EL CASERÍO VASCO: UNA UNIDAD SOCIOECONÓMICA ORGANIZADORA DEL TERRITORIO RURAL VASCO-ATLÁNTICO Imanol Goikoetxea López 1. INTRODUCTION En en Cantábrico oriental, y a lo largo de una franja de unos 50 Km. de ancho que extiende desde la zona occidental de Vizcaya hasta el limite del Pais Vasco-francés con el Béarn, se localiza en el medio rural un tipo de explotación basada en el minifundismo y en la habitación dispersa que es conocida con el nombre de caserío. El caserío vasco es una unidad económica de explotación del terrazgo que comprende la casa, sus propietarios (la familia) y sus propiedades (la tierra y el ganado). De esta manera, el caserío organiza no sólo el espacio, sino también la población, en tanto cada familia está adscrita a una casa y a un lugar geografico determinado del territorio. El primer problema que se presenta a la hora de estudiar el fenómeno del caserío es la definición del mismo y, ligado a esta definición, su delimitación en el tenitorio. Es decir, qué es el caserío y dónde se localiza. Si consideramos una definición geográfica del caserío, alejándonos de interpretraciones de tipo etnográfico —basadas en el idioma o en la exis-tencia de elementos culturales comunes—, podriamos senalar algunas condiciones para que una explotación sea considerada como tal: 1) Debe de tratarse de una unidad de explotación, es decir, es necesario que concurran los elementos antes indicados de familia, casa y tierra. 2) Debe de poseer un carácter minifundista, con más o menos terrazgo a su cargo pero manteniendo siempre este carácter. O lo que es lo mismo, 101 que sus terrenos pueden ser explotados en condiciones normales por la familia adscrita a la casa. 3) Debe de conformar un poblamiento disperso, si bien en ocasiones se encuentran pequenas agrapaciones de caserios aparte de la plaza de los pueblos. 4) Debe de estar rodeado a su vez de caserios, de manera que puede una explotaciön cumplir las tres condiciones anteriores y no ser un caserio si se encuentra situado, pongämoslo como ejemplo, en la llanada alavesa. Con esta definiciön, un tanto grosera en la forma pero eficaz en el fondo, podemos senalar el ämbito en que se localizaria el caserio vasco. Curiosamente, este ämbito coincide casi con exactitud con la zona en que la lengua vernäcula —el vascuence o el euskera— se ha mantenido. Intuitivamente, cualquier habitante del Pais Vasco supone que la divi-soria de aguas cantäbrico-mediterränea es la que engloba el ärea ocupada por el caserio. Sin embargo, esta aproximaciön ha de ser matizada, sobre todo en lo que se refiere a los llmites oriental y Occidental del fenömeno. En efecto, en Vizcaya las äreas mäs orientales como las Encartaciones y el Gran Bilbao son consideradas como de definiciön problemätica en este sentido1. El resto de este Territorio Histörico se encuentra ocupado por el caserio sensu lato. Guipüzcoa mantiene toda su superficie bajo este tipo de explotaciön. En Älava, la vertiente cantäbrica (cuenca del Nerviön, tierra de Ayala y valle de Aramayona) soporta tambien el caserio. En Navarra ocurre präcticamente igual; la vertiente cantäbrica posee caserios: valles de Araitz, Leizaran, Urumea, Bidasoa y Baztan. Las comarcas pirenäicas, es decir, los valles de Esteribar, Erro, Aezkoa, Salazar y Roncal se encuentran en una zona de adscripciön problemätica. En el Pais Vasco Continental, las tres provincias presentan un modelo asimilable al caserio. Dentro de este ämbito que hemos definido, y exceptuando las zonas en las que no esta muy clara la adscripciön de la organizaciön rural al modelo del caserio, se reparten unas 17.500 explotaciones de este tipo en Guipuzkoa y Vizcaya2, a los que podemos sumar unas 1.000 ö 1.500 mäs entre las tierras de Alava y Navarra, y alrededor de 8.000 en el Pais Vasco Continental, lo que hace un total aproximado de 27.000 caserios. Hemos de tener en cuenta que muchos de ellos se encuentran abandonados o en 1 IBERPLAN (1973): Situation y perspectivas del Pais Vasco-Navarro y Rioja. Confederaciön de Cajas de Ahorro. Vol. V, p. 2072. 2 ETXEZARRETA, M. (1973): El caserio vasco. Fundaciön M. de Iturriaga y Danobeitia. Bilbao. P. 123. 102 Mapa del Pais Vasco y el Pirineo Occidental donde se refleja la ubicaciön del caserfo. La zona rayada representa el ärea donde esta instituciön estä en vigencia. Los puntos indican las zonas de adscripciön problemätica o de transiciön. ruinas, otros se utilizan como segunda residencia o bien han sido transfor-mados en restaurantes, merenderos, sidrerias,... Considerando esto, y eva-luando el fuerte exodo que ha sufrido el medio rural en los Ultimos afios, sobre todo en la zona francesa, es dificil que sean mäs de 18.000 los caserios que poseen una dedicaciön agropecuaria. Sepamos, por otro lado, que muchos de estos son bi o plurifamiliares, es decir, una vivienda soporta a veces mäs de una unidad socioeconömica o familiär. La cifra de familias que se sustenta, aunque sea en parte, mediante esta actividad puede estar alrededor de 20.000. 103 2. LA ORGANIZACIÖN PRODUCTIVA DEL CASERIO 2.1. ^Puede un caserio mantener a una familia? La vieja y muy extendida idea que considera el caserio como una unidad destinada al autoabastecimiento es dificilmente sostenible hoy en dia, dadas las caracteristicas actuales del agro vasco-atläntico. Incluso es muy cuestionable la afirmaciön que considera que una familia puede recurrir a un caserio como ünico medio de sustento. Algunas estadisticas realizadas por la administraciön evalüan la canti-dad de familias que dedican la totalidad de su trabajo al caserio en un 15% del total. Es deck, solamente uno de cada 6 caserios puede mantener a una familia. Esta cifra, segün las investigaciones y trabajo de campo que estamos realizando, es sensiblemente inferior, ya que gran nümero de estos caserios, teöricamente habitados durante las 24 horas del dia y cuyos dueiios viven exclusivamente de las rentas que puedan producir mediante la explotaciön de los mismos, estän deshabitados —guardändose ünicamente ganado en el— o bien el baserritarra3 posee otro trabajo paralelo en algün nücleo urbano cercano, generalmente perteneciente al mundo de la eco-norma sumergida. Por lo tanto, todo lo que escribamos sobre la organizaciön productiva del caserio ha de ser teniendo en cuenta que la mayoria de las familias que ocupan una explotaciön de estas caracteristicas poseen una serie de ingresos extras y exteriores al trabajo agricola o ganadero. De otro modo, dificilmente podria sostenerse la economia familiär. 2.2. La adaptaciön del caserio a las exigencias comerciales de la socie-dad vasca actual El punto de partida para el anälisis del caserio actual lo podemos situar en la adaptaciön que ha tenido que sufrir a la creciente industrializaciön del pais. Para MARTIN GALINDO4, el mäs visible resultado es el aban-dono de la antigua explotaciön agricola destinada al autoabastecimiento transformändose en una explotaciön agraria al servicio de las ciudades y 3 Con esta palabra, proveniente de baserri (^caserio), designamos al agricultor que trabajaba en el caseno, en contraposiciön al despectivo castellano de «casero». 4 MARTIN GALINDO, J. L. (1958): El caserio Vasco como tipo de explotaciön agraria. Univ. de Valladolid. P. 226. 104 de los centres industriales, suministrando productos horticolas y, sobre todo, ganaderos: leche y, secundariamente, came. Una de las consecuen-cias de este cambio de orientación, en la que nunca se ha hecho especial hincapié, es que la moderna explotación está más en consonancia con las condiciones naturales del pais, más volcado a hierbas, pastizales y monte que al trabajoso cultivo del trigo. 2.2.1. Los cultivos El trigo ha ido desapareciendo paulatinamente, y podemos decir que en los aňos 70, desaparecen las ultimas parcelas (hemos localizado una en el barrio Altzola de Aia, Guipuzcoa, en la que se cultivó trigo hasta 1974). El maiz en cambio se adapta mejor a las condiciones climáticas del pais, y que su ciclo va de primavera a otofio y el calor húmedo del verano le favorece. Ello ha posibilitado su perduración, si bien ha descendido mucho la superficie dedicada a su cultivo en la zona peninsular del caserio. Por otra parte, la introducción de híbridos no se ha hecho de manera genera-lizada hasta bien entrados los 50. La vid, que en el XVIII alcanzó cierta importancia, desaparece casi totalmente por motivos económicos y por las plagas que asolan los vifíedos a finales del XIX (oidium y mildiú) y comienzos del XX (filoxera). En los Ultimos aňos, coincidiendo con el auge gastronómico del txakoli y la reciente Denominación de Origen comienza a aumentar su superficie en las zonas de Getaria y Zarautz. Fuera de la D.O., existen zonas txakoliteras en la costa vizcaína, sobre todo en Bakio. En la zona continental del pais, la D.O. Iroulegui ampara una pequeŕía producción de vinos tintos. En total, es dificil que en la zona de vigencia del caserio se encuentren más de 500 ha. dedicadas a vifíedos. El manzanal siempre ha seguido manteniendo importancia, aunque tam-bién disminuyó alarmantemente a mediados de siglo. En los Ultimos afios, la politica seguida por la administración, basada en ayudas económicas y técnicas, está haciendo resurgir el típico paisaje de manzanal y prado de siega. Es normal que un caserio que la cubren los grandes productores, comprando manzana a los caseríos y creando un circuito comercial de cierta importancia. Los cultivos de huerta se mantienen, ya que además de suponer cierto autoabastecimiento, permite comercializar ciertos productos en los núcleos urbanos próximos. En general, los productos agrícolas del caserio no pueden competir en precio con los que ofrecen los grandes canales de comercialización. La 105 orientación que se está dando en los Ultimos anos, es una especialización en cultivos autóctonos de calidad. De esta manera, en los mercados urbanos se comercializan los productos hortofrutícolas de los caseríos cercanos, pero casi siempre lo hace directamente el productor, es decir, el baserritarra. 2.2.3. La ganadería a) Vacuno La mayor parte de los caseríos basan su economía en la ganadería. La producción lechera, hoy por hoy, supone la mayor fuente de ingresos del caserío, aunque habrá que ver la futura evolución del sector con la nueva coyuntura (cuotas lecheras, legislation de sanidad, competencia exterior, etc.). El origen de este cambio de orientación está en las nuevas condi-ciones que se dan, de forma que hay que obtener productos de mucha y estable demanda y que no sufran la competencia de otras regiones. Evi-dentemente, estas condiciones se dieron hace unos cuantos anos, ya que las nuevas técnicas (pasteurization, envasado, etc..) que permiten el almacenamiento de la leche durante mucho tiempo facilitan a ganaderos de tierras lej anas competir con el caserío. En cualquier caso, en el caserío se aumenta la zona destinada a la production ganadera. Asi, ahora predominan en el conjunto de las tierras de los caseríos explotados las parceias dedicadas a prados de siega y forrajeras. Ahora en el caserío la comida se compra fuera, aunque se mantienen algunas hortalizas y ciertos animales que aportan alimentos para la unidad familiar. Para salvar la escasez de los piensos invernales, el caserío compra paja de cereales que, mezclada con la hierba de las metas5, constituye la base del alimento del ganado estabulado. También los piensos son parte importante de la alimentation de la cabana vacuna, especialmen-te en los caseríos de mayores establos. No solamente se ha transforrnado la explotación de la tierra, también lo ha sido el mismo ganado. La raza pirenaica de vaca desaparece como productora de leche, si bien algunos ejemplares se encuentran todavia como animales de tiro. Según MARTIN GALINDO6, las sustitución de la raza comenzó ya en 1857, cuando se trajeron los primeros sementales de 5 Metas: voz en euskera que designa unos depósitos de heno que se realizan al aire libře alrededor de un poste vertical. Alcanzan una altura de hasta 5 metros y un diámetro en torno a los 3 m. 6 MARTÍN GALINDO, J. L. (1958): Op. cit., p. 234. 106 raza suiza. A comienzos de siglo se habia formado ya una raza pirenaico-suiza, utilizada para carne, leche y trabajo. A partir de 1946 se comienzan a traer ejemplares y sementales de raza holandesa o frisona, mejor produc-tora de leche. En 1955, la raza frisona suponia ya el 46% de la cabaňa, y en 1966, el 67%. En la actualidad, la mayorfa de las vacas son de esta raza, si bien se inseminan ocasionalmente con razas más adecuadas para la production cárnica obteniendo asi terneros mixtos para su cebo y sacrifi-cio. Un problema aňadido al incremento de la cabaňa vacuna y de su consiguiente estabulación es lapropensión a la brucelosis, lo que conlleva unos gastos de prevención y atención sanitarias suplementarios al caserío. La situación llegó a límites alarmantes hasta que las Diputaciones tomaron cartas en el asunto a comienzos de los 80, analizando y vacunando todos los animales. La campaňa sanitaria ha dado sus frutos, ya que se han rebajado los altos porcentajes de ganado enfermo que se habían alcanza-do, rebajándolos a cotas consideradas normales en la legislación europea. b) Otras cabaňas ganaderas El ganado ovino mantiene algunos rebafios de cierta importancia. La Denominación de Origen de Idiazabal, que abarca el queso elaborado con leche cruda de oveja latxa, junto con las ayudas que la administration aporta por cabeza de ganado ovino —son ayudas de la CEE y se pagan en Ecus—, auguran cierto auge al sector, de forma que en los Ultimos afios asistimos a un fuerte incremento del numero de ovejas: son muchos los caseríos que mantiene un corto numero de ellas, fenómeno que hace una década era más bien raro. Tradicionalmente, cada caserío poseía un cerdo para su engorde, utili-zado para el consumo propio. La matanza, hacia San Martin, suponia una auténtica fiesta en cada casa. En la actualidad, esta costumbre ha desapa-recido, y si se tiene ganado porcino, lo es en mayor cantidad. A la vez, han surgido algunas granjas que mantienen un alto numero de animales. De las cabanas equina y caprina poco podemos decir. La cuantificación es ciertamente difícil, debido a las características de semilibertad en que se encuentran estos animales, aunque la administration tiende a controlar sanitariamente a los mismos, lo que a medio plazo nos dará unas cifras más exactas que las que poseemos hoy en día. Algunos caseríos se especializan en mayor o menor medida en la cría de animales como conejos, ocas, patos, etc., pero su importancia relativa es meramente anecdótica. 107 3. LA CRISIS DEL SECTOR Resulta casi un topico hablar de crisis cada vez que se analiza, siquiera someramente, un hecho economico. Sin embargo, las cifras cantan: cada vez se abandonan mas caserios, las plantaciones de coniferas exoticas aumentan su superficie en deti-imento de los prados y otros cultivos, y la poblacion del caserio envejece. Son smtomas de que algo no funciona bien. La crisis existe, y hay que cuestionarse muchas cosas. Por una lado, la viabilidad economica de algunos caserios, pero por otro su valor ecologico, paisajistico y cultural. Es decir, se puede considerar el caserio como un pilar fundamental del mantenimiento del medio ambiente y del paisaje, y potenciar su mantenimiento aunque sea deficitario en terminos monetarios. Un caserio bien administrado es ademas garante del mantenimiento del suelo y paraliza problemas de erosion (recordemos las cada vez mas frecuentes inundaciones, cuyo origen no esta solamente en relacion con las precipitaciones, sino tambien con un aprovechamiento indebido del medio ffsico) integrandose en su entorno. No podemos tampoco sustraer-nos al valor cultural del caserio: sus caracteres etnograficos, arquitectura, costumbres, y sobre todo, la lengua. Es desde esta optica desde donde se debe de analizar la crisis del caserio, ya que no nos podemos permitir el lujo de su progresivo deterioro. El principal hecho que demuestra la crisis del caserio tiene una con-secuencia paisajfstica, y no es otro que la proliferation de plantaciones de coniferas exoticas, generalmente pino insignis, aunque tambien hay grandes masas de alerces, cipreses, etc... Las coniferas son el resultado directo del abandono del caserio, cuando el baserritarra se traslada a la calle y trabaja en la situacion economica en la que se encuentra el caserio, lo que le impulsa a prescindir de algunos pastos para plantar pinos o, en el peor de los casos, talar los bosques autoctonos para tal fin. Entran en juego tambien algunas propiedades pertenecientes a ayuntamientos o a particulares no ligados al mundo rural, al menos como baserritarras. Por otra parte, el medio fisico impone unos condicionantes muy impor-tantes para la optimization de la explotacion agraria. Las fuertes pendien-tes dificultan la mecanizacion de los campos. Los tractores que se utilizan no son realmente tales sino que se trata de motocultores y motosegadoras. Al problema de las pendientes podemos afiadir el de la superficie de tierra de cada caserio, que no llega a compensar la adquisicion de un tractor, un lavado de los suelos que hace que los oligoelementos y los nutrientes, ya •sean naturales, ya provenientes del abonado, sean desplazados con rapi- 108 dez. Finalmente, la dispersion de los caseríos, y el relieve extremadamen-te accidentado, hace que el acceso a las explotaciones sea en ocasiones problemático, lo que dificulta la integración de los productos en los cana-les comerciales con la debida rapidez. Podemos anadir también factores de tipo sociológico. La gente joven ve más futuro y una serie de comodidades en el medio urbano que el caserio no puede ofrecerle. Son muchos los que abandonan el caserio para trabajar en un taller, una fábrica, o instalarse por su cuenta. Y si el caserio ha podido rendir como para pagar unos estudios al hijó, éste no volverá con su titulo universitario a cuidar las vacas. Esto provoca un envejecimiento de la población rural, lo que conlleva la resistencia al cambio del sistema de la explotación y una grave caída de la capacidad de mano de obra del caserio. Por fin, si hacemos un análisis un poco riguroso de la rentabilidad del caserio nos encontramos con cifras sorprendentes. ETXEZARRETA7 calcula las horas de trabajo en un caserio-tipo compuesto por un cabeza de familia, su mujer, y unos hijos que estudian o trabajan fuera. El cabeza de familia está dispuesto a trabajar 14 horas diarias, su mujer trabaja 7, pero en verano 10,5, y los demás miembros de la familia aportan 3,5 horas durante todo el aňo y 7 en verano. Obtenemos asi 155 horas por semana en invierno y 189 en verano, unas 6.500 horas/ano/caserio. Esta misma autora analiza la situación económica del caserio y sus perspectivas, llegaiido a una conclusion: el caserio, tal como lo conocemos hoy, no es rentable. Tres son las razones principales que determinan esta situación. Por un lado, un baserritarra puede ganar más dinero si encuentra un empleo en la industria y dediča su tierra a la plantación de pinos, además de que trabajará menos. Por otro, la única posibilidad de mantener un caserio rentable es aumentando la superficie de la explotación, con un minimo de 10 ha., y la inversion que precisa esta compra de tierra (debe-mos de tener en cuenta que la media de las explotaciones está en torno a las 5 ha.) no compensa los beneficios que se pueden obtener de la explotación ampliada. Y finalmente, la mecanización de un caserio de 5 ha. tampoco compensa por estas mismas razones. La verdad es que vista desde esta optica, la situación es poco halagüena. La despoblación del medio rural ha sido acusadísima, aunque comenzó a remitir a partir de la crisis industrial y el incremento del paro en las ciudades. De hecho, muchos baserritarras, incluso los jóvenes, vuelven al caserio a la vista de la mala situación que hay en la calle. Estamos en una situación en la que la administración debe de actuar 7 ETXEZARRETA, M. (1973): Op. cit, p. 194 y siguientes. 109 ante el deterioro progresivo del medio rural, y su actuation, tendente a mantener el caserio como modo de explotación del medio rural se produce a varios niveles: — Tecnológico, científico y técnico. Se trata de investigar sobre espe-cies animales y vegetales y estudiar la adaptation a nuestro medio, bus-cando una mayor productividad. Esta investigation se realiza mediante fincas experimentales y laboratorios que estudian las diferentes formas de optimizar los recursos. A la vez, se crean oficinas agrarias comarcales que aconsejan a los baserritarras y establecen un control directo de la situation. — Ayudas a la infraestructura rural. También se crean un tipo de ayudas, fundamentalmente económicas, que pretenden mantener y mejo-rar las explotaciones. Estas ayudas son un arma de doble filo, ya que la mejora infraestructural provoca un aumento del valor del edificio y de sus terrenos, lo que supone una mayor tentación a la hora de vender la explotación para fines residenciales en los casos en que el casero sea propietario de la misma, o una dificultad, al aumentar el precio, para los que se encuentran en situation de arriendo o aparcería a la hora de capitalizar y acceder a la posesión directa de la explotación. Esta política, en principio, pretende favorecer la adecuación de la vivienda y de su entorno. Asi, se concedan subvenciones y créditos blancos para la rehabilitation de los caseríos, maquinaria, etc... Por otra parte, y quizá sea uno de los mayores aciertos de la administration, la red viaria de acceso a los caseríos se está cubriendo de hormigón, material idóneo para estas explotaciones, de forma que en breve plazo, todos los caseríos dispondrán de este acceso, desterrándose definitivamente el «todo uno». — Ayudas a la production. La misma administration, en su plan de política agraria, ofrece una serie de ayudas para determinados cultivos y actividades. Con ello se potencian los productos que, según los estudios realizados, más favorecen al pais, a la vez que se controla su explotación. Asi, existen ayudas para las plantaciones de árboles (no sólo pinos, sino también frondosas y caducifolias), pero en contrapartida el casero se en-cuentra ligado a los dictados de la administration respecto a talas y en-tresacas, aparte de soportar un seguimiento técnico (y fiscal) de sus pro-piedades. También, y más o menos con las mismas características, se conceden subvenciones por cabeza de ganado ovino o bovino, siempre que estos animales se encuentren sujetos a las campafias de sanidad. En definitiva, tenemos dos caras de una misma moneda: por un lado el progresivo deterioro del caserio como institution no rentable y tendente a su desaparición. Por otro, el excesivo coste social, cultural y ecológico que 110 debemos de pagar por ello, ante lo cual se establecen una serie de ayudas que intervienen, siquiera indirectamente, en la orientación de las explotaciones. Muy ligada a la actual labor que se realiza desde las instituciones está la legislación sobre agricultura de montaňa, figura jurídica que proviene de la CEE. La definición de las Zonas de Agricultura de Montana para el Estado Espariol se establece por municipios y según criterios orográficos, englobando en ella casi la totalidad del area ocupada por el caserío vasco. Las explotaciones se ven beneficiadas por una serie de ayudas consistentes en: — Mejora de las condiciones de ayudas y beneficios de carácter general de las explotaciones agrarias, consistente en subvenciones y créditos oficiales blandos para las necesidades financieras derivadas de mejora y adecuación de las explotaciones. — Indemnización Compensatoria, se trata de una ayuda directa de complemento y sostenimiento de las rentas agrarias. — Ayudas a inversiones colectivas necesarias para complementar la racionalidad y viabilidad de las explotaciones. Estas inversiones deben de estar destinadas a producción, almacenamiento y distribución de forraje, mejora de pastizales y pastos de montaňa, alumbramiento de aguas, cami-nos de acceso a los pastizales, albergues para el ganado, obras hidraúlicas y construcción y reparación de apriscos. 4. EL CASERÍO COMO ORGANIZADOR DEL TERRITORIO 4.1. La distribución territorial del caserío Alguien llegó a definir el Pais Vasco-cantábrico como un inmenso jardín salpicado de pequenas construcciones. Detrás de este aparente desorden en el paisaje rural, subyace una organización territorial íntima-mente ligada a las características del espacio agrícola y ganadero vasco-atlántico. En líneas anteriores hemos acotado más o menos exactamente la zona en la que se sitúa el caserío. Aquí vamos a tratar sobre el lugar concreto que ocupan los caseríos en espacio geográfico vasco. Cada caserío ha sido edificado en un lugar determinado atendiendo por una lado a las necesidades existentes en ese momento, y por otro a las disponibilida-des del medio. Se necesita no solamente un lugar físico para la ubicación de la casa, sino también un terrazgo mínimo y un equipo humano (gene-ralmente una unidad familiar) que lo explote. Además, esta unidad de familia, casa y terrazgo, ha de ser reconocida por la comunidad para poder 111 disfratar de los beneficios que ésta le puede reportar: aprovechamientos de pastos y lefia, trabajos en auzolan8, etc.. Aparte de estos condicionantes que podemos llaraar de tipo humano, existen otros no menos importantes y ligados al medio físico, como las pendientes, la altura o la orientación. Quizá uno de los mayores condicionantes que impone el medio físico a un nuevo asentamiento sea la altura. Con ella, disminuye la temperatura media del lugar, y la consecuencia es que las cosechas se empobrecen. Además aumenta la innivación y ello crea graves problemas de comuni-cación. De ahř que los caseríos más altos apenas tengan vocación agrícola, sino que se orientan más hacia una actividad de tipo pastoru o ganadera. La ubicación de estos asentamientos a gran altura pueden responder en ocasiones a motivos estratégicos y comerciales (zonas de collados y paso de mercancías, venlas y posadas,...). En Guipúzcoa hemos estudiado con bastante detaile la distribución de los caseríos según la altura y la orientación, obteniendo resultados a veces sorprendentes. Por encima de los 500 m. —altura a la que únicamente llega la plaza más alta de Guipúzcoa: Goiatz, 520 m.— se han encontrado 451 caseríos. De ellos, 130 superan los 600 m., y 12 los 700 m. El más alto es Goikoetxe, en el barrio Ugaztegi de Aretxabaleta, con 776 m., caserio que al igual que los otros que conforman este barrio (todos ellos a más de 700 m.) se encuentra orientado al Noroeste, precisamente en la orientación donde más duras son las condiciones climatológicas. Tenemos noticias de otros caseríos, ya en ruinas hace tiempo, que alcanzaban mayores alturas, como el de San Juan de Artia, en el barrio Arantzazu de Ofiati y en el Camino a la Uanada alavesa (casi llegaba a los 900 m.). Otros caseríos localizados a cierta altura se encuentran en la zona de Bidegoian-Beizama, orientados aqui al Sur, como Berazeaga (o como se dice localmente, Beiza) a 732 m., o Urdanpilleta, en el collado de Santa Ageda, a 715 m. En general, la altura es un fuerte condicionante para el asentamiento de los caseríos, y a modo de reflexion podemos definir varios niveles (nos referimos a Guipúzcoa): — Hasta los 500 m. los caseríos se localizan respondiendo más o menos a unos parámetros comunes, aunque a mayor altura la propiedad suele ser más grande en extension y van desapareciendo progresivamente los cultivos a favor de los prados de siega y diente. Es decir, la vocación 8 Auzolan (=trabajo del vecindario). Como su propio nombre indica, se trata de un trabajo realizado por todos los vecinos destinado bien a la comunidad, bien a alguno de los vecinos necesitado de mano de obra en esos momentos. 112 ganadera y pastoru aumenta a medida que vamos alcanzando el umbral de los 500 m. Las plazas de los pueblos tienen aquí su limite superior. Por otra parte, las orientaciones son muy diversas, tanto las de la fachada principal de la casa como las de las laderas en las que se sitúan las explotaciones. Lógicamente, se buscarán con preferencia las zonas más abrigadas y orientadas al Sur y Suroeste. — De 500 m. a 700 m. existe un numero se caseríos de cierta impor-tancia. Muchos de ellos se localizan en el area Sur de Ernio, aunque también los encontramos en las alturas de Izarraitz, Elosua-Irimo, Izazpi, Murumendi, Ataun y por todo el Sur y Suroeste de Guipúzcoa. La dedi-cación pastoril es claramente dominante aqui, aunque todavfa existen zonas favorables, a tenor de sus condiciones particulares, para la explotación agropecuaria. De todas formas, la climatologia es más dura, sobre todo el inviemo cuando se da una innivación más acusada que en los valles. — A partir de 700 m., salvo excepciones, se encuentra el limite de la habitación permanente, o sea, el del caserío. Los pocos que hemos loca-lizado a esta altura aprovechan condiciones microclimáticas favorables (Berazeaga) o bien responden a situaciones muy estratégicas (Urdanpilleta, Ugaztegi). La pendiente del terrazgo ha sido otro de los factores tradicionalmente limitantes del asentamiento y actividad agricola. Parece lógico pensar que las zonas lianas serán las más apetecidas, mientras que las fuertes pendientes se reservan para los bosques y últimamente para las plantaciones. Sin embargo, no podemos sustraernos a la imagen de ciertas zonas de Guipúzcoa con acusadísimas pendientes y a la vez densamente colonizadas. Sirvan como ejemplo los campos de Placencia de las Armas, donde es tan fuerte la incli-nación que la mayoría de las parcelas se encuentran por debajo de los 700 m. de altura y la densidad de los caseríos arrojaría mucha luz sobre este tema. La orientación también ha sido un factor tradicionalmente consideran-do como clave en la distribución espacial del caserío. Sin embargo, y hemos seňalado cómo existen asentamientos en zonas muy desfavorables en este sentido y además a mucha altura. En nuestra opinion, aquí ocurre como en todas las cosas: el que primero llega, puede elegir, y elegirá el lugar más favorable. Cuando éstos lugares hayan sido ocupados, y en función de las necesidades demográficas y económicas, los nuevos asentamientos nabrán de ubicarse en las zonas más desprotegidas. Por otra parte, un caserío a 300 m. de altura, a 1 km. del casco urbano, con tierras de buena calidad y orientado al NW, está mejor situado que otro a 500 m., a 4 km. del casco y con fuertes pendientes, aunque su orientación sea Sur. 113 4.2. La organización espacial de cada caserio Cada caserio, entendido como una unidad socioeconómica, posee un territorio, un terrazgo asociado a él. Casa y terrazgo son indisociables, y cuando definimos un caserio por su nombre, nos estamos refiriendo tanto al edificio como a sus tierras e incluso a sus habitantes. Esos tres eiemen-tos: familia o habitantes, casa y terrazgo, son una constante en el espacio rural vasco-atlántico. El triángulo se complementa con una serie de ele-mentos exógenos, como si estos tres componentes se proyectasen al exterior: el terrazgo con los comunales, la casa con el pueblo o el ayuntamiento y la iglesia, la familia con la comunidad de vecinos. La Organization de la propiedad obedece a dos principios básicos. Por un lado, las necesidades o características de la explotación determinarán el tipo de cultivos: prados de siega o de diente, praderas artificiales, manzanales, invernaderos, bosques o plantaciones entre otros, son cultivos que responden a un tipo de explotación determinada. Por otro lado, existe una regia lógica que se cumple a rajatabla: las labores que mayores cuidados y tiempo requieran, más cerca estarán de la casa, al objeto de evitar la pérdida de tiempo en desplazamientos. Por ello, junto al caserio está la huerta (trabajo diario), algo más lejos los otros cultivos, más alejados los prados, y finalmente los bosques y plantaciones. Esta afirmación, basada en los postulados de la geografia clásica9, puede matizarse en la actualidad, ya que la mecaniza-ción distorsiona en parte el modelo, pasando a veces la dištancia a segundo piano frente a la calidad y cualidad de las tierras. En Astigarraga, municipio cercano a Donostia, donde se ha estudiado la agricultura a tiempo parcial10, los cultivos hortícolas están localizados a menos de 250 m. de la vivienda en un 95% de los casos y en zonas de nula o poca pendiente. Las parcelas que soportan plantas forrajeras se encuentran algo más alejadas y en pendientes más fuertes, mientras que los árboles fratales varian mucho en su ubicación, desde 10 m. a 6 km. de dištancia a la casa. Las praderas se alejan más que los anteriores cultivos (un 40% están a más de 500 m.) y ocupan zonas de mayor pendiente, y, por fin, las plantaciones y bosques se encuentran en terrenos alejados, en ocasiones pedregosos y no aptos para otro tipo de utilización. Vemos cómo es 9 THÜNEN, J.H. VON (1826): Der Isolierte Staat in Beziehung auf Lnadwirtshaft und Nationalökonomie (*). Pt I, Rostock, Collected Edition. Berlin. (*) «La ciudad aislada en relación con la economía agrícola y nacional». 10 SEGUROLA LÁZARO, C. (1989): Las explotaciones ATP de Astigarraga. Lurralde, n" 12. Institute Geográfico Vasco INGEBA, Donostia-San Sebastian. Pp. 161-187. 114 bastante común que las labores se localicen a una dištancia del caserio directamente proporcional al tiempo que se necesita invertir en ellas. En cuanto a la forma de las parcelas, se han realizado pocos estudios. En Markina-Xemein11 se ha observado cómo en extensiones lianas se tiende a formas rectangulares, aunque no muy alargadas, y en zonas de pendientes y topografia difřciles, a parcelas totalmente irreguläres. En otras areas de vega, como los Ultimos tramos y meandros del Urola —rio de Guipúzcoa—, se aprecian perfectamente las sucesivas parcelas alineadas paralelarnente y con morfologias rectangulares, cuyo lado mayor es de 4 a 6 veces el menor. La mayor irregularidad se encontrará en zonas de media montaňa, ocupadas desde muy antiguo y con pendientes fuertes (por ejemplo, el area de Bedaio, al pie del Aralar guipuzcoano). Hemos definido la forma y distribución de las parcelas, que en definitiva nos definen los grandes rasgos del paisaje agrario de nuestros valles. Ahora bien, <<,cuál es el tamaňo de estas explotaciones y cuál su régimen de propiedad? Si analizamos los resultados de diferentes estadísticas, Ue-gamos a algunas conclusiones. Respecto al tamaňo o dimension de las explotaciones, siempre se ha dicho que el caserío es una propiedad minifundista, lo cual es totalmente cierto. A la vista de los resultados obtenidos en el explotaciones tiene menos de 4 ha. en propiedad, y un 75% de las mismas no llega a 10 ha. Es decir, únicamente un caserío de cada 4 posee más de 10 ha. de tierra —considerando los cultivos, plantaciones y bosques—. En Guipúzcoa, la propiedad es algo mayor, de manera que la mitad de los caseríos superan las 10 ha. Los valles cantábricos de Álava se sitúan en una zona intermedia. Llama la atención la minima incidencia de las explotaciones mayores de 20 ha., situándose alrededor del 10%. (Cuadro II). En este cuadro se aprecia una disminución de la pequefía propiedad —menos de 4 ha.— mientras que aumenta el porcentaje de explotaciones a partir de 10 ha. El motivo de esta evolution está en dos hechos que se dan en el caserío en los Ultimos afios. Primero, las explotaciones pequefias no pueden sobrevivir, y empujan a sus propietarios a abandonarlas por la via de la emigration. O sea, dejan su actividad agropecuaria y se dirigen a la calle, al pueblo o la ciudad. Por otra parte, algunas de estas explotaciones ven asegurada su continuidad si acceden, mediante la compra, a una propiedad mayor. Esto ultimo es bastante excepcional. En conjunto, el numero total de explotaciones ha descendido, siendo las de menor super- 11 BARINAGARREMENTIA, M. D. (1989): El medio rural de Markina-Xemein. Biblioteca Geográfíca de la Caja de Ahorros Vizcaina. Bilbao. Pp. 55. 115 CUADROI Porcentajes de las Explotaciones segun su dimension (cultivo + forestal) en ha. para los anos 1962, 1972 y 1982 2 a 3,9 ha. 4 a 9,9 ha. 10 a 19,9 ha. 1962 1972 1982 1962 1972 1982 1962 1972 1982 Gip. 15,20 16,05 15,73 38,32 40,23 38,80 32,73 31,20 32,05 Viz. 34,30 32,30 31,18 40,46 41,70 41,19 16,92 17,20 18,51 Ala. 24,37 22,16 18,40 39,46 34,66 33,27 21,94 23,61 23,75 20 a 29,9 ha. 30 a 49,9 ha. 50 a 99,9 ha. 1962 1972 1982 1962 1972 1982 1962 1972 1982 Gip. 8,70 7,30 8,65 3,16 3,08 3,15 1,14 1,08 1,18 Viz. 3,91 4,30 4,55 2,36 2,20 2,37 1,06 1,10 1,18 Ala. 5,93 7,44 8,98 3,79 6,21 7,78 1,50 2,61 4,74 100 a 499,9 ha. 500 y mas ha. 1962 1972 1982 1962 1972 1982 Gip. 0,55 0,70 0,74 0,19 0,10 0,21 Viz. 0,82 0,70 0,82 0,17 0,10 0,22 Ala. 2,43 3,30 3,26 0,57 0,77 0,63 Cuadro II Porcentaje de explotaciones segun los regimenes de tenencia de los caserios en los anos 1962, 1972 y 1982 Propiedad Arrendamiento Aparceria y otros 1962 1972 1982 1962 1972 1982 1962 1972 1982 Gip. 86,2 91,9 89,6 12,6 7,4 8,6 1,2 0.,6 1,8 Viz. 80,3 80,3 84,7 10,7 10,1 12,4 8,8 9,5 2,9 Ala. 83,2 87,0 78,3 6,7 6,9 20,1 10,1 6,1 1,6 ficie las que con mayor fuerza han acusado este descenso, de forma que las explotaciones de mayor entidad aumenta su peso relativo o porcentaje en el total. Cabria preguntarse el tipo de regimen de tenencia o propiedad existente en el caserio. El cuadro II muestra los resultados del Censo Agrario de diferentes anos clasificados en tres tipos de tenencia: propiedad, arrenda-miento y im tercer apartado que contempla la aparceria, los comunales y otros. El regimen en propiedad es el mäs abundante, y se observa ademäs una tendencia general a la compra de la tierra por el agricultor. Estos datos generales son muy variables de unas comarcas a otras, y asi vemos cömo en la zona alavesa la propiedad ha descendido en los Ultimos anos. Por contra, sabemos que ha aumentado mucho en la costa vizcafna, comarca de Ibaizabal-Nerviön, Goierri y Alto Deba12. Por ultimo, se podria hablar del tamano de las parcelas en este tipo de explotaciones y del nümero de las mismas por caserio. En 1982, cada caserio poseia en Bizkaia 4,70 parcelas por termino medio, cifra que en Gipuzkoa subfa hasta 5,03°. Por comarcas, los valores mäs bajos se dieron en Donostia-Bidasoa —2,75— y Gran Bilbao —2,78—, pero no son cifras significativas, ya que se trata de comarcas muy alteradas por la influencia de las cercanas aglomeraciones urbanas y las pequenas huertas particulares (que no caserios) tfpicas de la agricultura periurbana. Otros valores, para hacemos una idea aproximada, son los de Urola-Deba—4,47—, costa vizcafna—5,11—, Goierri —5,31—, Ibaizabal-Nerviön —5,55—, Alto Deba —6,7—, Tolosaldea —7,14— y la zona cantäbrica alavesa —7,14—14. Respecto al tamano de las parcelas podemos indicar que crece a medi-da que aumenta el tamano de la explotaciön15. Es decir, un caserio con mayor superficie de tierras poseerä, evidentemente, mayor numero de parcelas, pero estas son a su vez mäs grandes. 4.3. La arquitectura del caserio, respuesta a las caracteristicas de la explotaciön Para el habitante de la ciudad, su casa es el lugar donde realiza su vida domestica (comer, dormir,...) y a lo mäs desarrolla alguna actividad rela- 12 USATIGI DIAZ DE OTALORA, J. M. (1986): Op. cit, p. 135. 13 Ibid., p. 54. 14 Ibid., p. 54. 15 Ibid., p. 55. 117 cionada con su ocio y tiempo libre. Esta concepciön urbana del propio hogar o casa dista enormemente del significado que tiene el caserio para su morador. La casa rural no es solamente la sede de la vida domestica, sino que es el soporte de la actividad econömica que desarrolla su habitante, siendo a la vez almacen del utillaje y herramientas, pajar y granero, cuadra para el ganado,... El caserio estä fuertemente ligado a la explotaciön, y las caracteristicas de esta ultima actuarän sobre la casa defmiendo la distribuciön de las piezas interiores, su forma y tamafio. Es muy importante no perder este concepto que une la casa con el terrazgo, ya que son dos elementos indisociables. Seria interesante estudiar la situaciön relativa de cada caserio respecto a su terrazgo, o sea, analizar si ocupa lugares centrales o mäs o menos marginales dentro del conjunto de toda la propiedad y relacionar estos resultados con la dedicaciön econömica del caserio, la estructura de la propiedad, etc. Lo mäs lögico es que tienda a una centralidad en su territorio particular, aunque pueden existir excepciones. Factores de propiedad, o simplemente fisicos, como una zona con terrazgo muy escaso, pueden empujar al edificio a lugares marginales o perifericos, incluso sin que sean los mäs idöneos para la habita-ciön. Tambien puede ocurrir que un caserio, vendiendo y comprando terrenos y parcelas a lo largo de los anos, quede en un momento dado en una situaciön excentrica respecto a su terrazgo. Madariaga16 indica que a grandes rasgos se distinguen dos tipos de caserio: el dedicado a la ganaderfa, y el de la labranza aunque abunda el que reüne las dos opciones. En el de labranza, se utiliza el desvän como granero, disponiendose la cocina y algün dormitorio en la planta baja, habilitando la primera planta al resto de dormitorios y sala. En el ganadero, se utiliza toda la planta baja como cuadra, ubicändose la vivienda en la primera planta, dedicando el sobrante zaguero a pajar17. En la actualidad, una distribuciön mäs o menos tipica de un caserio es la siguiente. En la planta baja, la cuadra, ocupando la mayor parte de la superficie. En ella se guardan, a veces mediante una pequena habitacion o anexo, los diferentes aperos, el tractor, e incluso el coche. En esta planta tambien se sitüa, generalmente, la cocina, que hace las veces de sala o lugar de reuniön familiär, y el cuarto de bano. El primer piso se destina a veces exclusivamente para las habitaciones, aunque en ocasiones se en-cuentra aqui la cocina y el servicio, en cuyo caso la cuadra ocupa toda la 16 MADARIAGA, N. de (sin fecha, aprox. 1980): El caserio como arquitectura populär vasca. Bizkaiko Aurrezki Kutxa. P. 8. 17 Ibid. Pp. 8-9. 118 planta baja. La gambara, o piso bajo el entramado del tejado, se utiliza como almacén de aperos de poco uso, trastos viejos, kutxas18, y también como pajar y granero. El caserío suele complementarse mediante una serie de edificios que pueden estar anexos o exentos al mismo. Uno de ellos es el horno de hacer pan. En las zonas más frías se encuentra en la cocina o en el zaguán. Si ocupa una construction independiente, ésta tiene cubierta a dos aguas, de tejas, que se prolonga hacia un lado para proteger la lenera. El armazón es de maděra y las paredes de mamposteria. El suelo del horno propiamente dicho es de ladrillo refractario19. Otras construcciones pueden ser un redil con cubierta a dos aguas para las ovejas —«artaixa» o «artadia»—, una pequeňa choza de dos plantas para guardar castaňas, la superior «mandixue» o «mandioa» y la inferior «epaantzia» o «emparantza»20, también un ga-llinero y una pocilga21, anexos que a veces se encuentran juntos y donde también se guardan aperos22. Existen ciertos elementos tipológicos comunes a todos los caseríos, destaquemos entre todos ellos el tejado y el zaguán de entrada. El tejado, primitivamente construido con tejuela de haya, se remata ahora con teja curva y es sostenido por un entramado de maděra. En princ ipio, tiene dos pianos simétricos con el caballete perpendicular a la fachada principal. Cuando se adosan nuevas construcciones (anexos, ampliation de la cuadra o de cualquier dependencia, etc..) se prolonga cualquiera de estos pianos, y surge asi el tipico tejado asimétrico, con un ala mayor que la otra. El tejado termina en aleros de grandes proporciones amparando de la lluvia a los moradores, al pajar y al granero23. Existe una tipologia enorme te-niendo en cuenta la vergencia de las aguas. En general, ésta es a dos aguas. Las de tres no son muy rar as, aunque abundan mucho meno s, destacando un tipo llamado «mirubuztan» o «cola de milano», forma que ofrece menor resistencia al viento. Los tejados a cuatro aguas se dan con mayor frecuencia en casas con carácter más noble como palacios, torres y 18 Kutxa. Arcón de madera, en ocasiones labrada, que sirve para guardar objetos y enseres. 19 GOŇI, M. (1979): Estudio etnográfico de Elosua. Guipúzcoa. Anuario de Eusko Folklore. T. XXVIII Sociedad de Ciencias Aranzadi. Donostia. P. 112. 20 Ibid. Pp. 113-114. 21 AGIRREAZKUENAGA ZIGORRAGA, J. (1974): Etnografia de B usturia. anuario de Eusko Folklore. T. XXV. Sociedad de Ciencias Aranzadi. P. 82. 22 ERCORECA BARRENA, A. (1974): Etnografiía de Busturia. Anuario de Eusko Folklore. T. XXV. Sociedad de Ciencias Aranzadi. P. 201. 23 MADARIAGA, N. de: Op. cit. P. 10. 119 casas solares. Hacia ei E del país van apareciendo cubiertas con mayor influencia pirenaica (tejas de pizarra, grandes inclinaciones,... ). El zaguán de entrada tiene gran importancia, ya que ahí —aparte de acceder a la vivienda y cuadra— «se descansa, se prepara el grano, se despieza el txarri24, se arreglan los útiles de labranza, se guarda el carro, se juega, se reúnen los parientes y amigos»25. La tipología es enormemente di-versa aquí, pero distinguen dos tipos principales según tengan el dintel de maděra o no. Los primeros son los más antiguos y pueden tener o no postes o pilares verticales, según la anchura del zaguán. Los postes de maděra indican mayor antigíiedad, mientras que los pilares de piedra o mixtos son más modernos. Una vez desterrada la maděra para el dintel, los tipos son muy variados, desde en forma de uno o varios arcos de medio punto, hasta el simple dintel compuesto por una losa más o menos grande. En generál, las zonas más frías del país poseen zaguares más exiguos, mientas que las tierras más bajas y mejor orientadas permiten amplios portalones de entrada. 5. EL FACTOR HUMANO QUE SOPORTA EL CASERÍO. AS-PECTOS DEMOGRÁFICOS Mucho se ha hablado de la población ocupada en la agricultura en el area del caserío vasco-atlántico, casi siempre para recurrir a viejos tópicos que no vamos a repetir aquí. El análisis más completo que se hizo al respecto se publicó en 1973, habiendo realizado el trabajo de campo en 197026. El panorama que indicaba esa autora, Miren Etxezarreta, no era muy halagüefio para el futuro del caserío, Uegando incluso a afirmar que «Las cifras son tan drásticas que parecen imposibles...»27. Resumiendo sus conclusiones, esta autora analiza el numero de empre-sarios agrícolas, su edad, el tipo de dedicación a la explotación (total o parcial) y las perspectiv as de sucesión en el caserío por sus herederos. A partir de ahí obtiene que de las 17.500 explotaciones estimadas para Guipúzcoa y Vizcaya, solamente 5.000 poseen o pueden llegar a poseer empresarios jóvenes al frente con dedicación total, y otros tantos con dedicación parcial. Estima, asimismo, que gran parte de estos Ultimos no podrán seguir manteniendo el caserío, con lo que la perspectiva a medio 24 Txarri, o también txerri. Cerdo, animal doméstico. 25 MADARIAGA, N. de: Op. cit. P. 13. 26 ETXEZARRETA, M. 1973: Op. cit. 27 Ibid. P. 141. 120 plazo, si la situación no se alteraba, era la desaparición de más de la mitad de los caseríos entonces en activo. Sin embargo, la situación se alteró, y precisamente en aquellos afios. La crisis que sacudió al mundo industrial y las alias tasas de paro que comenzaron a darse imposibilitaron la huida de muchos jóvenes del case-río, de forma que, sea por vocación sea por obligación, se ha mantenido un numero muy elevado de explotaciones debido a los brazos jóvenes que no se han marchado. Por otra parte, muchas familias acosadas por la crisis volvieron al caserío o intensificaron su presencia en él. El caso es que en la actualidad nos encontramos con una población determinada en el caserío, con unas características demográficas propias. Observando en el Censo de Población de 1970 y 1981 los datos referentes a Guipúzcoa, territorio que menos sesgos que va a dar en este sentido, y en el que las pirámides de población de cada aňo se refieren por un lado a los habitantes de la provincia y por otro a un segmento de la población que el Censo considera como «rural», incluyendo aquí incluso a personas que viven en la calle y hasta llegan a trabajar en un fábrica, pero siempre que habitan en un municipio de pequefia entidad —lo que a efectos prácticos nos introducirá un sesgo urbano en la población rural, de forma que sus características propias quedarán un tanto atenuadas—, obtenemos algunas conclusiones. La situación es muy parecida en los 10 anos que separan las dos pirámides, si bien algunos rasgos se van acentuando. Por ejemplo, en el conjunto provincial las mujeres son más numerosas que los hombres; ésto es un hecho biológico, ya que nacen más niňas que ninos. Sin embargo, en el medio rural, los hombres sobrepasan en numero a las mujeres, hecho que se nota más en 1981, con casi 5 puntos de diferencia entre sexos. Está claro que las mujeres se van con mayor facilidad a la ciudad, y que muchos hombres que quedan en el caserío deberán de estar solteros. La pirámide en general muestra una evolución hacia una estructura demo-gráfica desarrollada, aunque todavia presenta la base bastante ancha —fruto de la fuerte natalidad de las ultimas décadas— y los tramos medio-altos un poco raquíticos. Curiosamente, es en el medio rural donde menos naci-mientos hay en términos relativos. Siempre se ha dicho que es en este medio donde la natalidad es mayor. Posiblemente, lo que realmente influye en las bajas tasas de natalidad sea que el numero de mujeres en edad de tener hijos es bajo. Por otra parte, en las pirámides rurales tipicas se venia observando una incision muy clara en las mujeres jóvenes (15-24 aňos), ya que era muy común que se desplazasen a la ciudad a servir. Hoy en dia ha desaparecido, aunque en 1970 todavia se aprecia una minima incision. 121 Siempre se ha dicho que el campo está envejeciendo, pero parece, a la vista de los resultados, que lo hace en la misma medida que la ciudad. Es cierto que hay un seguimiento de población importante a partir de los 50 anos, pero también lo encontramos en la ciudad. Y no es menos cierto que existe una nada desdefiable cantidad de jóvenes, entre 20 y 25 aňos, en el mundo rural. BIBLIOGRAFÍA AGIRREAZKUENAGA ZIGORRAGA, J. (1974): Etnografia de Busturia. Anuario de Eusko Folklore. T. XXV. Sociedad de Ciencias Aranzadi, p. 82. AGUIRRE, I. de (1974): Caserío, en Eusko Lurra n.e 6, Ed. Etor. San Sebastián. — (1928): La ampliación de la casa de labranza. Algunas formas. Anuario de Eusko Floklore n.Q VIL San Sebastián. 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