I J« v ^iuu í d. y M^n^T- Sftíq M 4. EL WESTER DE CLERECÍA Y OTRAS MANIFESTACIONES POÉTICAS DEL SIGLO XIII. ORÍ-GENES DEL TEATRO 4.1. INTROOUCCIÔN 4.1.1. El entorno En el sigk) XIII Espaňa, y muy especialmente Častil la, conoce una cxíraordínaría expansion, no sólo mílitar sino también cultural y economics. Este fenómeno se produce con un siglo de re t raso respecto ai resto de Europa que ya en el XII había cxperimemado un auléntico renacer socioeconomics) con el crecimiento de las ciudades y las rWas comereiaics y bi fundación de las primeras universidades. Hl único campo en que Espaňa se desiaca pronto es en la traducción al laiín de los tcxios árabcs. hebreos y griegos que con tanta brillantez asume la Escuela de iraduciores de Toledo [cf. 5.1.2.]. Lo que nos mantuvo ul maigen futrron las dos sucesí-vas oleadas de aímorávides y almohades que acudieron a apoyar al Islam esparto! tras la toma de Toledo (108?) y de Valencia 11094i. BI avance cristiano se deluvo e i.ncluso sufrió derrotas eomo la de Alarcos (1195), frente a los aímorávides. Aforumadamcnte, en el siglo XIII cambtan las lornas Se abre la centuria con la briliante victoria oblenida por Alfonso VII! en las Navas de Tolosa (1212) frente a !os almohades. Pit:/a clave del avance de la reconquista cs el rcinado de Fernando III el Santo (1217-1252) que, tras unir 4. El mesier de clerecia y oiras manifcslacioncs poéiicas del siglo Xlll Castilla y Leon, gana a los árabes las importantes fortale-zas de Córdoba (1236). Sevilla (1248) y Cadiz (1250). Aunque el protagonismo de Castilla es evidente, también panicipa la Corona de Aragon con la conquista de Valencia (1238), que había vuelto a caer en poder de los al-mohades en 1102. y de Murcia (1243). Sólo falta la caída de Granada para consumar la victoria, pero la muerie de Fernando III retrasa el final hasta 1492. Alfonso X (1252-1284) y Sancho IV (1284-1295) no son capaces de llevar adelante esta empresa con la misma brillantez que su antecesor. Sus reinados resultan conflictivos y tienen que hacer frenie a las insurrecciones de la nobleza. A la par del triunfo militar, se produce un notable desarrollo cultural y económico. Se crean las primeras universidades. Abre el camino la de Palencia en torno a 1212; la siguen poco después la de Salamanca y Vallado-lid. Triunfa el arte gótico hacia 1220. En el terreno de la literatura florece la poesía culta y asistimos al nacimiento de la prosa romance de la mano de Alfonso X. 4.1.2. Manifestaciones poéticas La corriente poética más caracteristica del siglo XIII es el mester de clerecia que surge como superación del arte juglaresco, aunque toma de él bastantes elemcntos. Difiere en otros muchos punlos como son la mélrica, los temas, la constante consulta de las fuentcs cscrilas y, en general, los presupuestos artísticos de que se parte. Hay en estos auiores una clara voluntad de cstílo que va más allá de la anonimia del juglar. Pese a su prurito de erudición, utilizan una lengua asequible al publico popular. En las páginas que siguen estudiaremos los rasgos más destacados de esta escuela, si es que puede considerarse como tal; no se ha puesto de acuerdo la crítica sobre cste punto. Veremos también los poemas cultos que conserva-mos del siglo XIII. con un énfasis especial en la figura de Berceo. Además de las obras de clerccía escritas en tetrástroľos monorrimos, tenemos otro tipo de composiciones en las que se mezclan los rasgos juglarescos y clericales. Tal es 246 4.2. El mester de clerecia: caracierislicas generale el caso de dos poemas hagiográficos: Vidu de Sa,.. Egipciaca y Libre dels ires reys ď Orient y tje[" Voift planto {Ay, Iherusatemf C|Jnoso A menudo estas composiciones se engloban K rótulo de «poemas juglarescos»; sin embargo * ^Jo el Miguel \Mcmc, 20, nota 50] puntualiza que sólo dif VadOr las de clerecia en el uso de «una versification Qut»'eľeri ^e en la frecuente amelría y en la combinacióri h Sí ^asa asonantes y consonantes»; por lo demás, lienen e ""'mas elementos cultos. Quizá lo mejor sea Uamarly "^hos clerical de carácter juglaresco» como hace G».- -wP°esia Torre \PEM, 31]. C,a de |a Muy característico es el género del debate Qn da un enfrentamiento dialéctico en torno a un . ^ue se puesto. Se halla representado en el siglo XU|Cma pro-lextos fundamentales: Dišputu del alma y el (,t Pl>r tres zón de umor con los denuestos del agua v el ViVk/**0, RU° del rasgos distintivos de la escuela: ^n los 4. El mester de clerecia y oinis manifcstacioncs poeiicas del siglo Xlll Mester traigo fermoso: non es de joglaria, mester es sen pecado. ca es de clerecia fablar curso rimado por la cuadema via a sillavas euntadas. ca es gram maeslria. fc. 21 Hemos recogido aqui la version de Nicasio Salvador Miguel [Mcmc. II] porque nos parece interesante la nove-dad que presenla en la punluación. Al final del segundo verso no hay ninguna pausa; de forma que habría que interpretar que fablar es el núcleo de una oración de infínitivo que funciona como sujeto de es. Mester es la derivación vulgar de ministerium que significa «oficio» o «empleo»; clerecia debe enienderse en un Hentido más amplio del que aciualmen(e le damos. Si en principio significaba «conjunto de elérigos*. pasa a ulili-zarse pronlo como «conjunto de saberes o conocimien-tos». Esla acepción se evidencia en muchos (extos medie-vales. Asi. vemos cómo Alejandro dice a Aristoteles: Maestro, tú me erieste, per ti sc clcrezia... [Alexandre, c. 38 a) La expresión mester Je clerecia d c Ix- interpretarse como la actividad propia de intelectuales, entre los que había. por supuesto. un numero muy elevado de elérigos. Salvador Miguel [Mcmc, 11-17) y Willis [Mc] comentan ampliamente el tema. 4.2.2. Delimitación de la escuela A la hora de delimitar cuáles son las producciones literarias que pueden acogerse bajo el rótulo de mester de clerecia, se produce una disparidad de criterios. Willis [Mc] puso en tela de juicio la idea tradicionalmente aeep-lada de que el autor del Libro de Alexandre había estable-cido unos rasgos literarios que podían hacerse extensivos a otros eseritores contemporáneos para formar una nueva escuela. En opinion de nuestro erudito, el poeta tan sólo estaba definiendo sus propias peculiaridades. sin la menor intención de lanzar manifesto literarío alguno. Deyermond [Hle, I, 109] crče que este rótulo acogería sólo a los poemas del siglo XIII, que nacen en un mismo 248 4.2.3. -Non es de joglaria- entorno -los monasterios de Castilla la Vieja- y «dejan entrever una conciencia cultural homogénea»; en ningún caso podría aplicarse a los del XIV. Frente a esta postura, compartida por otros estudiosos. se sitúa Salvador Miguel [Mcmc, 8-9] que, aceptando cuantas matizaciones se crean oportunas, proclama la validez del marbcte mester de clerecia para las composi-ciones en tetrástrofos monorrimos. Nosotros creemos, en definitiva, que no se puede negar la existencia de una serie de rasgos caracterizadores y de una actitud arlística nueva que configura la personali-dad de este grupo. Sin embargo, también es obvio que la poesía culta del siglo XIV experimenta una sensible evolu-ción respecto a la de la centuria precedente. Las opiniones de Salvador Miguel acerca de los diver-sos aspectos de esta presunta escuela pueden completarse con otro estudio suyo [Mr]; posteriormente ha seguido trabajando sobre el tema. Tambičn recomendamos la con-sultade Deyermond [Msp], López Estrada [Mcpe], Barcia [Mc]... 4.2.3. «Non es de joglaria» La citada estrofa del Libro de Alexandre asienta con claridad el carácter eulto del mester de clerecia frente al oficio de los juglares. Estamos de acuerdo con Salvador Miguel [Mcmc. 22-23] en que no hay que ver aqui una actitud hostil; «se trata del simple palmelazo de un domine que, al recordar las extralimitaciones de los juglares en la recitación, se alegra y se jacta de utilizar una nueva métrica culta en que las interferencias se harán más difíciles». No se da entre una y otra escuela una oposición tajante, una dicotomia irreductiblc, aunque si hay diferencias. Ésta es la perspec-tiva que adoptan en sus estudios Willis [Mc], Deyermond \Msp], Caso Gonzalez [Mjmc\... No faltan puntos de contacto. Menéndez Pidal [Pj, 276-280] opina que la poesía romance de los elérigos »nace inmediatamente de la poesía de los juglares, como una leve modificación de ésta». Rechaza la idea defendida por 249 4. Ěl mcsicr de clerecfa y otras manifesiaciones počiicas del síglo XlH José Amador de los Ríos [Hele, III, 248 y 251] de que las composiciones del tnester de clerecía estuvieran destina-das a la lectura privada de los «discretos»; antes bien al contrario, afirma que iban dirigidas al mismo publico popular que asistía a los espectáculos juglarescos, con los que, en cierto modo, entraban en competencia. El mester de clerecía utiliza a menudo las formulas propias de los juglares: apelaciones al audilorio para esii-mular su atención, demanda de galardones. solicitud de benevolencia, epítetos y fraseologia épica... Sin embargo, ereemos que Menéndez Pidal [Pj. 276-280) hace demasiado hincapié en las semejanzas y olvida los distintos planteamientos de que parten unos y olros. Son muchos los estudiosos que no coinciden con Menéndez Pidal en creer que estas obras estuvieran destina-das a una difusión oral paralela a la del mester de juglaría. Gybbon-Monypenny [Snu] sostienc que las formulas que asi parecen acreditarlo se deben tan sólo a una mimesis gratuita. También es de esta opinion Menéndez Pelayo [Aplc, I. 153-154] que afirma que el nuevo mester. "Socialmente considerado, no fue nunca ni la poesia del pueblo, ni la poesia de la aristocracia militar. ni la poesia de las fiestas palaciegas, sino la poesia de los monaslerios y de las nacientes universidades o estudios generates». Concluyamos que ei mester de clerecía parte en algu-nos aspeclos de la Iradición juglaresca y coexiste con ella. pero tiene unas peculiaridades innegables y denota una conciencia artística diferente; «no se confundieron nunca» [Menéndez Pelayo: Aplc. I, 153]. Frente a la esencial anonimia y el carácter colectivo de la épica, fruto de succsjvas reelaboraciones, el mester de clerecía es obra de un autor individual. No es extraňo qus el primer poeta espaňol de nombre conocido, Gonzalo de Berceo. sea miembro de esta escuela. 4.2.4. La métrica La principal novedad es la regularidad de las «sillavas cuntadas», frente al anisosilabismo de las composiciones 250 4.2.4. La métrica juglarescas, y la constancia de la rima consonante. El autor del Alexandre se siente orgulloso por la «grant maestría» técnica que ello requiere. El verso empleado es el alejandrino que debe su nombre a que se utilize en las adaptaciones francesas medie-valcs de la leyenda de Alejandro Magno. Consta de 14 sílabas divididas en dos hemistiquios de 7 por una fuerte cesura. Cada uno de ellos puede terminar en una palabra aguda, grave o esdrújula, de donde resultan nueve varian-tes. Ban-era [Ac] las comenta y recoge ejemplos de todas. Los acentos ritmicos del cuerpo del hemistiquio se sitúan en distintas posiciones (cf. Henríquez Urena: Eve, 350]. Saavedra Molina [Vc] nos ofrece un amplisimo estudio dc este metro. Los «clérigos» agrupan los alejandrinos en estrofas de cuatro versos con una sola rima consonante: de ahi que junto al nombre de cuaderna via se le dé también el de tetrástrofo monorrimo. Los orígenes de la forma métrica utilizada por el mester de clerecía han sido objeto dc discusión. Menéndez Pelayo [Aplc. I, 157] acepta como verosímil, aunque no suficientemente probadá, la procedencia francesa del alejandrino, que ya había sido defendida por Argote de Molina en su Discurso sobre la poesia cusiellana. La primera vez que encontramos este metro en el pais vecino es en Le pělerinage de Charlemagne (s. XII). pero también en Espafta hace su aparición en esa cent una. Baehr [Mve, 169] no ve, por tanto, que haya que «suponer necesariamentc un préstamo de la poesia francesa»; no se puede descartar la posibilidad de que *el alejandrino anti-guo espaňol se haya desarrollado en forma autonoma desde los mismos fundamentos latinos, lo mismo que en Francia«. Además. el nuestro es polirrítmico. mientras que el francés prefiere el ritmo trocaico. El alejandrino del mester dc clerecía se acoge también a la polirritmia del verso a u tóc t ono. Sin embargo, no falta quien afirmc decididamente que el alejandrino espaňol fue importado de Francia en el siglo XII [cf. Barrera: Ac. 2]. Por lo que respecta a la forma estrôfica de la cuaderna via, Menéndez Pelayo [Aplc. I, 158] sitúa su precedente en 251 4. El mester de clerecía y oiras manifesiaciones poéiicas del siglo XIII la poesia laiino-cclcsiáslica de la Edad Media; en el siglo XII proliferan las com posic io nes de esta indole que se sirven del citado esquema. También Navarro Tomáš [Me. 81] afirma que el principio de regularidad silábica del mester de clerecía está «heredado de la poesia latina medieval». Otros defienden su origen francés. Tal es el caso de Menéndez Pidal [Pj, 277] y Dutton [WrB, 233. y Firne). Giménez Resano [MpGB, 41] considera que dicha opinion es la más aceptable. Éstas son, pues, las teorias fundamentales en relación a los origenes del tetrástrofo monorrimo. A la hora de juzgar la regularidad de los poetas de clerecía, nos encontramos con dos posturas antitéticas por parte de la critica. Casi todos los estudiosos consideran que los textos del siglo XIII si consiguen ese ideal; la mayoria de las desviaciones hay que atribuirlas a errores en la trasmisión [cf. Arnold: RpSv, /hMB, SoSp, NvLA, RmfA, y Fitz-Gerald: VBSO]. Frente a este criterio generalizado, Henríquez Ureňa [Eve, 19-36] sostiene que la poesia medieval espanola escrita hasta finales del XIV se caracteriza por la fluetua-ción métrica. A su juicio, excepto Berceo, ninguno de estos poetas consigue. ni mucho menos, la ansiada regularidad. Nos parece bastanle raro que esto sea exaetamente asi, dado el gran interes que el autor del Libro úe Alexandre pone en resaltar todo Io contrario. Navarro Tomas [Me. 85] sugiere que quizá estos poetas, aun acatando el principio de las silabas contadas, actuaban con relativa libertad, «no tanto por falta de pericia sino más probablemente por la concicncia de que el hecho carecia dc importancia para el efecto ritmico del verso». A lo mejor lo que ocurre es que no sabemos exaetamente con que criterio median los versos y cómo se Servian de las licencias [cf. Saavedra Molina: Vc, 293-342]. Contamos con otros muchos trabajos sobre la métrica de clerecia. Pucde destacarse, además de los citados, el de Marasso [£>«]. En el siglo XIV la cuaderna via. aunque siguc siendo la forma métrica.básica de esta escuela, alterna en muchas 252 4.2.5. Fucntcs y icmas obras con otro tipo de eslrofas (cf. 6.1.2.]. Presenta, además, bastantes irregularidades. Quisiéramos aclarar. por ultimo, qué significa la céle-bre expresión «mester es sin pecado». A menudo se ha creido que alude al carácter rcligioso de estos textos frente al profano de la juglaria. Pero parece que se refiere, en sentido figurado, a la perfección de la métrica, carente de todo defecto. Se acogen a esta interpretacion, que ya habia sido brevemente apunlada por Menéndez Pidal [Pj, 205], Salvador Miguel [Meine, 17-20] y Caso Gonzalez [Mjrnc], entre otros. 4.2.5. Fuentes y ttmas Las composiciones del mester de clerecía tienen sus fuentes en lextos escritos. El autor alude a ello constan-temente: —en escripto yaz* esto. sepades. non vos miento— [Alexandre, c. H d) En algunas ocasiones deja sin consignar aquellos datos que no recoge la fuente seguida y se queja de las lagunas que presenta. No se atrevc a poner nadá de su cosecha: De cuál guisa salió dezir non lo sabría. ca fallescio el libro en que lo aprendía; perdióse un cuaderno, mas non por culpa mía, eserivir aventura serie grand folía. [Berceo: VŠDS, c. 751] Este fenómeno se debc al enorme presligio que tiene lo eserito en una época en que pocos saben leer. Sin embargo, tampoco hay que fiarse demasiado de estas protes-tas de fidelidad porque el poeta rehace, cuando lo considera oportuno, la relación contenida en la fuente que sigue: la amplía o la abrevia, supie la laguna o resalta su existencia, según convenga a su propósito. A menudo introduce anacronismos en un intento de aproximación al oyente o al lector. Una de las obras más consultadas es la Biblia, presente en todos los textos religiosos. Siguen en importancia las fuentes latinas, generalmente no clásicas sino medievalcs. 253 4. El mester de clerecia y oiras manifesiacioncs poélicas del siglo XIII y las francesas. No faltan lampoco las escritas en romance c a sie Hano. A veces el poema se basa en una fuente única o más importante, pero en otřas ocasiones se mezclan gran va-riedad de el I as, como ocurre. por ejemplo. en el Libro de hlien amor. Pucde concluirse, por tanto, que el yalor de estos lextos no hay que buscarlo en la originalidad. concepto que en la Edad Media dista mucho de tener la importancia que hoy le airibuimos. Hemos dejuzgar lan sólo la expre-sión personal que cada autor da a los materiales que toma prestados. El mester de clerecia se interesa por temás más cultos que los que cantaba el jugtar. No predominan aquí los asuntos relativamente actuales que trata la épica; muchos de ellos están desconectados del momento y del lugar en que se escriben. El mundo antiguo ejerce una considerable atracción. Se suele identificar a nuestra escuela con los temas religiosos (marianos, hagiográfícos...), pero esto supone una vision parcial que sólo se ajusta a la obra de Berceo. Abundan también los de tipo novelesco, histórico-legenda-rio. didáctico... En el siglo XIV el interés se desplazará hacia lo moral |cf. 6.1.1.]. Conviene destacar una obra que se singulariza por su temática: el Poemo de Fernen Gonzalez, único que se asemeja a los cantares de gesta, aunque el tratamiento sea muy distinto. 4.2.6. Lengua y estilo El estilo es más cuidado que el de los juglares, como cabe esperar en alguien que tiene conciencia de su oficio de eseritor y que busca una expresión personal. El uso de metáforas, similes y todo tipo de reeursos aumenta consi-derablemente. Eso no implica que se destierre la lengua coloquial; antes bien al contrario, los «elérigos», a pesar de su aire e rud i to, se expresan en «román paladino, 'en el cual suele el pueblo fablar con so vezino» [Berceo: VŠDS, c. 2 abj. a fin de acercar los temas cultos a la mentalidad del publico 254 4.2.6. Lengua y esiilo popular. Buena prueba de ello es. sobre todo. la obra de Berceo. A cada paso encontramos expresiones tan coti-dianas como las que siguen: quando fuere leído avredes grand placer, preciarlo edes más qe mediáno comer. [Berceo; MNS, c. 625 cd] De los catorze afios aún los dos le menguavan. en la barva los pelos estonce ľassomavan... [Alexandre, c. 21 abl ...avés cabiá la dueňa de gozo'n su pcllejo. [Apohnio, c. 188 d] Los similes y meláforas son muchas veces sencillos e inmediatos: quisieron acorrelli. ganarla por vecina. mas pora fer lal pasia menguavalis farina. [Berceo: MNS. c. 274 cd) En intima relación con este tono coloquial está el empleo del diminutivo que adquiere un especial interes en los versos de Berceo [cf. 4.3.2.7.]. Aunque sin tanta profusion ni expresividad, también lo enconiramos en otras obras del mester de clerecia: ...fabló un cordcruclo que era rezient nado... [Alexandre, c. 10 b] ...respiro un poquiello eľspiriiu cativo. \Apohnio, c. 308 d] Afirma Menéndez Pelayo [ApU\ I. 154] que la lengua de estos poetas «es algo prosaica y no tiene mucho color ni mucho brio, pero es clara, apacible. jugosa. expresiva y netamente castellana». No caen en exceso en la tentación latinizante, aunque si encontramos algunos cultismos, formulas litúrgicas y expresiones de esta guisa: Continens el conlentum fue todo astragado... [Berceo: MNS. c. 326 a} ...en amar la Gloriola era mucho devoto. dizic el su oficio de suo corde toto. (Berceo: MNS, c. 285 cd] 1-a posible pedanteria que pueda verse en esta co-rnente no alcanza al lenguaje; se reduce a un «alarde de cscolar que quiere a viva fuerza dejarnos persuadidos de 255 4. Kl mester de clerecía y otras manifestácie»nes poélicas del siglo XI LI su profundo saber en mitología. geografia e história, con toda la ingenuidad del primer deseubrimiento» [Menénde2 Pelayo: Aplc, l, 154). Esie prurito de erudición se hace patente sobre lodo en el Libro de Alexandre. Con el tratamiento de temas diversos ei vocabulario se enriquece considerablemente hasla llegar al plctórico len-guaje del Arcipreste de Hita que supone la culminación estilíslica de la cuaderna via. La sintaxis es «grave, reposada, majesluosa» [Giménez Resano: MpGB, 45] y viene determinada por la forma métrica que se emplea. La estrofa constituye siempre una unidad sintáclica y de sentido. Abunda el hipérbaton, exigido la mayor parle de las veces por la necesidad expresiva. En conjunlo, pese al dominio teenico de la versifica-ción, «son obras proHjas, lenias» [Lapesa: Hie, 231], carenles de vivaeidad. 4.3. GONZALO DE BERCEO 4.3.1. Biografia y personalidad 4.3.1.1. Sínlesis bingráfica Muy pocos datos tenemos sobre la vída del primer poeia espaňol de nombre conoeido. La mayor parte pro-ceden de su propia obra. Algunas veces se limita a decir-nos su nombre: Yo maestro Gonial vo de Verceo nomnado... IA//V.V, c. 2 a] pero en otros pasajes se muestra algo más explícito: Gonzalvo fue so nomne qui fizo esl tractado. en Sant Millán de Suso fue de ninnez eriado. natural de Verceo. ond sant Millán fue nado. [VSMC, c. 489 abe] Asi pues, parece que nació en un pueblo de La Rioja, perteneciente a la diócesis de Calahorra, y que se educó en el monasterio benedictino de San Millán de Suso, al que siempre debió de estar ligada su existencia, aunque no 256 4.3.1.1. Síntesis biogrática de Berceo sepamos exactamente qué papel desempeňaba dentro de él ni si llegó a profesar. También mantuvo estrecho contacto con el monasterio de Santo Domingo de Silos. Los documentos notariales que en San Millán se han encontrado y que el archivero fray Plácido Romero sumi-nistró a Tomáš Antonio Sánchez, nos permiten perfilar el tiempo en que vivió Berceo. Su firma como testigo apa-rece en varios de ellos cuyas fechas abarcan desde 1220 a 1246; Menéndez Pidal publico íntegramente algunos [cf. Documentos, i, 130-132, 135-137). Con posterioridad Peňa [DcSM] ha recopilado el material existente. En 1221 Berceo firma como diácono y en 1237 como presbitero. Si tenemos en cuenta que. como quedaría recogido más tarde en la Partida primera de Alfonso X (título VI. ley XXVII). la edad minima para alcanzar el primero de los grados citados era de 26 aňos, puede deducirse que hubo dc nacer en 1195 o antes. Dutton [FnGB] ha abordado el terna. En el terreno de las conjeturas, se diseuten una serie de cuestiones. El hecho de que Berceo se autodenomine «maestro» ha sido interpretado por G. Solalinde [pról. Berceo: MNS(S), pág. i] en el sentido de «maestro en teológia o confesor» o bien como «título meramente lilera-rio». En cambio, Dutton [PGB y GBdb) eree en la posibi-lidad de que hubiera obtenído ešte título universitäre en Palencia entre 1223 y 1236. Precisamente entre estas dos fechas no enconlramos en San Millán ningún documento firmado por él; además, parece que conocía dicha ciudad c incluso cita a su obispo don Tcllo Téllez de Meneses [cf. MNS, c. 325 d). Sus presuntas relaciones con ešte perso-naje han sido estudiadas también por G. Solalinde [GBoT], Dutton admite como ciertas las palabras de la ultima copla del Libro de Alexandre (según el manuscrito de Paris del siglo XV) sobre la ocupación de nuestro personaje en el monasterio: Si qucrcdes saber quien fiz'este diiado Gonqalo de Berceo es por nombre llamado, natural dc Madrid, en Sant Millán críado, del abat Johan Sanchez notario por nombrado. [Alexandre, c. 2.675] ?*i 4. EI mesier de clcrccta y olras maniťcstaciones poélicas del siglo Xlll Esta hipótesis se podría ver reforzada por el hecho de que Berceo mueslra poseer ciertos conocimienlos jurídi-cos. Sin embargo, no deja de ser extraňo que, si era nolario. no apareciera como lal en ninguno de los docu-menlos firmados por él. No se puede precisar la fecha en que murió, pero sabemos que vivía después de la muerie de Fernando III (1252) ya que en un pásaje de los Mititgros (c. 705 ó S69) habla de su reinado como de algo que ya pasó. De la copla 2 de la Vida de Šantu Oría sc desprende que eseribió ešte libro a una edad muy avanzada: Quicro en mi vegez. maguer so ya cansado... \PSO. c. 2 a] 4.3.1.2. Perfil humano La imagen que tradicionalmemc se nos ha trasmitido de Berceo es la de un elérigo simpático, bonachón, senci-llo, ingenuo y de excelente humor, que. afirmando no poscer excesivos conocimientos. cuenta sus historias con un estilo coloquial. Sin embargo, Dutton (en Berceo: VSMC. 163-175] ha intentado modificarla por complete Nos presenta a un poeta interesado y calculador que compone sus versos con un afán propagandístico; tanto las vidas de santos como las obras marianas estarían eseritas con la finalidad de estimular los favores de los fieles para con el monasterio de San Millán de Suso. Adcmás de la história del titular. Berceo nos cuenta la de Santo Domingo de Silos que había sido monje y prior en ese convento, la de Santa Oria. emparedada y sepul-tada en ČI, y la de San Lorenzo, uno de cuyos milagros póstumos lo relacionaba con el mismo lugar. Esta con-centración de su interes hagiográfico parece ser un tanto a favor de la hipótesis de Dutton, para quien ni siquiera los Milagros quedan fuera de esa finalidad propagandists, en contra de lo que opina Gariano [AeMB, 1871. A finales del siglo XII el monasterio de San Millán entra en un periodo de declive debido a la competencia que le hacían otras nuevas fundaciones. Berceo intentaría 258 4.3.1.2. Perfil humano de Berceo en sus obras inerementar las ofrendas. En la Vida de San Millán, después de una minuciosa relación de las villas pecheras del monasterio, amenaza asi a las que se resis- tan: las qe non dan [est] voto bien sean seguradas, erean bien sin(esj dubda qe fincan perjuradas. Muchas vezes [ujdiemos dezir e retraer qc los qe esti voto quisieron reiener ovičronse por ello en cuela a veer, lanto qc lo ovicron doblado a render. \VSMC. c. 477 cd y 478] Y lo que es peor, Berceo traduce un documento que. junto con otros, fue falsificado por los monjes entre 1210 y 1250. Se trata del privilegio de los votos de San Millán; se hada creer que lo había otorgado el conde Fernán Gonzalez en acción de gracias por haber derrotado a los moros con la ayuda de Santiago y San Millán, a cambio de la promesa de que todos los pueblos de Castilla y muchos de Navarra ofrecieran un tribulo anual al monasterio. Con este documento se pretendia imponer una inexcusable obligación. Nuestro poeta desarrolla el texto para mayor claridad. Dutton (en Berceo: VSMC, 185-193] estudia am-pliamente el famoso privilegio y lo publica en latín y en romance. Como puede suponcrse, la hipótesis de Dutton ha resultado polémica ya que no sólo rompe el candoroso encanto del riojano, sino que lo involucra en turbios manejos. Menéndez Pelayo \Aplc, I, 178] ya había hablado, aunque más inocentemente, de esta manifiesta actiiud petitoria de Berceo: «se queja amargamenle de que los pueblos no pagan ya con exactitud sus parias a San Millán, y para evitar que la devoción siga resfriándose, se em peňa en versificar el privilegio apócrifo de los votos, (...]. No tiene empacho alguno en pedir limosna para su monasterio». Don Marcelino había puesto el dedo en la llaga, pero sin ahondar en ella, como después hizo Dutton. También otros muchos autores (cf. Giménez Resano: MpGB, 92] coinciden en las mismas apreciaciones, aunque sin tanto ahinco como el erítico anglosajón. 259 4. El mester de clerecia y otras manifestaciones nocticas del siglo XIII Esta nueva imagen se completa con la del poeta culto cuyo saber se habria forjado no sólo con las lecturas de la espléndida biblJoteca de su convento. sino también con los estudios académicos. Estas teorias no han sido aceptadas por la totalidad de los estudiosos. En cualquier caso, el presunto interes propagandists no excluye en nuestro poeta la intención didáctica y moralizadora. 4.3.2. Rasgos generates de su obra 4.3.2.1. Berceo, juglar a lo divino Menéndez Pelayo \Aplc, I, 179] afirma que los pocmas de Berceo son como los cantares épicos, pero aplicados a la vida conventual. No deja de haber un fondo de verdad en este aserto. En sus vidas de santos «trata de componer un poema sobrc una figura religiosa que pueda parango-narse en grandeza con los heroes de los cantares de gesta». Incluso nos habla en la Vida de Santo Domingo de Silos de «la gesta del confessor» (c. 754 c]. Ya hemos aludido en 4.2.3. al influjo que los reeursos épicos ejercen sobre los autores del Hamad o «mester de clerecía». Se han hecho muchos estudios sobre el caso concreto de Berceo. En ellos se analizan ejemplos de los siguientes fenómenos: -Alusiones a heroes y pasajes de algún cantar de gesta: El rci don Remiro. un noble cavallero. que no ľ venzrién de ésfuerzo Roldán ni(n| Oliveto... [VSMC. c. 412 ab] -Epítetos épicos: llama a San Millán «el bon campea-dor» [VSMC, c. 123 aj, -el saneto cavallero™ {VSMC, c. 56 c]; a San Ildefonso, «cl leal coronado» [MNS, c. 52 a); a Santo Domingo, «cabdiello» [VŠDS, c. 125 a], -que nasejó en bon punto» [c. 273 bj, etc. -Conceptos y actitudes propios del mundo heroico. Asi Santo Domingo apela al honor divino en los mismos tér-minos que son habituales en los cantares de gesta: «Scňor -dixo- TÚ deves esta cosa judgar, Tuya es la vergucnc.a. piensala de vengar». [VŠDS. c. 425 cd] 260 4.3.2.1. Berceo. juglar a lo divino El concepto del «vasallaje» se reitera frecuentemente: «jAI! Fijo qerido, Sennor de los sennores. yo ando dolorida, tú pades los dolores, dante malos servicios vasallos traídores...» \puelo de la Virgen, c. 73 abc; en Berceo: Saj, 182] -Llamadas de atención al publico y demanda de una recompensa. Hay que destacar, sin embargo, que, a diferencia del juglar, Berceo no pide galardones materiales, sino espirituales. Sólo en un verso, muy célebre por cierto, nuestro elérigo pide algo más sustancioso que la ayuda espiritual: Bien valdra. como creo, un vaso de bon vino. [VSDS, c. 2d] Pueden encontrarse otros muchos ejemplos en los estudios de Dutton [GBcg y RirB], Gybbon-Monypenny [Sme], Artiles [RIB, 241-243], etc. Berceo se considera a si mismo como un juglar a lo divino: Qucrémosvos un otro libricllo comenqar, e de los sus miraglos algunos renunc,ar, los que Dios en su vida quiso por cl mostrar, cuyos joglares somos él nos dene gui'ar. [VSDS, c. 289] lo que no impidc que sea consciente de que su arte es distinto del juglaresco. Se sirve constantemente de la captalio benevolentiae para acercarse al pueblo; a menudo confiesa su escaso saber y conocimienlo de la lengua latina, cosa a la que no podemos dar crédito. Pretende actuar como «intermedia-no en t re la ciencia de los elérigos y la ignorancia del vulgo, informando a éste fiel y eserupulosamente de lo que nalla en el latín de las vidas de santos, en los t rat ados piadosos y en los diplomas archivados en los monaste-BD8...» [Menéndez Pidal: Pj, 274]. Para ello tiene que ponerse al alcance de las masas iletradas y utilizar un lenguaje cotidiano. Aunque Gybbon-Monypenny [Sme] no lo admite, lo mas probable es que el propio Berceo o bien otros monjes se encargaran del recitado y la lectura publica de sus 261 4. El mesier de clerecia y otras manile siacione s poélicas del siglo XIII versos. Duiton [pról. Berceo: VSMC, 173] sugiere la posi-bilidad do que fueran dados a conocer a los peregrinos del caminoi de Santiago. Desde luego, si los eseucharian los que aeudieran al monasterio de San Millán. En uno de sus versos queda bien claro que se dirige a ellos: Sennores e amigos, companna de prestar, deqe Dios se vos quiso Iraer a est logar... [MNS. c. 500 ab] Esias aclividades no exeluyen la existencia simultánea de un grupo de lectores. 4.3.2.2. Metrica Utiliza siempre la cuaderna via. Excepción notable son los famosos pareados de la cántica Eva velar incluida en el Dueio de la Virgen 8 4.3.2.9. Sintaxis en Berceo Abundan también las llamadas figuras de dicción: alite-raciones, anáforas, polípotes...; es decir, las que tienen una función reiterativa. Sin dudá, este afán intensificato-rio. que sc complementa con la repetición de conceptos, puede deberse a las artes del predicador que quiere garan-[izar ante todo la captación del mensaje. El uso del paralelismo es frecuente, ora con valor sinonimico: - Heneita la claustra que guia tal cabdiello! i Beneíta la grey que ha tal pastorciello! [YSDS, c. 125 abl ora antitético: Qui servicio li faze es de buena Ventura, qui'l fizo deservicio nació en ora dura... [MNS, c. 375 ab] 4.3.2.9. Sintaxls En la sintaxis de Berceo predomina el ritmo lento, tardo, propio del mester de clerecía. Son célebres las palabras de Machado referidas a nuestro poeta en las que se contiene esla idea: Su verso es dulce y grave; monótonas hileras dc chopos invernales en donde nada brilla: rengloncs eomo surcos en pardas sementeras... [Machado: /V. 246] Subraya Artiles \RIB, 68] la tendencia de Berceo a amontonar oraciones y palabras de igual función sintác-tica. Predomina el polisindeton sobrc el asindeton. Es obligado establecer una clara diferencia respeclo a la sintaxis del Cantor ile Mio Cid: Berceo no suprime el «verbo dicendi», lo que naturalmente resta agilidad a los diálogos. Menendez Pelayo [Aplc. I, 172], sin embargo, nos habla de la habilidad del poeta «para decirlo todo con rapidez y energia, a pesar de las trabas de un metro acompasado, monótono c ingrato». El hipérbaton es bastante frecuente: a menudo se da para colocar palabras fundamentales en «la cuspide de los acentos» [Artiles: RIB. 64]: 269 4. El mestcr de clcrccfa y oiras manifcsiaciones poéiicas del siglo XIII El trufán alevoso. natura cobdiciosa, non melie el astroso mienles en oira cosa. IMNS, c. 679 ab) 4.3.3. Caudal literario y ediciones 4.3.3.1. Caudal literario La obra de ßerceo suele clasificarse en tres grupos temálicos: poemas marianos, hagiográficos y doctrinales, en un tolal de nueve. También se le atribuyen tres Himnos, cada uno de eilos con 7 coplas, tradueidos del latín; su autoría es incierta. Se le han achacado a veces otros tres libros perdidos: Traslación de San Millán, Traslac'tón de los márlires de Arlanza e História de Valvanera, pero no tenemos cons-tancia de que sean suyos. En el manuscrito de Paris (s. XV) del Libro de Alexandre se atribuye el poema a Berceo en la ultima cuar-leta. Por lo general la critica, salvo contadas excepciones. no acepta como válida dicha atribución. Ya hablaremos en su momento de este tema [cf. 4.4.2.1.]. Las obras doctrinates son, con mucho, las menos inte-resantes. La popularidad de los Milagros de Nuestra Seňora excede en gran medida a la de los otros textos; sin embargo, también merece ser destacada la Vida de Santo Domingo de Silos «que ocupa lugar central en el desarro-llo de su obra y prominente por sus valores de estilo y composición» [Weber de Kurlal: Ncvs, 113], La cronologia de los textos de Berceo no está entera-mente resuelta. Parece que el más temprano es Ia Vida de San Millán de Ia Cogolia. Respecto a los Milagros sólo sabemos que el XIV es anterior a 1246 y el de La iglesia robada (XXIV o XXV), posterior a 1252. La Vida de Santa Oria está escrita en Ia vejez. 4.3.3.2. Manuscritos y ediciones La obra de Berceo sc ha trasmitido a través de dos manuscritos. EI tlamado Q, «in quarto» según la descrip-ción de Sarmiento, es de mediados del siglo XIII y se ha 27(1 4.3.4. -Milagfos de Nuesira Sertora» perdido. El h\ «in folio», data del XIV (h. 1330); fue deseubierto fragmentariamente y editado por Charles Carroll Marden en 1926 y se conserva en la Academia de Ia lengua. Contamos también con una copia llamada «de Ibarreta« (I), hecha hacia 1774-1776. que se eneuentra en Silos. Deriva de los codices anteriores; gracias a ella sabemos del desapareeido Q (cf. Dulton, pról. Berceo: VSMC, 65-79]. El conjunto de la obra fue publicada por primera vez por Tomas Antonio Sanchez en su Colección de poesias Gastellanas anteriores al siglo XV (vol. IL Madrid. 1780). Fue reeditada por Eugenio de Ochoa (Paris, 1842) y por Florencio Janer en cl tomo 57 de la BAE, Poetas castella-nos anteriores al siglo XV (Madrid, 1864; nueva ed. en 1952). Durante los siglos XVIII y XIX se le presto muy poca atención, hasta que Menéndez Pelayo resaltó su importan-cia dentro de la história de nuesira literatura. A partir de entonces ha interesado a muchos estudiosos y poetas. sobre todo en la zona de La Rioja donde se ha fundado la revista Berceo (Logrono) que publica gran cantidad de articulos sobre el autor. Modernamente las Obras compleias han sido editadas por el Instituto de estudios riojanos (Logroňo. 1971). Fundamental es la edición critica de Dutton, acompaňada de interesantisimos estudios. Se inició en 1967 con la Vida de San Millán de la Cogolia; el ultimo volumen publicado, el cuarto. es la Vida de Santo Domingo de Silos (1978). Esperamos que lleve a feliz término la empresa. Amancio Bolaňo e Isla ha editado una version modernizada de los principales poemas del autor (Ed. Porrúa. Mexico, 1965). De las diversas obras existen multiples ediciones. Las tremos citando en el lugar oportuno. 4.3.4. «Milagros de Nuestra Seňora» 4.3.4.1. F„s1ructura, fuentes y contenido La obra consta de una introducción alcgórica y de un corpus formado por 25 -milagros» independientes que tienen como común denominador la intervención de la 271 4. El mester de cletecia y oiras manifestackmes pocticas del siglo Xiu Virgen para ayudar. salvar o premiar a algún devoto suyo. Rozas [MBIg, 5] subraya el carácler unilario del libro. pese a la independencia argumenlal de las diversas histo-rias. Su contenido coincide con el de otras colecciones medievales, especialmente con Les miracles de la Sahire Vierte de Gautier de Coincy. lo que llevó a suponer que dicha obra Ic había scrvido de fuente. Menéndez Pelayo \Aph, I, 180-184] negó esta posibilidad; en su opinion, habia que buscar una fuente latina común. En 1910 Richard Becker enconlró en la Biblioteca real de Copenha-gue un manuscrito latino. Ilamado Thou 128, que contiene 24 de los «milagros» conlados por Berceo; es decir, todos menos La iglesia robada. No se cree que sea la fuente directa, pero si la version más próxima a la que utilizö nuestro poeta. Para engarzar el conjunto hizo una introducción alegó-rica que no estaba en el manuscrito latino. Aunque los símbolos empleados coinciden con los de otros textos, es posible que sea en buena medida un producto personal. Todo parece indicar que en un principio el Milagro de Teoßlo habia sido concebido como broche de la colección; es el más importante y extenso y termina con Ires solem-nes estrofas, rematadas cada una de ellas por la palabra «amen», en las que se advierte un tono de despedida. Es posible que después anadiera otro para completar la cifra de 25, cuadrado del numero especialmente ligado a la Virgen: el cinco. Gariano \AeMh, 173] apunta que la voluntad ordena-dora del poeta quiso iniciar y remalar la obra con dos milagros cspafioles. El primero se desarrolla en el Toledo visigótico y tiene como protagonista a un santo cuya devoción estaba hondamente arraigada: San Ildefonso. El ultimo. La iglesia robada, nos cuenta un episodio reciente acaecido en tierras de Castilla durante el reinado de Fernando III. La distribución de los relatos intermedios no obedece a ninguna regia fija. El manuscrito F y la edición de Dutton colocan como remate la história de Teófilo; en la copia de Ibarreta el ultimo es el de La iglesia robada. 272 4.3.4.2. Papel de la Virgen en los -Milagros- de Berceo La extension de los «milagros» es variable; oscila entre las 10 y las 163 estrofas. Los más abundantes son los de 10-30. Los Ultimos, a partir del XXII sobre todo, son más extensos; tienen una elaboración más complcja y con más detalles. No siempre son los mejores. La estructura de los diversos milagros es bastante parecida, incluso deriva a veces en monotonia. Se nos presenta a un personajc; se pone en evidencia su devoción a la Virgen, que en ocasiones coexiste con graves faltas; le sobrevienc un gran dano que puede ser incluso la mucrte en pecado y la condenación eterna; Maria le ayuda a salir con bien del atolladero y el poeta rcmata exhortando a su publico a que sea devoto de tan poderosa seňora. Son muy pocos los «milagros- que no se ajustan a este esqucma básico. El mecanismo devoción-recompensa funciona de manera muy simple e inmediata. Garrido [Cirl, 283] des-taca el «final fcliz» que cierra todas las historias y que viene exigido por el tcma. Frente al sabroso desarrollo de algunos de estos relatos, otros son sumamente simples y se reducen a pura repetición; tal es el caso de El sacristan impúdico (II), El premio de ia Virgen a un elérigo (IV), El pobre caritativo (V), El monje y San Pedro (VII)... 4.3.4.2. Papel de la Virgen Es la protagonista de todos los «milagros» y en ella descansa el sentido ultimo de la obra. Sólo en el XXIII cede su puesto de honor a Cristo. En el VII, el VIII y el X comparte sus funciones con los santos, pero sigue siendo una pieza clave. Muy curiosa es la caracterización de la Virgen que presenta muchos detalles totalmente ajenos a su condición celestial. Vemos en ella las debilidades propias del ser humano. Si se trata dc favorecer a un devoto. puede llegar incluso a la crueldad para con sus enemigos. Asi en el «milagro» I el arzobispo Siagrio es castigado con la muerte por intcntar ponerse la casulla que la Virgen regaló a su antecesor, San Ildefonso, y por querer brillar tanto como él. Nos parece un poquitin duro y no demasiado caritativo 271 4. EI mcsier de clcrecia y otras manifestaciones poélkas del siglo Xlli el comporlamiento de Nuestra Seňora. En realidad, sólo se muestrü compasiva con los «suyos». Cuando uno de sus devotos se va a casar (XV), Maria aparece tan irritada y celosa como cualquier mujer de a pie. Le insulta: ■ Don fol malastrugado, torpe e enloquido...» [M/V5. c. 340 a] y enira en competencia con la futura esposa: Si lú a mí quisicres escuchar e creer. de la vida primera non le qcrrás toller, a mi non dessarás por con otra tener... WNS, c. abc] No tiene empacho en coger un palo para golpear al demonio que en forma de león ataca a un elérigo devoto (XX), y amenaza con sus iras a quien la contrarie, aunque sea el propio obispo: «...jdesend verás qé vale la sauna de Maria!» \MNS, c. 231 d] La Virgen no se preseiita como un modclo para ser imitado, cosa que $í hace Berceo en otras obras con los santos. Lo que más le interesa es exhortar a la devoción maríana; podríamos incluso pensar que esto es lo único que interest en la vida del ereyente ya que se le perdona cualquier tipo de falta, aunque haya vendido su alma al mismísimo diablo. Sin embargo, subraya Rozas [MBlg, 17] que esta reina omnipotente tiene una limitación en sus atribuciones: cuando ha de devolver la vida a alguien, necesita de la intervención de Crísto. Es un «signo de la objetividad teológica de Berceo». Maite Chaves y Teresa Labarta de Chaves [lav] han estudiado el influjo de las artes visuales en lit caracteriza-ciód de la Virgen. 4.3,4.3. Las fuerzas del bien y del mal Es evidente que toda la obra gira en torno al antago-nismo entre «los dos pianos del bien y del mal. de la 274 4..1.4.3. Las fuerzas del bien y del mal en los »Milagros» salvación y del pecado, de lo divino y lo diabólÍco-> [Gariano: AeMB, 173]. En el primero actúan. junto a Maria, Cristo. los santos y los ángeles. Aunque en una ocasión (c. 171 y 172) Aquél diseute con su madre sobre la conveniencia de devolver la vida a un pceador y acaba cediendo para complacerla, en general su presencia es más distante y no participa de los rasgos humanos y debilidades de Maria. No ocurre lo mismo con los santos que hablan y se comportan como los hombres. Hacen una cuestión personal de la protección de sus devotos y dej an de asistir a quienes no les han favorecido. Asi, cuando muere el codicioso senador Esteban. San Lorenzo y Santa Inčs le tuercen el morro porque les había quitado algunas de sus propiedades y Lorenzo llega a hacerle un morado en el brazo (c. 265 a). A algunos santos poderosos como San Pedro y Santiago les entá reservada la intervención en momentos capitales. Los ángeles entran en pugna con los diablos para di5putarse el alma del pecador devoto: asi ocurre en el «milagro» II o en el X. El demonio, que representa a las fuerzas malignas. suele tomar figura animal |cf. Deycrmond: Bda\. El ejem-plo más significativo es el «milagro- XX donde acomete a un clčrigo embriagado. primero en figura de toro. luego de can y finalmenle de león. Para engaňar y perder al hombre adopta la apariencia de Santiago y hace que se castre un romero que había fornieado, que muere asi en pecado mortal (VIII). En definitiva, asistimos a una perpetua batalla por el alma humana, de la que siempre sale triunfante Maria. Rozas [MBIk> 16] ve en ešte antagonismo entre los vasa-Hos de la Virgen y el diablo el reflejo de la estructura feudal. 4.3.4.4. Clarification lemática Rcsulta difícil establecer grupos temáticos coneretos. A simple vista se advierte que predomina todo lo relacio- 275 4. El mesier de clerecia y olras manifcsiaciones pociicas del siglo Xl|| nado con la vida conventual y religiosa. El grupo que tiene una representación más amplia es el de los clčrigos. Muy interesante es la clasificación que propone Rozas [MB/g, 20-32] de acuerdo con las relaciones que se esta-blecen entre Maria y el hombre. Distingue třes grupos: -«Milagros» en los que la Virgen prémia a los devotos virtuosos: La casulla de San lldefonso (I). El clérígo y la flor (III), El pobre caritativo (V)... -«Milagros del perdön», en los que Maria salva, des-pués de la muerte, las almas de los que le han sido fieles, aunque hayan cometido los más graves pecados: El ladrim devoio (VI), El romero de Santiago (VIII), El prior y el sacristan (XII)... -«Milagros de conversion o crisis» que, como con-junto, son los más interesantes. En ellos vemos que Maria ayuda a los protagonistas a veneer sus pasiones y a arrepenlirse antes de que Ilegue el ultimo momento: La bodá y la Virgen (XV), La iglesia profanada (XVII), La abadesa preňada (XXI). El milagro de Teófilo (XXIV o XXV)... Algunos de los relatos no encajan en este esquema sin forzar algo la situación, pero en conjunto nos parece que es una sugerencia válida. La obra ofrece un amplio retablo del mundo medieval y refleja el sentir de la čpoca. Muy significativo es el odio contra los judios que encicrra el milagro XVIII, en el que las autoridades, instigadas por la prcpia Maria, dan muerte a varios de ellos por las afrentas hechas a Cristo. Rsta expresión del odio popular que les airibuye las más negras acciones, aparece también en El nmojudio (XVI) en el que la Virgen tiene que salvar a un inocente de las garras de un padre rnonstruoso que lo mete en el horno encendido por habe r comulgado con los erístianos el día de la Pascua. 4.3.4.5. I. 23-32] hace un amplio análisis de los que él llama «milagros de conversion o crisis»; mucstra especial predilección por el de El elérigo ignorante (IX), a pesar de su brevedad y sencillez. Se limita a contarnos cómo la Virgen obliga a un obispo a que restituya a su puesto al humildc eura que sólo sabe celebrar la misa de Maria. También son muy célebres el de La casii/fa de San Ihlefoflso (I), terna que reaparece en olras muchas colec-ciones medievales como las Cantigas del rey Sabio: El lat/rón devoto IVI) donde la Virgen salva al protagonista de morir ahoreado, poniéndole primero un cscafto bajo los pies y. en un nuevo intento. las manos entre el euello y la soga; Im ahadesa pťeňuda (XXI) en el que la Virgen hace parir a la protagonista antes de que llegue el obispo a juzgar el caso. denunciado por sus compaňeras de ceno-bio. etc. Salvo muy contadas excepciones. todos ofrecen dentro de su simplicidad algún detaile de interes y son de agrada-ble lectura. No debemos buscar en ellos la trascendencia que no tienen. 278 4.3.4.7. Edieiones modernas de los -Milagros- 4.3.4.7. Kdkiont-s modernas Además de las edieiones ya citadas que recogen el conjunto de la obra, hay otras muchas de los Milagros en particular. Entre todas sobresale la de Brian Dutton [Berceo: MNS). Hemos de citar también las de Antonio G. Solalinde [Berceo: MNS(S)], que fue la primera hecha en nuestro siglo (1922); la de Charles Carroll Marden (Madrid. 1929). la de Cesco Vian (Milán. 1965), la de Antonio Narbona (Ed. Alce. Madrid, 1980) y la de Vicente Beltrán (Ed. Planeta. Barcelona, 1983). También hay edieiones parciales como la de Adalbert Hämel (Halle. 1926) y la de Gonzalo Menéndez Pidal (Ed. Ebro, Zaragoza, 1941). Se han hecho asimismo muchas versiones en castellano moderno. Entre ellas recomendamos la de Daniel Devoto (Ed. Castalia, Valencia, 1957). Cabc citar también las de Eugenio Matus Romo (Santiago de Chile, 1956). Antonio Jiménez-Landi (Ed. Aguilar, Madrid, 1962), B. Velmiro Ayala Gauna (Buenos Aires, 1969) y Joaquin Benito de Lucas (Ed. Bruguera, Barcelona. 1980). También es interesante la edición bilingüe de Miledda C. D'Arrigo (Turin, 1968). 4.3.5. Otras obras marianas 4.3.5.1. «Loores de Nuestra Seňora- Contra lo que indica su titulo, no es una obra exclusi-vamente mariana. Los versos relativos a la Virgen, en los que se imptora su ayuda y se cantan sus alabanzas, están sólo al prineipio y al final. En el centro encontramos motivos biblicos, comentarios sobre los mandamientos. las fiestas religiosas, el juicio final... Es, sin duda. una de las obras menos relevantes del riojano. Contamos con la edición de Brian Dution (Lon-dres, 1975). Puede verse el articulo de Garcia de la Concha [Ute]. 279