El siglo XVI: los inicios En pleno renacimiento cultural, cuando el latín es aun la lengua por excelencia en la cultura occidental y mientras las guerras afloran en el viejo continente, algunos idiomas dieron un gran paso para su historia, entre ellas el euskara, ya que en esta época tiene comienzo la historia de la literatura vasca escrita. Mientras las lenguas de los alrededores ya gozaban de su literatura, el primer libro en euskera no se publica hasta bien entrado el siglo XVI, en 1545 en la localidad francesa de Bourdeaux tras haber sido redactado por el religioso Bernard Etxepare. Se cree que Etxepare nació a finales del siglo XV en Behenafarroa, donde residió durante toda su vida. A través de su obra, sobre todo del poema "Canto de Mosen Bernard Etxepare", sabemos que estuvo en prisión al parecer por posicionarse a favor del rey de Castilla en tiempos de guerra, aunque el asunto no está del todo esclarecido. Etxepare publicó una sola obra titulada Linguae vasconum primitiae (=Primicias de la lengua vasca) de apenas 52 páginas, compuesta por quince poemas de tema religioso, amoroso, autobiográfico que también incluye dos estupendos poemas ("Kontrapas" y "Sautrela") dedicados a hacer una firme apología del euskara y del pueblo vasco. Junto a los poemas Etxepare incluyó una breve introducción en prosa a modo de cortés dedicatoria. A pesar de ser el primer libro, el Linguae vasconum primitiae no tuvo demasiada difusión en su época, y reflejo de eso es que algunos estudiosos de siglos posteriores no lo mencionan. Si el primer escritor en euskara fue un poeta, el segundo, Joanes Leizarraga , utilizó la prosa y centró su principal labor en la traducción. Labortano de nacimiento, los conflictos religiosos entre católicos y protestantes alcanzaron de lleno a Leizarraga: Cuando la reina de Navarra Juana de Albret aceptó la doctrina calvinista en 1559, se percató de que las tesis protestantes necesitaban difusión y, para ello, encomendó la tarea de traducir la versión calvinista del Nuevo Testamento a Leizarraga. Así es como en 1571 ve la luz el libro Iesus Christ gure Jaunaren Testamendu Berria (=Nuevo testamento de nuestro Señor Jesucristo) en La Rochele A esta traducción le siguen un calendario religioso Kalendrera (=Calendiario) y Abc edo kristinoen instruktionea (=Abc, o la intrsucción de los cristianos) también en 1571. Leizarraga fue consciente de la dificultad de que sus traducciones fueran entendidas en todo Euskal Herria debido a la diversidad dialectológica. Utilizó un lenguaje arcaico, culto, con numerosas palabras tomadas directamente del latín y del griego como vemos en una de las primeras páginas de Abc, edo kristinoen istructionea: “Baldin çuetaric cembeitec sapientia faltaric badu...” (=Si alguno de vosotros tiene falta de conocimiento, sabiduría ...) Mientras en Iparralde la actividad literaria se centraba en Etxepare y Leizarraga, en Hegoalde apareció la colección de refranes Refranes y sentencias comunes en bascuence, (1596), donde se recogen 539 refranes escritos en un lenguaje extremadamente antiguo, hecho que ha convertido la colección más atractiva desde el punto de vista lingüístico que literario. Siguiendo con la producción en Hegoalde, mencionemos a Esteban Garibai, natural de Mondragón (Gipuzkoa), que también compiló en esta época varias listas de refranes y textos que, sin embargo, no vieron la luz hasta el siglo XIX. Hay quien atribuye la colección Refranes y sentencias al propio Garibai. En el año 2004 sonaron campanas en la literatura vasca y los periódicos titularon: "Aparece un texto manuscrito en euskera alavés del siglo XVI". Con la aparición de ese texto se da un vuelco en la literatura vasca y es que hasta ahora se ha pensado que la prosa en euskara no pasaba a Hegoalde hasta el siglo XVIII. El texto, conocido como Lazarragaren eskuizkribua (=El manuscrito de Lazarraga), está compuesto por algunas composiciones en verso y otra en prosa. Su autor: Joan Pérez de Lazarraga. Una primera versión del libro fue publicada el año pasado bajo el título Dianea & Koplak por la editorial guipuzcoana Erein. El siglo XVII: el florecer de una literatura Si en el siglo XVI eran muy bajo el numero de escritores en euskara, en este siglo se produce un cambio radical y aparecen nuevas e importantísimas figuras para la literatura vasca. Aún así, la producción literaria de Iparralde seguirá siendo más importante que la de Hegoalde. La llegada de los balleneros vascos a las costas de Ternua, el fin de numerosos conflictos religiosos y la estabilización económica en Euskal Herria (sobre todo en la zona costera) ayudarán al florecer de la literatura vasca en este siglo. Al estudiar la literatura de este siglo, diferenciamos tres grupos de escritores: La escuela o grupo de Sara y los escritores suletinos en Iparralde y algunos escritores de Hegoalde que no consiguieron el éxito de los contemporáneos vascofranceses. La escuela o grupo de Sara (Sarako eskola o Sarako taldea) Al hablar de La escuela o grupo de Sara hablamos de un círculo de personas procedentes de las localidades de Ziburu, Donibane Lohitzune, Sara y los alrededores, en tierras labortanas. La mayoría son religiosos a pesar de que entre ellos hay a varios médicos. Los libros que redactan, tanto en prosa como en verso, son de tema también de tema religioso. El máximo representante de la Escuela de Sara será un hombre nacido en un pueblo fronterizo de Navarra: Pedro Agirre Azpilikueta “Axular”. Nacido en la localidad Navarra de Urdax, estudió en Salamanca y fue sacerdote. Con grandes dotes para la retórica y la escritura, en 1643 publicaron su obra única obra: Gero (=Después), un libro de 621 páginas que se convertiría en una de las más altas cimas de la prosa vasca que hoy podemos encontrar en edición facsímil. Muchos de los escritores de siguientes generaciones y siglos tomaron la obra de Axular como punto de referencia y la influencia en ellos es clara. En Gero, Axular aconseja al cristiano que se ocupe de los temas que respectan al alma, que no aplace los temas concernientes a la religión, habla sobre la peligrosidad de andar dejando los quehaceres para después... y todo esto lo completa con citas y leyendas del mundo clásico. Como vemos, el fin de Axular era un fin didáctico. A la hora de redactar, Axular utilizó un lenguaje claro y limpio, acompañando sus frases de numerosos sinónimos y ejemplos que facilitan la comprensión. El autor navarro tenía previsto escribir la segunda parte de su obra, pero su fallecimiento en 1644 no se lo permitió. Junto a Pedro Axular, también perteneciente a la Escuela de Sara, encontramos a Joanes Etxeberri de Ziburu "Ziburuko Etxeberri" (conviene matizar lo de Ziburu porque en el siglo XVIII habrá otro Joanes Etxeberri). Doctor en teología, Etxeberri fue un hombre de profundos conocimientos que escribió tanto en verso como en prosa, aunque sólo se conserva su obra poética. En apenas nueve años escribió tres libros importantes: Manual Devotionezkoa (=Manual de la devoción) (1627) en el que se recogen escritos sobre la doctrina religiosa y oraciones dirigidas, en gran parte, a los marineros), Noelac eta bertze kanta espiritual berriak (1631) donde Etxeberri narra algunas vivencias de Jesucristo y algunos santos como San Ignacio de Loyola además de varias canciones navideñas. La tercera obra, publicada en 1636, es Elizara erabiltzeko liburua, (=Libro para utilizar en la iglesia) una obra donde se recogen escritos relacionados con la religión: calendarios, oraciones, salmos, etc. Para acabar con la Escuela de Sara, debemos mencionar a algunos autores, que, aunque menos que Axular o Etxeberri, también tuvieron su influencia en el XVII. Mencionamos, pues, a Materre con la obra Doctrina christiana (1617), a Juan Haranburu con Devoción escuarra, mirailla eta oracionteguia (1635) y a Arginarats con su obra prosaica Avisu eta exhortacione protebethosac bekhatorearentzat publicada en el año 1641. Los suletinos Antes hemos hablado de otro grupo del XVII conocido como los suletinos (así los llamaba, por ejemplo, Koldo Mitxelena en su Historia de la literatura vasca). Los suletinos son escritores de la provincia vascofrancesa de Zuberoa o Soule: Arnaud Oihenart y Juan de Tartas. Oihenart, nacido en Maule en 1592, es otro de los grandes del XVII. Hombre sabio, estudió Derecho y ocupó diversos cargos en París y en el Parlamento de Navarra. Siguiendo su afición por la historia, escribió Notitia Ultrisque Vasconiae, obra publicada en 1638, donde completó la historia de Euskal Herria en latín. Aparte de la historia, Oihenart tenía otras aficiones como la poesía. Siguiendo esta última, escribió un ensayo sobre la poesía vasca titulado Art poétique Basque donde aconsejaba los pasos a seguir para escribir buena poesía. La tercera obra que destaca en este autor es una estupenda recopilación de refranes (recordemos que en el XVI ya se publicaron una coleccion por el estilo en Hegoalde). Además de los dichos populares, Oihenart incluyó algunos poemas propios en el libro que se publicó en 1657 bajo el título de Les Proverbes Basques, hoy en día conocido como Atsotitzak eta Neurtitzak. En relación a Oihenart también se apareció la obra Oihenarten gastaroa neurthizetan (=La juventud de Oihenart en poemas). Hay que apuntar que, a pesar de haber nacido en Zuberoa, Oihenart no escribió en dialecto suletino. Habrá que esperar hasta que aparezca en 1666 el libro Ontsa hiltzeko bidia (=Camino para la buena muerte) de Juan de Tartas para ver una obra extensa escrita mayoritariamente en este dialecto aunque el propio autor reconoció haber utilizado algunos préstamos del dialecto navarro-labortano. Tartas nació de Sohüta, fue sacerdote y Ontsa hiltzeko bidia es un libro en el que indica al cristiano qué camino a seguir para conseguir una buena muerte (entendamos buena como correcta, tranquila, religiosa). Publicó una segunda obra titulada Arima penitenteare noccupatione devotaq (=Ocupaciones devotas del alma penitente) en 1672. Otros autores de Iparralde Para acabar con Iparralde, cabe citar brevemente algunas obras y autores. En 1686 se publica en Pau la obra poética Eguia Catholicac (=Verdades católicas) del padre Bernard Gasteluzar. Silvain Pouveau será un constante traductor de obras como Gudu espirituala (=Guerra espiritual) o Philotea. En un plano más bajo encontraríamos a Aranbillaga , cuya vida apenas se conoce y a Piarres D´Etxeberri, traductor de Itxasoco Nabigacionecoa (=De la navegación del mar). El XVII en hegoalde El tercer bloque literario del XVII lo encontramos en Hegoalde, eso sí, con menos importancia que sus colegas vascofranceses debido a que lo que se produce en Hegoalde en esta época se escribe en español. Destacan tres autores: el navarro Juan Beriain, Martín Otxoaga Kapanaga y el bilbaíno Rafael Mikoleta . Hagamos una breve mención a la obra de este último: Rafael Mikoleta escribió un libro que se publicó en 1653 y cuyo título era Modo breve de aprender la lengua vizcaína. Es uno de los manuscritos “dormidos” de la literatura vasca ya que no fue hallado hasta el siglo XIX. Podríamos considerar la obra de Mikoleta como el primer intento para conformar una gramática vasca. Aún así, se sigue reconociendo como primera gramática vasca el libro El imposible vencido. Arte de la lengua vascongada (1728), de Manuel de Larramendi, uno de los pilares del euskara en el siglo XVIII que veremos en el siguiente apartado. El siglo XVIII: Hegoalde también El siglo XVIII es otro de los siglos de la literatura vasca que analizaremos en dos apartados. Mientras que en los siglos XVI y XVII la literatura predominante era la producida en Iparralde (a excepción de Lazarraga en Hegoalde) con figuras como Etxepare, Axular, Etxeberri u Oihenart, en el XVIII la importancia literaria se trasladará a Hegoalde, concretamente a Gipuzkoa. Literatura en Iparralde En lo que respecta al Iparralde literario del XVIII, destaca sin duda alguna Joanes Etxeberri de Sara (no lo confundamos con el otro Joanes Etxeberri, pues aquel era del siglo XVII y nació en Ziburu). Nacido en 1668 en Sara, Doctor en Medicina, Etxeberri pasó gran parte de su vida en Hegoalde. Vivió en lugares como Bera, Hondarribia o Azkoitia, donde murió en 1749. Amante incondicional y apasionado del euskara y de todo lo que rodeaba a la lengua vasca, centró sus lecturas en la obra de Axular y Oihenart a pesar de que también leyó a otros clásicos. La producción literaria de Etxeberri se centra en el idioma vasco. Escribió tres obras importantes: Lau-urdiri gomendiozko karta edo gutuna (=Carta de recomendación a Lapurdi), (1718) donde pedía a la Asablea de Labort ayuda para publicar sus libros. La petición no tuvo éxito y no pudo ver cumplido su objetivo. De Sarako Etxeberri fueron las siguientes obras: Eskuararen ethorkia (=El origen del euskara); libro en el que habla acerca de los orígenes del euskara y hace una firme apología del idioma vasco. Euskarazko hastapenak latin ikasteko (=Inicios del euskara para aprender latín): primer libro con un método para aprender latín partiendo de la lengua vasca. Al igual que pasó con la ya comentada obra de Mikoleta en el XVII, estos dos últimos libros de Etxeberri permanecieron “dormidos” hasta que Julio Urquijo los encontró en un convento de Zarautz (Gipuzkoa) y los editó en Paris junto al primero ya en el siglo XX. Según algunos escritos, Etxeberri redactó hizo un diccionario que Larramendi (luego lo veremos) utilizó para completar el suyo, pero hoy en día se da por perdido. En el siglo XVIII no habrá ningún otro autor de Iparralde que alcance el rango de Etxeberri. En cuanto a escritos religiosos, nos basta con mencionar algunos nombres como Haraneder,Baratziart, Pierre d`Urte , Chourio o Maizter. En lo no-religioso, destacamos a Egiategi, cuya obra permaneció sin ser conocida hasta la década de los 60 en el siglo XX, o a Larregi, además de numerosos escritos al estilo de versos anónimos de los cuales muchos se centran en los marineros vascos, especialmente en los que hacían largos viajes hasta Ternua. En 1987 se publicó una recopilación de todos esos versos bajo el título de Bertso zahar eta berri zenbaiten bilduma (1798). El XVIII en hegoalde Dejando Iparralde a un lado, en la literatura del siglo XVIII se da un gran paso al aparecer la figura del jesuita Manuel de Larramendi “Aita Larramendi” en Gipuzkoa. En el XVIII se abrirán las puertas a Hegoalde: una nueva provincia (Gipuzkoa) y un nuevo dialecto (gipuzkera o guipuzcoano) entrarán en la historia de la literatura vasca. Nacido en Andoain en 1690, la figura de Larramendi constituye uno de los mayores pilares de la cultura vasca del XVIII por no decir el mayor. Si en el XVII destacaba la figura de Axular, ahora será Larramendi el eje de la literatura de este siglo. Larramendi estudió en la compañía de Jesús, estuvo en Salamanca, Palencia y Valladolid dando numerosas charlas y clases y fue el confesor de la viuda de Carlos II. Cuando volvió a Euskal Herria, se afincó en Baiona y poco después en Loyola, desde donde se desplazaba continuamente para realizar numerosos actos en diferentes lugares. Si algo caracteriza a Larramendi, es la fiel e incondicional defensa de la lengua vasca. Sus obras principales son las siguientes: - De la antigüedad y universalidad del Bascuence en España: publicada en 1728. Constituye una auténtica apología y defensa del euskara ante los que atacaban a la lengua vasca. Según la creencia de Larramendi, el euskara fue alguna vez una lengua extendida por todo el estado español. - El impossible vencido. Arte de la Lengua Bascongada (1729): Considerada como la primera gramática del euskara, con esta obra Larramendi calló las voces que defendían la idea de que la lengua vasca era un idioma sin ningún orden. - Diccionario Trilingüe del Castellano, Bascuence y Latín (1745). Una obra monumental dividida en dos tomos. Tras una larga apología de la lengua vasca en la introducción, Larramendi nos ofrece la oportunidad de consultar las palabras en latín, euskara y español. Citaremos como “anécdota” que cuando Larramendi no encontraba la palabra adecuada en lengua vasca, no dudaba en introducir neologismos por doquier, hecho que hace del diccionario una obra no del todo fiable. Fue tal la influencia de Larramendi que no tardaron en aparecer los seguidores de su obra y sus teorías. Entre ellos destacan dos jóvenes jesuitas: Agustin Kardaberaz y Sebastian Mendiburu. Kardaberaz fue el primero en nacer en 1703. Famoso por sus charlas, fue misionero y recorrió casi toda Bizkaia y Gipuzkoa hasta que la salud comenzó a fallarle, momento en el que se recluyó en el convento de Loyola durante doce años. Sin embargo, cuando Carlos III expulsó a los jesuitas, Kardaberaz tuvo que viajar a Italia, donde moriría en 1770. La mayoría de la obra de Kardaberaz se centra en temas religiosos y a ellos pertenecen una decena de libros publicados tanto en dialecto guipuzcoano como en vizcaíno. A pesar de ello, existe una obra que se sale de esos moldes: dirigida a profesores y curas, Kardaberaz anima a aprender y a utilizar correctamente la lengua vasca en Euskararen berri onak (=Buenas noticias del euskara). Junto a Kardaberaz es Mendiburu, nacido en Oiartzun (Guipuzkoa) en 1709, uno de los mayores seguidores de Larramendi. Dominaba perfectamente el arte de la retórica y tras recorrer Navarra y parte de Gipuzkoa con sus sermones, fue conocido como el “Cicerón vasco”. Su objetivo prioritario era atraer a la gente hacia Jesucristo. Así, publicó tres obras importantes en Pamplona: Jesusen bihotzaren debozioa (1747) (=Devoción del corazón de Jesús), Jesusen amore-nekei dagozten zenbait otoitz-gai (1759-60) (=Algunas oraciones que corresponden a los cansancios amorosos de Jesús) y Euskaldun onaren biziera (1762) (=Modo de vida del buen euskaldun). Pero no se quedó ahí el trabajo de Mendiburu: durante doscientos años permanecieron nuevamente “dormidos” numerosos escritos suyos, la mayoría de tema religioso, que fueron recopilados y editados por Patxi Altuna en 1982. Como vemos, los jesuitas (Larramendi y sus seguidores) constituyeron un pilar más que fundamental en la literatura de Hegoalde del XVIII. Por ello, cuando fueron desterrados, la calidad de la literatura en hegoalde disminuyó con ellos. De esta época del destierro jesuita mencionaremos la obra deUbillos Kristau doktrin berri-ekarlea, publicada en 1785. Otro punto importante en la literatura del XVIII lo constituye el teatro. Mientras en Iparralde se llevaban a cabo teatros callejeros, pastorales, mascaradas y eventos por el estilo desde antaño, en Hegoalde encontramos los primeros libros teatrales. Entre los autores de este género no podemos dejar sin mencionar a Xabier Munibe (conde de Peñaflorida) con la obra El borracho burlado (1764), una opera cómica bilingüe y a Pedro Ignacio Barrutia con Acto para la nochebuena. A Munibe también se le atribuyó otra pieza teatral titulada: Gabon-sariak (=Aguinaldos de Nochebuena) aunque fue firmada por una tal "Luisa de la Misericordia". Pedro Ignacio Barrutia, nacido en la localidad alavesa de Aramaio, pasó gran parte de su vida en Mondragón. De profesión escriba, su obra no fue conocida hasta 1897 aunque se cree que llegó a ser representada ante el público cuando la escribió.