El tema de amor carnal entre Beatriz y un hombre comparado con el amor carnal entre Beatriz y una mujer reflejado en la obra de Lucía Etxebarria Beatriz y los cuerpos celestes. INTRODUCCIÓN En el presente artículo nos dedicaremos al tema del amor carnal entre una mujer y un hombre comparado con el amor carnal entre dos mujeres siguiendo el argumento de la segunda novela de Lucía Etxebarria, Beatriz y los cuerpos celestes. Así pues, la heroína de este libro protagonizará también nuestro trabajo, ya que vamos a hacer una pequeña comparación de sus experiencias sexuales tanto con un hombre como con una mujer. Primero presentaremos brevemente el personaje principal, luego definiremos el amor, es este caso el carnal, situándolo en el tiempo y el espacio. Para continuar, explicaremos las relaciones amorosas con Cat, y para concluir, hablaremos de la relación con Ralph. No vamos a detenernos con el vínculo que se presenta con Mónica, puesto que pensamos que está solamente en el nivel platónico por parte de Bea y aprovechador por parte de Mónica[1]. BEATRIZ Bea, la protagonista de la novela, una joven madrileña de unos 20 y pocos años, que se ve forzada a abandonar Madrid por la iniciativa de sus padres, ya que la vida que lleva allí la podría destrozar, es el personaje clave de nuestro artículo. Esta chiquilla guapa, pero insegura de sí misma, se muda a Edimburgo donde se va convirtiendo en una esclava de sus amores, ya que el amor que experimenta (desde pequeña[2]) no es equilibrado (Horňáčková, 2015, p. 8). Los amores pueden ser tanto femeninos como masculinos, ya que según ella “el amor no tiene género” (Etxebarria, cubierta). Se puede decir que el enamoramiento y la subyugación es más importante que lo transgresivo sexual (Horňáčková, 2015, p. 8). Aparte de lo dicho más arriba, es la sociedad y la época[3] que la afecta, lo que le impide descubrir su propia identidad (Horňáčková, 2015, p. 8-9) a pesar de estar libre de decisiones. Se ve obligada de escoger un camino, pero en realidad está huyendo de sí misma, de sus amigos, de la realidad. En la novela está presente “la presión y estrés permanentes que junto con la desilusión y el desengaño generalizado desembocan en un estado de ánimo desolado, marcado por un profundo pesimismo, (…), de los que los personajes no saben o no pueden librarse” según escribe Alchazidu (2013, p. 299). Este pesimismo tiene mala influencia en sus relaciones amorosas, pero este punto lo desarrollaremos más adelante. EL AMOR CARNAL La autora, la cual pertenece a la generación pérdida, refleja los grandes temas de la época y de la sociedad en la novela. Siendo escrita en la última década del siglo XX, lleva la etiqueta de posmodernismo, pues no comparte muchos rasgos con el arte moderno (Horňáčková, 2015, p. 12). No queremos entrar en detalle, ya que el tema de la literatura posmoderna se podría elaborar en otro trabajo con minucia. El tema significativo del posmodernismo, tanto en el libro, como en nuestro trabajo, es el tradicionalmente llamado “amor loco”, o sea, el amor carnal, asociado con el sexo. La autora da a los personajes la libertad total a la hora elegir el compañero del acto sexual. Así Beatriz se nos presenta como una bisexual, por mantener actos carnales con los dos sexos. Como ya hemos aludido antes, y como escribe misma autora, Bea vino al mundo como persona y amó a personas (Etxebarria, p. 168). Experimenta e “intenta colocar su identidad en su cuerpo principalmente a través de las relaciones sexuales” (Everly, 2004, p. 307). Lo que podemos ver en el siguiente fragmento: “La mujer que amó a Ralph era la misma que amó a Cat y sé que será difícil comprender, para quien no lo haya vivido, que amó del mismo modo al uno que a la otra.” (Etxebarria, p. 168). A continuación vamos a detenernos en las dos relaciones concretas: la de Beatriz y Cat comparada con la de Beatriz con Ralph. CAITHLIN Cat, la chica gato, también llamada la lesbiana convencida (“Ella era lesbiana, lo dejaba siempre claro. No era bisexual (…)” (Etxebarria, p. 29)), representa uno de los personajes con las cuales Bea mantenía relaciones sexuales. Cat era la que siempre estaba allí, para Bea, sin negarle nunca el amor (“Cat estaba allí siempre y me quería. Nunca me hubiera negado la posibilidad de verla.” (Etxebarria, p. 173)). Misma Bea describe su relación así: “Cuando estaba con Cat una parte de mí se disgregaba en átomos minúsculos. Me diluía y me hacía fuego líquido para fundirme con sus entrañas, transportada por oleajes de lava. Me extendía más allá de mí misma, superando límites físicos y químicos.” (Etxebarria, p. 168). La autora describe también los actos sexuales en detalle: “abrir las piernas y adelantar las caderas para facilitar el avance de sus dedos; rodar y revolearnos enredadas en una masa de brazos y piernas; una pulsación bien definida que estremece mi interior a un ritmo salvaje” (Etxebarria, p. 169). Sin embargo, la relación con Caithlin no era solamente de atracción sexual, sino de algo más profundo, por parte de Cat. Aunque para que una relación funcione, hay que tener dos personas interesadas, no solamente una. Como Beatriz gozaba de la posibilidad de experimentar en la sociedad posmoderna y estando segura de la importancia que tiene para su pareja, Cat dejó de interesarla tanto. Además el anhelo de probar nuevas cosas con Ralph fue más intenso que la “aburrida” seguridad. RALPH Ralph era como un huracán, su conexión era algo repentino. Bea describe el acto sexual comparándolo con la complementación que tiene el cielo y la tierra, la luz y las tinieblas, la vida y la muerte, el caos y el orden. Lo sentía a él como a la parte de sí misma que le faltaba, una Beatriz que se había perdido en un tiempo indefinido. Con Ralph no era solamente el amor carnal lo que le interesaba. Por el contrario, “lo que había buscado en Ralph, (…), no era sexo, sino apoyo (…). Yo deseaba poseer parte de su mente, fagocitar su inteligencia, buscaba en él a un trasunto de Mónica” (Etxebarria, p. 170). Sus citas eróticas seguían hasta que se formó una pared entre ellos, lo que no dejó indiferente a Bea (“Me parecía que algo se quedaba en el aire, la líquida noción inaprensible de algo que me perdía. Le sentía tan mío que no estar a su lado era como una amputación”) (Etxebarria, p. 171). Al final entendió que todo lo que era entre ellos era puro sexo, nada más. Cuando ella lo necesitaba, él no estaba. Y como sucede a menudo, el fruto prohibido es lo que más nos atrae. Pensamos que el deseo de poseer a una persona, en este caso a Ralph, fue el resultado del exceso o de la falta de amor durante su adolescencia, pero este tema podría servir de base para otros artículos, por lo que no lo vamos a desarrollar más. CONCLUSIÓN Para concluir, citamos a Castillo Villanueva (2015, p. 29), ya que estamos de acuerdo con su idea de que “la experimentación sexual con (el) cuerpo hace que Bea cuestione la estabilidad del sexo y del género y proponga un «cuerpo hablante» como un lugar de reconciliación abierto a infinitas posibilidades”. Misma protagonista dice: “El sexo me ofrecía una clara conciencia de mí misma (…)” (Etxebaria, p. 173). El hecho de estas posibilidades ilimitadas le hacen nacer dudas sobre ella misma: “si me hubieran preguntado en ese momento si yo era lesbiana o si era heterosexual, e incluso si era bisexual, que parecía la respuesta más convincente, no hubiera sabido qué responder” (Etxebarria, p. 173). Su indecisión perdona de este modo: “cuando estaba con la una pensaba en el otro, y viceversa. Vivía sometida a la tiranía del orgasmo” (Etxebarria, p. 169). Seguramente hay otros factores que determinan su manera de amar y no los hemos mencionado. Por otro lado, es natural que seguía el concepto de carpe diem, que se muestra como una de las posibilidades de la libertad absoluta de la sociedad posmoderna con la que chocaba. Era joven, sin compromisos y quería disfrutar la vida al máximo. She went with the flow. BIBLIOGRAFÍA Alchazidu, A. (2013). EN BUSCA DE UNA VOZ PROPIA : ENTRE LA EXACERBACIÓN Y LA REBELDÍA. Sociocriticism, Vol. XXVIII(1-2), 289-311. Obtenido de http://revistaseug.ugr.es/index.php/sociocriticism/article/view/2400 Castillo Villanueva, A. (2015). EL CUERPO COMO ESPACIO DE ESCRITURA DE LA SUBJETIVIDAD EN BEATRIZ Y LOS CUERPOS CELESTES (1998) DE LUCÍA ETXEBARRÍA. Dossiers Feministes Narrativas en clave de género(20), 19-31. Recuperado el 1 de Mayo de 2019, de https://www.academia.edu/11862153/_2015_El_cuerpo_como_espacio_de_escritura_de_la_subjetividad_en_B eatriz_y_los_cuerpos_celestes_1998_de_Luc%C3%ADa_Etxebarr%C3%ADa_ Etxebarria, L. (s.f.). Beatriz y los cuerpos celestes. Recuperado el 1 de Mayo de 2019, de https://www.academia.edu/38299948/Luc%C3%ADa_Etxebarria_-_Beatriz_y_los_cuerpos_celestes.pdf Everly, K. (2004). Mujer y amor lesbiano: ejemplos literarios. En J. Cruz, & B. Zecchi, La mujer en la España actual: evolución o involución? (págs. 306-313). Barcelona: Icaria Editorial. Recuperado el 1 de Mayo de 2019, de https://books.google.cz/books?id=-4DLBEsDVfkC&printsec=frontcover&hl=sk&source=gbs_ge_summary_r&cad =0#v=onepage&q&f=false Horňáčková, T. (30 de Abril de 2015). Los cuerpos celestes de Lucía Etxebarria: Identidad. Recuperado el 1 de Mayo de 2019, de IS MUNI: https://is.muni.cz/auth/th/gcl6a/Hornackova_bakalarska_prace.pdf ________________________________ [1]Aunque el personaje de Mónica influye mucho el comportamiento de la protagonista no es nuestra finalidad describir la relación que tienen. [2] Tampoco la relación que tiene (y tenía) con sus padres es (era) equilibrado. Hablamos, en este caso, del exceso y la falta del amor. [3] De la sociedad y la época hablaremos con más detalle en el apartado sobre el amor carnal.