Introducción. Escuela de Mandarines. Miguel Espinosa 1 INTRODUCCIÓN I Hace miles de milenios existía un famoso Estado, llamado Feliz Gobernación1 , aunque, en verdad, la dicha sólo pertenecía allí a unos pocos, como descubrirá quien prosiga leyendo. Seis castas formaban el suceso: unos mandarines; unos legos, auxiliares de aquéllos; unos becarios, aspirantes al mandarinazgo; unos alcaldes, lacayos rurales del Poder; unos hombres de estaca, también apodados soldados, y un Pueblo. Por encima de las castas reinaban un Gran Padre Mandarín y un Conciliador, generalmente Dictador. Esta Introducción tiene como tiempo presente el año tres millones de aquel Estado, evo muy posterior a la Edad Clásica, aproximadamente ocurrida entre los años novecientos mil y dos millones, siglos de teorías y artes. El necesario rigor obliga a comenzar la historia cuando la Feliz Gobernación sólo era una escombrera de hombres heces y vocablos huecos, amontonados por la espada de oscuros déspotas, que imploraban la tradición y aseguraban restaurar la pasada grandeza, nunca resucitada. El dominio de los tiranos, mantenido tozudamente en los últimos cuatro mil siglos, bajo el inicuo nombre de Indefinida Dictadura, logró configurar un “Catálogo de las Obras Escritas desde el año Uno hasta el Presente”; una “Relación de Pensadores Originarios”, donde aparecían mezclados los ejecutores y los victimados, ya perdonados; una “Guía de las Artes Esparcidas por las Provincias Imperiales”, para uso de viajeros; y un “Índice de Creaciones”. Sin embargo, por ninguna parte surgía una doctrina, un artista ni un talento; el pensamiento se hallaba extrañado, y la belleza, olvidada. En esta época, la casta de los mandarines, otrora reflexiva y depositaria de un glorioso Libro2 , la Escritura, era pura bambalina, sostenida por los dictadores en nombre de 1 Feliz Gobernación: Esta expresión debe ser entendida en dos acepciones. La primera, en boca de los heterodoxos, significa el dominio tiránico y absurdo de los mandarines, legos, becarios, alcaldes y gentes de estaca, subyugadores del Pueblo y del Intelecto; la segunda, ortodoxa y más antigua, denota la empresa de gobierno sometida a los Preceptos Sustantivos y Adjetivos de la Escritura. Según los Preceptos Sustantivos, la Feliz Gobernación suponía la existencia de dos castas originarias: los mandarines y el Pueblo; tres castas auxiliares: los legos, los alcaldes y la gente de estaca; y una casta transitoria: los becarios. También suponía cuatro jurisdicciones, a saber: 1º. Comparecencia Dialéctica, encarnada en el Gran Padre Mandarín o Razón que interpreta los Hechos, único Calificador de cuanto acaecía en el mundo. 2º. La Comparecencia Decisoria, encarnada en los mandarines congregados en Consejo que gobernaba según la Escritura. 3º. La Comparecencia Moderadora, encarnada en un Conciliador que intermediaba entre el Pueblo y los mandarines. 4º. La Comparecencia Fáctica o de simple hecho, encarnada en el Pueblo, que estaba ahí y no gobernaba siquiera por representación, pues el Conciliador era un simple mediador. Por este motivo, el Pueblo fue denominado casta aquiescente o anuente. El cumplimiento de los Preceptos Adjetivos se llamaba Reino de la Preceptividad, o Legalidad, y presumía tres condiciones sine qua non para la Feliz Gobernación: 1º. Considerar al Conciliador como individuo del Pueblo. 2º. Decretar mediante Consejo Decisorio de Mandarines. 3º. Aceptar la doctrina de la Liberalidad de las Relaciones entre las Castas, que admitía la oposición de clases, como se advierte en los siguientes pasajes de la Escritura: «Las castas son libres de pugnar entre sí e injuriar incluso a sus respectivos dioses, pues cada una usufructúa su dios y su cielo verdaderos, que hacen falsos a los demás. De tal forma, todos los dioses y cielos son falsos y verdaderos a un tiempo»... «Los que gobiernan en nombre de un dios, hacen falso ese dios para los que obedecen»... «La lucha contra cualquier Gobernación es legítima, si triunfa, pero ilegítima, si fracasa, porque no hay razones fuera de los hechos». Sobre la Filosofía Política Mandarinesca, véanse capítulos 65, 66 y 67. 2 Depositaria de un glorioso Libro: Se refiere a la Escritura, o Libra de los Mandarines, inspirado por los Demiurgos Pensantes, según el parágrafo: «Los demiurgos que piensan, dictaron la Escritura y revelaron a los mandarines la existencia de la diosa Azenaia, símbolo de sabiduría, plácida presencia, sosegada figura, Introducción. Escuela de Mandarines. Miguel Espinosa 2 intereses, y el propio Gran Padre, el mayor de los muertos, como afirmó Sextinio3 , historiador de aquella Decadencia. Fue singular observar que, según perdían poder, los Grandes Padres se volvían sincréticos y moderados, ganando en benignidad cuanto resignaban de autoridad. Tan inofensivos atributos los convirtió en fantasmones respetados por el común de los hombres, que ya no les temían, pues conocían su inoperancia. ¡Qué lejanos se hallaban los tiempos en que un Gran Padre podía cambiar con una sola de sus Sentencias4 el destino de novecientos millones de almas5 , interpretando los hechos dialécticamente! Un pobre necio, llamado Macacio el Canoso6 , último Ditirámbico7 de la Feliz Gobernación, pretendió encontrar la causa del abatimiento en la moda de copiar usos extranjeros, juicio que probará cómo la degeneración y el ocaso eran irremediables. Sucedió sencillamente que otros pueblos descubrieron nuevas formas de pensar, clave de la que dedujeron nuevos modos de Sociedad y comportamiento. El día más triste que pudo imaginar la acedía de los antiguos, hízose real cuando el Consejo Decisorio de los Mandarines8 , reunido en el venerable Palacio de los Compromisos9 , declaró que la Escritura fue compuesta en lenguaje alegórico, y que el celebérrimo pasaje referente a unos Demiurgos Pensantes10 , autores del Sagrado Texto, debía entenderse analógicamente, pues ponderación y medida. Cuanto se dijo y pueda añadirse con sentido, está contenido en este acopio de vocablos: un millón por cada dedo de la mano, y un millón por cada mano». Idealmente la Escritura constaba de Tres Partes, dedicadas a las Cosas Primeras, las últimas y las Contradictorias. Empero, ésta no aparecía en el cuerpo ordinario, por estar reservada al Gran Padre; algunos, incluso, llegaron a sostener que jamás existió ni fue escrita. Por lo demás, sólo los mandarines podían citar el Libro, y ello con la obligación de expresarlo manifiestamente. Pronto surgió la práctica de recitar el primer versículo, nuncio de los sagrados vocablos. Rezaba así: «Si el hombre no hablara, no habría insectos». Con esto se pretendía definir el lenguaje como creador de la realidad. 3 Sextinio: último heterodoxo, y también último escritor de la Feliz Gobernación. Embebido de clasicismo, su obra ignoró la recepción, pues los lectores apenas conocían mil palabras indígenas y mil extranjeras. Tras cumplir los cuarenta años, Sextinio, «habiendo perdido todo interés por la literatura y la vida», esperó la muerte en largo ayuno 4 Sentencias: El Gran Padre interpretaba los hechos mediante Sentencias o Pronunciaciones que calificaban los sucesos y establecían el bien y el mal, el sentido y el sinsentido, la ortodoxia y la heterodoxia en cada instante. 5 Novecientos millones de seres: Número de habitantes de la Feliz Gobernación en la Época Clásica 6 Macacio el Canoso: Enmucetado de Historia, albino desde la infancia, soberbio y arrogante, habitaba un palacio cuando su patria era poco menos que una colonia extranjera, y explicaba testarudamente el reinado del Procónsul Filadelfo, «que sacó una vez la espada e imperó treinta mil años, siempre con la hoja a punto». Se opuso al perdón de los municipalizantes, heterodoxos despanzurrados casi dos millones de años atrás; organizó funerales por los dictadores del pasado, asunto diario, y fundó la Secta de los Resurrectos, misionados para restaurar la «santa intransigencia de la fecunda tradición». Nació tarde, quiso ser terrible en una época que sólo le permitía ser majadero. Vivió y murió como si la Feliz Gobernación fuera todavía un Poder y una nación, actitud amablemente tolerada por el honorable Embajador de los Hombres Fabriles, verdadero dueño del país. 7 Ditirámbico de la Feliz Gobernación: Es decir, incensador o alabancioso oficial y asalariado, menester de personajillos que visitaban las villas y ciudades para elogiar el Sistema Político y sus autoridades. Dependían de la Comparecencia Moderadora, o Jurisdicción del Dictador, por lo cual ejercían mando sobre soldados. Los alcaldes venían obligados a sustentarles, reglar su estada y congregar al Pueblo para escuchar el fervorín. Poseían fama de ignorantes, desaprensivos y disparatados; los hubo incluso tartajosos, defecto imposible en oradores. En el «Enjuiciamiento de la Prescripción», obra escrita hacia el año 1591005, Cambazzio los llamó «lombrices que alaban excrementos». Macacio fue el último de estos Ditirámbicos, aunque sólo a título honorífico, pues la función murió quinientos mil años antes. 8 Consejo Decisorio de los Mandarines: Los mandarines ejercían su Jurisdicción mediante un Consejo, también denominado Corporación, que resolvía por votación. El Gran Padre podía derogar sus acuerdos en apelación sustanciada por cualquiera de los componentes. 9 Palacio de los Compromisos: Lugar donde se congregaban los mandarines para ejercer su Potestad Decisoria. Fue construido por Elidoro, Prefecto Urbano, en el año 33190. 10 Demiurgos Pensantes: Decía la Escritura: «Resultando la sustancia divina demasiado limpia para engendrar Historia, hubo de aparecer la estirpe de los demiurgos, ordenados en ocho especies: los que sienten, y traen el éxtasis a la Tierra; los que piensan, y traen la reflexión; los que operan, y traen la obra; los que contemplan, y Introducción. Escuela de Mandarines. Miguel Espinosa 3 la palabra demiurgo significaba viveza o talento. Un millón de años atrás, semejante afirmación hubiera originado cientos de problemas, resueltos en libros y matanzas. II En este miserable tiempo, como uno de aquellos Grandes Padres cumpliera cincuenta mil años en el falso ejercicio de su Jurisdicción, sintió bascas de hartazón, acompañadas de melancolías, por lo cual decidió merecer un descanso, idea insólita en la Historia de la Feliz Gobernación. Así determinado, abandonó un día su morada, disfrazado de hombre del pueblo, no sin antes acoger bajo la manta plebeya la reglada cifra de cien faltriqueras, pues, aun encubierto, no podía soslayar el precepto que reza: “Vistiere como vistiere, el Gran Padre portará cien bolsillos”11 . Sonreía la aurora cuando el Cara Pocha12 , pues tal era uno de sus muchos nombres, dejó los extremos de la Ciudad, cabeza del Imperio, y comenzó a caminar por su inmenso reino, aguantando la intemperie como jornalero, y por las palabras que pronunció, la Historia duda de si viajaba o huía, cansado de su máscara: “Corrupción y Premeditación13 , Gobernación en suma: esta mañana os dejamos14 con nuestras vestiduras de mandarín. Desde ahora, el Sol lucirá para Nos como cosa nueva”. Si comparamos esta expresión con el siguiente pasaje de la Escritura, descubriremos que el Gran Padre era ya casi un heterodoxo: “Visité las montañas y vi caer la tarde sobre los arbustos y el viento. Luego pensé: también el crepúsculo, el aire y las plantas deben ser interpretados, pues donde vaya el hombre, ha de acompañarle la Premeditación o juicio sobre lo conveniente”. No es misión nuestra referir las experiencias del Cara Pocha en este largo viaje, tan repleto de lances que merecería múltiples y contradictorios relatos. Sólo diremos que anduvo todas las Provincias Imperiales, observó innúmeros sucesos y enunció para sí ciento de máximas. Luego de recorrer leguas, llegó al límite de la Feliz Gobernación, y, tras visitar un lugar llamado Artemia, determinó traspasar la línea de la Civilización y subir hacia la más alta región del mundo, no hollada por la Gobernación. Muchos días y noches estuvo ascendiendo el Cara Pocha, y conforme progresaba, experimentaba la simpatía de la Concordia o Callado Entusiasmo de la Naturaleza15 . traen el feliz ensimismamiento; los que implican, y traen las relaciones; los que se quejan, y traen la protesta; los que lloran, y traen la ternura; y los que afrentan, y traen la vergüenza. Quienes desconozcan estas comparecencias, carecen de demiurgos, y, por tanto, de Historia». Y también: «Porque el Pueblo, como los dioses, carece de demiurgos, está fuera de la Historia; los sucesos sólo ocurren a la clase gobernantes Véase capítulo 65. 11 Cien bolsillos: «Diez bolsillos celará un alcalde; veinte, un lego; y sesenta, un mandarín. Pero, vistiere como vistiere, el Gran Padre portará cien bolsillos» (Libro de los Mandarines). 12 Cara Pocha: Los demiurgos que se quejan, lloran y afrentan, llama- dos populares o de clase ínfima, no podían habitar al Gran Padre. Por consiguiente,su espíritu se hallaba incapacitado para la protesta, la ternura y la vergüenza, cuya imagen es el rubor. De ahí su famoso rnote de Cara Pocha, es decir, pálida, no sonrojable, inmutable ante los sucesos. 13 Corrupción y Premeditación: Términos cardinales e n la Filosofía Política Mandarinesca. Véanse capítulos 65 y 67. 14 Os dejamos: En la Época Clásica, los Grandes Padres hablaban en primera persona del singular, pero desde la Decadencia comenzaron a usar el plural mayestático. 15 Concordia: Significa la Creación, en cuanto totalidad sin discreción, alianza entre el presente y el porvenir de las cosas, en suma: talante de la eternidad, «iniciada en este mundo». También se llamaba Callado Entusiasmo de la Naturaleza, que realiza su futuro en cada instante, por lo cual existe complacida, sin esperar ni desear. Sentir la simpatía de la Concordia equivalía a vivir al unísono de la Creación; en otras palabras, a ser Introducción. Escuela de Mandarines. Miguel Espinosa 4 Cuando hubo subido el camino que se hace en un mes, se detuvo a contemplar el suceso de la Tierra, a sus pies compareciente, y, resumiendo emociones, compuso esta canción: ¡Tierra!, ¡Tierra!, Dulce Pecosa, eres lo primero que está ahí, lo primero y más originario del hombre. Entre los soles no hay mejor cosa que tu comparecencia ingrávida, tu callar y tu candor ingenuo. ¡Tierra!, ¡Tierra!, si la sabiduria no existiera, te amaría más que a todos los valores que valen: niños, gacelas y Poder, amores de un corazón solitario. ¡Tierra!, ¡Tierra!, tú adelantaste a mis virtudes antes de que yo naciera, cuando eras muchacha absorta, en espera del bípedo, añorando los mandarines. ¡Tierra!, ¡Tierra!, Dulce Pecosa, en verdad que me enamoraste por paciente y por todas las gracias que atesoras con sobrada modestia. Creación misma. Los dioses eran Concordia, como se deduce del siguiente pasaje de la Escritura: «Azenaia y Concordia son la misma cosa». El Pueblo podía experimentaría, pero no los mandarines, por encarnar la Historia; de ahí que los místicos y líricos fueran Pueblo. Introducción. Escuela de Mandarines. Miguel Espinosa 5 Tras decir así, el Gran Padre se sonrojó, interrumpiendo cincuenta mil años de palidez propia y tres millones de años de palidez institucional16 , por lo cual se confesó: “Nadie conocerá esta canción, doblemente esotérica, por evidenciar la debilidad de un sabio y por celebrar la primera de las Cosas Primeras”17 . Pensaba con esta prevención porque, en pura ortodoxia, el Cara Pocha debía habitar entre las Cosas Contradictorias o Razón Dialéctica, situadas más allá de las Cosas Últimas, a su vez alejadas de las Primeras, la primera de las cuales es la Tierra. Después de semejante flaqueza, el caminante prosiguió su ascensión y alcanzó una región de aire jamás aspirado, luz jamás vista y silencio jamás percibido. Ningún Gran Padre había vivido emoción tan directa de la Continuidad18 , sentir prohibido por la Escritura, lo cual probará que nuestra Palabra Final, otro de sus nombres, no solamente pensaba, sino también experimentaba como heterodoxo. III Al llegar las sombras y el frío del atardecer, el viajero resolvió acogerse al abrigo de una cueva, y, estando buscándola, oyó ruidos tras la anónima vegetación. Como no soplara viento ni brisa, concluyó que los ruidos provenían de materia en movimiento. Sabía que esto era una definición de vida, por lo cual se dirigió cauto hacia el lugar de los sonidos, separó ciertas ramas y vio al hombre más viejo que haya podido habitar la realidad y la imaginación. El Cara Pocha contaba cerca de setenta y cinco mil años, edad respetable. Pero la novedad debía de traspasar la increíble suma de un millón, calculados por encima. La extraña aparición, modelo de la total vejez, mostraba casi al descubierto la osamenta, traslucida a través de la badana que fue piel y carne. El cuerpo parecía reducido de sus anteriores medidas; la cabeza no tenía un solo cabello, ni la boca un sólo diente; empero, el rostro evidenciaba espíritu. En el fondo de las cuencas, los ojos brillaban como lucecitas de otra galaxia. Ante el asombroso espectáculo, el Gran Padre tembló, pasmado de suceso tan inusado y turbado por la ternura que la extrema vejez nos produce. Asoció la contemplación 16 Palidez institucional: Ya dijimos que el Gran Padre estaba incapacitado para protestar, enternecerse y avergonzarse de los sucesos. La palidez institucional personificaba la impasibilidad e inmutabilidad del Poder ante la queja, el llanto y el sonrojo de los hombres. 17 Cosas Primeras, últimas y Contradictorias: Las Cosas Primeras representaban la Naturaleza, frente a la Premeditación, símbolo de la Gobernación; entre ellas se hallaban los dioses, la materia, los animales, los niños, las mujeres, el Pueblo, la pura razón y los lógicos. Decía la Escritura: «Son Cosas Primeras las advertidas por el instinto, y Cosas últimas, las configuradas por el juicio sobre lo conveniente; la primera de aquéllas es la Tierra y su vocación, y la última de éstas, la Gobernación». Y también: «El conjunto de las Cosas Primeras se llama Naturaleza, y el conjunto de las Cosas últimas, sabiduría; aquéllas se encuentran ahí, y éstas en la cabeza del hombre; cuando el juicio alcanzó las Cosas últimas, el corazón olvidó las Primeras». Las Cosas últimas representaban la Reflexión Gobernante o imperio de la Premeditación, que se opone al instinto y su espontaneidad; pertenecían a los mandarines. Las Cosas Contradictorias, reservadas al Gran Padre, representaban el reino de la Dialéctica, o Sentido, Confrontación e Interpretación de los Hechos. Se encontraban más allá de la Ortodoxia, pues la creaban, determinando el significado del mundo en cada momento. La Escritura decidió colocarlas en manos de un solo hombre, pues de resultar patrimonio común, «habría tantos cosmos como locos, y tantos locos como individuos». La doctrina de las Cosas Contradictorias otorgó soberana disposición a la jurisdicción Dialéctica, impregnando la Ortodoxia de constante fluidez. Véase capítulo 65. 18 Continuidad: El vocablo posee dos acepciones: una connota el estado en que el hombre se siente confundido con la Concordia, o sea, con la Creación; otra equivale a Cielo, existencia de los dioses o situación de éxtasis. «Más allá de la Tierra, todo debe de ser de una absoluta continuidad; sólo este mundo resulta discreto y desigual» (capítulo 26). El texto usa la primera acepción Introducción. Escuela de Mandarines. Miguel Espinosa 6 de aquel desvalimiento a la idea del frío, y, como persona común, y no como hombre de Gobierno, sintió impulsos de acercarse y arropar al ser con su manta, tendencia verdaderamente insólita en un Gran Padre. De esta forma tornó a vivir heterodoxo, pues olvidó la Premeditación y se condujo por la espontaneidad, a la manera del Pueblo. Sin embargo, temió lo desconocido, por lo cual frenó su primer movimiento, quedóse y gritó. - ¡A la buena hora! ¡Si eres humano, habla! Un eco parsimonioso repitió la frase en aquella soledad: “¡A la buena hora! ¡Si eres humano, habla!”. - ¡Hablaré!, aunque considero que te corresponde hacerlo primeramente, pues estás en mi casa - repuso la Vejez. Enfrentado con alguien que replicaba tan áspero y valoraba aquella inmensidad por casa, el Cara Pocha estimó prudente abandonar el incógnito. - Somos el Gran Padre Mandarín o Razón Dialéctica que interpreta los Hechos en la Feliz Gobernación, la Contradicción Resuelta19 , el Calificador de los Sucesos20 y el Creador de la Ortodoxia21 . Quien se encumbra, Nos conoce22 -confesó. - ¡Allégate, Cara Pocha! - exclamó imperiosamente la Vejez. Y, por vez primera, un Gran Padre cumplió una orden que no emanaba de Dictador, pues se aproximó, aunque no sin recelo. Cuando las dos figuras se encontraron frente a frente, la más antigua clavó su vista en la otra y se transformó en el mayor fisgador que nunca soportara Creador de la Ortodoxia. Como la insistencia y avidez de la mirada hurgaran su mesmedad, nuestro viajero se sonrojó por segunda vez. Si recordamos que un Intérprete de los Hechos23 no podía ruborizarse, sabremos hasta qué punto le perturbó aquella atención. Hubo espera. La Vejez alzó las manos. Su pequeña estampa se estremeció. - Hace un millón de años, te odiaba, e igualmente hace un día -manifestó. También por vez primera en treinta mil siglos, un Gran Padre soportó una ofensa sin castigarla, pues antes de la Decadencia, nadie pudo injuriar impune a su Tolerancia, que tal era otro de sus nombres; y tras la Decadencia, el Calificador de los Sucesos llegó a ser universalmente respetado, según dijimos. El instante sucesor pareció fuera del tiempo. Su Tolerancia continuaba arrebolado. - Hijo, ¿qué edad tienes? -preguntó por resolver la situación y cumplir el tópico de la benignidad. - Dos millones de años - contestó la Vejez. El Creador de la Ortodoxia se conmovió. Por su imaginación transcurrieron los siglos y sus habitantes y acontecimientos. 19 Contradicción Resuelta: Como Depositario de la Razón Dialéctica, el Gran Padre resolvía la aparente oposición entre los hechos; Sus Sentencias, verdaderas soluciones ontológicas, se llamaban, por eso, Contradicciones Resueltas, título extendido al propio autor. 20 Calificador de los Sucesos: Ya dijimos que el Gran Padre calificaba los sucesos mediante Pronunciación o Sentencias. 21 Quien se encumbra, Nos conoce: Frase ritual, que antecedía a los discursos o Sentencias de los Grandes Padres. En la Època Clásica, decía simplemente: “Quien se encumbra, me conoce”. Véanse capítulo 22, nota 3, y capítulo 43, nota 1. 22 Creador de la Ortodoxia: Como sabemos, las Cosas Contradictorias se hallaban más allá de la ortodoxia, pues la configuraban a cada instante; de ahí que el Gran Padre, único poseedor de aquéllas, fuera creador de la segunda. 23 Intérprete de los Hechos: Otro de los nombres del Gran Padre, en cuanto Razón Dialéctica, por las causas expuestas. Introducción. Escuela de Mandarines. Miguel Espinosa 7 - ¡Pruébalo!, ¡relata!, ¡cita nombres y trances! - demandó sin otro comentario. La Vejez sonrió desde los evos. Su desdentada boca mostró una mueca de niño en la cuna, porque el desvalimiento se comporta idéntico, y todo fin imita su principio. - Vi a Teopompo como te veo, y aun mejor, pues lo contemplé a pleno día -susurró-; hablé con Febricia Eulalia, amante de Lamuro, que por entonces andaba esparciendo su doctrina; presencié unas Oposiciones al Escoliastado24 , donde contendieron Liberato y Braulio; viajé con Mosencio y recibí las enseñanzas de Mitsukuri y Martino; conocí a Cebrino, oí a Polícrito. Su Tolerancia murmuró: - Teopompo fue Mandarín Político con Rosino25 , hacia el año un millón seiscientos mil catorce. En aquel tiempo se celebraron ciertamente unos Exámenes al Escoliastado, que ganó Braulio, el Sonriente, tras vencer a Liberato, el Cojo. También Lamuro vivió en aquella época, como Mosencio, primero entre los historiadores; Tahehiko Mitsukuri, autor de la “Ética de la Decisión” y de otros famosos libros; Martino, padre de “Las Condiciones de la Razón”, del “Tratado de los Objetos”, y de la “Observación de mi Cuñada”; Cebrino, creador de la “Analítica de los Sucesos”, y Polícrito, definidor del número y de la Divinidad, e investigador de los irracionales... Empero, todos ocupan asiento principal en los Catálogos, y bien pudieras conocerlos por lecturas. Nombra, por tanto, otros personajes de segunda o tercera categoría. Te creeremos por su relación. La Vejez volvió a sonreír: - ¿Te suena Carlante o Carlance? -preguntó. Y esperó. - Poseemos una “Connotación de Protagonistas de la Feliz Gobernación desde el año Uno al Presente”, dividida en noventa especies, y ningún Carlante o Carlance figura siquiera en la clase nonagésica - contestó el Cara Pocha. - No me extraña. Lo conocí por boca de su primo, cierto Menipo, como autor de un Tratado de ocho páginas, titulado “Juridicidad de la Llave y Antijuridicidad de Ganzúa”. Lo mencioné por imaginarle capaz, según aquel Menipo, de tramar maraña para colarse en la Historia y sus Catálogos, sospecha que me desveló durante catorce mil siglos. Por muchos años que vivamos, la duda jamás nos abandona. - Ya puedes dormir dejado, parvulito -declaró Su Tolerancia-. Has de saber que no logró pisar ni el “Registro de los Tontos”, inventario que acepta trescientas clases. Su fama habita la omisión, y su recuerdo, la noche sin aurora. Mas sigue, hijo mío. - Me place. ¿Te sugiere algo la palabra Ollero u Ollezo? El Gran Padre rebuscó en su memoria, indagando escritos y tradiciones. Sus ojos se entornaron. - Nada, absolutamente nada -sentenció. La Vejez suspiró. - Dos veces escuché ese nombre -afirmó-; por Contecio, que lo insultaba, y por la relación de cierto Sonsabio, que lo alababa como inventor de una propuesta para clasificar 24 Oposiciones al Escolastiado: Se refiere a las Oposiciones o Certámenes al Grado de Mandarín Escoliasta del Libro, comentador de la Escritura, encargo importantísimo. En cuestiones de Ortodoxia, pertenecientes a la Jurisdicción Decisoria, antes de apelar al Gran Padre, había que deliberar con este Mandarín. 25 Mandarín Político: Asesoraba al Conciliador en el ejercicio de la Jurisdicción Moderadora; en realidad, actuaba como valido, incluso frente a la Jurisdicción Decisoria. En las dictaduras, devinieron tan poderosos como los propios tiranos. Véase capítulo 67, nota 1. Introducción. Escuela de Mandarines. Miguel Espinosa 8 los seres y determinar su adhesión a la Feliz Gobernación. Sin embargo, jamás le vi ni recibí mayor noticia de su persona, lo cual perturbó mis siglos. Pregunté por evidenciar, al fin, su realidad o mentira. - No te tortures -apuntó el Cara Pocha-; tal vez Ollero no existió, o fue simple motete para rellenar frases, a la manera de la Bernalda o la Bicina. Contecio, empero, nos suena real: fue discípulo de Lamuro y glorioso analista de las artes, autor de una “Crítica del Signo”; también comentó las Obras de Dionisos Kinós26 . ¡Prosigue! - Citaré a quien forzosamente has de reconocer. Me refiero a Climacio. ¿Qué te dice? - Tal como un sonido -contestó Su Tolerancia. Luego bajó la mirada y añadió: - Perdóname. La Vejez pergeñó un mohín: -¡Vaya! Si no conoces a Climacio, ignorante Cara Pocha, nada sabes de la Feliz Gobernación -manifestó-. Fue orgulloso enmucetado de un Centro de Estudios Universales27 . En cierta ocasión dijo: Yo soy importante, y tú, un pelagatos; me reúno en Claustro y levanto el dedo, ungido como estoy de instituciones. Visto de toga, hablo entre susurros, siempre rodeado de estatales misterios. Fiel al Poder, encarno el Poder mismo; no hay soldado que me toque un pelo, porque represento a la Casta Gobernante. De la propia Estructura recibo consultas, y, si me da la gana, escribo dictámenes, o ronco en el seno de las Comisiones. El Gran Padre volvió a humillar la vista. Se hallaba realmente avergonzado: - Alma de cántaro - exclamó-, ¿y por qué habría yo de conocer a los enmucetados de los clausurados milenios si ni siquiera me percato de los contemporáneos y actualísimos? Arrogantes o mansos, fueron y serán huesos de osario común, purulencia para larvas, que no Arte ni significados. Deja tan repugnantes detritus, no remuevas su pestilencia, y alude a otros. 26 Dioniso Kinós: También llamado Dionisio Sierra Pérez, dramaturgo heterodoxo, hacia el año 1600000. La interdicción total de sus obras fue alzada en el año 2989115, bajo la Dictadura de Porciúnculo, en el famoso “Rescripto de General Amnistía de los Muertos Habidos hasta el Año 2500000”, si bien condicionada a una previa censura, llamada “Consejo de Adaptación”. En esta época, el Mandarín Censor cambió su nombre, denominándose “Asesor de Ingenios”. Las ideas estéticas de Dionisio pueden leerse en capítulo 24, nota 2, y capítulo 50. Algunas de sus obras aparecen en los capitulos 24 y 53. 27 Centro de Estudios Universales: Especie de Universidad. Enmucetado equivalía a catedrático estatal. Introducción. Escuela de Mandarines. Miguel Espinosa 9 - ¿Qué opinas de Molicio, adicto de Lambano? Su Tolerancia aprisionó las manos entre las rodillas, encogióse, inclinó la cabeza y confesó: - Perdóname nuevamente, corazón sencillo, espontaneidad, luz y entusiasmo. Pero ignoro esos nombres. - ¿Qué me dices, don Tonto? En verdad que pareces un Cara Pocha de mentirijillas. ¿Nunca oíste hablar de Lambano, fundador de los Vinculados y autor de un “Nexo de Elegidos”? En tiempos de Rosino dominaba la Feliz Gobernación. - De la Dictadura de Rosino sólo perduran los heterodoxos - replicó el Gran Padre-. La secta de Lambano, como tantas otras, debió de ser una mera agregación de logreros, fenecida al cambiar los intereses; por eso no mereció hueco en los Catálogos. - Y de Marquizo, ¿qué piensas? El Calificador de los Sucesos exhaló un largo y quejoso ¡ay! - Hijo, mis ojos en los evos, ¿por qué te burlas, resucitando la comparsa, la estupidez y la locura? -susurró-. Déjalas en el olvido, su justo Infierno, y no las animes para angustiar nuestro corazón con el recuerdo del mal. Medita y dime si merece la pena haber ascendido hasta el límite de las alturas para oír de chinches. Tu pertinacia Nos entristece; corrígela y habla de luces. - Ladino Cara Pocha, manos blancas, nudillos de nácar, total embustero, bergante exclamó la Vejez-. Tu cinismo no guarda decoro alguno: Me pediste, en efecto, que nombrara personajes de segunda o tercera fila, y así lo cumplí, citando ortodoxos, quiero decir, vencedores. Pero tú no has querido aceptarlos como sustancia de la Feliz Gobernación cuyo eres Intérprete consentido. Negaste descaradamente a Lambano, y ahora pretendes negar a Marquizo, porque te avergüenza la Historia de la Ortodoxia e intentas desgajarte de ella. Hubieras preferido saber de heterodoxos, degollados por tus antepasados y por ti perdonados, pues emanan significancia y te conviene hacerlos propios. ¿No es cierto, dulcísimo? - Ya no hay ortodoxos ni heterodoxos, vencedores ni vencidos, sino hermanos, pues el paso del tiempo unifica los contrarios -sentenció el Gran Padre. Y su figura pareció venerable. - Me gustaría conocer qué opinan los muertos de esta liberalidad; soy uno de ellos murmuró la Vejez. Y continuó: - Debería callar y desatenderte, Cara Pocha; debería encaminarte hacia lobos o precipios. Pero ya que has subido milagrosamente hasta mi casa, como yo bajé a la tuya cuando era mozo y albergaba demiurgos, te hablaré cumplidamente de los innúmeros muertos, como también del odio que te profesé y profeso constantemente. ¡Ven! Diciendo tal, aferró las manos del viajero con los huesos de sus descarnados dedos, y, sin permitirle opinar, lo condujo a una cercana cueva, donde encendió fuego y calentó infusiones. Luego se moderó y narró esta parsimonia: