Introducción a la cultura de América Latina Poesía modernista. Selección José Martí Si ves un monte de espumas, Es mi verso lo que ves: Mi verso es un monte, y es Un abanico de plumas. Mi verso es como un puñal Que por el puño echa flor: Mi verso es un surtidor Que da un agua de coral. Mi verso es de un verde claro Y de un carmín encendido: Mi verso es un ciervo herido Que busca en el monte amparo. Mi verso al valiente agrada: Mi verso, breve y sincero, Es del vigor del acero Con que se funde la espada. Manuel Gutiérrez Nájera De blanco ¿Qué cosa más blanca que cándido lirio? ¿Qué cosa más pura que místico cirio? ¿Qué cosa más casta que tierno azahar? ¿Qué cosa más virgen que leve neblina? ¿Qué cosa más santa que el ara divina de gótico altar? ¡De blancas palomas el aire se puebla; con túnica blanca tejida de niebla, se envuelve a lo lejos feudal torreón; erguida en el huerto la trémula acacia al soplo del viento sacude con gracia su níveo pompón! ¿No ves en el monte la nieve que albea? La torre muy blanca domina la aldea, las tiernas ovejas triscando se van; de cisnes intactos el lago se llena, columpia su copa la enhiesta azucena y su ánfora inmensa levanta el volcán. Entremos al templo: la hostia fulgura; de nieve parecen las canas del cura vestido con alba de lino sutil; cien niñas hermosas ocupan las bancas y todas vestidas con túnicas blancas en ramos ofrecen las flores de abril. Subamos al coro: la virgen propicia escucha los rezos de casta novicia y el cristo de mármol expira en la cruz; sin mancha se yerguen las velas de cera, de encaje es la tenue cortina ligera que ya transparenta del alba la luz. Bajemos al campo: tumulto de plumas parece el arroyo de blancas espumas que quieren, cantando, correr y saltar; su airosa mantilla de fresca neblina terció la montaña; la vela latina de barca ligera se pierde en el mar. Ya salta del lecho la joven hermosa y el agua refresca sus hombros de diosa, sus brazos ebúrneos, su cuello gentil. Cantando y risueña se ciñe la enagua, y trémulas brillan las gotas del agua en su árabe peine de blanco marfil. ¡Oh mármol! ¡Oh nieves! ¡Oh inmensa blancura que esparces doquiera tu casta hermosura! ¡Oh tímida virgen! ¡Oh casta vestal! Tú estás en la estatua de eterna belleza; de tu hábito blanco nació la pureza ¡al ángel das alas, sudario al mortal! Tú cubres al niño que llega a la vida, coronas las sienes de fiel prometida, al paje revistes de rico tisú. ¡Qué blancos son, reinas, los mantos de armiño! ¡Qué blanca es ¡oh madres! la cuna del niño! ¡Qué blanca mi amada, qué blanca eres tú! En sueños ufanos de amores contemplo alzarse muy blancas las torres de un templo y oculto entre lirios abrirse un hogar; y el velo de novia prenderse a tu frente cual nube de gasa que cae lentamente y viene en tus hombros su encaje a posar. Julián del Casal Crepuscular Como vientre rajado sangra el ocaso, Manchando con sus chorros de sangre humeante De la celeste bóveda el azul raso, De la mar estañada la onda espejeante. Alzan sus moles húmedas los arrecifes Donde el chirrido agudo de las gaviotas, Mezclado a los crujidos de los esquifes, Agujerea el aire de extrañas notas. Va la sombra extendiendo sus pabellones, Rodea el horizonte cinta de plata, Y, dejando las brumas hechas jirones, Parece cada faro flor escarlata. Como ramos que ornaron senos de ondinas Y que surgen nadando de infecto lodo, Vagan sobre las ondas algas marinas Impregnadas de espumas, salitre y yodo. Ábrense las estrellas como pupilas, Imitan los celajes negruzcas focas Y, extinguiendo las voces de las esquilas, Pasa el viento ladrando sobre las rocas. José Asunción Silva Sinfonía color de fresas en leche A los colibríes decadentes ¡Rítmica Reina lírica! Con venusinos cantos de sol y rosa, de mirra y laca y polícromos cromos de tonos mil, oye los constelados versos mirrinos, escúchame esta historia Rubendariaca, de la Princesa verde y el paje Abril, rubio y sutil. Es bizantino esmalte do irisa el rayo las purpuradas gemas que enflora junio si Helios recorre el cielo de azul edén, es lilial albura que esboza mayo en una noche diáfana de plenilunio cuando los crisodinas nieblas se ven a tutiplén! En las víridas márgenes que espuma el Cauca -áureo pico, ala ebúrnea- currucuquea, de sedeñas verduras bajo el dosel, de las perladas ondas se esfuma glauca: ¿es paloma, es estrella o azul idea?... Labra el emblema heráldico de áureo broquel, róseo rondel. Vibran sagradas liras que ensueña Psiquis, son argentados cisnes, hadas y gnomos y edenales olores, lirio y jazmín y vuelan entelechias y tiquismiquis de corales, tritones, memos y momos, del horizonte lírico nieve y carmín hasta el confín. Liliales manos vírgenes al son aplauden y se englaucan los líquidos y cabrillean con medioevales himnos al abedul, desde arriba Orión, Venus, que Secchis lauden miran como pupilas que cintillean por los abismos húmedos del negro tul del cielo azul. Tras de las cordilleras sombrías, la blanca Selene, entre las nubes de ópalo y tetras surge como argentífero tulipán y por entre lo negro que se espernanca huyen los bizantinos de nuestras letras hacia el Babel Bizancio, do llegarán con grande afán. ¡Rítmica Reina lírica! Con venusinos cantos de sol y rosas, de mirra y laca y polícromos cromos de tonos mil, ¡estos son los caóticos versos mirrinos, ésta es la descendencia Rubendariaca, de la Princesa verde y el paje Abril, rubio y sutil!