«El pumo principál aquí es que si atendemos a los actos ilocutivos, podemos identificar una ruptura cognitiva perfectamentc clara entre literatura —poemas, obras de teatro, novelas, chistes, cuentos de hadas, fantasías, etc.— y discursos que no son literatura. Las obras literarias son discursos en los que no están suspendidas las reglas ilocutivas usuales. Si se prefiere, son actos sin las consecuencias normales, formas de decir liberadas del peso usual de los vínculos y responsabilidades sociales. [...] «Pero sería un gran error, claro está, suponcr que los actos ilocutivos no cumplcn función alguna en la literatura. Decir, como hizo Austin, que los poemas son actos de habla 'parásitos' respecto de los actos de habla normales está muy lejos de decir cómo funcionan. Y el cómo es impor-tante. Si cuando un poeta propone una oración declarativa, no la está afir-mando rcalmente, ^qué está haciendo entonces? Está haciendo algo como poner palabras en boča de otra persona, fingiendo ser alguna otra persona. Pero ninguna de estas definiciones cuadra totalmente, porque la otra persona —el personaje, el hablante o el narrador— no existe en la realidad, y el fingimiento no está idcado para engaňar. Más exactamente, el escritor emite actos de habla imitativos, como si estuvieran siendo realizados por alguien. Esto es más evidente en una obra de teatro o en un poema dramá-tico [...]». Richard Ohmann (1972), «El habla, la literatura y cl espacio», cn J. A. Mayoral (ed.), Pragmática de la comunicación literaria, Madrid, Arco/Libros, 1987 (pp. 44-45)