TERCERA PARTE: MÁS ALLÁ DEL TEXTO INTRODUCCIÓN Si los estudios literarios de que nemos dado cuenta hasta aqui -los formalistas y la estilistica- se caracterizan por su inmanentismo, su centrarse en el texto, las ultimas ten-dencias de la teória literaria del siglo XX ensanchan su consideración de la literatura hasta incluir también la atención a lo exterior al texto: el receptor, todos los factores de la comunicación literaria, el ambiente politico y social. Una de las razones de este cambio es la conciencia de la dificultad de definir la lite-rariedad basándose exclusivamente en propiedades textuales de los textos considerados literarios. Jose Maria Pozuelo Yvancos (1983), en feliz formula, habla de "la crisis de la lite-rariedad en las poéticas textuales" para referirse a la teória de la reception literaria, la pragmática y otras teorías contextuales. El mismo lema es empleado por Miguel Ángel Garrido Gallardo para encabezar una muestra significativa de trabajos, presentados en el / Congreso Internacionál sobre Semiótica e Hispanismo (1983), en que el denominador común es "una afirmación casi siempre repetida: considerar la dimension pragmática es fundamental en toda investi-gación semiótica. Lejos queda ya elfructífero mito de la obra en si" (Garrido, 1987: 10). De algunas de estas tendencias vamos a tratar en esta parte. En principio pueden esta-blecerse dos grupos. El primero sena el de las corrientes preocupadas por el uso litera-rio, es decir, por lo que ocurre en el funcionamiento de un texto como literario. Se trata de comprender las características de la comunicación literaria, o de la institution literaria (el canon, por ejemplo), con todas las reglas y convenciones que condicionan la definition y aceptación de una obra como literaria. No es raro que por esta via se llegue a estudios en que la literatura se disuelve en un campo más amplio de estudios sociales o culturales. En este grupo vamos a tratar de dos corrientes bien definidas: la estética de la recepción y la pragmática literaria. El segundo grupo estaría integrado por corrientes en que es dominante la preocupa-ción por el sentido del texto, lo que lleva a un interes por la interpretación -en contras-te con el del estructuralista por la descripción-, y a la posibilidad de aplicar el calificati-vo de hermenéuticas a todas estas tendencias. De esta manera, puede entenderse la deconstrucción como una hermenéutica heredera del estructuralismo y que, por tanto, lleva al extremo su fidelidad a la inmanencia a la hora de buscar el sentido del texto, aunque sea para decir que no tiene un sentido fijo. Por otro lado, en este segundo grupo también, habría que incluir las corrientes que practican una interpretación alegórica, es decir, que encuentran fuera del texto un sentido (moral, psicológico, politico...) basado en una teória o en un proyecto politico y social. Cuando el marxismo, el psicoanálisis o el feminismo encuentran en una obra literaria ejemplos que confirman sus doctrinas res-pectivas, no es difícil ver en tales prácticas una continuidad de la hermenéutica traditional -la homérica y la bíblica, por ejemplo- y su uso de la alegória del sentido tropológi-co (figuras de una doctrina), moral (enseňanzas de una doctrina o una ética) o anagógi-co (proyecto politico hatia el futuro personal o social). Como al marxismo y al psicoanálisis ya nos hemos referido en la primera parte de este trabajo, ahora trataremos bre-vemente de la deconstrucción y de la crítica feminista. Ni que decir tiene que esta parte es la más abierta, por más viva en las discusiones sobre teória literaria, y que lo que se diga debe tomarse como una invitación a seguir interesándose por los planteamientos recientes. Capítulo XXV ESTÉTICA DE LA RECEPCIÓN I. INTRODUCTION Si uno de los objetivos tradicionales de la estilistica del habla (o crítica idealista) era descubrir la experiencia que dio origen a la obra examinada o la intention del autor, con el estructuralismo la atención se centra en el texto. Y en las corrientes posteriores al estructuralismo, ha llegado la hora de fijarse en el receptor, en el lector. Esto es lo que hace la estética de la recepción: partir del lector como elemento clave de toda su comprensión y explicación del fenómeno literario. No es que antes no haya habido referencias al momento de la recepción en la comunicación literaria (recordemos la importancia que el lector tiene en la estilistica de Michael Riffaterre, y, antes todavia, la teória de la catarsis aristotélica), pero ahora se explica todo el fenómeno literario como fenómeno pensado para el lector, y constituido precisamente en la recepción. En el marco de la renovación de los estudios literarios en Alemania en la década de los sesenta, en la Universidad de Constanza se forma un grupo en que se ve como sali-da una atención mayor a la história, la hermenéutica (teória de la interpretación) o la estética del efecto. Los representantes más conocidos de la escuela de Constanza son Hans Robert Jauss y Wolfgang Iser. Representantes de una generación posterior son Karlheinz Stierle, Rainer Warning, Wolf-Dieter Stempel y Hans Ulrich Gumbrecht. II. ANTECEDENTES Los orígenes de la estética de la recepción pueden verse en la teória aristotélica de la catarsis, según se ha dicho antes, o en la atención que la tradición retórica prestaba al impacto que la comunicación oral o escrita produce en el oyente o en el lector. El mismo H. R. Jauss (1990) traza un panorama de la tradición en la que se inserta la estética de la recepción, desde el alegorismo de la interpretación de los textos homéricos o bíblicos, hasta las tesis de Jorge Luis Borges en su Pierre Menard, autor del Quijote (1939), incluido en Ficciones. Robeff C. Holub (1984) sefiala cinco influencias explícitas: el formalismo ruso, el estructuralismo de Praga, la fenomenología de Roman Ingarden, la hermenéutica deJíans-Georg Gadamer y la sociológia de la literatura. 1. Formalismo ruso Por lo que se refiere al formalismo ruso, Robert C. Holub (1984: 16) explica su importancia en la estética de la recepción: 384 José Domínguez Caparrós "Por la ampliación del concepto de forma hasta incluir la percepción estética, por la definition de la obra de arte como la suma de sus 'artificios', y por dirigir la atención alproceso de la interpretation en simisma". 2. Roman Ingarden La influencia de Roman Ingarden (1930) está en su consideration de la obra de arte como un objeto puramente intencional, como un esqueleto o estructura esque-matizada que debe ser completada por el lector. Los objetos presentes en la obra artísti-ca tienen cierto grado de indeterminación, y deben ser completados por el lector. 3. Estructuralismo de Praga El estructuralismo praguense influye en la estética de la recepción alemana por la conception del arte como un sistema significante dinámico y por la incorporation de la sociológia a su sistema semiológico (Mukarovsky). Lubomír Doležel (1986: 31-34) explica el papel del praguense Felix Vodička en la fundamentación de la teória de la recepción. 4. La hermenéutica de H.-G. Gadamer Hans-Georg Gadamer, maximo representante de la filosofía hermenéutica moderna, es tenido en cuenta por su insistencia en la naturaleza historka de la interpretation: los prejuicios e ideas preconcebidas son una parte fundamental de cualquier situation comunicativa, interpretativa. 5. Sociológia de la literatura Por lo que se refiere a la sociológia de la literatura, Robert C. Holub (1984: 45-52) čita a Leo Löwenthal y su afirmación de que el efecto de la obra literaria pertenece a su ser; a Julian Hirsch, y a Levin Schiicking y su sociológia del gusto. Para la breve introducción a la teória de la recepción alemana, nos vamos a ceňir al comentario de algunos trabajos de los que pasan por ser sus representantes más característicos: H. R. Jauss y W. Iser. Lease el comentario que hace el mismo H. R. Jauss (1989b) de las inquietudes, investigaciones e história del grupo de Constanza. III. HANS-ROBERT JAUSS (1921-1997) El discurso pronunciado por Jauss, el 13 de abril de 1967, en la Universidad de Constanza, y pubhcado, con modificaciones hechas a propósito de su traduction al espaflol, en 1970, constituye el manifiesto de la escuela. En efecto, La história literaria como desa-fio a la ciencia literaria es uno de los trabajos teóricos que más repercusión han tenido. En palabras de Robert C. Holub (1984: 69), "en Alemania Occidental, ningún otro ensayo de teória literaria ha recibido, durante los Ultimos veinte aňos, tanta atención como éste". Teória de la literatura 385 Merece la pena comentarlo, pues sacaremos una idea bastante precisa de las inten-ciones, presupuestos y proyectos de la estética de la recepción en el momenta de su constitution. 1. La crisis de la história literaria Jauss parte de la realidad de la crisis de la enseňanza de la história literaria -y las razones de la misma-, en aquella época en la Universidad alemana. Se detiene especial-mente en las escuelas marxista y formalista, y su vision del aspecto histórico del arte, aunque no hay ninguna história de una literatura importante escrita aplicando los métodos de estas escuelas. Tardíamente formuló la ciencia literaria marxista el carácter histórico de las for-mas artísticas. Antes ya lo había hecho el formalismo ruso, pero el formalismo falla a la hora de establecer una conexión entre la história literaria, concebida como sucesión de sistemas -esta es la vision formalista-, y la história general. Jauss concluye perfectamente su crítica a dichas escuelas, y el desafío de su propuesta, en las siguientes palabras: "Resumiendo el doble dilema de las teorías formalista y marxista, llega-mos a una conclusion no considerada por ninguna de ellas. Si podemos, por un lado, explicar la evolución de la literatura a través del cambio histórico de sistemas y, por otro, la história general a través de la interdependencia diná-mica de las formaciones de la sociedad, debe ser posible también establecer una relación entre la 'sucesión de los hechos dentro de la história de la literatura'y 'fuera de la história de la literatura', que incluya los contactos entre literatura e história, sin privar a la primera de su caráeter artístico, y sin reducirla a ser un mero reflejo de movimientos sociales" (1970a: 67). 2. La recepción, aspecto fundamental de la historicidad de la literatura La carencia de formalismo y marxismo es prescindir de la dimension de la recepción y los efectos que ella provoca. Esta carencia es la que intenta corregir la propuesta de Jauss, aprovechando, sin duda, los resultados finales de ambas escuelas. El punto de par-tida es nítido: "En el triángulo formado por autor, obra y publico, ešte ultimo no cons-tituye sólo la parte pasiva, un mero conjunto de reacciones, sino unafuerza historka, creadora a su vez. La vida histórica de la obra literaria es inconce-bible sin elpapel activo que desempeňa su destinatario" (1970a: 69). El lector contemporáneo compara la obra leída con otras antes leídas {implicación estética). La interpretación primera de la obra continúa y aumenta hasta formar una tra-dición de recepciones {implicación histórica). De la história de la recepción de una obra, se pasa a la história de la literatura, que explicaría el conjunto de la literatura como precedente histórico de la experiencia presente. 3. Siete tesis para la construcción de una história literaria basada en la recepción Los problemas que una história de la literatura basada en estos presupuestos presen-ta, se concretan en las siete tesis que enuncia a continuación Hans Robert Jauss: 386 José Domínguez Caparrós 1 .-Hay que liberarse del prejuicio del objetivismo historko, y dar a la estética tra- dicional (de la producción y la representación) el apoyo de la estética de la recepción. 2.-Para que el estudio de la recepción no sea un estudio de tipo psicológico exclusi-vamente, tiene que basarse en el sistema de expectaciones. Este sistema se deter-mina, para cada obra en el momento de su publication, por: - la tradición de su género; - la forma y materia de las obras anteriores más conocidas; - y la oposición entre los lenguajes poético y práctico. 3.-A partir del sistema de expectaciones, la obra establece una "dištancia estética", (grado de modification de tal sistema), que mide su carácter artístico (clase y grado de impresión sobre cierto publico). La dištancia estética se materializa en la variedad de reacciones del publico y los juicios de la crítica. 4.- La reconstrucción del sistema de expectaciones de la obra del pasado permite reconstruir las preguntas a que el texto respondió y entender cómo el lector del pasado podia comprender la obra. Asi se evita confundir la interpretation actual y la interpretation historka. La interpretáciou es un fenómeno histórico: "Creer que el sentido 'verdadero y eterno'de unapoesia debe aparecer ante su interprete como 'fuera de la história', sin todas las interpretaciones de sus precedentes y de la recepción histórica, únicamente a través del enfrentamiento con el texto, es 'ocultar la posición de la misma conciencia histórica que está entrelazada en la tradición del entendimiento'(H. G. Gadamer)" (1970a: 86). 5.-La teória de la reception permite la comprensión del sentido y la forma de la obra literaria por la variedad historka de sus interpretaciones. 6.-Hay que superar la exclusividad de la diacronía en la história literaria, y hay que hacer cortes sincrónicos en algunos momentos de la evolution. 7.-La historiografia literaria cumplirá su tarea si es descrita también como história especial en sus relaciones con la história general: "La función social se manifiesta en su genuina posibilidad cuando la experiencia literaria del lector entra en el horizonte de expectativas de su vida practica, preparando su interpretáciou del mundo e influyendo asi en su com-portamiento social" (1970a: 104). Este es el esquema del importante trabajo de H. R. Jauss, que, aunque centrado en la história literaria, tiene importantísimas implicaciones de estética general, de sociológia o de teória de la interpretation literaria. Estos puntos están abundantemente ilustrados con ejemplos concretos de literatura, lo que explica su enorme poder de atracción y su popularidad en la teória literaria. 4. La experiencia estética Con la perspectiva de unos aňos -en los que la estética de la recepción se constituye en escuela de estudios teóricos y prácticos-, Hans Robert Jauss comenta, en 1975, su anterior trabajo. El comentario es interesante porque, lógicamente, precisa y aclara algunos concep-tos, o seňala deficiencias en el anterior programa. La tesis central de su manifiesto de 1967 -y de toda la estética de la recepción, podría decirse- es formulada nítidamente por Jauss: Teoría de la literatura 387 "En efecto, la literatura y el arte sólo se convierten en proceso histórico concreto cuando interviene la experiencia de los que reciben, disfrutan yjuz-gan las obras. Ellos, de esta manera, las aceptan o rechazan, las eligen y las olvidan, llegando a formar tradiciones que pueden incluso, en no pequeňa medida, asumir la función activa de contestar a una tradición, ya que ellos mismosproducen nuevas obras" (1975: 59). Después de un comentario sobre el desarrollo y características de la estética de la recepción -y de una descalificación del estudio de la recepción como investigación empí-rica de las respuestas de los lectores concretes-, propone Jauss unas "tesis sobre la continuation del debate sobre el lector". Allí se encontrarán las precisiones teóricas sobre los niveles de la formación del canon (reflexivo, socialmente normativo y prerreflexivo o de experiencia estética), sobre el horizonte de expectativas (el intxaliterario y el basado en la comprensión previa del mundo), o sobre el lector implicito. Igualmente, se encontrará allí la referenda a la que ha sido la linea de investigación seguida por Jauss: la indagación sobre la experiencia estética: "Mi paso siguiente fue, por eso, el intento de concebir la peculiaridad y el efecto de la experiencia estética históricamente, como un proceso de emancipation de la herencia autoritaria del platonismo, y sistemáticamente, en las tres experiencias fundamentales de la praxis productiva (poiesis), receptiva (aisthesis) y comunicativa (katharsis)" (1975: 63). La mejor muestra del resultado a que llega Jauss, en su investigación de la experiencia estética, puede encontrarse en el trabajo de 1977. Junto a desarrollos teóricos sobre la experiencia estética y la definición de sus tres aspectos (productivo, receptivo y comunicativo), hay análisis concretes de poesía lírica, o estudios sobre la épica -identifi-cación con el héroe- y la comedia, enfocados siempre desde el lado receptivo. IV. WOLFGANG ISER (1926) Robert C. Holub, en su estudio sobre la teoría de la recepción (1984: 82-83), ha seňa-lado de forma muy sintética las diferencias entre Jauss e Iser: el primero llega a la teoría de la recepción desde la história literaria; el segundo, desde el New Criticism y la teoría de la narración; el primero es influido por la hermenéutica de H. G. Gadamer; el segundo, por la fenomenologia -sobre todo, por Roman Ingarden-; Jauss se interesa más por problemas de carácter ampliamente cultural e histórico; Iser se centra en el texto individual y la relación del lector con él. El quehacer de Iser se caracteriza por moverse en la linea de un desarrollo continuo de la misma idea hasta su obra clásica, de 1976, El acto de leer. En su trabajo de 1972, "El proceso de lectura: enfoque fenomenológico", encontramos una buena sintesis de su explication del fenómeno de recepción individual del texto literario. 1. La obra: entre autor y lector En la obra literaria hay dos polos: - el artistico, que se refiere al texto creado por el autor; - y el estético, que tiene que ver con la concretización llevada a cabo por el lector. 388 José Domínguez Caparrós La obra no puede identificarse con ninguno de los dos polos, sino que se situa a medio camino. La convergencia de texto y lector dota a la obra literaria de existencia, y esta convergencia nunca puede ser localizada con precision. En el texto literario, el lector y autor participan en un juego de la imaginación. Los aspectos no escritos y el diálogo no hablado lanzan al lector a la acción y, al tiempo, lo desorientan en numerosos bocetos sugeridos por la escena. La imaginación del lector anima esos bocetos, que, a su vez, influyen en la manera de imaginär del mismo lector. Este proceso complejo es producto de la interacción de texto y lector. A continuation, intenta W. Iser la description de tal proceso basándose en lo que Ingarden llama "correlates oracionales intencionales". Cada oration crea una expectati-va, y ésta se ve confirmada, o modificada, por las otras oraciones. Lo leído, sumergido en nuestra memoria, adquiere perspectiva, y se establecen relaciones entre pasado, presente y futuro. En la confluencia de texto e imaginación, se da una dimension virtual del texto. 2. Los huecos del texto En el proceso de anticipación y retrospection, hay huecos, que son precisamente los que dotan de dinamismo al texto. Los huecos pueden llenarse de diferentes maneras: "Por este motivo, un texto es potencialmente susceptible de admitir diver-sas realizaciones diferentes, y ninguna lectura puede nunca agotar todo el potenciál, pues cada lector concreto llenará los huecos a su modo, excluyen-do por ello el resto de las posibilidades; a medida que vaya leyendo irá tomando su propia decision en lo referente a conto ha de llenarse el hueco. En este acto mismo se revela la dinámica de la lectura" (1972: 223). Las variaciones, de individuo a individuo, en el proceso dinámico de lectura como anticipation y retrospection, tienen como limite el texto escrito, en oposición al texto no escrito: "[...] en un texto literario únicamente podemos representor mentalmente cosas que no están presentes; la parte escrita del texto nos da el conocimien-to, pero es la parte no escrita la que nos da la oportunidad de representor cosas; en efecto, sin los elementos de indeterminación, sin los huecos del texto, nopodríamos ser capaces de usar nuestra imaginación" (1972: 227). 3. La coherencia representativa La representation mental de la realidad descrita tiende a buscar la coherencia, que está en conflicto con la naturaleza plurisignificativa del texto. La formation de ilusio-nes nunca acaba con la posibilidad del texto de significar de manera distinta, y esta posibilidad tampoco anula la formation de ilusiones que dotan de coherencia a lo repre-sentado. En todo texto hay una forma de equilibrio entre las dos tendencias. 4. Repertorio y estrategias En el proceso de construction de nuestras interpretaciones del texto, nos guiamos por dos componentes estructurales del mismo: Teória de la literatura 389 "[...] en primer lugar, un repertorio de esquemas literarios conocidos y de temas literarios recurrentes, junto con alusiones a contextos sociales e his-tóricos conocidos; en segundo lugar, diversas técnicas y estrategias utilizadas para situar lo conocido frente a lo desconocido. Los elementos del repertorio se colocan constantemente en primer o segundo piano, dando como resultado una estrategia de exageración, trivialización o incluso aniquilación de la alu-sión" (1972: 234). Como vemos, el lector es factor esencial en la constitución de la obra. También se aprecia, en el resumen que acabamos de hacer, que Iser se preocupa más por el texto como lugar objetivo del que parte la actividad receptora. Jauss, al menos en su segunda etapa, está más interesado por una comprensión general de la experiencia estética. V. ESTÉTICA DE LA RECEPCIÓN, CRÍTICA CENTRADA EN EL LECTOR, PRAGMÁTICA La estética de la recepción, aunque es una escuela bien delimitada por su localiza-ción en la Universidad de Constanza durante los aŕios 70, puede integrarse en un movi-miento más general de preocupación por el lector y la lectura que se da también, por la misma época, en otros lugares. Dos obras importantes para tener una vision de conjunto de ešte movimiento son las de Jane P. Tompkins (1980) y Elizabeth Freund (1987). Si nos atenemos a la definición de pragmática como la rama de la semiótica (junto a la semántíca y la sintaxis) que trata de las relaciones del signo con su interprete, es indudable que la estética de la recepción es una corriente que se integra en el movimiento general postestructuralista de desarrollo espectacular de tal rama de la semiótica. De esto, trataremos pronto. VI. ALGUNOS EJEMPLOS Los puntos de vista de la estética de la recepción se han tenido en cuenta en algunos trabajos espaňoles, o sobre literatura espafiola. Como ejemplo, pueden verse los de Bobes Naves (1985), Briesemeister (1984), Pozuelo Yvancos (1984), Romero Tobar (1979) o Senabre (1987). En este momento, sólo nos detenemos en el trabajo de aplicación concreta del con-cepto de "horizonte de expectativas" llevada a cabo por Leonardo Romero Tobar (1979). Nos mteresa la mención por ser un trabajo temprano en el panorama espaňol, por tener carácter práctico, y por referirse a ejemplos de literatura espafiola 4os humanistas frente a la literatura medieval, historiografia literaria y siglo XVIII, censura de obras eróticas en el siglo XIX-. La recepción de un texto literario clásico (Virgilio) en la teória literaria espafiola del siglo XVI, ha sido estudiada por Jose Maria Pozuelo Yvancos (1984), dentro del marco teórico de la estética de la recepción también. Mención especial merece el trabajo de José Maria Castellet, La hora del lector (1957), que cobra especial actualidad a la luz de la estética de la recepción. Sorprende, en efecto, la vigencia de afirmaciones publicadas diez afios antes del famoso manifiesto de H. R. Jauss. Decia, por ejemplo, Castellet (1957: 11): 390 José Domínguez Caparrós "[...] esta obra quiere, ante todo, subrayar la importancia que el lector adquiere, en nuestros dias, como activo creador de la obra de arte literaria. El lector es, pues, hoy nuestro tenia y, para intentar ayudarle a tomar concien-cia de su importancia en la literatura de nuestro tiempo, se han escrito estas páginas ". En el apartado titulado Aparición de la idea de la lectura como creación, junto a José Ortega y Gasset, se encuentra la mención de Roman Ingarden, cuya importancia en la estética de la recepción ya hemos comentado. En este mismo capitulo segundo, que lleva el mismo titulo de la obra, La hora del lector, destacamos la modernidad del paralelismo que establece entre la desaparición técnica del autor y la importancia del lector. Por todo ello hay que saludar como muy oportuna la edition crftica que de la obra de José Maria Castellet ha hecho recientemente Laureano Bonet en Ediciones Peninsula (2001). 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INTRODUCTION La definición, en la teória semiótica, de la pragmática como el estudio de las rela-ciones del signo con su interprete, no ha dado lugar a una concepción uniforme de las investigaciones que deben ser consideradas como pragmática. Partiendo de la definición anterior, está muy claro que la estética de la recepción constituye una orientation pragmática. En el árbol de la "genealógia" de la pragmática, tal como lo representa Francoise Armengaud (1985: 120-121), hay raíces en las que se reconocen, sin dudá, los sociólo-gos, los especialistas en retórica, los lingiiistas, los filósofos y, como investigadores en su origen filósofos también, los estudiosos de la semiótica. Marx, Aristoteles, Saussure, Frege y Russell, Peirce, son algunos de los nombres que encabezan la história de la pragmática. La filosofía analítica, conocida por desplazar su centra de interes, o de partida, para la comprensión de los problemas filosóficos, al análisis del uso lingiiístico, se encuentra inserta también en la história de la pragmática, y šerá uno de los componentes más importantes de la pragmática lingiiística. La teória de los actos de lenguaje, que constituye la aportación de la filosofía analítica a la teória lingiiística, es utensilio fundamental, junto a las ideas bajtinianas de dia-logismo o intertextualidad, en el quehacer de quienes, superando el estructuralismo -pero no desechando sus indudables conquistas-, analizan el lenguaje en su funciona-miento, no como texto fijo. Sin olvidar esta multiplicidad de orígenes y consideraciones pragmáticas del aspecto comunicativo en la literatura, lo más común, sin embargo, es entender pragmática en dos sentidos: primero, de manera estricta, como aplicación a la literatura de la teoría de los actos de lenguaje formulada por J. L. Austin; segundo, de forma un tanto indefinida, como estudio de la literatura en su aspecto comunicativo, como hecho de comunicación. En este segundo sentido, pueden ser calificadas de pragmáticas una gran cantidad de observaciones producidas, sobre todo, en acercamientos sociológicos, o en aproximaciones a la literatura como fenómeno histórico y conventional. En el primer sentido de pragmática, es posible encontrar la teoría de los actos de lenguaje en momentos concretes de escuelas que no tratan de una aplicación exclusiva de tal teoría al estudio de la literatura. Puede comprobarse esta afirmación en nuestro trabajo de 1981, Literatura y actos de lenguaje. Después del florecimiento de las investigaciones estructuralistas, se va haciendo normal la aŕirmacióin de que ni la función poética ni el desvío lingiiístico, por ejemplo, ni cualquier otra explicación de tipo inmanentista deben ser confundidas con la literarie-dad, con la cualidad literaria de un texto. 394 José Domínguez Caparrós No se le niegan al texto literario unas peculiaridades lingiiísticas, sino que esas pro-piedades -que, por otra parte, no son, individualmente consideradas, exclusivas del texto literario- se explican como dependientes de un contexto de comunicación que va más allá del texto, y no como portadoras de la esencia literaria. Lo literario, hoy, se ve como un funcionamiento, registro, uso lingiiístico marca-do socialmente, más que como un conjunto de propiedades lingiiísticas o hechos de esti-lo exclusivos del fenómeno literario; y éstos, si los hay, deben ser explicados por nor-mas exteriores, sociales. Había de llegarse a este tipo de explicaciones, una vez que empieza a considerar-se la literatura como hecho comunicativo, de funcionamiento social de los signos, es decir, como hecho semiológico. Hemos visto la temprana consideration semiológica de la literatura en Mukarovsky, y desarrollos posteriores como el de I. Lotman. Nosotros nos vamos a limitar a presentar como pragmática un conjunto de propuestas y discu-siones que cabe incluir en la primera acepción del término, porque constituyen una referencia clásica en la teoría literaria de final del siglo XX. II. DE LA SEMIÓTICA A LA FILOSOFÍA ANALÍTICA El fructífero acercamiento a la linguistic» que ha caracterizado a la teoría literaria en buena parte de este siglo XX, junto a la tradición semiótica, está en la base de la pujan-za de las investigaciones literarias de tipo pragmático. Entre otras muchas razones que explican el interes de la teoría literaria por la filosofía analítica, no cabe duda de que el fijarse en el aspecto lingiiístico de la obra de arte literaria ha pesado bastante. Pero la causa principal hay que buscarla en la hegemónia que, explicable desde la misma história de la teoría literaria actual, adquiere la semiótica como marco teórico general en que hoy comprendemos mejor la inserción de las reflexiones sobre el hecho literario. Por el lado de la semiótica, en efecto, era previsible una confluencia de teoría literaria y filosofía analítica. Ya en 1938 definía Charles Morris la dimension pragmática de la semiótica como la relación del signo con los intérpretes, al tiempo que dej aba abier-ta la puerta a una hegemónia de la pragmática, cuando sostiene que toda norma sintác-tica o semántica, al ser empleada, se impregna de un componente pragmático: "Cualquier regia, una vez está realmente en uso, opera como un tipo de conducta, y en este sentido existe un componete pragmático en todas las reglas" (1938:75). No puede extraňar, entonces, que, después de las grandes aportaciones de la teoría literaria estructural y formalista al conocimiento de las dimensiones sintáctica y semántica de la semiosis (proceso de producción de sentido) literaria, llegara el momento de la constitución de la pragmática como parcela teórica bien definida. En ella se insertarán viejas cuestiones del estudio de la literatura, enfocadas con nueva luz, y surgirán, lógicamente, términos y maneras de explicar el hecho literario con un aparato conceptual desconocido por la teoría literaria anterior. Pues bien, en el contexto general de un interes por el uso del lenguaje -y por el uso de la obra de arte que emplea la lengua-, es como la teoría literaria se fija en la teoría de los actos lingiiísticos, producida en el marco de la filosofía analítica, e intenta utilizar-la en el proyecto general de la construcción de la pragmática literaria. Vistas asi las relaciones entre filosofía analítica y teoría literaria, hay que comen-tar algunas reducciones: en primer lugar, la de toda una filosofía del uso lingiiístico Teoría de la literatura 395 a una propuesta muy especifica, la de Austin, después desarrollada por Searle; en segundo lugar, la de toda una dimension de la semiótica -la pragmática- a una teoría muy concreta del uso lingiiistico. Pues es bien conocida la frecuente asimilación de "pragmática" y "teoría de los actos de lenguaje". Claro que esta ultima reduction se soluciona con la ďistinción de tres grados en los estudios de pragmática: la teoría de los actos de lenguaje es una pragmática del tercer grado (F. Armengaud, 1985). Se inserte en el amplio campo de la pragmática literaria o constituya por si una clase de la misma, lo cierto es que la teoría de los actos de lenguaje cuenta ya con una tradition en su empleo en los estudios teóricos de la literatura. En otro lugar hemos dado cuenta de algunos de los autores y problemas que se integran en la que ya podemos Uamar "teoría de los actos literarios de lenguaje" (Domínguez Caparrós, 1981); además, son asequibles en castellano algunos de los principales trabajos (Mayoral, ed., 1987). III. LITERATURA Y ACTOS DE LENGUAJE 1. Lingiiística del uso: la teoría de los actos de lenguaje de John Langshaw Austin En la filosofía del siglo XX ha habido una preocupación por ver hasta que punto los problemas filosóficos se veian complicados por el uso inadecuado del lenguaje, o por el desconocimiento del uso del lenguaje. De ahí los intentos de creación de lenguajes lógicos puros (Rudolf Carnap) y la atención al uso del lenguaje común. Entre los filósofos del lenguaje común destaca John L. Austin (1911-1960), profesor de filosofía moral en Oxford entre 1953 y 1960, cuya teoría de los actos de lenguaje resumimos con vistas a un mejor conocimiento de la apli-cación a la literatura que se ha hecho de la misma. a) Las expresiones realizativas Austin, en el uso del lenguaje, distingue inicialmente entre enunciados constatativos -los que buscan solamente describir un acontecimiento- y expresiones realizativas, cuyas características son: a) no "describen" o "registran" nadá, y no son "verdaderas" o "falsas"; y b) el acto de expresar la oración es realizar una action, o parte de ella, acción que a su vez no seria normalmente descrita como consistente en decir algo. Un ejemplo de expresión realizativa es la oration "Te apuesto mil pesetas a que llegamos tarde". El expresar esta oración (en las circunstancias apropiadas) no es decribir ni hacer aquello que se diria que hago al expresarme asi o enunciar que lo estoy haciendo, sino que es hacerlo. Al decir "te apuesto", estoy apostando. No es verdade-ra o falsa, ni esta acción se concibe normalmente como el mero decir algo (no consiste esta acción en el hecho de decir "te apuesto"), sino que la expresión es realizar la acción. Para que el acto se cumpla, "siempre es necesario que las circunstancias en que las palabras se expresan sean apropiadas, de alguna manera o maneras" (1962: 49). Si no, el acto es nulo, incompleto... Asi, para que haya apuesta, es necesario que haya sido acep-tada por otro. 396 José Domínguez Caparrós Lo interesante de todo esto es que el análisis lingiiístico, si quiere describir qué es lo que no funciona en un enunciado, tiene que considerar la situación total en que la expresión es emitida: el acto de lenguaje total. b) Clases de actos de lenguaje Austin parte de la estrecha relación entre el utilizar una expresión y ejecutar un acto concreto -tal y como se ha visto en el caso de los realizativos-; parte también del hecho de que expresiones que no tienen la forma perfecta de los realizativos pueden ser interpretadas como realizativos. Se trata de expresiones que no son realizativos explicitos, sino realizativos pri-marios, como, por ejemplo, "lo haré", que puede significar "prometo que lo haré"; o la utilization de otros recursos, como entonación, gestos, etc., que fijan el sentido de una advertencia, un mandate, etc., como, por ejemplo, "jToro!", que puede significar "te advierto que viene el tóro", "te mando que sujetes el toro". Teniendo esto en cuenta, llega Austin a diferenciar, en el hecho de decir algo, el cumplimiento de tres tipos de actos distintos: A) Un acto locucionario (o locutivo): Consiste en expresar unos sonidos {acto fonético); expresar unas palabras, es decir, sonidos de ciertos tipos, pertene-cientes a cierto vocabulario y, por pertenecer a él, expresados en una cons-trucción determinada {acto fático); usar estas palabras con un sentido y referencia que equivalen conjuntamente a "significado" {acto rético). B) Un acto ilocucionario (o ilocutivo): Viene determinado por la manera en que se está Ilevando a cabo el acto locucionario (preguntando o respondiendo, dic-tando sentencia, haciendo una identificación o una descripción, etc.). Este acto se Ueva a cabo al decir algo, que es diferente de realizar el acto de decir algo. Este acto es explicitado cuando, por ejemplo, uno se plantea si una expresión "tenia la fuerza de" una pregunta o debía haber sido tornáda como una apreciación, una advertencia, etc. Tiene una gran importancia el contexto en el que se emite una expresión, y, en este sentido, no hay que confundir fuerza ilocucionaria y significado -que, como hemos visto, pertenece más bien al acto locucionario-, ni fuerza ilocucionaria y efecto produ-cido realmente. En este sentido, la ilocución se parafrasea con "te prometo que...", "te advierto que..." (Austin, 1962: 148). C) Un acto perlocucionario (o perlocutivo): "Decir algo producirá ciertas consecuencias o efectos sobre los senti-mientos, pensamientos o acciones del auditorio, o de quien emite la expresión o de otras personas. Y es posible que al hacer algo lo hagamos con el propó-sito, intención o designio deproducir tales efectos" (Austin, 1962: 145). Como conclusiones, veamos dos de las cuatro que enumera Austin hacia el final de su obra: "A) El acto lingiiístico total, en la situación lingiiística total, constituye el único fenómeno real que, en ultima inštancia, estamos tratando de elucidar. B) Enunciar, describir, etc., sólo son dos nombres, entre muchos otros que designem actos ilocucionarios; ellos no ocupan unaposición única" (Austin, 1962: 196). Teoría de la literatura 397 La teoría de los actos de lenguaje ha sido ampliada y desarrollada por el filósofo esta-dounidense John R. Searle (1932 -), cuya obra, principalmente su libro de 1969 Actos de habla, constituye ya un clásico de la filosofia del lenguaje común. Para nuestro propósi-to actual, es suficiente con el resumen del pensamiento de Austin que acabamos de hacer. 2. Aplicación de la teoría de los actos de lenguaje al estudio de la literatura a) J. L. Austin y su conception de la literatura La literatura como circunstancia especial de lenguaje Austin, cuando está caracterizando los verbos realizativos (apuesto, prometo, etc.), trata de los efectos que producen en el acto de lenguaje las infracciones de alguna o algunas de las normas seňaladas para su éxito, produciéndose automáticamente el infor-tunio del acto de lenguaje. Pues bien, en un momento habla de tipos de deficiencias que afectan a todas las expresiones, y no sólo a las realizativas. Dice Austin (1962: 63): "Una expresión realizativa šerá hueca o vacía de un modo peculiar si es formulada por un actor en un escenario, incluida en un poema o dicha en un soliloquio. Esto vale de manera similar para todas las expresiones: en cir-cunstancias especiales como las indicadas, siempre hay un cambio fundamental de ese tipo. En tales circunstancias, el lenguaje no es usado en serio, sino en modos o maneras que son dependientes de su uso normal. Estos modos o maneras caen dentro de la doctrina de las decoloraciones del lenguaje ". Para nuestro propósito, interesa sefialar que la literatura es un uso del lenguaje -pero no un dialecto, puesto que toda expresión puede ser decolorada-, dependiente de su uso normal, es una decoloración del lenguaje, se produce en circunstancias tales que pierden su fuerza las expresiones realizativas y todas las expresiones lingiiisticas, adquiriendo, de esta manera, un sentido especial, distinto. La literatura, pues, es una circunstancia especial de lenguaje. Más adelante, al referirse a las circunstancias que rodean el "emitir una expresión", vuelve a aludir a la circunstancia especial en que consiste la literatura, cuando escribe a pie de página: "Aunque no la mencionaremos en todos los casos, debe tenerse presente la posibilidad de 'decoloración' del lenguaje, tal como ocurre cuando nos valemos de él, en una representación teatral, al escribir una novela o unapoe-sía, al citar o al recitar" (Austin, 1962: 136, n. 7). Notemos que, junto a una enumeración de los třes grandes generös en que se suele dividir la literatura -lo cual puede tomarse como una sustitución del concepto "literatura"-, encontramos usos mimeticos del lenguaje, usos en que el hablante no enuncia palabras propias, sino de otros, como pueden ser el citar o el recitar. £ Tiene la literatura una fuerza ilocucionaria especifica? Segun lo dicho, podría pensarse que las circunstancias especiales que decoloran el lenguaje -las circunstancias de la literatura, entre otras- podrían constituir a este uso en 398 José Domínguez Caparrós un acto ilocucionario que podríamos describir asi: al decir p (novela, poema, pieza tea-tral) estaba escribiendo literatura. Si esto fuera de esa forma, la literatura podría ser descrita como un tipo de acto ilocucionario con sus reglas constitutivas propias, del tipo de las seňaladas para "pro-meter", "apostar", etc. Austin (1962: 148) dice explícitamente que esto no es posible, que la literatura no es un uso normal del lenguaje, que no es la expresión de un acto ilocucionario -en cuyo caso tendna unas reglas lingüisticas propias-, sino que es un uso "parásito", no un uso "normal pleno". Conclusion En conclusion, si interpretamos bien las palabras de Austin, la literatura no es asi-milable a un acto normal de lenguaje. Si fuera un uso como otro uso normal del lenguaje, habrfa que especificar: - unas propiedades lingüisticas características de ešte uso -es decir, unos actos fáticos (morfológia y sintaxis); - unos actos ilocucionario s (escribo literatura: es decir, el escribir literatura tendna entidad propia, lo mismo que el prometer del que dice "prometo", en cuyo caso lo literario se impondria con la misma evidencia con que se impone una prome-sa en el uso normal de "yo prometo"); - unos actos perlocucionarios (la literatura perseguiría unos efectos determinados y concretos por el hecho de expresarse). Pero es un uso parásito del lenguaje, es un uso de actos de lenguaje en circunstan-cias especiales. El quid de la literatura está en las circunstancias y no en su realidad lingiiistica intrinseca. John Searle (1969), por su parte, habla de la literatura entre los usos parásitos del lenguaje, que se oponen a los empleos "estrictos". b) Definiciones de la literatura inspiradas en la teória de los actos de lenguaje El corpus "clásico" de la teória de los actos linguísticos, en su aplicación a la literatura, está constituido por los trabajos de Richard Ohmann (1971,1972), Samuel R. Levin (1976) y Mary Louise Pratt (1977). Pero es también un componente esencial de modernas propuestas sobre los géneros literarios, por ejemplo (T. Todorov, 1978; Elisabeth W. Bruss, 1974; Karlheinz Stierle, 1977), o sobre la recepción literaria. Richard Ohmann Richard Ohmann, inspirándose en Austin, habla de que el escritor finge relatar un discurso y el lector acepta el fingimiento, imagina a un hablante y un conjunto de circunstancias que acompafian al acto de habla imitado. El único acto de habla en el que participa la obra es el de la "mimesis". A la especificación de las características de la literatura y sus diferencias respecto del acto de habla normal, está dedicado fundamen-talmente su trabajo El habla, la literatura y el espacio que media entre ambas. El siguiente pánafo sintetiza las diferencias entre situación de uso literario y situa-ción de habla común: Teoría de la literatura 399 "Un hecho destacado es que no está presente elpropio hablante; incluso en una recitación directa o lectura publica es sólo el poeta o el actor el que es visible, no el personaje supuestamente responsable de los actos de habla. En ausencia del hablante, el lector no cuenta con el gesto, la entonación, la expresión facial, el espacio fisico, las acciones fisicas que realiza el hablante y muchos otros tipos de información que en el habla normal ayudan al oyen-te a saber cómo debe tomar las palabras que escucha. El lector debe aportar, por si mismo, todos estos datos, junto con otros datos acerca de la situáciou social, el periodo histórico, la geografia, etc. Como se ha dicho anteriormen-te, en esto consiste la mimesis. Ésta es una de las razones por las que es más dificil leer adecuadamente la literatura que las noticias de los periódicos" (Ohmann, 1972: 48). Samuel R. Levin El carácter pragmáticamente segundo que tiene la literatura queda ilustrado también con la forma en que Samuel R. Levin intenta explicar el acto de lenguaje de que deri-va un poema. La frase implícita del poema que expresaría tal fuerza ilocutiva -que es el tipo de fuerza que se da también en el vidente, la sibila, "el tipo de acto que se atri-buye a alguien que está inspirado por podereš sobrenaturales" (el recuerdo de la teoría platónica de la inspiración se impone en este momento)- es la que dice: "Yo me imagino a mi mismo en, y te invito a ti a concebir, un mundo en el que..." El efecto de tal acto es el de crear una fe poética, que borra toda incredulidad ante lo dicho, puesto que en la base del poema está el acto imaginativo del poeta (Levin, 1976). c) Literatura y ficción Con este carácter de la literatura, dentro de los usos parásitos del lenguaje, tiene que ver el interes mostrado por la teoría de los actos de lenguaje por la ficción. Siegfried J. Schmidt define la ficcionalidad del texto literario, en términos de comunicación literaria, como sistema de normas, convención establecida histórica-mente, y que se rige por reglas determinadas. La ficcionalidad tiene un carácter pragmático y no textual. Las reglas establecidas por S. J. Schmidt son: 1) hay que eva-luar las partes referenciales del texto, no en relation con las categorias de verdad del mundo de la experiencia, sino de acuerdo con categorias tales como "nuevo", intere-sante, incitante...; 2) hay que considerar como autónomo el mundo edificado en el texto literario. Y la regia general es que hay que relacionar el texto literario con el contexto de la comunicación literaria (Schmidt, 1976). John Searle también se ha ocupado de la ficcionalidad, porque plantea problemas a la concepción del uso lingiiistico como utilización de actos ilocutivos. Aunque al princi-pio de su estudio diga explicitamente que él no asimila ficción y literatura, sus obser-vaciones son muy utiles, sin embargo, para comprender la ficción literaria. La ficción se caracteriza por ser un uso no serio del lenguaje, y conceptos como los de supresión de la incredulidad (recuérdese a Levin) o mimesis no solucionan el pro-blema, sino que simplemente lo enuncian.Tampoco se puede deck que el acto ilocutivo, la fuerza ilocutiva del acto lingiiistico consiste en "contar una história o escribir una novela". 400 José Domínguez Caparrós El autor de una obra de ficción háce como si llevara a cabo una serie de actos ilocu-tivos, de tipo asertivo, normalmente. Por tanto, el criterio para decidir si un texto es un textode ficción o no, está en las intenciones ilocutivas del autor. La ficción, pues, no reside en propiedades textuales, sintácticas o semánticas. Hay una serie de conven-ciones que dejan en suspenso el normal funcionamiento de las reglas que ponen en relación los actos ilocutivos y el mundo. El contar historias es un juego de lenguaje. El autor aparenta un acto ílocutivo, pero el acto de expresión (utterance act) es real, y este acto es igual que el que aparece en el uso serio del lenguaje. El mundo de la ficción constituye un campo especial en el que las expresiones referenciales se emplean para referirse a objetos que no existen. Queda consagrada filosóficamente la "realidad" del mundo de la ficción. Sobre el problema de la ficción puede verse también, por contener algunas precisions a la teória de Searle, la nota de Félix Martinez Bonati (1978) o Gérard Genette (1989). Por supuesto que, en teorías generates sobre la narración, hoy es obligators la referencia a los actos de lenguaje, como puede ilustrarse con el ejemplo de Paola Pugliatti (1985). Dentro de la crítica general a que Mary Louise Pratt ha sometido la teória de los actos de lenguaje, no falta tampoco la crítica al concepto de ficcionahdad (Pratt, 1986: 70-71 especialmente). 3. Una propuesta clásica de pragmática literaria: Mary Louise Pratt Trabajo clásico sobre la literatura, desde el punto de vista de la teória de los actos de lenguaje, es el de Mary Louise Pratt, titulado Toward a speech act theory of literary discourse (1977). a) La literatura: uso del lenguaje, no clase de lenguaje El propósito de Mary Louise Pratt en esta obra es hablar de la literatura en los mis-mos términos en que la gente suele hablar de las otras cuestiones relacionadas con el lenguaje (Pratt, 1977: VII). Se trata, pues, de extender la teória lingüistica -en este caso, la teória de los actos de lenguaje- hasta el uso literario del lenguaje. De esta forma se borrarian las fronteras entre lenguaje literario y lenguaje no literario. Precisamente el capítulo I está dedicado a criticar la conception del lenguaje literario propia de los formalistas, la Escuela de Praga y sus descendientes. Pues, para Mary Louise Pratt, el lenguaje literario debe entenderse como un uso del lenguaje, y no como una clase de lenguaje. Naturalmente, este uso puede ser comprendido dentro de una lingüistica del uso. Es el caso de la teória de los actos de lenguaje. ' Descendiendo al terreno literario que constituye el objeto concreto de su anáhsis -la narración-, observa cómo estructuralmente no hay diferencias entre lo que se entien-de por narración natural -tenida por no literaria- y la narración literaria. Para demostrar esto, se basa en el modelo de narración natural propuesto por Labov, según el cual una narración natural Consta de las siguientes partes: resumen, orientación, complicación de la acción, evaluación, resultado o resolución, coda (Pratt, 1977: 45). Al poderse aplicar perfeetamente este esquema al estudio de la narración literaria -cosa que hace M. L. Pratt en las páginas siguientes-, se impone la conclusion de que Teoría de la literatura_______________ 401 "[...] muchos de los procedimientos que los tratadistas de poética creían que consti-tuían la 'literariedad'de las novelas no son en absoluto 'literarios'. Aparecen en las nove-las, noporque son novelas (i.e. literatura), sinoporque son miembros de alguna otra cate-goría más general de actos de lenguaje. En otras palabras, la organization 'poética' o estética de las novelas nopuede identificarse directamente o derivarse de su 'literariedad' y no puede, por tanto, ser usadá para definirlas como literatura" (Pratt, 1977: 69). Como conclusion general pueden tomarse las siguientes palabras: "Las semejanzas formales y funcionales entre la narration literaria y la natural pueden especificarse en términos de semejanzas en la situation lingüistica, y sus diferencias pueden identificarse en términos de diferencias en esta situation" (Pratt, 1977: 73). b) Cambios que la teoría de los actos lingüisticos introduce en la teoría literaria Por tanto, hay que acudir a una teoría lingüistica que estudie las diferentes situa-ciones del uso lingiiistico. Mary Louise Pratt dediča todo un capítulo a esta teoría, que para ella no es otra que la de los actos de lenguaje. ^,Qué modificaciones produce y que ventajas tiene esta teoría en la consideration de la literatura? 1. La literatura misma es un contexto lingiiistico: por tanto -lo mismo que ocurre con cualquier manifestación lingüistica-, la forma en que se producen y se endenden las obras literarias depende en gran medida de sobrentendidos, conocimien-tos culturales de las reglas, convenciones y expectativas que están en juego cuan-do el lenguaje es usado en este contexto. Por ejemplo, una information contextual puede ser nuestro conocimiento del género literario al que pertenece una obra. 2. De esta forma, no hay necesidad de asociar una "literariedad" directamente con propiedades formales del texto, sino, en todo caso, con una disposition especial del hablante y del oyente hacia el mensaje, disposition que sería característi-ca de la situation lingüistica literaria. Pues es el lector el que orienta el mensaje en una situation lingüistica literaria, y no el mensaje el que se orienta a si mismo. Lo mismo que es el hablante, y no el texto, quien invita e intenta controlar o manipular esta orientation de acuerdo con su propia intention, y no con la del texto. 3. Con un acercamiento a la literatura a través de la teoría de los actos de lenguaje, se está en condiciones de describir y definir la literatura con los mismos términos que se usán para describir y definir cualquier otra clase de discurso. Dice M. L. Pratt: "En unapalabra, un acercamiento a la literatura a través del acto de lenguaje ofrece la importante posibilidad de integrar el discurso literario en el mismo modelo básico de lenguaje que todas nuestras demás actividades comunicativas" (Pratt, 1977: 88). c) Description de la situation lingüistica de la literatura De esta forma se llega a la cuestión central: la description de la situation lingüistica de la literatura. Para esto utiliza algunos principios generales del discurso elaborados por los teóricos de los actos de lenguaje y por los sociolingüistas. 402 José Domínguez Caparrós La no participación Una cuestión que surge inmediatamente, y que parece diferenciar de forma radical la literatura de las otras formas comunicativas, es la cuestión de la no participación. Pero esta no participación no es exclusiva de la literatura, sino que también se da, por ejemplo, en la narración oral o en las intervenciones públicas (conferencias, etc.)- Si en toda conversación hay una regulación implícita de los turnos de intervención, en los casos de la narración oral o de las conferencias públicas, dado que se va a utilizar más tiempo del normal en un turno de intervención, también hay procedimientos para pedir permiso o para justificar esta intervención desmesurada por razones de interes, curiosidad, etc. Esta es la función que desempefian, por ejemplo, las actuaciones de un presentador, o los programas de un espectáculo que se entregan antes del comienzo. Pues bien, en la situación literaria del lenguaje ocurre lo mismo: un solo hablante accede al ruedo. Entonces, para justificar esta apropiación unilateral de la palabra, es necesaria una justifícación o una petición de permiso. Esta función es desempeňada por los títulos, los subtítulos, los resúmenes, o por la atención que el autor dirige al lector (notas previas al lector, interrupciones del tipo "querido lector", etc.). Se trata de ganar-se al publico para que preste gustoso su atención. Carácter 'definitivo' de la obra literaria Una de las peculiaridades más importantes de la obra literaria es su carácter definitivo. Es decir, el hecho de que haya llegado a publicarse, y que este hecho presidia la intención de la obra que es reconocida como literaria. Sabido es que en este terreno se encuentra uno con factores sociales que son los determinantes a la hora de la selection de las obras que entran en la institución literaria. Editores y críticos median entre el escritor que quiere hablar y el publico. Estos procedimientos, que son aplicables a toda obra publicable, no son, pues, exclusivos de la literatura, y constituyen lo que en la teória de los actos de lenguaje se llama "procedi-miento conventional". El reconocimiento de la importancia de estos "procedimientos convencionales" en el acto literario de lenguaje tiene las siguientes implicaciones para la teória literaria general: l.-La notion de literatura es normativa; 2.-No es necesario preocuparse por el problema de la "literariedad", pues son las personas que leen, juzgan, escriben y editan quienes hacen de una obra literaria una obra de arte. Reglas de la conversation A partir de este momento, M. L. Pratt aplica al estudio de la literatura la teória de Grice (Logic and conversation, 1967) sobre el Principio de Cooperation y las reglas de la conversation. No vamos a entrar en el análisis detallado de esta teória y su aplicación a la literatura. Nos limitaremos a transcribir la description del acto literario de lenguaje: "Dado su conocimiento de cómo las obras literarias llegan a producirse, el lector tiene derecho a asumir, entre otras cosas, que el escritor y él están de acuerdo sobre el 'propósito de intercambio'; que el escritor era consciente de Teoría de la literatura 403 las condiciones de propiedad para la situación literaria de lenguaje y para el género que ha elegido; que cree que esta version del texto cumple con éxito su propósito y es 'interesante'para nosotros; y que al menos algunos lectores están de acuerdo con él, especialmente los editores y quizá, el profesor que mandó el libro o el amigo que lo recomendó" (Pratt, 1977: 173). Un ejemplo de aplicación de la teoría de Grice al estudio de un diálogo de La Regenta, de Clarin, nos lo ofrece Carmen Bobes (Domínguez Caparrós, 2001: 75-76). Como se ve, encontramos una description del acto literario de lenguaje en términos similares a los empleados por los filósofos de los actos de lenguaje cuando caracterizan los distintos tipos de actos ilocucionarios. Todo esto tiene consecuencias, no sólo para el concepto de literatura, según hemos visto anteriormente, sino también para la ciencia de la literatura. Recordemos las palabras con que termina M. L. Pratt su obra: "Si queremos tener una 'ciencia de la literatura', como reclamaban los Formalistas Rusos, deberiamos comprender desde el principio que esta ciencia sera una ciencia social, no una ciencia matemática" (Pratt, 1977: 223). 4. Conclusion La teoría de los actos de lenguaje aplicada a la literatura destaca el aspecto social, convencional, institucional, y por esto se coloca en la misma onda que la estética de la reception. Son corrientes que pueden calificarse de pragmáticas, en el sentido semióti-co del término. La referencia a la teoría de los actos de lenguaje es frecuente en los trabajos de teoría literaria sobre los más diversos aspectos. La similitud entre un acto de lenguaje y un género literario no podia pasar inadvertida, lo mismo que el carácter "decoloraďo" del uso literario del lenguaje y su relation con la propiedad mimética de la literatura, sefialada ya desde Platón y Aristoteles, como sabemos. Literariedad, ficcionalidad, generös, sin duda, centran muchas de las cuestiones que interesan a la teoría literaria actual. La pragmática fundada en la teoría de los actos de lenguaje aporta puntos de vista que no pierden nada de su interes en la discusión actual. No comentamos detenidamente los importantes trabajos de Richard Ohmann acerca de la definition de la literatura, ni el de Samuel R. Levin sobre la caracterizacion del poema lírico, aplicando de forma coherente la teoría de los actos de lenguaje. Pueden leerse en la traduction publicada por Jose Antonio Mayoral en 1987, Pragmática de la comunicación literaria. Destacamos que estos autores ya habian intentado una aplicación de la lingüistica generativa a la definition de la literatura. V. CRITICAS A LA TEÓRIA LITERARIA FUNDADA EN LOS ACTOS DE LENGUAJE Por el hecho de haberse convertido en una de las referencias "clásicas" del moderno pensamiento teórico acerca de la literatura, es normal que se critique, se matice o se rechace de piano la aportación de la teoríade los actos de lenguaje originadaen la filo-sofía analítica. En este sentido, no corre unar suerte diferente de la que tiene deparada cualquier teoría que tenga vocación de tal. 404 José Domínguez Caparrós No vamos a entrar en la discusión que viene del lado de la filosofía. Bien sabida por los ŕílósofos es la discusión entre Derrida y Searle; podrán encontrarse los datos iniciales para el conocimiento de la misma en Ch. Norris (1982: 108-115), R. Scholes (1988), C. de Peretti (1989: 67) o J. J. Acero (1989). Que la postura de radical relativización de la intrinsicidad del hecho literario soste-nida por M. L. Pratt no despierta el entusiasmo de muchos teóricos de la literatura, es algo que se aprecia en casi todas las alusiones a la posición de la estudiosa americana. Emil Volek (1979) podia subtitular su reseňa del libro de M. L. Pratt con la expre-siva frase de "A Failure of the Scientific Discourse". Ch. Norris (1983: 59-84), derri-deano en este punto, hace una lectura deconstructiva de Austin, para ilustrar cómo el filósofo es víctima de una creencia en la prioridad del habla sobre la escritura, aline-ándose, asi, con un ilustre antecesor, Platón. Valgan estos ejemplos para ilustrar la discusión que forzosamente se produce en torno a la teória de los actos de lenguaje, tanto en su aspecto filosófico como en el de la aplicación al estudio de la literatura. 1. M. L. Pratt contra el uso inmanentista de la teória de los actos de lenguaje La misma M. L. Pratt (1986) llega a ver en la utilización de la teória de los actos de lenguaje otra forma más de no salir de una concepción de la literatura como algo autóno-mo, ya que se tiende a presentar la comunicación como una acción privada entre un texto y un lector individual. Si no se habla de clases de lectores y de lecturas, piensa M. L. Pratt, se está olvidando que las obras literarias son "public speech acts", institucio-nalizados. No se puede aplicar a la literatura el concepto de acto de habla como una enti-dad monolitica, pues el sujeto que interviene en la comunicación es un sujeto determi-nado por un contexto, al tiempo que determinante de dicho contexto; se trata de un sujeto socialmente constituido. Normalizados los elementos de la comunicación litera-ria, la teória de los actos de lenguaje sostiene que se da una cooperation entre ellos (Grice), pero esta concepción olvida tres factores muy importantes: las relaciones afec-tivas, las de poder, y la cuestión de los objetivos compartidos entre los participantes en la comunicación. El mundo social no es tan armonioso como quiere hacer pensar la "normalización" que la teória de los actos de lenguaje Ueva a cabo en su modelo. La conclusion es evidente: hay que hablar también, por lo que se refiere a la comunicación literaria, de relaciones coercitivas, subversivas, conflictivas, que pueden darse simultáne-amente o en determinados lugares del texto, sin negar tampoco la cooperación. La postura de M. L. Pratt, que hemos tratado de resumir sintéticamente, es muy ilus-trativa por ser indice claro de dos tendencias: la primera se caracteriza por hacer una utilización "técnica" de la teória de los actos de habla, lo mismo que se hace con tan-tos conceptos que la teória literaria torna de otras disciplinas; la segunda, de la que M. L. Pratt es el maximo ejemplo, emplea la teória de los actos de habla como un soporte teórico, entre otros, en la tendencia actual a hacer depender la peculiaridad de la literatura más de factores externos que de unas propiedades exclusivas, con la con-siguiente problematización de todo acercamiento inmanente, autónomo, a la compren-sión del hecho literario. 2. Uso instrumental de la teória de los actos de lenguaje En efecto, el que podria llamarse uso instrumental de la teória de los actos de lenguaje -la orientación criticada por M. L. Pratt- es algo con lo que uno se encuentra Teoría de la literatura 405 normalmente hoy cuando se acerca a escritos de teoría literaria. Puede decirse que, si alguien no conociera los conceptos relacionados con los actos de habla, corre el ries-go de no comprender tales trabajos, lo mismo que no los comprendería tampoco si ignorara otros conceptos técnicos propios de la teoría que reflexiona sobre la literatura. Por ejemplo, cuando G. Genette trata de definir el estatuto pragmático de un elemente del paratexto (el paratexto es todo lo que se produce en torno al texte, para ofre-cérselo como libro al publico), dice que este se caracteriza por las propiedades de la comunicación: naturaleza del destinatario y del emisor, grado de autoridad y responsabi-lidad de éste, fuerza ilocutiva de su mensaje, entre otros factores (1987: 13). Está claro que, en la actualidad, hay que conocer la teoría de los actos de lenguaje si se quiere leer teoría literaria, pues ejemplos como el de Genette pueden encontrarse a cientos. Hoy ya se ha sentido la necesidad de divulgar, en forma de manual universitario, los elementos de pragmática literaria, entre los que la teoria de los actos de lenguaje ocupa el lugar de las nociones fundamentales (D. Maingueneau, 1990). 3. La critica de Stanley Fish Stanley Fish (1980: 197-245) puede criticar la actitud de los teóricos de la literatura que buscan en otro lugar -como antes se había hecho con la lingiiística generativa- un sis-tema más firme que el que les proporciona su misma disciplina, porque lo que se consi-gue es: primero, vaciar el sistema de origen de sus contenidos y distinciones; segundo, emplearlo en sentido metafórico y como una falsilla hueca. Porque lo que en realidad nos enseňa la teoría de los actos de lenguaje, piensa el teórico americano, es que todos los usos son performativos y, por tanto, institucionales. De esta manera, Stanley Fish encuentra también en la teoría de los actos de lenguaje un apoyo a su idea del significado como dependiente, en su constitución, de comunida-des interpretativas, y para su idea de la no prioridad ontológica de un discurso sobre otro. No es, sin embargo, utilizable la filosofía del uso linguístico para saber qué es lo que ocurre una vez que se Ueva a cabo un acto ilocutivo -esto lo puede hacer una retóri-ca-, ni para conocer lo más íntimo de la vida del emisor -lo que hárá una psicología-, ni sirve de base para una estilística o una poética de la narración, ni para establecer las dife-rencias entre literatura y no literatura, discurso serio y obra de fiction, fiction y hecho. Si él utiliza tal teoría en un análisis de Coriolanus, de Shakespeare, es porque en la obra se representan los mismos problemas de que trata la teoría de los actos lingiiísticos. 4. Conclusion Independientemente de lo que se piense sobre la crítica de Stanley Fish, el mismo hecho de la existencia de tal crítica ilustra una vez más la necesidad que tiene todo estu-dioso de la teoría literaria moderna de estar familiarizado con la filosofía de los actos de lenguaje. En este sentido, no se exagera al decir que la obra de Austin se ha convertido ya en un clásico de la bibliografia actual de teoría de la literatura. Lo sugestivo de sus indicaciones directamente relacionadas con la literatura, el auge de la pragmática como componente de la semiótica interesada en el uso que se hace de los signos, son factores que explican su importancia. Es coincidente con esta línea de intereses el resurgir de la retórica como algo más que una relation de tropos y figuras, por ejemplo. No podemos terminar sin mencionar un trabajo muy interesante por resumir y comentar muchas de las discusiones en que se vio envuelta la teoría de los actos de len- 406 José Domínguez Caparrós guaie en la década de los ochenta. Se trata del estudio de Sandy Petrey (1990) que, segun David Gorman (1999: 93), se ha convertido en la referenda más comun para estas cues-tiones. El mismo Gorman critica, en este trabajo, la forma arbitraria en que se ha utüiza-do la teoría de Austin en el estudio de la literatura. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ACERO Juan Jose: 1989 "Derrida y algunas cuestiones de teoría lingüistica: Derridavs. Austín-Searíe: ^dos tradiciones en pugna?", enAnthropos, suplemento 13 {Jacques Derrida), 123- ARMENGAUD, Francoise: 1985 La pragmatique, Paris, PUR AUSTIN, John L.: 1962 Palabras y acciones. Cómo hacer cosas con palabras, traduccion de Genaro R Carrió y EduardoA. Rabossi, Buenos Aires, Paidós, 1971. ,.,.„„ ,,. 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