Diferencias sociales entre el habla masculina y el habla femenina Social differences between male speech and female speech Ignacio Apaza Apaza1 Resumen La sociolingüística ha dado una importancia sustancial al factor del ‘sexo’ y la ha convertido en objeto de atención permanente. Sin embargo, se han hecho muchas afirmaciones infundadas, como el que enfrenta el habla de mujeres y hombres, calificando a la primera como conservadora, insegura, sensible, solidaria y expresiva, y a la segunda como independiente, competitiva y jerárquica. Afortunadamente, los estudios sociolingüísticos han permitido superar estas imprecisiones para dar lugar a los hechos probables y a las demostraciones solventes. Como resultado de los cambios históricos y socioculturales, tanto el hombre como la mujer comienzan a ocupar los mismos lugares y a compartir los mismos espacios sociales como la familia, la escuela, el mercado, el trabajo, etc. Esto permitió a las mujeres usar formas estándar, perdiendo el uso delicado y cortés de la mujer. La lengua pertenece tanto a hombres como a mujeres y no existen variedades exclusivas de cada sexo. Lo que sí existe es un conjunto de variaciones discursivas que actúan como marcas en el habla femenina y en la masculina y que se actualizan en textos concretos; variaciones que funcionan como estereotipo de lo que la mayoría entiende o intuye como estilos asociados al género del que habla. No debemos olvidar que las manifestaciones del habla son manifestaciones sociales, y los rasgos característicos del habla femenina y masculina han estado condicionados por el rol que cada uno jugaba, y juega, en la organización social. 1 Es doctor en linguística y docente titular de la Carrera de Liguistica e Idiomas de la UMSA, iaap54@yahoo.es ESTUDIOS BOLIVIANOS Nº 2168 Palabras claves: Habla masculina // Habla femenina // Mujer // Varón // Rol social // Cultura y lengua. Abstract The sociolinguistic has given a substantial importance to factor of “sex”and has become a subject of constant attention. However, there have been many unsubstantiated claims, such as that between the speech of men and women, describing the first as conservative, insecure, sensitive, supportive and expressive, and the second as independent, competitive and hierarchical. Fortunately, sociolinguistic studies have overcome these inaccuracies to result in probable facts and solvent demonstrations. As a result of historical and socio-cultural changes, both men and women begin to occupy the same place and share the same social spaces such as the family, school, market, labor, etc. This allowed women to use standard forms, losing the delicate and polite language. The language belongs to men and women and there are no exclusive varieties of each sex. What are discursive variations that act as markings female and male speeches and updated on specific texts; variations that work as a stereotype of what most people understand or intuit as styles associated with the gender of the speaker?. We must not forget that the manifestations of speech are social events, and the characteristics of male and female speeches have been conditioned by the role each had, and have in social organization. Key words: Speak male // Female speech // Female // Male // Social role // Culture and language. Introducción Las prácticas socioculturales hacen que los patrones de habla sean diferentes, forzando a las mujeres a utilizar formas estándares y eufemísticas, mientras que a los hombres se les permite romper los tabúes lingüísticos y utilizar formas estigmatizadas. Para Chambers y Trudgill (1994) la diferencia entre hablas de hombres y mujeres puede ser resultado de una asignación de funciones socioculturales diferentes, sobre todo, cuando las variables son estables y cuando los hombres y mujeres desempeñan un rol diferenciado dentro de una comunidad. A esta situación de actuación lingüística le asignaremos el nombre de ‘variedad basada en el género’, en el entendido de que las mujeres tienen habilidades verbales mayores y mejores que los hombres y que, probablemente, pueden ir más allá de las diferencias socioculturales, como sostiene Francisco Moreno (1998: 39-40) al analizar estos problemas de interés de la sociolingüística. 69DIFERENCIAS SOCIALES ENTRE EL HABLA MASCULINA Y EL HABLA FEMENINA En otros casos, el uso de arcaísmos o las innovaciones del habla de las mujeres no dependen tanto del sexo, sino más bien del tipo de vida que llevan en cada lugar. En Puebla (México) los hombres usaban una variedad más cercana al castellano norteño normativo, por la movilidad que les permitía relacionarse con gente del exterior, en cambio, atribuían a las mujeres un mayor conservadurismo por tener menos contacto con hablantes de otras variedades. En los contactos con las capitales de complejidad lingüística, las mujeres pueden usar más rasgos innovadoras que los hombres. Por tanto, el sexo no siempre es determinante en las diferencias de usos en el habla, como algo que puede subordinar a ciertas dimensiones sociales. Aunque las sociedades modernas buscan cambiar los modelos tradicionales, es evidente que aún existen pautas de crianza diferentes para hombres y mujeres, y los tratamientos que se le otorgan son también diferentes, por los modelos culturales de cada comunidad lingüística. A las niñas se las espera con un ajuar ‘rosado’ y a los niños con un ajuar ‘azul’. Desde este momento, comienzan a marcar su adscripción al género y se les aplica los patrones que socialmente han construido para cada uno de ellos, en tanto seres sociales (Areiza, Cisneros y Tabares, 2004: 38-39). En este trabajo se intenta mostrar cómo operan estas diferencias o formas de discriminación y el surgimiento de los cambios importantes con respecto al uso lingüístico entre los varones y mujeres. En la actualidad, los cambios socioculturales en la posición social de la mujer, demuestran que cuando hablan las mujeres, no lo hacen solamente como madres, esposas o amigas; sino lo hacen también como abogadas, ingenieras, bancarias, futbolistas, etc. Los últimos estudios de la sociolingüística muestran estos cambios que pueden tener más incidencia en la modificación de los hábitos lingüísticos más arraigados de las mujeres. Antecedentes socioculturales El papel que ha ocupado históricamente la mujer en la sociedad se restringía al ámbito de la familia y de las amistades, hechos que han marcado su manera de expresarse. La polémica se activa cuando se produce un cambio en “las expectativas de cómo deberían comportarse las mujeres y los hombres”. El cambio se produce cuando la mujer abandona el ámbito que socialmente se le había asignado y entra en el terreno tradicionalmente masculino –el universitario y el laboral. En este proceso, la mujer no sólo debía aprender los conocimientos técnicos “formales” de cada especialidad, sino también su registro comunicativo reflejado en el léxico, la sintaxis, estrategias discursivas, rasgos supra segmentales y otros. Sin embargo, este registro llamado “técnico o formal” no tiene género, responde a necesidades directamente condicionadas por el desempeño eficiente de la labor profesional, ya sea como matrona, jueza o parlamentaria (A. ESTUDIOS BOLIVIANOS Nº 2170 G. Yépez, 2002: 87-85). Cada profesión u oficio requiere que sus trabajadores no sólo sean competentes en una serie de destrezas técnicas, sino que, además, tengan un comportamiento comunicativo adecuado que les permita alcanzar sus objetivos profesionales de forma eficaz. Antiguamente, la diferencia entre el habla masculina y el habla femenina, se producía en circunstancias históricas que determinaban el confinamiento y la pasividad de la mujer, hasta tal punto que algún lingüista calificaba como ‘lánguido’ o ‘insípido’ su modo de hablar. Pero este calificativo tampoco puede ser aceptado, ya que esta apreciación está cargada de valores afectivos y, por último, es una asunción estereotipada. Por ejemplo, en una fábrica de Pecura (Colombia) trabajaban más hombres y había una sola mujer que compartía con ellos. Ella manifestaba en repetidas oportunidades su deseo de renunciar a su trabajo, señalando que ‘ya estoy hablando como hombre’(Areiza, Cisneros y Tabares, 2004: 41). Por entonces, el papel de la mujer dentro de la cultura era considerada como inferior y derivada del varón, por tanto, no debía hablar como los varones, hasta tal punto de estigmatizarla socialmente, porque su lugar era la cocina o la maternidad. En 1873, se argüía que una educación superior para las mujeres dañaría su aparato reproductor y la haría estéril. A inicios del siglo XX se sugirió no permitir jugar ‘hockey’ a la mujer, ya que dañaría su capacidad de amamantar. Estos han sido algunos argumentos de los varones para justificar su superioridad. La Biblia también muestra esta desigualdad “Dios creó a Adán en primer lugar y después extrajo una costilla para formar a Eva”. Este pasaje bíblico nos muestra cómo Dios o Jesucristo fueron machistas o clasistas cuando el último señala que “Yo soy el pastor y ustedes mi rebaño, me deben la obediencia”, antecedentes que reflejan el habla de los varones como ‘superior’. A partir de los movimientos feministas, esta visión fue modificada, las mujeres ya pueden expresarse en sus propios términos y no como los varones, que probablemente sean más deficientes que ellas. Sobre este aspecto, la pregunta obvia ¿cómo hablan las mujeres? ¿existe un uso masculino y femenino de la lengua? ¿qué patrón ha determinado estas diferencias? Por supuesto, existen muchos factores para tal o tales diferencias como la edad, la clase social, el rol familiar, el nivel educativo, la relación del emisor y receptor, relaciones dialógicas entre mujeres, entre mujer y hombre, etc. Las expresiones que en otros tiempos eran consideradas como uso exclusivo de hombres y que las estigmatizaciones eran también usadas por mujeres jóvenes, son influidas por el ambiente socioeconómico y sociocultural. El ‘parlache’, variedad lingüística puramente delincuencial, ya se convirtió en un dialecto social utilizada por hombres y mujeres de algunos sectores sociales. Esta variedad sería usada, sobre todo, por jovencitas de un colegio privado de un sector de clase popular y media en el valle de Aburrá (Colombia). 71DIFERENCIAS SOCIALES ENTRE EL HABLA MASCULINA Y EL HABLA FEMENINA Por lo tanto, la vulgaridad del lenguaje es, en parte, resultado de la dinámica social impulsada por la aparición de nuevos bienes de consumo como los celulares, CDs, MP3, MP4, netbook, tablet, etc., donde los jóvenes casi siempre son los primeros en sentir las consecuencias, produciendo reacciones de distinto tipo, independientemente, si son varones o mujeres. Marcas lingüísticas diferenciadoras Las marcas del femenino como campeón/a, lector/a, señor/a, conde/sa, señalan el deseo de una franca y abierta diferenciación de género, incluso el añadir toda la palabra como en policía, ‘mujer policía’ son marcas lingüísticas concretas que llevan a la diferenciación de lo femenino. En el uso práctico de la lengua se colocó antes el nombre del hombre y después el de la mujer: Adán y Eva, marido y mujer, chico y chica, etc. En otros casos, no aparecen las profesiones de mujeres como médico (médica), piloto (pilota), albañil (albañila), chofer (chofera), etc., ya que estas profesiones serían consideradas como exclusivas de varones. En este contexto, un movimiento feminista de México D. F., en 1996, protagonizó una manifestación cuestionando la desigualdad que se les asignaba a las mujeres frente a los varones; entre los principales cuestionamientos estaban: por qué los médicos deberían ser varones y las enfermeras mujeres, por qué el jefe es varón y la secretaria mujer, el sacerdote varón y la monja mujer, el militar varón y no hay mujeres militares, el piloto varón y no hay mujeres pilotas; por qué adoptar el apellido del varón y no de la mujer, entre otros muchos temas. Algunas características sociales de habla femenina Al discutir las diferencias lingüísticas entre mujeres y hombres, hay que tener en cuenta los contextos sociales que por tanto tiempo han limitado la educación de la mujer y el uso público de la palabra. Históricamente las niñas han tenido más restricciones lingüísticas que los niños. M. Shewood (2000) señala que para muestra ‘un botón’ y establece algunas características sociales en las que se pueden identificar estas características sociales de habla femeninas. Las mujeres deben hablar poco; hablar bien (no usar malas palabras); hablar suavemente (no gritar); no dar órdenes, sino pedir o sugerir; no interrumpir; ser corteses; etc. En este contexto restringido, las mujeres han reaccionado autocorrigiendo su habla: buscan las formas más cercanas a la norma y al prestigio. Para ellas ´hablar bien´, hablar con marcas de prestigio, supone un aval social y una carta de presentación que les confiere un estatus, a veces ficticio, difícil de conseguir por otros medios. Con esa motivación, las mujeres han sido a la vez lingüísticamente conservadoras –preservando formas tradicionales– e innovadoras –impulsando nuevas formas que consideran prestigiosas–. Estas se- ESTUDIOS BOLIVIANOS Nº 2172 lecciones lingüísticas femeninas se manifiestan en todas las facetas de la lengua: pronunciación, entonación, léxico, morfosintaxis y discurso. Algunos rasgos discursivos y pragmáticos diferenciadores presentes en el habla femenina y la masculina, es que las mujeres usan recursos para hacer la inflexión más musical y agradable: intercalan risas, gestos de asentimiento y palabras de apoyo; hablan sonriendo; usan entonación admirativa. También usan fórmulas que excusan el conocimiento propio: “No sé si será verdad...”, “Yo de esto no sé mucho...”. Asimismo abundan los fraseos matizados: “Está más o menos pasable”, “Quedó un poco cambiado”. A veces empiezan oraciones que esperan que el interlocutor termine. Es frecuente, además, el uso del lenguaje indirecto: “¿te gustaría tomar algo?” o “tal vez podríamos hacerlo así” (frente a: “quiero tomar algo”, “vamos a hacerlo así”). El tono de voz constituye otro de los rasgos que se pueden asociar a las hablas masculinas y femeninas, donde interactúan la biología y la cultura. El tono masculino es más grave que el de las mujeres, diferenciadas en lo anatómico. Cuando habla en público todos suben el tono de voz para que oigan mejor, pero como la voz femenina es de por sí más aguda, esta puede ser una de las causas para excluirla de las noticias de radios o de otros medios que requieren del tono de voz alto.  Fonéticamente, la mujer se acerca más a la norma de “buena pronunciación”, busca sonidos suaves y armoniosos, y no omite tantos sonidos como el hombre. Intenta imitar las pronunciaciones más prestigiosas. En lo fonético, las mujeres a veces conservan y otras veces innovan. Ejemplos de conservación: en Bahía Blanca (Argentina), las mujeres conservan más la –s final de la sílaba (“las casas”) que los hombres, que la aspiran (“laj casaj”), y en Las Palmas de Gran Canaria (España), las mujeres conservan más la –d– intervocálica al final de palabra (“cansado”) que los hombres (“cansao”). Ejemplo de innovación: en Buenos Aires, las mujeres de clase media-alta popularizaron la pronunciación sorda de “ll”/“y” (“cabasho”) –que se ha generalizado en la sociedad porteña– frente a la sonora (“cabayo”).  En el vocabulario, también hay diferencias, la mujer usa adjetivos expresivos: “bonito”, “ideal”, “divino”, “lindo”. También utiliza los superlativos, para demostrar entusiasmo o apoyo: “bellísimo”, o intensivos con “súper”, “bien”, o “tan”: “tan lindo”, “súper chulo”. Los hombres procuran evitarlos. Además, las mujeres usan más el diminutivo: “despacito”, “suavecito”, “un poquitín”, considerándolo atenuador y cortés, aunque faltan estudios de frecuencia para comprobarlo. Algunos estudios revelan que las mujeres tienden a usar más vocativos cariñosos: “cariño”, “mi vida”; más expresiones de contenido religioso: “Dios mío”, “Santo Dios”; y un mayor uso de exclamaciones en las mujeres que en los hombres: “¡ay!”, “¡no me digas!”. 73DIFERENCIAS SOCIALES ENTRE EL HABLA MASCULINA Y EL HABLA FEMENINA Un lenguaje solo para varones Muchas palabras aplicadas a las mujeres tienen connotaciones negativas como solterón/solterona, pese a que ambas palabras ‘designan a la persona ya entrada en años que no es casada’ (DRAE). El Papa, Obispos y Arzobispos también son solterones, pero nadie los llama con este término. Asimismo, en el español mexicano, existe la palabra ‘madrear’como un ejercicio exclusivo del macho, pero ya no existe la palabra ‘padrear’. En otras palabras como hombre público/mujer pública, zorro/zorra, las connotaciones son diferentes para ambos. Asimismo, existen una variedad de términos para denominar a la mujer como: mina, costilla, falda, negra, vieja, etc., y no encontramos la misma cantidad de términos, con las mismas connotaciones, para denominar al varón. En el cuartel para estigmatizar a los soldados se usan términos referidos a la mujer como ‘señorita’, ‘mamacita’, ‘monja’, etc., pero desde que la mujer logra el grado de ‘oficial’, probablemente sea extirpado este tipo de estigmatizaciones usando términos referidos a la mujer. S. Romaine (1996) señala que en Gran Bretaña en la lista de alumnos, sólo los varones aparecían con la inicial del nombre y el primer apellido, mientras que a las mujeres se añadía Miss o Mrs para conocer el sexo de los alumnos, marcando su estado civil. En nuestra experiencia, se dio el caso en que el Consejo de Carrera se había conformado solo por docentes mujeres y estudiantes también mujeres, y un colega varón decía ‘No es Consejo de Carrera, sólo es Consejo de Mujeres’. La no reciprocidad entre mujeres en las formas de dirigirse al interlocutor es también un rasgo de muchas sociedades. Las mujeres javaneses hacen mayor uso de los niveles respetuosos para dirigirse a sus maridos que al contrario. Así en el ‘yana’ (Lengua del centro y norte de California) el habla masculina se usa cuando el hombre es el receptor, mientras que el habla femenina se habla entre mujeres, etc. El habla javanesa incluye tanto el factor del emisor, el receptor y el medio ambiente. Los mexicanos llaman a su esposa ‘vieja’, pero no es común llamar ‘viejo’al esposo. Los chilenos llaman a las mujeres ‘mina’, pero no existe algo parecido para denominar al varón. En el uso de la lengua diferenciamos marcas de género gramatical y el sexo de las personas. Cuando la lengua utiliza palabras para denominar a mujeres o a hombres, el género gramatical y el sexo de la persona coinciden, “zapateros y zapateras”, “niñas y niños”. Sin embargo, el castellano también permite la utilización del masculino como genérico, “el hombre”, “los ciudadanos” o “los adolescentes”. Este uso genérico del masculino es un hábito que oculta a las mujeres y las excluye del proceso de representación simbólica que pone en funcionamiento la lengua. Sara Rico propone nombrar en masculino y en femenino o utilizar palabras que incluyan los dos sexos. ESTUDIOS BOLIVIANOS Nº 2174 También existe el uso asimétrico de nombres, apellidos y tratamientos. La designación asimétrica de mujeres y hombres en el campo político, social y cultural, responde a una tradición discriminatoria para las mujeres y debe ser corregida. Así, el tratamiento de “señorita” se utiliza para hacer referencia al estado civil de soltera de una mujer, y “señora” o “señora de” para denominar a una mujer casada, pero ya no existe el uso de los términos “señorito” o “señor de”. Sobre las carreras, profesiones, oficios y titulaciones, todavía hoy existe un rechazo a utilizar el femenino en las profesiones, titulaciones, oficios o puestos de responsabilidad que se consideran de mayor prestigio social como “el médico”, “la médica”. Se argumenta que “suena mal”, pero no por ello hemos de dejar de utilizarla. Las bases del castellano son de tal manera duales que promueven una dicotomía de ver el mundo y conducen al resultado de ver a los seres humanos antes como varones y mujeres que como personas. Variación del habla según género Se ha señalado que las mujeres tienden a usar formas más estándares y más prestigiosas en la comunidad, alegando conciencia de estatus de la mujer, más preocupación por la cortesía, etc. Entre varones pueden usar formas estigmatizadas o palabrotas con cierta libertad (ppc), pero, si una mujer está presente entre ellos, es advertida con sanciones como ‘por favor, aquí hay damas’ o ‘no hables así en medio de damas’, ‘más respeto a las damas’, etc. Pero la verdad no se ha dado cuenta de estas diferencias de manera satisfactoria ya que en la mayoría de los casos el habla femenina, simplemente ha sido ignorada, o tachadas de sexistas, incluso por los mismos movimientos feministas. (S. Romaine, 1996, p. 124). Sin embargo, existen estudios que han establecido que, evidentemente, las mujeres tienden a usar variantes ligadas a estatus alto, más frecuentes que los hombres. Un estudio realizado en Detroit (EE.UU) sobre el uso de la negación múltiple del inglés: I don’t have no money (No tengo ningún dinero), ha arrojado los siguientes resultados: Clase Hombres Mujeres Clase media alta 6.3 0 Clase media baja 32.4 1.4 Clase obrera alta 40.0 35.6 Clase obrera baja 90.0 58.9 No obstante, existen críticas en el sentido de que estas apreciaciones corresponden a las que tienen autoridad y definen el mundo desde su perspectiva, por ello no es sorprendente que las disciplinas académicas sean ‘androcéntricas’ y ‘eurocéntricas’, puesto que los varones europeos serían los que han definido la civilización del mundo. Ellos ocupan el poder y el mito de la superioridad mas- 75DIFERENCIAS SOCIALES ENTRE EL HABLA MASCULINA Y EL HABLA FEMENINA culina. Mientras que las mujeres y su habla han sido medidas tomando al varón como referencia (S. Romaine, 1996, p.125) En este contexto, las mujeres ocupan un espacio semántico problemático o negativo (es mejor hablar entre varones, entre los hombres nos entendemos mejor), pero también existen casos en que los hombres son subordinados a la mujeres (caso de la mexicana Asociación de Maridos Oprimidos, AMO). Si esto es así ¿cuántos o cuáles rasgos realmente pueden ser considerados como femeninos de verdad? o ¿el lenguaje de las mujeres es realmente el lenguaje de la debilidad? Algunos estudios sobre este particular, entre ellos, Smith (1979), señalan que los hombres hablantes del chukchi (una lengua de Siberia) no pronunciaban la /n/ y la /t/ intervocálicas. En unas lenguas muskogeanas de América del Norte, los hombres agregan una /s/ en las palabras, etc. En el castellano del maya yucateco existe esta figura en la que los hombres, en su mayor parte, agregan una /s/ al final de palabra ‘donde fuiste/s, qué hiciste/s, qué comiste/s. En una conversación con una hablante femenina en Chile, noté que ella agregaba la frase ‘cómo se llama’, innecesariamente y otra persona también hablante mujer, agregaba otra frase ‘cuánto se llama’ lo que podría decirse que este tipo de usos pertenecerían a las formas no estándares. Parámetro en la variación sociolinguistica J. M. Hernández (1993: 168-160) señala que en las comunidades lingüísticas de complejas sociedades urbanizadas occidentales, se ha demostrado que en iguales condiciones, las mujeres tienden a emplear variantes de mayor estatus social que los hombres, considerado por P. Trudgill (1979) como el descubrimiento más sorprendentemente coherente de todos los obtenidos en el mundo industrializado occidental. Las diferencias entre hablas masculinas y femeninas, se debería a que los investigadores de los estudios sociolingüísticos eran hombres y los informantes también hombres, por lo que se hallaban más relajados y más dispuestos a acomodarse y producir el habla casual. Por el contrario, las informantes del sexo femenino, ante los entrevistadores masculinos, no sienten la misma relajación, por tanto producen un habla menos casual. Por otra parte, los usos diferenciales entre varones y mujeres estarían relacionados con los acentos y dialectos, en los que las mujeres exhiben una mayor ‘finura’lingüística relacionada más con las diferencias en el uso de la lengua y un habla más prestigiosa que el hombre por respeto y por su subordinación. Aunque según P. Trudgill (1993:163) en esta asunción fácilmente puede equipararse el uso de variantes estándares ‘correctas’ con ‘cortesía’, lo que en lugar de brindar una explicación, lleva a una confusión del problema. Otro intento de explicar las diferencias lingüísticas de sexo ha sido el estudio de sistemas de redes sociales, ESTUDIOS BOLIVIANOS Nº 2176 es decir, el tipo de red social y su grado de participación pueden influir en el comportamiento lingüístico. Por ejemplo, los hombres y mujeres en determinadas comunidades que participan en diferentes tipos de redes sociales, también mostrarán distintos tipos de comportamiento lingüístico (Lesly y Milroy, 1980, citado en J. M. Hernández, 1993). Por otro lado, son otros factores, como el nivel sociocultural o estilo, las principales bases de la variación dejando el sexo relegado a un segundo plano. Sin embargo, el surgimiento de estudios en los centros urbanos ha establecido que las mujeres son más sensibles a las normas prestigiosas que los hombres. Los hombres, por su parte, suelen ceñir sus usos a las llamadas ‘vernáculas’ y a las variedades locales con más intensidad que las mujeres (W. Labov, 1972, pp. 301-304) Las redes sociales obligan a las mujeres a enfrentarse más a menudo con situaciones de formalidad, esto es, en los intercambios sociales los hombres consideran como de escasa formalidad muchas situaciones que las mujeres interpretan como más formales, por último la educación suele llevar a las mujeres a desempeñar lo que se considera ‘su’ función social siguiendo unas normas socialmente aceptables. Algunas conclusiones Como conclusión se podría señalar que en esta discusión de la relación de lengua/género, son los patrones de crianza los que han determinado ciertas formas de uso calificado como hablas masculinas y hablas femeninas, características de cada comunidad. La mujer tiende a acomodar más fácilmente su habla y converger lingüísticamente cuando quiere acercarse o establecer límites con el otro. Este comportamiento en el uso de la lengua por parte de la mujer, propende por el fortalecimiento de la variable de prestigio y los cambios estilísticos con tendencia a la preservación de la norma, mientras que los hombres, inconscientemente, lideran los cambios lingüísticos en la dirección opuesta. Hay diferencias lingüísticas que van desapareciendo, según hombres y mujeres comparten más aspectos de la vida; hay otras que se mantienen y se refuerzan, en parte debido a los medios de comunicación. Al mismo tiempo, existen rasgos que no son verdaderos, sino estereotipos mantenidos a través del tiempo. Por lo tanto, sigue siendo interesante estudiar las diferencias reales de hablas masculinas y femeninas para explicar sus relaciones con los hechos históricos y socioculturales en busca de resultados más satisfactorios. 77DIFERENCIAS SOCIALES ENTRE EL HABLA MASCULINA Y EL HABLA FEMENINA Biblografía AREIZA Rafael, Cisneros Mireya y L. E. Tabares. 2004 Hacia un nueva visión sociolingüística. 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Madrid: Arco/Libros. Este artículo se entregó para su revisión en abril y fue aprobado en octubre de 2014.