cargar y ensartar refranes a troche moche hace la plätica desmayada y baja. Cuando subieres a caballo, no vayas echando el cuerpo sobre el arzön postrero, ni lleves las piernas tiesas y tiradas y dcsviadas de la barriga del caballo, ni tampoco vayas tan flojo, que parezca que vas sobre el rucio; que el andar a caballo a unos hace Caballeros; a otros, caballerizos. Sea moderado tu sueflo; que el que no madruga con el sol, no goza del dia; y ad-vierte, ;oh Sancho!, que la diligencia es madre de la buena Ventura; y la pereza, su contraria, jamäs llegö al termino que pide un buen deseo. Este ultimo consejo que ahora darte quiero, puesto que no sirva para adorno del cuerpo, quiero que le lleves muy en la memoria, que creo que no te serä de menos provecho que los que hasta aqui te he dado; y es que jamäs te pongas a disputar de lina-jes, a lo menos, comparändolos entre si, pues, por fuerza, en los que se comparan uno ha de ser el mejor, y del que abatieres seräs aborrecido, y del que levantares, en ninguna manera premiado. Cuarta. Muerte de Don Quijote Vamos a leer ahora un fragmento del ultimo capitulo en el que se nos relata la muerte de Don Quijote. El heroe, tras muchos fracasos, recobra la razön y mue-re. Antes. de morir se arrepiente de todas sus locuras y pide perdön a Sancho. Un sabor amargo nos deja su muerte. La realidad ha vencido una vez mäs al ideal: Don Quijote viviö un sueflo de aventuras y quiso mejorar el mundo mientras estuvo loco; ahora, desengaflado, recobra la razön solo para morir. Fijemonos en la actitud de Sancho: sus palabras refle-jan el carino que siente por su amigo y seflor. Observese, ademäs, que Sancho no es tan rudo e ignorante como a veces nos han dicho: Sancho ha aprendido mucho sobre ideales con su senor —se ha «quijotizado»— e instintiva-mente se da cuenta de que lo ünico que todavia puede salvar a su amo es ofrecerle un nuevo ideal. —Dadme albricias, buenos seflores, de que ya no soy Don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano, a quien mis costumbres rae dieron renombre de Bueno. Ya soy enemigo de Amadis de Gaula y de toda la infinita caterva de su linaje; ya me son odiosas todas las historias pro-fanas de la andante caballeria; ya conozco mi necedad y el peligro en que me pusieron haberlas leido; ya, por miseri-cordia de Dios, escarmentado en cabeza propia las abo-mino. (...) Y volviendose a Sancho, le dijo: —Perdöname, amigo, de la ocasiön que te he dado de parecer loco como yo, haciendote caer en el error en que yo he caido, de que hubo y hay caballeros andantes en el mundo. _.Ay! —respondiö Sancho, llorando—. No se muera vuesa merced, senor mio, sino tome mi consejo, y viva muchos aftos; porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin mäs ni mäs, sin que nadie le mate, ni otras manos le acaben que las de la melancolia. Mire no sea perezoso, sino leväntese de esa cama, y vämonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado: quizä tras de alguna mata hallaremos a la sefiora Dulcinea desencantada, que no haya mäs que ver. Si es que se muere de pesar de verse vencido, echeme a mi la culpa, diciendo que por haber yo cinchado mal a Roctnante le derribaron; cuanto mäs que vuesa merced habrä visto en sus libros de caballerias cosa ordi-naria derribarse unos caballeros a otros, y el que es vencido hoy ser vencedor mafiana. III. COMENTARIO DE TEXTOS A. PRESENTA CIÖN El texto que presentamos para el comentario pertenece a la primera parte del Quijote. Despues de sus primeras aventuras Don Quijote decide recluirse en Sierra Morena para hacer penitencia. Imita aqui —como tantas otras 370 371 veces— a los caballeros andantes (Amadis de Gaula se habia retirado a la Pefia Pobre, desesperado por los des-denes de su amada Oriana). Mientras tanto, envia a San-cho con una carta amorosa a Dulcinea del Toboso. Pre-viamente le ha dicho que Dulcinea del Toboso no es otra que la labradora Aldonza Lorenzo, a la que el ha ideali-zado de la misma manera que los poetas idealizan a mu-jeres comunes para convertirlas en las hermosas y nobles damas de los Libros de Caballerias. El fragmento corresponde al momento en que Sancho da cuenta a su senor de su entrevista con Aldonza-Dulcinea, una labradora manchega. B. TEXTO I CAPITULO XXXI (fragmento) De los sabrosos razonamientos que pasaron entre don Quijote y Sancho Panza su escudero, con otros sucesos —Todo eso no me descontenta; prosigue adelante —dijo don Quijote—. Llegaste, iy que hacia aquella reina de la hermosura? A buen seguro que la hallaste ensartando perlas, o bordando alguna empresa1 con oro de cafluti-llo2 para este su cautivo caballero. —No la halle — respondiö Sancho— sino ahechando dos hanegas de trigo en un corral de su casa. —Pues haz cuenta —dijo don Quijote— que los granos de trigo eran granos de perlas, tocados de sus manos. Y si miraste, amigo, el trigo <,era candeal o trechel?3 empresa = adorno, divisa simbolica o insignia que llevaban los caballeros alusiva a algün intento o empefio, las mäs veces amoroso. 2 oro de canutillo = oro hilado. candeal o trechel = candeal; trigo notable por la blancura de su harina; trechel = trigo que se siembra en primavera y fruc-tifica en verano; rubiön: caracterizado por el color encendido de sus granos. —No era sino rubiön —respondiö Sancho. —Pues yo te aseguro —dijo don Quijote— que, ahe-chado por sus manos, hizo pan caldeal, sin duda alguna. Pero pasa adelante: cuando le diste mi carta, ^besola? iPüsosela sobre la cabeza?4 <,Hizo alguna ceremonia digna de tal carta, o que hizo? —Cuando yo se la iba a dar —respondiö Sancho—, ella estaba en la fuga del meneo de una buena parte del trigo que tenia en la criba, y dijome: «Poned, amigo, esa carta sobre aquel costal; que no la puedo leer hasta que acabe de acribar todo lo que aqui estä.» —[Discreta senora! —dijo don Quijote—. Eso debiö de ser por leerla despacio y recrearse con ella. Adelante, Sancho. Y en tanto que estaba en su menester, ^que colo-quios pasö contigo? iQue te preguntö de mi? Y tii, ique le respondiste? Acaba, cuentamelo todo; no se te quede en el tintero una minima5. —Ella no me preguntö nada —dijo Sancho—; mas yo le dije de la manera que vuestra merced, por su servicio, quedaba haciendo penitencia, desnudo de la cintura arriba, metido entre estas sierras como si fuera salvaje, durmiendo en el suelo, sin comer pan a manteles ni sin peinarse la barba, llorando y maldiciendo su fortuna. —En decir que maldecia mi fortuna dijiste mal —dijo don Quijote—; porque antes la bendigo y bendecire todos los dias de mi vida por haberme hecho digno de merecer amar tan alta seflora como Dulcinea del Toboso. —Tai alta es —respondiö Sancho—, que a buena fe que me lleva a mi mäs de un coto6. —Pues icorno Sancho? —dijo don Quijote—. iHaste medido tii con ella? —Medime de esta manera —le respondiö Sancho—: que Ilegandole a ayudar a poner un costal de trigo sobre un jumento, llegamos tan juntos, que eche de ver que me llevaba mäs de un gran palmo. —Pues ;es verdad —replicö don Quijote—, que no acompafla esa grandeza y la adorna con mil millones de gracias del alma! Pero no me negaras, Sancho, una cosa: porque supone una serial de respeto. 3 una minima = nota musical mitad de la semibreve. 6 un coto = medida de los cuatro dedos de la mano, cerran-do el pufto y levantando sobre el el dedo pulgar, medio palmo. 372 cuando llegaste junto a ella, <,no sentiste un olor sabeo7, una fragancia aromática, y un no sé qué de bueno, que yo no acierto a dalle nombre? Digo, £un tuho o tufo como si estuvieras en la tienda de algún curioso guantero? —Lo qué sé decir —dijo Sancho— es que sentí un olor-cillo algo hombruno, y debía de ser que ella, con el roucho ejercicio, estaba sudada y algo correosa8. —No sería eso —respondió con Quijote—; sino que tú debías de estar romadizado, o te debiste de oler a ti mismo; porque yo sé bien a lo que huele aquella rosa entre es-pinas, aquel lirio del campo, aquel ámbar desleído. —Todo puede ser —respondió Sancho—; que muchas veces sale de mí aquel olor que entonces me pareció que salía de su merced, de la seňora Dulcinea; pero no hay de qué maravillarse, que un diablo parece a otro. —Y bien —prosiguió don Quijote—, he aquí que acabó de limpiar su trigo y de enviallo al molino. iQué hizo cuando leyó la carta? —La carta —dijo Sancho— no la leyó, porque dijo que no sabía leer ni escribir; antes la rasgó y la hizo menudas piezas, diciendo que no la quería dar a leer a nadie, porque no se supiesen en el lugar sus secretos, y que bas-taba lo que yo le había dicho de palabra acerca del amor que vuestra merced le tenía y de la penitencia extra-ordinaria que por su causa quedaba haciendo. Y, finální ente, m e dijo que dijese a vuestra merced que le besaba las manos, y que allí quedaba con más deseo de verle que de escribirle; y que, asi, le suplicaba y mandaba que, vista la presente, saliese de aquellos matorrales y se dejase de hacer disparates, y se pusiese luego en Camino del Toboso, si otra cosa de más importancia no le sucediese, porque tenía gran deseo de ver a vuestra merced. Rióse mucho cuando le dije como se llamaba vuestra merced el Caballero de la Triste Figura. Preguntéle si había ido allá el vizcaíno de marras; díjome que sí, y que era un hombre muy de bien. También le pregunté por los galeotes; mas díjome que no había visto hasta entonces alguno. —Todo va bien hasta agora —dijo don Quijote—. Pero dime: í,qué joya fue la que te dio al despedirte, por las sabeo = de Sabá, región de Arabia Feliz, celebrada por su incienso y otřas sustancias olorosas. 8 correosa = grasienta. nuevas que de mí le llevaste? Porque es usadá y antigua costumbre entre los caballeros y damas andantes dar a los escuderos, doncellas o enanos que les llevan nuevas, de sus damas a ellos, a ellas de sus andantes, alguna rica joya en albricias, en agradecimiento de su recado. —Bien puede eso ser asi, y yo la tengo por buena usan-za; pero eso debió de ser en los tiempos pasados: que ahora sólo se debe de acostumbrar a dar un pedazo de pan y queso, que esto fue lo que me dio mi seňora Dulcinea, por las bardas de un corral, cuando della me despe-dí; y aun, por más seflas, era el queso ovejuno. C. COMENTARIO 1. Género Don Quijote de la Mancha es una gran novela. La crí-tica universal coincide en considerarla la primera novela moderna. Se entiende como tal aquella obra de ficción, en prosa, extensa y compleja, que se elabora con elemen-tos tomados de la realidad; es decir, que se inventa un mundo imaginario parecido al mundo real, con materia-les extraídos de la realidad misma. El novelista trata de darnos a través de la obra su personál visión del mundo en la que se refleja su filosofía vi tal. La novela moderna llega en Európa a su forma definitíva en el siglo XIX, pero no hubiera sido posible sin los avances del realismo a lo largo de varios siglos. En este proceso la contribución de la literatúra espaftola ha sido enorme, desde el Arcipreste y La Celestína, pasando por El Lazarillo, hasta llegar al Quijote, obra maxima de la prosa narrativa de todos los tiempos. Los grandes nove-listas del siglo XIX, especialmente los ingleses, y, por su-puesto, los espaňoles, reconocen la deuda que tienen con El Quijote. Al hablar de arte realista entendemos como tal aquel en Que su autor logra infundir en el lector una sensación de •"ealidad. Este arte se aplica tanto a seres humanos como a cosas o ideas, pero el realismo espaňol se ha preocupado 374 375 ante todo el hombre. Don Quijote de la Mancha se nos presenta como un personaje de carne y hueso, de tal manera que su inconfundible personalidad ha pervivido en todos los países a través de los siglos. 2. Contenido a) Comprensión del contenido Sancho va dando a su amo informes sobre la entrevista que, por orden de éste, ha mantenido con Aldonza, la Dulcinea de Don Quijote. Pero éste ya se ha forjado su propia versión idealizada de la escena, que contrasta fuertemente con la vulgaridad de la realidad que Sancho le va detallando. De todos modos, esos detalles reales sobre una Dulcinea ignorante y nada refinada no desilu-sionan al caballero, que prefiere pensar que es Sancho el que se equivoca. Hay en el criado una cierta complacencia, no exenta de socarroneria, en mostrar los hechos del modo más prosaico posible. b) Estructura del texto: El texto se estructura del siguiente modo: Don Quijote pregunta, Sancho contesta y Don Quijote interpreta la contestación de su escudero. Erf la interpretación que Don Quijote hace de los hechos relatados por Sancho admite la realidad, pero la transforma según su ideal. En las pregun-tas de Don Quijote y en su interpretación de los hechos, se da el piano del mundo ideal en que este personaje se mueve a lo largo de toda la novela. Lo relatado por Sancho corresponde siempre al piano de la realidad. Este movimiento se produce a lo largo de todo el texto, de modo que se podrian separar en dos columnas, bajo los epigrafes: Piano de la realidad / Piano del ideal, los párrafos o frases del mismo. 376 3. Técnica y estilo a) El diálogo Como se puede advertir, todo el texto está escrito en forma dialogada. El diálogo adquiere una importancia fundamental en la estructura de la novela a partir de la aparición de Sancho. Este diálogo muchas veces no es coloquial sino artificioso, es decir, Iiterario. Čada dialogante «discursea» y manifiesta su punto de vista sobre un terna concreto. Este tipo de diálogo responde a una larga tradición literaria que arranca de la antigua Grecia (Diálogos de Platón) y que el Renacimiento con-tinuaría (diálogos doctrinales de Leon Hebreo o de los hermanos Valdés). A este tipo de diálogo pertenece el sostenido por los dos personajes en los textos III y IV. Otřas veces, como en el texto que comentamos, el diálogo cumple la doble función de comunicarnos el contenido del relato y caracterizar al mismo tiempo a los personajes. Observemos cómo Cervantes hace hablar a cada uno de los personajes de acuerdo con su carácter respectivo. El lenguaje de Don Quijote es culto y emplea a veces re-cursos expresivos propios de la lengua poética. Sancho, sin embargo, de acuerdo con su carácter, se expresa vulgarmente. Para contrastar ambos tipo de lenguaje puede servir de guía reflexionar sobre: —Lo que uno y otro dicen a propósito del trigo. —El diferente y significativo uso que cada uno de ellos hace de la palabra «alta». —La discusión que mantienen con motivo del «olor» de Dulcinea. b) Técnica de presentación de personajes Cervantes es un maestro en la técnica de presentación de los personajes. Primero nos los describe brevemente (obsérvese la presentación del protagonista en el texto I) y luego los «deja vivir», de tal modo que cada una de las 377 situaciones nos muestra una nueva faceta de su personali-dad. Para analizar bien este hecho sería conveniente co-nocer la obra más extensa y profundamente; no obstante, puede analizarse en parte la rica personalidad de Don Quijote en los textos aquí presentados. (Por ejemplo, al principio creíamos que el hidalgo era un simple loco; luego, a medida que. vamos leyendo nuevos capítulos, nuestra opinión sobre el personaje cambia al observar sus palabras y comportamiento.) c) El humor Es una característica fundamental del estilo cervantino. Se trata de un humor sano y equilibrado que está muy lejos de la amargura del Barroco. Podemos analizarlo basándonos en los siguientes aspectos: —Ambigiiedad de los personajes: Sancho = loco—discreto. D. Quijote = loco—cuerdo. —Escenas y situaciones cómicas, como las que apreciamos en el texto que comentamos. —Lenguaje lieno de grácia y expresividad. 4. La len g u a a) Dice el profesor Lapesa: «Cervantes, heredero de la ideológia renacentista y de la fe en la naturaleza, propug-naba como técnica estilística la misma de Valdés: habla liana regida por el juicio prúdenie (...)• El estilo típico de Cervantes es el de la narración realista y el diálogo familiar. La frase corre suelta, holgada en su sintaxis, con la fluidez que conviene a la pintura cálida de la vida.» En los textos leídos hay numerosos ejemplos que confirman estas apreciaciones sobre el lenguaje cervantino. b) Cervantes percibe y recrea la variedad lingíiística co-rrespondiente a cada situación y a cada personaje. En el capítulo I, por ejemplo, imita irónicamente textos de los Libros de Caballerías. En este texto, refleja con fidelidad el lenguaje popular en boča de Sancho y de la muchacha. c) En el capítulo XLIII, Sancho utiliza muchos refra-nes, algunos todavía en vigor. Además de refranes utiliza muchas «frases hechas». Es-to es normál en la lengua coloquial y vulgar característica de su forma de expresión. Por otra parte, unos y otros reflejan la filosofía popular y el pragmatismo de este personaje. Contrasta, además, con la lengua más refi-nada de Don Quijote o con los rebuscamientos exa-gerados de los fragmentos que parodian los Libros de Caballería. d) Cervantes se preocupó a menudo por cuestiones del lenguaje. Hay en su obra, especialmente en El Quijote, muchos testimonios de ello. En el capítulo XLIII, a pro-pósito de los términos regoldar / eructar, Don Quijote (Cervantes) opina sobre el lenguaje. Repárese el interés con que, aún hoy, podemos leer estas opiniones. 5. Actitud crítica a) Un crítico ha dicho que la lectura del Quijote suscita alternativamente diversión, profundo meditar, sonrisa, ri-sa desenfrenada, profunda melancolía. La lectura de los fragmentos de El Quijote que aquí hemos presentado puede ser una buena prueba de la validez de tal afírmación. b) En el espaflol actual existen los adjetivos quijotesco y sanchopancesco. Ambas palabras (como en el caso de celestina), y la abundancia de frases creadas con ellas, prueban hasta qué punto ha calado la obra cervantina en el pueblo espaflol. 1. 2. 378 l. IV. recapitulaciQn Época y autor del Quijote. Género literario al que pertenece: —Tipo de novela. —Situación dentro de la História de la novela. 379 3. 4. 5. 6. 8. 9. 10. 11. Terna de la novela. Intención del autor: fines que sepropusocon sucon- fección. Argumento. Estructura: División en partes. Valor y significación de cada una de las partes. La ideológia de Cervantes que se desprende de la lectura del Quijote. Los personajes. Técnica literaria y estilo. El estado de lengua que presenta el Quijote. Valor y significación de la novela. V. BIBLIOGRAFIA BÁSICA Ediciones El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Maneha. Edi- ción de Luis Andres Murillo. Madrid, Castalia, 1978, 3 vols. (I y II texto) (III: bibliografia). El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Edition de Francisco Rodriguez Marín. Madrid, Espasa-Calpe, 1967 (l.a ed. 1911), 8 vols. Don Quijote de la Mancha. Edición de Martin de Riquer. Barcelona, Juventud, 1971, 2 vols. El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Edición de Américo Castro. Madrid, Magisterio espaňol. (Nove- las y cuentos), 1971, 2 vols. Estudios Ademas de los prologos de las ediciones anteriormente citadas pueden consultarse: Castro, Americo: El pensamiento de Cervantes. Barcelona, Noguer, 1972. Casalduero, Joaquin: Sentido y forma del Quijote (1605-1615). Madrid, Insula, 1970 (l.a ed. 1949). GAOS, Vicente: «Cervantes y el "Quijote". Aproximacio-nes», en Claves de la literatura espaňola, vol. I. Madrid, Guadarrama (Punto Omega), 1971. riquer, Martin de: Aproximación al Quijote. Salvat Barcelona (Biblioteca Básica Salvat), 1970. Torrente Ballester, Gonzalo: El Quijote como juego. Guadarrama, Madrid (Punto Omega), 1975. 380 L 381