390 Introducción Hasta hace muy poco tiempo el dialecto de los isleños de St. Bernard Parish constituía una de las variedades menos conocida del español en los Estados Unidos, pero, por fortuna, la situación ha cambiado significativamente gracias a una serie de investigaciones publicadas a lo largo de los años noventa. El primer estudio sobre esta variedad, con la metodología propia de la lingüística de los años cuarenta, constituyó la tesis doctoral de MacCurdy, presentada en 1948 en la Universidad de Carolina del Norte a partir de las encuestas realizadas a lo largo de varias estancias del autor en St. Bernard Parish. La tesis fue parcialmente publicada (pues solo se incluyeron los capítulos dedicados al vocabulario y a la fonología y morfología) en el año 1950 (vid. reseña de Pérez Vidal, 1950)1 . La contribución de MacCurdy en este tema se completa con una serie de trabajos sobre otros aspectos del folclore y de la literatura oral de los isleños, además de aportar un listado de voces recogidas en tres visitas a la comunidad bruli en el año 1948 (MacCurdy, 1959). Armistead ha dedicado el libro The Spanish tradition in Louisiana: Isleño folkliterature (1992a)2 y muchos artículos a la cultura tradicional y la literatura oral isleñas. Desde un punto de vista lingüístico, destacan ‘Tres dialectos españoles de Luisiana’ (1991), artículo en el que realiza una acertada delimitación del isleño con respecto al bruli y el adaeseño, y los trabajos que analizan diversos componentes del léxico utilizado por los descendientes de los canarios (Armistead, 1992b, 1994 y 1997). Lipski publicó en 1990 su investigación sobre el español isleño, una variedad que, desde una perspectiva histórica, permite vislumbrar modelos de pronunciación y de formación de palabras de los dialectos canarios de siglos anteriores y hace posible rellenar lagunas en los estudios de la evolución de los dialectos hispánicos. Por otro lado, el estudio de esta modalidad lingüística aporta una información muy valiosa sobre el empleo de una lengua vestigial, que el investigador pone en relación con los procesos de criollización y de muerte de las lenguas, y para las teorías del bilingüismo. Algunos artículos posteriores de Lipski completan la visión sobre el isleño aportada en un libro suyo publicado en 1990. Estudios posteriores han insistido en la consideración de la variedad isleña como una muestra de lengua moribunda. En su tesis doctoral F. A. Coles (1991) aplicó la perspectiva metodológica de las redes sociales en el estudio de la comunidad y encontró una serie de rasgos fonéticos variables (como la elisión de -/s/) que pueden interpretarse como manifestación de solidaridad grupal. Coles también da mucha importancia a las creencias y actitudes lingüísticas de los hablantes como elementos determinantes en su actuación lingüística (vid. otras publicaciones de Coles en la bibliografía). La investigación de Holloway (1997a) tiene el interés de trabajar con la otra comunidad descendiente de los antiguos colonos isleños: los brulis de Ascension Parish, cuya modalidad dialectal está más cercana a la muerte que la de St. Bernard Parish. El estudio de Holloway, que solo pudo contar con ocho informantes, aporta datos de gran interés para conocer cuáles son los rasgos que mantienen las lenguas moribundas y los procesos que en ellas se cumplen, así como los factores sociales que contribuyen a la total desaparición de una modalidad lingüística. El español isleño José Antonio Samper y Clara Eugenia Hernández IV ‘LATINOS’E HISPANOHABLANTES: GRADOS DE DOMINIO DEL ESPAÑOL 391 En 1998, la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria edita el trabajo del conocido dialectólogo español Manuel Alvar sobre el dialecto de Luisiana. Este estudio se basa fundamentalmente en las respuestas que dieron los hablantes de aquella modalidad a tres cuestionarios: el del Atlas Lingüístico y Etnográfico de las Islas Canarias (ALEICan), el del Atlas Lingüístico de Hispanoamérica (ALH) y el del Léxico de los marineros peninsulares (LMP). Los amplios materiales acopiados por el profesor Alvar y su profundo conocimiento de la dialectología hispánica le permiten trazar una visión muy ajustada de las características esenciales de la modalidad estudiada y su relación con otras zonas dialectales con las que ha tenido contacto. Como recoge su propio título, en este estudio destacan los aspectos que la relacionan con el español hablado en las Islas Canarias. Lestrade (1999) persigue comparar los rasgos característicos del isleño, tal como fueron descritos en los primeros estudios,con la situación que presenta el dialecto en los años finales de la década de los noventa.Lestrade se centra en el léxico de los isleños de St.Bernard Parish en la actualidad y el proceso de desgaste que puede percibirse a través de la consideración de diversas variables como género, edad, nivel educativo y profesión o actitud en tres grupos de informantes (bilingües, semihablantes y rememberers); de esta forma puede precisar los campos léxicos en que perdura más vocabulario regional. El estudio incluye también un análisis de las actitudes hacia el isleño y sus tradiciones entre los escolares de la comunidad. Características generales Prácticamente todos los estudiosos de esta variedad, desde MacCurdy, hablan de la próxima e inevitable desaparición del español isleño. Lipski (1990) —que en este punto corrobora la situación descrita por Varela (1979)— constató en el momento en que realizaba su trabajo que si las generaciones mayores todavía hablaban español y muy poco inglés, los más jóvenes o bien eran bilingües equilibrados o hablaban solo inglés; eran ya muy pocos los isleños con menos de 50 años que usaban la variedad dialectal. Por eso auguraba que el español desaparecería de San Bernardo en el plazo de unos veinte años. Con este futuro alarmante también está de acuerdo Armistead (1992a). Quedan ya muy lejos los tiempos,recordados por los hablantes mayores,en que el español era la lengua materna de la comunidad y los niños isleños eran castigados por sus profesores porque la hablaban en los recreos. Asimismo Alvar (1998) vaticina la segura desaparición del español: piensa que, tras la muerte de los isleños a los que entrevista, no podrá hablarse de que exista el español, ni criollo ni vestigial; para él, el canario de Luisiana es un dialecto desarraigado que sufre el cerco de otra lengua. No difieren en este sentido las conclusiones de Coles (1991) ni las de Lestrade (1999). El actual reconocimiento cultural, folclórico, de la herencia isleña, que incluye contactos frecuentes con los canarios de la otra orilla, y la preocupación reflejada en la creación de entidades como Los Isleños Heritage and Cultural Society no suponen el mantenimiento del español, ya que los propios hablantes isleños ven irremediable su desaparición. Esto es evidente cuando los hablantes mayores se ven obligados a emplear el inglés en las conversaciones cotidianas con sus hijos e incluso en las reuniones de Los Isleños Heritage and Cultural Society (Coles, 1993). En la decadencia de la lengua, según Lipski (1990), puede haber influido también el que estos hablantes hayan considerado que su modalidad no es prestigiosa, porque la ven como el resultado de una mezcla con el inglés y el creole. Esa creencia se ha modificado, al menos parcialmente, al relacionarse con los hispanos que se acercan a su comunidad y en las visitas recientes a Canarias. En las islas el español de San Bernardo se percibe como una modalidad canaria más, con cierto aire rural y arcaico. Como ya hemos indicado, los isleños no son el único grupo de hablantes de español en el estado de Luisiana. Además de ellos, que, sin duda, constituyen el grupo más relevante, se El español isleño José Antonio Samper y Clara Eugenia Hernández 392 debe recordar (vid. Armistead, 1991, 1992a y 2007) a los brulis (que viven en las parroquias de Ascension, Assumption e Iberville, en la orilla oeste del Misisipí, a unas 60 millas al noroeste de Nueva Orleans) y a los adaeseños (que se encuentran en los asentamientos de Spanish Lake y de Zwolle-Noble, zonas de las parroquias de Natchitoches y Sabine, respectivamente, a unas 100 millas al sur de Shreveport, en el noroeste de Luisiana). El nombre de los brulis3 procede del francés brûlé ‘quemado’, según la pronunciación del inglés de Luisiana4 . Descienden del mismo grupo de canarios que se instalaron en San Bernardo (hay evidentes semejanzas lingüísticas entre ambas comunidades), pero el bruli es hoy una modalidad prácticamente muerta. Armistead (1991) afirmaba que en los años ochenta el bruli ya‘se encontraba in articulo mortis’, confirmando así lo que había señalado MacCurdy (1959) unos treinta años antes (‘el español de los brulis tiene los días contados’). El amplio y detallado estudio de Holloway (1997a) muestra que el dialecto se encuentra al borde de la extinción lingüística y predice que desaparecerá en el transcurso de una década; esta última afirmación es consecuente con la constatación de que en 1991 y 1992, años en que Holloway realiza las entrevistas para su estudio, ya son menos de diez los hablantes del dialecto bruli en Ascension Parish5 . A diferencia de la comunidad isleña de San Bernardo, los brulis no contaron con el refuerzo de inmigrantes hispanos posteriores, permanecieron completamente aislados6 y acabaron fuertemente influidos por el francés cadjin, no solo en el terreno léxico sino también —y de forma muy intensa— en el fonológico. Los propios cambios de nombres y apellidos al francés (de Acosta a Lacoste, de Plasencia a Plaisance, por ejemplo) son una manifestación evidente de tal influjo7 . Del estudio de Holloway se desprende asimismo que ha habido un progreso muy importante de ciertos fenómenos en los cuarenta años transcurridos desde que MacCurdy realizó su estudio en la comunidad8 . Los adaeseños, que reciben su nombre del fuerte fronterizo de Los Adaes, abandonado por los españoles en 1773, presentan rasgos muy diferentes. Su característica principal es la ascendencia amerindia, por el origen mexicano de la guarnición y por la presencia de indios caddos, bidaes, choctaws y lipan-apaches. Hoy se considera el adaeseño como una modalidad arcaica del español mexicano y del suroeste de los Estados Unidos. Esta variedad, igual que la anterior, se encuentra en grave peligro: solo algún anciano puede mantener una conversación coherente; en general, en el resto de la comunidad se conserva un léxico español meramente pasivo. En su estudio pionero, MacCurdy (1950, 1975) señalaba que el español isleño constituía un caso único de mantenimiento del español y destacaba, además del contacto con el francés, las semejanzas fónicas y morfológicas entre esa variedad dialectal y el habla popular de Andalucía, de Canarias y de las Antillas, sobre todo de Santo Domingo. La amplitud de las relaciones que indica MacCurdy se comprende si se tiene en cuenta que su investigación se realiza en los años cuarenta, cuando se contaba con muy pocos trabajos sobre el español de Canarias. El propio estudioso norteamericano escribe: ‘Desgraciadamente, no existe ningún estudio completo que comprenda la fonología del español hablado en Canarias’(1975:513-514). Esta afirmación coincide con lo que dice Alvar en 1962 (‘el dialecto canario es el peor conocido de todos los españoles’) y que confirma el año siguiente:‘Pensemos que hasta El español de Tenerife (1959) nunca se había publicado un libro sobre los aspectos románicos de la lingüística canaria; que hoy aún no se ha descrito ninguna de sus particularidades locales; que hasta 1959 no se había precisado la articulación de ningún sonido del español insular’(Alvar, 1963: 168). En cuanto a la relación con el español de Santo Domingo, MacCurdy señala la llegada a Luisiana en 1794 de un importante número de dominicanos, trabajadores de la caña de azúcar, con los que habrían entrado en contacto los isleños. Pero, como indica Pérez Vidal (1950), no hay que olvidar la posible influencia de los canarios en la modalidad domini- IV ‘LATINOS’E HISPANOHABLANTES: GRADOS DE DOMINIO DEL ESPAÑOL 393 cana: el siglo XVIII conoció una nutrida emigración desde las Canarias con la finalidad de poblar La Española (solo entre 1720 y 1764 llegaron a Santo Domingo 40 barcos con un total de 483 familias del archipiélago, casi todas de 5 miembros). Pérez Vidal recuerda asimismo que las semejanzas entre canarios y dominicanos hacen difícil distinguir si una característica tiene un origen predominantemente canario o caribeño. Lipski (1990) resalta el carácter arcaizante del isleño. Aunque es cierto que este rasgo caracteriza en general al español de Hispanoamérica, la pervivencia de los arcaísmos se manifiesta más intensamente en zonas, como San Bernardo, que han permanecido aisladas. Alvar (1998) destaca, como peculiaridad del isleño, su carácter desarraigado, su existencia autónoma en relación con el español de las islas. Este hecho conlleva cierta inestabilidad, por la combinación de rasgos propios del antiguo dialecto canario con otros que son producto de una evolución, muy moderada. El español isleño presenta un polimorfismo atenuado, con menos variantes que las que se encuentran en Canarias como manifestaciones de un determinado fenómeno. Esto es claramente perceptible en el campo de la fonética. Rasgos fónicos Todos los estudiosos del español isleño han destacado la gran coincidencia de los rasgos fónicos de esta modalidad con los que se dan en Canarias. El vocalismo Como ocurre con otras muchas variedades hispanas,los rasgos más sobresalientes del español isleño se encuentran en el consonantismo; como es bien sabido, el vocalismo español es muy estable y por eso en todos los estudios se insiste en que las vocales tónicas muestran la fijeza característica en todas las modalidades dialectales; únicamente podría destacarse el alargamiento que suele acompañar a la pronunciación de las acentuadas, que recoge Alvar (1998: 41). Los demás ejemplos de cambios en las vocales tónicas (semos, mesmo) pueden explicarse como variantes de tipo arcaico o popular, o como formaciones analógicas (Lipski, 1990: 18). Como es esperable, se registran muchos casos de vacilación en las vocales átonas (estilla, legarto, dicir, custurera); Alvar (1998) destaca, entre ellos, la inestabilidad de la vocal i y el acusado cierre de la -o final, que suena a veces como -u en contextos no solo átonos, ya que también el dialectólogo español los oye sistemáticamente en la terminación -ón9 . También Lestrade (2002) resalta los cambios de la vocal inacentuada /o/, que llega a oírse [u] (rumana ‘romana’). Esta misma estudiosa encuentra muchos ejemplos de centralización de las vocales inacentuadas (chaquere‘chaqueta’), un rasgo que en sus encuestas se manifiesta incluso en las vocales tónicas (guiterra‘guitarra’). En los diptongos se ha señalado la reducción en casos como pacencia o anque (MacCurdy, 1975:516). Lipski (1990:19) destaca la frecuencia de la abertura y centralización del diptongo [ei], que acaba oyéndose [ai] (seis > sais; treinta > trainta) y considera que se trata de un rasgo traído de España, bien por los primeros colonos, bien por emigrantes posteriores. Los hiatos se convierten frecuentemente en diptongos (pior ‘peor’, tualla ‘toalla’, tiatro ‘teatro’, y muchos ejemplos de verbos terminados en -ear); en otras ocasiones se constata el cambio de acento a la vocal más abierta (mái‘maíz’; páis‘país’). El consonantismo En el consonantismo del español isleño han de señalarse como rasgos más sobresalientes aquellos que lo sitúan dentro de la macronorma atlántica del español. Entre ellos el más importante es el seseo generalizado. La ausencia de /θ/ constituye un reflejo tanto de la procedencia canaria del isleño como de la nivelación dialectal que ha tenido El español isleño José Antonio Samper y Clara Eugenia Hernández 394 cuadro 1 Comportamiento de /s/ en el isleño y en otros dialectos del español (%) Isleño Fuerteventura (rural) La Gomera (rural) Gran Canaria (rural) El Hierro (rural) Lanzarote (rural) La Palma (rural) Tenerife (rural) Sevilla Granada Cuba República Dominicana Panamá Puerto Rico Venezuela Dialecto /sC/ 11 3 5 0 46 7 3 2 0 0 3 8 2 3 7 [s] 76 82 93 88 54 82 89 66 95 82 97 17 89 92 40 [h] 13 15 2 12 0 11 8 32 5 18 0 75 9 5 53 [Ø] 3 0 2 0 15 0 1 0 0 0 2 5 1 4 3 [s] 62 88 94 87 84 83 93 90 91 85 75 25 82 69 47 [h] 35 12 4 13 1 17 6 10 9 15 23 70 17 27 50 [Ø] 4 0 11 0 70 0 2 3 5 1 61 36 25 46 38 [s] 11 17 12 11 16 20 18 19 2 2 13 10 6 22 16 [h] 85 83 77 88 14 80 80 78 93 97 26 54 69 32 46 [Ø] 49 53 84 73 89 74 48 84 69 0 48 50 69 45 57 [s] 30 46 11 21 9 24 52 16 10 15 28 5 17 32 26 [h] 21 1 5 6 2 2 0 0 21 85 25 45 14 23 17 [Ø] 10 1 4 0 13 3 3 3 1 2 20 17 2 16 15 [s] 57 92 93 94 87 80 94 87 46 50 53 22 39 53 52 [h] 33 7 3 6 0 17 3 10 54 48 27 61 59 31 33 [Ø] /s#C/ /s##/ /s#VT/ /s/#VÁ Leyenda para el cuadro: C = consonante; # = espacio entre palabras; ## = espacio entre frases;VT = vocal tónica;VÁ = vocal átona. Fuente: Lipski (1990: 22). lugar con las oleadas migratorias más recientes (Lipski, 1990: 32)10 . La /s/ tiene una realización predorsal, como la que se da en las islas. Alvar, Moreno y Alvar la describen como ‘muy dental, mate y apoyando el ápice de la lengua en los incisivos inferiores y con dos estrechamientos del predorso de la lengua (uno contra los alvéolos y otro contra los incisivos superiores)’(1998: 42). Los análisis espectrográficos de varios ejemplos de [s] indican que la mayor concentración de energía se produce alrededor de los 4.000 Hz (Alvar,2000: 102). MacCurdy (1975: 520) registró algunos casos de realización aspirada —o incluso velar— de /s/ en posición explosiva (nohotros, nojotros ‘nosotros’, ajustado ‘asustado’, cojecha ‘cosecha’), pero otros estudiosos, como Alvar o Lipski, no registran ningún ejemplo de tal tipo11 . Otra característica del español canario (que comparte con el andaluz y el caribeño) es el acusado debilitamiento consonántico en posición implosiva. Tales procesos afectan a las consonantes -/s/, -/n/, -/r/ y -/l/. No puede olvidarse el rasgo fónico que, dentro del consonantismo, refleja más intensamente la relación de las hablas de Luisiana con las canarias: la especial articulación de la /c/, que incluye una realización adherente que habitualmente sirve como marca de identificación del dialecto canario. Nos referiremos en primer lugar a los fenómenos que han recibido un tratamiento de carácter cuantitativo para explicar la variabilidad. El debilitamiento de la /s/ en posición implosiva constituye el fenómeno fónico variable más importante del español y por eso ha sido el más estudiado en el mundo hispánico. A partir de los datos cuantitativos que extrae de sus grabaciones a hablantes isleños, Lipski sitúa la modalidad de San Bernardo en el grupo de aquellos dialectos que aspiran o eliden frecuentemente la -/s/ final prevocálica, es decir, los del sur de España, la mayoría de los centroamericanos, los caribeños y la mayor parte de las variedades de la costa pacífica en Suramérica, además de los canarios12 . El cuadro 1 recoge los resultados cuantitativos de -/s/ implosiva en diversas modalidades canarias y otras hispánicas (Lipski, 1990: 22) y el 2 y el 3, los aportados por diversas investigaciones cuantitativas sobre variedades de las Islas Canarias (vid. Samper, en prensa). IV ‘LATINOS’E HISPANOHABLANTES: GRADOS DE DOMINIO DEL ESPAÑOL 395 Algo que llama la atención del estudioso norteamericano —y que también puede comprobarse con los datos del cuadro 3— es que la realización sibilante [s] se mantiene más en el isleño que en la mayoría de las modalidades canarias (con la única excepción de las variedades más conservadoras de La Gomera y El Hierro). Esto parece indicar, según Lipski, que después de la emigración de los isleños hubo en las Islas Canarias un acusado avance en el proceso de debilitamiento de -/s/, puesto que el habla de aquellos refleja etapas anteriores del proceso evolutivo. Otro aspecto cuantitativo que cabe destacar es que el isleño mantiene diferenciado el tratamiento de -/s/ final ante vocal tónica y vocal átona (49% frente a 10% de realización sibilante), si bien es cierto que la diferencia no es tan marcada como la que, en general, se registra en las variedades canarias14 . Alvar (1998: 43-44) aporta información detallada de las realizaciones de la /s/ implosiva ante los distintos tipos de consonantes: — ante oclusiva sorda se produce una solución doble: -hp- (ehpeho, ehtrecho), la más general, y -pp- (eppeho); — ante sonora, se pierde la -s y la consonante se pronuncia fricativa (do bota, bueno día, lo garbanso); — la implosiva desaparece siempre ante consonante espirante (do flore); — ante nasal, junto a la pérdida de -s (la mohca ‘las moscas’) se registra, más raramente, su aspiración (doh niño); — se mantiene regularmente la aspiración ante la lateral l (loh laso); — la sibilante desaparece ante consonante palatal, sonora o sorda (la yegua ‘las yeguas’, la chincha ‘las chinches’). Coles (1991: 160-192) considera que la -s funciona como un marcador dentro de la comunidad de habla de San Bernardo, puesto que es una variable sujeta a cambio según el grado de formalidad estilística. Al analizar pormenorizadamente la variación de la sibilante implosiva en los distintos tipos de informantes y en los diferentes contextos, observa que cuadro 2 Distribución de variantes de -/s/ en varias modalidades canarias13 El Hierro Santa Cruz de Tenerife Las Palmas de Gran Canaria (n. culta) Telde (Gran Canaria) Las Palmas de Gran Canaria 13,4% 9,8% 3,9% 2,2% 2,9% 83,6% 80% 67,8% 65% 57,8% — — 6,4% 6,3% 6,5% 3% 10% 21,7% 26,5% 32,7% A[s] [Ø][h] cuadro 3 Distribución de variantes de -/s/ según contexto prevocálico en varias modalidades canarias El Hierro Santa Cruz de Tenerife Las Palmas (n. culta) Telde (Gran Canaria) Las Palmas de Gran Canaria VT (vocal tónica) 41,3% 77,3% 46,2% 26,5% 41,1% [s] 53,7% 21,9% 38,2% 53,7% 28,6% [h] 5% 0,6% 15,6% 19,8% 30,3% [Ø] 10,3% 5,7% 3,5% 1,1% 2,4% [s] 86,9% 90,8% 86,7% 72,7% 66,7% [h] 2,8% 3,4% 9,7% 26,2% 30,9% [Ø] VÁ (vocal átona) Fuente:Véase en detalle en nota 13. Fuentes:Véase en detalle en nota 13. El español isleño José Antonio Samper y Clara Eugenia Hernández 396 los semihablantes favorecen la pérdida y la aspiración de -s en los estilos más espontáneos, incluso en una proporción superior a la que ofrecen los hablantes más viejos, bilingües equilibrados. Se trata, según la investigadora, de una estrategia de acomodación lingüística para manifestar su solidaridad con el grupo, ya que los hablantes reconocen las realizaciones elididas y aspiradas como un rasgo distintivo del dialecto. En cuanto a las líquidas implosivas, destaca la pérdida de -l y -r en posición final de palabra (trabahá ‘trabajar’, caracó ‘caracol’, morí ‘morir’). Precisamente la caída de la -r de los infinitivos es uno de los rasgos que, según Alvar (1998: 106), diferencia más claramente este dialecto de Luisiana de los que se hablan en el estado vecino de Texas desde el punto de vista fonético. De acuerdo con lo que indica este investigador, la pérdida de la consonante final solo deja de producirse en los monosílabos (mal, flor, yel ‘hiel’) por su escaso cuerpo fónico y por la posibilidad de que se creen homofonías15 . En posición interior de palabra se registran numerosos casos de neutralización, con diversas realizaciones (corchón ‘colchón’, vuerta ‘vuelta’, puelta ‘puerta’); Lipski, que ha analizado cuantitativamente el fenómeno y lo ha comparado con lo que ocurre en otras zonas hispánicas donde también se documenta, indica que no se produce una aplicación regular de reglas fonológicas específicas de neutralización16 . Coles (1991: 216) indica que es frecuente la geminación de /rl/ en las formas de infinitivo seguidas por un pronombre enclítico (matalla‘matarla’, vella‘verla’). La /r/ implosiva también puede realizarse como [h]. Esto se produce, como en Canarias, cuando la vibrante precede a la consonante nasal /n/ (cuehno ‘cuerno’, cahnero ‘carnero’, inviehnar ‘invernar’, cahná‘encarnada’); el proceso puede incluir también la ocasional realización como -nn- (tonniyo‘tornillo’). Todas estas manifestaciones de los procesos de debilitamiento y neutralización de las consonantes líquidas implosivas ya se atestiguaban, en español andaluz, canario y americano en el siglo XVIII; lo que no se puede saber con los datos actuales es si el fenómeno llegó desde Canarias o ha sido el resultado de una evolución posterior, alejada de influencias normativas (Lipski, 1990: 28). Aunque MacCurdy (1975: 51-52) señaló que en isleño también se producía la vocalización de las líquidas implosivas (cueipo ‘cuerpo’, ei marinero ‘el marinero’), como la que se registra en Santo Domingo, tal realización no debe de estar muy generalizada ya que los estudios más recientes no aluden a ella. La variación de la nasal implosiva en el español isleño es un tema controvertido porque los distintos estudios aportan una información muy divergente. Mientras que MacCurdy (1975: 53) indica que se articula generalmente velar en el contexto prepausal cuando sigue a una vocal posterior (agallón), los datos de Lipski (1990:23-26) reflejan una presencia ampliamente mayoritaria de la [n] alveolar ante pausa (alcanza un 82% de frecuencia, frente al escaso 2% de la realización velar y el 16% de la elisión). Más significativas aún resultan las cifras que obtiene para el contexto en que -n final de palabra precede a una vocal (bien hecho, un árbol): ahí la alveolar es casi categórica (94%, con un 6% de elisiones y ausencia de la variante [η]). Si se presupone que el isleño refleja las características del español canario de finales del siglo XVIII, se puede pensar, según Lipski, que en ese momento no existiría en Canarias velarización o esta se encontraría en sus fases iniciales y por eso no fue llevada a Luisiana. La ausencia de velarización en el contexto prevocálico entre los hablantes isleños también reflejaría, cuando se compara con los datos de las modalidades canarias, que en estas la extensión del proceso de velarización es relativamente reciente. Para Lipski,la ausencia de /n/ velar es un reflejo de la herencia canaria,porque la velarización fue una realización tardía en las islas, mientras que, al parecer, existía en el sur peninsular desde al menos tres siglos antes. Los resultados de la tesis doctoral de Coles IV ‘LATINOS’E HISPANOHABLANTES: GRADOS DE DOMINIO DEL ESPAÑOL 397 (1991: 221) corroboran los datos anteriores: la [n] alveolar es categórica en los tres estilos que diferencia. El estudio posterior de Alvar (1998: 45), sin embargo, destaca la fuerte velarización de la nasal final, como en las islas. El espectrograma que se incluye en el estudio de Alvar, Moreno y Alvar (1998: 50) refleja la articulación velar de -n final en la palabra pan, tal como fue pronunciada por uno de los informantes de San Bernardo. MacCurdy (1975) y Alvar (1998) también destacan, en relación con la -n implosiva, el tratamiento del encuentro nh, ya que frecuentemente se resuelve con la eliminación de la nasal (queda la resonancia nasal en la vocal precedente): narãha‘naranja’, sãhita‘zanjita’. Otros fenómenos consonánticos En el español isleño es muy frecuente —‘abrumadora’, señala Alvar (1998: 42)— la pérdida de -d- intervocálica: enreína ‘enredina’, deo ‘dedo’, comía ‘comida’17 . El amplio estudio que dedica Coles (1991:192-211) a esta variable confirma la apreciación del dialectólogo español y aporta datos de gran interés sobre la variación de la consonante según el grado de formalidad. La elisión de -d- es estilísticamente más estable que la de -/s/: los semihablantes mantienen un índice de pérdida similar (muy bajo, entre el 13% y el 15%) en la entrevista y en el habla más espontánea, ya que no perciben esta variable como un marcador y, por consiguiente, no acomodan su actuación a la norma tradicional del grupo en los estilos más informales. La -d final se elide siempre (solo los semihablantes estudiados por Coles (1991: 199) la mantienen en unas proporciones destacadas, en torno al 50%)18 . La /f/ se realiza prácticamente siempre como labiodental según MacCurdy (1975: 519) y Lipski (1991: 16), y muy raramente como bilabial; sin embargo, Alvar (1998: 55) encuentra que es general esta pronunciación bilabial. El español isleño se caracteriza por el yeísmo. La pérdida de /λ/ puede deberse, de acuerdo con Lipski (1990: 18), a una neutralización fonológica espontánea y no a influencia directa de otra modalidad dialectal. La articulación de /y/ es muy abierta; es, según indican Alvar, Moreno y Alvar (1998) en su estudio espectrográfico, un sonido vocalizado y muy débil, cercano al que describió Alvar (1972) para Las Palmas de Gran Canaria. Tanto MacCurdy como Lipski indican que puede llegar a perderse cuando es intervocálica en contacto con /i/ o /e/ (sía‘silla’, mía‘milla’, ea‘ella’)19 . Alvar (1998: 45) destaca la presencia de dos alófonos de /c/ en el español isleño: una ch muy adherente y otra muy palatal, la más frecuente; ambas se caracterizan porque su articulación‘supone una superficie de mojamiento muy superior al que tiene la ch castellana’, como reflejan los espectrogramas que se reproducen en el trabajo instrumental (Alvar, 2000: 103-104). Lo más destacable, según este investigador, es que la articulación de la ch adherente solo se recoge en zonas donde existió colonización canaria, lo que sería una señal de que este es uno de los rasgos que habrían llevado los emigrantes a Luisiana. Históricamente constituiría una prueba de que esa articulación mojada ya existía en las modalidades canarias a finales del XVIII. La /x/ se realiza como una aspiración [h]. En este sonido coinciden también los casos de mantenimiento de la aspirada procedente de F- latina: hoyo, hacer, hervir20 . La /b/ puede realizarse como [v] por influencia del inglés: los bilingües y los semihablantes entrevistados por Lestrade (2002) aseguraban que el uso de [v] en cebolla o un barco era ‘correcto’ en su modalidad dialectal. De acuerdo con los datos de Lestrade, [v] no solo alterna con la fricativa [β] sino también con la oclusiva [b]21 . Entre los fenómenos de carácter esporádico, Alvar (1998: 46-17) destaca la metátesis de r como el rasgo más característico del español isleño, incluso frente a las hablas canarias, donde tal fenómeno no tiene mayor relevancia. Hay metátesis progresiva en pedrí‘perdiz’, El español isleño José Antonio Samper y Clara Eugenia Hernández 398 muedre ‘muerde’, vedrá ‘verdad’; la regresiva se documenta en términos como parde ‘padre’, lardiyo ‘ladrillo’. Este fenómeno, tan peculiar, ya había sido observado anteriormente por MacCurdy (1975) y por Lipski (1990). En relación con esta misma consonante, Alvar registra algunos ejemplos de epéntesis (delantre ‘delante’, lacre ‘lago’ < ing. lake); reduplicación (ferderales‘federales’) y eliminación (legumbe‘legumbre’). Lipski (1990: 28-29) resalta que las circunstancias que han rodeado el desarrollo del español isleño (el origen popular y rural de los primeros colonos, la ausencia de limitaciones normativas y la falta casi total de contacto con otras variedades hispánicas) explican que se hayan desarrollado algunos rasgos fonológicos alejados de la norma oficial. Entre ellos destacan, como hemos indicado, las metátesis de /r/ (drumí ‘dormir’) o la falsa restructuración fonológica en construcciones del tipo al sotro día ‘al otro día’, un sijo‘un hijo’22 . Rasgos morfológicos y sintácticos En este apartado comentaremos las características morfológicas y sintácticas que se han considerado propias del español isleño tradicional. 1. En cuanto a la morfología nominal, se registran cambios en el género de ciertos sustantivos. Como en los estratos populares de Canarias, son masculinos costumbre, sartén y ubre, formas documentadas por MacCurdy (1975: 527) y por Alvar (1998: 30, 48). Otros hechos que afectan al género son la preferencia por la concordancia femenina de mar (la mar) y la fluctuación entre masculino y femenino que se produce con calor, color y miel. Alvar (1998: 47-48), al trabajar con distintos cuestionarios en San Bernardo, notó también que se trataban como femeninos los sustantivos de origen griego terminados en -a (la mapa, la problema), que algunos sustantivos femeninos acabados en -e sustituían su vocal final por -a (liendra‘liendre’, chincha‘chinche’) y que se usaba algún femenino anómalo (fófora‘fosforo’). En lo referente al número, se registran plurales dobles en determinados nombres terminados en vocal acentuada: pieses ‘pies’, cafeses ‘cafés’. Casos parecidos son pañeses (del francés panier,‘cestos’) y pareses‘paredes’, formado a partir de un singular paré. 2. La morfología pronominal presenta la esperada ausencia de vosotros, sustituido siempre por ustedes, lo mismo que ocurre con las formas verbales y pronominales correspondientes. En singular se emplea siempre tú (nunca vos). La forma vos con valor de segunda persona de plural, según Armistead (2007: 60), se conserva fosilizada en las fórmulas introductorias de algunas décimas (‘Señores, vo voy contar’); en estos ejemplos aparece vos y no os (Alvar, 1998:32), como ocurre en las islas canarias de La Gomera, La Palma y en ciertas zonas rurales de Tenerife. El uso de los pronombres personales átonos se ajusta al etimológico: lo(s), la(s) para el complemento directo; le(s) para el indirecto. Lipski (1990: 39) recoge el empleo de los por nos como clítico de primera persona de plural (los vamos ‘nos vamos’), un uso que puede oírse también entre los hablantes de estratos culturales bajos de ciertas zonas del archipiélago y que ha perdurado también en la colonia de origen canario de la región uruguaya de Canelones (vid. Groppi y Malcuori, 1992). Entre los indefinidos es predominante el uso de las formas no estándares naide y naiden en lugar del normativo nadie, que prácticamente no se emplea. MacCurdy (1975: 528) registró el uso de la forma pronominal interrogativa cuála. 3. La ausencia de una norma académica prestigiosa ha favorecido que en el español isleño se hayan desarrollado una serie de tendencias no normativas que se manifiestan claramente en un terreno como la conjugación verbal, tan susceptible de verse afectado por la analogía. Para Alvar (1998: 48), lo más llamativo de las diferencias que, con respecto al IV ‘LATINOS’E HISPANOHABLANTES: GRADOS DE DOMINIO DEL ESPAÑOL 399 estándar, tienen lugar en San Bernardo es su coincidencia con las que él mismo ha registrado en las modalidades canarias. Uno de los rasgos destacados por diversos estudiosos (MacCurdy, 1975: 529; Lipski, 1990: 35) es la adición de una -s final en la segunda persona de singular del perfecto simple, por analogía con otros tiempos verbales (dijistes, ganastes). Según Lipski, en Luisiana este es un fenómeno categórico (a diferencia de otros dialectos, en los que el carácter categórico o no de este rasgo sirve como indicador del nivel sociocultural de los hablantes). En relación con esta misma forma del verbo, Alvar destaca en sus encuestas la elisión de la -s interna en la terminación -ste, dando lugar a formas como vite ‘viste’, trahite ‘trajiste’23 . La copla siguiente, recogida por Armistead a una hablante isleña, es un ejemplo, entre muchos, que refleja el uso que venimos comentando:‘El pañuelo que me dites, / el domingo de Pasión, / lo tengo escrito en el alma / y firme en el corasón’(2007: 146). Lipski (1990: 39) y Armistead (2007: 60) documentan, aunque con una presencia asistemática, el uso de -nos por -mos en la terminación proparoxítona de las formas de primera persona de plural del pretérito imperfecto de indicativo y de subjuntivo: fuéranos, estábanos, comíanos. El fenómeno no debe de estar muy extendido porque Alvar (1998: 106) considera que la abrumadora presencia de -mos (y no -nos) es precisamente uno de los rasgos que delimitan más nítidamente el español isleño frente al hablado en las zonas texanas (el uso de la terminación en -nos —frecuentísimo en estas regiones de Texas— ‘solo lo utilizó un informante marinero’en Luisiana). Alvar (1998: 35) señala la traslación acentual en la primera persona de plural del presente de subjuntivo, hecho también registrado en Canarias tal como se refleja en el ALEICan: fréguemo‘freguemos’, güélamo‘olamos’. La época de constitución del español isleño y su desarrollo en los dos siglos siguientes explican sobradamente la aparición de formas verbales arcaicas, que se han mantenido en los niveles populares de muchos dialectos hispánicos: haiga ‘haya’, truje ‘traje’, vaiga ‘vaya’, ha‘he’, hamos‘hemos’, vide‘vi’son habituales en el español de San Bernardo. También es usual el empleo de dir para el verbo ir, con la consiguiente formación del imperfecto en diba (o día) y del participio en dío, que se han documentado frecuentemente en las variedades rurales de Canarias y el Caribe. Lestrade (2002) indica que sus informantes, que utilizaron la forma dir, emplearon variablemente dia, iba y via para el imperfecto. En el español isleño también se producen otros fenómenos analógicos, de carácter no sistemático, en la conjugación verbal; algunos no son muy frecuentes en otros dialectos hispánicos. Entre ellos cabe señalar la diptongación en posiciones inacentuadas (vuelvemos ‘volvemos’, güelemos ‘olemos’), las diptongaciones no etimológicas (apriendo ‘aprendo’, comprienda ‘comprenda’), la reducción de diptongos a monoptongos (volo ‘vuelo’, podo ‘puedo’),los cambios en la vocal del lexema verbal (pidir‘pedir’,dicimos ‘decimos’,midimos ‘medimos’) y el empleo, para la segunda persona de singular del imperativo, de las formas pone‘pon’y sale‘sal’. En relación con los tiempos verbales, Alvar destaca la sustitución de las formas del futuro sintético por la perífrasis ir + infinitivo.También resalta el uso frecuente del perfecto simple en construcciones en que el español de Castilla emplearía el perfecto compuesto, en total coincidencia con las respuestas que le habían dado los informantes canarios consultados en el ALEICan (‘esta mañana fui al mercado’,‘bailé toda esta tarde’). En la apódosis de las condicionales alternan el imperfecto de subjuntivo y el condicional (‘si tuviera dinero, lo compraría / comprara’;‘si todos fueran como tú, entonceh ehtuviera alright’)24 . 4. En el español isleño —como en otras muchas hablas arcaicas y populares— se usan aún los adverbios entodavía, endenantes, ansina/asina. El español isleño José Antonio Samper y Clara Eugenia Hernández 400 En cuanto a la sintaxis, se han señalado las siguientes características: (a) Las respuestas que dieron los informantes de Alvar en Luisiana reflejan una serie de construcciones que, como ocurre en el español canario, coinciden con los usos normativos: en la combinación de los pronombres átonos siempre aparece el orden ‘se me cayó’, ‘se te cayó’; igualmente en las oraciones pasivas reflejas hay concordancia entre sujeto y verbo (‘se cortaron árboles’,‘se venden papas’). (b) Anteposición del sujeto pronominal en oraciones interrogativas como las siguientes: ¿Por qué usté llora? (L 40) ¿Cuántoh dotoreh uhté vio? (L 41) Esta construcción, usual en el dialecto isleño25 , pudo haber sido llevada a Luisiana, según Lipski (1990: 39-42), por los colonos canarios, ya que él considera que se trata de un posible portuguesismo en las islas26 . Contra esta hipótesis se encuentra el hecho objetivo de que la abundante bibliografía sobre el español de Canarias no refleja tal uso, ni siquiera en zonas rurales aisladas. (c) Infinitivo con sujeto antepuesto. En el español isleño esta construcción tiene una elevada frecuencia pues casi ha llegado a eliminar a la forma alternante, la cláusula subordinada con verbo conjugado en subjuntivo: Eso no é pa loh pato poné loh huevo. (L 43) Jesucrihto noh ponía la idea qué nosotro jacé. (L 43) Lipski (1990: 42-44) supone que tal construcción también pudo ser llevada originariamente a Luisiana por los colonos canarios (su frecuente empleo entre los isleños más viejos, con poca competencia en inglés, puede reforzar esta teoría); sin embargo, el que tal variante haya llegado a ser casi categórica en Luisiana27 lleva a pensar que ha sido reforzada por el contacto con el inglés. Por influencia directa del inglés, en estas construcciones la forma pronominal tónica que funciona como término de preposición (mí, ti) puede llegar a sustituir al pronombre sujeto (yo, tú):‘Eso é pa mí lonchá’(L 45)28 . (d) Indicativo por subjuntivo. En las cláusulas subordinadas (de uso poco frecuente) la forma normativa del subjuntivo puede ser reemplazada por una del indicativo29 : ‘No faltó nada [para] que no[s] morimo [muriéramos]’(L 45)30 . El léxico Contamos con varios listados léxicos que nos permiten conocer el vocabulario utilizado por los isleños de Luisiana. El repertorio más amplio se encuentra en el libro de Alvar (1998), que recoge las respuestas que los informantes de San Bernardo aportaron a las preguntas de los cuestionarios del ALEICan, del ALH y del LMP. Estas encuestas tienen la gran ventaja de que proporcionan no solo el léxico diferencial, sino también otro de carácter general, y, además, permiten establecer valiosas comparaciones con las respuestas obtenidas en otras comunidades hispánicas. Para el léxico característico de la comunidad bruli es esencial la información que aporta Holloway (1997a, 1997b), que completa la relación ofrecida anteriormente por MacCurdy (1959). Ya en el trabajo pionero sobre el dialecto isleño, MacCurdy (1975) había señalado la necesidad de registrar el léxico usual en la comunidad y no solo el diferencial, puesto que ‘el vocabulario luisianés se compone principalmente de palabras castellanas, corrientes en todas partes de España’ (p. 481). Sin embargo, por razones muy comprensibles, él mismo se limitó a aportar una relación de palabras peculiares: arcaísmos, variantes fonéticas, palabras hispanizadas de origen francés, palabras que conservan su pronunciación francesa, palabras usadas solo en Canarias o en América, lusitanismos y anglicismos. Igualmen- IV ‘LATINOS’E HISPANOHABLANTES: GRADOS DE DOMINIO DEL ESPAÑOL 401 te el libro de Lipski aporta una limitada relación de léxico diferencial con la finalidad de reflejar los procesos lingüísticos que se han producido en tal variedad. En el léxico de los isleños se encuentran, como era de esperar, términos de muy variadas procedencias31 : 1. Las palabras españolas tradicionales, como ya había observado MacCurdy, constituyen el elemento predominante. Cuando Alvar comenta las respuestas que sus informantes dieron a las preguntas del cuestionario empleado en el ALEICan, señala que obtuvo un total de 547 términos válidos; lo más relevante es que, de esos 547 vocablos, 310 son propios del español patrimonial (se trata, por consiguiente, de un elevado 56,7% del total). Entre los isleños de St. Bernard siguen muy vivas voces como zapato, chispa, rescoldo, iglesia, cobarde, gordo, siesta, mediodía, lucero, etc., extendidas por todo el mundo hispánico. Alvar destaca asimismo el vocabulario que debieron crear los isleños con el fin de contrarrestar los deterioros del tiempo o de hacer frente a nuevas necesidades comunicativas para las que no contaban con términos adecuados32 . En esos casos ha sido determinante el recurso a la analogía, que se ha complementado con otros tres procedimientos: (a) las creaciones en que ‘el término no marcado se hace patente en especificaciones aclaratorias’: partí el pehcueso ‘desnucarse’, clavo cambao ‘escarpia’, tina lavá ‘lavadero’, loh pieh p-arriba ‘(hacer) el pino’; (b) las adaptaciones desde campos asociativos próximos: calsonsiyo ‘braga’, lavador‘palangana’, marca‘cicatriz’; y (c) las creaciones metafóricas: engaño‘hijo nacido tardíamente’, soldao‘zángano (de la colmena)’, (día) tonto‘bochornoso’. También tiene un carácter marcadamente panhispánico el abundante léxico marinero. Se trata de un vocabulario que, como señala Alvar, no lo pudieron traer los colonos de finales del XVIII porque ellos eran agricultores. El léxico marinero es, por tanto, el resultado de oleadas migratorias posteriores y por eso resulta tan unitario. Naturalmente, como en el vocabulario general, no faltan adaptaciones y reajustes también en este campo: para ‘viento de popa’los isleños utilizan viento d’atrá; para‘cabecear’picá de proba o para‘atracar’ poné de lao; se emplean, pues, los procedimientos típicos de un reajuste léxico, con desplazamientos significativos, metaforizaciones y otros recursos que, en muchas ocasiones, reflejan un evidente empobrecimiento. Lipski (1990) resalta el mantenimiento de formas populares y arcaicas entre los isleños33 . Considera que tales vocablos se pudieron mantener porque los inmigrantes que se fueron incorporando a la comunidad de San Bernardo también provenían de estratos socioculturales bajos, probablemente de regiones rurales o costeras. 2. Canarismos. El léxico procedente de las islas que ha perdurado en San Bernardo ha llamado la atención de todos los estudiosos, si bien es cierto que no todos coinciden en otorgarle la misma importancia. MacCurdy (1975: 482) recogió canarismos de diverso origen, entre los que sobresalen los lusitanismos, algo que no debe sorprender dada la significativa presencia de este tipo de léxico en las islas34 . En su listado de voces MacCurdy incorpora la aclaración ‘corriente en Canarias’ para indicar la relación del léxico que recoge en San Bernardo con el del archipiélago; entre esos vocablos figuran cambado ‘torcido’, cambear‘cambiar’, cuca‘cucaracha’, encetar‘empezar’, endrogarse‘endeudarse’, gofio ‘harina de maíz’, guirre ‘buitre’, nombrete‘apodo’, piña‘mazorca de maíz’, sarampio‘sarampión’, solajero‘sol muy intenso’. Para Lipski (1990: 81), la raíz dialectal canaria rural se manifiesta en vocablos como gofio, chipiar y probablemente en guagua y faca. A Alvar, profundo conocedor del léxico empleado en el archipiélago, le debemos el análisis más detallado y completo de los canarismos entre los isleños de Luisiana35 ; distingue los grupos siguientes (1998: 99-100): (a) Palabras españolas no incluidas en la lengua común que viajaron con los emigrantes del siglo XVIII: cuero‘piel’, gañote‘garganta’, quebrá‘hernia’, encocriyao‘agachado’. El español isleño José Antonio Samper y Clara Eugenia Hernández 402 (b) Términos que habían sufrido un proceso de adaptación en Canarias y que fueron trasplantados desde las islas: vuelta cahnero ‘voltereta’, fanguero ‘barrizal’, quehada ‘mandí- bula’. (c) Portuguesismos, que hoy mantienen su vitalidad en Canarias: gago‘tartamudo’, fechadura‘cerradura’, debaso‘holgazán’. (d) Guanchismos, como gofio ‘harina de maíz’, beletén ‘calostro’ o guirre ‘ave carroñera’. A pesar de su reducido número, la presencia de estas voces es sumamente significativa como muestra del origen canario de aquella comunidad de habla. Coles (1991: 228) ha registrado la aparición de topónimos guanches (como Bencheque y Acusa) en las letras de las décimas, aunque hoy son sustituidos por los términos ingleses. Basándose en los datos del ALEICan, Alvar indica que estos dialectalismos relacionan el español luisianés sobre todo con el de las islas occidentales del archipiélago, fundamentalmente con La Palma. La presencia de los canarismos se manifiesta con toda claridad cuando el mismo investigador compara los resultados de Luisiana con los de Texas al aplicar el cuestionario del Atlas Lingüístico de Hispanoamérica: el buchito de los isleños se contrapone al sorbo o traguito de los texanos; el arco la vieja de los primeros al arco iris de los últimos, y sobresalen los portuguesismos que afloran en el español isleño de Luisiana y que faltan en las variedades de Texas. El ‘Breve vocabulario del español de Luisiana’, que incorpora Alvar como parte sexta de su libro (1998:161-208), pone de relieve, una vez más, la importancia de los dialectalismos canarios. En esas páginas se registran, a partir de las encuestas que el investigador realizó en San Bernardo, voces tan inequívocamente regionales como guagua ‘autobús’, hablantín ‘charlatán’, gago ‘tartamudo’, gofio ‘harina de maíz’, gomo ‘gajo’, espejuelos ‘lentes’, fechadura ‘cerradura’, ferruje ‘óxido, herrumbre’, día de los finados, frangollar ‘hacer mal las cosas’, friolento ‘friolero’, chinchorro ‘red’, chivo ‘macho cabrío’, cambar ‘curvar’, camisilla ‘camisa de hombre’, cansera ‘pereza’, carajiento ‘enojado’, beletén ‘calostro’, botarate ‘manirroto’, ansia ‘náusea’, tina ‘vasija para recoger el agua filtrada’, ruin ‘leche agria’,‘hembra en celo’, piña‘puñetazo’o liña‘sedal para pescar’. 3. Portuguesismos. Los numerosos vocablos de este origen, un rasgo destacado por todos los estudiosos del español isleño desde MacCurdy (1950), han sido considerados unánimemente como una manifestación más de la herencia canaria y, por eso, han sido incorporados por muchos investigadores,como vimos en el apartado anterior,dentro de los canarismos. Como ya hemos indicado, los lusitanismos constituyen una de las diferencias más relevantes del léxico de San Bernardo con respecto al de los dialectos texanos: gago, totizo, fechadura, debaso, enchumbar, falcón o corujo son ejemplos de préstamos del portugués que perviven entre los hablantes de Luisiana y que Alvar (1998) no registró en Texas cuando hizo las encuestas del ALH36 . Coles (1991: 232) recuerda que algunos de los lusitanismos (ella cita los casos de apopar ‘animar’, lanchón ‘zapato grande’ y tolete ‘persona torpe’) son antiguos marinerismos que han cobrado nuevos significados. 4. Galicismos. La abundancia de galicismos es, sin duda, el rasgo más llamativo de la variedad española hablada en San Bernardo37 . El estrecho contacto con los hablantes de francés de la zona (en ciertos momentos pudo darse incluso una situación de bilingüismo) dejó, como indica Lipski (1990: 81), lógicas secuelas. Los isleños tomaron del dialecto francés de Luisiana no solo numerosas voces para designar herramientas de trabajo, utensilios domésticos,partes del mobiliario,vestimentas,etc.,que desconocían a su llegada al Nuevo Continente, sino también otras muchas de uso frecuente (tanta ‘tía’, fruí ‘fregar’). MacCurdy incluye un buen número de estas palabras en su vocabulario; entre ellas figuran agrafa‘tenazas para pescar ostras’, amador‘aficionado a la pesca’, balancé‘colum- IV ‘LATINOS’E HISPANOHABLANTES: GRADOS DE DOMINIO DEL ESPAÑOL 403 pio’, bucana ‘humo’, canar ‘pato’, coclís ‘tos ferina’, creyón ‘lápiz’, cher ‘novio, querido’, fuete ‘látigo’, garota ‘zanahoria’, gató ‘tarta’, lacre ‘lago’. Y Alvar (1998: 113-115) completa la relación con algunas otras (trusó‘ajuar’, sampión‘seta’, petilorié‘laurel’, gardefur‘balaustrada’, etc.)38 . 5. Elementos procedentes del español caribeño. Ya MacCurdy (1975: 482) destacó la presencia de voces antillanas en el léxico luisianés, algo que confirmaron después Armistead (2007) y Lipski (1990: 81-82). Para este último estudioso, la incorporación de vocablos como jaiba, caimán, tegurón, matungo o macaco es una muestra de esa influencia caribeña, que no tiene por qué ser directa. Dado que no está documentada la existencia de contactos permanentes entre las dos zonas, puede pensarse que tales palabras pudieron haber sido introducidas a través de los marineros españoles que llegaban a Luisiana y que habían pasado previamente por los puertos caribeños y, por tanto, se habían familiarizado con un léxico y unos referentes desconocidos en la otra parte del Atlántico. Por otro lado, según Lipski, tampoco debe descartarse la relación directa, dada la cercanía de la costa de Luisiana con Cuba y, también, la existencia del comercio de contrabando que pudo producirse entre las dos zonas mientras duró la Ley seca. 6. Anglicismos. Aunque desde etapas tempranas los canarios debieron incorporar anglicismos con el fin de designar aquellas realidades propias de sus nuevas ocupaciones para las que no disponían de un nombre español, la influencia del léxico inglés fue muy limitada hasta los comienzos del siglo XX. MacCurdy (1975: 482) escribía en su trabajo de tesis doctoral:‘Contrariamente a lo que se podía esperar, hay relativamente pocas palabras inglesas hispanizadas en el dialecto luisianés’39 . Naturalmente esa situación ha cambiado a lo largo del siglo XX; en ello ha influido, sin duda, la extensión de la enseñanza en inglés. Entre los anglicismos (antiguos o recientes) que han documentado los distintos estudiosos (muchos de ellos ampliamente extendidos entre todos los hispanos estadounidenses) se encuentran cotón ‘algodón’, ganga ‘pandilla’, grocería ‘almacén de comestibles’, farmero ‘granjero’ ,trol ‘red barredera’, guachimán ‘vigilante’, lonchar ‘almorzar’, suiche ‘interruptor’y sinc‘fregadero’. El español isleño como lengua vestigial Hoy nadie duda de la muy próxima desaparición de las variedades canarias llevadas en el siglo XVIII a Luisiana. Hace unos años Alvar (1998: 101) lo anunciaba con estas palabras:‘El isleño morirá […] ha quedado como nave al garete desasistido del mundo hispánico’. Dada la situación de la comunidad, con muy pocos hablantes de español entre los isleños de menos de 50 años, muchos estudiosos han considerado una tarea urgente e inaplazable investigar estos últimos momentos del dialecto (vid. Coles, 1991: 1). Realmente ha sido drástica la transformación de la situación lingüística en los últimos tiempos. Si las generaciones anteriores hablaban español y recurrían al inglés solo ocasionalmente, en la actualidad los isleños o bien son bilingües más o menos equilibrados, o bien hablan únicamente inglés. Hoy en San Bernardo los hablantes mayores necesitan recurrir al inglés en las conversaciones cotidianas con sus hijos; es un síntoma inequívoco de que los propios isleños aceptan la desaparición del español como algo inevitable. Como indica Coles (1993), pueden mantenerse algunas costumbres y la conciencia del origen como vínculos del grupo étnico, pero eso no significa que la lengua perdure, ya que el español no se transmite a las generaciones más jóvenes. Neumann Holzschuh (2000) ha comparado la situación de los dos grupos de español ves- tigial40 con el cadjin, un ‘français marginal’. La situación de ambos idiomas es muy parecida: son lenguas de transmisión exclusivamente oral que sufren la fuerte competencia del inglés, muy acusada en el último siglo41 . El español isleño José Antonio Samper y Clara Eugenia Hernández 404 Una de las dificultades para el investigador de lenguas moribundas es la de distinguir los distintos tipos de hablantes según su competencia en la lengua en extinción (Dorian, 1977). Lipski utiliza el término semihablantes (‘hablantes a medias’ o hispanohablantes vestigiales) para referirse a las ‘personas en cuyas familias se ha producido una dislocación idiomática del español al inglés en el transcurso de una o dos generaciones, y donde existe una competencia lingüística desequilibrada hacia los conocimientos receptivos o pasivos’ (2004c: 244). Lestrade (1999, 2002), por su parte, diferencia en su investigación tres tipos de informantes: (a) bilingües, que pueden llevar una conversación fluida sin vacilar sobre las formas gramaticales que utilizan; (b) semihablantes, capaces de tratar diversos temas pero inseguros en cuanto a la terminología y las formas gramaticales (especialmente en lo que respecta al género y a la conjugación verbal); son hablantes que reconocen que han olvidado (o no han llegado a aprender adecuadamente) ciertos aspectos de la lengua42 ; y (c) rememberers, que pueden producir oraciones aisladas pero que generalmente no utilizan el dialecto43 . Realmente la comunidad isleña no se había visto afectada por los cambios lingüísticos que se han dado en otros grupos de hispanos en los Estados Unidos como consecuencia del contacto con la lengua dominante. Sin embargo, en las dos últimas generaciones se constata una creciente influencia del inglés,perceptible en todos los ámbitos lingüísticos. — En el habla de los isleños jóvenes se pueden escuchar esporádicamente realizaciones fonéticas que parecen deberse a la influencia del inglés. Entre esos rasgos (vid. Lipski, 1990: 84; Lestrade, 2002) se encuentran la pronunciación alveolar del grupo /tr/, la velarización de la -/l/ implosiva o la elisión de /b/ ante /r/ (porecito‘pobrecito’). — Como en las demás comunidades de habla española en los Estados Unidos, en la modalidad isleña abundan hoy los anglicismos léxicos, que han venido a sustituir a los tradicionales préstamos del francés criollo. El sufijo -iar es el más productivo para la creación de formas verbales (trapiar [< trap], pumpiar [< pump]), pero también se forman verbos con el sufijo -ar (suichar, lonchar, embildar). Asimismo se han creado numerosos neologismos a partir de palabras inglesas: farmero [< farmer], guachimán [< watchman], grocería [< grocery store]. — En todas las modalidades lingüísticas moribundas se manifiesta una ‘tendencia a la invariabilidad’ (Neumann Holzschuh, 2000) que conlleva una reducción de los paradigmas de las distintas categorías gramaticales. Lipski (1990: 47-67) ha hecho una detallada y precisa exposición de estos fenómenos, que ha servido como modelo en estudios posteriores sobre el dialecto: Reducción de la morfología verbal Se manifiesta especialmente en los siguientes rasgos: (a) Uso frecuente de la tercera persona de singular, la menos marcada44 : Yo no puede hacé la vida de pescando. (C 283) (b) Utilización de las formas de la tercera persona de plural en lugar de las de primera: Nosotros saben [sabemos] trabajá junto. (L 54) Esta tendencia al lexema invariable, común en los procesos de aprendizaje de lenguas y de criollización, se produce tanto en los dialectos españoles vestigiales como en el cadjin (Neumann Holzschuh, 2000). La reducción del inventario de formas se manifiesta también en el subjuntivo,que deja de emplearse progresivamente en cadjin y en isleño, del mismo modo que en otras lenguas moribundas. Según Coles (1991: 281), los semihablantes de San Bernardo, a diferencia de los bilingües equilibrados, ya no usan el subjuntivo nunca: Pero ¿quiere que los niños saben las décimas? (C 182) IV ‘LATINOS’E HISPANOHABLANTES: GRADOS DE DOMINIO DEL ESPAÑOL 405 La tendencia al uso de expresiones perifrásticas en lugar de las formas verbales sintéticas se manifiesta especialmente en las que designan futuro: en bruli (Holloway, 1997a) ha desaparecido el futuro morfológico y se utilizan únicamente construcciones perifrásticas con ir a + infinitivo. Reducción de la morfología nominal Como en todas las variedades marginales, es frecuente la reducción y neutralización del género de los sustantivos y adjetivos, que comúnmente aparecen en la forma de masculino singular. Esta tendencia se manifiesta de dos maneras45 : (a) Se asigna un género no etimológico: Era cosa serio; un bonito mujer46 . (L 56) Este rasgo se oye especialmente a los semihablantes (vid. Lestrade, 2002). (b) Se produce discordancia genérica dentro de una misma frase: Esta décima fue composío pol mi tío; la casita ese. (L 56) Reducción de preposiciones (a) Se eliden a y de porque sus valores semánticos pueden ser reconstruidos contextual- mente47 : La compañía [de] asaite; tú jura[s] [a] un isleño. (L 57) (b) Se elimina la preposición con determinados verbos: Comenzaba [en] setiembre48 . (L 57) Reducción de la complejidad sintáctica Esta reducción puede llegar a producir oraciones agramaticales: No faltó nada no morimo [No faltó nada para que nos muriéramos]. (L 58) Empleo de tener con valor existencial49 A [en] casa [de] loh muchacho tiene una armónica. (L 59) Eliminación del artículo Según Lipski (1990: 87), solo tiene lugar ocasionalmente entre los isleños más jóvenes: La gente que viene de [la] ehcuela. (L 60) Uso de pronombres sujeto redundantes (sobre todo los de primera y segunda persona, tanto en singular como en plural)50 Yo tengo a dos hijo; yo tengo a Al y yo tengo a Paul. (L 62) Las formas de segunda persona de singular tú y usted se emplean frecuentemente con valor impersonal: Si usted va mucho afuera, mira el tiempo que usted pierde. (L 88) Confusión en el uso de ser y estar Es un rasgo que, según Lestrade (2002), se produce solo entre los semihablantes: Las personas que eran en la ihla. (Le 106) Uso del gerundio donde el español exige infinitivo No vamos hablar de robando [robar]. (L 87) Calcos en los numerales compuestos Se producen calcos como docecientos ‘mil doscientos’. Para las fechas alternan las construcciones‘mil novecientos veinte’y‘diecinueve veinte’. El español isleño José Antonio Samper y Clara Eugenia Hernández 406 Construcciones con para atrás (patrás) El anglicismo sintáctico más llamativo, según Lipski, es la abundancia de estas construcciones con para atrás (pa tras): venir patrás ‘regresar’; pagar patrás ‘saldar una deuda’; coger patrás ‘retener, arrebatar’. Se trata de un uso frecuente en los otros grupos hispanos de los Estados Unidos, pero, en opinión de Lipski, ha podido surgir espontáneamente entre los isleños, dado el aislamiento en que han vivido estos. Usos pronominales En cuanto al uso pronominal, Holloway (1997b: 67) señala la pérdida en el bruli de las variantes formales usted y ustedes. Es una muestra, según este investigador, del monoestilismo que caracteriza a las lenguas utilizadas solo en el ámbito familiar. Holloway (1997a: 149-150) aclara que realmente pueden encontrarse casos de usted,pero los hablantes brulis no tienen conciencia de la diferencia entre las dos formas. Por eso en la misma frase pueden simultanear ambos tratamientos: Coja allí y llama tu gente. En la variedad isleña, como muestra la investigación de Coles (1991: 292), sí se mantienen diferenciadas las dos formas de tratamiento, un dato que no confirma lo que había indicado en 1979 Varela sobre la práctica desaparición del usted. Infinitivos con sujetos nominales Entre los rasgos que manifiestan la influencia del inglés puede recordarse asimismo el ya señalado uso casi exclusivo de la construcción de infinitivos con sujetos nominales (‘se curan sin nadie jacer nada’), en lugar de la forma subjuntiva precedida de que51 . La construcción también se documenta en Canarias alternando con la más general en español. La alternancia de códigos en el español isleño Según Lipski (1990: 92-96), el cambio de código no es tan frecuente entre los isleños como en otras comunidades hispanas de los Estados Unidos. Son varias las razones que, según este investigador, explican este hecho: (a) en San Bernardo no ha habido realmente un período de bilingüismo estable, que es la situación que propicia este fenómeno, por el rápido paso del español al inglés y por la dispersión geográfica de los isleños, que ha impedido la formación de grupos de hablantes bilingües en estrecho contacto; (b) los hablantes más viejos de la comunidad no saben el suficiente inglés; y (c) los más jóvenes no saben tanto español como para incorporar cambios de código relativamente complejos (solo pueden introducir expresiones del tipo adiós, hasta mañana). Lestrade (1999: 56-64) ha estudiado los cambios de código realizados por sus informantes de San Bernardo y los ha clasificado en no marcados (los cambios esperables) y marcados (los cambios inesperados o que persiguen modificar la relación entre los interlocutores). En las entrevistas que constituyen la base de su trabajo, los hablantes pasaron del español al inglés, según Lestrade, en los casos siguientes: (a) Cuando pensaban que no se les había entendido adecuadamente: Y el hurón, un mink, un hurón le llaman, era un mink y sato, era un racoon. (Le 58) (b) Cuando reproducían literalmente algo dicho previamente: El viene pompea yo digo:‘you can spray here, but we…’. (Le 59) (c) Cuando no disponían del término español52 . Pueden incorporarse en este grupo los ejemplos en que los hablantes no tenían seguridad sobre un término español y preferían utilizar el inglés: Que no come de más / los calorie, so many calories of of / por día. (Le 59) ¿Cómo se dice? Saxophone lessons. (Le 62) IV ‘LATINOS’E HISPANOHABLANTES: GRADOS DE DOMINIO DEL ESPAÑOL 407 (d) Cuando deseaban mantener la pronunciación de los nombres propios ingleses: Para venir aquí en ese tiempo / con los Trade Winds. (Le 61) (e) Cuando querían enfatizar. Se trata de un cambio que solo pueden realizar los bilingües con alta competencia en las dos lenguas: You dern right que te matan por él. (Le 62) A modo de conclusión Durante más de 200 años los descendientes de los emigrantes canarios consiguieron mantener una lengua con las características propias de la modalidad que llevaron los primeros colonos en 1778. Se trata de un extraordinario ejemplo de lealtad lingüística en unas circunstancias poco propicias. Sin embargo, hoy la aventura está próxima a su fin. Todos los investigadores que se han acercado al estudio del dialecto, desde diferentes perspectivas, coinciden en pronosticar la inminente desaparición de la variedad isleña. La influencia del inglés, que ha ido creciendo desde el comienzo del siglo XX y que ha contado con un aliado tan poderoso como la enseñanza oficial, ha sido contundente y ha arrinconado al español hablado en la parroquia de San Bernardo. Hoy el inglés es la lengua materna de los isleños con menos de 50 años y los esfuerzos serios que se hacen actualmente en la comunidad para mantener vivo el recuerdo del origen étnico no persiguen la ya utópica conservación del dialecto. Notas 1 En 1975 se publicó una traducción española de este trabajo (con ciertas reducciones) en el Anuario de Estudios Atlánticos, revista del Museo Canario de Las Palmas de Gran Canaria. El artículo sirvió para dar a conocer al público español las peculiaridades de una modalidad dialectal de la que apenas se tenía conocimiento. 2 En 2007 se ha publicado la traducción al español de este libro. 3 Esta denominación fue propuesta por MacCurdy (1950); los habitantes de la zona no utilizan este nombre (vid. Holloway, 1997b). 4 Muchos de estos colonos canarios, a mediados del XIX, vendieron ventajosamente sus tierras en el bayou Lafourche a los norteamericanos y se instalaron en terrenos más alejados, donde quemaban la vegetación para crear nuevas zonas de cultivo. De esta práctica proviene el nombre bruli. Algunos de ellos trabajaron en las cercanas plantaciones de caña de azúcar.Vid., entre otros, Din (1988: 89), Holloway (1997a: 22-24) y Armistead (2007: 20). 5 Holloway entrevista a 8 informantes (5 hombres y 3 mujeres).El más joven tenía 48 años y el más viejo,89.En esa reducida muestra se incluyen hablantes monolingües en inglés,bilingües,semihablantes (con competencia muy restringida) y rememberers (personas que nunca fueron hablantes de español pero que recuerdan palabras y frases aisladas). 6 Incluso en relación con los isleños de San Bernardo, a pesar de que la distancia geográfica entre las dos parroquias no supere las 75 millas. 7 El uso de los nombres franceses, en lugar de los hispanos, es una tendencia que ha perdurado hasta nuestros días en esa comunidad. 8 Uno de los fenómenos que reflejan más nítidamente el cambio, como veremos posteriormente, es la lateralización generalizada de la vibrante implosiva: cuelpo, hielba. 9 Un rasgo que destaca Holloway (1997a: 102) en la variedad bruli es la nasalización de la vocal final tras la pérdida de la consonante nasal en vocablos como pan, [pã], ratón [ratõ]. 10 Armistead, sin embargo, anota la‘presencia esporádica de una fricativa interdental sorda’(2007: 60). 11 En la modalidad de Ascension Parish se produce una intensa sonorización de s intervocálica, que no afecta solamente a los préstamos procedentes del francés; así vocablos como guisar o coser se pronuncian [gizá], [kozé], respectivamente (vid. Holloway, 1997a: 110). 12 Entre los brulis el índice de elisión es mucho más elevado que en San Bernardo y que en las modalidades de las Islas Canarias, pues los datos de Holloway (1997a: 112) aportan porcentajes muy cercanos a los que se registran en República Dominicana. Llama la atención especialmente la elevada elisión de -/s/ en la posición preconsonántica. 13 Los datos de los cuadros 2 y 3 han sido extraídos de los trabajos de Pérez Martín (2003), Almeida (1990), Samper y Hernández Cabrera (1995), Cabrera Frías (2003) y Samper (1990). 14 Es interesante constatar, como indica Holloway (1997a: 114), que en bruli la -/s/ se sonoriza cuando la palabra inicial comienza por vocal acentuada, pero no cuando la vocal inicial es átona. El español isleño José Antonio Samper y Clara Eugenia Hernández 408 15 Según Holloway (1997a: 115-117), en bruli también se documenta un alto índice de elisión de la -r final de palabra (un 74% de los casos que contabiliza); sin embargo, a diferencia de lo que ocurre entre los isleños, no se pierde prácticamente nunca la -l final. 16 La situación es muy distinta en la comunidad de los brulis. Allí Holloway (1997a: 115-117), a diferencia de lo que había indicado MacCurdy (1950), encuentra que prácticamente no hay casos de cambio [l] > [r], mientras que el paso de [r] a [l] en el contexto preconsonántico alcanza unos porcentajes mucho más elevados que en cualquier comunidad hispánica: la realización lateral de la combinación /rC/ llega a un significativo 87%. 17 Es mucho más acusada la elisión de -d- en bruli. Si Coles (1991: 194) encuentra un 66% de pérdida en San Bernardo en el estilo más informal, Holloway (1997a: 108) contabiliza un 94% de elisiones en la comunidad bruli. 18 Además de los rasgos indicados por diversos estudiosos sobre la modalidad isleña, Holloway (1997a, 1997b) indica que entre los brulis se constata la pérdida de d cuando va precedida de n (jablano‘hablando’, cuano‘cuando’). 19 El mismo fenómeno se documenta en la variedad bruli (vid. Holloway, 1997a: 119). 20 Sin embargo,no se mantiene la aspiración en hambre (lo que,según Alvar,se puede deber a influencia extraña) ni en hembra (MacCurdy,1975:519).Puede pensarse (vid.Holloway,1997a:122) que en San Bernardo ha habido en los últimos años una reducción de la aspiración de las palabras procedentes de f- inicial latina;a esa conclusión se llega si se comparan los datos que aportó MacCurdy (1950) y los que recoge en 1991 Coles (quien solo oye la aspiración a los más viejos y únicamente en formas del verbo hacer).Entre los hablantes de Ascension Parish la realización aspirada es abrumadoramente mayoritaria: Holloway registra un elevado 88% de ocurrencias (jablá‘hablar’,jolmiga‘hormiga’,jigo‘higo’,jilo‘hilo’,jarina‘harina’). 21 Es un uso que también se documenta en bruli. 22 Un fenómeno que ha avanzado mucho más en el dialecto bruli que en el isleño es la aféresis vocálica en voces como buja‘aguja’, melicano‘americano’.Varios estudios sobre el español isleño han documentado estas mismas voces con mantenimiento de su vocal inicial (vid. Holloway, 1997a: 103-104). Entre los brulis también se produce la neutralización de /r/ y /rr/, sobre todo en posición inicial de palabra. Holloway aporta un dato significativo: en ese contexto el 57% de los ejemplos de su corpus ha sido realizado como una vibrante simple. 23 Vid. asimismo la indicación que incorpora Craddock (1992) sobre las formas hablastes/hablates. 24 En el bruli, variedad, como sabemos, más avanzada en el proceso de mortandad, la reducción del sistema verbal es más acusada. De acuerdo con Holloway (1997a: 134), esta modalidad dialectal retiene solamente el presente, pretérito, imperfecto, presente progresivo y pasado progresivo en el modo indicativo. Se trata de la manifestación de las últimas etapas de un proceso de reducción que se ha observado en otras comunidades hispanas. 25 Holloway también la registra en Ascension Parish. 26 Lipski también aporta otra posible explicación: la construcción pudo ser usual en el español peninsular, sobre todo en Andalucía, y solo ha quedado fosilizada o ha sido restablecida en ciertas zonas de Hispanoamérica. 27 Lo mismo puede decirse en relación con el español bruli (Holloway, 1997b: 66). 28 Es característico del español bruli (no se documenta en el isleño) el uso de la forma plena del pronombre como término de la preposición:‘ehto es bueno pa tú’;‘el sabro e(s) pa tú y pa Dio’. 29 Vid. también Holloway (1997a: 137) para ejemplos en el dialecto bruli. 30 Un rasgo que no se registra entre los isleños, pero que es característico de la modalidad bruli, es la sistemática anteposición al sustantivo de ciertos adjetivos de carácter descriptivo:‘eh un chiquito oso’. Para Holloway (1997a: 141) este uso es resultado de la influencia francesa. 31 Coles (1991: 236) indica el porcentaje que representan las distintas voces, según su etimología, en el diccionario isleño que aportó MacCurdy (1950): un 67% deriva del español, un 20% del francés (el 12% del francés estándar y el 8% restante del acadiano de Luisiana), un 4% del portugués, un 3% del inglés, un 1% del caribe, taíno, náhuatl, quechua y tupi, y un 4% de origen desconocido. 32 Se pueden asimilar a este grupo de términos aquellos que Lipski (1990: 68-82) considera modificaciones fónicas y morfológicas que se encuentran en el español popular o se han formado en San Bernardo y también los cambios semánticos de palabras españolas a través de evolución espontánea o de calcos semánticos del francés o del inglés. En su listado aparecen ejemplos como alegresía‘felicidad’(que alterna con el más general alegría), ehcoñá‘castrar’, limosna‘suscripción para ayudar a algún miembro de la comunidad’o tormenta‘trabajo, preocupación’. 33 También Holloway (1997b) recoge algunos arcaísmos (como tiseras, melecina, dir) entre los vocablos que todavía están vigentes entre sus informantes de Ascension Parish. 34 Vid. la reseña del trabajo de MacCurdy hecha por Pérez Vidal (1950), que precisa el origen de algunas voces incluidas en la relación del profesor norteamericano. 35 Como aclara el dialectólogo español, no siempre es fácil delimitar el carácter canario de los vocablos, especialmente en aquellos casos en que las variedades insulares comparten la palabra con otras zonas del español (en estos casos, como es natural, Alvar se refiere a esos vocablos que, bien han tenido un proceso de adaptación en las islas, o bien presentan una frecuencia de uso que no alcanzan en otras sintopías). 36 En la comunidad bruli Holloway también documenta portuguesismos como emborrallar, fechadura y pila (pilla). 37 El elevado número de vocablos de origen portugués y de préstamos franceses constituye, según Varela (1979), una de las principales diferencias entre el léxico del español isleño y el de Cuba. IV ‘LATINOS’E HISPANOHABLANTES: GRADOS DE DOMINIO DEL ESPAÑOL 409 38 La influencia francesa es aún más perceptible en el dialecto bruli. Holloway (1997a: 147) aporta ejemplos de transferencias del francés acadiano, como el uso del verbo llegar‘pasar, ocurrir’, calco sintáctico basado en el francés arriver. 39 Este hecho podría explicarse, según MacCurdy, porque los isleños, al ser casi todos bilingües, utilizaban la pronunciación inglesa (es decir, no incorporaban la palabra) cuando necesitaban utilizar una voz de esa procedencia. 40 Para comentar las características de estas modalidades de origen español se basa en los trabajos de Lipski (1990) y Holloway (1997a). 41 Para esta investigadora, estas variedades vestigiales reflejan procesos paralelos que manifiestan cómo evolucionan las lenguas románicas cuando se encuentran en una situación de aislamiento y, hoy, de erosión lingüística gradual. 42 Según Coles (1991: 28), que sigue a Dorian (1981), estos hablantes se caracterizan también porque utilizan muchas formas anglicadas y por la dificultad que muestran para realizar cambios de estilos. Con los semihablantes de su investigación en San Bernardo no pudo obtener muestras en el estilo de máxima formalidad. 43 Coles precisa que son esos hablantes que pueden seguir una conversación en español, pero que tienen grandes dificultades para participar activamente en un diálogo. 44 Curiosamente Lestrade (1999: 47) encuentra que entre sus informantes este rasgo constituye una excepción, propia únicamente de los semihablantes. 45 Además de estas dos manifestaciones, Holloway (1997a: 100-101) señala que entre los brulis en algunos casos se produce la indistinción de género por la confusión de timbre vocálico entre -a y -o, que se pronuncian como variantes centralizadas. La tendencia a la realización de vocales mixtas la observa también Lestrade (2002) en la comunidad de San Bernardo. 46 Coles (1991: 284) recoge ejemplos de duda en relación con el género del dialectalismo pehe‘pez’. 47 En bruli, según Holloway (1997a: 133), los casos de elisión de la preposición de pueden verse favorecidos por la frecuente pérdida de -d- en posición intervocálica. 48 La influencia inglesa en el bruli se manifiesta asimismo en los usos no estándares de por y para:‘cuano se casa eh po [para] la vía’(Holloway, 1997a: 133). 49 En contraste con este rasgo indicado por Lipski, Lestrade (2002: 49) encuentra entre los semihablantes que entrevista el uso de ser en lugar de tener o haber:‘la hija es treinti cinco’,‘no eran mucha gente en la isla’. 50 La investigación de Coles (1991: 293) no llegó a un resultado concluyente sobre la correlación entre los niveles de frecuencia del empleo del pronombre sujeto en San Bernardo y el contacto con el inglés o la muerte de la lengua. Lestrade (2002), por su parte, observó que el uso redundante del pronombre personal sujeto caracteriza el habla de los bilingües de mayor edad y no solo la de los semihablantes y rememberers. 51 Holloway (1997a: 137) afirma que en bruli el subjuntivo prácticamente ha desaparecido. 52 Como es sabido, hay problemas para considerar estos casos como cambios de código o simplemente como préstamos.