Petra Horalíková SJIIA110 Španělská literatura v období 1850 - 1914 Pepita Jiménez Pepita Jiménez es novela de Juan Valera. Fue publicada en el siglo XIX en la Revista de España (Sanchís, 2009: 87). Tuvo éxito enorme, ya que por su tema abrió unas cuestiones palpitantes (Pérez-Bustamante, 1994: 7). Principalmente el autor pensó titular la obra con la frase Nescit labi virtus, «La virtud ignora caer», que ahora sirve como exordio (Pérez-Bustamante, 1994: 10). El autor escogió un ambiente real y narra los acontecimientos que posiblemente sucedieron de verdad. El aspecto real se ve ya a principios de la novela poque el autor explica que se han encontrado varias cartas del señor deán en una catedral, entonces presenta la obra como si fuera un manuscrito e informa que él decidió publicarla sin muchas averiguaciones solo cambiando los nombres de los personajes. Pepita Jiménez está dividida en tres partes: Cartas de mi sobrino, Paralipómenos y Cartas de mi hermano. La primera parte son cartas escritas por un joven seminarista Luis de Vargas «ofreciendo al lector un grandioso análisis de conciencia» (Sanchís, 2009: 88). Las cartas las dedica a su tío contando todo lo que ha sucedido durante la visita a su padre Don Pedro Vargas. La segunda parte es la obra del señor deán, escrita ya en tercera persona. Él cuenta su punto de vista acerca del enamoramiento entre Luis y Pepita, una viuda que debería casarse con Don Pedro. Y la última parte es el epílogo escrito por Don Pedro. Ahora Luis está en un pueblo andaluz con su padre. El ritmo de vida que lleva aquí es más bien agobiante: «me voy cansado de mi residencia en este lugar»(Valera, 1994: 167). Luis no puede soportar el comportamiento de los habitantes, quiere «moralizar y evangelizar un poco a estas gentes» (Valera, 1994: 168). Quiere volver al seminario lo antes posible. Conoce a Pepita Jiménez y primero la describe como una mujer que «se ama a sí misma» (Valera, 1994: 172). Luego los dos empiezan a estar más en contancto, él la visita en su casa, la acompaña en sus paseos, algo que es muy novedoso porque antes no se veía a solas con una mujer (Valera, 1994: 218). Sin embargo, sabe que sentir algo más hacia ella sería contra sus convicciones y además ve un rival en su padre quien está muy «prendado de ella y con mayores esperanzas del triunfo» (Valera, 1994: 234). Él lucha contra sus sentimientos, sabe que tiene que finalizar el seminario para ordenarse sacerdote. Siempre encuentra consolación en las cartas de su tío (Valera, 1994: 203). Luis habla mucho sobre Pepita, pero se niega a amarla, dice a sí mismo que esto no puede ser amor y si estuviera él «lucharía y vencería» (Valera, 1994: 237). Él siempre oculta sus sentimientos hacia Pepita en el amor hacia Dios: «yo veo en Pepita Jiménez una hermosa criatura de Dios, y por Dios la amo, como a hermana» (Valera, 1994: 206). No obstante, ya está muy enamorado y en sus últimas cartas no se detiene a expresarlo: «cuando sonríe se me antoja que un rayo de luz inmaterial se me entra en el corazón y le alegra» (Valera, 1994: 255). Piensa que traiciona a Dios (Pérez-Bustamante, 1994: 7), decide irse y hacer muchas oraciones y penitencias y aunque le cuesta mucho, cuando se ve con Pepita, se comporta de manera reservada y fría. Así terminan las cartas de Don Luis. En la segunda parte llamada Paralipómenos Pepita conversa con padre Vicario confesándole su pecado, o sea su amor por Luis: «Estoy perdida, frenéticamente enamorada de don Luis» (Valrea, 1994: 278). El padre la sosiega: «Tranquilízate. Don Luis se ha arrepentido, sin duda, de su pecado. Arrepiéntete tú también» (Valera, 1994: 283). Gracias a la ayuda de la sirvinta de Pepita, Antoñona, los dos consiquen encontrarse antes de que Luis se vaya. Él se despide y ella se queda destrozada: «Pepita no pudo contenerse. El porvenir de felicidad con que había soñado se desvanecía como una sombra. Su resolución inquebrantable de vencer a toda costa a aquel hombre, único que había amado en la solución inútil» (Valera, 1994: 329). Los dos siguen dialogando, Pepita confiesa su amor inmenso por Luis preguntándole: «¿por qué no someterse, por qué resistirse todavía?» (Valera, 1994: 340), sin embargo él sigue explicando las razones por las que no pueden estar juntos: «El amor que usted me ha inspirado es inmenso, pero luchan contra él mi obligación, mis votos, los propósitos de toda mi vida, próximosa realizarse» (Valera, 1994: 342). En esta parte de la novela podemos notar muy bien el conflicto que se produce entre la religiosidad y el amor. Luis se ve obligado a confesar a su padre sus amores con Pepita, no quiere engañarlo más. Sale a la luz que Don Pedro ya sabe todo porque el señor deán le ha comunicado todo a través de cartas (Valera, 1994: 373-375). El padre lo comprende y no está enfadado, incluso parece que él mismo esperaba que Luis y Pepita estaran juntos. Los dos tienen su bendición y un mes después de esta conversación se celebra la boda (Valera, 1994: 381). La obra de Valera se puede percibir como una contraposición entre realismo e idealismo, ya que el autor no quería escribir una novela puramente realista. Según él el novelista debería ser como un poeta y solo contanto lo que sucede no sería poesía ni ofrecería nada ideal (Sanchís, 2009: 86). Yo consideraría idealizada la situación entre Luis y su padre Pedro porque en este caso no se trata ni de un rasgo realístico, ni de un rasgo romántico. Sería romántico si su padre se comportara como enemigo en amor, pero aquí no es así, el padre no hace nada. Aparte del idealismo, según Valera «una novela bonita no puede consistir en la servil, prosaica y vulgar representación de la vida humana: una novela bonita, debe ser poesía [...] debe pintar las cosas, no como son, sino más bellas de lo que son» (apud Sanchís, 2009: 88). Valera exalta sobre todo la belleza, la inteligencia y la voluntad (Pérez-Bustamante, 1994: 6). Lo más importante es entretener a los lectores y sobre todo mostrarles un mundo bello (Pérez-Bustamante, 1994: 5). Entonces la belleza tiene una importancia grande, muchas cosas en la novela son bellas e idealizadas, por ejemplo la naturaleza andaluza. En cuanto a la naturaleza, la acción transcurre en la «pintoresca Andalucía natal del autor» (Sanchís, 2009: 90). El seminarista la describe de esta manera: «Siento una dejadez, un quebranto, un abandono, de la voluntad, una facilidad tan grande para las lágrimas; lloro tan fácilmente de ternura al ver una orecilla bonita o al contemplar el rayo misterioso, tenue y ligerísimo de una remota estrella, que casi tengo miedo» (Valera, 1994: 184). Entonces la naturaleza es digna de destacar, ya que vemos que despierta sentimientos de personajes. La novela también está llena de temas amorosos, del amor prohibido y la lucha constante que se produce en alma de Luis, es decir ¿ordenarse sacerdote o dejarlo por amor? Porque el amor a mujer sería contra el amor a Dios. Pero a la vez Luis está muy influido por el amor a Pepita y no puede concentrarse en sus estudios: «Al mirarnos así, hasta de Dios me olvido. La imagen de ella se levanta en el fondo de mi espíritu, vencedora de todo» (Valera, 1994: 248). Su tío le recomienda pensar en la muerte, pero Luis se pregunta: «¿Cómo he de temer la muerte cuando deseo morir? El amor y la muerte son hermanos. Un sentimiento de abnegación se alza de las profundidades de mi ser, y me llama a sí, y me dice que todo mi ser debe darse y perderse por el objeto amado» (Valera, 1994: 251). Es decir, morir no le ayudaría a Luis. Asimismo la religión está presente a lo largo de toda la novela. «La actitud de los personajes hacia la religión es fundamental en el carácter de la novela: […] don Pedro, cuyo materialismo contrasta con el espiritualismo de su hijo y al que le gustaría que su heredero dejase los hábitos; Antoñona que usa la religión, de manera práctica y celestinesca, para pedirle a Luis que por misericordia vaya a ver a su señora; […]» (Sanchís, 2009: 92). Se plantea el conflicto entre la fa, es decir el amor divino y el amor humano. «El conflicto amoroso que se plantea hace que el análisis psicológico se centre en los protagonistas, remitiéndonos así al verdadero conflicto que presenta la novela» (Sanchís, 2009: 93). O sea, Luis tiene su ideal de alcanzar a Dios resistiéndose a su enamoramiento, pero poco a poco su amor crece y debido a Pepita él descubre que de hecho su vocación no era verdadera (Sanchís, 2009: 93). El protagonista, al final, se muestra «como un santo postizo» (Pérez-Bustamante, 1994: 8). Se ve que era solo un joven sin experiencias vitales. Y en cuanto al personaje de Pepita, nos encontramos una nueva presentación de mujer. Es mujer que sabe lo que quiere, su naturalzea es más profunda que la de los hombres. Es muy independiente y no quiere perder lo que desea y al fin obtiene lo que quiere, a Luis (Sanchís, 2009: 91 – 92). De lo expuesto anteriormente se concluye que en la novela se narra la historia entre un seminarista y una joven bella. La historia podría ser real, pero es indudablemente ideal. Tiene rasgos realísticos y románticos, como idealización y embellecimiento de la realidad, y se centra mucho a la belleza del mundo (Pérez-Bustamante, 1994: 12). El final es feliz, algo que se aleja del espíritu trágico del realismo (Pérez-Bustamante, 1994: 11). Predominan los temas del amor y la religiosidad. Yo tengo la sensación de que Valera quiere darnos a entender que Dios quiere que le sigamos, pero no hace falta ser religioso y abstenerse de lo que sentimos que es bueno. Además, es una obra que se lee muy bien, el trama mantiene un ritmo y el lenguaje usado no es pesado. Bibliografía Pérez-Bustamante, Anasofía. (1994). Retórica y novela de tesis: una lectura de Pepita Jiménez, de Juan Valera. En: Encuentro Interdisciplinar sobre retórica, texto y comunicación (Universidad de Cádiz, 9-11 diciembre de 1993). [Consultado: 16 de abril de 2019]. Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/262047186_Retorica_y_novela_de_tesis_una_lectura_de_Pepita _Jimenez_de_Juan_Valera Pilar Sanchís Cerdán, M. (2009). Pepita Jiménez: el arte de Valera en su obra maestra. Verba Hispanica, 17(1), 85-97. [Consultado: 16 de abril de 2019]. Disponible en: https://revije.ff.uni-lj.si/VerbaHispanica/article/view/3643 Valera, Juan. Pepita Jiménez. Madrid: Cátedra, 1994. ISBN 84-376-0800-7.