Anuario de Letras. Lingúística y Filológia, vol. XI, núm. 1, ene-jun, afio 2023: 161-190 doi: https://doi.Org/10.19130/iifl.adel.2023.ll.l.011X0023S06 La palabra gwc/iMpm: ^irónica, descriptiva o despectiva? The Word Gachupin: Ironic, Descriptive, or Derogatory? José Iturriaga de la Fuente Investigador independiente j niturriagaf@yahoo. com. mx orcid: 0000-0001-9673-3679 Resumen Considerada por un ilustre filologo como mexicanismo, hoy la palabra gachupin es despectiva en contra de los espanoles. El termino gachupin surgio en el siglo xvi en Espana (como cachopin) con un sentido ironico o burlon y alia cayo en desuso durante el siglo xvn. En paralelo, la palabra habia llegado a la Nueva Espana desde el mismo siglo xvi, pero pronto adopto en Mexico otro significado diferente: el alusivo a la oriundez; era una especie de gentilicio sin intencion despreciativa, connotacion que conservo durante todo el virreinato y buena parte del siglo xix. Empero, los mexicanos, en general, solemos asociar esa semantica ofensiva con el ano de 1810, cuando la furia popular independentista reclamaba: jMueran los gachupines! Pero lo agresivo de esa consigna esta en el verbo, no en el sustantivo; durante la guerra de Independencia la voz gachupin solo era descriptiva. Este ensayo pretende demostrar (y esa es su aportacion) que dicho vocablo no devino peyorativo sino hasta la segunda mitad del siglo xix, paulatinamente, y sobre todo con la Revolution. Estamos ante varias reorientaciones semanticas de una misma palabra y queremos determinar los momentos de esas mutaciones, de manera particular el ultimo, alrededor del cual hay confusion: cuando cambia la signification descriptiva de la palabra gachupin, para devenir despectiva. Palabras clave: gachupin, cachopin, discrimination, inmigracion. Abstract Considered by one prominent philologist to be a Mexicanism, the word gachupin today is a pejorative term for people from Spain. The word emerged in sixteenth-century Spain (as cachopin) with an ironic or mocking sense, but fell into disuse in the seventeenth century. The word also arrived in New Spain in the sixteenth century, but soon acquired a different meaning in Mexico: an allusion to geographic origin, a kind of demonym without offensive intent. This meaning was preserved throughout the viceroyalty and much of the nineteenth century. Mexicans generally associate the offensive sense with the year 1810, when pro-independence popular fury demanded "Death to the gachupinesl" But the aggression in that slogan is in the word death, not gachupines, which remained merely descriptive during the War of Independence. The contribution of this article is to demonstrate that gachupin did not become pejorative [161] La palabra gachupin: ^irönica, descriptiva o despectiva? until the second half of the nineteenth century, gradually, and then especially with the Revolution. There were several semantic readjustments of the word: it is necessary to identify the timing of these changes, and in particular to clarify the confusion regarding the last one, when the term gachupin became derogatory. Keywords: gachupin, cachopin, discrimination, inmigration. Fecha de recepcion: 24/05/2022 Fecha de aceptacion: 8/11/2022 Presentaciön Los mexicanos sabemos, y sentimos, que el termino gachupines utilizado en Mexico tiene una carga negativa en contra de los espanoles, de manera similar al de gringos aplicado a los estadu-nidenses. Los espanoles que viven en Mexico tambien saben, y sienten, la implication peyorativa de esa palabra. El mismo dic-cionario de la Real Academia Espanola lo senala asi: "Gachupin: nombre despectivo. Espanol establecido en Mexico o Centroa-merica". Peyorativo, despectivo, despreciativo, pero .jsiempre ha sido asi?... Ya veremos que no. Origen y fuentes de este ensayo Durante la investigation para mi tesis doctoral Elperfil del mexi-cano en la mirada espanola, revise casi 250 testimonios de ibe-ros y me sorprendiö el muy variado significado que le daban al termino gachupin, no siempre despectivo, como creemos los mexicanos hoy dia. A partir de ese vasto material, sobre todo bibliografico, idee conformar este ensayo. Bosquejo lexicolögico/lexicogräfico El Breve diccionario etimolögico de la lengua castellana, de Joan Corominas, considera que gachupin proviene de cachopo - tron-co hueco o seco, y cachopo de cacho - cazo o pedazo de cualquier cosa, y a su vez cacho probablemente del latin caccülus, proce- 162 Anuario de Letras. Lingüistica y Filologia, vol. XI, num. 1, ano 2023: 161-190 Jose Iturriaga de la Fuente dente de caccabus - olla. Tambien vincula cacho con cachorro (p.115). Por su parte, el filölogo Antonio Alatorre sostiene que el lusitano Jorge de Montemayor fue quien introdujo la voz portu-guesa cachopin al lexico castellano, hacia 1559. Cändido de Fi-gueiredo {Novo diccionärio da lingua portuguesa, 1899) explica cachopo como töco de ärvore (tocön de arbol), aunque Floriäo do Campo (Florian de Ocampo) en su Crönica general de Espana (1541) usa cachopos como penascos dentro del agua (Alatorre, 1992, pp. 276-279). El Tesoro de la lengua castellana o espanola, de Sebastian de Covarrubias (1611), no alude a cachopo ni cachopin, ni a sus de-rivados. El Diccionärio de Autoridades (1729) confirma cachopo como "el tronco seco del arbol" y agrega a cachopinito: "Como si dixesse nuevecito o recien venido al mundo"; y a cachupin: "El Espanol que passa y mora en las Indias, que en el Pirü 11a-man Chapetön. Es voz trahida de aquellos Paises y mui usada en Andalucia, y entre los comerciantes en la carrera de Indias". Ya veremos que fue al reves: la voz vino de Espana a America. El Diccionärio de la lengua castellana (RAE) de 1783 corri-ge el error y solo dice de cachupin: "El espanol que pasa y mora en Indias, donde se llama Gachupin. Es voz muy usada en Andalucia". Ediciones posteriores del Diccionärio no tienen cam-bios sustanciales, hasta el Diccionärio histörico de la lengua espa-nola de 1933-1936, que deriva cachupin del portugues cachopo - nino, y agrega: "Mote que se aplica al espanol que pasa a la America Septentrional y se establece en ella". Aunque el Diccionärio de aztequismos de Robelo (1904) in-cluye la palabra gachupin como "nombre dado en Mexico a los espanoles", reproduce opiniones muy sölidas en contra de una etimologia nahuatl. El Diccionärio de mejicanismos de Santama-ria (1959) dice dt gachupin: "Despectivamente, hoy ha llegado a tener la significaciön especifica de espanol plebeyo, rüstico o de baja ralea". El Diccionärio de americanismos (RAE, 2010) agrega como sinönimo de gachupin a gachupo. Adelante veremos que, quizas, el "espiritu" semantico im-plicito en las acepciones "tronco" y "penasco" se relacionö con la testarudez (o cabeza dura) atribuida a cierta familia de la can- Anuario de Letras. Lingüistica y Filologia, vol. XI nüm. 1, ano 2023: 161-190 l63 La palabra gachupín: ^irónica, descriptiva o despectiva? tábrica Laredo, el de "recién venido" con los espaňoles recién llegados a Mexico y el de "cachorro", "nuevecito" y "niňo" con los mismos novatos o inexpertos que apenas arribaban a tierras americanas. Cachopines en Espafia La introducción de la voz portuguesa cachopín al léxico castellano se debe a Montemayor en su novela Diana1 de 1559, donde vin-cula, travieso, su lengua materna {cachopo) con un apellido cán-tabro, quizás asimismo de origen lusitano. En Diana, un preten-cioso paje presume: "[...] os prometo a fe de hijodalgo —porque lo soy—, que mi padre es de los Cachopines de Laredo" (p. 276), etcetera. Montemayor se está burlando del pretendido abolengo del paje y utiliza para ello el apellido Cachopines, que realmen-te existia en Laredo, pero con una oscura y cuestionada estirpe que más bien se prestaba para la ironia. Con igual aire socarrón, Andres Rey de Artieda empleó el término guachapines en unos versos de 1605 (Alatorre, 1992, pp. 279-280). Miguel de Cervantes Saavedra, en la primera parte del Qui-jote, también se burla de los Cachopines de Laredo. Su personaje Vivaldo dice a don Quijote: "El linaje, prosapia y alcurnia [de Dulcinea] querríamos saber [...] aunque el mío es de los Cachopines de Laredo" (Cervantes, 2000, p. 125). Con respecto a ese diálogo cervantino y al apelativo que estamos revisando, Fede-rico de Onis anota: Apellido que se usaba proverbialmente en el siglo xvi para bur-larse de los abolengos, que solían tener su origen en la Montana [de Cantabria, donde está Laredo]; se aplicaba a las personas nuevamente enriquecidas [nuevos ricos, diriamos ahora], y en America, sobre todo en Mexico, en la forma cachupin y gachupín, a todos los espaňoles (Cervantes, 2000, p. 125). El propio Cervantes, en su comedia La entretenida, hace presumir a una agreste doncella: ",>No soy yo de los Capoches 1 Aunque Montemayor era lusitano, su novela Diana la escribió en castellano. 164 Anuario de Letras. Lingüistica y Filológia, vol. XI, núm. 1, ano 2023: 161-190 Jose Iturriaga de la Fuente de Oviedo?" sarcasmo juguetön que provoca decir a Alatorre (1992): "caricatura del ya caricaturesco Cachopin' (p. 282). Cachopines en la Nueva Espana Despues de 1615, la voz que nos ocupa cayö en desuso en Espana y, a la par, desde el siglo xvi habia llegado y arraigado en la Nueva Espana (aunque en Mexico adoptö con prontitud otra significaciön diferente a la irönica). Hoy "bien puede pasar por mexicanismo tipico", dice el propio Alatorre (1992), y agrega: Desde muy temprano, [...] los criollos2 [...] pusieron en la palabra Cachopin un ingrediente muy americano (o, mäs exactamente, mexicano), y con eso le dieron permanencia. En Espana, en cambio, la palabra no tuvo mucha vida [excepto cuando] la emplean [...] refiriendola al Nuevo Mundo (pp. 275 y 292). En efecto, desde que apareciö el vocablo gachupin (o cachopin) en la Nueva Espana empezö a abandonar sus implicaciones burlescas y el "ingrediente muy mexicano" se refiere a un nuevo significado: el espanol reden llegado a Mexico'. Podemos conjeturar con alta probabilidad que la expresiön gachupin en Mexico comenzö a aplicarseles con su sentido irö-nico original a los espanoles reden llegados porque arribaban con una actitud pretenciosa, dandose infulas de grandeza; mu-chos decian ser de una minoria noble o que presumia de serlo [...]; se vieron forzados por su estatuto de europeos a superar a los demäs, manteniendose encima de ellos aun cuando fuese por las solas apariencias exteriores [...]; demasiado deseosos [...] de acumular en sus personas [...] las senales y adornos capaces de distinguirlos del pueblo llano (Alberro, 1992, pp. 184-185). 2 Ya sabemos que criollos se les decia a los espanoles de sangre, pero ya nacidos en Mexico. Anuario de Letras. Lingüistica y Filologia, vol. XI nüm. 1, ano 2023: 161-190 165 La palabra gachupín: ^irónica, descriptiva o despectiva? Sin embargo, ante la aplicación generalizada de ese sobre-nombre para los iberos reden llegados (generalmente presumi-dos), al paso del tiempo su carga sarcástica quedó atrás y devino especie de gentilicio. Primera conclusión: En el siglo xvi llegó la palabra gachupín a la Nueva Espaňa y pronto dej ó su implicación irónica para ser meramente descriptiva de oriundez. Veamos ejemplos de la palabra gachupín utilizada ya como mero identificador de origen. Entre 1574 y 1577, en Mexico vi-vió el poeta espaňol Juan de la Cueva y en su Epištola Quinta deja ver lo que nos interesa —además de defender la gastronómia mexicana— (Recordemos que vaquiano significa "experto o versado en algo; experimentado" en asuntos de algún lugar): [...] Las comidas, que no entendiendo acusan los cachopines y aún los vaquianos, y de comerlas3 huyen y se excusan, son para mí, los que lo hacen, vanos; que un pipián es célebre comida, que al sabor de él os comeréis las manos [...] (Alatorre, 1992, p. 287) Queda clara la implicación de que los cachopines eran los recién llegados y los vaquianos los ya conocedores de Mexico, y que unos y otros no sabían apreciar nuestra culinaria. De los mismos aňos es la Ensalada del Gachopín de Fernán Gonzalez de Eslava, espaňol avecindado en Mexico, donde nuestra palabra en cuestión no solo es confirmada como recién veni-do', sino que es usadá además en una metafora del nacimiento de Cristo que la hace incluso apologética; Cristo llegó del cielo a la tierra y el metafórico gachupín vino de Espaňa a Mexico: jMaravilla, maravilla! [Dense a Dios gracias sin ŕin, que ha venido un Gachopín 3 Dice "comellas" en el original; arcaísmos, como éste, los hemos modernizado en este trabajo. 166 Anuario de Letras. Lingiiística y Filológia, vol. XI, núm. 1, afio 2023: 161-190 Jose Iturriaga de la Fuente de la celestial Castilla! Cantadle una cancioncilla aquí, porque se entretenga: jNorabuena venga el Gachopin a la tierra, norabuena venga! (Alatorre, 1992, pp. 287-288) En 1591, el médico espaňol residente en Mexico Juan de Cardenas ratificaba que gachupines se refería a los iberos que llegaban a la Nueva Espaňa, aunque los dej aba muy malparados al compararlos con los criollos: [...] todos los [espaňoles] nacidos en Indias [son] de agudo, trascendido y delicado ingenio [...] El cachupín o recién venido [...] al contrario, como no se haya criado entre gente ciudadana, [verán] que no hay palo con corteza que más bronco y torpe sea (Alatorre, 1992, pp. 288-289). He aquí que un gachupín ilustrado criticaba a los gachupines rusticos. En 1604, el célebre poeta espaňol Bernardo de Balbuena, asimismo vecino de la capital novohispana, en su Grandeza mexicana nos asoma a las concurridas calles de la ciudad: "[...] arrieros, oficiales, contratantes, /cachopines, soldados, merca-deres, /galanes, caballeros, pleitantes [...]" (1974, p. 23). Y hacia 1615, con el mismo tono laudatorio y religioso del gachupín que leimos en Gonzalez de Eslava, el jesuita Juan de Cigorondo escribió un romancillo, "El Gachupinico y la Ga-chupina", sobre Cristo y su madre, donde agradece y proclama: "jViva Castilla /que tales cachupines nos envía!" a la Nueva Espaňa (Alatorre, 1992, pp. 291-292). En 1620, el virrey de la Nueva Espaňa, marqués de Guadal-cázar, emitió un decreto sobre asuntos mercantiles donde alude a los "gachupines o extranjeros", lo cual evidencia el sentido des-criptivo del término, sin ninguna intención calificativa. Más de dos siglos después, Jose Fernando Ramirez comentaría de ese decreto: "No era un apodo popular, sino una expresión hasta Anuario de Letras. Lingiiistica y Filológia, vol. XI núm. 1, afio 2023: 161-190 167 La palabra gachupín: ^irónica, descriptiva o despectiva? cierto punto técnica", reiterando que gachupín es "todo forastero procedente de Espaňa" (Alatorre, 1992, p. 292). En 1683, sor Juana Ines de la Cruz, en su comedia Los em-peňos de una casa, incluyó un verso que refiere a la costumbre madrileňa de chiŕlar en el teatro para repudiar una obra no gus-tada por el publico: "[...] gachupines parecen /recién venidos, / porque todo el teatro /se hunde a silbos [...]" (2022, sainete 2°). Ya a finales del siglo xvn, en el motin de 1692 acaecido en la ciudad de Mexico por la hambruna prevaleciente, de acuerdo con Sigüenza y Góngora, el pueblo coreaba: "Mueran los espaňoles y gachupines (son los venidos de Espaňa) que nos comen nuestro maíz" (1940, p. 146). En el paréntesis, que es de Sigüenza, vemos nueva-mente que la expresióngachupines en sí misma no era injuriosa, sino la mera identificación de los destinatarios de la mortal intención. Segunda conclusion: Durante el virreinato, la voz gachupín amplió su alcance semántico descriptivo para ir del restringido a 'los espaňoles recién venidos al más amplio de 'los espaňoles venidos de Espaňa, aunque tuvieran décadas de residir en la Nue-va Espaňa. Es decir, el vocablo ya abarcó a todos los llamados espaňoles peninsulares, recién llegados o no. Esta connotación perduró hasta casi todo el siglo xix. En las postrimerías del virreinato, a los espaňoles penin-sulares {gachupines) se les consideraba los principales responsa-bles de malos tratos a los indios y claramente de la privación de empleos a los criollos4 —entre otras cosas—, por lo cual se en-cuentran muchos textos en su contra, pero el vocablo gachupín no era un agravio, sino un registro de identidad. Un debate etimológico Todo lo visto apuntala el origen espaňol (con raíz portuguesa) de la palabra gachupín, pero hubo quienes se inclinaron por di-ferente procedencia, suponiendo etimología náhuatl para dicha 4 El desplazamiento de los criollos (o espaňoles nacidos en Mexico) de los empleos más importantes en el gobierno, el ejército y el clero —pues solo los ocupaban espaňoles peninsulares—, está reconocido por los historiadores como una de las causas principales que motivaron la guerra de Independencia. 168 Anuario de Letras. Lingiiística y Filológia, vol. XI, núm. 1, ano 2023: 161-190 Jose Iturriaga de la Fuente voz. Inclinados a la teória del aztequismo estuvieron Servando Teresa de Mier, Lucas Alamán y algunos más, con hipotéticos significados para gachupín que van desde "hombre con espue-las", "hombres que tienen calzado con puntas", "calzado que pica como víbora" o "el que calza zapato de tacón", hasta "el que da puntapié con el zapato" o "víbora calzada". Las supuestas etimologias del náhuatl para la palabra gachupín son varias y todas consideran como primera raiz a cactli - zapato. Una teória combina a cactli con tzopinia - espina o algo que pica, para referirse a las espuelas que utilizaban los es-paňoles de a caballo. Otra teória acopla cactli con chopini - puntapié, para aludir a los espaňoles que pateaban a los indios. Otra más la conjunta con chapin - zapato de tacón alto, para suge-rir algunos modelos de calzado espaňol. Otras interpretaciones implicaban víboras —porque muerden o "pican"—, procurando reflejar una mala imagen del espaňol. Quizás quienes apoyaron una etimología náhuatl no tuvie-ron a la mano la información reunida de que ahora disponemos, pero además pudo estar presente cierta carga emocional negativa al asociar a los espaňoles con patadas y serpientes. Conven-dria mencionar a fray Servando —inclinado al aztequismo—, a quien Alatorre califica como "un clásico del anti-gachupinis-mo"; y al nahuatlato jalisciense Eufemio Mendoza, quien rela-ciona las espuelas con "la crueldad de los espaňoles". En cambio, Jose Fernando Ramirez, ministro de Maximiliano, rechazaba el nahuatlismo y aseguraba que la palabra "no tuvo en su origen ninguna [significación] que pareciera hostil u ofensiva, habien-do aun razones para presumir que fue creada por los mismos espaňoles" (Alatorre, 1992, pp. 299-301). Nos parece que el origen ibero del término gachupín es irrecusable, frente a especulaciones ciertamente forzadas de un nahuatlismo. Gachupines en el Mexico del siglo xix Alatorre evoca varios documentos elocuentes para nuestros fines: un pasquin de 1808 titulado "jMueran los gachupinesľ'; la Anuario de Letras. Lingiiística y Filológia, vol. XI núm. 1, afio 2023: 161-190 169 La palabra gachupin: ^irönica, descriptiva o despectiva? Historia de Alaman con la fräse de Hidalgo a sus conjurados "j Caballeros, somos perdidos, aqui no hay mas recurso que ir a coger gachupinesY'; un volante de 1810 que habla de "los per-versos gachupines'un articulo de Francisco Severo Maldonado que animaba a Hidalgo para continuar "la degollaciön de los gachupines"; y un escrito del propio cura de Dolores juzgando al Santo Oficio "compuesto de unos gachupines ignorantes" (pp. 298-299). Pero el connotado filölogo no ahondö en el "espiritu" semantico implicito en la expresiön gachupin durante el siglo xix, dejandonos un sabor de boca —con las frases transcritas— que lleva a pensar en una significaciön peyorativa de ese vocablo desde la guerra de Independencia, quedando atras los significa-dos irönico y descriptivo que sucesivamente tuvo los tres siglos anteriores. Pero no fue asi, como veremos. Ciertamente, al senalar a los espanoles peninsulares {gachupines) como responsables de los males que sufria la Nueva Espana, se asociö la palabra gachupin con todo lo negativo, pero ello no implicaba que esa voz en si misma fuera entonces un in-sulto, como la mayoria de los mexicanos creemos. Esto se debe a que —aunada al pasquin y al volante mencionados y a muchos otros ejemplos similares— la tradiciön populär puso en labios del padre Hidalgo un "grito" intimidatorio al amanecer del 16 de septiembre de 1810: "jMueran los gachupines^ Pero aun si fuera histörica tal arenga, no reflejaria que ese sustantivo fuera despreciativo, aunque el verbo sea gravemente amenazante. Parece pertinente ejemplificar, por ser un parangön elocuen-te, con el caso de los supremacistas estadunidenses actuales que nos llaman mexicanos criminales, entre otras acusaciones. Pode-mos enojarnos con justa indignaciön porque nos imputan ser criminales, pero nadie pudiera sentirse ofendido porque nos llaman mexicanos. Igualmente, en el violento reclamo de "jMueran los gachupines^, lo tremendo es el verbo, no el sustantivo. Nos proponemos demostrar a continuaciön como, durante buena parte del siglo xix, la palabra gachupin siguiö siendo me-ramente descriptiva, aunque el pueblo identificara a los gachupines como explotadores de campesinos en sus haciendas y de obreros en sus fabricas, amen de consumidores en sus tiendas, donde vendian kilos de ochocientos gramos. 170 Anuario de Letras. Lingüistica y Filologia, vol. XI, nüm. 1, ano 2023: 161-190 Jose Iturriaga de la Fuente Lucas Alaman es quien refiere la fräse de Hidalgo de "jno hay mas recurso que ir a coger gachupines^" (1962, vol. 1, p. 374), y agrega que, ya desatada la rebeliön, la religiön [...] hacia el papel principal, y [...] la inscripciön que se puso en las banderas de la revoluciön fue: "Viva la religiön. Viva nuestra madre santisima de Guadalupe. Viva Fernando VII. Viva la America y muera el mal gobierno", pero el pueblo que se agolpaba a seguir esta bandera, simplificaba la inscripciön y el efecto de ella gritando solamente "Viva la Virgen de Guadalupe y mueran los gachupines" (p. 379). Lorenzo de Zavala —tambien contemporaneo de esos su-cesos— relata que, ante la Alhöndiga de Granaditas, en Guana-juato, previo a la matanza del 28 de septiembre de 1810, "mueran los gachupines fue entonces el grito general, y la reacciön fue una consecuencia muy natural" (1985, p. 46). Definitorias, para este ensayo, son las citas de cinco iberos de las primeras dos decadas del siglo xix que a continuaciön mencionaremos, pues se trata de espanoles usando el termino gachupin, evidentemente sin intenciones despectivas, como se apreciara. El alicantino Felix Berenguer de Marquina fue virrey de la Nueva Espana de 1800 a 1803. Este ultimo ano escribiö un informe a su sucesor (como era la costumbre) donde menciona varios brotes rebeldes independentistas. Advertia que "el fuego" (el peligro) no estaba apagado, sino solo sofocado. Y abundaba sobre el tema: Gobernando mi inmediato antecesor, ocurriö la incidencia de una denuncia contraida a un proyecto que se expresaba ma-quinarse por criollos o naturales de este pais contra gachupines: le causö bastante recelo, como lo comprueban sus disposiciones; se formö la sumaria y la pasö a la real sala del crimen, en donde subsiste sin haberse recibido final determinaciön [...] (1991, pp. 1381-1382). Nötese que Berenguer de Marquina usaba la palabragachupines sin carga agresiva: el mismo era uno de ellos. Y "la inci- Anuario de Letras. Lingüistica y Filologia, vol. XI nüm. 1, ano 2023: 161-190 171 La palabra gachupin: ^irönica, descriptiva o despectiva? dencia" a que se refiere fue la "Conspiraciön de los Machetes" de 1799, en el barrio capitalino de La Lagunilla, cuyos conjurados se reunian en el Callejön de los Gachupines Nüm. 7 (hoy Re-püblica de Chile; todavia existe una placa con el nombre de ese callejön en la calle de Chile esquina con Honduras). No se puede pensar que las autoridades virreinales designaran para una via publica una denominaciön ofensiva contra los espanoles. En mayo de 1810, el asturiano Manuel Abad y Queipo, obis-po en la michoacana Valladolid, aludia a la posiciön anuente que habia tenido el virrey Iturrigaray ano y medio atras, en 1808, fren-te a un intento de independencia: "Este suceso extraordinario, que inculpaba de algün modo a todos los espanoles americanos, pues que confundia la opiniön del mayor nümero con la opiniön de algunos pocos, exaltö en gran manera la rivalidad y divisiön entre gachupines y criollos [...]" (1994, p. 157). No debatamos con el obispo; lo que ahora nos interesa es el uso de la palabra gachupin obviamente sin encono. El 24 de septiembre de 1810, comenzada la guerra de Independencia una semana antes, el arzobispo de Mexico Francisco Javier de Lizana emitiö una Exhortaciön para que vuelvan a sus hogares los que ayudan a Hidalgo (Lizana y Beaumont, 1877-1882), que en parte dice: que [se] puede esperar estando divididos los änimos del gachupin y criollo, sino la destrucciön de uno y otro? [...] Un ministro del santuario [Hidalgo] ha tiznado nuestro venerable gremio [...] (vol. 2, docto. 23). En este escrito del prelado tambien corroboramos la utili-zaciön de la voz gachupin sin un sentido despectivo. El 20 de mayo de 1811, Fermin de Reygadas escribiö su Dis-curso contra elfanatismo y la impostura de los rebeldes de Nueva Espana (Reygadas, 1877-1882), donde leemos una diatriba contra Miguel Hidalgo. El santanderino protestaba: C\A quienes llama aquel indigno cura [Hidalgo] americanos oprimidos? .jDönde estan estos infelices, cuya opresiön ha hecho salir a campana a este don Quijote vallisoletano? [...] .jDönde [esta] el cautiverio, dönde las duras cadenas en que os hacen gemir los gachupines7" (vol. 2, docto. 258). 172 Anuario de Letras. Lingüistica y Filologia, vol. XI, nüm. 1, ano 2023: 161-190 Jose Iturriaga de la Fuente Vemos, de nueva cuenta, que el uso de la palabra gachupín se hada incluso por los propios espaňoles en 1811, ergo no era peyorativa. Y abundemos, con Reygadas: c\Gachupines? Estos y los americanos, como individuos de una sola família, están ín-timamente unidos con los lazos sagrados de la religion y de la sangre [...]" (vol. 2, docto. 258). El virrey Felix Maria Calleja, en un discurso del 26 de mar-zo de 1813 (Hernandez y Dávalos, 1877-1882), apelaba a la con-cordia, aunque a la vez amenazaba: Espaňoles de ambos hemisferios habitadores de estas pro-vincias, [...] tiempo es ya de que conozcáis que vuestro ver-dadero interés es incompatible con vuestra desunión y de-safecto [...] Destiérrense de nuestras bocas esos nombres odiosos de criollo y gachupín, inventados por la ignorancia y mantenidos por la fatuidad [...] (vol. 5, docto. 3). Con respecto a los apelativos de criollo y gachupín, a Calleja le parecían "odiosos" porque reŕlejaban "la discordia y la enemis-tad", la "desunión y desafecto" entre los espaňoles europeos y los americanos, no porque fueran términos ofensivos en sí mismos: criollo j amás lo fue y gachupín lo llegaría a ser, paulatinamente, hada la segunda mitad de ese siglo xix y sobre todo al inicio del xx. En 1839, Ángel Calderón de la Barca fue el primer embaja-dor de Espaňa ante el Mexico independiente (entonces llamados ministros plenipotenciarios). Hoy es más conocida su esposa, la escocesa Madame Calderón de la Barca, la más famosa escritora de literatura viajera en Mexico. En abril de 1840, él escribía en su Diario sobre un santuario muy cercano a la capital: Nuestra Seňora de los Remedios —llámanla la Gachupina—, es una imagen del tamaňo de poco más de un palmo. Sólo tiene de esculpida la cabeza de la virgen y del niňo que son de maděra y con pelucas de pelo. No es posible ver cosa más fea [...] (2012, p. 99). Independientemente de los aspectos estéticos, es claro que el sobrenombre que se aplicaba a esa Virgen no podia ser des-pectivo. Anuario de Letras. Linguística y Filológia, vol. XI núm. 1, afio 2023: 161-190 173 La palabra gachupín: ^irónica, descriptiva o despectiva? Para mayo de 1841, el embajador opinaba en contra de la posibilidad de hacer reconocimientos especiales a los espaňoles avecindados en Mexico: [...] una condecoración [de Espaňa] o una gracia a sus per-sonas los haría tal vez sospechosos a este gobierno, los seňalaría a la animadversion del populacho y daría un pretexto a los demagogos para repetir el inconsiderado y homicida grito de persecución a losgachupines [...] (Calderón de la Barca, 1949, vol. 1, p. 193). En diciembre de 1856, treinta asaltantes mataron en el inge-nio de San Vicente, cerca de Cuernavaca, a seis acaudalados espaňoles. Ofrecieron infructuosamente enormes sumas de dinero para salvar la vida. El marqués de Pidal, canciller espaňol, escribió: El atentado de San Vicente no es un hecho aislado. El ase-sinato, aún impune, de don Andrés Castillo en las minas de San Dimas, realizado [...] al grito de "mueran los gachupines", ante la indiferencia de las autoridades locales, alentó a sus autores a cometer los demás crímenes con la cooperación de algunos individuos de la región y con armas del servicio publico (1963, vol. 1, pp. 408-409). El embajador francés, Alexis de Gabriac, agregaba sobre San Vicente: Un obrero francés que había ido a colocar una pieza a la má-quina y que ya estaba atado para ser fusilado, jura que no es espaňol, que es francés, y se le responde que ya que no es gachupín —expresión peyorativa que en lenguaje mexicano designa a un espaňol— se le hará gracia [...] (1963, vol. 1, p. 379). Aunque el aserto de Gabriac es contundente, el término gachupines no era todavía despectivo de manera generalizada; en ocasiones seguía siendo meramente descriptivo de un origen determinado. Nuestra afirmación surge de que aún veremos ci-tas de aňos posteriores con el uso de esa palabra sin carga negativa, de manera inequívoca. 174 Anuario de Letras. Lingúística y Filología, vol. XI, núm. 1, ano 2023: 161-190 Jose Iturriaga de la Fuente El poeta y dramaturgo castellano Jose Zorrilla —autor del clasico Don Juan Tenorio— vivio en Mexico casi ininterrumpi-damente de 1855 a 1866. En 1859 escribia: Duraba aiin, no la inquina contra los espanoles, sino la monomania nacional de creerse aiin obligados a tener odio a los gachupines, reducida entre la gente de razon al antagonismo vulgar y sin consecuencias que obliga a los franceses a chungas a los excentricos hijos de la Albion [Inglaterra] y a nosotros a los fidalgos de Portugal (1998, p. 152). Ademas, Zorrilla versificaria sobre los albores decimono-nicos: Nuestro siglo es rebelde: no hubo modo de resistir al siglo. Comenzose a recordar y a comentarlo todo: se evoco lo pasado: apostrofose al castellano gachupin jgodo. Que era invasor tirano declarose, y empezo en uno y otro conciliabulo la insurreccion caliente a tomar pabulo. (1888, p. 48) Acerquemonos a finales del siglo xix, cuando todavia se-guia habiendo menciones a los gachupines hechas por espanoles, obviamente sin intention ofensiva; incluso veremos alguna laudatoria. Tambien conviene observar como, a la par del signi-ficado meramente descriptivo del vocablo gachupin, durante esa centuria asimismo se fue manteniendo a nivel popular la animadversion en contra de los espanoles, que se arrastraba desde el virreinato. Ello sucedia bajo los influjos aun de la cada vez mas lejana gesta de Miguel Hidalgo, aunque en el siguiente tes-timonio de un periodista espanol, al parecer en los setenta de ese siglo ya no eran frecuentes las manifestaciones agresivas a proposito de la conmemoracion del Grito de Dolores. Jose F. Vergez, residente en Cuba, visito Mexico en 1873 invitado por el presidente Lerdo de Tejada. Escuchemos sus ca-vilaciones: Anuario de Letras. Lingufstica y Filologia, vol. XI num. 1, ano 2023: 161-190 175 La palabra gachupín: ^irónica, descriptiva o despectiva? No está tan lej ano el día en que, con el pretexto de celebrar el aniversario de la independencia, el grito de \mueran los gachupines! dado por las turbas obligaba a los espaňoles a cerrar las puertas de sus establecimientos y aun a abandonar la capital (1902, p. 222). En 1874, el polémico periodista murciano Adolfo Llanos y Alcaraz se enfrascó en una polémica desde el periódico ca-pitalino La Colonia Espaňola enfrentado con otros órganos de la prensa mexicana. El punto de la litis era el origen del plagio en Mexico: Llanos lo consideraba endémico del pais en tanto que sus opositores mexicanos lo achacaban a los espaňoles. La Orquesta, bisemanal satírico, publico esta recomendación a "la autoridad: que vigile y mucho al elemento gachupín que abunda en la capital de la republica. No hablamos de los caballeros espaňoles sino del montón de gachupines vagos que andan por ahi a caza de buenas fortunas [...]" (Zamacois, 2006, p. 20). Llanos exigió aclaraciones al respecto, pero solo recibió como respuesta indirecta un articulo sobre un longevo matrimonio de espaňoles, que en parte versificada deda: "jQué demonio de gachuzos estos! [...] /jPor vida de Satanáš, /que es fuerza ser gachupín, I para no morir de esplín, /con una union tan tenaz!" (Zamacois, 2006, p. 36). Desde luego que el gachuzos ya era entre burlón y afrentoso, pero podría quedar incierto si, en ese articulo de La Orquesta, el mero término de gachupín también era peyorati-vo. La incertidumbre deriva del uso que le daba a esa expresión el propio Llanos (Montellano, 2008). Enseguida veremos que él usaba esa voz, como era de esperarse, sin intention ofensiva: Estando a la orden del día la cuestión de los plagiarios, sos-pechamos que algún autor mexicano habria compuesto una obra de oportunidad para poner en ridículo a los gachupines, j fuimos al Teatro Principal [...] Hasta en la literatura se halla arraigado el plagio en este hospitalario pais y [...] los gachupines están sentenciados a ser, moral y materialmente, las primeras victimas de los plagiarios mexicanos (p. 121). Otro escritor, el madrileňo Enrique de Olavarría, en los ochenta del xix encomiaba lo mismo al intendente de Guana- 176 Anuario de Letras. Linguística y Filológia, vol. XI, núm. 1, afio 2023: 161-190 Jose Iturriaga de la Fuente juato, Juan Antonio de Riano, espanol peninsular, que al Padre de la Patria: "Entendianse muy bien aquellos dos espiritus sanos e ilustrados" (1987, p. 222). Decia que es "lastima que entren tan pocos gachupines como Riano en las hornadas que remite a estos reinos la metröpoli" (p. 221). En 1892, el acaudalado empresario santanderino Telesforo Garcia escribiö una carta a su amigo Emilio Castelar, expresi-dente de la Primera Repüblica espanola, a propösito de las cri-ticas que habia tenido en Mexico un articulo de Castelar sobre Cortes y Cuauhtemoc. La carta esta redactada sin comedimien-to hacia los mexicanos: [...] Estas gentes [los mexicanos] jamäs me perdonarän que, siendo extranjero, y gachupin por anadidura, les haya puesto mäs de una vez la albarda. Por eso y porque entre todos los que tomaron parte en ese asunto [de las criticas] no hay uno solo que no sea un ente asqueroso, nada habia querido noticiarte de semejantes miserias (2003, p. 87). Recuerdese que albarda es la base que se pone sobre el lomo a las bestias para soportar la carga. Mas lo nuestro es que Garcia era espanol y empleaba la expresiön gachupin, aunque nos queda la duda si en este caso la empleö porque todavia era usada como especie de gentilicio o precisamente para destacar —pues ya comenzaba a ser ofensiva— que asi lo tildaban los mexicanos por ponernos la albarda. Tercera conclusiön: La semantica despectiva de la voz gachupin la fue adquiriendo de manera paulatina durante el siglo xix, sobre todo hacia el final. Gachupines en el Mexico del siglo xx La Revoluciön mexicana exacerbö los animos. Los propietarios de haciendas, fabricas y grandes comercios, en general asumie-ron una posiciön antirrevolucionaria, pues sus negocios eran afectados por la contienda militar, los disturbios populäres y por la alteraciön del statu quo. Y buena parte de esos propietarios Anuario de Letras. Lingüistica y Filologia, vol. XI nüm. 1, ano 2023: 161-190 177 La palabra gachupín: ^irónica, descriptiva o despectiva? eran espaňoles —padres e hijos— en quienes se focalizó el cora-je revolucionario. Cuarta conclusion: A partir de la Revolución el vocablo gachupín dej ó en definitiva de ser descriptivo para convertirse fran-camente en agresivo y su alcance rebasó a los espaňoles de naci-miento para abarcar igualmente a los ya nacidos aquí, sobre todo si mantenían la pronunciación de la zeta y de la ce. Ilustremos esta reorientación semántica de la palabra que analizamos, recordando en primer lugar las afirmaciones del le-xicólogo sevillano Francisco Rodriguez Marín (Alatorre, 1992), quien en 1922 decía: "Sabidísimo es que en Méjico suelen aplicar despectivamente a todos los espaňoles el apodo de gachupines". (p. 295) El cántabro Luis Araquistáin vino a Mexico en 1927 y publico acerca de la colonia espaňola: era "la más odiada de todas por los revolucionarios. El odio, sin embargo, viene de antiguo y arranca de diversas motivaciones. Hace mucho tiempo que co-rre como un proverbio por Méjico esta frase acerba: 'El gringo es malo, pero el gachupín es peor". Y explicaba que "gachupines eran los rapaces que iban a Méjico a hacer fortuna en el comer-cio o en el campo". Continuaba asi: Los gachupines representaban cuanto había de más odioso para los mejicanos: eran el recuerdo vivo del pasado colonial; eran los seňores de horca y cuchillo de casi todas las haciendas del pais; eran los monopolizadores del pequeňo comercio con beneficios mayores que el ciento por ciento; eran los prestamistas a usura fabulosa [...] (1930, pp. 203-210). En 1934, el asturiano Ricardo de Alcázar publico un libro titulado El gachupín, problema maximo de Mexico, y en él lee-mos algunas reflexiones exageradas (como lo es el propio titulo): La causa, paladina o recóndita, que obstruye el armónico de-senvolvimiento nacionalista mexicano es el gachupín, puesto como una premisa fatal a la cabeza de la história del Mexico que nace bajo la tutela espaňola, y mezclado después, como una mala hierba inextirpable, en todos los actos politico-so-ciales del Mexico independiente [...] (p. 9). 178 Anuario de Letras. Linguística y Filológia, vol. XI, núm. 1, afio 2023: 161-190 Jose Iturriaga de la Fuente Oriundo de Galicia y residente en La Habana, Xose Neira Vilas escribiö el libro Gallegos en el Golfo de Mexico (1983), don-de colecciona dieciseis entrevistas a paisanos suyos, pescadores avecindados en Cuba desde las primeras decadas del siglo xx. Relata la escala de un barco en Isla Mujeres, detenido en 1938 por pescar en aguas mexicanas, y la participaciön de sus mari-neros en una celebraciön; eran los festejos de la Guadalupe, que duran una semana de farra con-tinua [...] Cadatanto, al percibir nuestro acento, nuestra zeta, [los mexicanos] descolgaban aquello de "jChingaos gachupines de la gran madre!" y nosotros venga de reir y beber, y las pistolas de ellos disparando a las nubes [...] (p. 167). Nötese aqui que gachupin es usado en ese momento de una manera divertida, formando parte de una actitud festiva (re-cuerda el supuesto uso juguetön de palabas malsonantes entre los veracruzanos de Alvarado, segün dice la vox populi). Ademas, la hospitalidad de los mexicanos se aprecia ante los pescadores gallegos en desgracia, con su barco confiscado. Gachupines y refugiados republicanos La importante migraciön espanola a Mexico provocada por el golpe de Estado franquista y la Guerra Civil trajo a nuestro pais cerca de veinte mil republicanos asilados entre 1937 y los primeros anos cuarenta. Independientemente del gran impulso que esa migraciön implicö para la ciencia, las humanidades, la cultura y las artes en Mexico, ahora lo que debemos destacar es que el vocablo gachupin quedö relegado entonces solamente para designar a los espanoles residentes en la Repüblica mexicana desde antes del golpe militar de Franco. Todos los reden llegados, republicanos, se llamaban a si mismos refugiados, enfatizando que no eran gachupines. En 1940, Leon Felipe publico este poema cargado de nostalgia que titulö significativamente "Esta muerta... La hemos asesinado entre tu y yo", refiriendose a su patria vista desde Me- Anuario de Letras. Lingüfstica y Filologia, vol. XI num. 1, ano 2023: 161-190 179 La palabra gachupín: ^irónica, descriptiva o despectiva? xico; reŕleja allí el desencanto que le embargaba y reprocha a los viejos inmigrantes espaňoles: Está muerta.;Miradia! Miradia los viejos gachupines de America, los espaňoles del exodo de ayer que hace cincuenta aňos huisteis de aquella patria vieja por no servir al Rey y por no arar el feudo de un seňor... y ahora... nuevos ricos, queréis hacer la patria nueva con lo mismo, con lo mismo que ayer os expatrió: con un Rey y un seňor [...](pp. 61-62). El catalán Pere Calders, en su novela La sombra del ma-guey, de 1959, relata la história de un joven espaňol exiliado en Mexico casado con una mexicana de modestos origenes provin-cianos, y cómo se ve envuelto en una vida mediocre dentro de una vecindad capitalina. El drama se vuelve divertido en la iró-nica pluma del autor: Adela habia descubierto (demasiado tarde, segun ella) que su marido [refugiado] no tenia nada que ver con el espaňol gachupín, odiado y admirado a la vez por su estilo de plantar bandera y abrirse paso a codazos, con su constante habilidad para hacer dinero. Su marido era distinto (Calders, 2002, p. 29). La modista andorrana Dolores Duró Betriu, esposa de un líder sindical catalán, en 1942 llegó a Mexico. "Aquí encontré muy buenas personas que me ayudaron mucho y en los momen-tos más difíciles de mi vida, tanto mexicanos como refugiados y gachupines" (Duró, 2003, pp. 159-160). En efecto, aunque la mayoría de los viejos residentes espaňoles adinerados —entonces llamados gachupines— eran fran-quistas y por tanto no simpatizaban con la ideológia de los repu- l80 Anuario de Letras. Linguística y Filológia, vol. XI, núm. 1, afio 2023: 161-190 José Iturriaga de la Fuente blicanos refugiados, hubo muchos empresarios que, más allá de la política, dieron la mano a sus paisanos y les ofrecieron empleo. El catalán José Maria Muriá, asimismo refugiado, hablaba de sus paisanos que vivían en Mexico desde tiempo atrás: No todo es malo entre losgachupines [...] Recuerdo que uno de ellos [...] me dijo que, republicanos o fascistas, todos éramos espaňoles. Aunque todos eran franquistas y creían la propaganda de la prensa de que los refugiados éramos matacuras, asesinos, rojos, desalmados, en el trato directo, de cara a cara, de hombre a hombre, cambiaban completamente. Tanto es asi que fueron muchos los gachupines, acérrimos franquistas, que buscaban refugiados espaňoles para darles puestos en sus negocios (Muriá, 2003, p. 131). La catalana Teresa Gironés de Porter (1996) hablaba de los rechazos iniciales sufridos por los asilados: La colonia espaňola [...] no tuvo buenos deseos para nosotros al principio... ellos eran los gachupines (y todavía cultivaban la z, el ceceo pues), nosotros éramos los rojos... casi los malos espaňoles... [...] El tiempo nos puso en orden [...]; hace ya algunos aňos que ellos dejaron de ser gachupines; y nosotros refugiados, refugachos, rojos... para ser simplemente espaňoles (por nuestra dicción) y los hijos respectivos, ya todos mexi-canos, precisamente por su dicción (p. 120). Julio Mayo,5 uno de los famosos fotógrafos de la agencia Hermanos Mayo, espaňoles refugiados en Mexico desde el final de la Guerra Civil, décadas después, ya casi nonagenario, reme-moraba: No éramos [los refugiados] el inmigrado [...] que venía aquí a ver cómo podía explotar. Eran unas circunstancias muy di- 5 En realidad, Julio Mayo se llamaba Julio Souza Fernandez; con sus hermanos Paco y Cándido formaron la agencia fotográfica Hermanos Mayo, a la que se sumaron Faustino y Pablo del Castillo. Todos ellos fueron gallegos. Anuario de Letras. Lingúística y Filológia, vol. XI núm. 1, afio 2023: 161-190 lSl La palabra gachupin: ^irönica, descriptiva o despectiva? ferentes a esas inmigraciones que el pueblo mexicano conocia. Entonces, hubo un distanciamiento muy marcado entre los es-panoles; era un orgullo, un honor decir "soy refugiado". Noso-tros los refugiados protestäbamos si nos llamaban gachupines, porque ser gachupin era una ofensa, ya que aquellos habian ve-nido a explotar al pueblo y a hacer dinero (Mraz y Velez Storey, 2005, p. 21). El estadunidense John Mraz (2014), experto en iconografia y simbologia de las imageries, abundaba en el tema: Los Hermanos Mayo eran muy conscientes de su situaciön de exiliados politicos, y se distinguieron claramente de los gachupines [...] Al igual que los demäs refugiados republicanos, los Hermanos Mayo rechazaron ferozmente ser confundidos con esos inmigrantes espanoles, que habian venido con el objeto de obtener beneficios econömicos (p. 277). El academico vasco Carlos Blanco Aguinaga estuvo refugiado con sus padres republicanos en Francia y despues en Mexico, donde se formö en El Colegio de Mexico (llamado inicialmente Casa de Espana). En 2006 publico interesantes reflexiones: Los refugiados nos enconträbamos cotidianamente con tres fuer-zas de oposiciön. La mäs amplia y profunda, pero en realidad nada dafiina para nosotros, era la del pueblo llano mexicano que nos calificaba de "gachupines" y, por tanto, de explotadores, sin distinguir entre espanoles de uno u otro color politico. Mas serias oposiciones eran las de los verdaderos gachupines (cortesmente llamados "antiguos residentes"), franquistas los mäs, y las de la derecha mexicana. Para esos dos grupos no eramos sino unos "rojos indeseables", y nos hacian guerra cotidiana en la prensa y por el radio. Pero importa tambien recordar que si bien, en general, nuestros mayores en el exilio nunca tuvieron relaciön con la derecha mexicana, muchos acabaron trabajando con y para "gachupines" [...] (pp.30-31). Quinta conclusion: A partir de los postreros anos treinta del siglo xx, la aplicaciön del termino gachupin se limitö a los anti- 182 Anuario de Letras. Lingüistica y Filologia, vol. XI, num. 1, ano 2023: 161-190 Jose Iturriaga de la Fuente guos inmigrantes espanoles, distinguiendoseles de los exiliados republicanos reden llegados, a quienes se designö con el nom-bre de refugiados. Estos Ultimos fueron quienes mas se empena-ron en marcar esa diferenciaciön, y los mexicanos de derto nivel cultural, en general, la asumieron. En todo caso, en el entendi-miento populär no se distinguia mayormente entre gachupines reaccionarios franquistas o republicanos de izquierda. Sexta conclusiön: Al paso de las decadas, esa distinciön entre gachupines y refugiados se fue borrando al enfriarse los ani-mos politicos e ir muriendo los Ultimos refugiados y los Ultimos viejos inmigrantes de la colonia espanola. Ya solo quedaron los hijos mexicanos de ambos grupos. Aun asi, subsiste en boca del pueblo la expresiön gachupin con sentido despectivo aplicada a quienes pronuncian la zeta y la ce, incluso al margen del lugar de nacimiento. La palabra gachupin a fines del siglo xx e inicios del xxi Ya quedö explicitada la permanencia peyorativa entre los mexicanos de la semantica del vocablo que nos ocupa, mismo que ac-tualmente ya puede considerarse como un mexicanismo, dado que su utilizaciön de hecho se limita a Mexico. Mas, en las ülti-mas decadas, .jcömo han escuchado los espanoles esa palabra? El profesor canario Sergio Toledo realizö un viaje a Mexico en 1978-1979. De ese periplo, relata una prolongada fiesta en la capital en una casa donde el estaba hospedado, y la reacciön de un mexicano ante un insignificante comentario suyo: Yo estaba frito de suefio y quedaba un grupo de invitados que no anunciaba sintomas de irse. Debi decirles algo como: jMuchachos, que tal si vamos acabando, porque estoy que me caigo! Uno de ellos dio un respingo como si lo hubiera picado un alacrän en la yugular. "jNingün gachupin viene a Mexico a decirme lo que tengo que hacer! Cuando me acabe la botella te la rompo en la cabeza", vociferö. Me quede de piedra. El arma tenia tequila para un buen rato todavia [...] (2007, pp. 196-197). Anuario de Letras. Lingüistica y Filologia, vol. XI nüm. 1, ano 2023: 161-190 183 La palabra gachupin: ^irönica, descriptiva o despectiva? Originario de Pamplona, el especialista en cibercultura, Javier Echeverria escribiö en 1987 Un mundo raw, relato sobre Mexico cuyo titulo rememora al compositor Jose Alfredo Jimenez. Echeverria tuvo la oportunidad, en una pulqueria, de conocer los ines-perados giros que puede tener el comportamiento popular mexi-cano. Ello sucediö ante un ebrio y agresivo parroquiano que se les acercö: Nos salvö la vida nuestra condiciön, simplemente, de gachu-pines. Sus terribles agresiones quedaron mediatizadas por la lengua comün. Hizo gala de sus conocimientos de historia: hablamos del malvado Cortes y de la traidora Malinche; pero su afän vengativo remitiö al pedir nosotros una segunda jarra de pulque. El se hizo con otra: la mediaciön se habia establecido, aunque todavia a distancia. Al llegar a la tercera jarra nos invito. La vida no vale nada, meditäbamos [...] (p. 23). En 1999, el cantautor espanol Joaquin Sabina compuso una canciön al llamado subcomandante Marcos de la Selva Lacandona: [...] si andas cambiando la historia con la tinta y el fusil [... ] nie conmueve tu manera [...] de desempolvar la crin del caballo de Zapata, de matar a los que matan [...] Por lo demäs cuidate cuando vengan por las malas que no te rocen las balas que no te falte papel ni frijoles ni mujer que la Virgen Lacandona te esconda bajo su lona te lo pide un gachupin que se despierta en Madrid sonando con tu persona. (Sabina, 2002, pp. 195-196) El historiador cantabro Tomas Perez Vejo, avecindado en Mexico, en 2010 asentaba sobre el cura de Dolores: "A Hidalgo en sus 184 Anuario de Letras. Lingüistica y Filologia, vol. XI, nüm. 1, ano 2023: 161-190 José Iturriaga de la Fuente mensajes pidiendo la rendición no se le ocurre dirigirse a los espaňoles sino a los europeos o, cuando quiere ser más ofensivo, a los gachupines" (2019, p. 152). Equivalente aseveración hace el mexicano Jorge Garda-Robles en su Diccionario de modismos mexicanos (2011), cuando dice en la entradagac/zwpm: "La pala-bra se volvió despectiva e injuriosa hacia los espaňoles en generál a finales del s. xvm y sobre todo durante la Independencia" (p. 150). Ya vimos que, en 1810, ese vocablo no era ofensivo. Estos yerros contemporáneos, tan frecuentes, evidencian la ne-cesidad de aclarar las cosas. El extremeňo Luis Maria Marina, poeta y diplomático, vi-vió cuatro aňos en México y en 2012 escribía acerca de la rela-ción de los mexicanos con los espaňoles: Las profundas heridas que el mexicano siente causadas en su história han cicatrizado débilmente. Al más ligero roce, roto el dique que lo contenía, ese caudal se desborda, imparable ya. Y elgachupín no tiene más remedio que, ante la sutil vehemencia de su contertulio, irse castizamente con el rabo entre laspiernas [...] (p. 160). Conclusiones finales La creencia generalizada entre los mexicanos de que la palabra gachupín era un insulto durante la guerra de Independencia está equivocada. Desde que ese vocablo llegó a la Nueva Espafia y se "aclimató" durante el siglo xvi, su significado pasó de ser iróni-co a una especie de gentilicio: primero referido a los espaňoles recién llegados de Espafia y con el transcurso del virreinato fue aplicado a todos los espaňoles nacidos en la península ibérica. Esa semántica meramente descriptiva de oriundez la mantuvo esa palabra buena parte del siglo xix, aunque la fue perdiendo de manera gradual, dando paso a la agresiva. Fue con la Revolu-ción cuando el vocablo adoptó, ya francamente, una implicación negativa que mantiene hasta la fecha. Imposible negar la animadversión tradicional del pueblo mexicano contra el espafiol, sentimiento con raíces tan antiguas como Anuario de Letras. Lingúística y Filológia, vol. XI núm. 1, afio 2023: 161-190 185 La palabra gachupín: ^irónica, descriptiva o despectiva? injustificadas a estas alturas del siglo xxi, pues se remontan a la Conquista, a la sangria que significó el virreinato, a la cruenta guerra de Independencia y a la explotación en haciendas y fá-bricas propiedad de espaňoles. Esa animadversion, ciertamen-te anacrónica y por lo mismo ya fuera de lugar, se manifiesta verbalmente en el uso de la palabra gachupín con un sentido ofensivo. El mexicano en general no cree aquel argumento que pre-senta a una Espaňa del Renacimiento como artifice de la Conquista con loables objetivos de religion y civilización.6 El mexicano tampoco siente que los tres siglos coloniales sean motivo de agradecimiento. Pero ante ese sentimiento generalizado —y, en sus orígenes, justificado— está el hecho fehaciente de que la gran mayoria de los mexicanos somos mestizos de espaňol con indígena y hoy, quinientos aňos después de la Conquista, sería sano asumir esa condición de mestizaje sin complejos ni resenti-mientos. Estos Ultimos provocan malquerencias y se reflejan en la palabra gachupín. Es una paradoja y un contrasentido que ex-presemos animosidades y animadversiones en contra de Espaňa ni más ni menos que \en espaňol! Quizás, con el tiempo, a la palabra gachupín le suceda algo parecido a lo que pasó con chicano y chilango, que originalmente eran términos despectivos, pero que acabaron perdiendo su im-plicación negativa. Más aún, gran parte de los mexicoamerica-nos ahora se reconocen orgullosamente a sí mismos como chi-canos e incluso existen en la Universidad de California y otras universidades de Estados Unidos —y también en la UNAM— Departamentos de Estudios Chicanos, con ese nombre. De ma-nera similar, los capitalinos ya no sienten ofensivo el término chilango y hasta hay una popular revista con esa palabra como título. La voz gringo, en cambio, aún no se acaba de suavizar, aunque conocemos estadunidenses que con buen humor se au-tonombran gringos. A gachupín, contrariamente, todavía le falta atemperarse más en el léxico mexicano. 6 Hernán Cortés la llevó a cabo por su cuenta, sin la autorización del rey y en contra de las órdenes de las autoridades reales en Cuba, y lo que buscaba era "rescatar" oro (bašta leer sus propias Cartas de relación). 186 Anuario de Letras. Linguística y Filológia, vol. XI, núm. 1, ano 2023: 161-190 Jose Iturriaga de la Fuente Referencias Abad y Queipo, M. (1994). Colección de escritos. Mexico: Con-sejo Nacionál para la Cultura y las Artes. Alamán, L. (1962). Historia de Mexico desde los primeros mo-vimientos que prepararon su independencia en el ano de 1808 hasta la época presente. 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