Sor Juan Ines de la Cruz Selección de poesía (Son lectura obligatoria todos los poemas sefialados y numerados a lápiz.) Fuente: Cruz, Sor Juana Ines de la. Poesía Urica. Edición de Jose Carlos Boixo. Madrid: Cátedra (Letras Hispánicas), 1992. Poesía amorosa 1 por activa y pasiva es mi tormento, pues padezco en querer y en ser querida. [4] soneto 10 Prosigue elmismo asunto,y determina que převalena la razón contra el gusto. AI que ingrato tne deja, busco amante; al que amante me sigue, dejo ingrata; constante adoro a quien mi amor maltrata; maltrato a quien mi amor busca constante. Al que trato de amor, hallo diamante, 5 y soy diamante al que de amor me trata; triunfante quiero ver al que me mata, y mato a quien me quiere ver triunfante. Si a éste pago, padece mi deseo; si ruego a aquél, mi pundonor enojo: de entrambos modos infeliz me veo. Pero yo por mejor partido escojo, de quien no quiero, ser violento empleo, que de quien no me quiere, vil despojo. [5] /^soneto Continúa el asunto, y aun le expresa con más viva elegancia. Feliciano me adora, y le aborrezco; Lisardo me aborrece, y yo le adoro; por quien no me apetece ingrato, Horo, [4] (Cast., 4; MP, I, 289; SR, 92.) [5] (Cast., 5; MP, I, 288; SR, 92.) y al que me Hora tierno, no apetezco. A quien más me desdora, el alma ofrezco; a quien me ofrece víctimas, desdoro; desprecio al que enriquece mi decoro, y al que le hace desprecios, enriquezco. Si con mi ofensa al uno reconvengo, me reconviene el otro a mí, ofendido, y a padecer de todos modos vengo, pues ambos atormentan mi sentido: aquéste con pedir lo que no tengo, y aquél con no tener lo que pido. 10 [6] soneto Enseňa cómo un solo empleo en amar es razón y conveniencia. Fabio, en el ser de todos adoradas, son todas las beldades ambiciosas, porque tienen las aras por ociosas si no las ven de víctimas colmadas. Y asi, si de uno solo son amadas, 5 viven de la fortuna querellosas, porque piensan que más que ser hermosas, 1 constituye deidad el ser rogadas. Mas yo soy en aquesto tan medida que en viendo a muchos, mi atención zozobra, 10 y sólo quiero ser correspondida de aquél que de mi amor réditos cobra; porque es la sal del gusto el ser querida, que dana lo que falta, y lo que sobra. [6] (Cast., 5; MP, I, 289; SR, 93.) 78 79 [10] soneto Sin perder los mismos consonantes, contradice con la verdad, aün mos ingeniosa, su hiperbole. Dices que no te acuerdas, Clori, y mientes en decir que te olvidas de olvidarte, pues das ya en tu memoria alguna parte en que, por olvidado, me presentes. Si son tus pensamientos diferentes 5 de los de Albiro, dejaräs tratarte, pues tü misma pretendes agraviarte con querer persuadir lo que no sientes. Niegasme ser capaz de ser querido, y tü misma concedes esa gloria, 10 con que en tu contra tu argumento ha sido; pues si para alcanzar tanta victoria te acuerdas de olvidarte del olvido, ya no das negaciön en tu memoria. i") / soneto Un celoso reßere el comün pesar que todos padecen, y advierte a la causa, el fin que puede tener la lucha de afectos encontrados. Yo no dudo, Lisarda, que te quiero, aunque se que me tienes agraviado; mas estoy tan amante y tan airado, que afectos que distingo no prefiero. [10] (Gast., 198; MP, I, 295; SR, 285.) [11] (Gast., 137; MP, I, 294; SR, 225.) 82 De ver que odio y amor te tengo, infiero que ninguno estar puede en sumo grado, pues no le puede el odio haber ganado sin haberle perdido amor primero. Y si piensas que el alma que te quiso ha de estar siempre a tu afición ligada, de tu satisfacción vana te aviso: pues si el amor al odio ha dado entrada, el que bajó de sumo a ser remiso, de lo remiso pasará a ser nada. 10 [12] soneto Aunque en vano, quiere reducir a metodo racional el pesar de un celoso. (fQué es esto, Alcino? <;Cómo tu cordura se deja asi vencer de un mal celoso, haciendo con extremos de furioso demostraciones más que de locura? <:En qué te ofendió Celia, si se apura? {Q por qué al amor culpas de engafioso, si no aseguró nunca poderoso la eterna posesión de su hermosura? La posesión de Cosas temporales, temporal es, Alcino, y es abuso el querer conservarlas siempre iguales. Con que tu error o tu ignorancia acuso, pues Fortuna y Amor, de cosas tales la propiedad no han dado, sino el uso. 10 [12] (Gast., 137; MP, I, 292; SR, 224.) 83 cambia para no repetir el entendimiento de los vv. 3-4. 9 Var.: MP, «Y no estimo.» (71) (Cast., 6; MP, I, 279; SR, 95.) 1 mi delito: su éxito como escritora. sino el que le previenes al oido? Tan severo en mi contra has procedido que me persuado de tu duro intento, a que solo me diste entendimiento porque fuese mi dano mäs crecido. Disteme aplausos para mäs baldones, subirme hiciste para penas tales; y aun pienso que me dieron tus traiciones penas a mi desdicha desiguales porque, viendome rica de tus dones, nadie tuviese lästima a mis males. 10 [72] soneto Escoge antes el morir que exponerse a los ultrajes de la vejez. Miró Celia una rosa que en el prado ostentaba feliz la pompa vana, y con afeites de carmín y grana baňaba alegre el rostro delicado; y dijo: Goza sin temor del hado 5 el curso breve de tu edad lozana, pues no podrá la muerte de maňana quitarte lo que hubieres hoy gozado. Y aunque llega la muerte presurosa y tu fragante vida se te aleja, 10 no sientas el morir tan bella y moza: mira que la experiencia te aconseja que es fortuna morirte siendo hermosa y no ver el uhraje de ser vieja. [72] (Cast., 7; MP, I, 278; SR, 96.) Inspirado en el tema del «carpe diem» horaciano. 254 255 [73] soneto Encarta de animosidad la elecciön de estado durable hasta la muerte. Si los riesgos del mar considerara, ninguno se embarcara; si antes viera bien su peligro, nadie se atreviera, ni al bravo toro osado provocara; si del fogoso bruto ponderara 5 la furia desbocada en la carrera el jinete prudente, nunca hubiera quien con discreta mano le enfrenara. Pero si hubiera alguno tan osado que, no obstante el peligro, al mismo Apolo 10 quisiere gobernar con atrevida mano el räpido carro en luz banado, todo lo hiciera; y no tomara solo estado que ha de ser toda la vida. [74] soneto En que da moral censura a una rosa, j en ella a sus semejantes. Rosa divina que en gentil cultura eres, con tu fragante sutileza, magisterio purpüreo en la belleza, ensenanza nevada a la hermosura. Amago de la humana arquitectura, 5 ejemplo de la vana gentileza, en cuyo ser uniö naturaleza la cuna alegre y triste sepultura. jCuän altiva en tu pompa, presumida, soberbia, el riesgo de morir desdenas, 10 y luego desmayada y encogida de tu caduco ser das mustias senas, con que con docta muerte y necia vida viviendo enganas y muriendo ensenas! [7.3] (Cast., 166; MP, 1, 279; SR, 247.) 10-12 Referenda a lactbn. Con el mismo sentido, la imagen aparecera en El Suimi (vv. 789-826). 13-14 Sorprendente afirmaciön si la tomamos desde la perspectiva auto-biogräfica. Incluso no deja de contradecir la «valentia» (animosidad) del titulo. lin definitiva, el poema es un alegato en defensa de la libertad intelectual (fundamental, la imagen de los vv. 10-12). 256 [74] (II, 1692, 279; MP, I, 278.) 1 ruitura: equivale a nuestro actual «cultivo». 3-4 Purpüreo y nevada con el valor simbölico de la «pürpura» que vis-ten los reyes y personas importantes, y la «expertencia» de los ancianos, res-pectivamente. 257 El sueňo (fragmento) [80] Primero Sueňo, que asi intitule j compuso la Madre Juana Inés de la Cruz, imitando a Góngora. I Piramidal, funesta, de la tierra nacida sombra, al cielo encaminaba ^ ^oc^c de vanos obeliscos punta altiva, escalar pretendiendo las estrellas: si bien sus luces bellas —exentas siempre, siempre rutilantes— la tenebrosa guerra que con negros vapores le intimaba la pavorosa sombra fugitiva burlaban tan distantes, 10 , que su atezado ceňo [80] (II, 1692, 247; MP, I, 335.) Sigo el texto fijado por MP. Su modernización de la puntuación es impeca-ble y resulta imprescindible para la lectura del poema. No anoto las erratas de la ed. de 1692, pero si las correcciones introducidas por MP. Sigo la division en partes y fragmentos de la edición de Sabat y Rivers (Noguer, 1976), ya que facilita la lectura de tan largo poema, carente de divisiones en sus edi-ciones antiguas. 1-4 Prosificación de MP: «Una sombra funesta (o fúnebre) y piramidal, encaminaba hacia el Cielo la altiva punta de sus vanos obeliscos (vanos, por ser de sombra y por fallar su intento), como si pretendiese subir hasta las Estrellas.» 6 exentas: libres (porque la noche no puede alcanzarlas). 11 el de las sombras nocturnas. 269 al superior convexo aun no llegaba del orbe de la diosa que tres veces hermosa con tres hermosos rostros ser ostenta, quedando sólo dueňo del aire que empaňaba con el aliento denso que exhalaba; y en la quietud contenta de imperio silencioso, 20 sumisas sólo voces consentia de las nocturnas aves, tan obscuras, tan graves, que aun el silencio no se interrumpia. W-T-C». lkejte- Con tardo vuelo y canto, del oido mal, y aun peor del ánimo admitido, la avergonzada Nictimene acecha de las sagradas puertas los resquicios, o de las claraboyas eminentes los huecos más propicios 30 que capaz a su intento le abren brechá, y sacrílega llega a los lucientes faroles sacros de perenne llama que extingue, si no infama, en licor claro la materia crasa consumiendo, que el árbol de Minerva 12-13 Prosificación de MP: «ni siquicra llegaba al "convexo" (o sea, a la superficie exterior) de la Ľsfera de la I.una». SJ describe el Universo de acuer-do con la concepcion tolomaica de las esferas celestes que rodean la tierra. Las esferas eran once y tcnían el siguiente orden: Luna, Marte, Venus, Sol, Mercurio, Jupiter, Saturno, las estrellas fijas, el cielo cristalino, el Primer Motor y el Empíreo. Véase también la referencia a las esferas en los w. 302-308. Cfr. Otis II. Green, Espaňa y la tradition occidental, t. 1, Madrid, Gredos, págs. 42-60. 14-15 Las tres fases de la luna, representadas mitológicamente por la Luna, Diana y Proserpina. 27 Nictimene: la lechuza. La hija de Epopeo, rey de Lesbos, cometió in-cesto con su padre, por lo que fue transformada en lechuza. 36 el árbol de Minerva: el olivo. La lechuza apaga o bebe el aceite de las lámparas de los Templos. 270 I de su fruto, de prensas agravado, congojoso sudó y rindió forzado; y aquellas que su casa campo vieron volver, sus telas hierba, 40 a la deidad de Baco inobedientes —ya no historias contando diferentes, en forma si afrentosa transformadas—, segunda forman niebla, ser vistas aun temiendo en la tiniebla, aves sin pluma aladas: aquellas tres oficiosas, digo, atrevidas hermanas, que el tremendo castigo de desnudas les dio pardas membranas 50 alas tan mal dispuestas que escarnio son aun de las más funestas: éstas, con el parlero ministro de Plutón un tiempo, ahora supersticioso indicio al agorero, solos la no canora componían capilla pavorosa, máximas, negras, longas entonando, y pausas más que voces, esperando a la torpe mensura perezosa 60 de mayor proporción tal vez, que el viento con flemático echaba movimiento, de tan tardo compás, tan detenido, 39-52 Se refiere SJ a los murciélagos. En Tebas, las tres hijas de Minias, no creyendo en la divinidad de Baco, descuidaban su culto y ocupaban su tiempo tejiendo (oficiosas) y contándose historias mitológicas, por lo que el dios las castigo destruyendo su casa, transformando sus telas en hiedras y convirtiéndolas a ellas en murciélagos. 53-55 el parlero ministro de Plutón: el búho. Ascálafo, espia de Plutón, delate que Proserpina había comido los granos de la granada en el Infierno (por lo que no pudo salir de aquel lugar) y la diosa lo convirtió en búho, pájaro que era considerado de mal agüero (v. 55). 56-64 Ľstas aves de la noche formaban un coro (capilla) que entonaba una musica tan lenta y pausada (máximas, negras y longas son notas musicales) que el propio viento que las dirigia —con el perezoso ritmo (mensura) de «proporcion mayor»— llegaba a dormirse. 271 que en medio se quedö tal vez dormido. Este, pues, triste son intercadente de la asombrada turba temerosa, sj & , - 'r, menos a la atenciön solicitaba que al sueno persuadia; antes si, lentamente, su obtusa consonancia espaciosa 70 al sosiego inducia y al reposo los miembros convidaba —el silencio intimando a los vivientes, uno y otro sellando labio obscuro con indicante dedo, Harpöcrates, la noche, silencioso; a cuyo, aunque no duro, si bien imperioso precepto, todos fueron obedientes—. El viento sosegado, el can dormido, 80 este yace, aquel quedo los ätomos no mueve, con el susurro hacer temiendo leve, aunque poco, sacrilego ruido, violador del silencio sosegado. El mar, no ya alterado, ni aun la instable mecia cerülea cuna donde el sol dormia; y los dormidos, siempre mudos peces, en los lechos lamosos 90 de sus obscuros senos cavernosos, mudos eran dos veces; y entre ellos, la enganosa encantadora Alcione, a los que antes 65 intercadente: roto por las pausas. 73-79 Harpöcrates: dios egipcio del silencio, representado con un dedo sobre los labios, en la forma habitual de quien pide silencio. 86-88 Ni siquiera el mar movia sus azuies olas (cerülea cuna). 92 mudos eran dos veces: por su propia naturaleza y por estar dormidos. 93-96 Alcione, la hija de Eolo, fue metamorfoseada en el martin pesca-dor, de manera que los amantes que ella habia atrapado en sus redes de amor (metaföricamente, peces) quedaban vengados. en peces transformö, simples amantes, transformada tambien, vengaba ahora. En los del monte senos escondidos, cöncavos de penascos mal formados —de su aspereza menos defendidos que de su obscuridad asegurados—, cuya mansiön sombria ser puede noche en la mitad del dia, incögnita aün al cierto montaraz pie del cazador experto —depuesta la fiereza de unos, y de otros el temor depuesto— yacia el vulgo bruto, a la naturaleza el de su potestad pagando impuesto, universal tributo; y el rey, que vigilancias afectaba, aun con abiertos ojos no velaba. El de sus mismos perros acosado, t^oi-j monarca en otro tiempo esclarecido, timido ya venado, con vigilante oido, del sosegado ambiente al menor perceptible movimiento que los ätomos muda, la oreja alterna aguda y el leve rumor siente que aun lo altera dormido. Y en la quietud del nido, que de brozas y lodo instable hamaca forrnö en la mäs opaca parte del ärbol, duerme recogida 100 110 120 107 el vulgo bruto: todos los animales (que dormian). III Al leön, rey de los animales, se le atribuia que dormia sin cerrar los pärpados, por lo que parecia despierto (vigilancias afectaba). 113-122 Acteön vio banändose a Diana y a sus ninfas. La diosa lo casti-gö convirtiendolo en ciervo, y fue muerto por los perros de caza que le acom-panaban. 272 273 la leve turba, descansando el viento del que le corta, alado movimiento. De Jupiter el ave generosa —como al fin reina—, por no darse entera al descanso, que vicio considera si de preciso pasa, cuidadosa de no incurrir de omisa en el exceso, a un solo pie librada fia el peso, y en otro guarda el calculo pequeno —despertador reloj del leve sueno—, porque, si necesario fue admitido, no pueda dilatarse continuado, antes interrumpido del regio sea pastoral cuidado. jOh de la majestad pensiön gravosa, que aun el menor descuido no perdona! Causa, quizä, que ha hecho misteriosa, circular, denotando, la Corona, en circulo dorado, que el afän es no menos continuado. El sueno todo, en fin, lo poseia; todo, en fin, el silencio lo ocupaba: aun el ladrön dormia; aun el amante no se desvelaba. II El aDntirimo casi ya pasando iba, y läsombrä dimidiaba, cuando 130 140 150 127-128 l.a muchedumbre de los päjaros (leve turba) descansa, lo mismo que el viento, una vez que las alas de los päjaros no lo cortan. 129-140 El äguila sostiene en una de sus garras una piedrecita (cdlculo) porque si se duerme, la piedra, al caer, la despertarä. SJ atribuye al äguila esta cualidad fantästica que, sin embargo, en toda la tradiciön escrita se asigna a la grulla (ejemplos en Plinio y en los bestiarios medievales). 143-146 El circulo de la Corona simboliza que los afanes del buen gober-nante deben ser constantes. 151 conticinio: «hora de la noche en que todo estä en silencio» (DRAE). 274 160 170 de las diurnas tareas fatigados —y no solo oprimidos del afän ponderoso del corporal trabajo, mäs cansados del deleite tambien (que tambien cansa objeto continuado a los sentidos aun siendo deleitoso: que la naturaleza siempre alterna ya una, ya otra balanza, distribuyendo varios ejercicios, ya al ocio, ya al trabajo destinados, en el fiel infiel con que gobierna la aparatosa mäquina del mundo)—; asi, pues, de profundo sueno dulce los miembros ocupados, quedaron los sentidos del que ejercicio tienen ordinario —trabajo, en fin, pero trabajo amado, si hay amable trabajo—, si privados no, al menos suspendidos, y cediendo al retrato del contrario de la vida, que —lentamente armado— cobarde embiste y vence perezoso con armas sonolientas, desde el cayado humilde al cetro altivo, sin que haya distintivo que el sayal de la pürpura discierna: pues su nivel, en todo poderoso, gradüa por exentas a ningunas personas, desde la de a quien tres forman Coronas soberana tiara, hasta la que pajiza vive choza; desde la que el Danubio undoso dora, a la que junco humilde, humilde mora; 17.3-174 El contrario de la vida es la muerte, y su retrato, por su parecido, el sueno. 180 183-184 El Papa. 275