metafora alude, como es evidente, al comienzo de la historia lingüistica hispanoamericana, es decir, al proceso, o más bien a los procesos, de diferenciación del espanol llevado al espacio del Nuevo Mundo. En el contexto de mi razonamien-to, el espaňol de America surgió con el transplante, y prefiero no postular un lapso determinado —de mayor o menor extensión— en función del cual comenzó a existir, pues lo contrario me daria la impresión de tender hacia la concepcíón reificadora que he reujsado anteriormente. Es evidente, empero, que determina-dos aspectos del proceso tuvieron una direccionalidad y que a partir de cierto momento adquirieron una estabilidad caracteri zadora. Sobre este punto volveré más adelante. Ahora quisiera referirme a algunos de los factores relevantes y preguntarme por las formaciones étnico-sociales, sus reflejos léxicos y su even-tual correlación con modalidades lingüisticas. El espaňol se instaló en America como idioma de una mino-ría alienígena que se fue confrontando progresivamente a la multiplicidad de idiomas de los grupos indigenas del continente. ' Cff- GL. Guitarte. "La dimensión imperial del espaňol en la obra de Aldrete: sobre la aparición del espanol de Aměrxa en la lingoislka hispánica", Historiagraťta LinguiíJiCi I 1, 1984. pp. 129-187. La importancia de este hecho no debe entenderse solo como vineulada a la reeiproea adopeion de elementos lingüisticos por parte de los idiomas en contacto y, especialmente —por su rele-vancia para el caso— por parte del espanol a partir de las len-guas indigenas, sino —y de manera fundamental- respecto de que el espanol de America fue en sus origenes idioma exclusivo y exeluyente de un nuevo sector dominante en una situaeiön social dicotömica, y que, en este sentido, actuö como factor constitutivo del nuevo espacio social de regimen-colonial, espacio en el que las lenguas en juego determinan las posibilidades de vida y de aeeiön de los individuos, y establecen las pautas de valoraeiört social. La fuerza funcional del espanol, acumulada en siglos de cultura escrita, se desplegö frente a lenguas ägrafas y creö una situaeiön de diglosia que, contrariamente a lo que se podria creer, no tuvo consecuencias solamente para las lenguas funcionalmente inferiores sino tambien para la superior. En el aprendizaje del espanol —vehkulo de la aculturacion e instru-mento de la movilidad social— indios y mestizos (aquellos que no tuvieron la posibilidad de crearse una competencia bilingüe coordinada) crearon en algunas regiones modalidades de habla en ciertos casos notoriamente diferenciadas, que, si bien estu-vieron ubicadas en los estratos sociolingüisticos inferiores, se abrieron paso hasta el nivel de la escritura y constituyeron un factor de presiön para las modalidades de niveles mäs altos. Ademäs, generaron actitudes y valoraciones generalmente negativas, que son una constante en la historia lingüistica ame-ricana (78'. El proceso de interaccion entre grupos etnico-sociales e idiomäticos radicalmente diferentes tuvo un importante factor adicional de complejidad desde epocas tempranas y fundacio-nales en el factor africano. Aqui tambien debemos suponer variedades de tipo pidgin surgidas del contacto y situadas en las escalas mäs bajas del espectro social, algunas de las cuales se estabilizaron por un proceso de criollizacion y, aunque sin dejar huella en la escritura, han sobrevivido hasta la actualidad o han ejercido algün influjo —aunque no demasiado importante— en ■,s> He tratado de etfos asuntos, con referenda a la región andina, en varios capítulos del libro citado en la nota 74: de modo maj amplio, hay que deor que tales aiuntos eítán implicados en todos los estudios sobr* la influencia de las lingual Indigenas en el espaňol regional o IcKal de America, por mj( que los enfoques sean diver genles en cuanto a la forma y al akance de este influjo. Vease en el presente libro "Sobre la historia de los contattos de lenguas. en el area andina". — 47 — JOSE LUIS RlVAROLA EL ESPAŇOL DE AMERICA EN SU HISTORIA sus zonas de vigencia sobre las modalidades sociolingüisticas mas alias del espaňol<79J. Pero uno de los asuntos fundamentales en este contexto es, obviamente, el de las caracten'sticas de esa minoria espaňola que se asentó en la America postcolombtna, y el del idioma que se trasplantó y que fue la base del desarrollo futuro. En este punto se ha concentrado el interés de muchos estudiosos que, no sin razón, lo han considerado crueial. De la investigación y la reflexión de los Ultimos decenios parece quedar claro que los espanoles que migraron a America tanto en la fase iniciál como en fases posteriores procedian de casi todas las regiones peninsulares y que su extracción social era también plurál. Sin embargo, es un hecho conocido que, en cuanto a lo regional, hubo un demostrado predominio de los espanoles del sur en los primeros decenios de colonización, y que este predominio iniciál fue el responsable de la difusión de varios rasgos de la modalidad idio-mática meridional, de entre los cuales unos pocos terminarian COnvirtiéndose en fenömenos de rango panamericano*801. Desde la primera hora, y con un caracter fundacional, el proceso lingüistico hispanoamerieario sígníf icó, pues, no sólo un **" Sobre el factor afrkano en el espanol de America puede verse la informa ciön de de Granda en "Situation actual de los estudios lingüisticos afrobispänicos", en Adas del II Congreso sobre eleipanolde Ameria, Mexico 1986. pp. 28-45. Cfr. tambien A. Schwegler, "Lengua« criollasen HispanoameHta y la contribution africana al espaftol de America" y a Venezuela y se da, tnas bien. en diversas regiones, donde no se puede pensar en lal ongen ("Vestigios de origen criollo: un anallsis de marcadores en el espaftol de Venezuela", AlH VN, 1991, 9-27). Esta ultimo observaeiön debe mantenernos alertas resperto dp lareal valoraciön del influjo afrmano en el espahol de Amorrca, influjo para cuya fxntu'aciön no siempre se utiri/a ij documentation adecuada (cf. a este proposi-to J.A. Frago, HiHona del etpafiot de America, cit., p. 179y js.). El asunto de la procedencia regional de las oleadas de inmigrantts esparto les a America y el probloma del "andalucismo" del espanol amerkano hari dado origen a una abundante hiol»ografia: cfr. R. Lapesa, "El esludio del espanol amencano en los Ultimos decenios: aportaciones y cuestiones pendicntes", en C. Hernandez Alonso et al. '"'"'] 4rra$ del HI Congreso Inernacional de,., Salamanca (Junta • ■--uu< historioqräfkos soiwe I« ori- horizonte comunicativo en el cual los hablantes de espanol se enfrentaron con la otredad lingüistica radical representada por las lenguas indigenas, sino una situaeiön de interlocuciön endo-glotica de coincidencia de modalidades distintas de la propia lengua —coincidencia que nunca se les habia dado a tales hablantes con esas caracten'sticas— y que debia de propiciar una adaptaeiön reeiproea de sus conduetas comunicativas, las cuales, ademäs, se iban modificando y enriqueciendo de modo relativa-mente homogeneo en la comunidad de la experiencia colo-nialieiJ. Pero la experiencia global del deseubrimiento y la colonizaeiön, en lo que tuvo de novedoso y removedor, fue creando entre los primeros y pioneros —seria ilusorio y quizä irrelevante pretender fijar un lapso cronolögico preciso— conatos de una identidad distinta, probablemente contradictorios y confusos. Lo cierto es que el lexico americano comenzö a reflejar desde muy temprano las fracturas que se producian en el sector colo-nizador. A los conquistadores experimentados, conocedores de la tierra, fogueados en la etapa antillana de la colonizaeiön, se les aplicö la designaeiön de islenos, documentada con este valor antes de cumplida la primera mitad del siglo XVI, pero obviamente muy anterior a esta primera fechaeiön fortuita ,8J>. Esta designaeiön era equivalente de otra, que tuvo mäs larga vida, si bien con un semantismo ampliado: baquiano. Los baquianos fueron tambien los colonizadores antiguos y pioneros, experimentados en la conquista y la colonizaeiön de las Antillas, de cuya lengua arahuaca —si es correcta la hipötesis que he razo-nado en otro lugar— fue tomada la base del termino, con el sig-nificado de "isla", que refuerza la sinonimia entre f's/erio y baqur'ano La antigüedad de la voz baquiano y su connota- *" Para esta adaptacion recipnxa se suele utilizar el coneepto de "nivelacibn", en el modelo mas complejo de de Granda ("Sobre la etapa initial en la formation del espaňol de America*, en II Simpovo de filologii Iberoamericana. Zaragoza 1331, pp 71-100) la nivelación es uno de los procesos de lormacidn de la "koine" ame-íc*na. Sobre los conceptos de "nrvelación" o de "reestructuración", como prefiero llamarlo de modo rrsäs univoco, cfr. en el preserrte volumen "Modelos historiograficos sobre los ori-genes linguisticos.de Hisparvoamérica". "fl Cfr. G-Friederici, Ame'ilianjjfisciM'S Wiirfe^htjcn tind Hi/řsivorfej-oocft fur Arnryrudrusípí) \AV/), ) * i'd Hamburg (De Cjruyter) 19*0. s.v fíJe/lo se aplicaha tambien a los indios (uso que no rpcoge Friederi-i) y a los canarios. El valor que aqui InMréu esla documentado en 1546. "ll Cfr. J.L. Riva rola, "Albaquia. flagu/'d Baquiano. Notas para el origen de un americanismo", en ZRPh 101, 1/2, 198S, pp. 45-51 y *De nuevo sobre el origen de oacuia y baquiano", 2Rfh 104, S/6, 1988, pp. 419-421 (ambos articulos fueron refund<-dos tomo capltulo de la formation.., cit.). Sobre la sinonimia de rs/erto y iwguranrj, cfr. AW. s.v. JOSE LUIS RIVAROLA EL ESPAŇOL DE AMERICA EN SU HrSTORIA cíón identificatoria, y socialmente devaluadora desde cierta perspectiva, se confirma indirectamente por un testimonio algo tardio de un conquistador del Peru, quien, al relatar una desa-venencia entre Diego de Almagro y Hernando Pizarro ocurrida en Panama el aňo 1526, consigna que Pizarro trató mal de pala-bra a Almagro "llamándolo de uaquiano y dámele uaquiano y dártelo e bellaco y otras palabras afrentosas"<84>. Los isleňos y baquianos, y luego los llamados antigucs y tam-bién beneměritos, se sintieron enfrentados a las oleadas de modernos, chapetones, chapecillos, gachupines o llovidos (85), voces éstas que designaban, en ocasiones de acuerdo con prefe-rencias regionales, a inmigrantes peninsulares más recientes, sen-tidos muchas veces como advenedizos u oportunistas. A esta frac-tura iniciál se suma la que surgió ya cuando las generaciones de los primeros nacidos en Indias comenzaron a hacer sentir su voz, generalmente de protesta, por las postergaciones de que eran objeto, si no de iure, si de facto. La pugna entre los llamados crro-tfosy los peninsulares se dio desde el XVI en diversos ámbitos de la vida, por ejemplo en las órdenes religiosas, en cuyo contexto el asunto ha sido muy bien estudiado por B. Lavallé. La voz crro-llo, de etimología incierta y de semantismo polivalente (e6), se "* Cfr. P. Pizarro, ňelación del defcobrimiento y conquista de lot reinos del Piru 11571], Lima {Pontificia Umversidad Católica del Peru), 1978, p, 11. Me comentado estt pásaje en ia formación..., cit., p. 52 s. Estos irtos tit las voce? antiguo. benemerilo vs modtrno se encutntrin ampliamente atestiguados en loj textos desde el s XVI, como se puede vet en Im eitu-dioi de 6. Lavallé, esp., Recherche* Sur I apparition de la conscience Creole dans te vice-royauté du Perou, Tesis, 2 tomos, Lille 1982. Para chaperon, chapecillo, gachupin, vid. AWy DECH s.v. sobre la cuestion tie la etimolDgia. (.tomto as pa aw a docu menta da por E. de Terreros y Pando (Dkcionario castellano de las voces de üencias y artes, 1786; ed. facsimilar, Madrid, Arco Libros. 1987. s.v. polizcnte): "Polizones o llovidos llaman en America a los Espancles que van alia de Espaňa sin licenoa del Rei ni de su consejo...". Pero el uso parece ser antiguo y haber tenido un valor mis general, segun se despren-de de la observation de B Lavallé: "... hubo pnmero loda una serie do tensiones entre frall« baqueanos (o antiguos) y frailes chapetonet (o llovidos como se les llamó en et«'-tas ocasiones)" {"Del espirffu colonial a la reivindicacíon criolla". Historka (Lima] II, 1, 1987, incluido en id., tas promesas ambiguas. Criollismo colonial en los Andes. Lima, Porititicia Universidad Católica del Peril - Instituto Riva Agüero, 199J, p. 42). En este mismo contexto se ínserta gallego "esparlol", pfopio sobre todo del uso rioplatense, y que, segun un reciente estvidio de G.L. Guitarte, no es sino la continuation americana de un uso peyorativo presente desde antiguo en espanol peninsular y que en America se aplico de modo particular a los espaflolei, No se trala, pues, de un uso moderno deflido al prtdominlo de la emigration gallega a la Argentina del siglo Xtx (cfr "El argentmismo gallego espanol, Historia amencana de un msulto espanol", Botetin de I» Academia Argentina de (etras LXI, 241-242, pp. 211-250). (WI Cfr. B. Lavallé. "Situación colonial y marginaluación léxica: la apanción d* la palabra criolto y su contexto en el Peru", en Kuntur (Lima) I, julro-agosto de 19B6, pp. 20-24. incluido en Laspromesas ambiguas..., crt. Para la cuestion etimolĎgica cfr. DfCH. s v. aplicaba a un sector social de creciente importancia, que reivin-dicö derechos y prioridades, y que constituyb desde muy tempra-no materia de discusiön e incluso de polemica en las esferas de gobierno. Los criollos, sin embargo, solian recusarel termino que los identificaba, pues lo sentian equivoco y portador de los diver-sos prejuicios de que podian ser objeto, y no querian ser llamados sino espario/es. Siendo la condieiön de espaftol —y los criollos la tenian— la que permitia ubicarse en el extremo superior de la pirämide social, toda designaeiön ambigua tocaba fibras sensibles, cuanto mas una designation que podia aplicarse a negros y a mestizos<8/). En las Indias se jugaba tambien la partida de la limpieza de sangre y los criollos podian ser sospechosos de contamination con sangre india, de ser mestizos solapados, mäs aun cuando muchos mestizos trataban de pasar por criollos (y hubo tambien, ya a fines del XVI, los que a traves de las llamadas habi-litaciones adquirieron el estatuto de espanoles, otorgado por el mismo Estado)(88>. Los estudios realizados acerca de lo que B, Lavalle ha llama-do el preprotocriollismo del s. XVI nos muestran el surgimiento de un grupo social de identidad conflictiva por su "doble solida-ridad" <89>: en efecto, los criollos estaban divididos entre la importancia que daban a su oriundez americana, la cual avalaba la preferencia que pensaban se les debia, y la necesidad de subrayar su espanolidad, a fin de defenderse de los intentos de postergaeiön, y combatir los prejuicios y las valoraciones negati-vas por parte de los peninsulares, quienes solian aludir a sus mn Cfr. B. Lavallě, "Del esplritu colonial ml. Se nablaba incluso de crioJtos (impjos y de criollos méífJJos en itngre de indias, según seňala este esludioso en "Planteamientos lascasistas y reivindlcación criolla en el siglo XVII: el Borrador de f Raimundo Hurtado". Historica (Lima) IV, 2, 1980, pp. 197-220, incluido en ias prometáš..., cit. (la referenda en la p. 26). 1881 Cfr 6. Lavallé, "Del indio al crlollo: evolución de una imagen colonial", en la imagen del india en la Europa moderna, Sevilla (C.S.I C.-E.E.H.H.) 1990, pp. 319-342, e incluido en Las promesas... Dentro del contexto senalado arriba se entiende la abun-dancia del léxico que alude a la proportion de compcnentei raciales en los integrantes de la sooedad colonial, y del cual se da cuenta en la recopilación y '-■ i-studio de M. Alvar, Léxico deí mesřizaye en Hispanoamérica, Madrid (IC1) 1987. Sobre los valores afec-tivos de tal léxico cf. W, 0«terreicher, "Bloqueo epistémko en la lexicologla histórica o el miedo a la variaciůn", en W. Oestdrreicher et dl (eds.í. Competencra eSCňía, tradi-üonei discursivóí yvariedadeí linguistics. Aspectos del espaňot europeo y amerirano de los íiglosXVty XVII. Tubingen (Gunter Narr) 1998, pp. 38-81, y R Santiago, "Una vez más sobre el mestizaje y su lexlco en el espaňol de America", Carabela 1999, pp. 169-179. IM Cfr los estudios reumdos en B. Lavallé, Las promesas..., esp. el citado en la nota 88 La cila del M, de Ca riete (veáse más adelante en el texto) se hal la en la p 34 del libro, — 50 — — 51 — JOSE LUIS RIWÜOLA defectosde carácter ("gente mal templada y poco considerada" deda el Marques de Caňete en el s. XVI), a su condición físka dis-minuida por la influence del medio arnericano o por haber sido amamantados por nodrízas indias o mestizas que les transmitian en la leche los defectos de su raza, o por tener, como se dijo, algiiri porcentaje de sangre india disimulada (90\ CORRELACIONES SOCIOLINGÜiSTICAS Ahora bien, ^es posible correlacionar estos aspectos referi-dos a las formaciones sociales con fenómenos lingüisticos? Es posible, si bien de manera debil e irremediablemente especulati-va. Por ejemplo, hay menciones antiguas de cronistas que se refieren a un "lenguaje de las islas" con referencia al espaňol antillano primitivo: como ha sugerido Guitarte, este espaňol quizá no estaba caracterizado solamente por fenómenos del nivel léxico (por ejemplo, préstamos indígenas) sino también por fenómenos de otros niveles(91). Tal lenguaje de las islas puede ser puesto en relación con esos isleňos o baquianos a que me he referido; si bien no creo que pueda pensarse en una modalidad uniforme u homogénea, determinados rasgos de este "lenguaje" son probable ment e los que se difundieron a loancho y largo del continente, y en algunos casos llegaron a tener difusión general-En este sentido, se puede postular una cierta continuidad entre est a habla isieňa o baquiana, y el espaňol de los criollos. A d iscernir esta cuestión en su particularidad y en su detaile no nos ayudan los testimonies metalingüisticos —estudiados sobre todo por G.L.Guitarte y E. Martinell (92) — que ocurren desde el s. XVI. No obstante, en su carácter global o general nos ofrecen, aunque de modo superficial y no siempre fácil de inter-pretar, algunos reconocimientos sobre el espaňol de America: EL ESPANOL DE AM ERICA EN SU HISTORIA para la conciencia metalingCiistica de los siglos XVI y XVII existia una realidad lingüistica americana caracterizada por algunas variedades "corrompidas"(53) a causa del contacto metalingüisti-co y por una variedad culta, aunque también con particularida-des que la hacían menos prestigiosa. A las variedades "corrompidas" se ref iere Jerónimo de Mendieta en su Historia edesiásti-ca indiána y las atribuye a negros y a otros extranjeros bozales, motiuándolas en las voces que se han pegado en la conquista de las Indias y en las tomadas de la lengua mexicana (94); este tipo de variedades, asimismo, son las que reconoció y detallo en algunos aspectos esa conciencia metalmgüistica que las hizo objeto de reflejos paródicos, a los que me he referido en otro lugar<9í>. En cambio, probablemente a una variedad culta alu-den los varios elogios que del espaňol hablado en Indias se hacen desde el s. XVIestos elogios, sin embargo, sobre todo los que provienen de la plurna de criollos o también de "anti-guos" muy identifieados con la realidad amerkana, tienen un matiz de apológia que se encuadra en la reivíndicación generál que se da en el protocríollismo, la cual deja entrever la existencia de una valoración negativa —explierta en Aldrete™— a la que había que salirle al paso. Esta valoraciön negativa determi-nó, probablemente desde muy temprano, que muchos espaňo-les americanos trataran de conformar su habla a aquellos patro-nes normativos peninsulares considerados más prestigiosos, y que, por tanto, algunos rasgos del espaňol americano criollo, no obstante la fuerza difusiva y la capacidad absorbente que mos-traron a la larga tener, se mantuvieran en una situacíón de varia-ción dentro del mismo grupo criollo o asimilado a éstet9CJ, Estos factores comentados, que hay que combinar con otros más quese refieren a la diferente cronoiogía del descubrímiento y colonizactón de las diferentes regiones de America, a la dife- m Esta dreunstancia otorga un signifieado especial al gesto del Inca GarcNaso en su revindication del mestizo y -más allá tlel lůpico lite/ario- de la lengua indigena "mamada en la leche". véase en el presente libra "La lengua matema, Conciencia lingüistica y conciencia retófica en el IrKa Garcilaso". í51' Cfr. 131. (Suitarte, "Para una periodizacion de la historií del espaňol de America", en J.M. Lope Blanch (ed.í. Perspectiv! nie la ini/esíJůacrůrt lingüistica ŕírspa-naamsncann. Memoria, Mexico (UNAM) 198Ü. m CL. Guitarte, "Del espaňol de Espana al espanol de veinte naciones. La integration de America al coneepto de lengua espaňola", er El espaŕtaí de Amérlt*. ^cfas..., cit., pp. 65-B6; E. Martinell, "FormaciOn de una conciencia lingüistica en Amŕrica", en I. Lüdtke (ed.). fr" ejpa/k>í tmennano oel siglo XVI. Eerlm (Vervuert) 1934 pp. 121-141. l,JI La conception de que las lenguas se transf ormaban corrompiéndose por factores extern« habla sido lazonada en el s. XV por el humanista italiano Flavlo 6iondo f se convirtiö luego en un lujar comijn en quienes se rxupaban de estos asuntoS. ^ La referencia a Mendieta proviene de E- Martinen, cíp. cit. <*» ■' Pa rod ias de la I entjua de indio (ss. XVII-XOÍ)Lexis XI, 2, pp. 137-164. ISO Cfr. los citados estudios de Guitarte y Martinell. ran Cfr. los estudios de GdilarLe citados en las nirtas 77 y 9?. 15,1 El caso más notable es el de la variation fsf fül, que se mantuvo durante el s. XIX e incluso hasta comienzos del XX en ciertos lugares, según seňalťi tj.L. Cjuitarte, "Seseoy distincidn S/Z en America durante el S XIX", Romania V, I, 1976, pp. 106-139. Reste* de esta distinciůn parecen encontrarse aún hoy, se,gún R. Carawdo. "iRestos de la diítíľKión s/8 en el espaňol del Perú?". RFE LXXII. 1992. PC h^-ŔM. — 52 — — 53 — JOSE LUIS RIVAROLA el espanol de america tN ^jU hisiuhia rente conformaciön de los grupos colonizadores —dondc podian darse, eventualmente, ciertos predominios regionales peninsulares—, a los lugares desde donde se produjo el poblamiento y la colonizacionr al mayor o menor contacto con poblaciones mdigerias y a la importancia de estas, a la mayor o menor pre-sencia de poblaciön de origen africano, a la superposiciön de oleadas migratorias, al mayor o menor contacto con la metrö-poli o con centros virreinales importantes, y con otros factores mäs aün, referidos a la especificidad de las circunstäncias regionales o locales, fueron conformando el espanol de America desde sus mäs tempranos origenes quinientistas como una tota-lidad de variedades geogräficas, sociales y estilisticas, que es, por lo demäs, el modo de existir de una lengua, mäs todavia en un territorio tan extenso y diverso. Creo que lo especifico del espanol de America frente al espanol peninsular tue y es la conformaciön del perfil de la variaciön, mäs que determinados fenö-menos particulares, si bien es cierto que estos tambien se dieron, y no solo en el ämbito propio de los fenömenos del sistema de la lengua sino en el ämbito pragmätico-comunicativo. La unidad de la lengua espanola no fue erosionada por estos procesos diferenciadores, pues el habla culta se mantuvo relativamente homogenea y funcionö de modo regulador, respaldada por la escritura, donde las marcas de diversidad no llegaron a consti tuirse en perfiles de fractura. Claro que no se puede desconocer tampoco la especificidad de la escritura americana desde epo-cas fundacionales, asunto sobre el que no me extendere ahora, pero que merece ser estudiado mäs profundamente, induyen-dose —dicho sea al pasar— la consideraciön de esas formas de escritura marginal que justamente fue expresiön de variedades orales "corrompidas" en el sentido de Mendieta, como es el caso —para no mencionar sino dos ejemplos del ämbito sudamerica-nn— de Felipe Guamän Poma de Ayala y Juan de Santacruz Pachacuti <">. Volviendo a la cuestiön de esa habla con base meridional pero ya "nivelada" en la experiencia conjunta de America, es un hecho que sus rasgos principales, por ejemplo en lo fonetico, se encuentran ampliamente difundidos aunque no de modo gene- f. Guamin Pom* de Ayala, el Primer Mueva Coronica y Buen Gobiemo, ed. de J. Murra y R. Adorno, Mtxico (Siglo Velntiuno), 1980; I. de Santacruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua, Relation de antigüedadei (leite reyno del Pirü [ed. de C. Itierj Cuico (Instituto Bartolome de Las Casas] 1993. VOase en el preserite lit>ro "Sobre la his-toria de los contartosde lengjas en el area andina". ral, ni de forma igualmente coincidente, ni con una distribuciön sociolingüistica uniforme; solamente el seseo tiene una extension general panamericana <,00)- Siendo esta la situaciön con-temporänea, y siendo limitado el acceso que tenemos a una reconstruction de la situaciön quinientista o01), tiene que que-dar abierta la cuestiön de como hay que entender los procesos de difusiön de estos rasgos. Yo tiendo a interpretarla en el sentido de que no se dio una difusiön uniforme y de que mäs bien en ciertas zonas o lugares arraigaron unos rasgos, en otras otros, y que en unas hubo mayores coincidencias que en otras. Es decir, pienso en una especie de selection en la difusiön, dependiendo de variables vinculadas a la historia regional y local. Algo distinta es la explication que postula bnllantemente German de Granda, para quien hubo una "koine" americana quinientista —con diferentes momentos de cristalizaciön, segün circunstäncias regionales- - que contenia todos los rasgos meri-dionales en la fonetica y en la morfosintaxis, y para quien una estandarizacion que llama monocentrica por estar orientada hacia modelos peninsulares centrales — diversamente a la posterior policentrica, que se da despues de la independencia americana— reprimiö en algunas regiones una parte de dichos rasgos002'. La diferencia estä, si entiendo bien, en que de Granda le da mayor peso que yo a la existencia de una variedad primitiva de caracter mäs o menos homogeneo (producto de la koineiza cion), mientras que yo pongo mas enfasis en la conformaciön de la diversidad ya desde epocas antiguas y en las posibles tenden-cias y modalidades toncurrentes y eventualmente en pugna, pues me parece que, mäs allä (o mäs acä) del nivel del habla t Entre los mas cafatterizadores rasgos fonetkos se encuentran, por ejemplo, la neutralization de Ml l-rl. la aspiracion de 1*1, la aspiracion o elision de W, el seseo, el yeismo. Como ejemplo de las diferendas en I* variation dlatopica y diastratica pucdt verse lo que rxurrecon la aspiracion o elisibn de W que ha sido materia devanoiestu-dios: T. Terrell. "La aspiracion y la el>iion en el espanol cubano. Implicaciones para una teoria fonologica dialectal", en Actai del IV Congreso de la ALfAL. Lima (Uniwersidad National Mayor rle San Marcos) 1975, pp 627-637; id,, "La aspiracibn y elision de W en el espaflol portefto", Ant XVI, 1978, pp. 41-66; R Caravedo, fetudros sobre el espanol de Lima I Variation contextual o'e la sibilants. Lima (Pontifkia Universidad Catftlica del Peru), 1983; H. Lopez Morales, Istratificatidn (le) esparto/ de San Juan de Puerto ffifo, Mexico (UNAM) 1983. Etc 11011 Cfr, por ejemplo, los estudios reunidos en C.Hernandez Alonso (coord.), Historia y presente de> espanol de America, Valladolid (Pabecal-Jjnta de Castilla y Leon) 1992. <-fr en e| presents libro "Modelos historiografkos sobre los origenes lin-guisticos de Hispanoamerka" y "La base linguistica del espanol de America". — 54 — — 55 — JOSE LUIS ÍIVAPOLA EL ESPAŇOL DE AMERICA EN SU HIS fORlA culta, la díf usión del espaňol en la America del Quínientos estu-vo más bajo el signo de la heterogenidad que de la homoge-neidad, y que all í estän los germenes de la variación y de las variedades contemporáneas. Quizá la irwestigación futura arroje más luz sobre este inte-resante terna. Pero cualquiera sea el enfoque que se prefiera para encarar los procesos de orígenes, queda la siguiente pre-gunta: ipor qué la difusión general de ciertos rasgos? Pasando por alto que con respecto a la história de las lenguas las pre-guntas sobre el porqué pueden ser de pertinenda dudosa, hace unos aňos me enf rente a el la en relación con el seseo y con la história de su qeneralización americana —generalization cuyos detalles cronológicos se nos escapan y que parece incluso no haber llegadoa ser absoluta(l03)—, y esbocé la hípótesis de que, dentro de las marcas meridionales de lo que he llamado habla baquiana, por ser el seseo la más extendida social y geográfica-mente en el Mediodia espaňol era la menos susceptible de estig-matizaciůn f,ů4,y, en consecuencia, la más apta para constitute en rasgo de identidad general en America. En un momento de la história fonético-fonológica del espaňol en el que las síbílan-tes estaban en situación de inestabilidad y en el que se iban esbo7ando soluciones distintas definitivas, la modalidad sesean-te—a diferencia de las otras part i cu la ri da d es fonéticas meridionales que quedaron restringidas en su vigencia americana— tenia una capacidad mayor para resistir a la opción diferencia-dora que muchos recién llegados aportaban y para convertirse en una seňal —quizá no retonocida muy tempranamente— de lo americano diferencia d or, transmitida del habla baquiana ai habla criolla. Esta es una hipótesis de corte socio- y psicolingiiís-tico, que se puede combinar con la referida a la tendencia a la simplification de estructuras que muestran las variedades tras-plantadas, aunque creo que este ultimo factor es secundario, pues también se puede atribuir a otros rasgos —no a todos— de esa habla primitiva de base meridional que está en cuestián(10S*. Lo verosimil de esta explicación la ju2gará cada quien, sea para proponer otra mejor, sea para acogerse a lo fortuito en la evo-lución linguistics. I'**1 Cfr. la nota 98. I'0*' "En torno a los orlgenes del espaňol de America", en J.L. Rřvarola. d.a far-můdiári..., cit., 00- 35 i1 ss. v 53 y ss. Sobre la simpHflcaciĎn de estructuras cfr. de Granda, 'Sobm la etapa iniciál...", tít FINAL Sea como haya sido, en todo caso éste es un asunto, si bien importante, también menor visto desde la complejidad de la história linguistics americana, sobre algunos de cuyos aspectos he reflexionado aqui, privilegiando un enfoque de la história de la Jengua como história de procesos de diverso orden y vinculados a una multiplicidad de factores que deben ser considerados. El reconodmiento y la reconstrucción de todo proceso supone, por cierto, una simplificación de su complejidad. Toda generaliza-erón, diré parafraseando a Borges, es brutal <10*). Y nuestro abate Vella, con quien se iniciaron estas péginas, sentía que lo fútil de la história, o major, de la historiografia, esta ba en s u incapacidad de registrar lo específko e individual. La história de cada hoj'a, de las caidas y las nuevas, como utopia. Tampoco en la historiografia linguística podemos historiar con tal nivel de especifkidad. Yr sin embargo, de los innumerable! attos de habla, de innumera-bles momentos y de innumerables habla ntes han quedado hue-llas: las de esos textos y documentos variopintos a los que el historiador de la lengua se acerca íse debe acercar) a fin de recoger lo que sea relevante para la generalidad. Pero en ellos es posible escuchar también la voz momentánea, úníca e irrepetible de cada uno de los actores de los procesos idiomaticos, y por el res-quicio de esa voz asomarse de otra manera a la totalidad. Y alli confluyen todas las voces: la voz del mestizo que nos llega en la eseritura deficiente e interlingüistica de una Memoris o de una carta familiar Cfr. én d presente libro "Sob-e la história tfe loi tontaítos de lenguas en el area andlna". ttDE) Söhre Juan de Espinoza Mefírano puede vene L.J. Ciineros, "Itinerario y c u 1.1-: t. j -a zc /.po.'ogrehVo i? Etphosa viŕcr = i"o lí'rimarí n