¿Y si no pudiera ejecutarse el 155? No está claro que el artículo funcione cuando el Senado otorgue el plácet para activarlo Rubén Amón “Ha sido difícil anunciar el 155, pero ejecutarlo es imposible”. La confidencia de un alto funcionario del Estado resume la incertidumbre de Mariano Rajoy respecto a la eficacia de esta medida de coerción constitucional. Nunca se había utilizado en nuestra democracia. Y no está claro que funcione cuando el Senado otorgue el plácet para activarlo, tanto por la resistencia –activa o pasiva– que va a oponer la Generalitat de Cataluña como por la falta de tiempo –en principio, seis meses– y la precariedad misma del Estado español en el territorio hostil donde ha de consumarse la restauración de la legalidad. La resistencia activa. Será más o menos pintoresca la resistencia teatral que ofrezcan Carles Puigdemont y sus consejeros. Pueden hacer del palacio de la Generalitat una parodia de Masadá, pero relevarlos de sus cargos es bastante sencillo, como va a serlo sustituirlos por otros. El problema consiste en la obstrucción que puedan oponer los demás funcionarios, tanto de alta graduación como de menos galones. Ya han anunciado los periodistas de TV3, de Cataluña Ràdio y de la Agencia Catalana de Noticias que no acatarán la intervención de los nuevos gestores. Y les han secundado la gran mayoría de Ayuntamientos, los estamentos educativos [...] y hasta el cuerpo de bomberos, reacio por completo a reconocer la legitimidad de un “Estado invasor”. Queda pendiente de aclararse la posición de los 17.000 Mossos d’Esquadra. No cabe la desobediencia en un cuerpo policial y casi todos los sindicatos apuntan a que serán leales al nuevo mando que designe Madrid, pero el antecedente del 1-O contradice el optimismo, sin olvidar hasta qué extremos se han enrarecido las relaciones del cuerpo autonómico con la Policía Nacional y la Guardia Civil.