La ideología de la domesticidad y subordinación femenina en los pazos de ulloa Emilia Pardo Bazán (1851-1921) ratifica su destreza lingüística en obras como Los pazos de Ulloa (1886), la cual pudo desarrollar gracias a su acceso a la biblioteca familiar. De esta manera, pudo entrar en contacto con el mundo literario desde temprana edad. Con tan solo nueve años, comenzó a escribir algunos versos. En su obra literaria, podemos encontrar una figura caracterizada por la lucha feminista dentro del ambiente y el peso de las costumbres de la Galicia del siglo xix. El feminismo en Los Pazos de Ulloa es tratado dentro de las convicciones de Pardo Bazán, las cuales desafiaban las normas de una sociedad que “encajó” a la mujer en un papel fundamentalmente formado por reproches y desprecio aceptado socialmente. Sin embargo, las novelas de esta magnífica escritora se tuvieron en cuenta a pesar del panorama social en relación a la ideología de la domesticidad de la época, tal y como apunta Mary E. Giles: Clearly she did not go unnoticed or disregarded, for irrespective of personal or professional bias, her critics could not dismiss her as boring or frivolous, and the thickest veil of sarcasm cannot conceal the fact that they did take her seriously. Centrándonos en la novela que nos ocupa, haremos hincapié en los aspectos feministas que aborda Pardo Bazán en ella, donde es capaz, según Burdiel, de «trascender los estereotipos sexuales de su época respecto a la vos autorial femenina y proyectar un coro de voces capaz de multiplicar sus interpelaciones y sus intenciones». Por tanto, podemos decir que Pardo Bazán tenía esperanza de trascendencia de convenciones de su época en relación a su condición de mujer a partir de obras como Los pazos de Ulloa. Dentro de los personajes que se nos presentan en la obra, nos interesan especialmente los femeninos, los cuales están marcados por muchos aspectos, entre los que destacaremos las relaciones basadas en el abuso del poder del hombre sobre la mujer. Este aspecto se puede observar fácilmente en la relación Don Pedro y Sabel, la cual es víctima de la situación amorosa desigual que se desarrolla en la novela. Esta figura masculina será interesante en relación al aspecto que abordamos en este trabajo, ya que la escritora utiliza este personaje para mostrar la situación de las mujeres en la sociedad de finales del siglo xix y comienzos del xx. Según Marina Mayoral, «Pardo Bazán critica un modo de conducta que hoy calificamos de machista, pero que era la común en aquella época». En efecto, la autora nos introduce ya en el capítulo x, la descripción de la figura de este personaje: «Don Pedro figuraba entre los que no juzgan limpia ya a la (joven) que tuvo amorosos tratos, aun en la más honesta y lícita forma, con otro que con su marido. Aun las ojeadas en calles y paseos eran pecados gordos. Entendía don Pedro el honor conyugal a la manera calderoniana, española neta, indulgentísima para el esposo e implacable para la esposa» El calificativo «calderoniana» alude, según Mayoral, «a los dramas de honor del siglo de Oro en los que el esposo, por meras sospechas, asesinaba a su esposa y lavaba su honor con sangre». Podemos ratificar las descripciones de la autora ya en el capítulo tercero, cuando el marqués agrede brutalmente a Sabel por no tener hecha la cena o en capítulo décimo, donde vemos las diferencias entre ambos sexos en los personajes de don Pedro—“total libertad”—y Rita—“sin perdón”, según la escritora. Otro pasaje que fundamenta la ideología de la domesticidad por las labores que desarrollan los dos sexos es aquel en el que se casan Nucha y don Pedro. Ella se dedica a servir a los invitados y, en cambio, él da conversación a los hombres y reparte regalos. Además, en este mismo capítulo—el número once—las mujeres se despiden de la novia pronunciando las siguientes palabras «Adiós señora…», hecho que anuncia el maltrato que se producirá posteriormente por parte del marido. En este sentido, en el último capítulo, la autora critica otro de los aspectos de desigualdad entre sexos de la época cuando don Pedro acusa a Nucha de haberle sido infiel con Julián y ella no tiene el derecho a que alguien dude de ello, es decir, a no ser culpable. Un aspecto significativo es que los personajes femeninos en la obra se configuran dentro del patriarcado social, el cual es aceptado por las mujeres de la época. Los personajes femeninos configuran estos roles desde su nacimiento. Uno de los aspectos que provocan la aceptación de esta desigualdad por parte de las mujeres—la cual se podría decir que es ‘natural’, en el sentido más triste de la palabra—es la diferencia en cuanto a la clase social entre el hombre y la mujer. Si nos fijamos en el personaje de Sabel, en ningún momento se plantea la posibilidad de que este sea la esposa de don Pedro, ya que ésta es una criada y, por tanto, tiene una condición social inferior a la de don Pedro. En diversas ocasiones, la desigualdad entre sexos se ratifica en la novela mediante intervenciones de personajes masculinos. Podemos apuntar, por tanto, que el lugar de las mujeres en la sociedad se expresa a través de diversos personajes entre los que destacaremos a Julián, el médico Juncal y don Pedro, los cuales entran en el conflicto de la civilización moderna. En este caso, encontramos en la obra de Pardo Bazán las palabras de Don Julián donde manifiesta su desaprobación ante la idea de que Sabel sea objeto de deseo del protagonista: «No le pesa de vivir así encenganado! ¡Una cosa tan inferior a su categoría! ¡Una triste criada de cocina!». Además, en el capítulo dieciséis, encontramos una descripción humillante de la muchacha que trae don Pedro de la mano, adjetivada como «vaca humana». Todas estas intervenciones también configuran la ideología de la domesticidad que se desarrolla a lo largo de la obra. Otro pasaje de parlamento masculino que favorece la inferioridad de los personajes femeninos en Los Pazos de Ulloa es el de Máximo Juncal. Este fragmento también es visto de la misma manera por el estudioso Feal Deibe: «manifiesta también el médico una opinión ancestral sobre la mujer: "el gran combate de la gestación y alumbramiento," afirma, "es la verdadera función femenina"». Las intervenciones masculinas, por tanto, denotan «una mentalidad sexista, creadora de rígidas diferencias entre hombres y mujeres». El hecho de que las mujeres sucumban al poder masculino está fundamentado, en gran medida, por la supuesta aceptación de roles desiguales entre ambos sexos por parte de las mujeres. Para explicar este aspecto, sería interesante centrarnos en algunos ejemplos concretos de la obra como, por ejemplo, en el caso de Nucha, de casarse con un hombre que no ama, es decir, con Julián. Este hecho se nos muestra de manera explícita por parte de Nucha en el capítulo veintitrés, en la conversación que mantienen Nucha y Julián a escondidas. Según Feal Delibe, don Pedro es un personaje que en la novela se nos muestra ambivalente: «una especie de puente entre actitudes feministas y anti-feministas, lo que explicaría la actitud ambivalente que suscita en la narradora, quien a la vez empatiza con él y se burla de él». La subordinación femenina también se explica a partir de las diferencias de naturaleza y funciones entre los hombres—como don Pedro o el médico Juncal, nobles, clérigos, liberales y burgueses—y mujeres dóciles, víctimas de su inocencia como Nucha o Sabel, todo ello rodeado de las convenciones sociales y morales del siglo xix. Así, en el capítulo veintitrés vemos el poder del hombre sobre el de la mujer, el cual culmina en numerosas ocasiones con la auto humillación femenina cuando Nucha confirma que conoce la infidelidad por parte de su marido, pero la debe aceptar, ya que no tiene la opción de divorciarse. Además, el hecho de que Don Pedro no elija a Rita por no ser una mujer «absolutamente intachable», según Mayoral, pero sí a Nucha para casarse porque la primera de estas ha tenido ciertos encuentros en el Casino con otros hombres y Nucha no, favorece la configuración de las diferencias entre ambos sexos. Mediante la elección inesperada del personaje masculino, Rita se sentirá mal por haber tenido estos encuentros, lo cual no debería ocurrir ya que ella puede disfrutar de su soltería. Este factor es apoyado por estudiosos como Feal Delibe en La voz femenina en los pazos de Ulloa: «está en ocasiones muy presente para exponer una actitud marcadamente femenina o, más aún, feminista. Así ocurre en el pasaje donde la narradora comenta el rechazo que don Pedro hace de Rita a causa de la supuesta coquetería de esta». No está bien visto que ella tenga encuentros con otros hombres, pero sí que él se tome su tiempo para elegir a una de las hermanas y pedirle la mano, tal como podemos observar en el siguiente pasaje de la novela: La hembra destinada a llevar el nombre esclarecido de Moscoso y a perpetuarlo legitimamente habia de ser limpia como un espejo... Y don Pedro figuraba entre los que no juzgan limpia a la que tuvo amorosos tratos, aun en la mis honesta y licita forma, con otro que su marido. Aun las ojeadas en calles y paseos eran pecados gordos. Entendía don Pedro el honor conyugal a la manera calderoniana, espafiola neta, indulgentisima para el esposo e implacable para la esposa. Sin embargo, un hecho curioso es que, en diversas ocasiones, los personajes femeninos no se muestran tan sometidos a la dominación masculina. Por ejemplo, el personaje de Sabel engaña a don Pedro en numerosas ocasiones, entre las cuales se encuentra la escapada a la romería de Naya. Otro hecho remarcable en este sentido es el capítulo dieciséis, donde don Pedro y Nucha tienen una hija y no un hijo, como esperaba don Pedro. Según diversos estudiosos, este acto es reivindicativo por parte de Bazán, ya que en el capítulo catorce, don Pedro argumenta que si fuera una chica se enfadaría y la mataría, ya que solo quiere tener hombres en la familia. Por ello, muchos eruditos apuntan el hecho de escribir el nacimiento de una niña es una manera de desafiar el colectivo masculino para intentar trascender los roles de la sociedad del momento. En definitiva, el feminismo en Los pazos de Ulloa es bien visible gracias a la crítica que subyace en todos los capítulos que forman la novela. En ella, vemos la subordinación femenina fundamentada, en gran medida, en las intervenciones de personajes masculinos como don Pedro o el médico Juncal y en numerosos acontecimientos que se producen a lo largo de ella que podemos calificar de ‘desiguales’ e ‘injustos’ hacia las mujeres como las agresiones hacia Sabel y el casamiento no deseado de éstas con hombres como don Pedro. Todo ello, nos ayuda a conocer las convenciones sociales de la época en la que Emilia Pardo Bazán escribe esta magnífica obra y la ideología de la domesticidad que ha existido durante muchos siglos en España—y en el resto de países—y que continua presente, aunque, afortunadamente, en menor medida en el siglo xxi. Bibliografía burdiel, Isabel (2019). Emilia Pardo Bazán. Españoles eminentes-5. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Los pazos de Ulloa http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/los-pazos-de-ulloa--0/html/ [Consultada: 11/11/2020] d.d.a.a. (1989). Estudio sobre «Los pazos de Ulloa». Ediciones Cátedra/Ministerio de Cultura. Colección Encuentros. Madrid. d.d.a.a. (2003) La Enciclopedia. Salvat editores. Vol. 15. Madrid p. 11758 Emilia Pardo Bazán, feminista comprometida - Mujeres en la historia https://www.youtube.com/watch?v=rajyoojQ0FU [Consultada: 10/12/2020] E. Giles, Mary (1980). Feminism and the Feminine in Emilia Pardo Bazan’s Novels. Hispania. Vol. 63. No. 2, pp. 356-367. Feal Delibe, Carlos (1987). La voz femenina en Los pazos de Ulloa. Hispania, Vol. 70, No. 2, pp. 214-221