Comentario del texto literario KristínaChudáčiková UČO: 362438 Fernando de Rojas: La Celestina (Acto X, escena 2.^a) El texto LUCRECIA (Aparte, Afuera).—Tía, deténte un poquito cabo esta puerta. Entraré a ver con quién está hablando mi señora. (Dentro). Entra, entra, que consigo lo ha. MELIBEA. – Lucrecia, echa essa antepuerta. ¿Qué te parece, cómo ha quesido mi dicha y la fortuna ha rodeado que yo tuviesse de tu saber necesidad, para que tan presto me hoviesses de pagar en la misma moneda el beneficio que por ti me fue demandando para ese gentilhombre que curavas con la virtud de mi cordón? CELESTINA. -- ¿Qué es, señora, tu mal, que así muestra las señas de su tormento en las coloradas colores de tu gesto? MELIBEA. –Madre mía, que me comen este coraçón serpientes dentro de mi cuerpo. CELESTINA (Aparte).-- ¡Bien está, así lo quería yo! Tú me pagarás, doña loca, la sobra de tu yra. MELIBEA. -- ¿Qué dizes? ¿Has sentido en verme alguna causa donde mi mal proceda? CELESTINA.—No me as, señora, declarado la calidad del mal. ¿Quieres que adevine la causa? Lo que digo es que rescibo mucha pena de ver triste tu graciosa presencia. MELIBEA.—Vieja honrrada, alégramela tú, que grandes nuevas me han dado de tu saber. CELESTINA.—Señora, el sabidor solo Dios es; pero como para salud y remedio de las enfermedades fueron repartidas las gracias en las gentes de hallar las melecinas, dellas por experiencia, dellas por arte, dellas por natural instinto, alguna partezicaalcançó a esta pobre vieja, de la qual al presente podrás ser servida. MELIBEA.-- ¡O, qué gracioso y agradable me es oýrte! Saludable es al enfermo la alegre cara del que le visita. Parésceme que veo mi coraçón entre tus manos fecho pedaços; el qual, si tú quisiesses, con muy poco trabajo juntarías con la virtud de tu lengua, no de otra manera que quando vio en sueños aquel grande Alexandre, rey de Macedonia, en la boca del dragón la saludable raýz con que sanó a su criado Tolomeo del bocado de la bívora. Pues, por amor de Dios, te despojes para más diligente entender en mi mal, y me des algún remedio. CELESTINA.—Gran parte de salud es dessearla, por lo qual creo menos peligro ser tu dolor. Pero para yo dar, mediante Dios, congrua y saludable melezina, es necessario saber de ti tres cosas. La primera,, a qué parte de tu cuerpo más declina y aquexa el sentimiento. Otra, si es nuevamente por ti sentido, porque más presto se curan las tiernas enfermedades en sus principios, que quando han hecho curso en la perseveración de su oficio, mejor se doman los animales en su primera edad que quando ya es su cuero endurecido, para venir mansos a la melena; mejor crescen las plantas que tiernas y nuevas se transponen que las frutificando ya se mudan; muy mejor se despide el nuevo pecado que aquel que por costumbre Antigua cometemos cada día. La tercera, si procede de algún cruel pensamiento que asentó en aquel lugar. Y, esto sabido, verás obrar mi cura. Por ende, cumple que al médico, como al confesor, se hable toda verdad abiertamente. MELIBEA.—Amiga Celestina, muger bien sabia y maestra grande, mucho has abiert el camino por donde mi mal te pueda especificar. Por cierto, tú lo pides como muger bien esperta en curar tales enfermedades., Mi mal es de coraçon, la ysquierda teta es su aposentamiento, tiende sus rayos a todas partes. Lo segundo, es nuevamente nacido en mi cuerpo, que no pensé jamás que podía el dolor privar el seso como éste haze: túrbame la cara quítame el comer, no puedo dormir, ningún género de risa querría ver. La causa o pensamiento, que es la final cosa por ti preguntada de mi mal, ésta no sabré dezirte. Porque mi muerte de debido, ni pérdida de temporales bienes, ni sobresalto de visión, ni sueño desvarioado, ni otra cosa puedo sentirquefuesse, salvo la alteración que tú me causaste con la demanda que sospeché de parte de aquel cavallero Calisto, quando me pediste la oración. CELESTINA.-- ¿Cómo, señora? ¿Tan mal hombre es aquél? ¿Tan mal nombre es el suyo, que en sólo ver nombrado trae consigo ponçoña su sonido? No creas que sea essa la causa de tu sentimiento, antes otra que yo barrunto. Y pues así es, si tu licencia me das, yo, señora, te la diré. MELIBEA.-- ¿Cómo, Celestina? ¿Qué es esse nuevo salario que pides? ¿De licencia tienes ti necessidad para me dar salud? ¿Quál físico jamás pidió tal seguro para curar al paciente? Di, di que siempre la tienes de mí, tal que mi honra no dañes con tus palabras. CELESTINA.—Véote, señora, por una parte quexar el dolor, por otra temer la melezina. Tu temor me pone miedo, el miedo silenco, el silencio tregua entre tu llaga y mi melezina, así que será causa que ni tu dolor cesse ni mi venida aproveche. MELIBEA.—Quanto más dilatas la cura, tanto más me acrecientas y multiplicas la pena y pasión. O tus melecinas son de polvos de infamias y licor de corrupción, conficionados con otro más crudo dolor que el que de parte del paciente se siente, o no es ninguno tu saber. Porque si lo uno o lo otro no obstasse, qualquiera remedio otro darías sin temor, pues te pido le muestres, quedando libre mi honrra. CELESTINA.—Señora, no tengas por nuevo ser más fuerte de sofrir al herido la ardiente trementina y los ásperos puntos que lastiman lo llagado y doblan la pasión, que no la primera lisión que dio sobre sano. Pues si tú quieres ser sana y que te descubra la punta de mi sotil aguja sin temor, haz para tus manos y pues una ligadura de sosiego, para tus ojos una cobertura de piedad, para tu lengua un freno de silencio, para tus oýdos unos algodones de sufrimiento y paciencia, y verás obrar a la antigua maestra destas llagas. MELIBEA.-- ¡Ó, cómo me muero con tu dilatar! Di, por Dios, lo que quisieres haz lo que supieres, que no podrá ser tu remedio tan áspero que yguale con mi pena y tormento. ¡Agora toque en mi honrra, agora dañe mi fama, agora lastime mi cuerpo! Aunque sea romper mis carnes para sacar mi dolorido coraçón, te doy mi fe ser segura y, si siento alivio, bien galardonada. LUCRECIA (Aparte).—El seso tiene perdido mi señora. Gran mal es éste. Cativado la ha esta fechizera. CELESTINA (Aparte).—Nunca me ha de faltar un diablo acá y acullá. Escapóme Dios de Pármeno, tópeme con Lucrecia. MELIBEA.--¿Qué dizes, amada maestra? ¿Qué te fablavaessamoça? CELESTINA.—No le oý nada. Pero diga lo que dixere, sabe que no ay cosa más contraria en las frandes curas, delante los animosos çurujanos, que los flacos coraçones, los quales con su gran lástima, con sus dolorosas hablas, con sus sentibles meneos, ponen temor al enfermo, hazen que desconfíe de la salud, y al médico enojan y turban, y la turbación altera la mano, rige sin orden la aguja. Por donde se puede conocer claro que es muy necesario para tu salud que no esté persona delante, y así que la deves mandar salir. Y tú hija Lucrecia, perdona. MELIBEA.-- ¡Salte fuera presto! LUCRECIA (Aparte) --¡Ya,ya! ¡Todo es perido! (En voz alta) Ya me salgo señora. Comentario Época La Tragicomedia de Calisto y Melibea, como fue antiguamente nombrada, es una obra medieval que consta de 21 actos. Nosotros analizaremos la segunda escena del décimo capítulo. La obra fue compuesta en la época de la transición entre Edad Media y Renacimiento y refleja la vida de aquel entonces. En la Tragicomedia somos testigos de la convivencia de dos clases sociales, la clase alta y la clase baja. A la nobleza la representa Calisto y Melibea, Celestina representa la clase baja, junto con los criados y criadas. Dentro de la obra aparecen algunas costumbres de aquella época, gracias al oficio de la alcahueta Celestina. Género La Celestina es una obra discutible respecto al género. Algunos la clasifican como una novela, otros ven su fondo esencialmente dramático. Marcelino Menéndez Pelayo la considera una novela, incluyéndola dentro de su estudio Orígenes de la novela (1943). Rojas al escribirla no podía pensar en su representación, ya que en aquel entonces no había teatros en Europa. La Tragicomedia de Calisto y Melibea, como fue antiguamente nombrada, es una obra medieval que consta de 21 actos. Nosotros analizaremos la segunda escena del décimo capítulo. Contenido En el fragmento que hemos escogido tenemos la intención de mostrar el personaje de la protagonista Celestina. Su capacidad de persuadir a los demás y sus habilidades. El personaje de Celestina es muy importante dentro de la obra, ya que mueve con todos los demás personajes. En este caso con Melibea, intentando ganar su confianza y despertar el amor hacia Calisto. Argumento de la 2^da escena, capítulo X Melibea regala a Celestina su cordón para que cure la enfermedad de Calisto. Celestina intenta persuadir a Melibea con su don de palabra y quiere acordar la cita entre Calisto y Melibea, sacando provecho de los dos. Justamente en la segunda escena podemos observar como Melibea a principios desconfía de Celestina, pero como está enamorada de Calisto, Celestina se le acerca cada vez más y más, hasta que consiga el encuentro entre los dos. El lenguaje En este fragmento hay un buen ejemplo de empleo del lenguaje culto y vulgar. Cuando llega Celestina a casa de Melibea dice: CELESTINA (Aparte). -- ¡Bien está, así lo quería yo! Tú me pagarás, doña loca, la sobra de tu yra. Se trata del lenguaje vulgar empleado por Celestina cuando habla a solas o con los criados. La destreza de Celestina consiste en saber emplear los dos registros del lenguaje. Cuando Celestina acaba a solas esta frase y Melibea le pregunta qué ha dicho, Celestina le responde con el lenguaje culto: MELIBEA. -- ¿Qué dizes? ¿Has sentido en verme alguna causa donde mi mal proceda? CELESTINA. —No me as, señora, declarado la calidad del mal. ¿Quieres que adevine la causa? Lo que digo es que rescibo mucha pena de ver triste tu graciosa presencia. Técnica, estilo y tema La obra en forma de prosa está compuesta de diálogos entre los personajes. Dentro de la obra no hay ningún narrador presente. El autor antepone el contraste entre los personajes que provienen de diferentes clases sociales. Su habla, la vida de los criados y sus amos, diferentes costumbres. Desgraciadamente en este fragmento no podemos observar como la criada de Melibea declara que por no tener dinero como su ama Melibea no es nada peor, derrumbando así la importancia de la nobleza. Podemos notar como Melibea, muy bien educada y honesta, se pone colorada cuando Celestina menciona a Calisto, lo que no podría pasar por ejemplo a sus criadas: CELESTINA. -- ¿Qué es, señora, tu mal, que así muestra las señas de su tormento en las coloradas colores de tu gesto? En el diálogo entre Celestina y Melibea aparece uno de los temas principales de la obra, la pasión frente a la honra. Al principio Melibea no confía en Celestina ya que esta representa para todo el mundo la deshonestidad. Melibea quiere mantener su estado social, pero al mismo tiempo Celestina despierta el amor en ella y quiere encontrarse con Calisto: MELIBEA.-- ¿Cómo, Celestina? ¿Qué es esse nuevo salario que pides? ¿De licencia tienes ti necessidad para me dar salud? ¿Quál físico jamás pidió tal seguro para curar al paciente? Di, di que siempre la tienes de mí, tal que mi honra no dañes con tus palabras. Las figuras retóricas De las figuras retóricas aparece la metáfora: CELESTINA.—Señora, no tengas por nuevo ser más fuerte de sofrir al herido la ardiente trementina y los ásperos puntos que lastiman lo llagado y doblan la pasión, que no la primera lisión que dio sobre sano. Pues si tú quieres ser sana y que te descubra la punta de mi sotil aguja sin temor, haz para tus manos y pues una ligadura de sosiego, para tus ojos una cobertura de piedad, para tu lengua un freno de silencio, para tus oýdos unos algodones de sufrimiento y paciencia, y verás obrar a la antigua maestra destas llagas. Algunas exclamaciones: MELIBEA.-- ¡Salte fuera presto! LUCRECIA (Aparte) --¡Ya,ya! ¡Todo es perido! (En voz alta) Ya me salgo señora. E interrogaciones : MELIBEA.--¿Qué dizes, amada maestra? ¿Qué te fablavaessamoça? Conclusión En este fragmento destaca la protagonista Celestina con su oficio, ganando así el provecho. El tema principal es la pasión que siente Melibea hacia Calisto, frente a la honra. Rojas pone en primer plano la diferencia entra la nobleza y la clase baja, comparando así las costumbres, el lenguaje y sus vidas. Bibliografía: Alborg, Juan Luis. Historia de la literatura española, Edad media y Renacimiento. Madrid: Editorial Gredos, S.A., 1972. Menéndez y Pelayo, Marcelino. «Orígenes de la novela. Primeras imitaciones de la "Celestina".» Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2008. Villanueva, Francisco Márquez. Orígenes y sociología del tema celestinesco. Barcelona: Anthropos, 1993. Rojas, Fernando. La Celestina. Madrid: Editorial Castalia, 2002.